Solos en casa 06.
El chico se lanzó a la piscina de cabeza dando una zambullida casi perfecta; no solía bañarse en la piscina ante la queja de su padre que le echaba en cara que prefiriese ir a la piscina común del polideportivo. Pero, por supuesto, había otras razones que impulsaban a Mario a ir a la otra piscina: las chicas y sus amigos.
Ahora las cosas habían cambiado porque la chica que le interesaba estaba bajo su mismo techo y el paso que habían dado hace unas horas, le hacía suponer que sería divertido estar a su lado. Y así fue… Marta bajó al cabo de media hora con una camiseta ancha puesta, donde se marcaban sus pezones lo que daba una ligera idea de que no llevaba sujetador; la camiseta llegaba justo hasta el monte de Venus, mostrando unas braguitas de algodón blancas.
- ¿Cómo van esos estudios?- preguntó Mario, aún en el agua y apoyando sus codos en el borde de la piscina.
- Me dijiste que tenías que estudiar no sé qué…
- ¡Ah sí!- recordó la chica la excusa que le había puesto.- Bien, bien… Aunque me costaba concentrarme.
- No sé, enano… Alguien estaba gimiendo al otro lado de mi pared; córtate un poquito, que tu hermana está al lado.
- Lo… Lo siento.- dijo Mario simulando una vergüenza que no existía.
- No, no… Con ella las cosas han cambiado: somos muy buenos amigos. Era esa chica que me dijo que conociera: Alice
- ¡Vaya con mi hermanito!- dijo la chica sentándose en el borde de la piscina mientras daba un sorbo a la Coca Cola Light que traía.- ¡Así que ya te has corrido delante de ella la primera vez que la has visto!
- ¿Quién te ha dicho a ti que me he corrido?- preguntó Mario enarcando las cejas.
Marta dejó de beber casi atragantándose al darse cuenta de que había dado más información de la que debía.
- Bueno, por lo que se escuchaba de vez en cuando, al parchís no estabas jugando. ¿Qué clase de tía se desnuda en una cam la primera vez que ve a un tío?
- No es lo que parece, ella no ha puesto cam ninguna… ¿Qué te hace pensar que me hemos puesto cam?
- No lo sé, lo supongo.- decía Marta que había vuelto a meter la pata, de nuevo.
- Bueno, es verdad… Pero la cam sólo la he puesto yo…
- ¿Le pones la cam a una desconocida?
- No sé, no era con esa intención, pero ha sabido interesarme.
- Sí , ya sabes… ¿Nunca te ha pasado que un chico te despierta un interés extraño? Como si conociera como piensas… ¿Cómo es ella?
- Nadia, o como se llame… Alice. Merchu decía que la conocías.
- Se habrá equivocado o yo no me acuerdo…- dijo Marta tratando de salir de la encerrona.- ¡Vaya! Parece que te ha tocado hondo esta chica.
- Tú llegas más hondo, hermanita.
- ¿Qué… Qué has dicho?- dijo la chica que se quedó perpleja.
Mario la agarró del brazo y tiró de ella hasta hacerla caer a la piscina con la camiseta puesta. Marta llegó casi hasta el fondo de la piscina, mientras veía a su hermano a escasos centímetros de ella con los ojos abiertos bajo el agua y sonriendo.
- ¡Eres idiota!- dijo la chica muy enfadada dentro del agua y salpicando a su hermano, más por lo que le había hecho entender que por la zambullida.
- ¡No seas así! Siempre jugábamos a esto cuando éramos pequeños.- dijo el chico volviendo a darle un ahogadilla a Marta.
La chica se agarraba al cuerpo de su hermano, su cintura, sus hombros. Sus pechos desnudos bajo la camiseta de pegaban al vientre de su hermano; creyó notar una dureza en su vientre de la polla de su hermano, esa polla que hace una hora había visto correrse. Salió como pudo a la superficie, mientras llenaba sus pulmones de aire.
- ¡Para ya, Mario! ¡En serio!- dijo la chica alejándose de él hacía la escalerilla.
- Vale, vale…- dijo el chico mientras seguía nadando.
Marta salió de la piscina por la escalerilla y los ojos de su hermano estaban clavados en su cuerpo desnudo bajo la camiseta empapada.
- ¡Se lo voy a decir a papá!- dijo la chica dando la vuelta para mirara su hermano y darse cuenta de cómo le miraba ahora las tetas marcadas bajo la camiseta mojada, con los pezones totalmente marcados.
La chica miró hacia donde iban dirigidos los ojos de su hermano pequeño y se tapó con pudor, mientras corría hacía el interior de la casa y escuchaba las risas de Mario de fondo. Cerró la puerta tras ella y se apoyó en la pared suspirando. Sonrió, ahora en la intimidad, por el atrevimiento de su hermano de tirarla al agua; por esas discretas caricias a su cuerpo y, sobre todo, por esa morbosa mirada a su cuerpo casi desnudo.
Mario salió un rato después de la piscina y se secó con la toalla; entró en la casa y sólo se escuchaba la música de la habitación de su hermana… Suspiró ante el mal gusto musical de la chica que le gustaba y subió a la planta de arriba. Llamó con los nudillos a la puerta, mientras se secaba el pelo con una toalla con el bañador aún mojado.
La puerta se abrió y allí estaba Marta, guapísima, con una camisa desabotonada con un buen escote y un short vaquero que marcaba sus torneados muslos y su precioso trasero. El chico se quedó callado observando a su hermana con los ojos como platos, en un gesto muy parecido al de la piscina, al pillarlo de improviso.
- ¿Qué haces?- decía el chico tratando de desviar la mirada del escote de su hermana.
- Dijiste que ibas a ir a por comida del McDonalds, ¿por qué no vamos a comer allí?
- ¿Juntos? Creí que estabas enfadada conmigo, por lo de la piscina.
- Y lo estoy… Vas a invitarme tú a comer.- dijo la chica con una sonrisa, que desarmó al chico.
- Va… Vale…- dijo dubitativo Mario, que por primera vez en la mañana se sentía superado.
- Pero quítate el bañador y ponte algo decente.- dijo la chica tirando de la goma de su traje de baño.- No querrás hacerme quedar en ridículo, ¿no?
- No, no… Me doy una ducha y bajo.
- Vale, te espero viendo la tele, no tardes.
Mario fue hacia el baño y no pudo evitar echar un vistazo atrás para ver el culo de su hermana contoneándose, con parte de sus cachetes asomando por debajo de los vaqueros shorts… El chico al entrar en el baño, encontró la camiseta empapada y las braguitas de su hermana tiradas en el suelo.
- Joder…- suspiró el chico cogiendo la prenda interior del suelo y observándola.
Una prenda blanca de algodón con un pequeño lacito azul. Sonrió al recordar a su hermana con esa prenda puesta y empapada al salir de la piscina. Se acabó por meter bajo el agua de la ducha con una enorme erección.
Marta estaba en el salón y cogió el móvil para mandarle un mensaje por el whatsaaps a Sara y Merchu con las que había quedado es tarde para suspender el plan; tenía ganas de disfrutar de esa tarde con el verdadero Nexxxus. Inmediatamente contestó Sara, que llamó:
- ¿Con quien has quedado, guarra?- dijo la amiga de Marta.
- Con nadie… Además, ¿tú me vas a llamar guarra? ¡Qué te estás tirando a Brau!
- Coño, pero tú sabes quien es… ¡Venga, dimelo! ¿Es Jesé?
- ¡Y dale con Jesé! Qué manía tenéis todos con que me líe con Jesé.
- ¡Hey! ¡Qué yo no digo nada! Sólo que era el tema de conversación anoche, cuando te fuiste.
- Bueno, Jesé habló con tu hermano porque por lo visto estaba enfadado porque os habíais liado o no sé qué.
- ¿Y Merchu? ¿No dijo nada? ¡Ella sabía que no era verdad!
- Bueno, ella se llevó a tu hermano después de que hablará con Jesé… Pero no sé.
- ¿Estuviste con ellos toda la noche?
- Bueno, hasta bastante tarde… ¿A qué vienen tantas preguntas? ¿Qué pasa con Jesé entonces?
- Nada, Sara en serio… No ha pasado nada entre nosotros, solo somos amigos.
- Eso dijiste de Roberto, y de Luis y de…
- Ya lo sé, pero esto es distinto. Pero tampoco me gusta que crean que tengo algo con él; ¿no hizo nada por desmentirlo?
- Coño, fue a hablar con tu hermano, ¿te parece poco?
- Dijo que hoy iba a un almuerzo familiar. Ya sabes, vestirse de “persona normal” no va con ella, jaja… ¡Tenía un cabreo!
- Es buen tío, ¡y está buenísimo!- dijo Sara muy ilusionada.- Pero acaba de dejar una relación hace poco y vamos despacio; quedamos los fines de semana y poco más… ¿Me puedes hacer un favor?
- No sé, depende.- dijo Marta que conocía las peticiones extremas de su alocada amiga.
- ¿Podrías pedirle opinión a tu hermano sobre Brau?
- Pero es su amigo, no va a decir nada malo.
- ¿A ti? ¡Marta, por favor! Mario a ti te dice la verdad, siempre.- dijo la chica sonriendo a través de la línea telefónica.- ¿Sabes? A veces pienso que ojala no fuera tu hermano, porque es el único tío que te aguanta…
- ¡Serás hija de puta!- protestó Marta, que aún así le había encantado la observación de su amiga.
Justo en ese momento, bajó las escaleras Mario con unos vaqueros y una camiseta blanca; Marta lo vio aún con el teléfono en la oreja y le sonrió:
- Nena, ya está aquí mi cita… Tengo que dejarte.- dijo Marta, dejando sorprendido a su hermano.- ¡Qué noooooo! Vale, lo haré, lo haré.
Mario escuchaba la conversación sin saber muy bien quien había al otro lado del teléfono; si era Merchu, corría el peligro de que le hubiera dicho que ella no le había dicho que conociera a Alice… Eso podía hacer que Marta sospechara que sabía que era Alice, aunque por la forma de despedirse no parecía que estuviera enfadada.
- ¿Quién era?- dijo Mario al verla colgar la llamada.
- Era Sara… Me estaba contando cosas de anoche, ¿por qué?
- Nada, por si era Merchu… Quiero hablar con ella.
- ¡Ah, claro! Se me olvidaba… Para contarle todo lo de su amiga Alice, ¿no? ¡Te ha dado fuerte esa chica!- dijo Marta sonriendo, y haciendo entender a Mario que no sabía nada.
- No… Bueno, sí. Pero era para otra cosa…
- Pues no vas a poder hablar con ella. Está de comida familiar.
- ¿Incomunicada?- sonrió Mario, al que se le abrían las puertas para tener algo más de tiempo para seguir con su juego.
- ¡Vaya! Parece que te alegra… ¿Hay algo que ella sepa que yo no?
- ¿Có…Cómo?- dijo nervioso el chico.
- Bueno, vamos a comer… Luego lo hablamos.
El camino hacia la hamburguesería fue rápido, conduciendo Marta; Mario no solía montarse en el coche con ella porque se ponía nervioso, pero era el castigo por no querer sacarse él el carnet de conducir. Y en parte se ponía nervioso, por tener que “sufrir” la tentación de mirar las piernas de su hermana, casi desnudas por el shorts. Marta era consciente de ello y disimulaba una sonrisa, mientras seguía hablando de temas superfluos y miraba, a veces, a su hermano. La postura cohibida de su hermano, en situaciones como ésta, le hacían recordar el niño tímido y vulnerable que creía conocer hasta hace solo unos días… Eso le gustaba más aún, siempre le había encantado sentirse protectora de Mario.
Aparcaron en coche en el McDonalds, y los dos bajaron mientras reían de la última broma de Marta, que iba especialmente animada.
- Creí que íbamos a pillar la comida e irnos a casa.- dijo Mario, que sabía que no podía ser tan directo estando en la calle.
- ¿Te avergüenzas de que te vean con tu hermana?
- No, no es eso, estúpida…- dijo el chico entrando en el restaurante de comida rápida.
- Mejor, no quería tener de pegarte.- dijo Marta riendo, mientras su hermano la miraba con gesto divertido y amenazante.
- A lo mejor te caes otra vez a la piscina…
- Idiota.- dijo la muchacha llegando al mostrador para pedir.- ¿Pides tú, que voy al servicio?
- Lo que quieras, pero quiero nuggets de pollo.- dijo Marta mientras se dirigía a la puerta de los baños.
Mario fue mirando la carta electrónica que había sobre el mostrador de pedidos tratando de decidir lo que pedir; la verdad que el hecho de ir con su hermana le gustaba. Podía asegurar que hacía más de cuatro años que no iban juntos a ningún sitio, y mucho menos solos.
- ¿Mario?- le dijo la chica que lo iba a atender, que lo conocía al instante.
El chico miró a la dependienta, reconociendo a la chica con la que estuvo hace tiempo y con la que tuvo una corta relación tormentosa; era una chica menuda con una preciosa melena rizada escondida bajo la gorra con el logotipo de la franquicia y unos ojos grandes y brillantes. Una risa sarcástica se dibujaba en la cara de la chica, sorprendida de encontrarse al chico después de algún tiempo.
- Llevaba mucho tiempo sin verte.- dijo la chica sin abandonar esa sonrisa.
- Bueno, desde que me dejaste por Saúl.- dijo el chico con otra sonrisa, dando a entender que le importaba poco.
- Creí que ya habías superado eso.
- ¿Estás con alguien saliendo?- preguntó la chica.
Para Mario era un palo encontrarse a Susi, que así se llamaba la chica, en una situación así; era la única chica que le había roto el corazón de verdad, pero fue hace mucho… Entonces, él no tenía nada que ver con el chico que hoy era, pero mucha de la culpa de su carácter tímido se debía al desengaño que sufrió.
Justo cuando iba a contestar a esa pregunta, unas manos rodearon su cintura desde atrás abrazando con ternura.
- Amor, ¿has pedido ya?- dijo Marta mientras le daba un dulce beso en el cuello, ante la incrédula mirada de Susi.
- No, no…- dijo el chico muy nervioso por la interpretación de su hermana.
- Hola, ¿eres amiga de mi novio?- dijo simulando unos celos, que sorprendieron tanto a Susi como a Mario.
- ¿Sabes? Tengo que darte las gracias… No sabes lo que dejaste escapar.- dijo la chica tirando de Mario hacía otra caja que se había quedado libre y dejando a Susi con un palmo de narices.
Mario no abrió la boca mientras Marta, sin soltar su cintura, pedía la comida a la nueva dependienta. Le pasó la bandeja y se alejaron hacía una mesa en la otra punta de la hamburguesería. Se sentaron en la mesa y Marta no perdió tiempo en dar un mordisco a la hamburguesa de pollo que había pedido.
- ¿Por qué has hecho eso?- dijo Mario mirando a su hermana con una sonrisa.
- ¿Te ha gustado?- dijo Marta mirando de reojo a Susi que los observaba desde lejos.- Sabía que lo estabas pasando mal, se te nota demasiado cuando estás incomodo. No sé como conmigo puedes tener tanta cara y cortarte tanto con esas tías de que putean.
- Esa chica no es una cualquiera.
- ¿Susi? Ya lo sé…- afirmó Marta, sorprendiendo a Mario por conocer el nombre de su ex.
- ¿El nombre de esa chica?- masculló su hermana mientras buscaba con la mirada a la chica que ya estaba ya ocupada en atender a otros clientes.- Creo que piensas que nunca he estado pendiente de ti. Pero sí lo hacía… Eres mi hermano pequeño.
- Lo del beso… Hacerte pasar por mi…
- ¿Por tu novia?- interrumpió divertida la chica.- No sé me pareció divertido… Psicología femenina. ¿Te sigue gustando?
- ¿Quién? ¿Susi?- preguntó el chico.
- Sí.- dijo secamente pero con una sonrisa de situación dibujada en su rostro.
- No, supongo… Pero es verdad que verla hace que recuerde cosas.
- Los engaños de las mujeres son muy malos…
- Enano, soy mayor que tú. Aunque no lo creas veía como estabas con esa chica y como, de repente, dejasteis de veros. Eras un zombie.
- Bueno ya pasó… Han pasado años y, la verdad, me doy cuenta que fui estúpido porque una cosa así me afectara.
- No tienes que avergonzarte, no es malo llorar por lo que quieres.
- ¡Ah, perdón! Hablaba con la señorita Marta, experta en relaciones sentimentales.- dijo el chico riendo mientras untaba un aro de cebolla en salsa barbacoa.
- Porque nunca has tenido una relación seria.
- ¿Y tú que sabes?- decía ofendida Marta.
- No eres la única que observaba. Has estado con chicos pero, dime la verdad. ¿Algo serio? ¿Tan fuerte como para considerarlo importante en tu vida?
Marta sorbió de su refresco de naranja, mientras miraba a los ojos a su hermano; tenía tanta razón que le sorprendía el análisis… Nunca había tenido una relación seria, al igual que el resto de sus amigas. Quizás eso hacía que confundiera las cosas con su hermano. ¿Cómo podía estar segura de sentir algo más que atracción física por él si nunca ha sentido nada por un chico?
- Lo siento si te he molestado…- añadió el chico al ver a su hermana pensativa por la pregunta que le había hecho.
- No, no te preocupes.- dijo Marta simulando una alegría que trataba de ocultar sus miedos, aunque Mario se daba cuenta de la situación.
Su hermana siempre había sido así, tan lleno de energía y alegría que nunca se dejaba ayudar en los malos momentos, porque nadie podía vislumbrar esos malos momentos. De hecho, el día del concierto cuando, se fue hacía casa, Mario se sorprendió por verla afectada por primera vez por algo.
- Me tendrás aquí siempre para lo que necesites.- dijo Mario cogiendo su mano y haciendo que Marta sintiera un escalofrío por el contacto de su hermano.
- Lo sé, enano… Además, más te vale, ¡ahora soy tu novia!- bromeó la chica haciendo que el chico forzara una sonrisa.
- ¿Qué quieres hacer ahora?- preguntó el chico mientras apilaba las bandejas vacías en la mesa.
- Te iba a decir que cosas de novios… Pero no me fío de ti ¡qué eres capaz de follarme!- soltó la chica dejando perplejo a Mario y apresurándose a pedirle perdón.- Perdona, a veces me pierden las formas.
- Bueno, siempre me ha encantado tu culito… ¡No te descuides que nunca se sabe, estando solos en casa!
- ¡Serás guarro!- dijo Marta dando un golpe en el hombro, pero sintiéndose muy excitada por el rumbo de la conversación.
A su cabeza llegaron nuevamente las escenas de la palpitante polla de su hermano corriéndose a borbotones sobre su vientre. Del pecho de su hermano controlando la acelerada respiración tras el orgasmo. No pudo evitar agarrarse a su brazo y apoyar la cabeza en su hombro, tras dejar Mario las bandejas en la zona de recogida.
- ¿Qué haces?- dijo el hermano sorprendido.
- Bueno, Susi puede estar mirando. Y ya que mi novio no es cariñoso conmigo…
Mario sonrió y, pillando desprevenida a Marta, la agarró del culo y poniendo frente a él y elevándola unos centímetros la besó dulcemente en los labios… Unos pocos segundos, durante los cuales Marta no cerró los ojos porque sentía que el corazón se le iba parar. ¡Su hermano la estaba besando delante de todo el mundo! Y ese beso fue mejor que todos los que había recibido, a pesar de sentir solo sus labios cerrados, lo que ayudó a comprender que sí era verdad que sentía algo por ese niño que se había hecho hombre tan cerca de ella.
- ¿Estás loco?- le dijo la chica una vez en el suelo, pegando su frente a la de su hermano.
- ¿En qué quedamos? ¿Qué tenía que hacer algo o que no?- sonrió el chico que la miraba a los ojos mientras sus labios permanecían a milímetros.
- Pero… Pero nos pueden reconocer…- dijo la chica luchando en su interior por separarse, aunque las manos de su hermano seguían en su trasero.
- No pasa nada, estamos en la otra punta de la ciudad…
- ¿Puedes dejar de agarrar mi culo?- dijo Marta sonriendo.
- ¡Cállate ya, enano!- dijo la hermana separando a su hermano, poniendo las manos en su pecho.
Los dos hermanos salieron del restaurante y se dirigieron al coche entre risas, por la situación vivida; ninguna hacía referencia a lo que ese contacto les había hecho sentir… Pero Mario estaba como loco por abalanzarse sobre su hermana y acabar lo que había empezado. Marta mientras arrancaba el coche, miraba de reojo al bulto que se había formado en el pantalón de su hermano; tenía que disimular para que no viera su cara de excitación.
- Oye, iba a llegarme el parque para ver a estos que estarán allí… ¿Quieres venir?- dijo el chico tratando de cambiar de tema.
- ¿Y qué hago yo rodeada de tantos tíos?
- Bueno, estará Inma…- dijo el chico sabiendo que soltaba una bomba de relojeria.
- Vaya, tu amiga…- dijo la hermana sin apartar la vista de la carretera con cara de fastidio.
- ¡Cómo sois las mujeres! Un solo beso que te he dado y ya estás celosa…- dijo el chico bromeando pero sabiendo que era verdad.
- ¿Celosa? ¡Soy tu hermana! ¡Nunca podrá ocupar ese sitio nadie!- dijo la chica enfadada de verdad.- No me trates como a una de tus amiguitas, ¿vale?
- Vale, vale… Lo siento.- dijo Mario viendo que el juego de provocación le había salido mal.
El silencio se hizo en el vehiculo mientras los dos hermanos llegaban al parque; Mario miraba a su hermana de reojo, sin poder evitar sonreír porque le encantaba lo guapa que se ponía cuando se enfadaba.
- No te enfades conmigo, sólo es que me gustas cuando te enfadas.
- No estoy enfadada, pero no quiero que juegues conmigo.
- ¡Ah! ¿La señorita “juegos lascivos” no quiere jugar?
Marta se calló al escuchar la acusación de su hermano; le dolió esa frase como si le hubieran apuñalado el corazón… Mario se dio cuenta y acarició el pelo de su hermana, cuando ésta aparcó al lado del parque.
- Lo siento, Marta. No quería decir eso.- dijo el chico mientras la chica dejaba que acariciara su cabellera.
- Baja del coche, Mario. Me voy a casa.
- Por favor, Mario… No quiero hablar ahora. Ya estás en el parque… Luego nos vemos.
- Hermanita, escúchame.- dijo el chico, una vez bajado del coche y hablando por la ventana abierta.
La chica miró a su hermano con el gesto serio; él ya no sonreía, simplemente la miraba preocupado. Veía en sus ojos esa mirada comprensiva que había en la puerta de la sala de conciertos… Le gustaba, tenía que admitir que adoraba que una persona se preocupara por ella así; sabía que era su hermano, y que era lógico que lo hiciera, pero esa mirada decía mucho más que un “lo siento”.
- Me ha encantado pasar el día contigo y me gustaría que te quedaras conmigo… Siento haberte dicho eso; yo soy cómplice de esos juegos y me encantan.- dijo el chico mientras la chica lo miraba sorprendida por esta última frase.
- No puedo quedarme, pero no te preocupes… Nos vemos en casa esta noche. Habías quedado con Alice, así que podremos cenar juntos, ¿no?
- ¿Cómo sabes que había quedado con Alice?- dijo el chico con una leve sonrisa.
- Me lo dijiste tú, ¿quién va a ser?- dijo Marta sabiendo que había metido la pata, porque Mario no le había dicho nada.
- No sé, no me acordaba… Pero si me lo pides me quedo contigo.
- ¿Prefieres a tu hermanita que a Alice?- dijo la chica más risueña.
- Siempre, aunque debo de decirte que tienes una rival muy fuerte por mi cariño.- bromeó Mario llegando los dos de nuevo al límite del juego.
- Tendré que matarla.- dijo la hermana.- ¡Anda, déjalo ya! Te están esperando en el parque. Nos vemos esta noche, te prepararé la cena.
- No líes mucho en la cocina que después me toca a mí recoger.
La chica sacó la lengua a su hermano, mientras metía la marcha y se iba con el coche. Mario vio como se alejaba y se tocó los labios al recordar el beso que se habían dado. El primero…
- Alice no besa nada mal…- susurró.
Marta llegó a casa y subió a su habitación; había sido un día bastante movido… Tenía miedo de seguir con esa aproximación a su hermano. Y eso que le daba señales inequívocas de que los sentimientos eran correspondidos, pero siempre había sufrido un bloqueo cuando llegaba a estos niveles. En otros casos no se habría preocupado a la hora de dar el paso, pero era su hermano.
- ¡Por el amor de dios! ¿qué estoy pensando?- se decía a sí misma Marta.
Sentada en su cama con las rodillas pegadas al pecho, cerraba los ojos y se mezclaban las escenas de la paja que se hicieron juntos anoche y el beso tan romántico que le había dado en la hamburguesería. Pero eso tenía un sentido distinto para él, porque Mario no sabía que, Alice y ella, eran la misma persona. Ella se debía sentir cómoda en esa situación, por el hecho de que, como Alice, podía hacer con su hermano las cosas que le estaban prohibidas como Marta.
Pero pensar en el beso que se dieron le hizo desear más de ese placer prohibido. Era enfermizo, pero no podía evitarlo. Ahora estaba sola y deseando que llegara la noche para poder pasar un rato con él. Sonrió al pensar que había prometido a Nexxxus, ponerle la cam esa noche. ¿Podría su hermano reconocerla? Tendría que disimular el fondo de su habitación para que no se percatara que la chica que se iba a masturbaba delante de él, estaba a escasos metros de ella.
Como si se tratara de una cita, preparó un conjunto de braguitas muy sensuales que su hermano nunca hubiera visto y una camiseta estrecha que se había dejado Sara hace tiempo en su casa.
Dedicó el resto de la tarde a bañarse en la piscina y a tomar el sol, totalmente aislada del mundo… Recibió un mensaje de Sara diciéndole si iban a quedar esa noche e inventó una excusa sobre un leve malestar para quedarse en casa. Hoy era un día para Mario y ella. Estaban solos en casa.
Mario llegó a casa casi a las nueve de la noche; entró en el salón y notó el olor a comida recién hecha que llegaba de la cocina. ¡Comida mexicana! Su hermanita estaba preparando su plato preferido, porque sabía que a él siempre le habían encantado los burritos que preparaba con tiras de pollo y un poco de picante. Entró en la cocina y se encontró a su hermana de espaldas, ocupada en la cocina.
- Huele muy bien, hermanita.- dijo Mario, acercándose para coger uno de los nachos que Marta preparaba con queso fundido y guacamole.
- ¡No toques!- dijo su hermana dándole un golpe en el dorso de la mano.
- ¡Ay! ¡Me has hecho daño!- bromeó el chico.
Marta cogió uno de los nachos, empapándolo bien en guacamole y lo acercó a la boca de su hermano que la abrió para recibir el aperitivo. Después levantó el delantal que llevaba colgado del cuello, dejando ver a su hermano que llevaba puesto un escueto bikini, y le limpió la boca de forma cariñosa. Los restos de guacamole, que habían quedado en el dedo de Marta, los limpió llevándose el dedo a la boca y chupándolo, mientras su hermano la miraba totalmente absorto.
- Anda, vete a la ducha mientras termino la cena.- dijo la chica dando un manotazo en el trasero a su hermano.- Hoy tienes una cita con tu amiguita virtual, ¿no querrás decepcionarla?
- Si quieres me descargo una película y la vemos juntos.
- ¿Y dejar plantada a Alice? No me parece típico del conquistador de mi hermanito. ¡Vete a la ducha que se enfrían los burritos.
Mario subió a la ducha, pensando en que su hermana estaba decidida a seguir adelante con la cita de Alice y Nexxxus; no quería renunciar a la parte sexual de esa extraña relación… El chico se excitaba ante la idea del desconocimiento de su hermana de que él sabía que Alice y ella eran la misma persona. Además, esa noche había prometido poner la cam. ¿Hasta donde estaba dispuesta a llegar su hermana?
El agua de la ducha caía en su cuerpo mientras pensaba en la posibilidad de ver a su hermana masturbarse delante de él. Había llegado el momento y él ya había decidido no dar ni un paso atrás. Todas sus dudas se aclararon en la conversación que tuvo esa tarde con Inma, su mejor amiga.
- No sé quien es la chica, pero se nota que te tiene bien agarrado del pecho.
- Pero es algo complicado, Inma… No es tan fácil como parece.- dijo el chico mirando al suelo.
- Mario, guapo, ojalá me gustaran los hombres para poder estar con un tío como tú… Eres más inteligente que muchos, no me decepciones con esos prejuicios.
- Todos los miedos que siempre tienes. Ese bloqueo que tanto nombras, no sé quien lo causó pero no te puede impedir ver lo que sientes.- dijo la chica cogiéndolo de la barbilla.- Te lo dice alguien que por mi tendencia sexual sufrí mucho tiempo por querer ocultar lo que sentía. No puedo tener a cualquier chica que me gusta, porque si es heterosexual no tengo nada que hacer, ¿entiendes?
- Entiendo pero es distinto, es algo que no te puedo contar.
- No te digo que no sea fuerte que estés colgado de esa persona tan “prohibida”, pero…
- ¿Cómo? ¿Qué has dicho?- dijo el chico al verse descubierto.
- Nene, se nota… Yo al menos lo noto. La forma en que la miras, los gestos mientras tocabas el concierto… Y el enfado que cogiste cuando creías que se había liado con otro.
- ¿La quieres?- continuó la chica.- No voy a decir quien es, porque los dos lo sabemos; corramos un tupido velo… Pero, repito: ¿la quieres?
Mario se limitó a asentir como un autómata, sin saber a lo que podía llevarlo esa confesión… Una cosa era que esa chica se hubiera convertido en una confidente mucho más íntima de lo que Merchu fue nunca, al menos no tan sexualmente activa, y otra muy distinta es que confesará que sentía una atracción incestuosa por su hermana.
- Pues déjate de prejuicios, será difícil pero no es una persona de la que te puedas alejar así como así. Y según los gestos, estáis los dos en la misma línea.
- ¿Sabes que eres rara de cojones?- dijo el chico sonriendo.
- No, sólo soy lo suficientemente observadora para no dejar escapar algunas cosas… Eres uno de mis mejores amigos y nunca te he visto hablar de una chica como hablas de ella…
El chico estaba recordando todo aquello, una vez había salido de la ducha y se secaba el pelo ante el espejo. “Nunca te he visto hablar de una chica como hablas de ella”, “la forma en que la miras…” Sonrió a su reflejo ante la idea de que Inma tenía toda la razón; no podía evitar lo que sentía: estaba enamorándose de su hermana, y ya no parecía recordar cuando empezó todo.
- ¡Enano! ¡Date prisa, se enfría la cena!- escuchó la voz de Marta desde abajo.
- ¡Ya voy!- contestó saliendo del baño.
Había llegado el momento: una cena con Marta, una cita con Alice… Una noche que cambiaría sus vidas para siempre.