Un verano 5.
Andrés y Mónica deciden poner fin al intento de chantaje, y dan un castigo merecido a la hija de esta y a la vecina implicada.
Nos presentamos puntuales a la cita. Ya estábamos en el edificio donde vivía Mónica y nuestra presunta chantajista, haciendo tiempo con más de media hora de antelación. Mi amiga estaba bastante nerviosa y se paseaba ansiosa por la terraza de su ático, mientras que yo la miraba distraídamente. Estaba expectante, para mí era una situación muy excitante, sobre todo ahora que sabía que teníamos un importante as en la manga.
A las 21:10 minutos, (demora que provocamos de forma premeditada para poner más nerviosa a nuestra chantajista), cogimos el ascensor y bajamos a la segunda planta del edificio desde el ático de mi compañera dispuestos a poner en marcha nuestro plan; yo sabía que funcionaría, pero no tenía tan claro cual sería el desenlace. Pero a pesar de ello, como quién acude a una reunión en la que la negociación sabe que va a ser dura e incierta, tenía claro que debía mantenerme firme y seguro.
Para la ocasión Mónica vestía un vestido largo, hasta las rodillas, de color caqui claro, cerrado con botones desde arriba hasta abajo, y ceñido a su cintura por un ancho cinturón de color negro. Yo decidí imprimir un aire dramático a mi vestimenta y utilizaba un traje veraniego de color negro con raya diplomática de color gris claro, una camisa azul oscuro y unos elegantes zapatos de verano negros. Quería parecer serio y solemne.
Paramos frente a la puerta de nuestra próxima “anfitriona”, y Mónica pulsó el timbre de la puerta manteniéndose frente a ella, mientras que yo me ocultaba en el lateral derecho, fuera del campo de visión de la mirilla electrónica de la puerta que, a buen seguro, utilizaría Raquel. Tardó en abrir poco más de 10 segundos que me parecieron una eternidad y luego abrió la puerta:
- Hola Mónica (su voz sonaba firme, casi retadora…)
Cuando Mónica inició la maniobra de acceso y la muchacha estaba distraída y confiada, con su visión reducida al encontrarse casi detrás de la puerta para facilitar la entrada, aparecí de repente con un rápido movimiento entrando justo detrás de Mónica, ante el sobresalto de la morena
- ¡pero que cojones haces aquí!
- no pensarías que me iba a perder la fiesta ¿no?
Se ahorró la respuesta, y no sin hacer un esfuerzo para controlarse se dirigió hacia el salón, cosa que hicimos nosotros tras ella. El piso de esta señorita, sin ser tan amplio ni espectacular como el de mi compañera, no dejaba de ser una gran vivienda, excelentemente bien decorada y de no menos de 100 m2; algo que a buen seguro no se podía permitir una chica como ella pero, claro, nosotros ya sabíamos de donde procedía ese poder adquisitivo…
Entró en el salón y se sentó sobre el enorme sofá de piel negra, poniendo su pierna derecha doblada bajo su pierna izquierda y mirándonos a ambos con desprecio. Seguramente tenía estudiada la situación para una eventual conversación, pues solo nos dejaba la opción de quedarnos de pie, o sentarnos en los sillones que había frente a ella, separados estratégicamente del gran sofá por una espectacular mesita de cristal con una base de tronco de algún pobre árbol centenario La miré de arriba abajo descaradamente e hice lo que menos se esperaba: sentarme a su derecha, a poco más de 50 centímetros de ella.
Realmente era una mujer físicamente exquisita, y la cercanía me permitió apreciar detalles que, evidentemente, se me escaparon en el casual encuentro del parking horas antes. La miré con atención y pude observar que su edad era de no más de 25 años, debía medir entre 1,65 y 1,68, pelo negro y rizado natural, cortado bajos la altura de sus hombros, casi a lo afro, ojos negros, labios carnosos, piel bronceada que mostraba generosamente llevando un short minúsculo que enseñaban todo el esplendor de sus muslos, sus piernas, y parte de su culo, y un top o camiseta cortada, de finos tirantes y color blanco que acababa unos cinco centímetros por encima de su ombligo, y escondían unos pechos de buen tamaño, que evidenciaban la ausencia de sujetador, por su hipnótico movimiento y su fantástica forma que se adivinaba aún bajo la prenda.
Mónica se sentó frente a ella en un sillón, de forma elegante, retadora, y ambos nos quedamos mirándola en silencio tal y como habíamos trazado en nuestro plan. Habíamos marcado estrategias similares para muchas reuniones y, esta, aunque diferente, no dejaba de ser una más; mi compañera y yo nos entendíamos de maravilla solo con la mirada.
Raquel se removió nerviosa y finalmente no pudo resistirse a hablar la primera. Lo hizo de forma sarcástica y socarrona
- Bueno, ¿no os preocupa lo que digan en vuestra empresa? Seguro que recibir esta información hará…como decirlo… ¿Qué os sintáis más incómodos y quedéis en evidencia delante de vuestros jefes y vuestros compañeros?
La miré de forma fría, impasible y fue Mónica la que le respondió
- Está claro que lo que quiero es que me hagáis la vida más fácil, concretamente tú…aunque claro si quiere ayudarte tu nuevo amigo, jefe y compañero de trabajo…y de juegos
Llegado ese momento decidí atajar la cuestión, no iba a dejar que esa zorrita disfrutara de la que creía una situación de ventaja ni un segundo más y le respondí
- Mira Raquel, ¿o debo decir Raquel De la Rueda-Osorio?
Nuestra interlocutora se rió, tal y como esperábamos, dando la respuesta que era previsible
- JA, JA, JA, JA, ja, ja, ja, …¿de verdad piensas que me vas a impresionar con una información que consta en el buzón de la finca y que te puede proporcionar cualquier vecino, incluida Mónica…?
Dejé que se siguiera riendo unos segundos, que se confiara, para luego responderle con una andanada que la iba a dejar k.o.
- Mira Raquel, yo no sé que iba a pensar tu padre el Sr. Ramón De la Rueda-Osorio, que por cierto reside en Salamanca, de las prácticas ruines de su hija, por no mencionar a tus dos y únicos hermanos mayores Ramón y Luís, que por cierto son gemelos, si supieran como se comporta su hermanita pequeña. ¡Ah!, se me olvidaba mencionar que tu hermano Ramón tiene el nombre de tu padre como primer barón porque nació 18 minutos antes que Luis…
La cara de Raquel fue un poema; palideció a pesar de su bonita piel bronceada y no dejaba de mirarnos con cara desencajada a Mónica y a mí, sin acabar de asimilar lo que pasaba ni mucho menos como había pasado de cazadora a cazada. Lo único que acertó a decir fue
- Mira querida, hice negocios con tu familia durante años, incluso estuve alojado en vuestra bonita casa de la Calle del Apostol…concretamente en la habitación que da al pozo, pero ahora la cuestión se reduce a dos preguntas: ¿porqué lo has hecho? Y…¿Qué hacemos contigo ahora?
A pesar de la perfección de su piel, y de la excelente temperatura que brindaban los conductos del aire acondicionado que estaban distribuidos por toda la vivienda, su expresión denotaba que estaba a punto de colapsar…lo que pasó a continuación estaba por encima de nuestras previsiones
- ¡FUE LA PUTA DE TU HIJA LA QUE LO PLANEÓ TODO!
Mónica la miró con sorpresa esperando que continuara…
- Ella lo planeó, decía que era una forma fácil de sacar dinero…ella quiere marcharse y alejarse de su familia y yo necesito más dinero para…para mis gastos,,,
Mónica adoptó una expresión seria, visiblemente afectada por el comentario de Raquel y la miró esperando a que esta continuara
- Mira, mis padres son los propietarios de este piso, pagan sus gastos, la factura del móvil y las del coche, pero son unos tacaños, solo me pasan mil euros al mes de asignación y eso no me da para nada…
Mónica balbuceaba, estaba a punto de venirse abajo
- Tu hija no os soporta ni a ti ni a su padre, ni a su hermana pequeña ni a la estúpida de tu suegra…está desando perderos de vista
Justo cuando Mónica iba a responder, apareció Claudia desde lo que debía ser la zona de las habitaciones donde estaba escondida, gritando como una posesa y se abalanzó sobre Raquel
- ¡SERÁS PERRA CHIVATA DE MIERDA!
Mónica se quedó estupefacta porque solamente escuchó la voz de su hija, pero no la pudo ver salir de su escondite, pero eso me permitió levantarme justo a tiempo de sujetar a mi compañera y dejar que se sucedieran los acontecimientos. Claudia, la hija de Mónica, se puso encima de su cómplice sobre el amplio y lujoso sofá, forcejeando.
Debo reconocer que aquella situación me divertía mucho, pero eso no me distrajo de la magnífica visión que se me brindaba pues, junto a la magnífica imagen de Raquel, que antes e descrito, se sumaba la de una chica de 18 años, con un cuerpo escultural, cercano en formas al de su madre, embutido en un pantaloncito de deporte corto y muy ajustado de color azul marino con todas sus costuras y bordes en blanco, y la parte de arriba de un diminuto bikini con igual decoración que a duras penas contenía unos magníficos, duros y juveniles pechos, moviéndose y forcejeando sobre la otra chica.
Tras lo que no fue más de medio minuto, Mónica y yo nos miramos y decidimos poner fin a aquella situación. Fue Mónica la que actuó
- ¡Basta ya Claudia! ¡y tú Raquel callada y quieta!¡YA!
El efecto fue inmediato, y a regañadientes las dos contendientes se separaron y se sentaron en el sofá, una a lado de la otra, con cara de niñas enfurruñadas. Miré a Mónica, y ella me devolvió la mirada mostrándome su acuerdo para dar el siguiente paso.
- ¡Ya estoy harto señoritas!. Conozco vuestras ruines razones y, aparte de eso vuestros motivos materialistas me la sudan pero, ahora, la cuestión es: ¿qué hacemos con vosotras?...porque desde luego esto no va a quedar así
Mónica intervino, pero no tal y como yo había previsto…
- Mira Raquel, es evidente que tú eres una niñata mimada y materialista y…no sé cuantas cosas más…pero tú Claudia…no paraste hasta que tu padre y yo nos separamos, le haces la vida imposible a tu hermana pequeña y a tu abuela que te adora…me rindo, eres, eres…¡un mal bicho!¡vas a tener lo que siempre has buscado!
Contrariamente a lo que se pudiera pensar, mientras Raquel permanecía en silencio y ponía cara de…¿niña buena?, Claudia miró a su madre altiva, casi con odio en sus ojos. Está bien, les iba a dar una lección a esas dos malas putas. Volví a sentarme junto a Raquel y la miré de arriba abajo descaradamente; esa sensación de control me hizo sentir un hormigueo en mi vientre y mis genitales…me acerqué aún más a ella y, a escasos diez centímetros de su oído le dije con voz suave pero calmada y firme:
Me miró fijamente a los ojos unos segundos y extendiendo su mano derecha la posó sobre el muslo de mi pierna izquierda diciéndome:
- ¿Crees que podremos llegar a un acuerdo?...no creo que mi familia deba enterarse de esto…en realidad no ha pasado nada…¿no?
Menuda mala pécora estaba hecha. No se podía negar que tenía tablas y que no se arrugaba. En una fracción de segundo me pasaron cien mil cosas por la mente pero condicionado por la presencia de mi compañera y de su hija, me giré antes de responder y miré directamente a Mónica. Ella me devolvió la mirada entre confundida y…¿caliente?...si, se estaba calentando,,,tener el control u observar que yo lo tenía la ponía a cien…Está bien –pense- ya no había marcha atrás…
- Dime Raquel, ¿qué propones….?, tú falta es muy grande y tu familia…
Por toda respuesta se acercó a mí, se giró y pasó su pierna izquierda por encima de mí hasta sentarse a horcajadas sobre mis mulos, muy cerca de mi miembro, se pegó a mí clavando sus pechos al mío, con sus dos manos envolvió mi rostro, sacó tímidamente su lengua y comenzó a jugar con ella pasándola por la comisura de mis labios. Notaba emanar el calor de su cuerpo de hembra…si, era un hembra con mayúsculas. Un grito de Claudia cerca, desde el sofá, me sacó del bonito trance que me brindaba la situación
- ¡GUARRA DÉJALO QUE ES DE MI MADRE!
Joder pensé, esta situación era muy diferente, a lo que habíamos compartido hasta ahora porque implicaba a la hija de Mónica y tal vez a ella le incomodara o le jodiera directamente, y no me gustaría hacerle daño de ninguna manera, ella era una mujer especial por sí misma y especial para mí… pero su reacción me sacó de dudas
Mientras mi lengua se entrelazaba con la de Raquel, y por encima del hombro de esta, pude ver como la chica se acercaba a su madre y para mi sorpresa, tiraba con fuerza de la muñeca de esta y bruscamente la tumbaba boca abajo sobre su regazo ante la sorpresa de la adolescente
- ¡Cállate de una puta vez joder!
Nunca había escuchado, ni imaginado escuchar a Mónica hablar así y mucho menos esperaba lo que venía a continuación, y era a mi compañera azotando sin piedad las dos nalgas de su hija; primero sobre el pantaloncito pero luego…tiró de la prenda hacia abajo y los bajó dejando aquel perfecto, bien formado y duro culo al aire para deleite y contemplación del que suscribe.
Pero decidí no distraer mi foco principal que ese momento era la joven hembra que tenía pegada encima de mí, por lo que mis manos iniciaron su tarea: la derecha por dentro de su short acariciando su fantástica y dura nalga, y la mano izquierda bajo su liviana camiseta, lo que me permitió acceder a sus pechos instantáneamente, porque estaba claro que la chica no llevaba sujetador…ni falta que le hacía. Sus pezones reaccionaron instintivamente, poniéndose duros como piedras y su propietaria también, iniciando un movimiento de continuo vaiven adelante y atrás que anunciaba la excitación de aquella mujer que me estaba poniendo el miembro duro como una piedra. Pero lo que me puso como una roca, no solamente la polla, sino también la mente, fue el ver la siguiente acción de Mónica, que obligaba a su hija, cogida con fuerza y sin miramientos de la muñeca, a que se sentara junto a mí y su cómplice, para que las dos observaran de cerca la jugada. No me lo pensé dos veces y decidí disfrutar de mi suerte, aunque la variable de Claudia no había entrado en la ecuación inicial pero ¡quién dijo miedo habiendo hospitales!
- Claudia, quítale la camiseta a Raquel
Mónica no rechistó, por lo que pensé que todo estaba bien y proseguí la jugada. Obediente y con cara de vicio mal disimulado Claudia tiró de la prenda hacia arriba y su amiga le ayudó levantando los brazos para facilitar la salida y luego comenzar a despojarme de la ropa que cubría mi torso, primero la americana, luego Raquel abrió mi camisa y comenzó a lamer mis pezones, yo cerré los ojos para disfrutar de las sensaciones…espera…¿mis pezones?, no podía tener dos lenguas la chica…abrí los ojos y allí estaba Claudia entregada a la labor de ayudar a su amiga, mientras, y tal vez esto es lo que más excitaba mi mente…Mónica miraba con expresión excitada y complacida lo que hacía su hija…¡el colmo del morbo Andres!.
Decidí poner más presión y calor al horno y mirando a Mónica le pedí con firmeza:
- ¡Quítale el sujetador a Claudia!
Mi amiga, sumisa, se acercó despacio a la espalda de su hija desde atrás, y con parsimonia desató el bikini, lo hizo ir hacia delante y lo sacó por la cabeza de su hija, y dejó al aire dos esculturales maravillas de sedosa piel, idénticos a los de su madre, pero más juveniles. Llegado este momento acerqué a las dos jóvenes hacia mí atrayéndolas por la cintura, quería sentir esos perfectos pechos pegados al mío, la sensación fue maravillosa. Ambas buscaron con sus lenguas la mía y nos fundimos en un beso a tres como a mi me gustan, tal y como yo los soñaba en mi juventud, como me gustaba darlos a mis parejas y a modo de definición los describía como LLCH, lentos, largos, cálidos y húmedos. Miré a mi derecha y miré a Mónica que me miraba expectante, casi suplicante…y entonces lo entendí…estaba esperando mis instrucciones, que desconsideración la mía…
- Mónica, ponte de pie frente a nosotros
Las muchachas se quedaron quietas y me miraron un tanto sorprendidas y aún más cuando comprobaron la obediencia de la milf
- Y vosotras, disfrutad de este maravilloso espectáculo y aprended…
Ambas giraron sus cuerpos lo suficiente para tener una visión clara, pero sin despegarse de mí y lo que vino a continuación fue magistral…sublime…mi compañera, esa diosa del sexo recién descubierta para mí, a escasos dos metros de distancia, y sin dejar de mirar a mis ojos, desabrochó el cinturón que ceñía su cintura y ajustaba su vestido, y comenzó a contonearse lenta y sinuosamente mientras, uno a uno, iba desabrochando los botones del frontal de su vestido desde arriba…hasta abajo…hasta dejar al descubierto su esplendida y generosa anatomía que yo ya conocía pero que no por eso dejaba de encantarme. Cuando dejó resbalar la prenda al suelo quedé sorprendido y embelesado de aquel cuerpo totalmente desnudo, sin ninguna ropa interior que lo adornase y que, a mi entender era completamente innecesaria.
- Mónica, ya sabes lo que tienes que hacer
Se acercó a mi despacio, se arrodilló entre mis piernas y comenzó a desabrochar lentamente pero con seguridad el cinturón que aseguraba mi pantalón ante la atónita mirada de su hija, y la atenta mirada de Raquel que no parecía muy conforme con que le quitaran el protagonismo. Mi amiga consiguió sacar mi herramienta de su escondite sin problemas y comenzó a pasarle la lengua de arriba abajo con mucho mimo mientras la pajeaba suavemente con su mano derecha.
- Vosotras dos, aprended de vuestros mayores
Y diciendo esto cogí con firmeza sendos mechones de pelo de ambas chicas y las dirigí hacia mi miembro; la verdad es que me costó bastante menos de lo que pensaba porque, estaba claro que a esas alturas mi mente, que nunca descansa, estaba elucubrando sobre las diferentes posibilidades que se podían dar, dado lo disparatado de la situación y la relación de parentesco entre dos de las presentes, y todo lo que había acontecido en las últimas horas; pero como me demuestra siempre la experiencia, “por mucho que lo intentes lo que no preveas será lo que finalmente acabe ocurriendo”, y para mi fortuna, así fue.
Raquel y Claudia fueron acercando lentamente sus cabezas a mi rabo, mirando lo que hacía Mónica, que a estas alturas de la película ya estaba propinándome una magnífica mamada, y miraban como dos alumnas curiosas y aplicadas que no se quieren perder detalle. Raquel fue la más atrevida, y mientras mi compañera me pajeaba a la vez que pasaba la punta de su lengua por mis genitales, acercó sus labios a mi glande introduciéndoselo hasta la mitad, para luego sacarlo e iniciar una mamada más profunda hasta llegar a la mitad del tronco, para luego volver a subir, Claudia por su parte, supongo que más cortada por la presencia de su madre, se limitaba a mirar y dejar caer saliva sobre mi polla mientras sostenía mis huevos para que su madre los succionara.
Ni que decir tiene que yo estaba en el cielo, recibiendo las atenciones de tres pedazos de mujeres y además tan dispares…y con aquel morbo añadido. A esas alturas me preguntaba, supongo que como todo lector morboso debe estar haciendo ahora, hasta donde iba a llegar el tema entre madre e hija porque yo no quería forzar la situación, pero tampoco quería desaprovecharla…dejaría que los acontecimientos fluyeran…o no…
Mónica volvió a hacerse la dueña de mi miembro, tragándosela hasta la arcada una y otra vez mientras con su mano libre acariciaba su clítoris, pero también decidió hacerse la dueña de la situación y me dio una agradable sorpresa ordenando:
La morena tiró nerviosamente de su short tejano y de un minúsculo tanga de hilo, en pocos segundos para ponerse a las órdenes de la madura, que una vez vio la predisposición de la chica la dirigió por la cintura hasta hacerla ponerse sobre mí.
- Ahora fóllatelo, ¡vamos zorra!
Joder con Mónica, como se las gastaba cuando quería. Raquel se puso frente a mí a horcajadas, bajó su mano derecha entre sus piernas y en dos segundos ya se había ensartado por completo con mi rabo y yo sentía su humedad caliente y pegajosa al instante, y más cuando comenzó a cabalgarme como si no hubiera un mañana, casi desbocada haciendo entrar y salir mi polla de su interior a un ritmo endiablado, pero dándome un gran placer, mientras yo succionaba, lamía y mordía aquellas magnificas tetas sin parar. Raquel estaba fuera de sí y mientras tanto madre e hija miraban como hipnotizadas; Mónica acariciaba su clítoris y Claudia agarraba sus pechos mirando absorta, tal vez más cortada que excitada por la presencia de su madre.
La calentura de Raquel era tan evidente, que enseguida le sobrevino el verbo fácil y caliente y un fuerte orgasmo y comenzó a contraer espasmódicamente las paredes de su vagina sobre mi miembro,
- OOOOooooohhhh, uuuuuuummmmhhh, mmmmm, ¡fóllame cabrón!¡me he hecho varias pajas con vuestro vídeo!, estaba deseando tener tu polla dentro de mí
¿Vuestro vídeo…?, la información se quedó en mi disco duro mental y debo reconocer que sumando el morbo de la situación, tener aquella fantástica hembra ensartada moviéndose sobre mi polla, notar sus formas y su piel pegada a mí, y sus calientes gemidos cerca de mi oreja, casi hacen que tenga uno de los orgasmos más rápidos de mi vida, pero por suerte, no fue así, porque me hubiese perdido lo que venía a continuación.
Raquel se corrió, pasados unos segundos se desempaló, pegándose a mi brazo y buscando con su lengua la mía con frenesí, y quedó a mi izquierda como una gatita agradecida a la que le has dado su leche y sus caricias, mientras Mónica se acercó de nuevo a mi polla, me miró a los ojos, miró a su niña, y luego le dijo:
¡Ostias!, a que me había tocado la lotería…
Claudia dudó un instante, nos miró alternativamente a ambos y después, sin mucha gracia tiró de su pantalón y un pequeño y feo tanga y quedó de pie, desnuda frente a ambos. Tomé la iniciativa y alargué mi mano derecha hacia ella que la tomó y se acercó despacio; adoptó la misma posición que Raquel, de frente a mí, sobre mis piernas a horcajadas y, en ese momento yo miré a su madre dubitativo…
- No te preocupes Andrés, esta zorrita hace tiempo que no es virgen..¿verdad Claudia?
Por toda respuesta la chica se ruborizó un tanto, miró con un cierto desdén a su madre y se acercó más a mí y mirándome a los ojos fue descendiendo sobre mi miembro; primero tímidamente, introduciendo mi pene centímetro a centímetro dentro de ella, para luego empezar a subir y bajar y clavársela por completo. Automáticamente su rostro cambió y afloró la mayor expresión de vicio en aquella joven cara, aquello era una expresión llena de lascivia y de sexo, y después de gemidos no contenidos y búsqueda del placer. Mientras, yo sentía aquel estrecho coñito presionando sin cesar toda mi extensión y me temía que me iba a correr de forma inminente pero, cuanto más se excitaba Claudia, más desacompasados y torpes comenzaron a ser sus movimientos sobre mi miembro, llegando a salirse por completo en más de una ocasión lo que hizo bajar el umbral de mi placer. Para mi sorpresa, fue Raquel la que puso orden en todo aquello ante la indulgente mirada de la mamá de la chica. Agarró a Claudia por las caderas con fuerza y la paró en seco, ensartándola sin piedad en mi miembro hasta abajo, lo que hizo que mi polla entrara hasta el fondo de su cueva de un tirón, tocando sus partes más sensibles, desencadenando un orgasmo en la chica, casi inminente: se puso rígida, contrajo su vientre y sus muslos y comenzó a agitarse espasmódicamente clavada en mi rabo mientras se agarraba con fuerza los pechos, echaba la cabeza hacia atrás, gritaba desaforada y comenzaba a manar un importante chorro de líquido de su interior que se desparramaba sobre mis muslos y mi vientre
- AAAAAAAAAAaaaaaaaaaaaaaaaahhhhh, ME CORROOOOOO, DIIIOOOOOOSSS
Pasarán muchos años antes de que mi mente borre aquella imagen: una joven sensual de cuerpo escultural moviéndose sobre mí y sintiendo la culminación del placer, una preciosidad de joven mujer a mi izquierda ejerciendo de celestina, casi de mamporrera con su amiga y, por fin, la madre de mi amazona, de rodillas frente a mí, apoyada sobre mis muslos y observando la escena. Es lo que yo denomino un gran orgasmo mental.
Pero para mi fortuna, mi fiel compañera no se olvidó de mí placer; con suavidad ayudó a su niña a desmontarse de mí, la apartó a un lado en el sofá y ahora fue ella la que se subió sobre mí y se clavó lentamente, casi con ternura, a pesar de la excitación del momento, fijando sus ojos en los míos, con un suspiro de placer, de alivio incluso. Comenzó a cabalgarme con lentitud, pero con seguridad, con movimientos certeros haciendo que ambos sintiéramos cada centímetro de su húmedo sexo, de su piel, de su feminidad, para luego ir acelerando el ritmo a la vez que su respiración se agitaba, que sus gemidos subían de tono y su esfuerzo y su entrega daban el mejor de los resultados para los dos
- Andrés. Mmmmhhh, me voy a correr…córrete dentro de mí, córrete conmigo, por favor, córrete…aaaaaaahhh, córrete
- Sí Mónica, me corro, me corroooo
Y sentí mis genitales contraerse, apreté las caderas de Mónica contra mí comencé a soltar chorros de semen dentro de ella, calientes, con fuerza, casi con rabia, nos apretamos el uno contra el otro, nos fundimos como el hierro en una fundición, como el chocolate caliente hasta que nuestra tensión sensual se fue diluyendo; mientras nuestras compañeras de juegos nos miraban sin perder detalle, casi boquiabiertas. Bonito público.
Mónica se sacó lentamente mi miembro, y cuando pensaba que todo se iba a relajar me sorprendió con un nuevo giro
- Niñas, limpiar ese sable…¡vamos es para hoy!
Las dos chicas salieron de su ensimismamiento, y como si fueran dos soldados que obedecen a su coronel, se acercaron cada una desde un lado del sofá y comenzaron a pasar su lengua por toda la extensión de mi rabo, lamiendo y succionando cada resto de humedad, de semen, mientras Mónica supervisaba de cerca la labor. Una vez pensó que el trabajo estaba correctamente realizado, ordenó a las dos chicas que se retiraran:
- Bueno ya está bien, vestiros y daros una ducha, que tenemos que sentarnos a hablar muy seriamente. Venga ¡vamos!
Claudia y Raquel se miraron entre ellas, cogieron sus escasas prendas y se marcharon camino al baño deduje. Yo permanecía en silencio, disfrutando de la situación y fue Mónica la que se acercó a mí como un felino, apoyó su cabeza en mi pecho y me preguntó:
- ¿Qué crees que debemos hacer con estas dos?
- Yo tengo unas cuantas ideas…unos cuantos planes para esas dos…si tú quieres…
- Bueno estoy deseando escucharlas…supongo que tu sucia mente está tramando algo…
Me dijo esto con una expresión pícara en su cara, me dedicó una amplia sonrisa y me dio un dulce beso en la boca. Desde luego que tenía planes, no podía quitarme de la cabeza la idea de que madre e hija jugaran juntas, de que Mónica se introdujera de pleno en el sexo lésbico y otras tantas opciones que se me ocurrían…si este era el principio del verano, de mi nueva etapa, no podía empezar con mejor pie y estaba dispuesto a exprimirlo al máximo…y muy pronto…