Hermanas
June 16, 2023

Mi hermano mayor  3

Angélica y Juan se recuperan del infierno que vivieron en manos aquellos policías, experimentando las secuelas que les dejó un evento tan traumático y conociendo una parte de ellos hasta entonces oculta, algo que los hará cuestionarse a sí mismos, sintiéndose tan culpables como excitados.⚡

Cuando la ambulancia llegó se encontraron con aquella lamentable escena, donde Juan seguía inconsciente con la cabeza entre las piernas de su hermana, quien no dejaba de llorar. Los paramédicos se los llevaron al hospital y minutos más tarde ambos fueron atendidos. Angélica estaba lo suficientemente lúcida como para relatar lo ocurrido a los doctores quienes la revisaron y atendieron de inmediato. Más tarde esa misma historia fue contada a un par de policías, aunque la chica entendió, por la actitud de los oficiales, que no harían el más mínimo intento de dar con los responsables.

Poco antes del amanecer, Miguel y Pam llegaron al hospital, preocupados por sus hijos. Él fue al cuarto de Juan, ella fue a ver a Angélica. Miguel miró con lágrimas en los ojos el estado de su hijo, estaba destrozado, con la cara hinchada y varios huesos rotos. No había despertado desde antes de que llegaran al hospital y el doctor que lo atendió, le dijo a Miguel que no podía establecer un pronóstico pues el estado del chico no era nada bueno. El señor estuvo llorando un largo rato, mirando a su único hijo a través de un cristal, pensando que, si aquella noche su hijo se despedía de la vida, sería por culpa suya, pues fue él quien lo había incentivado para salir, a pesar de que Juan no quería hacerlo.

Poco antes de que Pam entrara al cuarto de su hija, la doctora que atendió a Angélica la interceptó y le dio un resumen del estado en que se encontraba la chica.

- De manera general y por lo que su hija relató, sabemos que fue violada por dos hombres; los mismos que golpearon a su hijo; tras una revisión exhaustiva no encontramos daños físicos de gravedad, no obstante al vivir una experiencia tan traumática como esta, recomendamos dar seguimiento psicológico, para asegurar el bienestar de la chica. Por otro lado, tras recolectar la evidencia necesaria para dar sentimiento legal al caso, se encontraron rastros de tres tipos de semen distintos, así que cuando sea necesario, ella tendrá que aclararlo, pues las evidencias no corresponden por completo con lo que relató.

- ¿Tienen alguna idea de quienes fueron? - la doctora miró a la madre de Angélica y bajó la cabeza, fingió anotar algunas cosas en su libreta mientras hablaba.

- Su hija dijo que fueron policías los que le hicieron esto a sus hijos, honestamente, dudo mucho que los lleguen a agarrar, seguramente entre policías se van a ayudar pero, puede ser que haya alguien que pueda ayudarles, por ahora es todo lo que puedo decirle - dijo la doctora y extendió una mano a Pam, quien de inmediato notó que en la palmada de su mano había un papel.

Pam entendió que aquel no era el momento para mirar lo que la doctora le había dado, así que solamente guardó el papel en un bolsillo y entró en el cuarto de Angélica. La chica estaba recostada en una cama de hospital, sus ojos lucían rojos por las lágrimas y su cabello estaba desordenado, pero fuera de eso, al menos físicamente, no presentaba daños. Pam corrió a ella y ambas se fundieron en un abrazo, un gesto mudo que hizo sentir a la chica reconfortada por un momento, al sentir el amor de su madre, pero casi de inmediato, recordó a Juan en la última imagen que tenía en su memoria, sus ojos se abrieron grandes y se separó de inmediato de su madre, tomándola por los hombros, entregándose nuevamente a la desesperación por saber algo de su hermano, mientras parecía que todos le querían ocultar lo que había pasado con él.

- ¿Dónde está Juan? ¿Está bien? ¿Qué les han dicho? - Pam tomó por los hombros a Angélica, en un gesto pacífico que le decía a su hija que todo estaba bien. Para tranquilizarla, la ayudó a recostarse y no habló hasta que la chica se estuvo cómoda y un poco más calmada.

- ¡Tienes que calmarte! No sé cual es el estado de Juan, Miguel fue a verlo y supongo que en cuanto sepa algo…

- Él está muy mal - dijo Miguel desde la entrada del cuarto donde yacían madre e hija, la voz de aquel hombre sonaba cansada, triste, como si la felicidad lo hubiera abandonado por completo; su semblante era lamentable, entró encorvado, con los ojos hinchados y el pelo desordenado - hablé con el doctor y no fue capaz de darme un pronóstico, tiene varios huesos rotos, contusiones y no ha logrado despertar.

Pam y Angélica se llevaron las manos a la boca, la chica comenzó a sollozar lastimeramente, evidenciando con ello todo el dolor que le causaba el daño que la habían hecho a su hermano, el hombre del cual estaba enamorada. Pam y Miguel intercambiaron una mirada, pero no dijeron nada esperando que Angélica lograra calmarse un poco. La doctora regresó y se encontró con una chica muy alterada, temió que aquel estado pudiera escalar a un trauma mucho mayor, así que le dio un calmante y Angélica se quedó dormida.

Miguel y Pam salieron de la habitación, consternados por todo lo que ocurría. Pam insistió en ir a ver a Juan y quedó completamente impactada por el estado en el que encontraron a su hijo. Ambos se quedaron mirando al chico mientras derramaban algunas lágrimas. Miguel le dijo a Pam que había llamado a la madre de Juan, sin embargo, aquella mujer le había dicho que esperaba que su hijo estuviera muy bien, sin embargo, el chico había decidido quedarse con su padre, así que ahora era su problema y no de ella. A ninguno de los dos sorprendió una actitud tan egoísta de su parte.

Poco después, la pareja decidió ir por un poco de café y se sentaron en una mesa de la cafetería del hospital a beberlo, al principio los dos se quedaron callados, no encontraban las palabras que pudieran ser meritorias de romper aquel silencio derivado del trauma que sus hijos habían vivido. Pero Pam recordó lo que la doctora le dijo y, en un intento por despejar un poco el pensamiento de su esposo de las ideas oscuras que lo invadían, interrumpió el silencio con sus palabras.

- ¿Sabes? Hablé con la doctora, me dijo que, de acuerdo con lo que Angélica relató, fueron dos tipos los que abusaron de ella, sin embargo, encontraron semen de tres personas diferentes, entonces ¿Crees que nuestras sospechas sean ciertas? - Miguel miró a su esposa con un gesto débil, cansado, destruido.

- Es probable, pero no creo que sea el momento para hablarlo, primero esperemos a ver qué pasa con Juan y… - Miguel no pudo seguir con su discurso cuando el llanto lo invadió de nuevo. Pam se arrepintió de tocar el tema y abrazó a su hombre para tratar de confortarlo. Poco después ambos subían de nuevo a las habitaciones de sus hijos cuando se encontraron con el doctor a cargo de Juan.

- Me alegra, encontrarlos, Juan se ha despertado y pregunta por Angélica y sus padres, en este momento iba a buscarlos.

El doctor no había terminado de hablar con ellos cuando Miguel ya había emprendido la carrera en dirección al cuarto de su hijo. Entró abruptamente a la habitación para encontrarse a un pequeño grupo de doctores y enfermeras haciendo su trabajo. Padre e hijo cruzaron sus miradas y Miguel se aproximó, no quiso abrazarlo para no lastimarlo así que solamente le tomó la mano.

-¿Cómo te sientes hijo? Nos tenías muy…

- ¿Cómo está Angélica? ¿Ella está…?

- Tranquilo, ella esta todo lo bien que puede estar tras lo que pasó, ahora está dormida, le inyectaron un sedante, estaba muy alterada por no saber nada de ti.

Juan se recostó mirando al techo y sus lágrimas comenzaron a dibujar pequeños riachuelos en su rostro; los doctores y enfermeras salieron, diciendo que si necesitaban algo no dudaran en llamarlos. Juan sollozaba de forma lamentable, era doloroso escucharlo.

- No pude protegerla - masculló Juan entre sollozos.

- Juan, no podías hacer nada, ellos eran…

- No me entiendes, antes de que todo pasara ella y yo…

Juan se detuvo cuando vio a Pam entrando en la habitación, la mujer se veía afectada al mirar el estado del chico, fue hasta el otro lado de la cama, le dio un cuidadoso abrazo y besó su frente; él no fue capaz de mirarla a los ojos.

- Lo siento Mucho, Pam, no pude cuidar a Angélica, yo…

- Tú no eres responsable de lo que hicieron esos animales además…

- No, no lo entienden, todo fue mi culpa - Pam y Miguel intercambiaron una mirada - antes de que los policías llegaran, ella y yo estábamos… bueno, ella y yo… - Miguel y Pam intercambiaron una mirada, pero no dijeron nada - cuando salimos, hablamos de algunas cosas que han pasado desde que vivimos juntos y bueno, los dos nos dimos cuenta de que sentimos algo, el uno por el otro - Pam miró nuevamente a Miguel, al parecer las sospechas que tenían se veían confirmadas - fuimos a divertirnos y cuando salimos, los dos estábamos un poco tomados y… bueno… nos dejamos llevar, adentro del auto, el estacionamiento estaba vacío a esa hora, luego fue cuando… cuando pasó - Juan no fue capaz de terminar la frase.

- Lo sabemos hijo, o mejor dicho, lo imaginamos, las pruebas arrojaron restos de semen de tres hombres, no hace falta ser un genio para entender lo que paso, pero aún así, no es culpa tuya - dijo Pam acariciando el pelo de Juan. Él la miró mientras un dolor de estomago lo atacaba, lagrimas corrían por sus mejillas - sabes, tu padre y yo imaginábamos que tarde o temprano pasaría y bueno, aunque no es lo más común del mundo, ustedes no son hermanos de sangre y ambos son adultos, así que son bastante grandes como para saber lo que hacen, eso no nos preocupa en absoluto, mientras estén sanos y felices, lo que hagan esta bien para nosotros.

Ante aquellas declaraciones por parte de Pam, Juan miró a su padre, quien le sonreía de forma cansada y asentía con la cabeza, el muchacho miró al techo, pensando en cómo habían cambiado sus vidas desde que Pam y Angélica entraron en ellas. Más tarde Angélica se despertó, Pam ya se encontraba con ella. No fue una sorpresa para su madre que la chica preguntara de inmediato por Juan.

- Tranquila amor, tu novio está bien, ya despertó y a pesar de estar muy golpeado, parece que está fuera de peligro. Tal ves en un par de días podamos llevarlo a casa, en tu caso, las cosas son diferentes, tú podrás irte después de que la psicóloga te evalúe y determine que no presentas ninguna clase de riesgo.

- ¿Mi novio? - Pam sonrió ante la pregunta de su hija.

- Hablamos con Juan de lo ocurrido, Miguel y yo ya lo habíamos considerado como una posibilidad, ¿Sabes? El que él y yo hayamos decidido unir nuestras vidas, no tiene por qué limitar lo que ustedes sienten, así que, si nuestra opinión les preocupa, bueno, pueden dejarlo fuera de su lista.

- ¿Puedo verlo? necesito ver que está bien, lo golpearon muy feo, ni siquiera podía abrir los ojos la última vez que lo vi.

- Todavía no, primero viene la psicóloga y si todo va bien, te dan de alta y puedes ver a Juan, solo te advierto que físicamente está muy maltratado, te lo digo para que no te cause una impresión tan fuerte el verlo.

- Perdón que interrumpa pero necesito evaluar a Angélica, si no les molesta - dijo una mujer en el umbral de la puerta, ambas voltearon a verla.

- Adelante por favor - dijo Pam, besó en la frente a su hija - te veré en un rato amor, Juan esta bien por ahora, puedes estar tranquila.

Pam salió de la habitación y se sentó en una banca cercana, fue entonces cuando sacó de su bolsillo el papel que la doctora le dio cuando le comentó el estado de su hija; se trataba de una tarjeta de presentación de color negro con letras naranjadas que parecían manchas de pintura salpicada y escribían la palabra “Pandora”. Pam miró por un rato la tarjeta y luego la guardó de nuevo en su bolsillo, no entendía por qué se la habría dado, pero según recordaba, la doctora le dijo que podría ser de ayuda.

Pasaron un par de horas antes de que la psicóloga terminara su trabajo y saliera a encontrarse de nuevo con Pam. Cuando salió, su rostro estaba contraído en un gesto de duda e incertidumbre, lo cual trajo un poco de intranquilidad al corazón de una madre angustiada por su hija.

- Bien, Angélica es una chica muy fuerte, me sorprendió el ver que, al menos en apariencia, no le importó demasiado lo que esos hombres le hicieron, está mucho más conmocionada por lo que sufrió su… - la doctora se sonrojó un poco al ver que no podía terminar la frase sin desafiar su ética profesional.

- Lo sabemos, pero no son hermanos de sangre, ambos nacieron en el seno de distintos matrimonios.

- Oh, ya veo, eso me tranquiliza bastante, al parecer ella está muy enamorada de Juan y el estado del chico es lo que realmente la tiene alterada así que sugiero que lo vea lo más pronto posible, en estos momentos voy a firmar el alta de su hija, no obstante, les voy a sugerir que Angélica venga conmigo al menos una vez por semana, aunque por ahora todo parece estar bien, es posible que conforme avancen los días, se presenten nuevos factores que pueden ser de riesgo para ella, quiero asegurarme de que todo esté bien con Angélica ¿De acuerdo?

- Por supuesto, muchas gracias.

Poco tiempo después, la muchacha estaba de pie, caminando hacia la habitación de Juan, tomada del brazo de su madre. Fue un gran impacto ver a su hermano con el rostro morado e hinchado por los golpes, pero la reconfortó un poco ver que platicaba con su padre, mientras un doctor salía de la habitación.

- Hola, me imagino que tú eres…

- Angélica.

- Bien, me alegra verte de pie - el doctor miró a Juan - no puede tener emociones muy fuertes por ahora, cualquier movimiento brusco podría ser peligroso para él, así que debe estar tranquilo; cuando entren a verlo, por favor no mencionen cosas que puedan alterarlo de alguna forma.

- Si, doctor, no lo haremos.

Angélica se adelantó a la habitación. Verlo de cerca fue mucho más duro de lo que creyó, pero Juan la miró con un especial brillo en los ojos. Ella corrió a él sin poder evitar derramar algunas lágrimas y, aunque con mucho cuidado, lo abrazó intensamente antes de que sus labios se pegaran a los del chico, dándose un cálido y amoroso beso que terminó cuando ambos se separaron un poco y se miraron el uno al otro. No hubieron palabras, solo una mirada que les hizo sentir completos, sabiendo que era la compañía del otro lo que realmente los hizo sentir infelices, durante las horas que estuvieron alejados.

Pasaron algunos días antes de que Juan pudiera dejar el hospital. Angélica no se separó de él en ningún momento, por más que su padres le insistieron. Cuando el chico al fin salió del hospital, Angélica se comprometió a cuidarlo mientras sus padres iban a trabajar. Fue ella quien se encargó de alimentarlo, cuidar que se tomara sus medicamentos y ayudar en todo lo que el chico necesitara, incluso fue a la universidad a pedir sus tareas y hablar con sus maestros para conseguir prorrogas para todas sus obligaciones. Ella se había tomado en serio su papel.

Mientras tanto, también debía cumplir los contratos que tenía con diferentes empresas, para promocionar sus marcas dentro del contenido que generaba en distintas plataformas, por lo cual, al llegar la noche, Angélica caía rendida en pocos minutos para, a la mañana siguiente, seguir con aquella extenuante rutina.

Una mañana en que Angélica le llevaba el desayuno a Juan, al entrar en la habitación, le llegó un olor fétido y bastante desagradable, fue entonces cuando miró a Juan con el pelo desordenado y la barba de varios días.

- Juan ¿Cuanto tiempo tiene desde la ultima vez que te bañaste? - las mejillas de Juan se pusieron muy rojas mientras bajaba la cabeza y fingía prestar mucha atención al delicioso desayuno que Angélica le había preparado.

- No lo sé.

- Pues desayuna y después a bañarse.

- Pero aún no puedo moverme muy…

- Lo sé, yo te voy a bañar.

Aquellas palabras provocaron un poco de excitación, tanto en Juan como en Angélica, desde el día de lo ocurrido, no habían vuelto a tener intimidad, así que, aunque solo fuera un baño, ambos se sintieron felices de poder tener ese momento.

Juan terminó su desayuno y Angélica se llevó los platos, luego regresó al cuarto de su hermano y lo ayudó a levantarse, lo desvistió dejándole puestos solo los boxers, no sin notar la erección que comenzaba a crecer bajo la prenda de su hermano y luego lo ayudó a caminar hasta el baño, donde, antes de entrar en la ducha, lo sentó en un banquito de madera, tomo una bandeja con agua tibia, un rastrillo y se dedicó a rasurar su barba con mucho cuidado y paciencia hasta que su piel quedó limpia y tersa. Acabada esa tara, Angélica ayudó a Juan a levantarse y luego a entrar en la ducha.

Una vez dentro, sin dejar de mirar la que ahora era una erección completa, Angélica bajó la ropa interior de Juan, dejando su miembro completamente duro frente a su rostro, atrapando su mirada por un momento, recordando como su hermano la había poseído en aquel estacionamiento y lo hermoso que fue el sentirlo dentro de ella.

Angélica no tardó mas de un par de segundos en desnudarse y entrar a la bañera con su hermano. Cuando abrieron la regadera el agua salía un poco fría pero conforme pasaron los segundos adoptó una temperatura mas agradable.

Angélica se puso a espaldas de Juan, enjabonó una esponja y comenzó su labor desde su cuello, bajando por su espalada, pasando por sus nalgas y terminando en sus piernas, luego Juan se volteó y ella hizo lo mismo con sus pectorales, abdomen y piernas, pero dejó a un lado la esponja, se enjabonó las manos y comenzó a pasarlas por el miembro de Juan, llenándolo de Jabón mientras lo acariciaba con una mano, al mismo tiempo que la otra lavaba sus testículos en un placentero masaje que hizo suspirar a Juan más de una vez y hacerlo gemir mientras sentía como su miembro se endurecía cada vez, más; lo cual fue muy notorio para su hermana al sentir cómo aquella hermosa parte del cuerpo de su hermano, crecía entre sus manos.

Angélica también resentía los efectos del contacto con la piel de su hermano, sentía como comenzaba a manar un placentero calor de su entrepierna y a ratos se estremecía al sentir un cosquilleo que la recorría por todo su cuerpo. Ella miró a Juan y acercó sus labios a él, quien respondió el gesto con un hermoso beso, apasionando, profundo y relajante, mientras las manos del chico se posaban sobre los pechos de Angélica, pero cuando lo hizo, un recuerdo repentino atacó a la chica, regresándola al momento en que aquel policía puso sus manos sobre sus pechos, trayendo de nuevo ese sentimiento de vergüenza y humillación que vivió. Angélica abrió mucho los ojos sin que Juan notara lo que había pasado, se alejó de él con tranquilidad, fingiendo que todo estaba bien, pero no pudo deshacerse de aquella sensación. Se puso de cuclillas para evitar que Juan tocara sus pechos y siguió masturbando el miembro de su hermano.

La excitación de Angélica crecía y al tener tan cerca el miembro de Juan, no pudo abstenerse de acercar su cara, rosar el glande con sus labios, acariciarlo con su lengua y luego meterlo en su boca, recorriéndolo con los labios y la legua. Centímetro a centímetro, deleitándose con aquel delicioso sabor a hombre, dejándose llevar por su aroma, sintiendo como llenaba su boca, incrementando el ritmo de sus movimientos poco a poco, haciendo que Juan gimiera de placer hasta descargar una cantidad impresionante de semen en su garganta, mientras ella no dejaba escapar una sola gota y se bebía todo lo que su hombre le ofrecía.

Angélica se levantó de nuevo cuando el pene de Juan quedó limpió, lavó el pelo del chico y lo enjuagó, limpió nuevamente los genitales del muchacho, quitó de su propio cuerpo los restos de jabón con un poco de agua y luego cerró la llave; secó a su hermano con mucho cuidado de no lastimarlo y ambos salieron de la ducha, fueron al cuarto de Juan, lo ayudó a vestirse y lo dejó descansar.

Aquella había sido una experiencia casi perfecta, sin embargo, durante el resto de ese día, Angélica no se pudo quitar de la cabeza lo que había ocurrido en la ducha, así como tampoco pudo deshacerse del persistente recuerdo de ese animal tocándole los pechos.

Para Juan las cosas no fueron del todo fáciles tampoco, además del dolor que sentía a lo largo del cuerpo, no podía dejar de revivir una y otra vez lo que ocurrió aquella noche, escuchaba las palabras de esos animales, las súplicas de Angélica para que no lo golpearan y aquellos gemidos robados que fueron arrancados de la mujer que amaba mientras la forzaban a tener sexo.

Juan se sintió culpable al notar que, además del coraje que sentía por lo que había pasado, el recordar aquellas escenas de Angélica siendo poseída por esos hombres, le provocaba un cierto grado de excitación. No sabía cómo era posible, no entendía por qué cuando recordaba aquellos sucesos su miembro se endurecía, no quería que eso pasara, pero tampoco podía evitarlo; lo cual lo llevó a experimentar una gran culpa, y más al ver que Angélica estaba sacrificando gran parte de su tiempo en ayudarlo en todo lo que le era posible.

El día avanzó mientras los hermanos trataban de distraerse con lo que fuera que los alejara de los demonios que asechaban su pensamiento. Angélica se dedicó a crear contenido y revisar sus redes sociales, Juan estuvo leyendo un poco he hizo algunas tareas pendientes, si embargo no podía estar mucho tiempo sentado, aún cuando estuviera en su cama, por lo que no pudo mantenerse mucho tiempo escribiendo en la computadora y se resignó a recostarse y tratar de leer un poco, lo cual, en el estado en que se encontraba, no tuvo otro final que quedarse profundamente dormido.

Miguel y Pam llegaron a casa poco antes de oscurecer, cansados y con un notable desgaste al continuar preocupados por el bienestar de sus hijos. Angélica bajó a recibirlos, ciertamente tras el día del estacionamiento, no quedaba ni rastro de la chica tímida que conocieron cuando ella y Pam se mudaron con los chicos, ahora caminaba con seguridad, con la mirada al frente, sin encorvarse, saludaba a su madre con un par de besos y un abrazo al igual que a Miguel, a quien poco a poco iba viendo como a su propio padre. Todo parecía estar bien con ella, sin embargo, aquel cambio de actitud preocupaba a Pam profundamente, pues pensaba que su hija quizás se estaba esforzando demasiado en proyectar la apariencia de sentirse bien, por ello le alegraba que al día siguiente, Angélica tendría su primera cita con la psicóloga.

- ¿Cómo estas hija?

- Bien mama, un poco cansada, pero bien y Juan también está bien, hoy lo ayudé a bañarse y luego se quedó descansando todo el día, aún tiene mucho dolor y le cuesta trabajo moverse por las costillas rotas, la medicina no hace mucho por calmar su dolor.

- Sabíamos que iba a ser duro, pero me sigue pareciendo injusto que tú te encargues sola de él, me imagino que tú también tienes que superar…

- Estoy bien Miguel, de verdad, no me molesta encargarme de los cuidados de Juan - Pam y Miguel intercambiaron una mirada - de acuerdo, pero de cualquier forma recuerda que mañana tienes tu cita con la psicóloga, no puedes faltar, así que saldré temprano de la oficina para cuidarlo mientras tú estás en eso y no, no quiero que discutas Angélica, vas a ir a terapia y ya está.

Miguel fue muy impositivo con aquel asunto, él no disfrutaba de ser así, pero Angélica en días previos se había mostrado renuente a ir con la psicóloga, sin embargo, Miguel no cedería y por la forma en que Pam la miraba, la chica supo que no tendría más remedio que ir.

Esa noche, ocurrieron un par de cosas en casa. Por su parte, Juan había tratado con tantas ganas de evitar pensar en lo que pasó, que justamente logró pensar con mayor frecuencia en tan desafortunado evento, lo que hizo que una buena parte del día mantuviera una ligera erección, no obstante, al caer la noche, su excitación ya era bastante pronunciada, por lo que, a pesar del dolor que aquello le provocó comenzó a masturbarse.

Trató de pensar en el momento en que él y Angélica tuvieron sexo por primera vez, intentó concentrarse en la estupenda sesión de sexo oral que su hermana le había brindado por la mañana, sin embargo, una y otra vez su pensamiento regresaba al recuerdo que tanto lo trastornaba y lo hacía sentir culpable, hasta que llegó a tal grado de excitación que, sin haberlo planeado, imaginó que era justamente él quien estaba sobre Angélica, vistiendo un uniforme de policía, penetrándola mientra ella lloraba y se retorcía bajo el peso de su cuerpo.

Imaginó los gemidos de esa chica como si los estuviera escuchando cerca de su oído, la imaginó suplicándole detenerse, llorando, mientras su miembro entraba y salía con fuerza de ella, sintiendo en cada centímetro el interior de la mujer que estaba poseyendo por la fuerza. No tardó mucho en descargar toda la excitación acumulada, pero cuando lo hizo, aquella sensación de culpa lo invadió nuevamente.

El caso de Angélica fue algo distinto, ella se recostó y en cuanto su cabeza tocó la almohada, cayó en un sueño profundo, tanto que pocos minutos después de lograr dormirse, revivió en sus sueños los momentos en que estuvo con Juan en el auto, pero también aquellos en que los policías la poseyeron, sin embargo, cuando llegó el turno del segundo policía, no se trataba de aquel animal repugnante que la había violado, a pesar de estar vestido con el uniforme, quien estaba encima de ella dirigiendo su miembro a su interior, era Juan.

Pudo sentir la penetración centímetro a centímetro, la excitó el trato rudo y desconsiderado de juan mientras usaba el cuerpo de Angélica para su propia satisfacción, le decía cosas sucias y la insultaba, le mordía los senos, el cuello y sobaba sus tetas apretándolas fuertemente con la manos, pero Angélica no lloraba en esta ocasión, gemía de placer, sentía como sus piernas temblaban y su respiración se agitaba, experimentaba la forma en que su cuerpo era recorrido por una placentera descarga eléctrica que erizaba su piel, un momento antes de despertar en medio de jadeos, gemidos y los espasmos propios del intenso orgasmo que la hizo estremecerse mientras sentía como su ropa interior quedaba completamente húmeda, mientras ella movía las caderas y se aferraba con las manos a las cobijas.

La puerta se abrió de golpe y por ella entró Pam, muy preocupada al escuchar los ruidos que salían de la habitación de su hija; más allá se escuchaban los pasos de Miguel saliendo de su habitación. Pero Pam no tuvo que escuchar ninguna explicación para saber lo que pasaba al ver a Angélica moviendo las caderas de aquella forma, sudando, con la vista perdida, disfrutando de las sensaciones que recorrían su cuerpo.

- Lo siento hija, pero escuché ruidos y… estás bien.

Angélica la miró sin dejar de sentir cómo su cuerpo se estremecía, asintió con la cabeza con los ojos en blanco, su madre sonrió nerviosa antes de salir apresurada, evitando que Miguel llegara a la puerta y provocara una experiencia vergonzosa a la chica.

Sudando, con la respiración alterada y su corazón reduciendo poco a poco el ritmo de sus latidos, Angélica se quedó quieta, recostada con las piernas abiertas, sonriendo a causa del sueño que había tenido, hasta que se dio cuenta de lo que había pasado, ella acababa de disfrutar el sentir que su hermano la violaba ¿qué demonios estaba ocurriendo con ella?