Sobrina
April 15, 2023

Mis aventuras antes de ser amante de mi tío 6

Muñeca de trapo

😋 Tío Nacho, el pervertido.

Como las dos veces anteriores, tío Nacho me dejó abandonada en el baño, me quedé bajo la ducha a espaldas de la regadera. Me dolían las piernas, los brazos, las nalgas, mi coño, mi boca pero ya estaba acostumbrada a tal sensación, además, me encanta sentirme débil producto de las formas en las que tío Nacho me hace suya aunque en esa ocasión había sido tío César que por cierto, hizo muy bien su trabajo (aunque no sabía que era él). Me había dado una deliciosa cogida y para rematar tío Nacho se cogió mi boca a gusto.

Estuve bajo la ducha durante un rato, relajándome del agotamiento físico, relamiéndome el sabor del semen de tío Nacho que aún sentía en mi lengua. Lo más loco de todo es que deseaba más, era tanta mi cachondez que deseaba que ellos volvieran y se corrieran en mi boca al mismo tiempo (algo con lo que fantaseaba constantemente). Me masturbé mientras deseaba que eso sucediera pero no volvieron. Con el pasar de los minutos me recosté en la tina, sabiendo que tío Nacho no tardaría más de 30 minutos en volver, sin poder ver nada, en oscuridad total, pues, tenía los lentes blackouts y tenía prohibido quitármelos.

Me quedé pensativa. Había sido la mujer de mis otros tres tíos aunque sin saber el orden por mucho que intenté adivinar y tener sospechas, los tres habían disfrutado de mi cada uno a su modo, recordé que antes de ser de cada uno de ellos ya me habían visto coger con tío Nacho, escondidos en el closet.

¿Qué pasaría si la familia se enteraba de todo lo que estaba viviendo con tío Nacho y ahora con mis otros tres tíos? En lugar de sentirme culpable lo que hice fue cachondearme más y me masturbé mientras pensaba en todas las locuras que me hacía Nacho al cogerme, el saber que cada uno de ellos nos vio coger, además de que al final cada uno pudo al fin drenar sus ganas sobre mi y terminar follándome en presencia del más pervertido de los cuatro: tío Nacho.

—¡Qué puta!

La voz de mi tío me hizo sobresaltar del susto. Estaba tan inmersa en mis pensamientos y cachondeo que los minutos transcurrieron como segundos, no noté cuando tío Nacho irrumpió en el baño. Debió hacerlo de forma sigilosa o yo estaba tan concentrada en mi misma que no percibí su llegada.

—PUTA —volvió a decir, esta vez con un tono de voz más agresivo.

—Me asustaste, estúpido —respondí yo.

Me tomó del cabello con fuerza y me propinó una fuerte bofetada.

—A mi no me digas estúpido.

Me sacó del baño a rastras, resbalaba por la humedad pero me sujetaba de él mientras lo oía airado decir groserías hasta que me ordenó arrodillarme.

Yo no sabía en qué parte de la casa estaba, parecía el comedor, no podía ver nada, solo le hice caso, me arrodillé y me metió el pene a la boca.

—Haz lo que sabes hacer —me ordenó.

Estuve chupando su pene mientras el con el cinturón me pegaba en diferentes partes del cuerpo, la espalda, los brazos, las costillas, los senos, me dolía aunque no tanto, no eran fuertes azotes aunque sí que incomodaban.

Luego me cogería la boca a su ritmo ahogándome con su pene, produciéndome arcadas, lágrimas y llamándome "puta" y "perra" constantemente además de otras obscenidades.

Sentí mi coño humedecerse una vez más por la forma ruda en la que mi tío jugaba con mi boca.

Me haló de nuevo por mi cabello hasta hacerme poner de pie y sentí entonces que quedé recostada al sofá por la parte de atrás y supe lo que haría. Empezó a lamer mi culito y coño al mismo tiempo, escupía, metía los dedos hasta sentir que me dilataba un poco y cuando supo que podía entrar en mi sin problemas me penetro. Por el ano.

Yo me quejé, me dolió un poco pero a él no le importó, empezó a culearme y cada vez entraba más en mi, me pegaba, me jalaba del cabello, me abofeteaba, me daba fuertes nalgadas, todo eso sin parar de culearme.

Estuvo así durante un rato hasta que me vio temblar, sabía que me corrí.

Me tomó nuevamente del cabello, me llevó hasta la habitación, me ordenó ponerme a cuatro patas y volvió a hacerme sexo anal, mi cara quedó recostada a la cama, el resto de mi cuerpo fuera pero él me sostenía mientras me culeaba sin parar, de forma frenética, como un loco enfermo.

Me subió a la cama, boca arriba, me tomó por mis pies, los recostó en sus hombros y en esa pose volvió a hacerme anal, yo gemía como loca disfrutando esas embestidas de anal profundo.

En esa pose alcanzó el orgasmo, eyaculando dentro de mi culito, se quedó un par de minutos jadeando como loco mientras me llenaba de su semen.

Luego me ató las manos a ambos bordes de la cama (sin tanta fuerza), con prendas de tela y sentí que me abandonaba.

Soy masoquista, me gusta la humillación, por eso mi tío me coge de estas formas, porque está totalmente seguro que lo disfruto y obviamente él también y hasta creo que lo disfruta más que yo.

Desperté después de más o menos media hora, el cansancio me había inducido a un sueño profundo. Me costó liberarme de las ataduras pero lo logré.

Volví a ver a mi tío Nacho dos días después, así habíamos quedado.
© Michelle