Alejandra: campamento con mi hermano ( 7 )
Tras vivir por primera vez un trio con dos mujeres Fer y Susy, Alejandra le confiesa a Abel lo celosa que se sintió. Más tarde los hermanos incursionarán en el bosque quedando a solas.⚡
Estábamos arrodillados dentro de la tienda de Susy y Lety, no decíamos nada, intercambiábamos sonrisas nerviosas esperando que algo pasara mientras Susy se comía a Fer con la mirada.
- En serio me gustas mucho, Fer, así que, si me lo permites - dijo Susy, acercándose lentamente a mi chica, mientras ella abría mucho los ojos y Susy acariciaba sus brazos de forma ascendente, rozando sus hombros y luego su cuello hasta tomarla de la nuca y darle un beso que lucía tan delicioso que incluso a mí me cautivó.
Las manos de Susy no se mantuvieron quietas mientras Fernanda se entregaba a ese beso, sintiendo los efectos de su respiración agitada mientras su amante desataba los cordones de ambas partes de su traje de baño, dejando a mi chica desnuda en cuestión de segundos, frente a mí, viendo cómo esas dos mujeres se separaban, cómo Susy hacía que mi chica se recostara y comenzaba a besar todo su cuerpo, mamando sus senos con cuidado, acariciándolos con mucha sensualidad, mientras mi chica, a pesar de estar nerviosa, curvaba su cuerpo hacia atrás, sobresaltándose a ratos ante los besos y las caricias de su amante, quien no detuvo su caminó mucho tiempo, antes de llegar a su objetivo principal y comenzar a besar la entrepierna de mi chica, de una forma que incluso parecía romántica, sensual, sacando su lengua de la manera más delicada posible para volver loca a mi novia y hacer que mi miembro se pusiera tan duro como era posible.
- ¡Eres un manjar, nena! - dijo Susy, haciendo un breve receso antes de volver a la carga, provocando que Fernanda llevara sus manos a sus senos y comenzara a acariciarlos, a amasarlos con fuerza mientras sus piernas temblaban, víctimas del placer que esa chica le estaba proporcionando.
Susy se despojó de su traje de baño mientras le comía la concha a Fer, dejando a la vista un par de hermosos senos y una vulva perfectamente depilada, a la cual llevó sus dedos de manera inmediata, comenzando a acariciarse al mismo tiempo que mi chica se retorcía en el suelo de la tienda, disfrutando de lo que parecía ser el mejor sexo oral que le habían practicado en su vida.
Nuestras miradas se cruzaron mientras gemidos enloquecidos eran expulsados de su garganta, sus tetas eran estrujadas con salvajismo y sus piernas descansaban en la espalda de su amante. La mirada de Fernanda recorrió mi cuerpo hasta llegar al bulto que se formaba en mi traje de baño, ella se mordió el labio y lo acarició con su lengua, a la vez que sus caderas comenzaban a moverse sin dejar de emitir esos frenéticos alaridos que escapaban de su boca sin detenerse.
Sus ojos se cerraron y sus manos se colocaron en la nuca de su amante, moviendo sus caderas, retando con ello la habilidad de Susy para continuar besando sus labios a pesar de los frenéticos movimientos que Fernanda protagonizaba, sin dejar de gemir en ningún momento, contrayendo su rostro en un gesto que reflejaba el profundo de placer que estaba experimentando.
- ¡No pares! ¡Uff! ¡Ahhh! ¡Ve vengo! ¡Ahhh! ¡Ahhh!
Escuchar los gemidos de Fernanda mientras se venía y ver a Susy pegada a su concha, lamiendo con desesperación para no dejar escapar el sabor de mi novia, fueron los factores que motivaron una necesidad creciente de unirme a ellas y dejar de ser un espectador; sin embargo, la timidez fue lo que me hizo detenerme, lo que me llevó a quitarme el bañador, tan solo para dejar mi miembro afuera y comenzar a masturbarme, mirando la deliciosa escena que tenía lugar frente a mis ojos, mientras Susy abandonaba la entrepierna de Fer y deslizaba sus labios de regreso hacia la parte superior de su cuerpo, un recorrido durante el cual sus ojos y los míos se encontraron, antes de que su atención se desviara un poco a mi verga inflamada y una sonrisa se formara en sus labios.
Susy besó de nuevo a mi chica y Fernanda se deleitó al tocar sus senos haciendo que gimiera y se retorciera de placer, antes de que los labios de mi novia bajaran a las tetas de su amante y las besara, provocando que esa mujer se entregara por completo a sus besos y sus caricias, gimiendo y jadeando, abrazando la cabeza de mi chica cuya mirada se encontró con la mía mientras su boca estaba ocupada con uno de los senos de su amante.
- ¿Te parece bien si se une mi chico? Está muy solito - dijo Fernanda, separándose del pecho de Susy solamente por un segundo, antes de que su boca se deleitara con la textura de los pezones de nuestra amiga y su mano se perdiera entre las piernas de esa bella mujer.
- ¡Ahhh! No sé qué está esperando para unirse, nena ¡Ahhh! ¡Ahhh! - contestó Susy, sonriendo mientras me volteaba a ver por un segundo y me obsequiaba un guiño, un instante antes de cerrar de nuevo los ojos y dejarse llevar por lo que mi chica le estaba haciendo. No esperé a que lo dijeran de nuevo.
- Ven aquí Susy, siéntate en mi cara - dijo Fer, dirigiéndome una enorme sonrisa mientras tomaba una almohada que encontré en la tienda y la colocaba debajo de la cadera de mi chica, haciendo que su concha quedara a la altura perfecta para poder cogérmela mientras Susy movía sus caderas sentada en los labios de mi novia.
Mi verga entró con extrema facilidad en el cuerpo de Fernanda, estaba tan lubricada que no tuve problemas en cogérmela con fuerza desde el primer momento, bombeando su concha mientras me deleitaba con los sensuales gemidos de Susy, viendo cómo sus caderas bailaban en el rostro de mi novia a la vez que Fernanda ahogaba sus gemidos en la concha de nuestra nueva amiga.
Mis manos se deslizaron por la cintura de esa enigmática mujer, sintiendo el sudor de su piel y el calor de su cuerpo, acariciándola mientras se movían hacia arriba hasta llegar a sus suaves senos con los pezones duros, deleitando mis dedos con su textura mientras ella recargaba su espalda en mi pecho y giraba la cabeza para que nuestros labios y lenguas se entregaran a un beso, dulcemente saborizado con los fluidos de mi novia, un manjar delicioso que borró el mundo de mi pensamiento, dejando únicamente en el universo la sensación que esa mujer tan hermosa me brindaba con sus labios y el placer que me provocaba el apretado coño de mi chica, abrazando mi miembro, amenazando con exprimirme hasta la última gota de semen.
Susy separó sus labios de los míos y sus gemidos se convirtieron en alaridos enloquecidos, mientras le apretaba con fuerza los senos y besaba su cuello, sin dejar de mover mis caderas a un ritmo iracundo, con el que me cogía a mi novia en medio de un éxtasis de caricias, besos, gemidos y un cúmulo de sensaciones que erizaban mi piel, provocándome un estremecimiento de placer que me llevaba a las nubes al estar con esas dos espectaculares mujeres.
Susy tomó mis manos y las apretó aún más contra sus senos; mi chica movía su cabeza de arriba abajo, volviendo loca a nuestra amiga al hacerlo, provocando que los gritos de esa mujer se hicieran más intensos hasta el punto de explotar, moviendo las caderas con locura, dejando la cara de mi novia bañada en sus fluidos mientras Fernanda gemía como resultado de la cogida que le estaba dando.
Tras un par de minutos, nuestra amiga se desmontó de la cara de mi chica y de inmediato su atención se concentró en la forma como mi pene entraba y salía de la concha de mi novia, un segundo antes de que sus labios y los de Fernanda se encontrara en un beso tan excitante que me llevó a la cima, que me provocó un estremecimiento con el que casi me hacen derramarme en el interior de mi novia; pero antes de que eso pasara, Susy se separó un poco de ella y la miró a los ojos.
- Tu chico se ha portado muy bien, nena, ¿No crees que se merece una recompensa? - ambas asintieron con una lasciva sonrisa en el rostro.
Fernanda se incorporó haciendo que saliera de su cuerpo, luego ambas me llevaron al suelo de la tienda. Susy me besó en los labios mientras sentía mi miembro siendo engullido por la boca de mi novia, comenzando una mamada frenética, seguramente incentivada por el sabor de su concha impregnado en todo mi sexo.
Susy se separó e intercambió una mirada de complicidad con mi chica, antes de pasar su pierna por encima de mi cuerpo mientras Fernanda sostenía mi miembro, colocándolo en el punto correcto para que nuestra amiga se sentara sobre él y sentir cómo el calor de su vientre abrazaba mi sexo, experimentar la suavidad de su interior mientras descendía lentamente hasta sentir todo mi miembro dentro.
- ¡Uff! ¡Casi nunca lo hago con chicos! ¡Ahhh! ¡Pero se siente muy bien tener a tu novio adentro, nena! ¡Ahhh! - dijo Susy, al mismo tiempo que sus caderas comenzaban a moverse sobre mi cuerpo, mientras Fernanda se comía sus tetas y nuestra amiga cerraba los ojos, gimiendo, dejándose llevar por la forma como me estaba cogiendo.
Mi mano se deslizó por el trasero de mi novia y busqué de inmediato la entrada de su vientre son mis dedos, acariciándola mientras mi chica abría las piernas un poco y luego la penetraba con suavidad, antes de empezar a cogérmela con los dedos, haciendo que sus gemidos se reincorporaran a la escena, que contrajera su vientre y temblaran sus piernas por algunos segundos, hasta que su pierna se levantó y pasó por enfrente de mis ojos, un instante previo a sentir la vulva de mi chica posándose en mi boca y comenzar a comer de ella, como un náufrago hambriento, succionando cada parte de sus labios, lamiéndolos y metiendo mi lengua en su vagina, jugando son su clítoris bajo el movimiento de mi lengua y la succión de mis labios, escuchando cómo esas chicas se comían la boca, cómo gemían mientras mis caderas comenzaban a moverse debajo del cuerpo de Susy, cogiéndomela ahora con violencia mientras su cuerpo saltaba sobre mi verga.
- ¡Ahhh! ¡Tu novio coge delicioso, nena! ¡Ahhh! ¡Ahhh! - gritó Susy mientras nuestros movimientos se acompasaban provocando una sensación impresionante que colmó mi cuerpo de placer, a la vez que los gemidos de esas hermosas mujeres producían una erótica sinfonía que nos llevó poco a poco a alcanzar un intenso orgasmo, siendo Fer la primera en llegar, bañando mi cara de sus fluidos, seguida por Susy, quien dejó de moverse y se abrazó de Fernanda con fuerza mientras sus temblorosas piernas trataban de resistir la magnitud de su orgasmo, poco antes de que mi leche bañara a esa mujer por dentro, sintiendo como escurría por las paredes de su vagina y la piel que mi sexo.
Ellas dos se besaron por algunos minutos, sin que Susy hiciera el más mínimo intento de moverse de donde estaba, sintiendo cómo mi miembro iba poco a poco perdiendo su fuerza aún estando dentro de su cuerpo.
- Ustedes dos son increíbles chicos, en serio, ojalá podamos repetir antes de que nos vayamos - dijo Susy minutos después, mientras nos limpiábamos un poco y nos poníamos los trajes de baño, minutos antes de que nuestra amiga nos diera un beso muy sensual a cada uno para luego salir de la tienda, encontrándonos con las miradas de sorpresa de mis amigos y mi atónita y excitada hermana, más una chica que miraba a su novia de forma lasciva y risueña, como si estuviera orgullosa de haber escuchado el concierto que les dimos desde el interior de la tienda.
- Hubiera pagado lo que fuera por ver lo que hicieron ahí adentro - dijo Beto, completamente atónito, sin retirar su mirada del cuerpo de Susy, como si tratara de encontrar alguna evidencia de lo que hicimos en esa tienda, al mismo tiempo que los demás soltábamos algunas risas nerviosas por el comentario de nuestro amigo.
Susy se sentó a un lado de su novia y se dieron un beso muy apasionado, tanto que incluyó las manos de ambas tocando el cuerpo de la otra, mientras Fer y yo nos mirábamos con sonrisas nerviosas en el rostro.
- ¿Nos damos un chapuzón, amorcito? - me preguntó Fer, algo que obedecía a su necesidad de sentirse limpia, lo que, después de lo que acabábamos de hacer, sería muy difícil de conseguir si no se metía un rato en el agua.
- ¿Cómo te la pasaste ahí adentro, amorcito? - me preguntó Fer después de nadar algunos minutos, abrazándome del cuello y rodeándome con sus piernas.
- Fue increíble, cariño, gracias.
- Solo nos falta cogernos a tu hermana, hagamos que pase esta noche ¿De acuerdo? - dijo Fer, pero no pude mirar su rostro pues de inmediato comenzó a besar mi cuello y a mover sus caderas debajo del agua.
- Sigues muy excitada ¿Cierto?
- ¡Ajá! ¿Me la metes aquí, amorcito?
Sus caderas se movían con tanta intensidad que mi verga no tardó mucho tiempo en reaccionar, sintiendo el continuo roce de sus senos sobre mi pecho.
- ¡Vamos mi amor! ¡Por favor, cógeme aquí! ¡Te necesito adentro!
Hice a un lado su tanga y bajé un poco mi bañador, sintiendo casi de inmediato el contacto entre nuestros sexos, tomando mi pene y dirigiéndolo al interior de mi novia mientras sentía cómo mordía mi hombro, justo en el momento en que mi verga entró en su cuerpo, un segundo antes de que empezara a mover mis caderas y a cogérmela tan duro como podía, sin ser consciente de lo que nos rodeaba ni de la cercanía que guardábamos con mis amigos.
Era increíble el calor con que su vientre abrazaba mi sexo, la forma como lo apretaba, la manera en que sus gemidos se ahogaban en mi piel y la sensual forma como me mordía el hombro mientras se aferraba a mi cuerpo con brazos y piernas.
- ¡Ay! ¡Así amorcito! ¡Justo así! ¡Ay! ¡Ahhh! ¡Ay! ¡No pares! ¡Coges muy rico, bebé!
Fer y yo nos besamos mientras mis caderas seguían su movimiento, taladrando el interior de mi novia, sintiendo su necesidad de tenerme dentro en la forma como me besaba, la manera como me abrazaba y los intensos movimientos que protagonizaban sus caderas.
- ¿Te vienes dentro de mí, amorcito? ¡Ay! ¡Ahhh! ¡Quiero sentir tu leche caliente en mi coñito, bebé!
No pude contenerme ante esas palabras y dejé salir toda mi corrida dentro de su cuerpo, besando sus labios mientras lo hacía, mirándonos luego cuando terminamos, sonrientes y con ese gesto de complicidad que cada vez me gustaba más encontrar en el rostro de mi chica.
- ¿Qué hacen, pervertidos? - dijo alguien a mis espaldas, lo que nos hizo sobresaltarnos un poco.
- ¡Hola Ale! - saludó Fernanda con una sonrisa enorme en el rostro - disfrutando de mi chico que coge como los dioses - dijo, robándome una sonrisa antes de dejar que su cuerpo se echara hacia atrás, soltándose para flotar sobre el agua, sin importarle mucho que se le viera un poco la concha, aunque a Ale sí le preocupó un poco y de inmediato le corrió la tanga a un lado para tapar sus labios.
Ale se quedó a mi lado mientras ambos mirábamos a Fernanda alejarse, fue en ese momento en que volteé a ver a mi hermana y para mi sorpresa, en su rostro había una expresión de tristeza.
Ella bajó la mirada y hundió la cabeza en el agua por unos segundos antes de emerger y darme cuenta de que sus ojos estaban algo rojos, como si hubiera estado llorando.
- ¡Vale! ¡Estoy muy celosa! ¡Ya lo dije! - soltó mi hermana, claramente enojada, aunque en un tono de voz que casi parecía un susurro - ahora no solo se trata de Fer, sino que esa enana del diablo también te dio permiso para cogerte a Susy y…
- Sufrí mucho cuando estabas adentro ¿Vale? - las lágrimas comenzaron a salir de sus ojos - no entiendo por qué me siento así, eres mi hermano y no debería sentir envidia por que otras cojan contigo, ni siquiera debería desearte, pero lo hago, y hubiera querido que en esa tienda estuvieras conmigo y no con esa mujer, es muy confuso sentir que te deseo tanto y tener que aguantarme las ganas de estar contigo porque eres mi hermano.
Me sentí mal por ella, porque era claro que no la estaba pasando nada bien, podía entender por lo que estaba pasando porque me sentí de una forma similar cuando supe que había tenido sexo con Juan; pero en realidad no sabía qué decirle, así que solamente la abracé mientras ella rodeaba mi cuello con sus brazos y acurrucaba su cabeza en mi hombro.
- ¿Estás muy enamorado de la enana, verdad? - preguntó, con ese tono de niña berrinchuda que siempre empleaba cuando se sentía molesta.
- Mucho, creo que siempre lo estuve, pero hasta ahora me di cuenta de lo mucho que la quería.
- Eso está bien, supongo, pero…
Ale se separó un poco y pude encontrarme con su mirada triste, llorosa; odiaba verla de esa forma, me rompía el corazón verla llorando, ser testigo del dolor que experimentaba la chica que me había cuidado por años y que siempre me mostraba su cariño.
Mis manos la tomaron de las piernas e hicieron que se abrazara a mi cuerpo, mientras impulsivamente mis labios se acercaban a los suyos y la besaba, sintiendo cómo su cuerpo se pegaba al mío, cómo sus labios y su lengua se entregaban a mi forma de besarla por un par de minutos hasta que nos separamos, experimentando una gran felicidad al verla sonreír.
- Todo pasará si tú quieres que pase, hermanita, solo tienes que decidirte, ¿Vale? - ella asintió lentamente, un poco sorprendida por mis actos y mis palabras, pero sin dejar de sonreír, antes de abrazarme de nuevo y hundir su cabeza en mi hombro, mientras Fer se mostraba entusiasmada a la distancia, con las manos afuera del agua y levantando los pulgares en un gesto de aprobación tan gracioso que me robó una inesperada sonrisa.
Poco después de aquel beso, Fer se unió a nosotros y estuvimos nadando por algunos minutos, platicando de cualquier cosa, mientras nuestros amigos poco a poco se iban metiendo en el lago.
A diferencia del día anterior, en esta ocasión no hubo juegos, solamente platicamos de temas sin importancia y nadamos por un tiempo, a esa hora de la tarde el agua estaba a una temperatura bastante agradable, por lo que estuvimos ahí un buen rato, casi hasta que comenzó a oscurecer y salimos del lago para secarnos y ponernos algo más abrigador, pues ciertamente comenzaba a hacer un poco de frío.
Cuando todos nos reunimos afuera de las tiendas, vimos con algo de nerviosismo que las chicas sacaron una caja de plástico repleta de pastelillos de chocolate, sabiendo que aquellos panes contenían un ingrediente especial que la mayoría no habíamos probado nunca, que nos hizo intercambiar miradas nerviosas.
- Provecho chicos - dijo Susy, sonriendo al ver nuestra reacción - sugiero que se coman uno cada quién para empezar y sentir el efecto, no están tan cargados así que el primero pueden comérselo con confianza, y si después quieren seguir comiendo… bueno, las cosas podrían ponerse más interesantes.
A pesar de sus nervios, Fernanda fue la primera en estirar la mano y tomar uno de los pastelillos, observándolo muy de cerca y con detenimiento para luego olerlo y darle una lamida, sonriendo al comprobar que eran deliciosos, antes de darle una gran mordida al panecillo, masticarlo y degustar su sabor con una sonrisa en los labios y los ojos cerrados.
- ¡Está delicioso! - gritó, con esa forma tan suya de exagerar todo con entusiasmo y de una manera escandalosa - vas a tener que cuidarme hoy, porque no pienso comerme solamente uno, amorcito - dijo, con una voz y una sonrisa traviesa, antes de meterse en la boca el resto del panecillo.
Todos comimos tras ver la forma como Fer lo había disfrutado, la verdad es que no fuimos conscientes del efecto que aquel primer bocado tuvo en nuestros cuerpos, por lo que nadie dudó en repetir la dosis.
- Deberíamos armar una fogata antes de que esté demasiado oscuro para buscar leña, chicos - sugirió Lety, ante lo cual todos estuvimos de acuerdo, pero mi atención se dispersó de las palabras de de esa chica en cuanto mi mirada se cruzó con la de Alejandra, y noté la forma lasciva y nerviosa como me miraba, un segundo antes de robarme un escalofrío cuando pronunció algunas palabras que dejaron a todos en completo silencio, pues habían visto cómo nos besábamos en el lago.
- Ab, acompáñame a buscar leña - dijo mi hermana, algo que me revolvió un poco el estómago, pues en realidad habíamos dejado algo en el aire y sabía que al irme con ella pasaría algo entre nosotros; sin embargo, Fer se me acercó de inmediato y me abrazó antes de que diera un solo paso.
- Si puedes, cógete a tu hermana, disfruta de esa loca, no desaproveches la oportunidad si la tienes ¿Vale? - me susurró al oído, antes de darme un gran beso con sabor a chocolate y luego alejarse de mí e ir a sentarse sobre una toalla, viendo ahora cómo su cuerpo se movía como en cámara lenta sin que dejara de reírse de una forma extraña, dudando si en realidad sería una buena idea alejarme de ella, sabiendo que los chicos también estarían bajo el influjo de la droga que acabábamos de ingerir; pero fue Susy quien se me acercó de pronto, mientras Lety se iba a sentar a un lado de mi chica.
- Ve con cuidado, nene, nosotras cuidamos a Fer ¿Vale? - ambos sonreímos antes de que Susy me diera un pico en los labios y luego me fuera con mi hermana, internándonos en el bosque en poco tiempo con el pretexto de buscar un poco de madera seca.
Caminamos por algunos minutos sin decir nada, ambos estábamos nerviosos y era evidente que los pastelillos nos habían hecho efecto. Al igual que lo hice con Fernanda, no dejamos de caminar hasta encontrar un lugar alejado de los mirones, donde estuviéramos completamente rodeados de árboles que sirvieran de barrera natural para protegernos de las miradas intrusivas de la gente.
Cuando al fin llegamos a un sitio escondido, Ale y yo nos miramos por un segundo, no había sonrisas en nuestros rostros, solamente gestos que delataban el deseo y la lujuria que nos dominaban, miradas fugaces que vagaban en otras partes de nuestros cuerpos, labios mordidos y acariciados por nuestras lenguas mientras avanzaba a ella, sintiendo como mi sexo iba poco a poco endureciendo hasta que la tuve frente a mí, respirando agitada, mirando mis labios mientras humedecía los suyos.
- ¿Estás seguro de querer esto, Ab? - asentí con la cabeza, concentrando mi atención en los movimientos de su boca.
- ¿Y tú? - pregunté, mientras me acercaba cada vez más a ella, poniendo mis manos en su cintura, sintiendo su respiración agitada en mi barbilla, mientras sus manos se posaban en mis brazos. No hizo falta una respuesta de su parte.
Alejandra levantó la cabeza y me miró a los ojos antes de besarme, de poner sus manos en mi pecho y subir despacio hasta mi cuello, sintiendo la calidez de su lengua en contacto con la mía y la suavidad de sus labios acariciando los míos.
No besamos con mucha pasión, tal vez llevados por lo que habíamos consumido, o tal vez solamente expresábamos lo que ambos deseamos desde hacía mucho tiempo atrás, que se hizo evidente en aquella noche que dormimos juntos y nos acariciamos de esa forma tan sensual por primera vez, hasta que me vine y ella se tuvo que conformar con solo imaginar lo que hubiera pasado si aquello hubiera continuado.
Mis manos se deslizaron por su espalda hasta su trasero, apretando con fuerza su carne, sintiendo una excitación especial al apretar sus nalgas, mientras me mordía el labio y nos abrazábamos con fuerza, haciendo que sintiéramos la anatomía del otro en contacto con nuestro cuerpo.
Su mano fue la primera en perder toda clase de inhibición y tomó con descaró mi miembro, tan duro que Alejandra abrió mucho los ojos y se apartó un poco de mí, bajando su mirada antes de meter su mano y sacarlo, deleitándose con la vista que mi sexo le proporcionaba mientras lo acariciaba lentamente y de una forma suave, haciendo que cerrara los ojos y que me dejara llevar por sus caricias.
Alejandra posó su otra mano en mi nuca y llevó mi cabeza de nuevo al encuentro de sus labios, sintiendo su inquieta lengua jugando a explorar mi boca mientras mis manos se dirigían de inmediato a sus hermosos senos, experimentando sus pezones endurecidos al apretarlos y acariciarlos.
- ¡Ahhh! ¡Te deseo mucho hermanito! ¡Quiero comerte! ¡Ahhh! ¡Ahhh!
Mi mano bajó abruptamente, llevada por un deseo incontrolado, por el ímpetu que las caricias de mi hermana me provocaban. Tocar la vulva de Alejandra fue una poesía al tacto, sentir sus labios humedecidos y la viscosidad de sus fluidos empapando mis dedos, fue una sensación increíble, pues entendía que estaba tan mojada por el deseo que sentía hacia su hermano, por todo lo que yo le hacía sentir.
Mis dedos se colaron entre sus labios, sintiendo de inmediato la suavidad de su interior al penetrarla con ellos, escuchando el gemido que le fue robado por mis actos, sintiendo cómo mi piel se erizaba al entrar en contacto con tan delicioso sonido.
Mi mano comenzó a cogérsela mientras la suya acariciaba mi verga cada vez con más fuerza. Nuestros labios se encontraban y se separaban en la medida en que las caricias y las sensaciones nos demandaban hacer una u otra cosa. Sentí su mano abandonar mi verga y bajar a mis huevos, jugando con ellos y acariciándolos de una forma sumamente placentera mientras mis dedos la penetraban con violencia, robándole sendos gemidos que contaminaron de morbo la tranquilidad del bosque.
- ¡Me voy a venir en tu mano hermanito! ¡Ahhh! ¡Ahhh! ¡Ahhh!
Sus caderas se movían sin compasión, intentando que la penetrara tanto como mis dedos pudieran hacerlo. Posó sus manos en mis brazos apretándolos con fuerza, enterrando sus uñas en mi piel y mordiendo mi hombro mientras sentía su vagina palpitando, antes de que un gemido intenso se ahogara en mi hombro y sintiera como sus piernas se tensaban, apresando mi mano entre ellas, impidiendo que siguiera cogiéndomela, haciendo que mis dedos se quedaran quietos en su interior. Su boca buscó nuevamente la mía, mientras su mano regresaba a mi miembro y me masturbaba con lujuria.
- ¡Te voy a hacer el amor con mi boca! ¡Quiero sentir tu leche en mi lengua! ¡No me avises, solo córrete! - dijo, imprimiendo una desconocida lascivia en cada una de sus palabras, en su mirada enloquecida y en los movimientos abruptos con los que liberó por completo mi miembro y se arrodilló frente a mí, masturbándome un poco mientras miraba con deseo mi miembro, saboreándolo, humedeciendo sus labios con la lengua, mordiéndolos con suavidad antes de verme a los ojos y dejar su mirada fija en la mía, mientras me deleitaba con la imagen de mi miembro entrando en su boca, siendo abrazado por sus labios y la húmeda calidez de su lengua.
Su cabeza se movía a una velocidad tan alta que el cosquilleo en mi verga era descomunal. Me obligaba a cerrar los ojos y apretar los puños, a estremecerme sintiendo cómo mi piel se erizaba bajo las caricias de mi hermana, a tomarla de la cabeza sin alterar el ritmo de sus movimientos, volviéndome loco con la manera como movía su lengua de un lado al otro, acariciando los puntos exactos para doblarme de placer y gemir desaforado mientras se comía mi pene como si me la estuviera cogiendo por la boca, con movimientos tan bien estudiados que fue a la primer caricia que le brindó a mis testículos con el filo de sus uñas, cuando sentí una intensa oleada de placer recorriendo todo mi miembro hasta liberarse en la boca de mi hermana, viendo como reducía su ritmo, cómo el semen escapaba por las comisuras de sus labios dejándolo embarrarse a lo largo de mi pene, sin dejar de mamar para luego lamerlo con vicio y necesidad hasta no dejar una sola gota de mi semilla.
Ella se levantó de nuevo y me acomodó la ropa, luego sus manos me tomaron de las mejillas, llevando sus labios al encuentro de los míos, obsequiándome un delicioso beso que se vio aderezado con el sabor de mis fluidos.
- ¡Quiero coger contigo! ¡Pero quiero hacerlo enfrente de tu novia! - dijo mi hermana, con la mirada llena de vicio, lamiéndose los labios, sin dejar de mirar los míos, antes de besarme de nuevo, de hacer que la deseara aún más.