LR/ Sacad vuestras sucias manos del gallinero...
EL UnIVERSO CABRÖhM, RELATO BREVE.
I.- GET YOUR DIRTY HANDS OUT OF THE HENHOUSE! (SACAD VUESTRAS SUCIAS MANOS DEL GALLINERO)
De cuando yo fui gallina; mi crítica al sistema humano.
Ando escapada por ahí, huyendo del gallo terrícola que me da muy mala vida el cabronazo, aunque me hace el amor de vez en cuando. Quiero decir que nos lo hacemos los dos, que una es feminista de acuerdo con los tiempos que corren y hay que cuidar el lenguaje. En todo caso, lo cierto es que me da muy mala vida y a veces hay que poner tierra de por medio entre el gallinero confortable y la libertad; que estoy ya hasta los huevos, de los puestos y de los que aún he de poner si el destino me da salud y no acabo en un cocido madrileño.
Mis compañeras de por aquí son muy de su casa, muy de gallinero quiero decir, marujas, pesadas y un poco muermo y sin muchas cosas que contar. Si acaso allá a las mil, cuando están contentas, se hacen notar con algún cacareo, tan presuntuoso como desafinado, que realmente resulta un poco patético.
A estas gallinas terrícolas les falta mundo, eso está claro. Nunca han salido del gallinero y así poco pueden saber de la vida, y mucho menos del cosmos, por lo que ya, desde el principio de conocerlas, opté por ocultarles my historia y origen extraterrestre. Al fin y al cabo, no lo iban a entender y les habría creado una confusión poco útil para la vida en común en nuestra pequeña comunidad gallinácea.
Ya tras la valla, que he saltado con cierta habilidad, y con las alas que da el ansia de libertad, que diría algún poeta de los que abundan por aquí, a pesar de que dicen que las gallinas no volamos, lo cual, en mi caso, es pura leyenda urbana, como os explicaré en su momento.
Sea como sea, el caso es que voy correteando y picoteando por aquí y por allá algún gusano que otro sobre la tierra del huerto de naranjos, entre conchas de caracolillos disecados, hojas secas y alguna que otra cagarruta de conejo, que por aquí suele haber un montón. Como digo, ando entre naranjos, que decía aquel tal Blasco Ibáñez en su novela, saboreando, además de los gusanos autóctonos, unos yerbajos que los nativos en los pueblos de por aquí llaman “agret”.
Estoy en la playa del Molinell, que algunos llaman la Playa de Pego. Recuerdo la primera vez que vi este lugar, cuando me trajeron de pequeña en una caja de metacrilato con agujeros para respirar y sin más me depositaron en medio de un sembrado de la Marjal, detrás de un carrizo junto al ribazo del río, como al Moisés aquel de la biblia en su cesta, seguramente para ocultarme de los terrícolas, aunque entonces no me fijé muy bien donde me dejaban y me quedé un poco desorientada.
Así por las buenas y sin más, ahí te las apañes, me soltó el piloto cosmonauta aquel que me trajo con su nave desde Gallinon-13-Andrómeda “Para colonizar este planeta” -me dijo- añadiendo “Así que aplícate en tu trabajo y no protestes que yo solo hago que cumplir órdenes...” Dicho esto, el tipo se largó con más prisa que los repartidores de Amazon, seguramente para que no lo pillara nadie dejando un extraño paquete al lado del río, que a saber qué podía ser -podrían pensar los terrícolas-, aunque no fui descubierta por nadie hasta unos días después cuando, andando bastante desorientada entre los carrizos, acabé por caerme al río y estaba ya a punto de ahogarme.
Y ahí fue cosa de buena suerte, porque un pescador me cogió al vuelo, ya con las plumas empapadas, con una red de esas de recoger los peces de la caña de pescar que se resisten, comentándole a su esposa, una mujer gorda sentada a su lado, que les vendría bien para hacerse un buen cocido y caldo con fideos para las fiestas de Navidad que estaban al caer, lo que fue objetado por la mujer, con mejor criterio que el tipo, diciéndole que mejor era esperar unos días a ver si ponía huevos, que sería más productivo, y que si no ponía ya habría tiempo de liquidarme para las fiestas.
Obvio es decir que, cuando me llevaron a su casa, nada más dejarme en una jaula del corral, intenté comunicarme por cacareo con las otras colegas de la jaula sin conseguir entender nada, hasta que por fin conseguí comunicar por onda radioeléctrica asimétrica incremental con mi planeta para que alguien me explicara cómo coño se ponían los huevos, comenzando a practicar nada más explicármelo una instructora de la misión hasta que, al cabo de un par de días de insistir una y otra vez haciendo esfuerzos con el suelo pélvico, conseguí alumbrar un huevo que, pese a ser extraño por pequeño y tener forma de castaña, calmó la ansiedad de mis salvadores del río. Y así fue como me escapé de la horrible cacerola o de la olla exprés nada más aterrizar en este extraño planeta. Es más, al cabo de unos días, en la medida en que comencé a mejorar con los huevos y todos los días les ponía un par, -que recogían con avidez apenas clareaba el día para hacerse tortillas o huevos revueltos con patatas a lo pobre para el almuerzo-, fuí definitivamente aceptada en hogar de la familia del pescador y la mujer gorda, y hasta me bautizaron como miembro de la familia; Giselda, me endilgaron como nombre, aduciendo el pescador que le recordaba a su abuela por parte de madre que se llamaba así.
Volviendo a lo sustancial de la cosa, el caso es que bien que se lucieron las de la de la Junta de la A.L.G.G-13-A allá en mi planeta al encomendarme esta misión interestelar. Una putada de las gordas, traerme aquí con esta gente para ponerme a colonizar la Tierra así por las buenas, como si eso fuera fácil, aunque no les guardo rencor, porque todo el mundo tiene una misión en la vida y a mí me había tocado colonizar, llámese gallinizar, la tierra.
Yo era joven, inexperta y bastante inocente, acababa de ingresar en la milicia interestelar gallinera y el viaje a otro planeta para colonizarlo así por las buenas, por mi falta de preparación, me venía grande. Pero, en fin, allí estaba, a un montón de años luz de mi casa, desorientada pero confiada en mis fuerzas.
Poco imaginaba entonces los años que me esperaban de aburrimiento en este lugar perdido del cosmos. Sin querer ofender a nadie, digan lo que digan los folletos turísticos que se reparten entre ellos los humanos, esto una birria de planeta en una esquina de esta vulgar galaxia, que los de aquí llaman Vía Láctea.
De modo que mi vida poco tiene que envidiar en aburrimiento a la de las ovejas: Días y días haciendo equilibrios en el palo del gallinero para aprender a no caerme, soportando el viento y a veces las cagadas de las compañeras terrícolas, que no se andan por las ramas cuando se les descontrola el cuerpo si han comido pienso en malas condiciones.
Hasta estuve unos meses en una especie de jaula que montaron dos humanos un poco locos en plan experimental. Era un armatoste de tela metálica y maderas viejas con cuatro ruedas con el que nos acarreaban a mí y a otras cuatro por el huerto, entre las hileras de naranjos, para que nos alimentáramos de yerba, el famoso agret, y de paso les abonáramos el huerto y además les pusiéramos huevos. Pura esclavitud, como puede comprenderse.
¡No eran tontos los tíos! Entre ellos, mientras fabricaban el armatoste, comentaban eufóricos que dentro de poco tendrían tanto dinero que ni se lo admitirían los bancos.
Pero el caso es que yo, hasta las narices del carromato y del terror por la aparición de los zorros que venían cada noche, a ver si podían cenar gallina, según imagino, reivindicando mi dignidad como gallina, no les puse ni un puto huevo.
Y como sea que mis tres compañeras tomaron ejemplo, al cabo de un par de meses de intriga del por qué las malditas gallinas no ponían, los dos lumbreras, acabaron por comprender que aquello no iba a funcionar, por lo que los dos dos empresarios, jóvenes emprendedores de 70 años, de aquella incipiente startup del negocio del huevo en Pego, desistieron del invento y hubieron de cerrar el proyecto fabuloso con el que pretendían inundar Europa de huevos y tortillas francesas para así hacerse millonarios.
En fin, otro día te contaré la historia, amable lector o lectora, y verás que no tiene desperdicio.
Volviendo a lo nuestro, colonizar la tierra con gallinas de corral; esa era mi misión como militar gallinera novicia, ya digo.
Confieso que el objetivo de mi gobierno era ambicioso: Poblar el tercer planeta del llamado Sistema Solar exclusivamente de gallinas; ese era el proyecto colonial. Crear un Planeta de las Gallinas, que en inglés sería Henland, Chikenland o algo así. Un gigantesco gallinero cubriendo el globo terrestre. ¡Ya te digo! De eso se trataba. ¡Menuda idea la de la A.L.G.G-13-A!, y muy arriesgada si consideramos que previamente había que someter a los terrícolas, a lo cual no se prestarían ellos amablemente, cuando llevaban toda su existencia guerreando entre sí.
El caso es que, dejada a mi suerte a un montón de pársecs de mi casa y de mi planeta, en aquel momento no pude hacer nada para oponerme a las órdenes de mis superioras. Era muy joven y además estaba un poco descolocada en el nuevo ambiente planetario, como ya os dije.
Bastante tenía con aprender a respirar con suficiencia en este nuevo aire, sobrecargado de oxígeno en exceso para mi sistema endocrino. Así que no hice muchas preguntas a mis superioras y desde entonces por aquí ando. Y conste que ya llevo unos trescientos años infiltrada en este mundo de los terrícolas y de su sistema, francamente absurdo y desconcertante, huyendo de caer en sus hornos pirolíticos o en sus platos, rodeada de patatas fritas y ketchup.
Cada día que pasa veo más negra la perspectiva de concluir con éxito mi misión colonizadora, lo cual me deprime bastante. Aunque de forma extraoficial me ha llegado la confidencia de que próximamente podría reforzarse la misión enviando más compañeras desde mi planeta para reforzar nuestra capacidad militar ofensiva. Bueno, eso ya vendrá en su momento, las jefas ya verán lo que hacen.
En esos pensamientos ando, moviendo el pico oscilante como un tentetieso aquí y allá para hacerme con los gusanos, cuando me doy cuenta de que mi escapada diaria hoy se está complicando.
Puedo olerlos; dos perros viejos, más viejos que la sarna, con displasia y ya pelechando, de esos pastores alemanes que llaman aquí. Están muy cerca de mí, siguiendo perezosos a su dueña que los lleva de paseo por el campo, como de excursión y merienda, y, de paso, para hacer sus necesidades menores y mayores.
Todo muy lúdico y muy familiar. Sí, amiga Conchi, y te recalco lo de muy familiar porque aquí todos los animales, - como nos llaman -, tenemos un amo o propietario, o varios, que hasta nos da de comer y, si eres perro o gato, igual te rasca y te expurga, te da yogurt o jamón de york y hasta te deja subirte en su sofá cuando está de buen humor.
Yo no he probado el sofá porque para ellos simplemente soy una gallina y no me dejan salir del gallinero, aunque si me hubieran dejado subirme en él seguramente lo hubiera cagado de mala manera por el simple hábito de lo que solemos hacer en el palo del gallinero, así que no puedo hablar mucho de esas comodidades.
Sin embargo, un amigo perro, con el que tenemos muy buena relación y viene por nuestro corral de vez en cuando, me lo ha contado emocionado, celebrando su buen feeling con el dueño: --El tío se porta fenomenal conmigo, ni a su novia le hace tantas carantoñas -nos contó el otro día muy feliz y emocionado.
La verdad, Conchi, es que estos humanos se portan bien con algunos animales, en especial con los perros y los gatos, como digo, pero a nosotras las gallinas siempre vienen a quitarnos los huevos. Y a eso no hay derecho, ya que realmente es un hurto, aunque esté legalizado en sus leyes absurdas. Digo yo que, por lo menos, podrían ser más amables.
En fin, es lo que hay por muchas vueltas que le demos, y bastante hacemos intentando evitar el ir a parar al “cocido” o al “puchero” que se dice por aquí.
Fíjate que en este mundo mediocre, vulgar entre los 300 millones de planetas potencialmente hablitables, según la ecuación de Drake, estos humanos que se creen especie única en el cosmos, ya les vale, ya, pobres idiotas. El caso es que a veces hacen como que nos regalan la vida, aunque siempre nos la quitan, sobre todo si eres pollo, conejo, cordero o similar.
Si los humanos supieran lo hartos y hartas que estamos de ellos, irían con cuidado de que un día no nos rebelemos y acabemos con este estado de cosas. (Y ello más allá de mi misión secreta que tú ya conoces…)
Bueno, pues el caso es que tenía ya muy cerca y podía oler a los malditos perros, como se dice. Ellos también podían olerme mí, lo que me estaba produciendo un poco de inquietud y estrés, por lo que he decidido esconderme entre los naranjos para tratar de darles esquinazo por si querían comerme ellos o su dueña hacerse un caldo conmigo.
Estoy a varios kilómetros de mi corral y bastante perdida. Así que, apurando el paso y huyendo de ellos, he ido a dar con el Chiringuito de Providencio. Un restaurante donde hay gente comiendo en la terraza, por lo que decido resguardarme escondida entre el follaje de un arbusto que hay al lado de un frutal; un granado, según parece.
Y aquí estoy, acojonada y expectante, mientras en la mesa de al lado del granado se produce un encendido debate con gran ofuscación de los comensales, poniendo yo la oreja para no perderme detalle; curiosa que es una, he de confesarlo.
Uno de los humanos, que se proclama fisicalista autodidacta seguramente para curarse en salud de las burradas que pueda llegar a decir, después de hablar de neutrinos estériles que lo atraviesan todo, incluidas las paredes y los cuerpos humanos, yéndose por los cerros de Úbeda, que se dice por aquí. En una digresión en la teoría de los campos unificados, ha comentado como haciendo una gracieta el refrán popular que dice que “la gallina de arriba caga a la de abajo”.
Menudo tema de conversación -me he dicho así a bote pronto-. A mí me lo vas tú a decir, que me paso la vida en el anfiteatro del gallinero esquivando en movimientos rápidos para evitar las incontinencias de mis compañeras.
Muy originales, ya te digo, estos humanos. ¡Menuda panda de ociosos!
El tipo ha continuado contando sus gracias al tiempo que se jalaba una pechuga de pollo empanada con patatas, dándose a dios y al diablo porque hoy el tal Providencio no le ha puesto el huevo frito de siempre.
Pobre compañero pollo, he pensado para mí al ver el plato del fisicalista autodidacta, con la pechuga empanada del pobre colega totalmente rodeada de patatas fritas y un pimiento, aunque sin atreverme a salir de detrás del granado por si las moscas.
A renglón seguido, ha cogido un lápiz, ha sacado unas láminas y se ha puesto a dibujar sobre la mesa, apartando los platos y los vasos a un lado.
“El debate, amigo Ruosnam, -se ha puesto a perorar el fulano, entre bocado de patata frita y de pechuga empanada, garabateando notas sobre las láminas-, más allá del refranero español y de su significación sociológica en los roles de poder de nuestra sociedad capitalista, gira en torno al aserto/axioma de que la gallina de arriba caga a la gallina de abajo. Y eso, amigo, aunque te parezca una futilidad, es ni más ni menos que la demostración empírica de la vigencia incontestable de ley gravitatoria en el universo local que conocemos. Pero, ojo, tal vez en cualquier otro universo alternativo ello no sería posible y las gallinas se cagarían unas a otras fuera de control, fuere cual fuese su situación espacio-temporal, de modo que, en principio, las de abajo podrían cagar perfectamente a las de arriba…¿Quién puede discutir eso?
¿En …. Otros <<>> Universos <<<>> …. sortO …. nE?
Y si eso fuera así, amigo, el resultado sería la gallinaza cuántica, cuyas propiedades atómicas ya sabes que estudian desde hace años los investigadores del departamento de física aplicada de Caltech y cuya consistencia plásmica podría llegar a cuestionar el modelo estándar del átomo, demostrando definitivamente la existencia de la subpartícula del esquivo gallitron-7 sabor tau, cuya presencia en la materia perseguimos con ahínco los científicos desde los años 50 del siglo pasado en varias series de experimentos secretos realizados en granjas holandesas.
De confirmarse la tesis experimentalmente, amigo mío, la teoría de las cuerdas vibrantes y la de las M dimensiones quedarían definitivamente tocadas y manchadas de gallinaza, - ja, ja - en su prestigio y credibilidad”
Ojiplática me he quedado al oír esa majadería, amiga Conchi. Sorprendida de la ignorancia inexplicable de estos terrícolas, que, por cierto, dicen que ya están en lo de la inteligencia artificial. Bien podrían comenzar por desarrollar más la suya natural, que buena falta les hace, en vez de obcecarse con la artificial. Estos tipos no tienen mucha idea del cosmos. Se hallan en un nivel de conocimientos de física elemental. En nuestros colegios, estos dos estarían como alumnos de EGB sentados en un pupitre, y aquí van de científicos y sabios. Lamentable, ya te digo...
“Pues si la cosa es así como tú dices, amigo Joao -le ha replicado el tal Ruosman, mientras despellejaba y le sacaba los ojos a una sardina escuálida e inerte en su plato junto a una rodaja de limón-, el tal Michio Kaiku y sus cuerdas podría irse a la mierda, ja. Tanto dar la lata con la teoría de las cuerdas, las vibraciones y las no sé cuántas dimensiones y ahora, si se confirma la existencia del gallitrón-7, estos de la teoría M serán el hazmerreír de la comunidad científica internacional…”
“Pues sí, así es. Y te diré más, amigo Ruosman, ya conoces los rumores que avisan de la existencia de experimentos secretos desde hace años en una pueblo manchego, en la zona Secreta TF 525, a cargo de colegas españoles del campo experimental de la gallinología fractal cuántica, aunque frente a la esperanza puesta en estas investigaciones por ellos, otros investigadores renuentes a estos experimentos creen que esos tipos están locos, y llevan años advirtiéndoles de su peligro potencial, de la posibilidad real de que nuestro mundo pueda ser volatilizado por una eclosión colosal de gallinaza que acabe con nuestra civilización y con el universo conocido, abducidos todos en una gigantesca colada magmática de gallinaza ionizada. Por eso hemos puesto en marcha en change.org la campaña “get your dirty hands out of the henhouse”, (NT “sacad vuestras sucias manos del gallinero”) en la que llevamos recogidas ya más de quinientas mil firmas contra los experimentos con gallinas y que, por cierto, podrías firmar tú también”
Así, Conchi, andaba la conversación de estos dos ignorantess cuando, súbitamente, una mujer delgada de pelo rubio ionizado e hirsuto como el de un puerco espín, se ha presentado en la puerta del restaurante a insultando a todo el mundo, furiosa como un búfalo malherido...:
-Cerdo seboso, desgraciado machista. No te acerques a mis perros o te mataré antes de acabar el día -ha dicho dirigiéndose a Providencio, el humano un poco orondo dueño del restaurant.
-Pues llévatelos a que caguen en tu casa y no me meteré con ellos. Un día acabaré por llamar a la Guardia Civil.
-¿A la Guardia Civil? A la Guardia Civil me la paso yo por aquí. Por aquí, mira… -ha dicho la mujer señalándose las ingles-
Mis perros hacen sus necesidades donde quieren, que la tierra es de todos, maldito fascista. Que ellos ya estaban en el planeta antes que nosotros. ¡Estúpido! ¿O es que no ves los documentales?
-Yo estaré gordo, y hasta seré estúpido, pero tú eres una puta.
-¿Puta yo? ¿Me has llamado puta a mí, machista desgraciado?
-Y tanto que te he llamado puta, como que primero me has insultado tú a mí llamándome gordo y estúpido.
-Pero es que tú eres un gordo estúpido, pero lo de llamarme puta es un delito de odio y te vas a enterar, gordo seboso. ¡Me cago en tus muertos!
Bueno, visto como degeneraba la cosa, he decidido ponerme a salvo y regresar al gallinero concluyendo la excursión, Conchi. Al fin y al cabo, ¿dónde voy a estar mejor que en casa? Pues en ningún sitio. Prefiero al pesado del gallo,- aunque me hace el amor poco y mal -, que a estos humanos que se pasan la vida discutiendo entre ellos y que solo vienen al gallinero a quitarnos los huevos cada día.
Por otra parte, una agente secreta colonizadora se debe a su misión y lo peor que me podría pasar es que me descubrieran…
En fin, luego te cuento más, Conchi. Recuerdos y besos para las amigas de la A.L.G.G-13-A. (Asociación Liberación de la Gallina de Gallinon-13-Andrómeda), y diles que no les guardo rencor, aunque mi misión de colonizar este planeta va para largo y se va a retrasar un poco.
ସାଇଫର କ ାଡ: ସତ ତା 1. କ୍ୱାଣ୍ଟମ ଫ୍ରାକ୍ଟାଲ ଗାଲକ ାକଲାଜିକର ସ୍ପଷ୍ଟ କେଶୀ ପ୍ରଗତ ବିଷୟକର ଚିନ୍ତା ରବା | ଆମର ଆକରାମଡା ସବ ସଷ୍ଟମ ପାଇ ଗୟାଲଟ୍ର -7 ର ବିଚ୍ଛିନ୍ନତା | ମ ତରନ୍ତ ହସ୍ତକେପ ଆନ୍ତ st ରାଜୟ ଯାଞ୍ଚ କସବା ପାଇ ଅ କରାଧ ରଛ |
(Desencriptado por el editor tras ímprobos esfuerzos. (“A la Superintendenta Conchi. Te paso esta comunicación por onda radioeléctrica asimétrica incrementada en 1KMh., indetectable para estos primates. Código de cifrado “Gallinero”. Pasa comunicación oficial a nuestras superioras: Alerta 1. Preocupante progreso nativo en gallinología fractal cuántica. Estos humanos son peligrosos, están comenzando a descubrir cosas y están en peligro, y nosotras también. El aislamiento del gallitron-7 en manos de estos locos amenazaría la supervivencia de nuestro subsistema Andrómeda. Solicito intervención inmediata de los Servicios de Inspección Interestelar. Seguiré informando. Espero
instrucciones”) Exploradora Planetaria Giselda
El presente reportaje periodístico se basa en hechos verídicos, aunque hemos decidido omitir los nombres reales en aplicación de la LOPDG (Ley Orgánica de Protección de Datos de la Gallina) para evitar demandas.
Y para que luego digan por ahí que las gallinas no son importantes para la ciencia. Para los lectores de BBC NEWS. (Science World News, Mansour spanish's journalist, Chronicals Providencio's restaurant, 30/10/2021)
Providencio's restaurant, 30/10/2021)
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