November 21, 2017

La importancia de cerrar una historia

Aunque genere dolor, a veces lo más sano para nuestra salud física y psíquica es saber decir adios.

Muchas veces en nuestra vida nos encontraremos en situaciones en las cuales no nos imaginamos que estaríamos. De ciertos recorridos llegaremos a callejones sin salida, o caminos compartidos luego se bifurcan y separan a quienes los iniciaron en compañía. La pérdida de una persona que se aprecia, en cualquier circunstancia siempre estará teñida de dolor y será difícil de aceptar. Porque cuando uno encuentra a alguien especial, piensa que eso será para siempre. Lo que imaginamos es un futuro compartido. Por ello nos embarga la tristeza pensar en lo contrario. Pero lamentablemente, es parte del ciclo de la vida, tener compañeros de ruta, que nos acompañan por ciertos periodos, y luego por distintas circunstancias de la vida, nos encontramos alejados.

Ante esta situación triste, debemos reflexionar y dedicar tiempo a “dejar ir”, a desprendernos y aceptar lo que no pudo ser, no fue ni será.

Las historias sin cierre definitivo, son como puertas abiertas de par en par, que se convierten en una fuerza que nos traccionan hacia atrás y consume nuestra energía. Aunque miremos hacia adelante y caminemos con fuerza, siempre estarán llamándonos al pasado, esperando ser cerrados. Es un desgaste eterno. O es la culpa o es la pena.

Hay que saber decir adiós sin rencores o resentimiento, ya que eso nos imposibilita avanzar, pues el odio nos hace prisioneros, y no hay mejor libertad que aquella que avanza sin pesos por parte de quien ha sabido perdonar. De esta forma. podremos sentir calma, esperanza y ganas de comenzar nuevas experiencias.

Habra personas que serán muy importantes en nuestra vida, por la cual olvidarlas sería imposible.Personas que han tocado elementos tan íntimos de nuestro existencia que han cambiado nuestra vida, unas de manera positiva y otras no tanto. Aquí lo importante radica en aprender a hacerle frente a las circunstancias en la que nos ha colocado la vida, aceptar que esa etapa ya fue, quedarnos con lo positivo que nos ha dejado, no mirar atrás para resaltar los errores que hemos cometido ni para pensar en lo que pudiste hacer, curar las heridas que ello ha dejado y seguir adelante. Es mejor reconocer y atesorar los buenos recuerdos, y ser agradecidos de haberlos tenido en su momento. El agradecimiento es una forma maravillosa de reconocer nuestra fragilidad como humanos y saber que existió una buena razón para haber vivido lo que vivimos, porque todo lo que hemos pasado forma parte de nuestra historia. Lo que somos ya lo llevamos dentro.

Se debe aprender a decir adiós, sea con una carta de despedida, una charla, o de alguna otra manera simbólica en la cual nos desprendemos de la carga, y nos permitamos cerrar las puertas, cerrar aquellos ciclos, para dar la bienvenida a lo nuevo que está por llegar.

En la vida nada es estático, todo fluye y cambia, las hojas se caen, las flores se marchitan, las personas se van. Pero hojas vuelven a crecer, y nacen los retoños, y llegan nuevas personas, nuevas historias por comenzar.

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