Solos en casa 08.
La tenue luz de los faroles que adornaban la zona del jardín, alumbraba a la pareja que permanecía en la piscina; sus cuerpos unidos como en un sensual baile a merced de la templada agua… Marta besaba la boca de su hermano como si quisiera devorar cada milímetro de esos labios que tanto la habían provocado; Mario bajaba sus manos, acariciando la espalda de la chica con los pulgares hasta llegar al trasero que abarcó con sus manos, apretándolo y haciendo que su hermana gimiera por la brusquedad del movimiento.
Esa sensación de sentirse dominada por la extraña fuerza de su amante, de la contradicción de que fuera su hermano pequeño quien la estuviera tratando con una fiereza llena de ternura y cariño… Sus manos acariciaron el abdomen y los pectorales de su hermano, sorprendentemente musculosos para la chica. Pegó su frente a la de su hermano, separando por primera vez sus bocas; miraba los ojos cerrados de su hermano, mientras las manos seguían ancladas en sus nalgas. Le dio un ligero beso en los labios, provocando que su hermano abriera los ojos y la mirara con un deseo como nunca había visto dibujado en la cara de un hombre.
Mario sonrió y levantó a su hermana cogida por la cintura, poniendo a la altura de su boca esas preciosas tetas que comenzó a besar con delicadeza; la tibieza de su piel contrastando con sus rosados pezones que lamía y mordía, mientras Marta sujetaba la cabeza de su hermana, a la vez que éste la mantenía en vilo.
- Marta…- susurró Mario mirando hacía arriba para encontrar los ojos de la chica.
- No hables… Por favor, cállate.- pidió la chica mientras su piernas rodeaban el torso desnudo del muchacho.
El chico, por toda respuesta, se metió bajo el agua, haciendo que la chica que tenía agarrada por la cintura se sumergiera con él… Cara a cara, aguantando la respiración y mirándose a los ojos bajo el intenso azul del agua con un ligero olor a cloro. Marta sonrió dejando salir unas burbujas de su boca y agarró la goma del pantalón corto de su hermano y tiró hacía abajo, colocándolo en su rodillas.
La impresión hizo salir al chico a tomar aire y, segundos después apareció su hermana en la superficie a escasos centímetros de él.
- ¿Qué haces? ¡Casi me ahogas!- rió el chico.
Marta se acercó a su oído, mientras rodeaba su cuello con sus brazos, y le susurró:
- No era justo… Yo estoy desnuda.- y le mordió el lóbulo de la oreja provocando un escalofrío en Mario.
Y, dicho esto, volvió a sumergirse; acariciando de nuevo las abdominales de su hermano, llegó hasta la cintura del boxer y los bajó con la colaboración de Mario… Y, por primera vez, como un resorte la polla de Mario saltó ante los ojos de su hermana que bajo el agua observaba lo real que era lo que había visto a través de la pantalla. Salió del agua y se sujetó a su hermano, rodeándole la espalda con sus piernas.
- Ahora estamos empatados.- volvía a susurrar en el oído mientras besaba su cuello, su barbilla, boca…
Mario estaba dejándose llevar, con sus manos afirmadas en el trasero desnudo de su hermana; mientras notaba su durísima polla en contacto con la piel de Marta… Agarró su pene y comenzó a moverlo en la entrada del coñito de su hermana, arriba y abajo; jugaba en la misma frontera del deseo más incontenible, con su amada hermana gimiendo en su oído ante las íntimas caricias.
Como si conociera cada uno de los gestos que estimulaban las zonas erógenas de Marta, Mario detuvo su miembro en el clítoris de la chica y comenzó a hacer circulos; la chica ya gemía de forma descontrolada, con la respiración agitada mientras sus dedos se clavaban en los hombros de su hermano pequeño. En un ataque de pasión, muerde la boca del chico que gruñe ante la desbordada caricia de su hermana. Un ligero sabor a sangre impregna la boca de ambos, y la chica entrelaza sus dedos en el pelo mojado de su hermano como gesto de disculpa cariñosa.
- Perdón…- dijo la chica dando un toque con la punta de la lengua a la herida en el labio de Mario.
El chico sonrió con esa miraba malvada que tanto gustaba a Marta y, colocando su polla en la entrada del sexo de su hermana, comenzó a penetrarla muy despacio. Ella cerró los ojos al sentirse invadida por aquel trozo de carne caliente, a pesar del agua. Apretó sus piernas alrededor de la cintura de su hermano, y vació sus pulmones de aire en un jadeo interminable… Mario se quedó ahí, con toda la longitud de su pene, dentro del sexo de su hermana mayor, con los huevos pegados a su pubis.
- Perdón…- dijo ahora el chico con una sonrisa burlona.
Marta comenzó a moverse muy despacio, jugando a ser un títere en manos de su hermano; quería ser una con él, como si la vida les hubiera deparado eso siempre, y hubieran tardado demasiado en darse cuenta.
La cadencia de las penetraciones era suave, como si se estuvieran dejando llevar por la inexistente marea de la piscina… La polla entraba en aquel coñito mientras el silencio se rompía por los chapoteos de los cuerpos en contacto con el agua y los gemidos contenidos, menos en el caso de Marta, de los dos hermanos.
Moviéndose en la piscina, Mario afianzó a su hermana contra una de las paredes de la piscina y, agarrando las piernas de su hermana, comenzó a follarla con más fuerza… Ya no había control en sus impulsos, porque ese cariño que se tenían se había aderezaba con un deseo y una pasión difícil de describir con palabras.
- Ahhh… Estamos locos… Estamos… Locos…- decía Marta disfrutando de las embestidas de su hermano pequeño.
- Te tenía tan cerca y no te podía tocar…- contestó el chico con su cara pegada al hombro de su hermana, sin dejar de follarla.
- Para no poder tocarme, te estás ensañando…- dijo la chica no pudiendo evitar reír sintiendo como el enano la estaba machacando con un ritmo lento pero contundente.
El chico se detuvo y la besó con ternura, conmovido por las palabras de su hermana que lo miró de forma grave:
- ¿Quién te ha dicho que pares, Mario?- dijo la chica con una sonrisa.
- Me encanta que me llames por mi nombre…- dijo el chico volviendo a follar a su hermana, ya totalmente desatado.
- ¡Joder! ¡Síiiii! A mi me encantas tú, me encanta mi hermano… Me encantas…- decía de forma atropellada sintiendo como un tremendo orgasmo se formaba en su interior.
- Marta… Me viene… Me voy a correr…
- ¡Hazlo! Lléname…- dijo la chica fuera de sí mientras se corría abrazada a la fuerte espalda de su hermano.
Y Mario explotó; se corrió a andanadas de leche caliente entrando en el interior del coñito de su hermana… Como si no hubieran roto suficientes barreras antes, el hecho de que Marta sintiera el semen de su hermano inundando su útero, era como sellar un vínculo eterno. Un “seré tuya para siempre, le pese a quien le pese”.
Los dos hermanos permanecían abrazados, con la polla del chico aún erecta dentro del coñito de ella, y recuperando el ritmo pausado de la respiración… Mario buscó los labios de su hermana, como si le fuera necesario besarla para saber que no era un sueño lo que estaba viviendo.
- Siento lo del mordisco en el labio.- dijo Marta susurrando muy cerca de su hermano.
- Marta… Yo… Me he corrido dentro de ti…- dijo el chico un poco asustado.
- No te preocupes, cariño. Tomo la píldora desde hace tiempo y, aunque no fuera así, necesitaba sentirte explotar dentro de mí…
- Tengo frío…- rió el chico haciendo que su hermana lo abrazara.
- Salgamos…- dijo Marta, haciendo que su hermano saliera de su interior y una buena cantidad de leche se mezclara con el agua.- Creo que te va a tocar mañana limpiar el agua de la piscina.
Mario sonrió por la ocurrencia de su hermana, mientras la veía salir por las escaleras y se fijaba en su trasero.
- ¿No te da vergüenza mirar a tu hermana desnuda?- bromeó Marta, haciendo el amago de taparse y tumbándose en una de las tumbona en una sensual postura.
- ¿Y a ti no te da vergüenza ver a tu hermano masturbarse por una cam?- soltó el chico haciendo que la chica le lanzara una toalla que había cerca.
- ¡Eres un tramposo! Lo sabías y me engañaste…
- No te engañé, nada de lo que te dije era mentira… Que estaba muy a gusto con Alice, que era como si la conociera de siempre y que mi hermana es la chica más especial que he conocido en mi vida.
Marta atrajo hacia ella a su hermano menor, dándole un sentido abrazo y acariciando su cabello con los dedos.
- ¿Qué va a pasar ahora?- susurró Mario entre los brazos de Marta.
- Pues no lo sé, pero no pienso renunciar a mi hermano…
- Somos hermanos, ante todo… Recuerdalo bien; no somos novios, ni somos amantes… Somos hermanos y me gusta ser tu hermana, la que cuida de mi enano.
- ¿Quieres decir que nunca más volverá a ocurrir?
- No he dicho eso…- sonrió la chica que echó mano a la polla semi erecta de Mario.- Solo quiero que esto no cambie el hecho de que te quiero más que a mi vida, que eres mi familia… Prométeme que nunca me dejarás.
- Nunca te cambiaría por nadie…
- No me refiero a eso, tonto…- dijo la chica que pajeaba la polla del chico, que ya recuperaba su dureza.- Me refiero a que me enamoré de ti, por ser el mejor hermano del mundo…
- ¿Has dicho que te enamoraste de mí?- dijo el chico con una burlona sonrisa.- ¿O sólo empecé a gustarte cuando te enteraste de lo de Merchu?
- ¡Eres un idiota!- dijo la chica forcejeando con su hermano y soltando su miembro.
- Era broma, siento lo mismo…- dijo el chico calmando el enfado de su hermana.- Marta, me tatué tu inicial porque siempre me he fijado en ti… Eres mi hermana, mi modelo a seguir…
- ¿Tu modelo a seguir? ¡Por favor, Mario! Si papá te escucha lo matas de un infarto.- sonrió la chica.
- Nadie me va a decir en qué me tengo que fijar, ¿no crees?- dijo mirando las tetas desnudas de su hermana.
- ¿Nada va a cambiar?- dijo Marta levantando la mano simulando un juramento.
- Nada va a cambiar entre nosotros…
- Bueno, nada de nada… Tampoco…- sonrió la chica volviendo a agarrar la polla ya dura de su hermano.
Marta agachó su cabeza y besó por primera vez esa polla que minutos antes la había follado en la piscina; incluso su olor no era desagradable, cuando ella nunca había sido muy amiga del sexo oral de primeras. Pero, ¿cómo iba a andar con desconfianzas con su hermano que, por otra parte, sabía que era uno de los chicos más higiénicos del mundo?
Mario echó la cabeza hacia atrás y cerró los ojos resoplando al sentir los tímidos golpes de la lengua de su hermana en su capullo… Había imaginado esa escena tantas veces en los dos ultimos días que le parecía parte de un sueño. Las manos de Marta acariciaban el pecho del chico y su torso, mientras su boca se hacía dueña de la dureza de su miembro. Sentir el calor del interior de la boca de aquel ángel entre sus piernas casi hace correr al chico de inmediato.
Ella se tomaba su tiempo, introducía la mitad de la polla en su boca y apretaba los labios al sacarla, para poner una pequeña y placentera resistencia; sentía palpitar aquel trozo de carne en su boca. Miró hacía arriba para encontrarse con los ojos de su hermano que la miraba con lujuria, teniendo que cerrar los ojos para no llenar esa boca de leche en pocos minutos… La lengua de su hermana hacía pequeños circulos sobre todo el grosor de su sexo y el chico no podía evitar dejar escapar algún gemido ante tal caricia.
- Me gustan las cosas que no van a cambiar…- atinó a decir Mario entre la excitación.
- Cállate, me desconcentras…- sonrió la chica sacando el miembro de su boca y masturbándolo con la mano derecha, mientras la izquierda bajaba hacía sus testículos.
Y el muchacho disfrutaba de esa extraña sensación de placidez y sobreexcitación porque, a pesar de que su relación con Merchu le había llevado a probar cosas inimaginables, esto era incomparable con un simple beso de Marta… Es lo que tiene mezclar el amor que sentía por su hermana, con el tremendo morbazo de todos los tabúes que estaban haciendo añicos. Porque no hay mayor punto erógeno que la mente humana y mayor excitación que es cruzar el límite de lo prohibido.
- Hermanita, me voy a correr…- anunció el chico extasiado.
- Ni se te ocurra, enano…- dijo la chica agarrando el pene por la base en un gesto que controlaba la eyaculación del chico.- ¿Sabes? Me llamarás depravada, pero me gusta que me llames hermanita.
La hermana se incorporó y, con su hermano apoyado en sus codos, casi tumbado en la tumbona, se montó sobre sus piernas dándole la espalda. Mario pudó observar el deseado culo de su hermana, cuando su coñito devoraba de nuevo su polla, llegando hasta sus huevos. La chica inspiró fuerte al notar la completa penetración y se quedó quieta unos instantes; cogió las manos de su hermano y, llevándola a la parte delantera de su cuerpo, hizo que abarcaran sus tetas…
- Quédate así un momento, por favor…- gimió la chica mientras el chico acariciaba esos pechos que tanto había soñado hacer suyos.
- Toda mi vida si quieres…- susurró el chico pegando su pecho a la espalda de hermana que seguía clavada en el sexo de su hermano.
- Déjame llevar el ritmo, enano…- dijo Marta con el apodo cariñoso que usaba con su hermano desde que nació.
La chica empezó a hacer girar sus caderas en círculos de forma pausada; más que una penetración, era una continua caricia. Además, Marta, como toda una experta, comenzó a contraer sus músculos vaginales, provocando oleadas de placer en su hermano que se limitaba a resoplar.
- ¡Dioooos! Marta, ¿Quién te ha enseñado a hacer esto?- dijo el chico arrepintiéndose inmediatamente de la frase, porque era algo que no quería saber.- Perdón.
- Tranquilo, no pasa nada.- suspiró la chica sin dejar de contonear sus caderas en un baile sensual sobre la polla de su hermano.- Sabemos que hemos estado con otros y quiero que seamos lo suficientemente maduros para que no nos importe… Además me tengo que poner las pilas para igualar a tus amantes…
- No seas tonta, con el primer beso ya las superaste a todas.
- Eso es bonito escucharlo.- dijo la chica inclinándose hacia delante y sacando la mitad de la polla de su hermano, para metérsela de golpe con una fuerte sacudida de sus caderas.
- ¡Uffff! No hagas eso o no respondo…
- ¿Qué piensas hacer? ¿Correrte en el coñito de tu hermana mayor?- espetó la chica repitiendo el movimiento anterior, dos veces seguidas y cambiando la forma de hablar.
- No sin antes hacer que te corras tú…- dijo el chico, que se levantó de la tumbona, manteniendo en vilo a una asustada Marta, sin dejar que su polla saliera del interior de aquella caliente cueva.- Tranquila no dejaré que te caigas…
Apoyó a su hermana en la tumbona, dejándola en postura de perrito y agarrado a sus caderas, comenzó a follarla con fuerza… Marta temblaba ante las embestidas de su hermano, con una sonrisa en los labios y unos gemidos que fácilmente podrían escuchar los vecinos. Mario se echó sobre su espalda tapando su boca.
- Cállate, te vas a oir…- susurró el chico sin bajar el ritmo de las penetraciones.
- ¡Joder! Es que me vas a matar…
- Tranquila…- dijo Mario relajando sus embestidas, para acariciar la espalda y los hombros de su amante.
- Creo que voy a tener que darle las gracias a Merchu, por enseñarte a follar así.
- ¡Estás loca!- dijo el chico mientras con un dedo jugaba en la entrada del trasero de su hermana.
- ¿Qué haces? ¡Ni se te ocurra!- se quejó Marta imaginando las intenciones de Mario, mientras seguía penetrando su coñito empapado.
- Nunca te haría daño, ni nada que no me permitieras… Confía en mí, soy tu hermano.
Esa frase ten simple, pero tan extraña cuando un chico te tiene penetrada hasta el útero, hizo gracia a la chica; pero la tomó con una naturalidad impresionante… Porque sabía que era la verdad sobre la que se sustentaría toda su relación: eran hermanos y nunca se harían daño adrede. Mario acarició el agujerito de su hermana con la yema de su dedo pulgar con suavidad, mientras sacaba y metía solo la mitad de su miembro en el sexo de su hermana.
- Si…Sigue, hermanito…- susurró Marta disfrutando de la caricia de su hermano.
- No aguantó más, hermanita…- decía el chico que estaba a punto de explotar de nuevo en el interior de su hermana.
- Yo también me corro, mi amor…- dijo la chica volviendo a usar sus músculos vaginales para apretar en torno al mástil de su querido hermano pequeño.
El hecho de escuchar las palabras “mi amor” en la boca de su hermana hizo a Mario llegar al éxtasis y, sin poder remediarlo, con un leve gruñido comenzó a correrse de nuevo dentro de aquel pozo de sus deseos; Marta llegó otra vez al orgasmo de forma simultanea al sentir la tibia leche de su hermano, invadiendo su interior.
Cayeron derrotados sobre la tumbona, dedicándose una y mil tiernas caricias como si trataran de recuperar todo el tiempo perdido… Sabían que era una locura y que no sería un camino fácil de recorrer, pero ninguno de los dos estaba dispuesto a quedarse sin intentarlo. Marta acariciaba el rostro de su hermano de modo cariñoso, en un gesto más propio del parentesco familiar que les unía que de dos amantes.
- La comida mexicana estaba riquísima…- sonrió el chico.- Me ha encantado nuestra primera cita.
- No te acostumbres, no siempre voy a preparar yo la cena…
En ese momento, sonó el teléfono de Marta que estaba sobre una pequeña mesa junto a la puerta del jardín. Mario se levantó dejando que su hermana descansara y agarró el móvil viendo que la llamada entrante era de Merchu.
- Marta, es tu amiga Merchu…- sonrió Mario sin coger la llamada y acercándole el teléfono a su hermana.
La chica se incorporó nerviosa de la tumbona, haciéndole gestos a su hermano de que guardara silencio… El chico riendo, se volvió a lanzar a la piscina de cabeza; para refrescarse y para alcanzar su ropa que seguía flotando en el agua, tras el ataque de su hermana.
- Dime, Merchu…- dijo Marta, intentando aparentar normalidad.
- ¿Qué ha pasado? ¡Me has colgado corriendo y no estabas conectada!
- Nada, nada… Tenías razón, mi hermano lo sabía todo.
- ¿Y?- dijo la amiga, tratando de conseguir más información.
- ¿Y qué? Pues nada, he tratado de hablar con él y explicarle que lo sentía que solo era un juego…
- ¡Joder! Pues ya puesta, te lo podías haber follado…
- ¡Merchu, por dios! ¡Es mi hermano!- disimuló Marta, mintiendo a su amiga.
- ¿Llegaste a verlo emitir? ¿Se desnudó?- quiso saber Merchu.
- Lo vi pero, como sabía que era yo, no se desnudó, solo me provocó. Se quitó la camiseta y me ponía morritos…- decía la hermana, mientras Mario sonreía escuchando la conversación.
La chica se levantó de la tumbona y, sin dejar de hablar, fue hacía dentro de la casa contoneando sus caderas, sabiendo que su amante la miraba desde el agua.
- Los morritos de tu hermano…- repitió Merchu riendo.- No sabes lo que te pierdes nena… ¡Como lo come, por dios!
- Merchu, para ya o me voy a enfadar… Estás hablando de mi hermano.
- ¡Vaaaaale! Lo que tú quieras… ¿Cuándo vuelven por padres?
- El domingo que viene.- dijo la chica, dándose cuenta de que pronto tendría un grave problema para ocultar lo que sentía por su hermano.
- Bueno, nos da tiempo a quedar un par de días, ¿no?
- Y con tu hermano también… Todo este rollo del engaño y de Alice, me han dado ganas de…
- ¡No puedes hacer eso!- protestó Marta, llevada por una tremenda sensación de celos.
- Pero si me dijiste que te daba igual lo que hiciera…
- Bu… Bueno… Eso ha cambiado, ahora está con esa tal Inma y la chica me cae bien…- mintió la chica que no sabía como salir del apuro.
- ¿Con Inma? ¿Te cae bien? Pero si el otro día casi la matas con la mirada cuando se fue con tu hermano…
- Bueno, pero no quiero que mi hermano se porte como un cerdo con ninguna mujer.
Merchu guardó silencio al otro lado de la línea, pensando en que Marta no tenía nada que temer respecto a la actitud de su hermano; nunca había entablado una relación con ninguna chica. Había logrado sexo sin preocuparse de nada más… No parecía dispuesto a empezar una relación después de lo de Susi… Algo no le cuadraba en todo eso y no estaba dispuesta a creer a su amiga.
- Dime una cosa.- espetó Merchu con voz curiosa.
- Te lo has follado… Lo sé, no podéis engañarme y lo peor es que no eres capaz de admitir que te has colgado por él. Al menos él lo admite.
- Con el tiempo empezaron a cuadrarme las cosas… La inicial de su tatuaje era una “M”, ¡es tu nombre!- decía Merchu mientras Marta se quedaba callada.- Como insistía en que no quería que te enterases de sus aventuras y como odiaba que otros chicos se te acercaran… ¡Está enamorado de ti y no sé desde cuando!
Escuchar esas palabras de la boca de otra persona le hacian pensar en lo arriesgado de todo lo que se habían dejado llevar. Ella sabía que sentía algo muy fuerte por su hermano, pero lo achacaba a su parentesco… Era como si tratara de negar lo evidente, pero estaban enamorados y llegaría el momento en que no podrían tratarse como simples hermanos. ¿Y si se enfadaban? ¿Y si su hermano le era infiel? ¿Y si, simplemente, no funcionaba? Estaban destinados a verse toda la vida… Marta recordaba la actitud de Mario con Susi, su ex, y no le gustaría que todo acabase así entre ellos.
- Ayúdame, Merchu… Lo he hecho y no sé que va a pasar…- susurró Marta.
Al otro lado del teléfono, sin que Marta pudiera ver su reacción, Merchu esbozó una morbosa sonrisa… Siempre se había considerado una persona muy abierta en cuanto a la sexualidad; había sorprendido a Mario con su curiosidad extravagante como la zoofilia, el incesto y el suave sadomasoquismo… Y, ahora, resulta que era ese chico tímido el que había traspasado el límite.
Mario se secó con la toalla tras salir de su baño nocturno y, preocupado porque su hermana no había vuelto a salir, entró en la casa. De la ropa que había tendida, cogió un pantalón corto y se lo puso sin ropa interior, mientras echaba a lavar su ropa empapada. Caminó hacía el salón y no había nadie; ¿su hermana se había ido a la cama sin decirle nada?
Subió las escaleras y vio la puerta de la habitación de su hermana cerrada a cal y canto. Una sensación de frustración le inundó el corazón, porque había dicho que seguirían siendo hermanos. Y él, como hermano, nunca abriría la puerta de la habitación de Marta. Puede que sonara un poco ridículo cuando media hora antes habían estado follando como animales, pero le preocupaba romper ese pacto que su hermana quería llevar a cabo.
¿Cómo podía tratar a Marta como a una hermana si estaba totalmente enamorado de ella? Si hacía tiempo que follaba con otras chicas, pensando en su cuerpo… ¿Qué le habría dicho Merchu para hacerla reaccionar así? Toda aquella locura empezó por la alocada amiga de su hermana. Merchu era una persona muy especial, sexualmente hablando. Todas esas fronteras que le enseñó a traspasar en su imaginación… Ver aquellos videos de incesto que tanto excitaban la mente de la chica, hizo que el viera como algo un poco más normal lo que sentía por su hermana. Era deseo sexual, añadido al tremendo amor que le tributaba como hermana.
Se quedó parado ante la puerta cerrada de su hermana; alargó su mano como si fuera a llamar pero no se atrevió. Respeto. Era la gran palabra que siempre había guiado su relación con su hermana. Trataría de conectarse para ver si estaba conectada Merchu y poder preguntarle que le había contado su hermana. Caminó a su habitación apesadumbrado y entró sin encender la luz:
- Sabes que no sé lo que me has hecho, pero te quiero demasiado.- escuchó la voz de su hermana en su cama.
Mario entornó los ojos para acostumbrarse a la oscuridad de la habitación, pudiendo vislumbrar la silueta de su hermana tumbada en su cama. Él se puso de rodillas ante la cama y apoyó su cabeza sobre el vientre de su hermana, que acarició su pelo entrelazando sus dedos. Marta cogió la camiseta que llevaba puesta y metió la cabeza de su hermano dentro de ella.
- Ojala te pudiera llevar así siempre…- dijo la chica mientras sentía los labios de su hermano en su vientre, bajo su camiseta.
- ¿Qué te ha pasado?- dijo Mario, sacando la cabeza despeinada del confortable refugio que era el cuerpo de su hermana.
- ¿Y si no funciona, Mario?- dijo la chica, haciendo que su hermano se estremeciera del significado de esa frase.
- Tú lo has dicho: somos hermanos.- dijo el chico, mascullando el parentesco.
- Enano, ¿tú estás enamorado de mi?
La pregunta fue como un golpe de k.o de un boxeador a su contrincante; Mario no sabía que contestar, porque temía que la respuesta alejara a su hermana de él para siempre.
- Mario, la primera norma es nunca mentirnos…
- Sí, lo estoy… No sé como ha ocurrido, pero estoy loco por ti. Te he tenido siempre a mi lado y me he acostumbrado a tenerte sin darme cuenta lo que sentía.
- Lo siento, yo no quiero que esto nos separe.
- Cállate y duerme conmigo esta noche, por favor.
El chico se metió en su propia cama, colocándose en el lado pegado a la pared; su hermana le da la espalda y el chico la rodeó con sus brazos y la besó en la nuca… Marta se dio cuenta que todo lo que le había dicho Merchu era verdad, que los sentimientos no se pueden controlar… Allí estaba ella, en la cama de su hermano pequeño, rodeada por sus brazos y con su espalda pegada a su pecho desnudo. Y sintió que, en ese preciso instante, alcanzaba la plenitud de su corazón.
- Yo tambien estoy enamorada de ti…- susurró para quedarse dormida en los brazos de su hermano.
Al día siguiente, Mario se despertó y escuchó el agua de la ducha; miró la hora y eran casi las doce de la mañana. Él no solía dormir hasta tan tarde, pero había pasado una de las mejores noches de su vida al calor del cuerpo de su hermana. Se acercó a la puerta del baño y llamó con los nudillos:
- Pasa, idiota, está abierto…- dijo la chica.
El chico entró en el baño con cautela, viendo el cuerpo desnudo de su hermana a través de la mampara; aunque le dijeran que iba a ver desnuda a su hermana todos los días de su vida, no podría evitar esa sensación de sorpresa… Sus tetas enjabonadas, su escaso vello del pubis perfectamente recortado y todo su cuerpo mojado bajo el agua de la ducha.
- ¿Quieres ducharte conmigo, enano?- sonrió la chica viendo la cara de asombro que tenía Mario.
- Te sigue gustando jugar con fuego.
- No creo que arda, estoy bajo el agua.
- ¡Vaya con la enamorada! ¡Qué radical!- bromeó el chico haciendo que la chica lo mirara de forma furibunda.
- Novio.- completó la frase Mario, quitándose el pantalón y entrando en la ducha con su hermana.
- ¿Qué has dicho?- dijo la chica boquiabierta.
- Resulta que tú estás enamorada de mí y yo lo estoy de ti…- dijo el chico besando la nariz de la chica que seguía escuchando.- Resulta que nos queremos, nos deseamos y lo hacemos… Así que soy lo más parecido a tu novio.
- Mi… Novio.- susurró la chica mirando a los ojos a su hermano.- Pues si mi novio quiere tener algo esta noche tendrá que portarse bien, porque tenemos visita todo el día.
- Vienen mis amigas a la piscina.- dijo Marta, viendo el gesto de fastidio que ponía su hermano.- Enano, tenemos que aparentar normalidad y ya había quedado con ellas… Sólo tengo que pedirte una cosa…
- Merchu lo sabe.- dijo la chica bajando la mirada.
- Bueno, era de suponer que lo supiera.
- He pensado que desde el principio ella nos ha incitado a todo esto; los videos de incesto que me ponía, la creación de Alice, ir contigo al concierto…
- ¡La madre que la parió!- exclamó la chica al darse cuenta de lo que le decía su hermano.
Mario cogió a su hermana en vilo, apoyando su espalda contra los azulejos de la ducha; la chica rodeó con sus piernas la cintura de su hermano, cruzándolas en su espalda.
- ¿Qué estás haciendo?- dijo la chica con una sonrisa, notando como la polla de su hermano buscaba la entrada de su vagina.
- Demostrarte lo agradecido que estoy a Merchu, por llevarnos a esto.
- ¡Vaya con el enamorado! ¿Así que quieres follarte a tu hermanita otra vez?
- Quiero follarme a mi novia…- dijo el chico dando un golpe de caderas para penetrar a su hermana que permanecía en vilo contra la pared.
- ¡Tu noviaaaaa!- gimió la chica al sentirse invadida.
Fue un polvo lento pero intenso, con penetraciones profundas de Mario que hacían gemir a los dos de forma acompasada, bajo el agua de la ducha. La chica con sus brazos agarrando la espalda de su amante, mientras éste la sujetaba por el trasero y la besaba de forma apasionada con su cabeza metida entre sus tetas. Fue rápido y los gemidos se hicieron cada vez más intensos con la llegada inminente del orgasmo.
- ¡Déjame bajar!- dijo la chica, haciendo que el chico la posara sobre el suelo sin saber muy bien que quería su hermana.- Estamos en la ducha, hoy te dejaré darte el gusto.
La muchacha se arrodilló y comenzó a mamar con avidez aquella dura polla que quedaba ante sus narices; empezaba a hacerse adicta a ese sabor y siguió masturbando el chico con fuerza hasta que los gemidos del muchacho eran escandalosos.
- Córrete, cariño… Córrete en las tetas de tu novia…- le dijo la chica masturbando de forma frenética aquella polla.
Mario comenzó a correrse y Marta no sabía muy bien de donde sacaba tanta reserva para tal cantidad de semen, si lo había hecho tres veces en menos de doce horas. Un lefazo cruzó sus pechos, llegando hasta su barbilla y los siguientes más flojos motearon sus tetas; la chica sonrió ante la cara de placer que ponía su hermano, mientras rodeaba el glande con los labios para limpiar los restos. Le gustó también es sabor de su semen.
- Esto sólo lo hago porque eres mi novio, ¿sabes?- dijo la chica incorporándose y apartándose del chico.- Y, ahora, lárgate de aquí que termine de ducharme tranquila, que mira como me has puesto.
- ¿Sabes lo peor de que mi mejor amiga sea tu amante? Qué me dices todas las cosas que haces bien… Y me debes una con esa boquita.
Mario sonrió ante la ocurrencia de Marta y asintió con esa malvada sonrisa que tanto ponía a su hermana.
- Cuando menos te lo esperes…- amenazó el chico.- Veamos cuanto te va el morbo.
El chico salió del baño al escuchar el timbre de la puerta, se puso un bañador y aún estando empapado bajó las escaleras para abrir la puerta. Allí estaba Sara que bajó sus gafas de sol para mirar el torso desnudo del hermano de su amiga.
- ¡Vaya nene! ¿Así me recibes?- guiñó un ojo mientras le besaba en la mejilla.
Detrás de ella estaba Merchu que lo miraba con una picara sonrisa en los labios; le dio dos besos rápidos en las mejillas, aparentando menos confianza que Sara y entró en la casa.
- ¿Dónde está tu hermana?- dijo Sara dejando su mochila de piscina en el sofá.
- Está en la ducha, ahora baja.- aseguró Mario mientras Sara subía las escaleras con toda confianza para ir al encuentro de su amiga.
- Así que en al ducha, ¿eh?- susurró Merchu a su oido y echando manos a su paquete- ¿Estás descargadito?
- ¡Merchu! Estate quieta…- contestó en chico sonriendo.- Dime la verdad, lo planeaste todo desde el principio.
La chica se encogió de hombros en un gesto gracioso y, mirando hacia arriba, por donde ya bajaban Sara y Marta, susurró: