Alejandra: campamento con mi hermano ( 9 )
Tras una pasional noche de descubrimientos, todo se complica cuando Alejandra le confiesa a su hermano sus sentimientos, con lo cual podría ponerse en riesgo la relación entre los hermanos o bien, la relación entre Abel y Fernanda⚡
- ¡Qué fuerte estuvo eso! - dijo Fernanda mientras tomados de la mano nos internábamos en el lago, sin lograr superar el impacto que representó el saber lo que había pasado con nuestras amigas - es que, imagínate que eso nos hubiera pasado a Ale o a mí ¡Ay no! ¡Qué miedo!
- Sí, no fue nada grato, me sentí un poco culpable cuando Susy se soltó a llorar, pero no había mucho que pudiéramos hacer, afortunadamente Ale y tú se quedaron toda la noche conmigo.
- Me aterra el solo pensarlo. Cambiemos de tema, esto me pone mal; mejor cuéntame ¿Cómo estuvo lo de anoche? Quiero decir, ¿Qué tal te sentiste con Alejandra? ¿Cómo te sentiste cuando me miraste mientras estaba con Diego?
- Bueno, con Alejandra la verdad es que todo estuvo muy bien, es muy extraña la conexión que tenemos entre nosotros, supongo que lo que sentimos como hermanos hizo que todo se pusiera muy intenso, pero la verdad fue increíble estar con ella; con respecto de ti, te parecerá extraño pero me excitó mucho verte cogiendo con tu primo, escucharte gemir fue algo muy morboso.
- ¿En serio? - preguntó Fer, dibujando en su rostro un gesto travieso - eres un pervertido - dijo sonriente mientras sus brazos rodeaban mi cuello y sus piernas hacían lo mismo con mi cintura - pero si te soy honesta, no me gustaría repetir con Diego, no te voy a mentir diciendo que no lo disfruté porque en realidad lo hice, mucho; pero después de estar contigo, bueno, creo que extrañé tus cuidados y tus mimos - ambos sonreímos con complicidad antes de besarnos.
- Te preguntaré algo, Fer ¿Qué opinas de la propuesta de Alejandra? Con eso de vivir los tres juntos cuando entremos en la Universidad.
- Me encantó la idea, pero… a ver, ¿No crees que hay algo detrás de esa propuesta? quiero decir, ustedes apenas ayer tuvieron un primer encuentro y hoy te dice que vivamos juntos.
- ¿Te molestaría que volviera a tener algo con mi hermana?
- No, no, en realidad no; a lo que me refiero es a la forma como lo dijo, no se mostró ilusionada, sino más bien ansiosa, como si estuviera muy tensa, como si el decirlo la pusiera un poco nerviosa, ¿No será que tal vez ella este desarrollando cosas por ti?
- ¿Crees que se está enamorando de mí? - pregunté de forma divertida, pero para sorpresa mía, Fernanda no sonrió.
- Sí, eso creo y en realidad no me importa del todo, bueno un poco, pero en el sentido de que, aunque tengamos cierta apertura a que ocurran ciertas cosas, ella no deja de ser tu hermana y, bueno, no se qué tan problemático pueda resultar el que ustedes dos sigan teniendo relaciones mientras Ale experimenta cosas así por ti, podría ser doloroso para ella y tal vez empeoren las cosas para tu hermana sin nos mudamos y nos ve o nos escucha cogiendo a cada rato.
- En realidad no lo sabes y… mira no iba a decir nada, pero al igual que tú nos viste a mi primo y a mí, yo también los vi ayer y ustedes no estaban cogiendo como Diego y yo, ustedes estaban haciendo el amor, era muy evidente, ella te necesitaba, desparramaba deseo y cariño por todos lados; es claro que hay mucho amor entre ustedes, obvio, son hermanos, pero tal vez para ella las cosas puedan ser un poquito distintas.
- No entiendo a qué quieres llegar con esto.
- A que hables con tu hermana y la obligues a ser sincera contigo, creo que está muy solita desde que entró en la universidad y creo que necesita mucho cariño, algo que nosotros le podemos brindar si vivimos juntos, pero convendría saber bien por dónde van los tiros para saber qué es lo que enfrentaríamos al mudarnos con ella.
Fer no dijo nada más y me dio algunos picos en los labios, antes de soltarse de mi cuerpo y nadar un poco en el lago, dejándome pensar en lo que me había dicho mientras miraba a mi hermana platicando con los chicos, acomodándose el pelo detrás de su oreja y sonriendo a ratos.
Cuando Fer y yo salimos del Lago, noté que Alejandra me miraba de una forma insistente, algo que tampoco pasó desapercibido por mi chica quien en aquel momento temblaba de frío.
- Deberías hablar con tu hermana, amor, aclarar todo antes de irnos, así sabrás por dónde va la cosa con ella - me dijo, antes de correr a la tienda de campaña y meterse en ella, algo que al parecer estaba esperando Alejandra para ir conmigo, pues en cuanto me quedé solo, mi hermana se levantó y tomándome de la mano, sin decir una sola palabra, me llevó de nuevo a la profundidad del lago.
- Necesitamos hablar, Ab - dijo, cuando el agua ya cubría nuestros cuerpos hasta el cuello - escucha, ayer sentí cosas muy extrañas por ti, a las que no les quiero poner nombre, no sé si se debe a lo sola que me he sentido o a lo mucho que te quiero o una extraña combinación de ambos pero… - Alejandra hablaba con la voz acelerada, nerviosa, titubeante, sin mirarme a los ojos, mientras en mi cabeza resonaba la idea de Fer, aquella que me decía que tal vez Alejandra se estaba enamorando de mí, pero ¿Cómo podría una mujer tan hermosa como ella…? No, era inverosímil, además se trataba de mi hermana, pero…
- Fer cree que te estás enamorando de mí - le solté de pronto, casi sin darme cuenta de lo que decía.
Mis ojos se abrieron mucho y mis mejillas se sonrojaron cuando miré a mi hermana a los ojos, ella tenía el rostro serio y triste, parecía como si quisiera llorar y al mismo tiempo como si no pudiera creer que aquello hubiera salido de mi boca. Su mirada se desvió de la mía.
- ¿Tendría algo de malo? - preguntó, en un susurro que apenas fui capaz de escuchar, palabras que erizaron mi piel y me provocaron un vuelco en el estómago.
- ¿Por eso quieres compartir departamento con nosotros? ¿No te importa que seamos hermanos?
- En este momento el que seamos hermanos sobra, lo único que sé es que siento algo muy intenso por un hombre que me hizo el amor como nunca nadie me lo había hecho. Escucha Ab, quiero que me pongas mucha atención, ¿Vale? Esto no surgió de la noche a la mañana, no, me has gustado desde hace mucho y no solo se trata de que te veas bonito; eres un gran chico, siempre me cuidas y me haces reír, desde que lo recuerdo han sido muy pocas las veces que nos hemos peleado. El asunto de los juegos comenzó por eso, porque necesitaba sentir tu cuerpo, me gustaba que me tocaras, me encantaba saber que te excitaba sentirme, acariciarme y me volvía loca no poder decir nada. Fue muy difícil irme a la universidad, en serio, te extrañaba mucho, a tal grado que traté de buscar algún chico que fuera como tú, alguien especial, amable, divertido, de quien pudiera estar tan enamorada, que me hiciera olvidarme de la loca idea de estar contigo en un plano diferente, pero ese chico nunca llegó y cada vez que regresaba a casa las cosas empeoraban para mí, porque siempre me recibías siendo el lindo ser humano que eres; desde que entré en la universidad he necesitado todo el tiempo el cariño, las atenciones y la felicidad que siento cuando estoy contigo, por eso también insistí tanto en venir con ustedes, quería probar suerte, quería provocarte, aun a pesar del miedo que me daba que en realidad pasara algo entre nosotros y, anoche… ni siquiera sé cómo describir lo que pasó anoche, me hiciste sentir en las nubes, me hiciste creer que no podría sentir más placer que el que me provocaste, no era solamente algo físico, era esa conexión, ese cariño con el que me trataste, con el que me acariciabas y me hacías el amor, no puedo negar que siento algo muy intenso por ti y que deseo con todo mi ser que seas mi hombre y ser tu mujer. Sé que estás con Fer y que quieres mucho a esa enana, y de hecho yo también la quiero y me encanta estar con ella y me excitó mucho compartir un momento con tu chica en la mañana y… - Alejandra suspiró y entonces su mirada se fijó en la mía mientras sus manos me tomaban de las mejillas - no me importa compartirte con ella, pero quiero que seas tan mío como lo eres de Fernanda, quiero ser tan tuya como ella lo es de ti, y sé que puedes pensar que es una locura y que no podría funcionar, que jamás tendríamos una familia juntos, pero eres el único hombre con quien quiero estar y…
- Me encantaría estar contigo de esa manera, pero esto no puede ser solamente mi decisión, quiero decir, ahora estoy con Fernanda y vale, no tuvo objeción con que tuviéramos sexo ayer pero, esto, no lo sé, suena como si quisieras que fuéramos novios al mismo que soy novio de Fernanda y… no lo sé, hermana, necesitaríamos hablar primero con ella, ¿Lo entiendes? - Ale asintió con la cabeza, con tanta tristeza que me erizó la piel de una forma nada agradable, antes de que me acercara a ella y la abrazara, sintiendo cómo mi hermana correspondía mi gesto sin decir nada más, después de todo, ya todo estaba dicho.
Salimos del lago bajo la escrutadora mirada de Fernanda, quien nos veía como si tratara de descifrar lo que habíamos hablado mientras se cepillaba el pelo.
- ¿Todo bien Ab, cuñadita? - dijo Fer, mirándonos alternadamente a cada uno.
- No lo sé, Fer, creo que todo depende de la respuesta que me des - dijo Alejandra, haciendo que sintiera un molesto vacío en el estómago, pues no tenía idea de cómo reaccionaría Fernanda a la propuesta que mi hermana estaba a punto de hacerle - escucha, estuvimos hablando en el lago y… está bien si dices que no, ¿Vale? Puedo entenderlo - dijo mi hermana, inusitadamente nerviosa - créeme que lo que menos quiero es que te enojes ¿Vale? Pero es algo que tengo que preguntar… no me gustaría irme a casa sin… bueno, es que…
- ¡Ay, ya suéltalo! ¡Me va a dar algo si sigues dándole vueltas! - dijo Fer, exasperada ante la indecisión de mi hermana.
Ale me miró, suspiró y luego miró a Fer, acercándose a ella, poniendo sus manos en las mejillas de mi novia antes de darle un beso muy tierno que sacó de balance un poco a mi chica, dejándola perpleja cuando mi hermana se separó de ella.
- Quiero que Ab también sea mi novio - soltó Alejandra - no te lo quiero quitar, pero estoy… siento cosas muy fuertes por él y… yo solo… - la voz de Alejandra se apagó conforme la mirada de Fernanda se hacía más penetrante, mientras sus cejas se levantaban y sus ojos permanecían muy abiertos.
Fernanda me miró de pronto, como preguntándome lo que pensaba al respecto, era claro que aquella pregunta no se la esperaba, y podía entenderla, nuestro trato era abierto pero solo al punto de coger y nada más, lo que Ale proponía rompía cualquier esquema que nos hubiéramos planteado.
- Chicos, vamos a comenzar a levantar las cosas - dijo de pronto Juan, mientras Fer y yo no dejábamos de compartir una mirada entre nosotros - ¿Nos ayudan?
- Claro - contestó Alejandra, dibujando en sus labios la mejor y más estudiada sonrisa que pudo fingir, marchándose de inmediato tomada del brazo de Juan, mirando un par de veces hacia atrás, con un gesto triste y lleno de incertidumbre.
- ¿Qué le dijiste cuando te lo propuso? - me preguntó Fer, completamente atónita ante la propuesta de mi hermana - en realidad ¿Te gustaría que las cosas fueran así?
- Le dije que no haría nada que tú no quisieras hacer, que deberíamos hablarlo primero contigo - dije, haciendo una pausa mientras Fer me miraba de una forma extraña - tú sabes que siento algo por ella, la quiero mucho, es mi hermana, y lo que pasó ayer fue especial, pero como se lo dije a ella, tú y yo estamos juntos, así que tú tendrás la última palabra en todo esto.
- No me contestaste lo que te pregunté ¿Te gustaría que las cosas fueran así? ¿Quieres que Ale y yo seamos tus novias al mismo tiempo?
Un silencio muy incómodo se formó de pronto, no sabía qué decirle, si fuera sincero hubiera dicho sí de inmediato, no podía imaginar un mejor escenario para mí, estando con las dos chicas a quienes más amaba en el mundo, una que antes de aquel viaje era mi mejor amiga y otra que podría pasar de solo ser mi hermana a convertirse también en mi novia; pero ¿Cómo podría decirle algo así a mi chica?
- A ver Ab, no me mientas ni finjas algo que no sientes, no quiero verdades a medias y tampoco quiero privarte de hacer algo que quieres solamente porque no me quieras hacer sentir mal o algo parecido, así que respóndeme lo que te pregunté por favor, y a partir de lo que tú me digas podré pensar las cosas de la forma correcta, así que te lo preguntaré por última vez y quiero que me contestes con la verdad, ¿Esto es lo que quieres?
Fernanda asintió sin poder deshacerse del gesto de sorpresa en su rostro, me miró por unos segundos y me dio un pico en los labios, antes de dar media vuelta e irse en dirección de la tienda para recoger sus cosas.
Me sentí un poco culpable por haber aceptado que quería estar con ambas, era claro que a Fernanda no le había sentado del todo bien esa respuesta, pero hice lo que me pidió y fui completamente honesto con ella, solo esperaba que el resultado de todo eso no fuera que mi chica dejara de serlo.
Los minutos pasaron mientras nos preparábamos para irnos y cada vez se acercaba más el momento de marcharnos. Susy y Lety salieron algunos minutos antes de que nos fuéramos y se despidieron de nosotros, lucían mucho más tranquilas cuando se despidieron que en el momento en que se dieron cuenta de lo que había ocurrido.
- ¿Están bien? - le pregunté a Susy.
- Lo estaremos, Ab; es solo que, bueno, la primera impresión nos dejó un poco descolocadas, pero bueno, solo habrá que tomar algunas medidas preventivas, estudios y demás, pero estaremos bien - Susy miró en aquel momento a Fernanda y una sonrisa se dibujó en sus labios - cuida mucho a esa chiquilla ¿Vale? Es una mujer maravillosa - me dijo Susy, mirando a Fer mientras se despedía de Lety, sin que aquella chispa de entusiasmo y locura se dejara ver en los ojos de Fernanda, algo que me entristecía al saber que probablemente yo lo había provocado.
Todos subieron a la camioneta a excepción de Fer, quien se esperó hasta el final mientras yo caminaba en dirección a la camioneta después de haberme despedido de Lety. Al llegar a su lado me tomó de las mejillas y poniéndose de puntitas, besó mis labios en un gesto triste y que me hizo sentir apenado con ella, antes de subir en la camioneta y sentarse en la parte de atrás, esperando a que la acompañara pues mi hermana se había sentado con Diego.
El carro arrancó sin que nadie dijera nada, todos estábamos cansados y con los efectos que conllevaba todo el alcohol que habíamos ingerido el día anterior. Fer se recargó en mi hombro y abrazó mi cintura mientras recorríamos la carretera en silencio. Diego y Beto cayeron profundamente dormidos mientras Juan manejaba el vehículo.
Pasaron algunos minutos de esa forma, durante los cuales mi pensamiento me torturaba con elucubraciones acerca de aquello que Fer podría estar pensando, hasta que repentinamente mi chica se enderezó y se sentó en mis piernas, besando mis labios, antes de mirarme a los ojos, con un gesto que había cambiado súbitamente.
- Tengo una respuesta, pero antes de dártela te quiero decir algo: si tú me llegas a dejar por la zorra de tu hermana, te voy a cortar los huevos, ¿Me entiendes? - dijo sonriente, pero luego su rostro se ensombreció un poco - ya en serio, no me hace mucha gracia saber que tendrás otra novia aparte de mí, pero sé que lo deseas y sé que sientes cosas muy intensas y lindas tanto por mí como por tu hermana, así que… - una sonrisa combinada con una mueca se dibujó en su rostro mientras asentía, un segundo antes de que nuestros labios se encontraran y nos diéramos un hermoso, sensual y tierno beso, que se vio interrumpido cuando ella estiró el cuello buscando a mi hermana.
- Está dormida - me susurró al oído antes de comenzar a besar mi cuello, mientras con su mano acariciaba mi nuca de la forma más sensual posible, a la vez que movía sus caderas sentada en mi regazo, provocando que mi miembro comenzara a despertar, mientras mis manos acariciaban sus piernas y mis ojos permanecían cerrados, sintiendo la insolente excitación que me provocaban los labios de mi chica y el recorrer las formas de su cuerpo con mis manos.
Nuestros labios volvieron a unirse en un gran beso mientras sentía cómo se retorcía encima de mí para sentarse a mi lado sin que nos dejáramos de besar en ningún momento.
Su mano se instaló rápidamente en mi entrepierna, apretaba mi miembro con firmeza pero no demasiada, lo acariciaba sobre el pantalón de franela que llevaba puesto, haciendo presión en los puntos correctos, provocando mi estremecimiento mientras mis manos se apoderaban de sus senos y los amasaban, maravillado con su forma y la suavidad de sus pechos.
Sus labios abandonaron mi boca mientras su mano liberaba mi miembro de su encierro. Me resultaba tan placentero sentir su lengua acariciando mi pene, experimentar las pequeñas succiones que le daba a mi miembro, la forma como lo la mía, su aliento impactándose en mi piel mientras su mano acariciaba mis testículos, de una manera exquisita que me robó un gemido, que me hizo poner los ojos en blanco, entregándome por completo al placer que me obsequiaba Fernanda.
Cunado abrí los ojos de nuevo vi maravillado que mi chica ya se había deshecho de sus pantalones y en aquel momento su mano se perdía en su entrepierna, haciendo que sus tímidos gemidos se ahogaran en mi verga, mientras mi mano se metía por debajo de su cuerpo para buscar sus hermosos senos, metiéndose por debajo de su sudadera hasta capturar uno de ellos, acariciarlo y amasarlo, experimentando la forma como su pezón se endurecía.
Fer se levantó para besarme nuevamente, llevándome a degustar el sabor de mi sexo, algo que en los labios de mi chica me llevaba a un nivel de placer distinto, que me hacía besarla con más pasión, recorrer su boca con mi lengua y disfrutar de los gemidos que emitía y que encontraban su destino final en mis labios.
- ¡Quiero sentirte adentro de mí! ¡Lo necesito! - susurró a mi oído, antes de morder un poco mi lóbulo y acariciar el interior de mi oreja con su lengua.
Levanté un poco las caderas para bajar mi pantalón hasta los tobillos y tener un poco más de libertad, ella se montó encima de mí y, con los ojos cerrados mientras se mordía el labio inferior, se dejó caer poco a poco sobre mi sexo, experimentando la forma como mi pene se introducía lentamente en su cuerpo y un suspiro intenso escapaba de la boca de mi chica.
Fernanda se deshizo de su sudadera dejando a mi vista sus maravillosos senos los mismos que no estuvieron libres por mucho tiempo antes de que los llevara a mi boca y comenzara a devorarlos, mientras sentía los movimientos de cadera de mi chica y la forma como mi miembro se deslizaba en su interior, provocando que suspirara, que respirara con el ritmo agitado, que su corazón palpitara diferente mientras se abrazaba de mi cabeza sin que yo dejara de hacerle el amor y le comiera las tetas.
- ¡Tú me haces sentir muy feliz, amor! ¡Me gustas demasiado! ¡Ahhh! ¡Te deseo tanto que a veces era insoportable tenerle lejos! ¡Ahhh! ¡Pero ahora eres mío! ¡Por fin eres mi chico! ¡Ahhh! ¡Ahhh!
Sus movimientos se hicieron más fuertes en la medida en que la excitación se iba incrementando poco a poco, en la misma medida en que sus movimientos y los míos iban perdiendo el control, dejándonos llevar por los deseos y los impulsos que albergábamos, tratando de sentir el cuerpo del otro tanto como fuera posible.
Ella me besó justo en el momento en que sentía cómo su humedad bañaba mi sexo, experimentando la forma como mordía mi labio inferior para ahogar los gemidos que le provocaba el orgasmo que estaba teniendo; pero no dejó de moverse por un solo segundo, por el contrario, el ritmo de sus caderas se hizo tan desquiciante que no me sorprendió que me llevara al límite en un instante, que de pronto tuviera que aferrar mis manos al asiento mientras sentía cómo se acercaba el momento de mi orgasmo.
Fernanda también lo notó y me hizo salir de inmediato de ella, moviéndose rápidamente para arrodillarse en el asiento y tragarse mi verga con tanta prisa como le fue posible, lográndolo apenas a tiempo para recibir mi primer chorro de semen en su boca a la vez su cabeza se movía y su lengua se concentraba en saborear mi semilla, lamiendo mi glande mientras los chorros de semen no paraban de dispararse de mi pene.
Fer siguió besando mi sexo y acariciando mis testículos por unos segundos después de que me vine en su boca, levantándose luego para darme un tierno beso y luego comenzar a vestirnos.
- ¿Se divierten? - preguntó Alejandra con una sonrisa en los labios, haciendo que Fer y yo intercambiáramos una mirada nerviosa al ver que todos estaban despiertos y nos miraban con enormes sonrisas en el rostro.
El resto del viaje fue bastante ameno, nos divertimos comentando lo que habíamos hecho en el campamento, escuchando las interesantes perspectivas de cada uno y riéndonos de las locuras de Fernanda; sin embargo, conforme el tiempo avanzaba y poco a poco nos acercábamos a casa, todos fuimos víctimas del peso de saber que aquello sería probablemente una de las últimas cosas que haríamos juntos.
- La pasé muy bien con todos ustedes chicos, los voy a extrañar mucho en la universidad, en serio - dijo Beto, con la voz entrecortada, mirando al frente de una forma tiesa, como si tratara de que no nos diéramos cuenta de que estaba llorando.
Nadie dijo nada más cuando faltaban unas pocas calles para llegar a mi casa, pero todos sabíamos que aunque aparentáramos lo contrario, nos sentíamos de la misma forma que había expresado mi amigo con aquellas palabras.
Fue muy difícil despedirnos de los demás, tanto que nos quedamos en la calle conversando por un largo rato, recordando tantas cosas que habíamos vivido juntos, entendiendo lo mucho que habíamos cambiado con los años, sabiendo que a partir de ese día todo sería muy diferente.
El primero en irse de ahí fue Juan, quien nos dio un abrazo a todos, subió a su camioneta y se marchó. Luego partió Beto, quien le robó un pico a mi hermana, de una forma graciosa y apresurada, un gesto que nos robó sonrisas a los demás. El siguiente fue Diego, él también nos abrazó con fuerza a todos antes de marcharse.
- Me quedaré un rato más con Ab y Ale, necesitamos tener una charla - dijo Fernanda cuando Diego la miró, como preguntándole si se iría con él.
Los tres entramos en la casa, encontrando un hogar vacío con una nota pegada en el refri, donde mamá y papá avisaban que se habían ido con los abuelos, que regresarían por la noche.
Dejamos las mochilas en el umbral de la sala y de inmediato nos fuimos a sentar a los sillones, todos lucíamos nerviosos, algo que supuse que era lógico, pues dudo mucho que alguno de los tres hubiéramos estado en una situación como la que Alejandra nos había planteado.
- Vale, pues hemos aceptado lo que nos proponías Ale, pero antes quiero pedirles una cosa a los dos - dijo Fernanda, con una nada usual seriedad en el rostro - sin mentiras, si esto ha de funcionar, tenemos que ser honestos entre todos, nada de ocultarnos cosas, nada de fingir cosas que no sentimos ni aceptar cosas que no queremos solo por evitar problemas, si esto ha de ocurrir tenemos que ser siempre honestos ¿Vale?
Ale y yo asentimos, Fer nos miró por unos segundos y luego sonrió tímidamente antes de comenzar a reírse nerviosa, algo que nos contagió también a mi hermana y a mí, hasta que ambos nos paramos, fuimos hasta donde estaba Fernanda y los tres nos abrazamos, intercambiando besos unos con otros.
Aquella tarde la pasamos la mar de bien, viendo un par de películas y comiendo palomitas hasta que la noche cayó y Fernanda decidió retirarse. Cuando su Uber llegó por ella, besó en los labios a Alejandra y luego hizo lo mismo conmigo, antes de que sin decir nada más saliera de la casa y nos dejara solos a mi hermana y a mí, con la casa vacía, sabiendo lo que ambos deseábamos, entendiendo que sería la primera vez que podríamos disfrutar completamente solos de la vida que estábamos a punto de iniciar, como hombre y mujer.