December 25, 2024

¿Habrá todavía alguien sano?

Originalmente escrito el 18 de diciembre de 2024.

Me ha dolido ver cómo varios de mis amigos y en general, mi círculo social, se han dejado consumir por lo que se ha convertido la nueva normalidad en nuestra sociedad. Amigos que creí conocer los vi perdidos cuando me di cuenta de en lo que están metidos: gente consumida por vicios, los que tanto dañan a las Personas; gente que ha perdido el control de su vida: se dejan dominar por otras influencias y “amistades”, y ahora replican lo que ven: salir de fiesta a altas horas de la noche, fumar (de todo tipo), vapear (la nueva normalidad), tener una vida sexual descontrolada (estos mismos son las que luego andan protestando para legalizar el aborto), incluso ya se ve raro tener una sola pareja en lugar de andar con 100 al mismo tiempo (en general, excesos).

Esta es la nueva sociedad donde vivimos: se acabaron los tabús, ahora reina la mala vida, donde cada uno hace lo que le da la gana sin pensar en sus consecuencias. Ahora escasea el sentido común y se olvidó el ya no tan clásico “piensa, luego actúa”, que fue reemplazado por un “haz lo que quieras aunque te dañe”.

Da tristeza ver incluso familiares de mi mismo núcleo, que ahora estén inmersos en los malos hábitos y en las nuevas normalidades.

Y no digo que yo sea perfecto, obvio que no. ¡Yo también soy humano! Al igual que todos, tengo mis luchas internas, mis errores, mis vicios, mis pecados. El problema está en cuando la persona a la que quieres ayudar simplemente hace oídos sordos con las frases que ya conocemos: “eso ya lo hace todo el mundo”, “es mi vida”… A este paso no se nos haga extraño que se normalice el suicidio, porque “es su vida”.

La cuestión está en quienes muestran un arrepentimiento de sus actos y realmente quieren salir del hueco donde se han metido, quieren ser personas renovadas y mejores; y luego están los segundos: aquellos que niegan sus actos o que incluso les gusta su nueva vida y se aferran a ella, ignorando, por supuesto, lo que vendrá para ellos y que la vida misma les mostrará. Cada uno obtiene lo que se merece.

Solo me queda ofrecerme hasta lo último a quien pueda ayudar a salir, y a quien realmente quiera cambiar su vida. Lo primordial siempre será escuchar y no juzgar, sino más bien aconsejar.

En cuanto a mí, ya llegará mi turno, porque hay que priorizar a quienes se encuentran en situaciones más difíciles, aunque todos tenemos nuestra lucha interior.