Mis aventuras antes de ser amante de mi tío 3
Con el transcurrir de los días, semanas y meses, mi tío "impondría" una serie de condiciones para comunicarnos, vernos y así poder disfrutar de lo que más nos encantaba, el sexo. Me encantaron las formas de imponerse, siendo respetuoso pero tomando el control de todo, con seguridad y autoridad, convenciéndome de que era lo mejor para la relación que teníamos. Para él era importante protegerme en todo sentido, había que evitar a toda costa cualquier sospecha familiar aunque fuese mínima. Embarazo no deseado: debíamos usar preservativos las veces que fuera necesario, también anticonceptivos que luego sería el método que más usaríamos ya que con el tiempo detestaría los preservativos. Nada como sentir el pene dentro de mi sin la barrera del preservativo.
Me hizo sentir tan suya, yo estaba tan fascinada. No me había sentido mujer de ninguno de mis anteriores amantes, para mi solo significaban un polvo (coito) random. Yo era la que planeaba mis huidas con ellos, la que programaba el cuándo y el dónde y hasta proponía las posturas sexuales, no me sentía dependiente de ninguno y cuando me aburría cortaba con ellos sin que la ruptura me afectara sentimentalmente. Pero estaba un poco desorientada, pues, había cometido sexo con todos ellos sin tomar en cuenta la protección. Pude quedar embarazada y por fortuna no sucedió, pues, me había tomado las cosas con un poco de descuido aunque la gran mayoría de las veces ellos eyacularon fuera, sobre todo en mi cara y boca. Pero ese detalle aún no lo sabía mi tío así que cuando le conté me llevaría un buen regaño.
Fuimos cuidadosos cuando de vernos se trataba, evitábamos hablar por mensajería, solo nos llamábamos ya fuese para compartir un almuerzo o para tener intimidad total. Los mejores días para el sexo eran los fines de semana, ambos libres de tareas, responsabilidades y con la mente totalmente disponible para disfrutar del mejor placer de la vida.
La primera vez había sido fantástica, me encantaba el hecho de haber hecho el amor con mi tío cuatro veces (dos en su cama y dos en su baño). Me excita cuando un hombre me dice "te cogí tres veces", "te cogí seis veces", "te rompí ese coño tan cerradito que tienes", "te reventé esa cuca". Me encantan esas frases vulgares, prefiero que un hombre las pronuncie, yo soy más de gemir y disfrutar o responder preguntas obscenas ya que también les encanta preguntarme morbosidades y cuando se me ocurre decir una vulgaridad me oigo tan frágil, tan inofensiva.
Ese domingo mi tío me llevaría a casa en el auto de taxi, mis padres ni imaginaban que el taxista era nada más y nada menos que mi tío. En próximas ocasiones me recogería en otro lado de la ciudad o yo tomaba un taxi cuando él no podía venir.
Al día siguiente volvimos a almorzar. Le dije que no gastara tanto dinero sacándome a comer, que podíamos hacerlo una vez a la semana y cuando nos viéramos en su casa. Aceptó a regañadientes, pues decía que a él no le incomodaba invitarme todos los días a almorzar, a pesar de ello le insistí en que lo hiciéramos solo una vez, que ahorrara el dinero para otras cosas, que recordara lo que dijo, debíamos cuidarnos de que alguien sospechara. Me dio la razón y aceptó.
Cada noche de la semana lo llamaba para saludarle y conversar un poco lo que habíamos hecho durante el día.
El siguiente sábado nos citamos en su casa, de nuevo pasó por mi en el taxi y de nuevo la historia falsa a mis padres de que iba a verme con unas amigas. Siempre me creían porque igual volvía a casa temprano y no les daba dolores de cabeza, hacía tareas en el hogar sin que me lo pidieran, era una buena hija, no me impedían cosas por eso mismo, porque me portaba muy bien. A pesar de que yo ya era mayor de edad seguía viviendo en casa de mis padres y merecían respeto, por eso siempre prefería salir de tarde y muy pocas veces de noche.
Ya de camino a casa de mi tío, me llenaba de halagos y nos dábamos profundos besos en cada parada, mi tío era todo un caballero fuera del sexo, me trataba como su hermosa sobrina, me hacía sentir bella, querida, importante, no era solo la chica que adoraba cogerse en cuatro, era la chica con la que le gustaba conversar y reír de casi cualquier cosa. Siempre atento conmigo, me preguntaba si necesitaba algo y me lo daba aunque yo le dijera que no se molestara, no me permitía negarme a sus regalos y me dijo que siempre que necesitara algo se lo pidiera sin pena. Yo evitaría aprovecharme de la situación pero igual mi tío siempre buscaba la manera de saber qué me faltaba para mis estudios o lo que fuese.
Llegamos a su casa, nos besamos una vez más y con más libertad, le dije que lo había extrañado toda la semana, me cargó, nos fuimos a la cama y empezó de nuevo el show. En cuestión de segundos ya estábamos desnudándonos mutuamente, ahora sin tanta timidez de mi parte. Me haría un delicioso oral durante un rato mientras yo gemía a placer y cuando intentó penetrarme le dije:
y me quedé mirando su pene haciendo gestos insinuantes.
—Quiero chupártela —le dije mirando su pene erecto—. Pero quiero hacerlo vestida.
—Me encanta chuparla sin desvestirme —le dije.
Y así lo hice, me puse de nuevo la ropa que había traído. Andaba toda de blanco, una falda no tan corta pero tampoco larga, un top sin tirantes pero con mangas cortas y zapatos de tacón alto y de correas sujetadas a mis tobillos.
A mi tío le encantó verme vestir frente a él, pues, yo lo hice de forma provocativa y una vez que terminé de hacerlo me arrodillé frente a él y quedé de frente a su enorme pene blanco, depilado y todo cubierto de prepucio.
Le sonreí y sin esperar más se lo empecé a chupar y en ese preciso instante murió mi timidez.
Mi coño se humedece mientras le hago oral a un hombre, incluso cuando estoy chupando me da por gemir, por llevarme los dedos a mi clítoris y estimularme. Me encanta tener un pene en mi boca y jugar de muchas formas con él, es una loca adicción que me descontrola y me pone tan cachonda.
Me volví loca, se la chupaba con tanto deseo, le hacía doler porque lo chupaba con todo gusto, haciendo que mi boca se adhiriera, lo masturbaba y chupaba al mismo tiempo y mi tío jadeando sin poder creer lo que veían sus ojos.
En mi mente me decía a mi misma que no lo hiciera que no le pidiera correrse y acabar en mi boca, que iba a estropear todo si me mostraba tan puta ante él pero me callé a mi misma, necesitaba vivir ese momento cuanto antes así que le dije a mi tío:
—Quiero tomarme tu leche, tío.
y mi tío incrédulo y jadeando respondió:
—Sí, te la daré, chupa un poco más.
y seguí chupando como si el mundo se fuese acabar, mi tío no aguantaría más y empezó a jadear y a decir que estaba por correrse, yo continué sin parar hasta que mi tío lo dijo:
y sentí su corrida en mi boca, me quedé ahí recibiendo toda su abundante corrida, era demasiada, él quitó el pene de mi mano y empezó a sacudirlo para sacar más leche, me bañó la cara además de la leche que ya había caído en mi lengua.
Mi tío jadeaba como loco y a mi casi me da un orgasmo la situación, la textura de su semen bañándome y mojando mi lengua, el olor a orgasmo, a semen, a sudor. Cuando noté que no saldría más semen y a mi tío mirándome fijamente me tragué su leche, un saborcito amargo que me hizo sentir tan puta. Me empecé a masturbar por ello pero mi tío al ver que a mi me daba placer lo que yo había hecho me tomó de los brazos, me recostó a la cama, me subió la falda, me bajó la pantaleta y me penetró.
¿Acababa de correrse y aún tenía fuerzas para penetrarme? Quedé impresionada, lo que hice fue gemir, pues mi tío enloqueció y me decía con voz alterada:
Me daba duro mientras jadeaba, como si el pene le doliera. Metió su mano por debajo de mi y estimuló mi clítoris mientras me cogía y así, en esa morbosa pose en la que estábamos fue como no tardé en correrme deliciosamente y al terminar se acercó a mi cara para darnos un beso tan apasionado como el sexo que acabábamos de tener.
Mi tío acababa de besar mi boca olorosa a su semen y aunque no suele hacer eso a menudo esa vez lo hizo, creo que fue tanta la calentura del momento que no le importó probar sus propios fluidos. De hecho yo aún tenía restos de semen en la cara, pues, su eyaculación había sido abundante.
Me quité un peso de encima. A pesar de que me había jurado ir poco a poco con mi tío no pude aguantar la tentación de chupar su pene y tragarme su leche.
¿Qué haría mi tío al respecto? Acababa de descubrir que tenía a una sobrina más fogosa de lo que se imaginó.
El resto de la tarde descubrí que a mi tío le encantaba tanto que le chuparan el pene como a mi complacerlo.
Mi tío se puso loquito por la manera en la que me comí su pene y me tragué su semen y es que a todos los hombres los pone tan cachondos el derramar su semen en nosotras, sea en la cara o directamente a la boca así como en los pechos, el abdomen, dentro del coño, del culito, sobre las nalgas, en los muslos, en los pies, en las axilas.
Esa tarde mi tío se dio cuenta de lo morbosa que soy, cosa que le encantó. Si mal no recuerdo, se correría en mi cara dos veces más esa tarde, dijo que le excitaba demasiado acabar en mi carita. Le dije que se corriera donde él gustase, que igual yo me llevaría su leche calentita y amarga a mi boca, de donde sea que él acabase.
Para el momento nos teníamos tal confianza que en cada conversación íbamos contándonos más cosas sobre nosotros y en esa oportunidad me contó sobre sus otras novias y también de su ex-esposa. Me confesó que ninguna mujer le había dado orales tan ricos como yo lo había hecho, que no a todas les gusta el semen, sobre todo el suyo que tiene sabor amargo. Recuerdo que le dije:
—Ahora me tienes a mi que me encanta.
💦 Mi tío se entera de mis aventuras
Él sintió mucha curiosidad por saber sobre mi experiencia sexual previa.
Le conté sobre mis anteriores amantes y mientras lo hacía él me estimulaba, me besaba, me chupaba los pezones, el cuello. Mientras le contaba sobre Oscar, sobre el entrenador, el profesor, el morenazo, él hacía preguntas morbosas sobre esas vivencias y entonces, la calentura lo ponía cachondo y me sometía a una pose para penetrarme.
Yo contándole entre gemidos mientras él me rompía el coño. Dios mío, era tan rico, eso me puso a mil, mi coño era un manantial, era tan rico estar contándole mis andanzas mientras él me hacía suya como un completo sádico. Terminó acabando en mi cara cuando no aguantó más lo mucho que lo excitaba oírme contarle parte de mis travesuras.
Me generaba excitación y risa ver a mi tío enloquecido por mí, decía:
—Me vas a dejar sin leche, eres demasiado, eres lo más rico. Y lo que más me pone es que seas mi sobrina bella.
Descansábamos un poco, nos preparábamos alguna bebida y yo continuaba contándole. Lo supo todo, absolutamente todo, pues a mi también me ponía cachonda contarle lo muy puta que me había estado comportando.
—Coño, Michelle, fuiste toda una perrita.
—Seré tu perra, sin diminutivo.
—Sí, serás mi perra —decía él—, y mi puta y mi zorra.
Entonces volvíamos a comernos a besos, volvía a manosearme por todos lados, a comerse mis pechos y a pedirme que siguiera contando.
Le conté sobre el morenazo, le dije que tenía el pene del mismo tamaño que él y que ese negro me dejaba adolorida.
Mi tío enloqueció, volvió a cogerme en cuatro recostada a la cama y por primera vez me llamó puta y una vez más volvió a llenarme la cara de leche.
También me confesaría que estuvo espiándome varios días en el Mall y que no tardó en sospechar que yo andaba viéndome con algún chico, pues, un día me siguió en su camioneta hasta verme bajar de un taxi a la entrada de un hotel.
Nos duchamos juntos y mientras nos bañábamos su trato fue diferente, en la ducha y sin sexo era su sobrina hermosa a la que consentiría como una princesa. Me regañó por haber tenido sexo sin protección con desconocidos, eso no podía seguir ocurriendo, había riesgos de todo tipo y que por fortuna estaba sana.
Ya habíamos tenido sexo en cada rincón de su casa; piscina, el engramado del jardín, un día cogimos mientras su perro nos observaba y eso me excitó mucho sobre todo por las cosas sádicas que decía mi tío.
No hubo un lugar dentro de esa casa donde no hayamos cogido, no hubo un lugar donde no le haya hecho oral. Practicamos todo tipo de poses, sexo oral en 69, sexo oral con un poco de rudeza, descubrí que me encantaba sentirme ahogada o necesitada de respiración, mi tío me ordenaba colocar mis manos en la espalda y me cogía la boca a su antojo, se me llenaban los ojos de lágrimas y ese tipo de oral me hacía humedecer el coño. También hubo momentos en que se corrió directamente en mi garganta, Dios mío, soy tan morbosa, cómo podían gustarme esas cosas tan masoquistas y mi tío, pues, mi tío enloquecido porque yo me dejaba hacer de todo.
Una vez me metió la pantaleta en la boca luego de secarme con ella el semen que me había echado en la cara y me tapó la boca con un tirro fuerte y volvió a cogerme. No sería la única vez.
Otra pose que le gustaba era tenerme de rodillas en la sala con un consolador dentro del coño y las manos sujetadas a mi cuerpo con alguna prenda suya, una camisa o un cinturón o a veces con sogas usadas con las que atan animales del campo y como sabía que me encanta el oral se permitía estar un buen rato cogiéndome la boca.
Le encantaba verme la cara llena de la saliva que me provocaba el sexo oral rudo, le fascinaba verme así y decirme vulgaridades.
Las nalgadas dentro del sexo aparecieron poco a poco pero con el pasar del tiempo me daba tan fuerte que mis nalgas se enrojecían y a mi me encanta ese dolor, sentir la picazón en ambas nalgas castigadas mientras me penetra o me prepara para penetrarme. Sabe hacerlo, primero suave y a medida que la calentura se apodera de nosotros me pega unas nalgadas que ni les cuento.
A veces entre semana teníamos sexo en su camioneta, en mis horas libres le pedía que me buscara y le decía directamente:
—¿Estoy libre hasta tal hora, a quién te gustaría ver, a tu sobrina o a una buena putita?
Otras veces le decía que solo tenía tiempo para chupársela así que pasaba buscándome, dábamos vueltas por la ciudad mientras yo le chupaba el pene, luego iba y me dejaba nuevamente en la universidad.
También poco a poco introdujimos las bofetadas, yo fui la primera que empecé a darle bofetadas mientras me cogía y me dijo:
—Sí, pégame, pégame mientras te rompo ese coñito rico que tienes.
Le gustaba que yo le pegara duro, que lo arañara con mis uñas pero luego empezó a hacerlo él, a darme bofetadas, primero suaves y luego eran fuertes aunque no tan fuertes como para hacerme daño y a mi me encantaba todo, todo lo que mi tío añadía a nuestras sesiones.
Hubo momentos en que yo caía casi exhausta cuando me penetraba con rudeza, con mis piernas temblando y sufriendo orgasmos.
Me tomaba del cabello, me dolía un poco, con su otra mano me pegaba en los pechos, nalgas o estimulaba mi clítoris o me daba bofetadas, todo eso mientras me penetraba con rudeza y me hacía preguntas vulgares para oírme responderle en el mismo tono.
A mi tío le encanta darme oral y eso es rico, que le guste dar como recibir y yo con gusto le he dado las mejores mamadas de su vida.
Lo que más me gusta de él es su trato, no mezcla las morbosidades que hacemos en intimidad con la vida que tenemos fuera del sexo, me trata con mucho respeto fuera de la cama.
Soy su perra, su puta, su zorra, su cerda, su muñeca de trapo; a ver, qué otros calificativos: su esclava sexual, su sumisa, pero también su sobrina a la que consiente como si fuera su propia hija.
Nos veíamos solo los fines de semana, sábado y domingo eran sagrados para nosotros, para disfrutar del sexo que tanto nos gustaba. También me cogió en ocasiones cuando estaba menstruando y se siente muy rico aunque tenga malestares.
Mi tío me consintió de muchas formas, con el pasar del tiempo tenía en mi closet muchos más zapatos de los que imaginé tener, muchos conjuntos, vestidos, lencería de todo tipo, a veces él escogía la lencería con la que deseaba verme en la intimidad, también compramos diversidad de juguetes sexuales y con ellos pudimos jugar a muchas fantasías que más adelante haríamos realidad.
Yo era/soy una insaciable y mi tío se aprovecharía de la situación para disfrutarme de todas las formas posibles.
Las primeras veces (que fueron muchas) el sexo fue rutinario aunque igual de emocionante y placentero para ambos, luego llevaríamos nuestros encuentros a un mejor nivel.
Me compró ropa y lencería sexy de todo tipo, le encantaba morboseárme antes de desnudarme completamente y hacerme suya.
Cogimos varias veces en el engramado y en distintas poses, luego nos metíamos a la piscina y cogíamos a la orilla o dentro del agua y como me encanta el sexo humedecida me sacaba cargada de la piscina y me ponía a cuatro patas en el engramado para volver a hacerme suya, a veces usaba la manguera para tirarme agua a la cara mientras me cogía.
Me producía gran morbo cuando nos veía su perro. En varias ocasiones estuvo presente mientras mi tío me cogía a cuatro patas e incluso le hablaba al perro, le decía:
—¿Quieres cogértela, Jordan? Está deliciosa, tiene un coño que te volverías loco.
—Ni sueñes que me va a coger ese perro —respondía yo.
—No te creo. Te excita que el perro vea como te hago chillar como perra en celo. Deseas a Jordan dentro de ti.
Era cierto, me daba morbo, me excitaba y hasta fantaseé y también llegué a tener sueños en los que Jordan me hacía su perra y se quedaba pegado a mi por un cuarto de hora o más como suelen quedar los perros pegados al tener sexo.
Le encanta cogerme en el brazo del sofá, quedo boca abajo mientras él va y viene sobre mi. Y es que las poses poco habituales nos encantan a ambos, si no se le ocurren a él se me ocurren a mi.
Cuando llegaba el momento de correrse me ordenaba sentarme sobre mis piernas, las manos a la espalda y abrir bien la boca pero no me la echaba toda en la boca ya que le encanta verme la cara llena de su semen. Luego con el semen que caía en mi cara untaba su pene y me hacía chupárselo. Aunque sí que hubo veces que me la echaba toda en la boca y se quedaba mirándome mientras yo me la tragaba de una bocanada. Aunque la gran mayoría de veces sus corridas terminaban en mi cara o boca, también hubo momentos que lo hizo en mis pechos, mi cabello, mis nalgas, mis pies y hasta en mis axilas. ¿Podéis creerlo? Una vez me levantó el brazo y acabó en una de mis axilas.
Descubrí que estimulando toda la zona cercana al ano le daba bastante placer, esto lo hice casi siempre cuando era yo la que le hacía oral con el fin de hacerlo eyacular. Lo que si no hago es lamer el ano aunque mi culito si me lo han lamido casi todos los hombres con los que he estado yo no lo hago, no me gusta.
Una vez (de varias) hice de prepago. Le conté a tío Nacho que quería vivir esa experiencia y a él le fascinó la idea, los detalles del cómo quería que lo hiciéramos. Le emocionaba la manera en la que yo tomaba cada papel durante el sexo, de colegiala, de tratarlo respetuosamente en tercera persona, de asistente y en esa ocasión de prepago, además, al hacer yo muy bien mi papel lo contagiaba a él que también debía comportarse como todo un desconocido para mi.
La noche que rentó el motel él me esperaría, yo llegaría 30 minutos después en un taxi vestida de una manera peculiar. La conversación que tendríamos sería tal cual como si de verdad yo fuera una puta por la que debía pagar.
Después de cogerme como quiso y de yo comportarme como una puta abandonó la habitación de motel tal cual como si hubiese sido un cliente, me dejó dinero sobre una mesita de noche. Yo me daría cuenta más tarde, pues había quedado tan destruida de tanto coger que me quedé semi dormida y al despertar ya mi tío no estaba, había dejado una nota junto a los billetes.
«Eres la puta más deliciosa que me he cogido» se leía en la nota.
Había un buen dinero, me reí y también me excité. No me esperaba esa parte. Me di una ducha, tomé un taxi y me fui a su casa, esa noche dormiríamos juntos, ya para entonces mis padres no cuestionaban tanto cuando me quedaba fuera de casa, les bastaba con verme al día siguiente para despreocuparse. Me dijo que usara el dinero para comprarme lo que quisiera y que recordara cómo lo obtuve.
Y así como hice de chica prepago también hice de colegiala varias veces, de asistente (en su oficina), de enfermera, de monja, de sirvienta.
Mi tío también hizo papeles como ladrón, yo en su casa, él llegaría sorpresivamente, me amenazaría con un arma primeramente en busca de dinero y luego abusaría de mi.
Esa me encantó tanto que la próxima fue simular un secuestro. Llegó igual como un ladrón estando yo en su casa, me amenazaría, me ataría fuerte con sogas usadas, me metería en la camioneta, la boca vendada y me llevaría a otra de sus casas donde me haría suya en su papel de secuestrador y luego de vuelta nuevamente atada hasta volver a casa, ya una vez en casa me desataba y nos metíamos a la tina de baño y pasaba de ser un malvado secuestrador a mi tío dándome amor en la tina, lavándome, sobando las marcas que dejaban las sogas en mis manos y pies.
Puede parecer exagerado pero así tal cual lo hicimos. Le hice saber que disfruté cada momento, estar atada en la camioneta, vendada, durante más de 20 minutos tanto de ida como de vuelta. De regreso a casa iba toda olorosa a su semen sin poder limpiarme porque apenas acababa sobre mi cara y mis pechos volvía a atarme.
Hubo veces que quedándome a dormir en su casa a la mañana siguiente despertaba sintiéndolo encima de mi, pues, el morboso me cogía dormida y acababa en mis nalgas o en mi cara, luego se iba a trabajar.
Lo hicimos muchas veces en su camioneta y en sus otros vehículos, no solo oral, también tuvimos sexo tanto en el asiento de conducir como en el asiento trasero.
Hubo momentos en que me rompía la ropa, el vestido, la pantaleta, cualquier prenda que le provocara, pues, a veces lo hacíamos salvajemente, a él le encanta que yo clave mis uñas a la espalda y le deje marcas, también que lo abofetee o lo jale del cabello mientras me coge, al principio me daba miedo esa conducta pero luego me resultó placentera además también le permití que me tratara mal de vez en cuando, nalgadas, jalones de cabello, mordiscos, bofetadas, descubrí que me encantaba cierto dolor durante el sexo, tanto provocarlo como recibirlo. Con respecto a la ropa rota no había problemas, mi tío me consentía tanto, a la semana siguiente me iba de compras usando sus tarjetas de crédito. 😋
😋 Mucho sexo. Perdí la cuenta.
Soy la mujer de mi tío. Su sobrina preciosa, su consentida, su muñequita, su cielito, su amor y también soy su amante, su puta y perra.
Me encanta ser todo lo que él dice que soy para él, me encanta su trato para conmigo, tanto dentro como fuera del sexo, estoy encantada, casi que enamorada, no hay manera de que yo me fije en otro hombre en cuanto a ser su pareja, me siento bien con mi tío y ya son más de 10 años juntos aunque la relación la llevemos en el más absoluto secreto por cuestiones obvias y estoy de acuerdo.
Me encanta que hagamos todo a escondidas, es fascinante, excitante, no pensé que llevar una relación a las escondidas me produjera tanta emoción y placer. No sé qué nos depara el futuro, no sé si más adelante haremos pública nuestra relación, realmente no me interesa pensar en ello, solo disfrutamos, no especulamos sobre el devenir, nos limitamos a pasarla bien, a divertirnos en nuestra incestuosa relación.
Me encanta saber que mi tío me ha cogido tantas veces que ya perdí la cuenta, que he tomado su leche innumerables veces, un semen de sabor agrio que amo tragar y eso es mentira que nos gusta. Me trago su leche porque me encanta que su sabor me deje la lengua y el paladar como picantoso, la garganta como si los espermatozoides se guindaran de mi campanilla por un buen rato, me hace sentir muy puta tragar el semen de mi tío, especialmente el de él por ser mi tío.
Una vez me dijo que no es lo mismo convencer a una mujer de tomar semen a que ella lo haga porque desea hacerlo y que esa naturalidad en mi de desear el semen en mi boca es algo que significa mucho para un hombre.
Es cierto, ponen cara de idiotas cuando acaban en la cara y observan como la recibimos y la tomamos, sobre todo si la chica es cara bonita como yo.
Todos los amantes que tuve (excepto Alex) querían mi culito, un culito discreto pero igual de deseable. Los hombres son muy morbosos, lo quieren absolutamente todo. Les entregas todo y quieren más.
Todos ellos disfrutaron de mis nalgas, masajearlas, mordisquearlas, nalguearlas y también disfrutaron de meter algún dedito en mi ano, lo que no se esperaron fue mi resistencia al sexo anal. Siempre que se hacían los locos y terminaban poniendo un dedo ahí yo los regañaba de forma tajante.
Algunos de ellos fueron más atrevidos y a pesar de mis negativas volvían a insinuarme el sexo anal pasando sus dedos por mi ano mientras me cogían sabiendo que en ese momento yo estaba en un estado de placer vulnerable pero eso no les salvaba de mis regaños y amenazas de no volverme a tocar si seguían con el dedito.
El que estuvo más cerca de darme por el culito fue el morenazo con el pene tan grande como el de mi tío, se la pasaba intentando en vano meter sus dedos tan gruesos como un chorizo en mi ano cuando me tenía rojita de placer, yo le clavaba mis uñas, le daba bofetadas y lo regañaba pero él no paraba de explorar mi agujerito.
Yo le decía que si en sexo vaginal hacía que me dieran mareos no quería ni imaginar si me dejaba dar por el culo; me mataría. Él se reía, me juraba que yo iba a amar el sexo anal, que lo dejara ser el primero, de hecho hubo momentos en que puso su pene en la entrada de mi culito e intentó darme por ahí, de hecho hubo momentos en que su glande entró un poco pero yo lo hacía desistir poniéndole cara molesta.
El otro que también me quiso romper el culo fue Oscar aunque él fue más respetuoso y menos insistente. Hasta el día de hoy sigue con su empeño y fantasía de que nos veamos y le entregue mi culito y ahora que ya sabe que ya he tenido anal más loco está por querer vivir esa experiencia conmigo.
😋 Por qué las negativas a dar mi culito
Eran varios motivos y el primero era el asco sumado a que no tenía experiencia, además del miedo, pues lo asociaba con dolor, de hecho nosotras las mujeres sentimos dolor con el sexo vaginal, si no estamos bien lubricadas podemos sentir dolor por una cuestión natural, hay algo que va a entrar en nuestro coño y ese simple hecho es suficiente para que estemos cerradas y con algo de temor ante una penetración por eso son tan importantes los juegos previos y la confianza a la hora de tener sexo.
No voy a negar que sentía cierto placer cuando me tocaban el ano y hasta me daba morbo imaginar que algún día terminaría dando mi culito y disfrutando del sexo anal como toda una perra como ya lo había visto en ciertos videos de tipo porno que se regaban entre compañeros de universidad.
Tampoco puedo negar que a medida que vivía experiencias con chicos me auto estimulaba tanto mi coño como mi ano y sí, se siente rico y más hoy en la actualidad que soy adicta al sexo anal.
Cuando se dio mi relación con mi tío y empezamos a tener sexo supe que con él se daría el sexo anal, era cuestión de tiempo.
Mi tío también se obsesionaría con la idea de romperme el culito, eso sí, con mucha paciencia. En cada cogida me masajeaba las nalgas, me propinaba fuertes nalgadas, le encantaba verme las nalgas rojas producto de sus palmadas, también las mordisqueaba, a veces suave, a veces fuerte y a mi me encantaba ese dolorcito rico.
Y obviamente también empezaría a hurgar en mi ano, las primeras veces de forma muy suave, como con respeto pero ya luego de tanto cogerme y hacerme suya se la pasaba pasando sus dedos por mi ano y hasta metiendo levemente sus dedos. Me generaba placer, de hecho, muchos de mis orgasmos se debieron a la deliciosa sensación de un pene rompiendo mi coño y sus dedos intentando invadir la entrada de mi culito.
Pero mi tío no decía absolutamente nada al respecto, solo me daba placer anal sin mencionar su deseo por romperme el culito, eso llegaría más adelante, cuando compramos todo tipo de juguetes sexuales para ir experimentando, cosa que nos tomaría meses.
Un día después de terminar exhaustos de tanto coger me dijo: Ya quiero probar ese culito pero quiero que estés bien preparada, avísame y lo intentaremos.
Fue así como empecé a experimentar a solas con los juguetes, los dildos y demás. Investigué todo sobre el sexo anal, como lavarme y cómo practicarlo sin dolor aunque más adelante me daría cuenta que un poco de dolor me provocaría los orgasmos más intensos en mi vida sexual, sí, con sexo anal.
Mi tío preguntaba si estaba lista en cada sesión nueva, yo le decía que aún no, que todavía estaba investigando pero lo cierto es que aún sentía cierto asco además de miedo, pues mi tío tiene un pene que ni les cuento, una grosería.
El asco no desaparecería de un día para otro, se tomaría su tiempo además, yo no estaba obsesionada por darle mi culito ni siquiera a los dildos.
Poco a poco la idea del anal me iría interesando, el asco de los lavados anales iría desapareciendo, pues, comencé a explorar más mi sexualidad, mi ano y empecé a disfrutar del anal con mis dildos.
Como dije, no fue de la noche a la mañana, pasarían meses antes de entregar mi culito a mi tío que como también dije, fue paciente, preguntaba cómo lo estaba llevando, yo le comentaba con sinceridad, él me decía que fuera con calma y que cuando estuviera lista él me haría llorar de placer.
Así transcurrirían varios meses, el sexo con mi tío no hacía más que volverse cada vez más entretenido, teniendo sexo en distintos lugares, no solo en la casa y mientras disfrutábamos de buen sexo yo continuaría en mis momentos de intimidad explorando mi ano con los juguetes, sobre todo en la ducha que es donde más me encanta tener sexo.
El asco ya había desaparecido, ahora sentía morbo de ser penetrada por mi ano, además, mis juguetes lo estaban haciendo muy bien, cada vez veía como los consoladores se adentraban más en mi culito y me generaban un enorme placer, pues podía estimular mi ano al mismo tiempo que mi coño y clítoris. Ya imaginaba el momento de sexo anal con mi tío, no quería hacerlo esperar más, cada vez que en mi intimidad terminaba dándole el culito a mis dildos el deseo de sentir a mi tío se incrementaba.
Ya para ese entonces usábamos lubricante y mi tío lograba introducir sus dedos en mi culito generándome un delicioso placer, pues, era como una doble penetración lo que me hacía poner tan cachonda que terminaba casi siempre en un intenso orgasmo. Mi tío decía que eso era apenas el principio, que cuando me diera por el culito no iba ni a saber responder cuando me preguntara mi nombre y es que con el solo hecho de tener uno o dos de sus dedos bailando dentro de mi culito mientras me rompía el coño ya me hacía adivinar lo rico que debía ser tener el pene de mi tío ahí y es que no solo quería experimentar el sexo anal a plenitud, también sentir mi coño ocupado para cuando eso sucediera.
El solo hecho de imaginar que un chico metiera su pene en mi ano me resultaba asqueroso pero a medida que crecía y pasaban mis años de adolescencia, la experiencia sexual con chicos, fui enterándome y entendiendo que el sexo anal era un acto rodeado de mucho morbo. Supe de compañeras que tuvieron sexo anal, no puedo negar que conocía historias y también vi contenido porno al respecto. A pesar de eso ninguno de mis amantes pudo convencerme de darles "el chiquito". Experimentar sexo anal con mi tío tomaría tiempo.
Pasado un buen tiempo de tener relaciones con él, sentía que ya estábamos haciendo anal, él metía sus dedos en mi ano, ambos lo disfrutábamos, era realmente una especie de doble penetración, su pene en mi coño y uno o dos de sus dedos masajear o entrar en mi culito muy suavemente. Yo enloquecía de placer, era delicioso.
Mi tío era paciente, no me presionaba, creo que sabía que tarde o temprano yo le entregaría mi culito en bandeja de plata.
Y así fue. Ya me sentía preparada para el anal, ahora en lugar de dedos eran dildos de distintos tamaños. Él me cogía vaginalmente mientras usaba los dildos en mi ano, era delicioso, él disfrutaba tanto el verme gemir y disfrutar, mis gestos de placer al sentir mis dos agujeritos ocupados.
Hubo momentos en los que me hacía enloquecer solamente con dildos, yo le hacía oral tumbada en la cama mientras él encima de mi metía diferentes dildos en mi coño y culito haciéndome doble penetración con ellos y llevándome a la locura. Me chupaba el coño, el culito, metía los dildos en mis agujeritos mientras yo le hacía un delicioso oral.
Esta modalidad le encantaba, le fascinaba doble penetrarme con sus juguetes y cuando estaba muy cachonda y con varios orgasmos encima decía que era su turno entonces me daba una cogida monumental dejándome exhausta, adolorida de tanto sexo frenético.
El día pensado para ello sería un domingo, lo hablamos durante la semana, le dije: "Rómpeme el culito el domingo". Se emocionó, dijo que estaba esperando ese momento.
Recuerdo que ese día me preparé muy bien, ya para entonces sabía como lavarme de forma correcta sin que hubiera sorpresitas para cuando estuviéramos en el acto. Mis dildos más grandes entraban con facilidad en mi culito durante la limpieza en la que también obtenía ricos orgasmos.
Eran casi las 4pm, yo me encontraba en casa de mis padres, ya me había hecho la limpieza, estaba tan cachonda de querer anal con mi tío así que sin mas me fui a su casa como habíamos acordado. Nos besamos, le sonreí y le dije: hoy me vas a romper el culito, tío.
Me hizo cosquillas, me llamó puta entre risas y bromas, terminamos en la cama besándonos como enamorados y empezó el show, me desnudó, le fascinó lo rico que olía mi cabello, mi piel, mi coñito que no tardó en comerse y luego empezó a lametear mi culito. Yo gemía como si estuviera a punto de llorar, le decía que me hiciera disfrutar, que no me doliera.
Me untó lubricante, usó varios juguetes en mi culito hasta dilatarlo muy bien, los dildos hicieron el trabajo, hicimos la pose del 69, él quería sentir mi boca chupándole la polla mientras él jugaba con mis agujeritos.
Luego de eso me recostó a la cama y empezó el sexo anal de verdad, sin juguetes, sin dedos, su pene gigante iba a entrar por primera vez en mi culito. Sin preservativo, y mucho lubricante a base de agua.
Sentí la cabecita de su pene, Dios mío, que rico se sentía, era diferente a sentir un dildo. Mordí mis labios y gemí de nervios, de miedo y también de placer. Mi tío se movía rico, metía la cabezota, la sacaba, la volvía a meter, me estimulaba el clítoris con los dedos, me tiritaban los dientes, qué rico.
Hacía leves pausas, me chupaba el coño, el culito y volvía de nuevo y su pene pudo entrar un poco más y mi tío lo metía y lo sacaba y me hacía mojar con solo esos leves movimiento. Continuó hasta que empezó a darme a un ritmo ni tan lento ni tan rápido, luego me cambiaría de pose, me preguntaba si dolía, me pedía relajarme, yo le decía si estaba todo bien o tenía que detenerse. Y así serían nuestros primeros anales, no crean que de repente me la metió toda hasta el fondo de forma salvaje.
Continuaríamos los siguientes días igual que esa riquísima primera vez en la que se corrió dentro de mi culo y por primera vez sentí lo delicioso de la leche llenando mi culito.
Poco a poco fuimos aprendiendo a saber cómo dilatar mi culito, las poses más cómodas para el anal hasta que de tanto practicarlo llegaría lo que ambos queríamos. Yo tenía curiosidad por saber qué se sentía un anal a todo dar.
Con el tiempo ya me follaba a placer, me hacía gritar alocadamente, sentía dolor pero un dolor diferente, un dolor delicioso, yo gritaba y gemía mientras mi tío enloquecido me rompía el culo, llegarían también los momentos en los que me chorreaba toda mientras él me rompía el culito. Ha habido momentos en que lloro de tanto placer, terminar agotados, nuestros cuerpos bañados en sudar de tanto sexo. Llegué a sentir toda la extensión de su pene dentro de mi en diferentes poses y me sentía tan perra que le decía que me pegara, que me abofeteara, que me pellizcara, que me mordiera, que me nalgueara, era tan rico y cuando me hacía daño me daban unos orgasmos de locura.
Hubo días en los que le propuse que solo me diera por el culito, le encantaban mis proposiciones, luego él se destacaba por las formas. Me ponía tirro en el coño y me decía:
"Hoy te tienes que correr sin saber lo que es llevar verga por la cuca, hoy serás una puta de verdad, una perra del anal.
Cuando se hace bien el anal puedes incluso llegar al orgasmo sin que haya estimulación vaginal, en mi caso creo que depende de un buen pene, un hombre que sepa llevar los tiempos, que use el lenguaje correcto, que te desee, que sepa tocarte, que sepa como entrar en ti y de seguro que los orgasmos llegan uno a uno.
Me desmayé varias veces con sexo anal y sus dedos moviéndose dentro de mi coño con intensidad, me oriné muchas veces, era sexo salvaje, sexo duro, sexo delicioso y no siempre acabó en mi boca después de la llegada del anal, a veces se corría dentro de mi culito ya que descubrió que también era demasiado placentero para él, también se corría en mis pechos, mi espalda, mi abdomen, mis piernas, mis nalgas, mi cabello, a donde le provocara, decía que me iba marcar toda con su semen.
Los siguientes meses serían sexo desenfrenado, mi tío enloqueció al saber que yo era su perra insaciable, no podía faltar el anal y no hacía falta que él me lo pidiera, era yo la que siempre estaba dispuesta a permitir que mi tío me rompiera el culo.
Llegaron mis 22 años, "llevando güevo parejo" como vulgarmente él solía calentarme antes de vernos. "Hoy te voy a dar güevo parejo". Yo le preguntaba haciéndome la inocente: "¿Por la cuquita o por el culo?" y le cortaba la llamada antes de responderme la pregunta.
Mientras continuaba con mis estudios universitarios disfrutaba del mejor sexo a escondidas con él. Amaba nuestra relación clandestina, me encantaba el hecho de tener que vernos en secreto, que debíamos cuidarnos de no ser descubiertos por familiares y conocidos, el hecho de que nuestra relación era incestuosa, me excitaba el hecho de que el hombre que me amaba como su sobrina también me castigaba como su puta y perra adicta al anal y a su semen.
Perdimos la cuenta de las veces que cogimos tanto en su casa como en hoteles o lugares públicos. Perdí la cuenta de las veces que mi tío me rompió el culo, llegó un momento en el que se obsesionó con mi culito y yo que soy toda una enferma lo complací todas las veces que él quería anal, yo también me ofrecía cuando él no lo sugería.
El sexo anal siempre duele pero hay una diferencia entre el sexo anal mal practicado y el sexo anal bien hecho y este segundo es al que me refiero. Duele porque el culito no está diseñado para el sexo, pero es un dolor delicioso, un dolor que puede hacer que te corras muchas veces, te desmayes, pierdas el sentido por un momento, te den escalofríos, se te erice la piel, sientas pánico, tiembles.
A mi me tiemblan los labios como si tuviera frío pero no es todo el tiempo, es en un momento de mucha intensidad en el que la penetración anal te enloquece y entras en una situación muy placentera, en ese momento me tiemblan los labios y a los pocos segundos estoy chorreándome de orina y de orgasmos.
Hay momentos en los que mi tío está dándome por el culito y yo estoy confundida pues siento que me va a doler pero también siento que me voy a correr y empiezo a hablar incoherencias, mi tío tiene que sujetarme de las manos o a veces me inmoviliza, hasta me provoca dar un grito ya que es un momento tan desesperante. Luego pasan cosas, estallo de placer, me corro una, dos, tres veces y mi tío endemoniado rompiéndome el culito, es su parte favorita de todo este tema del sexo anal, dejarme destruida.
© Michelle