fascismo
September 1, 2018

La exhumación de Franco y sus símbolos

Después de la “pausa” veraniega volvemos a la realidad que nos enfrenta a circunstancias muy interesantes. Los acontecimientos de Cataluña lejos de haberse superado, no solo permanecen en candelero sino que sus inferencias caracterizan el momento político actual. Desde que dieron comienzos las luchas por la independencia catalana, el comportamiento del anterior gobierno fue embarcarse a la deriva, sin frenos, supliendo su falta de razón con la represión policial y la judicialización, dado que era consciente de que no solo se cuestiona el tipo de estado, sino que además se pone en entredicho la supuesta “originalidad” y “ejemplaridad” de la transición. Tampoco ha cambiado mucho la situación tras la llegada del PSOE al gobierno, en tanto que los problemas cardinales están más lejos de ser resueltos porque por parte de éste se busca su autodisolución a través del tiempo.

Recordemos que antes de que Cataluña explotara, la derecha, -PP, PSOE y Cs-, ya había entronizado el fascismo en sus comportamientos, dando riendas sueltas a los franquistas que se mostraban fuertes y felices. Hablar de Franco en términos positivos en las calles no solo estaba permitido sino espoleado por las políticas reaccionarias. Al calor de ellas una pléyade de ultraderechistas hacían manifestaciones favorables a Franco sin ningún recelo ni temor, y bajo su amparo la derecha popular hacía ostensión de sus insignias sin ser molestados, por lo que andaban muy crecidos. En este sentido rebrotan con el único objeto de sostener teóricamente y ampliar las bases fascistas incrustadas en el pueblo los muy vetustos: Antonio Escohotado, Pio Moa, Federico de los Santos, Cesar Vidal y otros,tergiversando las causas que originaron la guerra civil, culpando a la URSS de ello, porque según sus versiones ésta fue el artificie del Frente Popular con la finalidad de sovietizar España.

Amparándose en su mayoría absoluta el PP determina zafarse del problema catalán a través de la represión pura y dura, apoyándose en la correlación de fuerzas que se da en la calle. Atrapado en su engreimiento son muchas las veces que Rajoy utilizó la amenaza de un referéndum estatal porque Cataluña forma parte de la soberanía de todos los españoles. Sin embargo, y tras la represión contra los catalanes se sucedieron manifestaciones de distintas dimensiones a favor del derecho a la autodeterminación en todo el territorio estatal. Nunca más se le escuchó al PP, aquello de que todos los españoles tienen derecho a decidir sobre Cataluña. Era evidente que persistir por ese camino, corría el riesgo de que el mismo pueblo exigiera el anunciado referéndum estatal. Sin embargo, el miedo a que la verdadera correlación de fuerza favoreciera a la izquierda hizo cambiar el rumbo tomado por el gobierno y éste optó por la judicialización del conflicto.

Estaba muy claro que en un referéndum estatal, votarían vascos, gallegos, andaluces, valencianos, los dos archipiélagos etc. con lo que se daría la posibilidad a los nacionalistas de todo el estado de manifestar sus deseos de independencia. El gobierno se encontraría que un problema localizado y supuestamente controlado se habría transformado mínimo en cuatro. Además, por pura lógica, los Podemos, PNV y compañía estarían obligados a votar por el independentismo sino querían desenmascararse totalmente. Pero aunque supuestamente ganaran los centralistas, el pueblo se daría cuenta de forma fehaciente que España no es nada monolítica.

Ante la posibilidad de que se lleve a cabo la exhumación y con el fin de justificar sus argumentos sobre la improcedencia de tal medida, la prensa y los partidos de derechas han intentado armarse de testimonios con la intención de descalificar al gobierno socialista, intentando introducir de matute que el valle de los caídos es el valle de la reconciliación y para ello hacen uso de la intelectualidad filo franquista que pasa por modernista, neutral y cualificada como son los inefables Álvarez Junco, Octavio Ruiz, Andrés Trapiello, Francisca Sauquillo, Arturo Pérez Reverte, quienes sostienen la teoría de la “equidistancia”, que viene a decir que en todos los lados los hubo malos y los hubo buenos, soslayando impúdicamente que hubo una rebelión anticonstitucional y criminal contra el régimen republicano legal, acreditado por su triunfo en las urnas. Naturalmente, ello se debe a que son fervientes defensores de la supuesta transición modélica, ya que algún que otro perteneció a los partidos que se adscribieron a la traidora Junta Democrática, tal es el caso de Francisca Sauquillo cristiana primero y luego maoísta militante de la ORT.

La exhumación de Franco contiene además consecuencias más densas y contradicciones insolubles. Porque la justificación de Pedro Sánchez:“Ninguna democracia puede permitirse monumentos que ensalcen una dictadura” merece llevar a cabo su disquisición. Según esta sentencia de Sánchez, Franco fue un dictador que no ganó ningún comicios, de lo que se desprende que ejecutó un crimen, cual es levantarse en armas contra un régimen legal. Franco pues, es a todas luces ilegal. Por supuesto, lo legal es la Republica que él abatió. Por otro lado, esa república tenía su himno y su bandera también legales, que Franco sustituyó por la roja y guarda y la Marcha Real. Por la simple lógica, si se reconoce que el Franquismo es ilegal también lo deben ser sus ultrajantes bandera e himno, distintivos del llamado “alzamiento nacional”. Pero el PSOE y El PCE acogieron de buen grado la bandera y el himno franquista. Es decir, no aceptan a Franco pero si su obra: el franquismo. Decimos de buen grado, porque sus militantes durante las décadas 70, 80 y parte de los 90 se encargaban hasta de malas maneras, de que en las manifestaciones populares no hubiese ninguna bandera republicana.

Una nación pide que se respete su derecho a la autodeterminación para convertirse en estado republicano si así lo quiere su pueblo, y enfrente los seguidores del estatismo exhibiendo las insignias fascistas les niegan tal derecho. Ante esta disyuntiva, los PODEMOS, IU y otros con argumentos tramposos ejecutan el eclecticismo, o lo que es lo mismo actúan bajo la conveniencia del Estado y de sus insignias fascistas. Se muestran de acuerdo de que el camino elegido por los catalanes no es el apropiado y a la misma vez culpan al Estado de actuar despóticamente. Pero el efecto de esta decisión es la alineación con el Estado que porta las insignias fascistas frente a una nación que como tal tiene el derecho a la autodeterminación y que además, proclama la República. La broma es demasiado pesada para tragarla sin que se nos revuelvan las tripas. Y es que en política no se puede ser revolucionario y conservador a la vez. Y eso le pasa a la falsa izquierda.

¿Es Cataluña una nación? Es evidente, porque en el proceso de conformación de las naciones dirigida por las burguesías, Cataluña tiene una burguesía emprendedora que unifica sus pueblos y rompe las lindes de las provincias enterrando todas las reminiscencias del feudalismo, por lo que se convierte en una de las naciones que cohabitan en la Península Ibérica. Al ser nación le asiste el derecho a la autodeterminación.

¿Desde cuando un derecho se ruega? Esta ha sido la matriz de la izquierda revolucionaria desde siempre, sin embargo, nuestra izquierda parlamentaria, pretende que haya un acuerdo con partidos que representan el fascismo o con ellos cuando alcancen el poder. Ellos que nos han acostumbrado a ir renunciando paulatinamente a nuestros derechos. Léase y escúchese a los dirigentes de la nueva izquierda (PODEMOS-IU) y se constatará como van soltando” lastras” conforme va pasando el tiempo, mientras el capitalista cada vez es más facha, más rico y más pertinaz en sus planteamientos antidemocráticos.

UNA NACIÓN QUE ESCLAVIZA A OTRA FORJA SUS PROPIAS CADENAS