August 13, 2023

EPISODIO DE LAS MANOS Y LOS BRAZOS PARALIZADOS

LAS EXPERIENCIAS DE WILLIAM CASSIERE, MENSAJERO DESIGNADO POR SAINT GERMAIN


Texto de: La Ley de la Precipitación

Werner Schroeder

Serapis Bey, Editores S.A.

EPISODIO DE LAS MANOS Y LOS BRAZOS PARALIZADOS


“Sanad Enfermos, limpiad leprosos, resucitad muertos, Echad fuera demonios; de gracia recibisteis, dad de gracia”. [Mateo 10:8]

“Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho”. [Juan 15:7]

Mis lectores caerán en la cuenta de que bajo una nueva dispensación, a la gente se le dice cómo usar sus propias manos para sanar sus propios cuerpos. Ellos también deben caer en la cuenta de que, “Por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado”. [Mateo 12:37]

En mis clases explico el uso de las manos. Aquí será explicado el método. [Nota del Editor: Para más aplicaciones detalladas, referirse al sub-capítulo “Manos Sanadoras” de este libro].

Levanta tu mano izquierda haciendo un ángulo derecho entre el cuerpo y el brazo superior, el antebrazo vertical, la mano ahuecada como si estuvieras sosteniendo una taza, dentro de la cual los Magnos Rayos de Dios pasarán a la mano y al brazo. Luego con la mano derecha, dirige la energía de Dios a la parte del cuerpo que necesitas sanación. Sinceramente sugiero que lo trates. ¡Trabaja! Mantente usándolo hasta que produzcas resultados.
Como se enseña en estos episodios, existe tanto una manera correcta como una incorrecta de hablar. Nos corresponde escoger cuidadosamente las palabras que habremos de utilizar en nuestros Decretos y afirmaciones. No usemos palabra negativa alguna. Por ejemplo, en vez de decir “no me dejes olvidar”, traten de decir “recuérdame hacer tal y cual”.
He aquí otro ejemplo. A la mujer que le implora al Todopoderoso, “¡Oh Dios, Tú no puedes hacer eso!”, se le murió su bebé en sus brazos. En contraste, estaba otra mujer cuyo bebé probablemente estaba igual de enfermo, tan cerca de la muerte como el otro. Su súplica era: “¡Oh Dios, permite que mi bebé viva, permite que la vida se sostenga, permite que sane!” Y la bebé vivió y se sanó. Noten la diferencia en los enfoques positivos y negativos.
No digan, “Dios, no dejes que me enferme”. En vez digan, “Dios, permíteme estar bien y fuerte”. Observen sus palabras negativas. Una buena expresión para utilizar es: “Dios, fortaléceme en mi deseo de mantenerme en lo correcto. Cúbreme en todo momento, de manera que Yo haga Tu Voluntad que también es mi voluntad, para siempre ser Tu hijo perfecto, bendiciéndolo todo a mi paso”.
Había una mujer que siempre decía, “Oh Dios, trata Tú mi incredulidad”. De cualquier punto de vista, ¿no sería mejor decir?: “Barre mis dudas y temores, Oh Dios, y reemplaza todo lo que sea menor que Tu Perfección con Tu Gran Conciencia de Perfección. Permíteme estar en tu gran Luz y produce Tu Belleza y Perfección en la Tierra. Te doy las gracias”.
Una mujer que me había oído hablar de sanación me dijo, “el médico ha estado trabajando con un ejercicio para fortalecer mi brazo que estaba paralizado. Hasta ahora, no ha obtenido los resultados que esperaba, se enoja conmigo y dice que yo no estoy tratando. Desearía que pudiera ayudarme”.
“Está bien”, dije. “Si no sientes que puedes levantar tu brazo como yo, entonces trata esto. En vez de levantar tu brazo por encima de tu cabeza, haz esto”. En este punto, le ilustré lo mismo que ella había dicho que no podía hacer. Levanté mi mano suavemente, primero fuera del cuerpo. Ella me siguió en el acto. A medida que levantaba el brazo lentamente más y más alto, ella también lo hizo. Finalmente lo levantó lo más alto. Ella estaba sanada. “Ahora”, le dije, “démosle gracias a Dios”.
POR SUPUESTO QUE YO LE HABÍA PEDIDO INTERNAMENTE A LA PRESENCIA ESTA AYUDA Y ASISTENCIA. NO SIEMPRE HAGO MIS DECRETOS ORALMENTE. ALGUNAS VECES ES NECESARIO EMPLEAR DECRETOS ORALES Y HACER SILENCIOSAMENTE MI TRABAJO.
Había recibido invitación para hablar en Harmony Grove, cerca de Escondido, California, y cuando terminé la clase, me mezclé con la muchedumbre. Un hombre que había escuchado la charla vino hacia mí y dijo, “Brother Bill, me encantó su charla. Me gustaría estrecharle la mano, pero mi mano derecha está paralizada”. El estaba lloroso y estaba esforzándose por abrazarme con su brazo izquierdo.
Le dije: “Si no puedes estrecharme la mano, entonces déjame estrechártela yo”. Dicho de esta manera, busqué alcanzar su mano derecha, pero a medida que él buscaba poner su mano en la mía, yo daba un paso atrás, haciéndolo extender su mano más allá, dando como resultado que él estirara su brazo normalmente. Su mano y brazo sanaron en ese instante. Deben caer en la cuenta de que yo ocasioné que él hiciera como Jesús le había dicho al hombre que vino a Él. Jesús dejo, “Estira tu brazo”. Él estiró el brazo, no vaciló y el brazo se le sanó.
Debo decir que el Servicio de Sanación en Harmony Grove, entraron más de sesenta y cinco personas esa tarde y muchos fueron sanados. Algunas sanaciones fueron instantáneas, y otras ocurrieron en un tiempo posterior. No pretendo saber del todo por qué algunos no sanaron. Depende enteramente de la situación particular.
A algunos les gusta discrepar con la Ley. Han dicho, “Bueno, Brother Bill, existen algunas cosas que usted no comprende. Verá, yo he tenido esta condición crónica que es difícil que usted comprenda”.
Mientras insistan en enumerar sus problemas, recalcando que sus problemas son diferentes, los tendrán. Dios no está lo más mínimo interesado en los detalles de los problemas de ustedes. Él quiere que crean que Él se puede deshacer de ellos por ustedes. El dicho, “escoge tú, este día, a quién le servirás” es verdad.
No me importa escuchar una enumeración larga y detallada de los problemas suyos. No existe un conjunto de reglas especiales para ustedes. He visto a otros, aún después de haberse sanado, preguntarse tanto a dónde se fue la aflicción, que la atrajeron de vuelta a sí mismos. Deben amar mucho sus aflicciones para hablar de ellas eternamente. Alguno de ustedes podrá sentirse que soy duro al decir esto, pero cuando están listos para dejar ir su aflicción, entonces y sólo entonces, hallarán el modo de encontrar alivio.