Un verano 2.
Tras su primer encuentro con Mónica, Andrés siente despertar sus ganas de vivir y su lívido, y decir volver a ser el tipo apasionado que siempre ha sido y disfrutar del sexo a tope: ahora quiere más sexo y más morbo...y lo va a tener.
Tras el encuentro con Mónica, salí un tanto desorientado del edificio donde estaba mi empresa; iba de regreso a casa, y con varias ideas que me rondaban la cabeza: la posibilidad de que se complicara mi día a día en el trabajo por lo sucedido con Mónica, cierta incredulidad después de tanto tiempo protegiéndome del contacto con el sexo opuesto, de cualquier acercamiento, la certeza de que, tal vez había estado desperdiciando un tiempo precioso todos estos últimos años, centrado solamente en resolver mis problemas…y la sensación de que algo se estaba despertando dentro de mí; pero era una sensación familiar, conocida…
Llegados a este punto tal vez os preguntéis en qué consiste este “problema” que he mencionado en varias ocasiones: simplemente, y a modo de resumen, deciros que yo tenía mi propia empresa de gestión de patrimonios, que funcionaba muy bien, (más modesta que en la que ahora trabajo), pero tuve que ausentarme por un tiempo debido a la enfermedad repentina de mi padre, que vivía en a muchos cientos de kilómetros, enfermedad que se prolongó durante varios meses, (hasta que llegó el fatal desenlace), y me obligó a facilitar, poderes de gestión y el acceso a mis cuentas bancarias, y a la de algunos de mis clientes, a la persona que yo creía de máxima confianza, amigo por más de 20 años, compañero de estudios en la facultad de derecho, y que resultó ser una persona con serios problemas de adicción al juego, y, este personaje aprovechó para saquear mis cuentas y la de alguno de mis clientes, y simplemente…desaparecer.
Cuando fui consciente del desastre, ya era demasiado tarde, tuve que afrontar el gran problema, liquidar todo mi patrimonio, pagar deudas, pero no pude conseguir reflotar mi empresa…ni mi ánimo. Este último decayó cuando comprobé que casi todos mis amigos, la familia, y mi pareja de aquel entonces, abandonaron el barco como ratas, al ver el tremendo agujero en el que acababa de caer, y fue entonces cuando me juré a mi mismo que saldría adelante, y me dediqué en cuerpo y alma a trabajar, sin descanso, para solucionar mi situación lo antes posible, saldar mis deudas y volver a sentirme bien conmigo mismo. Y lo conseguí…pero me había instalado en un cómodo caparazón para todo lo que supusiera una exposición a las emociones… y ahí me quedé…
Esa noche apenas dormí, recordando la sensualidad de Mónica, las chicas de la mañana, lo que me hacían sentir…sentía que estaba…¡vivo!, si, tal vez ya era hora de empezar a disfrutar de nuevo, y sin duda en ese disfrute tenía un papel protagonista el sexo. Siempre había disfrutado al máximo de él, siempre había sido atractivo para las mujeres, ¿porqué no volver a intentarlo…?
Por la mañana, y tras dormir unas horas escasas, decidí que todo iba a cambiar, ¡estaba decidido!, -pensé- ¡a disfrutar del sexo!.
Para cuando llegué de nuevo a la estación, mi determinación, comenzaba a no ser tan firme; cuando entré en el edificio de la empresa, tenía serias dudas, y cuando entré en mi despacho, mi determinación hacía más aguas que el Titanic. Necesitaba otro golpe de suerte para recuperar la confianza en mi mismo definitivamente. “Veremos a ver como va el día”…- pensé-
En principio transcurrió sin novedades, hasta que llegó la hora de comer y llamaron suavemente a mi puerta: era Mónica.
- No Mónica, hoy me he traído un táper…¿por? –era mentira-
- Es que me gustaría hablar contigo fuera de la oficina…
- Pues, es que no es un buen momento, tengo mucho lío, ¿no me lo puedes decir ahora?
- ¿Te sientes incómodo por lo de ayer?
- Anoche sí, me sentí culpable, casi…¿cómo te diría…?...sucia, pero creo que realmente me gustó, ¿y a ti?
- Pues si bastante…aunque…”ahora Andrés, ahora es el momento, habla ahora o quédate calladito ”, pero se me quedó corto. ¿Y a ti Mónica?
- Bueno, si, pero somos adultos, estamos libres, bueno no sé…creo que todo está bien…no sé…
Todo esto lo dijo, con voz dubitativa y mirando hacia un lado,
- Bueno…ya lo hablaremos en otro momento
Se giró para marcharse, pero cuando estaba a punto de salir, paró en seco, giró sobre sus talones y me dijo:
- ¿Quieres cenar conmigo esta noche?, en mi casa, mis hijas no están…están con su padre
Aún sorprendido, me escuché decirle:
Sonrió abiertamente y, acto seguido, me apuntó su dirección en un papel, pero cuando me la iba a dar se paró en seco y me dijo:
- ¡Anda!, pero tú vives lejos!¿te dará tiempo a pasar por tu casa?
- Evidentemente no, si quieres lo dejamos para otro momento…”¿Se está arrepintiendo sobre la marcha y me pone pegas?”
Se puso a pensar en silencio un instante y finalmente respondió:
- Si te parece, quedamos en la salida del parking, en la calle de la derecha, para que no nos vean salir juntos, y podemos ir a cenar a mi casa, así estaremos más relajados y si quieres puedes ducharte para estar más cómodo…
“Chica lista; o lo tiene bien pensado o sencillamente le apetece mucho, como a mí, creo que puede ser lo que necesito”
- De acuerdo, quedamos luego, sin problemas.
Esto ya no tenía marcha atrás. Pasé el resto de la jornada intentando no pensar en la cita, pero me sentía nervioso como un colegial, y lo que era mejor, se me estaban despertando los instintos depredadores…
Llegó la hora, y Mónica me envió un whatsapp para avisarme de que bajaba a por su coche. La esperé distraídamente, en la calle lateral, junto a la salida, y a los pocos minutos, un flamante suv de color blanco, me avisaba con ráfagas luminosas. Subí al vehículo y Mónica aceleró para alejarnos lo antes posible, mientras yo me abrochaba el cinturón de seguridad. Estuvimos un par de minutos sin hablar, y fuí yo quien rompió el silencio:
- De nada, me apetece que charlemos un poco de lo de ayer, además así nos conocemos un poco mejor, y seguro que nos vendrá bien distraernos
“ya verás tú si nos vamos a conocer, ya…” Me lo estaba poniendo en bandeja.
Aproveché que ella conducía atenta al tráfico para mirarla bien. Vestía con una blusa blanca de manga corta, ancha, con un pequeño escote, pantalones beige claro de lino, muy elegantes, y contemplaba su vestuario con unas bonitas sandalias plateadas con pedrería, que dejaban ver unos pies bonitos, cuidados y con unas uñas pintadas en un tono oscuro y atractivo. Esta vez su cabello estaba recogido en una cola de caballo que permitían ver unos bonitos pendientes en forma de aro, también plateados que le sentaban de maravilla.
Yo decidí dar un giro a los acontecimientos, y liberé mi cabello de mi sempiterna coleta en que lo llevaba recogido cuando estaba en horario laboral, para mi era toda una declaración de intenciones. Acto seguido puse suavemente mi mano izquierda sobre su muslo derecho, junto al cambio automático del coche. Mónica se giró un instante con una sonrisa amable en el rostro y, de pronto abrió mucho los ojos
- Lo hago siempre cuando no estoy trabajando, es como me gusta llevarlo
Lo cierto es que mi cabello, era lacio, fino, largo hasta mis hombros y estaba, (y está), bien cuidado. Junto con mi bigote y mi perilla, igualmente mimados, donde sí que se mezclan las canas con mi color castaño oscuro natural, me quedan muy bien y favorecen mis facciones, modestia aparte.
Se hizo el silencio y yo decidí que ya era momento de llevar adelante la determinación, “¡Andrés despierta!”, y deslicé mi mano por su ingle abarcando la parte interior de su muslo derecho
Lo dijo en un tono, suave, casi de lamento…o de súplica
Puse mi mano sobre sus labios mayores, sobre el fino y suave pantalón, y comencé un suave y lento pero firme masaje, que enseguida empezó a surtir efecto, pues Mónica me miraba por el rabillo del ojo, con la respiración un tanto agitada y una perlita de sudor comenzaba a resbalar por su sien, a pesar de la perfecta temperatura ambiente que nos proporcionaba el climatizador del vehículo. La situación me daba mucho morbo, tanto más, teniendo en cuenta que circulábamos por la ciudad, bajo la luz del atardecer veraniego, y en medio del tráfico, a la vista de todos. Pero Mónica se estaba poniendo muy caliente. Y yo también. Desabroché el botoncito y bajé la cremallera de su pantalón y Mónica solamente acertó a decir:
- Andrés vamos a tener un accidente…
Dije esto mientras sonreía con picardía. A continuación introduje dos dedos por dentro de su braguita y pude acariciar un pubis muy bien rasurado con lo que era un triangulito muy bien cuidado. Enseguida noté el calor y la humedad y proseguí hasta que mi dedo notó sus labios mayores, buceó aún más, y se abrió camino hasta su clítoris, y lo comenzó a acariciar con suavidad, (cuado quieren, mis dedos tienen vida propia…); justo en ese momento, Mónica dio un pequeño respingo a la vez que gemía con su voz cálida, pero no me paré ahí, y enseguida, mi dedo llegó hasta la entrada de su coñito, y empecé a jugar haciendo pequeños círculos con la primera falange de mi dedo corazón dentro de ella. Automáticamente comenzó a mover sus caderas. Un frenazo muy brusco me sobresaltó
- Lo siento, casi no veo el semáforo, me estás matando…Andrés
- Apenas 5 minutos, pero has de parar, me puede ver alguien y me puede reconocer; y ya te dije que soy de orgasmo fácil…
“Y un cuerno voy a parar ahora”.Como respuesta introduje el dedo hasta el fondo de un solo movimiento y ella gimió con fuerza
No tenía convicción en su voz, estaba demasiado excitada…
Arrancó cuando el semáforo se puso verde, para desgracia de un conductor de autobús que no perdía detalle de la jugada desde mi lado del vehículo. Había empezado a jugar, y ya no quería parar, lo estaba disfrutando y como siempre me había pasado cuando estaba con una mujer. Decidí continuar e introduje el segundo dedo, comenzando una lenta maniobra de mete-saca. A los dos minutos Mónica dio un volantazo y se paró en un vado torpemente, mientras un vehiculo la esquivaba por poco y el conductor hacía sonar el claxon cabreado, se inclinó hacia delante, se agarró al volante con fuerza, cerró los ojos, y comenzó a gemir, con la respiración muy agitada, y se corrió agitando las caderas, follándose mis dedos para ayudarme en mi agradable tarea. Cuando por fin paró de moverse, una pequeña mancha en forma de cerco comenzaba a crecer en el pantalón, sobre su entrepierna.
Me dijo con cara de vicio, visiblemente ruborizada y la respiración muy alterada; aún estaba excitada
Le sonreí. Acto seguido, se incorporó al tráfico de forma poco prudente y, en poco más de un minuto, entrábamos en un parking, en el sótano de un edifico bastante lujoso en un barrio de la parte alta de la ciudad. Bajó al segundo sótano, aparcó en una amplia plaza doble, y paró el vehículo. Enseguida se giró hacia mí, se desabrochó el cinturón de seguridad, y se abalanzó, literalmente, sobre mí buscando mi boca con deseo.
El beso duró un par de minutos y, para ser sincero, me supo a gloria; era un reflejo de su personalidad, dulce como Mónica, pero intenso y caliente. Mientras tanto no había perdido el tiempo y había estado acariciando mi entrepierna sobre mi pantalón y me tenía más duro si cabe, después de los últimos hechos, como una piedra; yo por mi parte apretaba sus pechos con lujuria, e iba desabrochando los botones de su blusa. En un instante, se agachó, lentamente, apartó mi boxer y suave, pero decididamente se fue introduciendo mi polla en su boca, ¡joder como la chupaba!. Inició una firme y lenta mamada presionando sus labios sobre el tronco de mi rabo y, cuando por fin llegaba de nuevo hasta mi glande, jugueteaba con su lengua sobre él. No sé que me excitaba más, si el placer que me proporcionaba con su boca, o sus gemidos de excitación y su respiración alterada mientras lo hacía. Decidí ponerla al límite antes de que consiguiera que yo me corriese, y, como pude, tiré de su pantalón con mi mano izquierda y, la verdad, es que ella no opuso ninguna resistencia y cuando por fin quedó su bonito culo al aire, (redondo, rotundo y firme), aparté su braguita a un lado y, sin miramientos, introduje dos dedos en su coñito, que prácticamente los engulló: estaba empapada y eso la acabó de encender. Como si hubiese tocado un resorte, sacó mi polla de su boca, se apartó de mí, me desabrochó el cinturón, (de seguridad), después el del pantalón y me los bajó de dos tirones. Se sentó en su asiento y se sacó rápidamente su pantalón, (doy gracias por que decidiese comprar un automóvil amplio y no un utilitario; desde aquí mi más sincero agradecimiento a los diseñadores de Suv del mundo), se puso a horcajadas sobre mí de un ágil movimiento, apartó su braguita a un lado y agarró mi miembro con su mano derecha. Paró un instante, mi miró a los ojos y me preguntó:
- Andrés, ¿tú quieres follarme?
- Más que nada en este momento Mónica, aunque…
Me puso dos dedos en los labios y me hizo callar
- Yo también estoy nerviosa, hace mucho de mi última vez y es la primera vez que lo hago con un hombre que no sea mi ex
Acto seguido, acercó mi glande a su clítoris, se lo acarició varias veces, con los ojos cerrados y, casi sin respirar y, después, lentamente, se metió mi polla hasta el fondo
Estaba encantada y yo, tanto o más que ella, hacía tanto tiempo…y ella no dejaba de gemir y emitir palabras que no entendía muy bien
- Aaaah, aaaahh, mmmmmhh….por fin….si…esto…siiii..mmmmhhh…oohh…te tengo…oooohhh
Inició una cabalgada, inicialmente lenta, sintiendo cada centímetro, pero antes de dos minutos, comenzó a subir y bajar con fuerza y yo, comencé a acompañarla agarrando con fuerza su culo y subiendo y bajando mis caderas, dentro de los limitados movimientos que me permitía mi posición. En dos minutos más Mónica estallaba:
- Me corro, me corro, me corro…..mmmm….por fin teee…¡te tengo!
De repente se tensó, se abrazó a mí y dejó de moverse, mientras emitía unos grititos cortos y un tanto agudos y, seguidamente noté como sus fluidos resbalaban por mis ingles y mis muslos. Me descabalgó y me dijo:
- No te preocupes que no te voy a dejar así
Se agachó y comenzó una frenética mamada, escupiendo y babeando en mi polla sin parar, estaba totalmente desatada…tanto que no se dio cuenta de que el vehículo de la plaza del lado derecho, donde yo estaba sentado se iluminaba, alguien había accionado un mando a distancia y las luces se habían encendido…pero no sería yo quién parase eso ahora.
Miré por mi retrovisor y ví acercarse una chica, de no más de 25 años, alta morena y parecía que vestida muy mona; Mónica seguía a lo suyo, y a mí me podía más el morbo que el sentido común. La chica se acercó a la puerta del conductor, miró distraídamente hacía mí, hizo además de saludar con la cabeza, pues llevaba las manos ocupadas, (en la izquierda un voluminoso bolso y con la derecha abría la puerta) y se giró hacia su vehículo, La chica estaba espectacular con un minifalda tejana ajustada de color azul claro, una camiseta de tirantes, ajustada y con un discreto escote que no disimulaba unos pechos de buen tamaño, pelo largo, negro y rizado, y un bonito bronceado. Pero, de repente, como si su cerebro acabara de procesar la información, se puso rígida y se quedó estática.
Era evidente que escuchaba los gemidos de Mónica desde fuera con claridad, y a pesar de que el vehículo era alto, me voy claramente a mí, y desde luego la cabeza de mi compañera que subía y bajaba de forma rítmica. Me quedé expectante, pero ella entró en
su coche y se sentó, dejando el bolso en el asiento del acompañante y se quedó allí, mirando hacia el coche, y más concretamente hacia mí.
Yo estaba a punto de estallar y avisé a Mónica:
- ¡Ahora, Andrés córrete, por favor, quiero tu semen!
Nuestra vecina de parking, escuchó claramente el grito de Mónica y me miró sin ningún pudor, y entonces yo, que noté la gran oleada que recorría mis genitales hacia mi polla, y sin cortarme un pelo, respondí a Mónica como se merecía y como premio por sus atenciones:
- ¡Me corro, Mónica!...¡uuuoooooooohh!
Y comencé a descargar, mientras ella no se apartó ni un centímetro con todo mi glande en su boca, dándome un placer inmenso, mientras yo alternaba mis miradas a la cara espectacular de mi compañera, con un par de miradas furtivas a nuestra improvisada voyeur de al lado, que me miraba con una media sonrisa pícara en su cara.
Pasó un minuto, que Mónica dedicó a limpiar con su lengua hasta el último resto de semen de mi instrumento para después, incorporarse y darme un abrazo y un largo beso con lengua. En ese momento, nuestra mirona debía percibir lo siguiente:
Un tío con cara de placer y morbo y el pelo largo, suelto y alborotado, y una preciosa rubia con la blusa desabrochada, sus generosos pechos pegados a mi, la cara colorada por el calor y el placer, y que me besaba con ardor. Hasta aquí bien, pero la chica arrancó su vehículo y se delató.
- ¡Joder Andrés!¿cuanto hace que está ahí?
- ¿Cómo dices?...¡Qué vergüenza!,
Y se apartó de mí hacia su asiento, cerrando su blusa con los brazos
- Heeey, no te preocupes, que no pasa nada, todos somos adultos…
Y le di un beso dulce, que enseguida me devolvió con ardor. No se volvió a mencionar el tema. Nos recompusimos y subimos a su casa. Mónica tapando la mancha de su pantalón que le había dejado la “humedad”, con su bolso. Accedimos a su piso, un bonito ático, con una terraza espectacular, decorado con gusto y calidad, que evidenciaba estilo y una importante capacidad económica: me sorprendió, que poco sabía de su vida…igual que ella de la mía…
De nuevo Mónica, como si adivinara mi pensamiento, me comentó un tanto apurada:
- Este el piso que compramos mi ex y yo, llegamos a un acuerdo y ahora es mío y lo he redecorado, ¿te gusta?
- Desde luego, es muy bonito, tienes mucho gusto…
Aquel ático me recordaba mis buenos tiempos, antes de mi ruina forzada…
- Si, por favor, pero solo si tu te duchas conmigo
Se acercó a mí y me abrazó por la cintura pegándose a mí
- ¡Eres un bicho!, vaya, vaya que calladito te lo tenías…
- ¡Pues anda que tú guapa!...qué vicio tienes
Eso mismo pensé yo: “si tú supieras…ibas a flipar”
Me condujo a una habitación que resultó ser una preciosa suite con baño, muy amplia y con salida a la terraza, pero ella me dejó y me dijo que se iba a duchar en otro baño, que quería preparar algo de cena. Me duché, rápidamente, para que no pensara que la dejaba olvidada, me sequé con un albornoz y una toalla que me había dejado, y cuando salí, me dirigí a contemplar las vistas desde la terraza. Era un edificio de calidad, bien construido y bien pensado, donde los áticos de la finca gozaban de unas vistas envidiables de la ciudad, pero ofrecían total intimidad. Esta concretamente estaba orientada al sur-oeste, y pude ver el sol iniciar el ocaso; me quedé embelesado, tanto fue así que me sorprendió cuando Mónica me abrazó desde atrás y me preguntó:
- Es precioso…relajante…me encanta
- Si quieres podemos cenar aquí afuera
Me señaló una amplia mesa en madera de teca, con seis sillas a juego, con sus correspondientes accesorios. Todo perfecto.
- Por que te quedas a cenar, ¿no?
- En eso habíamos quedado, ¿no?
Los dos nos estábamos sondeando
- Entonces no se hable más, ¿te apetece un poco de pescado?
- Claro, pero yo te ayudo, que no me sé estar parado
- De acuerdo, ven, vamos a cambiarnos y yo luego vamos a la cocina
Me ofreció una camiseta que a ella le quedaba muy ancha y a mí a medida, (salvo por la inscripción que tenía gravada: “I am a strong woman, what about you?”, me volví a colocar mis pantalones y mis zapatos, y ella se puso un short blanco, con bolsillos en los laterales, y una camiseta de tirantes negra con un amplio escote que dejaba ver buena parte de sus pechos, su cabello recogido en una cola. Caminaba descalza.
Me acompañó a la cocina, y me ofreció una cerveza fresca y ella se destapó otra. Comenzamos con los preparativos de la cena, y yo hice las funciones de pinche; lo cierto es que me gusta la cocina y no se me da mal, pero vi a Mónica muy resuelta y que lo preparaba con cariño y solo seguí instrucciones. La dejé ultimando la cena y yo me dediqué a preparar la mesa. Cuando regresé a la cocina, Mónica estaba agachada con las piernas rectas, vigilando el interior del horno. No me lo pensé, y me acerqué desde atrás y me pegué a su bonito culo, que el short resaltaba.
- Es usted muy amable caballero
Se enderezó y siguió de espaldas a mí. Yo aproveché para pegarme bien a su culo y pone mis manos en sus caderas. Ella empezó a presionar sobre mi paquete con su culo y moverse en pequeños círculos. Subí mis manos hasta su vientre, lo acaricié y después subí hasta sus pechos, y los apreté con suavidad: me encantaban. Ella ronroneó suavemente, y yo bajé mis manos y subí su camiseta para quitársela. Como respuesta, Mónica levantó los brazos y me ayudó. Se giró hacia mí y me dio un beso, buscando con su lengua la mía, acelerando su respiración, mientras me ayudaba a quitarme la camiseta. Se pegó a mí y agarró mi culo. Yo la cogí por la cintura, y la giré, apoyándola en la isla que había detrás de nosotros, presidiendo la cocina. Me agaché frente a ella y comencé a desabrochar su pantaloncito y bajar la cremallera, resbaló y vi, con regocijo que no llevaba ropa interior, estaba desnuda para mí. Levantó los pies, uno y luego el otro y me ayudó a sacar la prenda. Decidí dedicarle unos cuidados especiales y la hice separar los muslos con mis manos
- Oooh Andrés que me vas a hacer….
- Lo que tú me estás pidiendo con la mirada
Acto seguido comencé a acariciar sus muslos con la punta de mis dedos, mientras mi boca, comenzaba a besar su vagina lentamente. Echó su cabeza hacia atrás y se dejó hacer. Separé sus labios con mis dedos y, con mi lengua comencé un lento recorrido; ya notaba la humedad brotar de su interior y me acerqué a su clítoris, que comenzaba a hincharse, realmente se calentaba con rapidez.
En un movimiento rápido e inesperado para ella, pasé mis manos por el interior de sus muslos, agarrándola por las nalgas desde atrás, y la levanté, apoyándola sobre el mármol de la isla de la cocina, y entonces sí, con más facilidad, solo inclinándome hacia delante, comencé a lamer y succionar su clítoris, mientras Mónica comenzaba a mover suavemente sus caderas y suspirar y gemir con esa dulce voz que tanto me gustaba y tan caliente me ponía
- Mmmmm…ufffffff….ffffff…mmmmmm…huuuyyy
Aceleré mis lametones e introduje lentamente el dedo índice de mi mano derecha en su coñito, follándola con suavidad…luego otro dedo más, el corazón. Ella subió el ritmo de sus caderas y, en pocos segundos, tuvo un nuevo orgasmo
- Ooooohhh…joder…siiii….me corroooo
Yo no paré con mi maniobra hasta que ella me dijo:
- ¡fóllame, fóllame, jódeme como a una perra!
“Je, je, je. la chica modosita se está soltando” –pensé-
Me acerqué a ella para que me besarla, y se agarró de mi cuello y aproveché para ayudarla a ponerse de píe, aunque parecía tambalearse un poco. Le di la vuelta con brusquedad, y la apoyé en el mármol, tiré de sus caderas hacia mí y la hice separar sus piernas, separando sus muslos, mientras ella se dejaba hacer. Me aparté hacia atrás y contemplé la soberbia estampa. Esa era una fotografía mental que intentaría almacenar en mi cerebro para siempre.
Acto seguido, me despojé de los zapatos, del pantalón, de mi short, y me pegué a ella, a su culo, me incliné hacia delante apoyándome sobre su espalda y agarré sus pechos mientras lamía su cuello
- Siiiii, vamos, no seas malo cabrón no te hagas de rogar
- Un momento, no tengas tanta prisa
Siempre me ha encantado jugar, pienso que es la sal y la pimienta. En el pasado, en ocasiones, mis juegos podían durar horas, lo que se suele llamar preliminares, pero para mí no es más que el juego más divertido…
Comencé a dejar caer saliva sobre su nalga derecha y que sintiera como resbalaba, para luego conducirla con mi lengua hacia su coñito: ella gemía y movía sus caderas mientras movía su cabeza de un lado a otro nerviosa, expectante, impaciente…
Acerqué mi glande a su entrada y mojé la punta suavemente, ella intentó forzar la entrada, echando su culo hacia atrás, pero yo la frené y me incliné sobre ella diciéndole en su oído derecho casi en un susurro:
- No, no, no…hasta cuando yo lo decida y, como vuelvas a intentarlo…te voy a castigar, como a una chica mala…
Acto seguido me retiré y seguí frotando mi glande y mi tronco por toda la extensión del canal que formaba la unión de sus nalgas. A los pocos segundos Mónica dirigió su mano derecha hacia mi polla e intentó agarrarla para metérsela. Yo la frené con rapidez y volviendo a inclinarme sobre ella le dije en su oído izquierdo esta vez.
- Si es lo que quieres…tendrás tu castigo
Ella se giró y me miró entre divertida y excitada. Mensaje recibido
Atraje sus manos hacia atrás haciendo que apoyara sus pechos sobre el mármol, mientras ella soltaba un leve gemido. Cogí mi boxer del suelo, lo retorcí estirándolo al máximo, e improvisé un tosco nudo en sus muñecas, atando sus manos sobre su espalda que quedaban justo sobre el inicio de su culo.
Contestó divertida. La dejé así y me dirigí a la nevera, la abrí. Lo primero que llamó mi atención fue un bote de nata,,,”no demasiado evidente. Vamos a ver”. Tras unos segundos, encontré el objeto perfecto, un plátano de tamaño medio. Fui a la fregadera, que quedaba justo de espaldas a donde estaba Mónica, que intentaba seguir mi acción por el rabillo del ojo, en una posición bastante cómoda para ella, por cierto, de momento…lavé la fruta, y acto seguido me acerqué a ella.
Se tensó expectante. Dirigí la parte ancha a la entrada de su coñito y después la pasé a todo lo largo por sus labios mayores y por en medio de su culito, ella comenzó a gemir y a contonearse al ritmo. Estaba muy caliente, y a mí el juego también me estaba calentando. Seguimos. Acerqué el plátano a su boca y le dije:
- ¡Lámelo como una perra si quieres que te folle como a una perra!
Obediente, giró su cara hacia mí, que estaba a su izquierda, saco su lengua y comenzó a lamerlo de arriba abajo, mientras yo lo iba moviendo para facilitarle la tarea.
- Ahora abre la boca, muéstrame lo que sabes hacer
Mónica estaba desatada y me contestó
- Ahora verás lo perra que soy y lo puta que puedo ser
Y comenzó a devorar el plátano como si le fuera la vida en ello, llegué hasta su garganta, pero ella abría su todo lo posible su boca y lo aceptaba, hasta llegar a la arcada. Yo quería más, y acerqué mi polla a su boca sustituyendo a la fruta. Mónica engulló con gula, parecía una auténtica aspiradora. Para ayudarla más, introduje la punta del plátano en la entrada de su empapado agujero, y ella lo recibió con un sonoro gemido de agradecimiento, y aumentando el ritmo de su mamada.
Saqué mi polla de su boca a la vez que retiré el plátano de su entrada. Me posicioné detrás de ella, y, de una estocada la ensarté desde atrás
- ¡OooooOOoooohhhh!¡qué gustooooo!- me djo-
Comencé a follarla sin miramientos, haciendo que mis huevos golpearan su culo en cada estocada, mientras la agarraba con fuerza por la cintura, cerca de sus caderas.
- Ahora tu castigo Mónica, por perra y desobediente
- Si, ¡por favor!, ¡castígame así, así!¡y haré lo que tú quieras!¡ seré tu puta!
- ¡Te tomo la palabra! ¡y cómo me mientas! –bramé- ¡cómo se te ocurra mentirme te vas a arrepentir!
- No Andrés, no te mientooooo…..ummmhhh, seré tu puta, haré lo que tu quieras, pero no dejes de follarmeeee
Y no paré. No paré ni siquiera cuando se corrió la segunda vez en cinco minutos. No me mintió cuando me dijo que era de orgasmo fácil. Yo seguía bombeando, siempre al mismo ritmo y ella estaba totalmente empapada en sus jugos.
- No puedo más…oooohhh….Andrés, me fallan las piernas….
- Por favor para Andrés….mmmhh
- ¿Cómo dices?¿Creo que no te he entendido bien?
Aceleré el ritmo, aún no estaba cerca de correrme
- Uuuuuuummmhhhh, Me has roto de gusto, ooooooohhh. Para cariño
- Creo que no me lo pides adecuadamente
Mónica, que como he apuntado, es muy inteligente, entendió el camino que tomaba el juego que ambos habíamos iniciado, que estábamos aceptando y dijo:
- Tu puta te suplica….ooooouuuhhh…que pares, por favor
- ¿Y me vas a dejar sin correrme?
Y dejé de follármela, Y se la saqué. Tardó unos segundos, pero se incorporó. Con facilidad se deshizo del nudo que le había practicado en sus manos con mi boxer, (lo podía haber desatado en cuanto ella hubiese querido, pues estaba realmente bastante flojo), se arrodilló frente a mí, en medio del suelo de la cocina, poniendo su camiseta bajo sus rodillas y comenzó una mamada espectacular: se la introducía por completo y la sacaba hasta el glande para volver a tragársela, la chupaba como una niña golosa come su helado, para luego lamerla de arriba abajo, lamía mi capullo, y no dejaba de mirarme a la cara, siempre que podía. Me tenía casi a punto, cuando la sacó de su boca, le escupió y me preguntó:
Afirmé con un movimiento de mi cabeza
- Pues adelante, hazlo para mí, por favor, por favor
La introdujo en su boca, aceleró el ritmo, y a los pocos segundos sentí la oleada de un orgasmo importante, a pesar de que no hacía tanto que me había corrido, pero ya se sabe, tantos años de acumulación…y solté la primera descarga en su garganta mientras me agarraba a su cabeza, y luego, ella, se la sacó y mientras seguía acompañando mis descargas con una suave paja, mientras las repartía por su cara con la lengua fuera, para ir lamiéndola cada vez que le apetecía. En ese instante de glorioso placer, y con una imagen tan sexual y excitante en mi retina, un grito nos sacó bruscamente del éxtasis:
- ¡OSTIA MAMA!¿PERO QUÉ COÑO HACES?
Los dos giramos al instante nuestra cabeza hacia la puerta de la cocina, para descubrir a una jovencita de poco más de 18 años, (muy atractiva por cierto y con un inconfundible aire de familia y parecido con Mónica), con cara atónita, que nos miraba con unos bonitos ojos de color miel que parecían querer salirse de sus órbitas.