Hetero
May 22, 2022

Un verano 1.


Después de años de abstinencia, Andrés retoma la actividad sexual, con historias cada vez más calientes y morbosas. Dispuesto a romper normas, a romper tabúes y a satisfacer sus fantasías..

Hola, me llamo Andrés. Aunque suene a tópico y a falsa modestia, lo que si quiero es empezar diciendo que no sé escribir, eso lo tengo claro, pero lo que si sé es desear, admirar la belleza, observar, imaginar…

Supongo que tal y como me pasa a mí, el deseo que no se anda con miramientos, ni avisa antes de aparecer, coge desprevenidos a muchas mujeres y hombres, aunque reconozco que en lo que se refiere a los resortes que mueven la libido femenina, a pesar de mi edad y, porqué no decirlo de mi experiencia, se más bien lo justo, y quien se crea un experto en ese tema, tal vez, digo solo, tal vez, puede estar equivocado. Lo que si conozco muy bien son los objetos de mi deseo o, más bien, lo que me hace sentirlo, aunque a veces en momentos, formas y maneras inesperadas…

Por situar un poco todo lo que os relataré a continuación soy un tío normal, rozando los 50, pero creo que bien conservado, (o eso me dicen), estatura media, pelo largo castaño oscuro, (si, he escrito largo y si, las canas casi no han aparecido aún), ojos marrones y una personalidad muy definida, con las ideas y principios claros aunque, tal vez, lo más importante que deberías saber de mí, es que no tengo pareja, ni hijos y que hace años que no he tenido sexo, salvo a través de mi autosatisfacción, debido a una serie de acontecimientos, una concatenación de hechos y circunstancias, que han hecho de mi vida un calvario, del que, con constancia, tesón y esfuerzo, estoy acabando de salir. Esto ha propiciado que mis contactos con el sexo, hayan sido prácticamente inexistentes...hasta hace poco. Y esto es curioso, porque, en todos estos años, he tenido algunas oportunidades, desde luego, y sobre todo es curioso, decía, porque como comentaba la gente que más me conocía, “tío, no te quejes que te has follado las que te tocaban y las de unos cuantos más” y, es cierto, pero a veces pienso que demasiadas mujeres…otras que no lo he sabido valorar, no sé…

Esta historia comenzó hace unos meses; concretamente a finales de junio, cuando el calor era intenso y todos nos aligeramos de ropa, como no. Yo me disponía a coger el tren, como cada día, hacia la ciudad donde trabajo desde el pequeño municipio de las afueras en el que resido; un trayecto de 45 minutos, sin contar los consabidos retrasos.

Como siempre, sobre todo en los últimos tiempos, yo miraba con disimulo las féminas que iban y venían por la estación y, concretamente, las que esperaban el tren en el mismo andén que yo, es algo que siempre me ha encantado, y no me refiero solo al aspecto sexual, sino a la belleza, como se mueven, sus gestos, sus ademanes, la forma en que se desenvuelven, como caminan, su sonrisa, y como se mueven sus prendas al compás de ese movimiento, las miradas, las voces, la sensualidad... Esa mañana uno se podía alegrar la vista, como cada mañana, (hay tanto que observar…), pero esa mañana quién llamó poderosamente mi atención fue una chica, (calculo que de entre 25 y 28 años), con unos rasgos asiáticos muy delicados, cabello negro, media melena y lacio, alta, como de metro ochenta, un cuerpo estilizado que estaba cubierto por un bonito vestido negro de algodón, un tango ceñido, y que acababa unos 10 centímetros por encima de su rodilla. Llegó el tren y subió, como hicimos los demás, pero, como no, iba abarrotado y nos tocó hacer el trayecto de pie. Quedó a un metro escaso de mí, y podía mirarla, (siempre con disimulo pues nunca me ha gustado incomodar a nadie, me parece desconsiderado, casi ofensivo tal y como yo lo percibo), y podía ver desde poco más arriba de su cintura hasta su bonita cara. Se colocó sus auriculares inalámbricos y comenzó a interactuar con su móvil.

Pasaron unos cinco minutos y recibió una llamada; la atendió y comenzó una conversación y, por fin, pude escuchar su voz, sencillamente cálida, casi sensual. Sonreía y me mostró un rostro aún más bello, que bonita pensé, pero de pronto todo cambió, cuando la escuché decir, con un tono suave y en un perfecto español, lo que a ella le debía parecer inaudible a los demás:

- Si, mi amor, ya estoy en el tren

- ……………..

- Claro, como voy a olvidarlo, ha sido genial

-

Acto seguido, dejó escapar una pequeña carcajada y, a partir de ahí, su rostro adquirió un tono de rubor, su cara cambió y sus preciosos labios rojos, aún sin maquillaje, se frotaron sensualmente, como si quisieran humedecerse, automáticamente, sentí un cosquilleo en mi bajo vientre, preludio de lo que podía ser una erección importante.

- No sigas por ahí que esto está a tope de gente

Respondió ella, y empecé a fijarme en esa mujer con más detalle, ya de una forma menos platónica. Estaba agarrada con su mano derecha a la barra metálica horizontal del techo del vagón, y yo quedaba a su izquierda y un poco atrasado de su posición, en un ángulo de unos 90 grados, de manera que, si no se giraba, no podía verme y, debo reconocer, que mi parte vouyeur, estaba alerta y disfrutando. Me fijé en que sus pechos, sin ser muy grandes, se marcaban bajo el vestido, que estaba cerrado con pequeños botones, casi esta el cuello. La conversación continuó, pero yo apenas podía escuchar nada

- Ahora no…te digo que no y volvió a soltar una suave carcajada un tanto nerviosa, mientras seguía ruborizada

Me sorprendí cuando vi que se comenzaban a marcar sus pezones bajo el vestido, y se hizo evidente que no llevaba sujetador, y sus pezones con paraban de hacerse más y más evidentes conforme avanzaba la conversación: se estaba excitando. Su excitación se me estaba contagiando, note un suave cosquilleo en mis huevos y acto seguido me empecé a empalmar.

- ¡Joder con la nena! – pensé- pues lo cierto es que, pasada la sorpresa inicial, al final lo que te dicta el sentido común es que te vas a quedar con un calentón, chaval

-

Pero la cuestión no quedó ahí, para mi desgracia, pues el tren se vacío un poco, y aunque aún no quedaban asientos libres, si podía apreciar toda su anatomía y, ¡sorpresa!, tenía un culo impresionante que parece ser se movía libremente, pues, o no llevaba bragas o llevaba un tanga de auténtico hilo dental. Mi erección comenzaba a ser importante.

Prosiguió su conversación y sus risitas y coqueteos telefónicos y, lo que de forma evidente, y a ojos de cualquiera era ya una creciente excitación en ella, tal fue así que una señora la miraba sorprendida con expresión entre escandalizada y curiosa, aunque el resto de pasajeros no parecían darse cuenta.

Pero el punto álgido de su subida de temperatura se mostró cuando juntó sus piernas con fuerza y, disimuladamente, empezó a frotar sus muslos uno con el otro, con fuerza, y lentamente, pero de forma continuada. Sus pezones parecían querer romper la tela de su vestido. Era todo un espectáculo digno de ser gravado, cosa que, evidentemente, no hice, pero si en mi mente. Todo esto me tenía realmente excitado pero manteniendo mi expresión impertérrita, (por lo menos eso es lo que yo creo). Sus movimientos y su juego telefónico duraron unos tres minutos más, tiempo que a mí me pareció maravilloso por el espectáculo que me ofrecía, pero eterno por lo que suponía de tortura al no poder interactuar. Por fin finalizó la conversación y ella volvió a la “normalidad”, y el tren continuó vaciándose, y por fin, nos pudimos sentar los pasajeros que quedábamos. Lo hice cerca de ella, pero no pude hacerlo enfrente, aún así tenía una buena visual. Seguí contemplando esa maravilla de belleza y sensualidad, lo más disimuladamente que pude y, cuando llegó el momento de bajar en mi parada ella también lo hizo. Salimos y accedimos a la escalera mecánica. Como es mi costumbre, inicié el ascenso, como si de una escalera normal se tratara, y me las ingenié para quedar justo detrás de ella, que también había tomado la misma opción que yo; el espectáculo de su cuerpo y, concretamente de su culo frente a mi moviéndose con gracia, con sensualidad, casi a la altura de mi cara, era fantástico, mi erección volvía a anunciarse.

- Vaya manera de empezar el día –pensé-

Pasamos el control de los billetes y tarjetas de abono y ella tomó su camino y yo, uno distinto. Me paré para verla alejarse hasta que el gentío de la estación me impidió verla.

Acto seguido me dirigí a coger el metro, última fase de mi viaje…y allí siguió mi calvario, justo, al llegar al andén, entre los pasajeros que esperaban, vislumbré una chica, de unos 22 años, aproximadamente de 1,65, morena pero largo recogido en una cola, tejanos ajustados, sandalias, una bonita cara, unas gafas que la favorecían y una blusa de color negro que dejaba al descubierto unos hombros bronceados y un vientre con un discreto persing en su ombligo. Tenía un cuerpo excelente, seguramente fruto del deporte, con unos pechos de buen tamaño, que parecían firmes como piedras, Entramos en el vagón, donde los dos permanecimos de pie, y yo tenía una excelente vista de su perfil, tanto es así, que cuando levantó su brazo izquierdo para agarrarse a la barra del vagón pude apreciar a contraluz que no llevaba sujetador, y que se apreciaba con bastante claridad todo el perfil de su pecho, con su maravillosa redondez y un pezón prominente…realmente exquisito.

Esto me pareció ya demasiada caña para mi lívido en tan poco rato y a tan tempranas horas del día, y es que mi polla reaccionó de nuevo y, en cuestión de un minuto, estaba casi dura del todo. La observé durante las tres paradas en que coincidimos, (se bajó una antes que yo), y cuando lo hizo, decidí que me tenía que aliviar en cuanto llegara a la oficina. Bajé del metro, caminé los escasos 400 metros hasta llegar a mi lugar de trabajo, en la gran ciudad, y tal como entré me dirigí al servicio, (como siempre había llegado de los primeros). No suelo masturbarme si no es la intimidad de mi casa, pero esta vez necesitaba un desahogo, y así lo hice, recordando los cuerpos de aquellas dos diosas, y los momentos que me habían regalado.

Para situarnos, tengo que comentar que trabajo, desde hace casi cuatro años, en una importante empresa de gestión de patrimonios, y que en mi empresa somos casi 100 empleados. Yo tengo un pequeño equipo a mi cargo de ocho personas, donde hay tres mujeres y cinco hombres. Tengo una relación más o menos cordial con todas y todos, pero todo estrictamente dentro de lo laboral. Nunca jamás se me ha ocurrido pasar el límite de la relación al ámbito personal, y mucho menos pensar en algo sexual con alguna de mis compañeras. Como supongo que sentiréis curiosidad, deciros que para mí hay una de ellas con atractivo físico cero, una chica más joven, (31 años), que está realmente cañón, y mi tercera compañera, es una chica de 42 años, casada con dos niñas, y lo que yo suponía un matrimonio feliz, que me parece muy atractiva. Digamos que su nombre es Mónica, tiene una forma de vestir y de conducirse por la vida bastante conservadora, 1,66 de estatura, pelo rubio teñido con una permanente parcial que le queda muy bien, una bonita cara, que maquilla en su justa medida resaltando sus rasgos, ojos color miel, y unas formas que, a pesar de estar un poco pasada de peso, le sientan realmente bien. Realmente me atrae sexualmente, su forma de moverse, su voz calmada y cálida, sus modales exquisitos, su aparente calma, que contrasta con una inteligencia aguda y su gran eficacia en el trabajo. Me atrae todo en ella, incluso su fino perfume, que embriaga mi despacho cuando entra o cualquier estancia en la que se encuentre, en definitiva me pone cachondo, más de una vez me he dado un homenaje pensando en ella pero, jamás se me ocurriría dar ni el más mínimo paso para un acercamiento sexual. Ante todo respeto.

Pero por lo visto, esa mañana, los hados habían decido que los planetas se iban a alinear para putearme un poco más.

Estaba en mi despacho, más calmado después del bien merecido desahogo, intentando cuadrar un cambio de última hora en la agenda del día, cuando llamaron a la puerta, y por el rabillo del ojo, pude ver a través del vidrio lateral que tiene la puerta de mi despacho, que era Mónica.

- ¡Pasa por favor! – le dije-

- Hola Andrés, buenos días.

- Buenos días Mónica, ¿qué se te ofrece?

- Vengo a decirte que acabo de recibir un whatasapp de Laura diciendo que está en urgencias con su hija, y que no sabe cuando podrá venir

Laura es la chica que no me atrae sexualmente, para poneros en situación

- Joder Mónica, pues si que empezamos bien el día. ¿Algo grave?

- No fiebre alta, lo de siempre

Ella se encogió de hombros y esbozó una media sonrisa de lado

- Nos tenía que dar las cifras para la reunión de las cuatro con el nuevo cliente Andrés, a mí no me las ha enviado, ¿y a tí?.

Miré mi e-mail y allí no estaban.

- Pues nos quedamos con el culo al aire, así no sé que coj…perdona, como vamos a causarle una buena impresión y captarlo…

- Si quieres miramos lo que tiene hecho e intentamos completarlas nosotros

- Déjame que hago unas llamadas y veo si puedo cambiar un par de reuniones.

-

Mónica se giró y comenzó a salir de mi despacho. Ese día estaba especialmente guapa, con traje chaqueta gris claro y una blusa azul claro de manga larga, sin escote, (eso sí), pero que realzaba su busto, y, la falda por encima de la rodilla, junto con unos zapatos con medio tacón.

Por suerte pude grstionarlo y conseguí el hueco para ponernos manos a la obra.

Laura resultó tener el trabajo más atrasado de lo que debería, seguramente no hubiéramos tenido las cifras a tiempo aunque no hubiera faltado al trabajo, y nos tocó quedarnos al mediodía en el despacho y hacer que nos subieran unos bocadillos del bar. Paramos unos minutos para comer, y Mónica salió para hacer una llamada personal. Mientras yo degustaba mi bocata de jamón serrano, con un botellín de agua fría, me sorprendió escuchar la voz de Mónica en la sala común con un tono bastante más elevado de lo normal, crispado diría yo, me asomé al pasillo para ver si pasaba algo y escuché la última parte de su conversación en la que decía:

- ¡Lo que pasa es que eres un gilipollas!...¡vete a tomar por el culo!

Acto seguido, terminó la conversación y se giró como una exhalación con el rostro contraído por la rabia y me pilló, frente a mi despacho, como a 10 metros de ella con la boca abierta y cara de sorpresa. Reaccioné rápido y me disculpé:

- Perdona Mónica, no quería escuchar lo que no me incumbe, no quería curiosear

- No Andrés, discúlpame tú a mí, he perdido los papeles, es que este cabrón me saca de quicio…normalmente le llamo fuera de la oficina, pero hoy…

Yo entré en mi despacho y ella lo hizo unos segundos después; yo ya estaba atacando de nuevo mi bocadillo. Entró, se sentó, cogió el bocadillo y lo volvió, a dejar sobre la mesa de reuniones de mi despacho, donde estábamos comiendo, sin apetito por el cabreo, -supongo-, cogió su botellín de, recién abierto y la acercó demasiado deprisa a su boca, con rabia, y, tan nerviosa estaba, que parte del contenido cayó desde la boca de la botella por su barbilla hasta resbalar y caer sobre su blusa, concretamente sobre su pecho izquierdo, el derecho visto desde mi perspectiva frontal

- ¡Joder!, -acertó a decir-

Y, casi de forma inmediata, el agua formó un cerco en su blusa, sobre la punta de su pecho, convirtiendo la tela casi en transparente, y ofreciéndome el espectáculo de un sujetador casi transparente de por sí, de encaje, y una sombra de una aureola de buen tamaño, durante los escasos segundos que duró ese magnífico espectáculo, debí poner cara de bobalicón, porque mientras le ofrecía a Mónica unas servilletas de papel, y ella intentaba ahuecar un tanto la ajustada blusa, no pude quitar los ojos de su pecho, tanto es así, que estoy seguro de que ella forzosamente tuvo que darse cuenta. Se disculpó y fue al baño a arreglar el desaguisado, mientras yo notaba mi erección volver a crecer, con lo visto, y con la imagen que se volvía a repetir en mi mente una y otra vez.

- Andrés, hijo, ¡qué día llevas!, -me dije a mi mismo en voz baja-

Intenté recomponer mi mente, limpié el agua con unas servilletas y retomé el trabajo mientras ella venía del baño. Entró, se sentó de nuevo sin mediar palabra, y prosiguió con su bocadillo.

Yo noté algo extraño en el ambiente; notaba su mirada sobre mí, y me extrañó su silencio, tal vez esperaba una disculpa por mi parte pero, lo cierto es que preferí no decir nada. Fue ella la que rompió el silencio:

- Disculpa por el espectáculo Andrés

- ¿Cómo dices?, yo no… -fue lo único que acerté a decir-

- Por los gritos, los nervios y el mal ambiente, quiero decir, es mi ex, cada dos por tres tenemos una bronca, me tiene harta…

- Por supuesto no te preocupes…faltaría más

Se hizo otro silencio extraño

- Andrés, ¿puedo preguntarte algo?

- Si, claro…

- ¿A qué pensabas que me refería?

Joder con Mónica, todavía me va a poner en un aprieto…

- No nada a eso, claro ¿a qué ibas a referirte si no…? –aún no había acabado de decirlo y ya me estaba arrepintiendo-

- Por que el otro espectáculo si que te ha gustado, ¿no?

¡La madre que parió a Mónica!

Mis alertas se estaban disparando a la velocidad de la luz, pero creo que, tanto calentón en un solo día me pilló con la guardia baja, impropio de mí, pero ante mi sorpresa me escuché decir a mi mismo, con total aplomo y tranquilidad:

- Y a qué hombre no le hubiera gustado

- Eso pensaba yo, -contestó ella-, y se inclinó un poco hacia la izquierda de la mesa redonda, y miró directamente durante un par de segundos a mi evidente erección en el pantalón del traje, para acto seguido decirme:

- Bueno si te parece, recogemos esto y seguimos que no llegamos a tiempo.

Me quedé fuera de juego, pero con mi habitual aplomo, fruto de los años y muchos tiros pegados ya, retomé la tarea como si nada.

Acabamos justo diez minutos antes de la reunión, y fue bastante positiva, el cliente estaba casi en el bote, otro bonus casi en el saco. Seguimos con nuestras tareas el resto de la jornada, y sobre las 19:50h me dispuse a dejar todo listo para el día siguiente y marcharme a casa, seguramente, a cascarme otra en homenaje a Mónica, y los dos regalos involuntarios que me habían brindado por la mañana las chicas en forma de subidón de lívido. Al salir me sorprendió ver a Mónica en su despacho, (dos más allá del mío), todavía trabajando. Normalmente nadie del equipo nos marchamos sin despedirnos y hacer los últimos comentarios, pero pensé que dadas las circunstancias del día…Que me quede yo pase, total en casa no me espera nadie, pero ella tiene familia, bueno, por lo menos las dos niñas…

- ¿Todavía por aquí? – le pregunté de forma poco ocurrente-

- Si, ya ves, hoy no tengo demasiadas ganas de llegar a casa, estoy sola, hoy le tocan a su padre hasta el domingo, pero estoy tranquila porque sé que las deja con mi ex suegra, que es muy responsable y las quiere mucho…

- Vaya, lo siento, no sabía que te habías separado, lo lamento…¿no es lo que se dice en estos casos? –pero que cazurro soy-

- Gracias Andrés, pero no fue nada traumático, nos conocimos muy jóvenes, y la chispa desapareció hace tiempo, lo peor es ahora, está muy borde

- Vaya, pues que sea leve…

- ¿Y tú Andrés?...¿No te espera nadie?...

Coño, con Mónica, esta faceta suya no la conocía, no se corta un pelo

- Pues no, lo cierto es que no tengo pareja, desde hace tiempo

- Si, se comenta por aquí, que vienes de un pasado un tanto…¿difícil?

Esta tía estaba pasando de sorprenderme a cabrearme, y cuando me cabreo la expresión de mi cara es un libro abierto

- Pues no sé que se comenta por ahí, ¿Qué tal si me pones al día? – dije con un poco de mala leche contenida-

- Lo siento, me he pasado con las confianzas, discúlpame.

Acto seguido giró en su sillón y empezó a meter sus objetos en su bolso

- Te has pasado- pensé

Perdóname tú a mí, es cierto, hace tiempo que tengo tan poca vida social que he olvidado como tratar a las personas fuera del ámbito del trabajo. Ella me contestó sin mirarme y con la voz un tanto quebrada me dijo:

- No pasa nada, está bien

- Heeey, heeey, y me acerqué a ella justo cuando empezaba a llorar de forma contenida

- Lo siento, -dijo muy suavemente con la voz un tanto temblorosa-, es que tengo mucha presión últimamente, y a veces soy como una olla a expres, y…

Se levantó de su sillón, yo me aproximé y de forma sorprendente, se abrazó a mí, enterró su cabeza en mi pecho y comenzó a llorar, para luego, tras un momento, levantarla y fundirse en un fuerte abrazo conmigo. Me pilló totalmente por sorpresa y lo único que se me ocurrió fue rodearla con mis brazos con suavidad. El verdadero problema, sobrevino cuando tras unos segundos, noté realmente su proximidad, su cuerpo pegado al mío, sus pechos firmes, (más de lo que imaginaba), pegados a mi, su perfume, el olor de su cabello y pasó lo inevitable, de nuevo el cosquilleo y el inicio de la erección, pero esta vez con una rapidez, que me estaba causando pánico, solo pensar en que pudiera percibirla y, sobre todo, en que pensaría de mí si yo me ponía palote en semejante momento, pero mi amigo había decidido ir por libre…y yo intenté apartarme un poco, con suavidad, pero fue peor porqué noté claramente uno de sus pezones, -¿duro, erecto?, contra mi pecho y ya fue demasiado: resultado, polla en posición de ataque y, claro, ella lo notó, aunque pareció no darse cuenta cuando se separó suave y lentamente de mí para, de nuevo, disculparse:

- Lo siento Andrés, que escenita y que día te estoy dando

- No te preocupes en lo más mínimo…es normal…somos humanos…- acerté a decir-

Pero ella, se me quedó mirando directamente a los ojos y me preguntó:

- ¿tanto te pongo o es que estás muy salido?

Joder, joder Mónica, me cago en todo lo que se menea…pues de perdidos al río…

- Mira, me encantáis las mujeres, eso es evidente, pero tú me despiertas mucho el morbo, es decir…me atraes mucho…pero yo, o sea, que…

- ¿Te has masturbado alguna vez pensando en mí?

Esto ya no tiene marcha atrás Andrés, afina bien, o de esta te metes en un buen follón…

Cogí una silla de las que había frente a su mesa, y me senté frente a la mesa, poniéndola así entre Mónica y yo, para ver si podía volver a hacerme con el control de la situación. Mónica se sentó en el sillón al otro lado de la mesa, sin dejar de mirarme, expectante

- ¿De verás quieres que te constaste o lo dejamos aquí? – le dije-

- Te he hecho una pregunta, - me dijo de forma tajante-

- ¿Tú que crees Mónica?

- Que me tienes despistada. En la pasada cena de empresa de Navidad, solamente hiciste que contar anécdotas con varios compañeros, reírte, bailar, con un montón de gente, y a mí poco más que los saludos de rigor, pero en cambio hoy…

- Lo de hoy se debe a qué me pareces una mujer muy atractiva y…bueno a las circunstancias

- ¿Y significa que te parece que estoy bien, buena, muy buena, del montón…?

- Pues lo cierto es que muy buena, mentiría si digo lo contrario…

- Pues entonces responde a mi primera pregunta

- ¿….cual…?

- Sabes perfectamente cual…

- Pues sí Mónica, me he masturbado pensando en ti, si en varias ocasiones y, si hoy hubiera tenido oportunidad, cuando has tenido el incidente con el agua, me hubiera ido a hacerme una paja a tu salud, ¿contenta?

Por la expresión que apareció en su cara, creo que la respuesta la contentó bastante…

- Se puede decir que sí. Pero…

Ya estamos, vamos a ver que me suelta esta ahora

- ¿Te conformas con eso?

- ¿Qué me quieres decir Mónica?...me estoy empezando a poner nervioso…

- Muy sencillo, ¿Qué si no quieres nada más de mí?

- Joder, ¿es una oferta?

- Puede ser…

- Te escucho

- Bueno – empezó a decirme con su mejor voz melosa y cálida- veo que estás teniendo bastantes problemas de…¿calentura?..por mi culpa, cosa que por otro lado, me halaga bastante, sobre todo viniendo de ti, que no eres como el baboso de contabilidad, que si pudiera…bueno es igual…lo cierto es que me gustaría ayudarte a que te vayas mas… ¿relajado?... a casa

Bueno, bueno, vaya con Mónica, me parece que vamos a descubrir de que estás hecha, puestos a jugar, veamos que tal juegas guapa…

- Bien ¿y qué propones?, no soy una persona tan fácil de contentar…- vamos a ver de qué pasta está hecha y hasta donde se atreve a llegar- pensé

Sin mediar palabra se giró, se levantó, miró hacia fuera de su despacho para asegurarse de que no teníamos nadie cerca y, con aire satisfecho, cerró la puerta, cogió el sillón, y moviéndolo sobre sus ruedas, lo puso a un metro escaso de mí. Comenzó a quitarse su americana gris, la depositó con cuidado encima de su mesa, se sentó, y se acercó más a mí, mientras lentamente sacaba la parte de debajo de su blusa de dentro de su falda, primero desde atrás, y luego hacia delante.

Yo estaba más sorprendido que excitado, pues aún no sabía muy bien donde me llevaría todo esto, pero pronto lo iba a saber.

Desabrochó el primer botón de su blusa, desde arriba, luego, lentamente, el segundo, sin dejar de mirarme con expresión de devoradora de hombres, un tercer botón y ya podía ver ese sujetador, que, efectivamente, era de encaje y semi-transparente, por lo que se dibujaban sus pezones, -y yo empezaba a notar un fuerte consquilleo en mis huevos, y la consiguiente excitación-, un cuarto botón, el quinto…y pude ver su piel, blanca, suave…luego paró, se acercó a mí, y me dijo sensualmente:

- Sácatela para mí

No por esperado fue menos impactante para mí, sobre todo escucharlo de su voz, un tanto agitada por la excitación, pero suave, cálida y sensual, esta tía me estaba poniendo como una moto

Me desabroché el cinturón, el botón del pantalón del traje, luego el botón interior, y paré

- ¿Por qué paras?

- Porque quiero que sigas tú

- Bueno, me parece bien

Acercó sus manos, con las uñas discretamente pintadas y perfectamente cuidadas y bajó suavemente mi boxer, tirando de él lo justo para que no se enganchara con mi “erección”, se quedó mirando mi polla y, con su mano derecha, la agarró con suavidad. Yo noté una corriente por mi cuerpo, su tacto era muy suave y la situación supermorbosa, ya no quise pensar más en las consecuencias de todo aquello, y decidí dejarme llevar.

Mónica comenzó a subir y bajar con toda su mano por mi pene, haciéndome un paja lenta, sensual, perfecta, pero tal y como le dije a ella, y es cierto, no soy fácil de contentar…

- Por favor, Mónica, déjame ver tus pechos

Me miró un segundo fijamente, soltó mi pene, llevó sus manos a la parte delantera de su sujetador, buscó el corchete y, despacio, se lo desabrochó para mí. Me quedé embelesado, debían tener una talla cercana a la 100, ligeramente caídos, pero con una forma, perfecta, y unas aureolas de tamaño medio, rosaditas, que se estaban arrugando producto de la excitación, coronadas con unos pezones erectos, fantásticos duros, que estaban deseando ser lamidos, ser acariciados, pellizcados diría yo.

Retomó su dulce tarea, pero hizo algo que me sorprendió dado la imagen que tenía de ella: acercó su boca a unos 30 centímetro de mi polla, y fue dejando resbalar saliva desde su boca, formando hilos que caían sobre mi glande, para acto seguido, volver a iniciar la paja, esta vez con un poco más de ritmo y subiendo y bajando su mano por la totalidad de mi polla, de abajo hasta arriba, de manera que también acariciaba mi glande, ahora húmedo por su saliva. Pero yo no me iba a contentar con eso:

- Quiero tocarte Mónica

- No, por favor…

- Pero…

- Si lo haces me correré…hace mucho que no tengo sexo y…bueno…soy de orgasmo muy fácil…

Me dijo esto casi avergonzada, y noté su rubor sobre su ya evidente excitación

- Entonces…

- Shhhh, no te preocupes cielo, que te va a gustar…ponte de pie

En ese momento resbalaron mis pantalones y noté el efecto “pingüino”, pantalones abajo, calzoncillos a la altura de las rodillas y sin poder moverme, ridículo total

- No te muevas ya me acerco yo…

Sin levantarse de su sillón, lo hizo moverse, y ahora su cara quedaba a la altura de mi vientre, y su mano masturbando mi rabo, a poco más de 20 centímetros de su boca, -voy a tener suerte-, pensé…pero como si ella leyera mi pensamiento me dijo:

- Hoy no guapo, pero ya verás

Acercó sus pechos hacia mi polla, y empezó a pajearme suave, pero firmemente, y después paraba para dejar caer saliva sobre ella, la imagen era muy erótica, me encantaba tener a Mónica así, una hembra sensual y caliente, entregada a darme placer, ¡qué gozada!. Más aún cuando comenzó a pasar mi glande por sus pechos mientras me acariciaba, acariciándolos suavemente…hasta que comenzó a acercarla a sus pezones y a golpearlos con mi glande e, instantáneamente, comenzó a emitir ligeros gemidos de excitación, casi como ronroneos, y eso me disparó los sentidos, poniéndome casi al límite, por lo que decidí coger las riendas de la situación y, sin previo aviso, acerqué mi mano derecha a su pecho izquierdo, y lo agarré, para notar su tacto por fin, y ella me miró agradecida y caliente, sin sorpresas, como cabía esperar, pero esto hizo que ella acelerara el ritmo de la paja, con lo que me estaba llevando al límite, por lo que, ya lanzado, decidí pellizcar y estirar con fuerza su pezón, a lo que respondió con un gemido de placer, fuerte y una mirada lujuriosa, mientras entreabría su boca y dejaba salir la punta de su lengua. Me puso tan caliente, y sus caricias eran tan suaves que a los pocos minutos, yo ya no podía más, por lo que viéndome al límite la avisé:

- Mónica creo que me voy a correr, me pones a mil, no puedo más…

- Si, dámelo cielo, quiero tu leche en mis tetas, vamos, la necesito

Me dijo mirándome muy caliente, con una voz tan sensual, tan sexual, que no pude más y comencé a correrme, como si hiciera un mes que no me masturbaba, mientras Mónica recibió mi semen acercando mi polla a su pecho, sin dejar de subir y bajar su mano lenta, suave y hábilmente, lancé varios chorros, y el primero llegó hasta su cuello, y el resto los distribuyó ella a placer sobre sus pechos, sin dejar de mirarme a la cara,

- ¡joder que vicio tienes Mónica!

Ella sonrió, acercó su boca a mi glande y le dio un beso tierno y suave, para acto seguido, recoger con el dedo de su mano izquierda parte del semen de su pecho y llevarlo a su pezón izquierdo, con lo que reaccioné instintivamente y, ante su sorpresa, agarré sus dos pezones haciendo pinza con mis dedos y comencé a pellizcarlos. Su cara fue un poema y casi gritó:

- ¡Noooo que estoy muy caliente, cabrón!,

Y en treinta segundos estaba contrayendo su gesto, cerrando sus ojos, gimiendo y mordiéndose el labio inferior, mientras daba pequeños saltitos en el sillón. Un espectáculo fantástico, y en primera fila. Cuando se calmó, tras unos instantes, me miró y sonrió, cogió un poco más semen de su pecho y se lo llevó a la boca, mientras me miraba lascivamente

- La próxima vez, no me pillarás desprevenida Andrés

Soltó por fin suavemente mi pene y yo me senté en la silla, todavía bastante agitado, mientras ella se levantó, - y yo pude observar la mancha de humedad en su sillón- se acercó a su bolso, sacó un paquete de clinex, se inclinó hacia mí y con cariño, limpió mi pene lenta y dulcemente, haciéndome sentir aún más caliente. Después ella se limpió mis corridas, se recompuso la ropa, mientras yo recuperaba mi aspecto, también, y, para mi sorpresa, no fue al servicio, y otra vez, como si leyera el pensamiento me dijo:

- Así me voy oliendo a ti, me voy oliendo a sexo. Hasta mañana Andrés…seguro que mañana será un buen día

- Seguro que sí…hasta mañana Mónica

Y en mi cabeza se amontonaban un montón de preguntas mientras salía del edificio donde estaba la oficina, y tal vez, la preocupación por estar metiéndome en una situación complicada, aunque aún no sabía que esto no había hecho más que empezar…

CONTINUARÁ…