No mentir jamás...
Hace más de 24 años, el Primero de Mayo del año 2000, junto a mi hermano mayor y a unos cientos de miles de habaneros, escuchamos atentamente el genial concepto de Revolución que compartió Fidel en la histórica Plaza de la Revolución.
Los que estuvimos en Plaza ese día, tuvimos el privilegio de escuchar directamente del Comandante en Jefe, quizás la conceptualización más precisa, resumida y completa del significado de Revolución. A muchos nos impresionó la corta, pero muy contundente intervención de Fidel. Recuerdo que hubo dos cosas que me llamaron especialmente la atención: sus espejuelos cuando leía y cuando se refirió a que Revolución “es no mentir jamás, ni violar principios éticos”.
A día siguiente, el periódico Granma publicó el discurso y pude corroborar que había entendido bien, Fidel nos invitaba a no mentir jamás. Desde entonces he meditado mucho al respecto. Yo, como la inmensa mayoría de los seres humanos, había mentido en reiteradas ocasiones y en distintas circunstancias de mi vida. Sí, “mentirillas”, “mentiras blancas”, “mentiras piadosas”, “mentiras inofensivas” y todo tipo de adjetivos que usamos para justificar la mentira.
Con los años fui aprendiendo a no mentir, algo que mis padres y en mi escuela ya me habían enseñado, pero con una muy larga lista de excepciones en la vida cotidiana. Con el tiempo, fui cada vez más consciente de lo que significaba mentir, que no es más que falsear intencionalmente y conscientemente, manifestando lo contrario de lo que se sabe, cree o piensa. También fui aprendiendo la diferencia entre mentir y no revelar información, ya que según las definiciones más aceptadas establecen que mentir es “decir algo que no es cierto con la intención de engañar”. Entre algunos sinónimos podemos señalar que la mentira es engañar, fingir, falsificar, y simular. La mentira en términos generales es la ausencia de la verdad y considerando que la verdad se reconoce como un alto valor moral, no es un tema acabado.
¿Qué tan cercano estamos los revolucionarios y comunistas a practicar esta parte esencial del concepto de Revolución que nos dejó Fidel? ¿Mentimos? ¿Violamos principios éticos? ¿Son nuestros cuadros políticos y dirigentes ejemplos en su apego a la verdad? ¿Y las bases somos consecuentes?
Sabemos que existen algunos “comunicadores” que se han empeñado no solo en plagiar, sino también adjudicarse la primicia de una noticia, creando un limbo de información (a veces con ingenuidad y muchas otras intencionalmente) para que el lector crea que: “el gobierno no te dice la verdad o tu tienes información que el gobierno no quiere dártela”. Un reciente caso, fue de una comunicadora de Holguín que anunció como primicia, obviamente sin revelar la fuente oficial, el número de fallecidos provocados por el huracán Oscar.
Sabemos que los niños mienten a veces para conseguir lo que quieren, para evitar problemas o para librarse de tareas o deberes. Los niños que se sienten inseguros podrían mentir para parecer más interesantes ante los ojos de los demás, y los niños con depresión o ansiedad pueden mentir porque no quieren preocupar a nadie.
Investigando sobre el tema, me encontré estudios que afirman que todos los seres humanos decimos falsedades a sabiendas ¡entre una y tres veces al día! La mentira como fenómeno humano ha sido abordada largamente por la psicología y la filosofía. La autora y filósofa alemana Hannah Arendt aborda la mentira como una herramienta del poder: "Mentir constantemente no tiene como objetivo hacer que la gente crea una mentira, sino garantizar que ya nadie crea en nada. Un pueblo que ya no puede distinguir entre la verdad y la mentira no puede distinguir entre el bien y el mal. Y un pueblo así, privado del poder de pensar y juzgar, está, sin saberlo ni quererlo, completamente sometido al imperio de la mentira. Con gente así, puedes hacer lo que quieras".
He visto además estudios que afirman que mentir no solo es normal, sino también es una señal de inteligencia, mientras que otros nos aseguran que lo hacemos para obtener beneficios o llamar la atención. En muchos casos está vinculado con la falta de autoestima e inseguridades y con los deseos de aparentar lo que realmente no somos. Hay otros muy interesantes que se enfocan en la distinción entre la mentira humana y el engaño de algunas especies animales.
Podemos mentir por muchos motivos, pero normalmente lo hacemos para lograr algún fin, evitar hacer daño a los demás o mantenernos a salvo. Mentimos para quedar bien, para excusarse, para evitar una bronca, para obtener algo, para no perder derechos, para no tomar decisiones o retrasarse, para protegernos, para proteger a otros o para no hacer sufrir a otros. Y; sin embargo, el engaño nos produce mucho rechazo si somos víctimas de él o vergüenza cuando nos pillan “in fraganti”.
Si todo el mundo miente ¿es posible no mentir jamás?
En el mundo en que vivimos, pareciera imposible nunca mentir, incluso hay quienes mienten sin darse cuenta o asumir el peso de la mentira. Definitivamente decir la verdad puede ser muy incómodo. Por otro lado nuestra felicidad relacional depende de la franqueza y la honestidad de nuestro entorno, según la psicóloga francesa Marie-France Cyr: “Cuanto más cercana es una persona, más nos sentimos traicionados si descubrimos que nos miente”, porque la mentira que más daña es la que viene de nuestros seres queridos. El egoísmo, la vanidad, la cobardía y la avaricia pueden estar vinculados con nuestra necesidad de mentir; sin embargo, aunque a ninguno de nosotros nos gusta que nos mientan, no siempre estamos preparados para lidiar con la verdad. La verdad puede ser dolorosa y puede provocar descontrol, ira, rabia y frustración. La verdad está relacionada con la honestidad y con la confianza, que ambos no nacen en forma espontánea, sino que se construyen entre los seres humanos. Cuando confiamos en el Partido y el gobierno revolucionario, esperamos siempre transparencia y honestidad, lo cual son y serán desafíos, tanto para los líderes, como para los que estamos en las bases.
A mis tantos años y dos días de vida, sostengo que es posible no mentir, le duela a quien le duela, el apego a la verdad es definitivamente una postura revolucionaria; y si, Fidel tiene toda razón, Revolución es no mentir jamás, ni violar principios éticos.