Alejandra: campamento con mi hermano ( 4 )
Alejandra deberá escoger a uno de los chicos para cumplir el castigo impuesto por Fernanda y mientras Beto se da placer con el cuerpo de la castigada, Abel confesará el deseo que siente por hacer el amor con su hermana.⚡
- Tú me has gustado desde hace mucho tiempo - dijo Fernanda, poco después de la comida, mientras estábamos sentados sobre una gran roca, alejados del grupo, que en aquel momento trataba de encender una fogata - nunca te lo dije porque pensé que no te gustaba, pero así era.
- Bueno, los hombres nos tardamos en darnos cuenta de algunas cosas, pero cuando nos besamos en el auto…
- Sí, también lo sentí, fue muy lindo - expresó, antes de mirarme, tomar mis mejillas y darme un tierno beso en los labios, expresando tanto cariño en ese simple gesto que, al cerrar los ojos, nuevamente me embargó esa sensación de que el mundo a nuestro al rededor se borraba.
- ¡Hey! ¡Tortolitos! ¡Ya está la fogata! - gritó mi hermana, quien desde el momento en que Fer y yo nos besamos tras terminar aquel reto, no dejaba de lanzarnos miradas insinuantes a los dos, levantando sus cejas y soltando risillas nerviosas.
Nos levantamos de la roca y bajé de un salto, para luego ayudar a Fernanda en su descenso y caminar tomados de la mano hasta reunirnos con nuestros amigos. Beto nos miraba con cierto recelo, supongo que no le agradó que nos hiciéramos novios, pensando que tal vez el juego se vería de alguna forma alterado por esa razón.
- Me dan asco - dijo mi amigo, con un tono de profundo resentimiento, que no hizo nada más que arrancarnos algunas carcajadas.
- La verdad yo llevaba años esperando que pasara, en serio, son tal para cual, igual de raros, con los mismos gustos extraños - dijo Ale, una vez que estuvimos sentados alrededor de la fogata - era evidente que un día pasaría, pero ¡Vaya que se tardaron mucho tiempo, eh!
- Yo también pensé que algún día pasaría - continuó Diego - seamos honestos, difícilmente otra persona soportaría a la enana del diablo más de unos pocos minutos - dijo mi amigo, con lo que se ganó el golpe de una lata de cerveza vacía, justo en la cabeza, certeramente lanzada por Fernanda, quien se carcajeó cuando vio el chipote que le había provocado a su primo.
Aquella tarde las cosas se relajaron mucho en comparación a como había iniciado el viaje, tanto que de pronto la plática giró entorno de la universidad, las carreras que habíamos elegido, las experiencias que Alejandra tenía para contarnos y lo difícil que habían sido los exámenes de admisión.
- Y tú, Fer ¿En dónde vas a estudiar? - la reacción de mi chica nos sorprendió a todos, pues en cuanto Ale le hizo esa pregunta, bajó la cabeza y su cara se puso muy roja, provocando que los demás intercambiáramos una mirada de incertidumbre.
- En la nacional - contestó Fer, sorprendiéndome un poco porque sabía que la habían aceptado en seis universidades, y ciertamente la nacional no era la mejor de ellas, pero sí era la institución en donde yo estudiaría psicología.
- Y ¿Qué vas a estudiar ahí? - preguntó Alejandra, en modo de alerta al ver la reacción de Fernanda, algo que se disparó aún más cuando me abrazó y hundió su cara en mi pecho.
- Psicología - dijo en un hilo de voz, como una niña que se ve obligada a decir algo que no quiere, y no era para menos, pues esa noticia se la había reservado muy bien, tanto que ni siquiera me la había dicho a mí, su mejor amigo y ahora su novio.
- ¡Eres una chiflada! - dijo Diego sin poder contener las carcajadas que salían de su boca.
- ¡Tú cállate! - Le espetó Fernanda, lanzándole una nueva lata de cerveza que esta vez Diego sí fue capaz de esquivar.
- A ver, ¿Quieres decir que te metiste a la misma carrera que mi hermano, solo para poder estar cerca de él?
- Sí, no me gustaba la idea de separarnos, iba a perder a mi mejor amigo y ahora… bueno…
- ¡Mira nada más la loca con la que te has enredado Ab! - continuó Diego en su intento por hacer sentir mal a su prima.
- Si bueno, él tiene a su loca que lo adora, tú tienes a Beto - le contestó Juan, completamente sereno, guiñándome un ojo al hacerlo y provocando que todos soltáramos una carcajada al ver la cara que puso Diego antes de quedarse callado.
Honestamente yo me sentía muy bien de que Fer hubiera decidido estudiar conmigo, me alegraba entrar en la universidad sabiendo que estaríamos juntos, que la distancia no sería un problema y que seguiríamos lado a lado como lo habíamos estado por tantos años.
La tarde se fue consumiendo entre pláticas de todo tipo hasta que la noche cayó sobre el bosque, acompañada del estado etílico que poco a poco se iba agravando en cada uno de nosotros.
Todos la estábamos pasando muy bien, a excepción de Beto, el único a quien al parecer no le importaba en lo más mínimo aquellos temas de los que platicábamos, pues todo indicaba que ese muchacho tenía otra cosa en mente, algo que evidentemente lo estaba torturando un poco y que solo tuvo el valor de expresar después de pasadas algunas horas, cuando la noche ya era una realidad que nos rodeaba y el alcohol en su sangre logró desinhibir por completo a nuestro amigo, haciendo que dejara de importarle lo que los demás dijéramos o pensáramos de él.
- Yo solo quiero saber una cosa - comenzó a decir - ¿Vamos a seguir jugando o qué? - todos soltamos una carcajada al escuchar a nuestro amigo y ver la expresión en su rostro, algo muy cercano a la tristeza, el enojo y la desesperación.
- Beto tiene un punto, recuerden que todavía tenemos pendiente el castigo de Ale, ella perdió de una forma aplastante en contra de Fer y tiene que pagar - dijo mi amigo Juan, sin ser capaz de evitar que su mirada se desviara nuevamente hacia los senos mi hermana, mientras su boca se transformaba en una sonrisa llena de malicia.
- ¡Es injusto! - se quejó mi hermana, con el tono de voz que usaría una niña regañada - Fer se consiguió novio durante el juego y a mí me castigan - soltó, haciendo un puchero con el que intentaba que fuéramos benevolentes con ella, sin embargo, Fernanda no estaba dispuesta a dejar pasar una oportunidad para torturar a mi hermana.
- ¡Momento! - dijo Fernanda de una forma solemne, con la que hizo que todos le pusieran atención, en especial Alejandra, que al mirar su actitud y saber que se disponía a tomar las riendas del castigo, se puso muy nerviosa y expectante - es hora de dictar la sentencia de mi querida cuñada - expresó Fer de una manera teatral.
- ¡No! - gimió mi hermana, en medio de su actuación, representando a una mujer asustada y suplicante que apelaba a la benevolencia de su verdugo; cuando en realidad en sus ojos podía verse el deseo de escuchar las palabras de Fernanda, la ansiedad y el nerviosismo previo a lo que sabía que sería un episodio sensual nacido en la imaginación de su cuñada.
Fer la miró con el mismo gesto lleno de malicia que puso cuando hizo que mi hermana me besara en el auto, recorrió a los atónitos candidatos para poner en marcha sus ideas y luego fijó sus ojos en los de Alejandra, sonriendo, mojándose los labios como si estuviera a punto de disfrutar un particularmente delicioso pedazo de pastel
- Me parece que los chicos se han portado bien desde que llegamos aquí, por lo que creo que se merecen una recompensa, así que le daremos a cada uno cinco minutos para estar contigo, con la regla de que pueden besarse y acariciarse sin que entre nada en tu cuerpo y tiene que ser aquí enfrente de todos.
Las palabras de Fernanda nos dejaron con la boca entreabierta, nuevamente se había subido por las paredes, de la misma forma en que escaló muchos niveles de golpe al mandar a Ale a besarme cuando apenas comenzábamos a jugar; pero mi hermana no se sorprendió, no hizo el más mínimo intento de rechazar aquella afrenta ni tampoco de rogar clemencia, simplemente miraba a Fernanda con un gesto de complicidad mientras se mordía el labio inferior sin decir nada, expresando de esa forma lo mucho que le había gustado la idea de su cuñada, seguramente contando los segundos para que el reto comenzara; sin embargo, mi chica no había terminado de imponer su voluntad, había una segunda parte del reto, algo que conmocionó a todos los que en aquel momento eran candidatos a acompañar a Alejandra en ese castigo.
- O bien - dijo Fernanda, capturando de nuevo la atención de todos, elevando las expectativas, manteniendo a quienes la escuchábamos al filo de la locura - puedes escoger a uno, solo a uno, para pasar tres minutos con él, pero si escoges esta opción, el elegido puede hacerte lo que quiera.
La ansiedad de todos se fue a las nubes, era tan evidente que resultaba incómodo mirar a los demás. Alejandra se puso de mil colores y comenzó a reírse nerviosa, sin ser capaz de mirar a nadie, moviendo la cabeza de un lado a otro sin parar de reír, hasta que sus ojos se centraron de nuevo en Fernanda y comenzó a asentir, con una mirada astuta y sin dejar de ver a mi novia.
- Sabes que me voy a desquitar, ¿Cierto, cuñada? - Fer sonrió nerviosa, asintiendo muchas veces, pero abrazándose a mi cuerpo con más fuerza, como si quisiera que la protegiera de mi hermana - y ¿Qué tal si optara por la segunda opción, pero escogiera a mi hermano para acompañarme? ¿Seguirías pensando que es una buena idea?
La sonrisa de Fernanda se borró de inmediato y se incorporó, nerviosa, sabiendo que había dejado un cabo suelto en el castigo que acababa de proponer, pero la presión que Alejandra ejercía sobre Fer y su motivación por demostrarle que no podría amedrentarla, fueron los factores que la llevaron a superar su impresión inicial y mirar a mi hermana de una manera sumamente desafiante.
- Bueno, supongo que estaría bien, después de todo son hermanos y tú llegaste primero a él.
La afrenta que estaba teniendo lugar entre esas dos agentes del caos, justo frente a las narices de los demás, nos dejó a todos los chicos sin palabras. Era claro que mi hermana había lanzado una bomba en dirección a Fernanda, pero ella le había respondido de una manera certera, solamente restaba que Ale tomara una decisión, y lo hizo en medio de una risa nerviosa y estridente.
- ¡Vale! ¡Vale! Me ganaste y acepto el castigo, pero solamente escogeré a uno de los chicos - dijo mi hermana, haciendo que mis amigos se pusieran algo ansiosos y que en sus trajes de baño comenzaran a verse los bultos que se iban formando poco a poco, mientras ella repasaba todas las opciones, recorriendo los cuerpos de los chicos uno por uno, deteniéndose por algunos segundos en cada uno de sus abultados trajes de baño, dejándome a mí hasta el último, fijando su mirada en mi erección y lamiéndose los labios como si estuviera saboreando lo que tenía debajo de mi bañador, poniéndome tanta atención que sentí un vuelco en el estómago al pensar que me escogería a mí, mientras Fernanda la miraba con los ojos muy abiertos, con una tensión tan intensa que podía sentir el palpitar de su corazón mientras me abrazaba - Beto, quiero que sea Beto - terminó diciendo, mirándome a los ojos, atestiguando el suspiro que escapó tanto de mi boca como de los labios de Fernanda.
La respuesta de todos fue mirar a nuestro amigo, completamente sorprendidos al pensar que escogería a cualquiera menos a él, por ser el menos agraciado del grupo; incluso Beto se mostraba incrédulo ante las palabras de mi hermana, temblando de pies a cabeza, con la mirada perdida en los ojos de Alejandra, mientras ella se carcajeaba de risa al darse cuenta del efecto que había logrado en todo el grupo.
Transcurrieron algunos segundos que se hicieron eternos para quienes mirábamos expectantes a mi hermana y a nuestro amigo, hasta que ella tomó la iniciativa, se levantó y se fue a sentar a un lugar donde todos tendríamos una vista perfecta de lo que harían.
Observaba a Beto con una extraña e inusual mirada de deseo, abriendo las piernas para él, lamiéndose los labios de una forma sumamente seductora. Beto no le quitaba los ojos de encima, estaba impactado por la imagen que Alejandra le obsequiaba.
- Ven aquí cariño, te estoy esperando - dijo esa hembra que lucía idéntica a mi hermana, pero que en ese momento parecía ser otra persona, quien nos dejaba atónitos ante sus palabras, haciendo que alternáramos nuestra mirada entre el chico tímido que no sabía qué hacer y esa mujer que en aquel momento llevaba su mano a su entrepierna y comenzaba a acariciarla.
Beto se levantó como si fuera un autómata obedeciendo una orden, moviéndose con pasos torpes, con las manos temblorosas, seguramente sin poder creer la suerte que tenía, sin terminar por convencerse de que aquello en realidad estaba pasando, que estaba a unos pocos segundos de conocer el cuerpo de la mujer que tanto había deseado desde el primer momento en que la miró.
Mi amigo se arrodilló frente a ella, recorriendo su cuerpo con la mirada, en un acto de admiración como el que solamente se tendría frente a una diosa, incluso mi hermana se sonrojó al atestiguar la forma como Beto la observaba; pero entonces ella se apoderó de las riendas de la situación, tomando a mi amigo del rostro con ternura y haciendo que sus ojos se encontraran con los suyos.
- Tranquilo, cariño. Vas a poder hacerme lo que quieras, solo sé amable y cuidadoso, ¿De acuerdo? - lo dijo de una forma tan sensual que solamente el escucharla hizo que mi cuerpo reaccionara con un estremecimiento general, un efecto que también experimentó Fernanda, pues pude sentir como su piel se erizaba. Beto afirmó con la cabeza mientras sus nervios se delataban con cada uno de sus movimientos - bien, entonces ven aquí, acércate más, déjame guiarte - dijo mi hermana, recostándose mientras tomaba el rostro de Beto y lo guiaba al suyo, haciendo que mi amigo dejara caer su humanidad sobre el cuerpo de mi hermana quien tenía las piernas abiertas, completamente dispuesta a satisfacer los deseos del miembro más débil de nuestra manada.
Nadie prestó atención al detalle del tiempo, no hubo un reloj, un celular ni nada que nos permitiera decidir el momento en que aquello debía terminar, pero al parecer un detalle como ese no le importaba a nadie, ni siquiera a los protagonistas de la escena que estábamos a punto de presenciar, quienes para ese momento se miraban de una forma intensa, como si fueran un par de fieras a punto de iniciar una aterradora batalla.
- Bésame despacio, cariño - indicó mi hermana mientras Beto se acercaba a ella hasta que sus labios hicieron contacto, dejándose guiar por Alejandra, moviendo sus labios de la misma forma como ella lo hacía, metiendo su lengua tímidamente, mientras Ale tomaba la mano de Beto y la guiaba hacia sus senos.
Él la tocaba con tanta devoción y cuidado que parecía creer que Alejandra podría romperse de un momento a otro entre sus manos, pero aquella forma de tocarla, de recorrer su cuerpo con inusitada delicadeza, parecía llevarla a un punto de excitación sin retorno, pues no pasó mucho tiempo antes de que su respiración se viera alterada, pusiera sus ojos en blanco e hiciera su cabeza a un lado, permitiendo de esa manera que el chico accediera a su cuello, que besara su piel y conociera el sonido de sus gemidos, explotando cerca de su oído, obligándolo a imprimir una pasión desenfrenada en cada uno de su actos.
Una caricia se extendió por la espalda de Beto, un gesto delicado y sutil que hizo que mi amigo arqueara la espalda, mientras la mano de Alejandra descendía poco a poco hasta poder deslizarse al frente del cuerpo de su amante; fue evidente que acariciaba su miembro cuando un sobresalto atacó al chico y sus besos se hicieron más intensos, recorriendo el cuello de Alejandra, descendiendo poco a poco hasta llegar a los senos de mi hermana, para descubrirlos y dejarlos a la vista de los demás, tan solo un segundo antes de que los pezones de Ale fueran víctimas del hambre de su amante.
- ¡Ay! ¡Ahhh! ¡Así cariño, despacito! - gimió mi hermana, haciendo que todos comenzáramos a sentir el calor de la excitación en nuestros cuerpos.
En aquel momento, mientras mi mirada se perdía en la escena que protagonizaba Alejandra con uno de mis amigos, sentí la mano de Fernanda deslizándose sobre mi pierna hasta encontrar mi miembro en su camino, sintiendo la dureza de mi pene al apretarlo por encima de mi bañador y luego comenzar a acariciarlo de una forma deliciosa.
Ambos concentrábamos nuestra atención en lo que aquellos dos estaban haciendo, mientras Fernanda se acercaba a mí y me besaba el lóbulo de mi oreja, haciendo que cerrara mis ojos por un momento, sintiendo su aliento erizar mi piel y estremecer todo mi cuerpo.
- Te gusta mirar a tu hermana así ¿Cierto? - asentí sin mirar a mi novia - ¿Te gustaría ser tú quien le estuviera haciendo eso? Puedes decírmelo, amor, no me voy a molestar.
Nuestros ojos se encontraron un segundo, mientras me cuestionaba ¿Qué clase de pregunta era esa? ¿Acaso intentaba probarme? ¿Qué se suponía que debía contestar? Sin embargo, pronto entendí la razón de aquellas preguntas, justo en el momento en que una mirada lasciva se formó en los ojos de mi chica y una sonrisa perversa apareció en sus labios, mientras miraba a Alejandra con deseo, como si estuviera a punto de abalanzarse sobre su cuerpo y devorarla.
- Sí, sí me gustaría - dije, atónito ante lo que todo aquello suponía, mientras mi chica se acercaba a mí y me besaba en los labios, mordiéndome un poco y de forma sensual al terminar, para luego apartarse y volver a sonreír, con ese gesto lascivo en su rostro y ese perverso brillo de deseo en sus ojos.
- A mí también me gustaría estar en el lugar de Beto, pero ¿Sabes qué me gustaría más? - preguntó, apretando de una forma especial mi miembro, haciendo que me sobresaltara un poco, que sintiera un placer inusitado mientras ella se apoderaba de mi pene con una fuerza inusitada - me gustaría que los dos compartiéramos a tu hermana.
Los gemidos que Alejandra soltó en ese momento, fueron tan sonoros que atrajeron de inmediato mi atención, sin dejarme terminar de procesar lo que Fer acababa de decir.
Justo cuando miré de nuevo la escena que tenía lugar entre Beto y Alejandra, mi amigo deslizaba una de sus manos a la entrepierna de mi hermana, sin parar de besar su cuerpo mientras Ale le enseñaba la forma correcta de acariciarla, sin decir una sola palabra, guiando los movimientos del chico con su mano, deteniendo su guía cuando pudo hacerlo solo y mi hermana tensó sus piernas, apretando el cuerpo de Beto mientras él la hacía estremecerse bajo el placer de sus caricias.
Fernanda metió su mano por debajo de mi short y comenzó a acariciar mi pene directamente, a masturbarme sin dejar que mi miembro saliera de mi ropa, mientras besaba mi cuello y mordía mis orejas a ratos, haciendo que mi excitación se fuera al cielo.
Todos fuimos testigos de la forma como los dedos de Beto penetraron a mi hermana, volviéndola loca al hacerlo, haciendo que se abrazara a mi amigo, que buscara sus labios y se besaran de nuevo, de una forma desesperada y muy necesitada, mientras la mano del chico comenzaba a moverse con brutalidad, sacudiendo el cuerpo de Alejandra, que para ese momento movía las caderas de una forma salvaje.
- ¡Ahhh! ¡Ahhh! ¡Lo haces muy bien cariño! ¡No te detengas! ¡Ahhh!
El ritmo con que los dedos de Beto se sacudían en el interior de Alejandra, solamente rivalizaba con la velocidad con que ella lo masturbaba, haciendo que mi amigo se contorsionara, jadeando de placer mientras ella no dejaba de gemir, añorando el momento de explotar en un orgasmo bajo las caricias de ese chico a quien acababa de entrenar de la forma correcta.
Ambos se movían de una manera excitante, gemían, jadeaban, tensaban sus cuerpos y se besaban en el éxtasis del placer que los dominaba y los llevaba poco a poco a la gloria, hasta que Alejandra comenzó a gritar desaforada, al mismo tiempo que Beto bajaba sus labios y nuevamente se comía los senos de mi hermana.
- ¡Ahhh! ¡Ahhh! ¡Ahhh! - gimió Alejandra ante la inminencia de un orgasmo, combinando esos sonidos con los jadeos que anunciaron la pronta llegada de Beto, quien no dejó de mover su mano ni de comerse los senos de mi hermana hasta que ambos terminaron por experimentar las sacudidas de un delicioso orgasmo, gritando y tensando sus cuerpos, abrazándose mientras lo hacían, haciendo que nuevamente sus labios se encontraran en el dulce acto de un beso con el que sellaron el final de un momento maravilloso, no solo para ellos, sino también para cada uno de sus estupefactos espectadores.
- ¡Diablos! Quería coger contigo - dijo Beto, con la voz entrecortada, en lo que trató de que fuera un susurro pero que todos alcanzamos a escuchar perfectamente bien; sin embargo, lo que realmente nos impresionó, fueron las palabras que Ale pronunciaría cuando Beto dejó de hablar.
- Tranquilo cariño, falta mucho campamento por delante - expresó, haciendo que Beto la mirara con los ojos muy abiertos y una sonrisa nerviosa, mientras ella acercaba de nuevo sus labios a la boca de mi amigo, para fundirse otra vez en un beso completamente enraizado en el deseo.
En ese momento miré a Fernanda, quien no había dejado de observar cada detalle de aquella escena, de la misma forma como no había dejado de acariciar mi pene. Sus ojos de pronto se encontraron con los míos y nos besamos. Sus labios estaban ansiosos de atención y la necesidad que tenía de saciar su deseo, era evidente por la forma en que su lengua buscaba la mía y la manera como su mano me masturbaba con desesperación.
Cuando nos separamos por un segundo, me di cuenta de que ahora éramos nosotros el centro de atención, pues ocho ojos estaban atentos a lo que hacíamos, mientras Fer continuaba masturbándome con mi pene aún dentro de mi ropa y me besaba el cuello, provocando un cosquilleo tan placentero que no quería que aquello se detuviera.
- Fer, ¿Verdad o reto? - gritó Alejandra para sorpresa de todos, mientras mis amigos y mi hermana miraban a Fernanda hipnotizados por la manera como me seguía acariciando, sin importarle en lo más mínimo el saber que ahora la estaban viendo.
- Reto - dijo mi chica, deteniendo sus besos por un segundo para contestar y luego regresar a mi cuello, haciendo que un escalofrío recorriera mi espalda y un vació muy molesto se formara en mi estómago, tras saber que mi chica acababa de aceptar el desafío de mi hermana.
- Mete el pene de Abel en tu boca, devóralo hasta que se venga y cómete hasta la última gota de su semen, aquí y ahora, frente a todos nosotros.
La reacción de todos fue automática, miramos a Alejandra pensando que ahora era ella quien se había excedido, creyendo que Fernanda jamás aceptaría algo así; pero nuevamente mi chica nos sorprendió pues, mientras mirábamos atónitos a Alejandra, sentí por un momento la forma como mi bañador se deslizaba a hacia abajo y el viento sobre la humedad de mi miembro, un instante antes de experimentar el calor de la boca de mi novia, quien no dudó un solo segundo en llevar a cabo el desafío, moviendo su cabeza sin detenerse, dejando que mi miembro entrara y saliera de su boca una y otra vez, haciendo que mis ojos se pusieran en blanco y mis manos se aferraran del suelo ante el enorme placer que me provocaba y el morbo de saber que todos veían lo que estábamos haciendo.
Era un placer casi indescriptible, sentir el interior de su boca, mirar la forma como se entregaba a esa labor, cerrando los ojos, respirando de una forma entrecortada, gimiendo un poco mientras la ternura e inocencia de su rostro, era corrompida por mi miembro entrando y saliendo de su boca.
Cerré los ojos y eché la cabeza hacia atrás cuando sentí que intentaba engullirlo por completo, experimentando la caricia de su garganta, escuchando la fuerza de sus arcadas cuando su capacidad se vio superada, antes de sacar mi miembro de su boca y masturbarme, dándose un momento en el que respiró agitada por unos segundos.
Abrí los ojos y me encontré con su mirada llena de lujuria, su rostro enrojecido y sus labios siendo acariciados por su lengua, me besó de nuevo, con una energía diferente, haciéndome saber que necesitaba sentir mis labios mientras su mano aceleraba cada vez más el movimiento con el que masturbaba mi miembro.
- ¿Te gusta, amor? ¿Te gusta lo que te hago, Ab? Dímelo, necesito oírlo - dijo Fernanda, con un tono tan sensual que me erizó la piel, atacando mi cuello con sus labios, bajando por mi pecho, besando mi piel hasta engullir nuevamente mi miembro.
- ¡Me encanta! ¡No te detengas!
La cabeza de mi chica bajó de nuevo tras escuchar mis palabras, para meter mi pene en su boca a la vez que su mano me acariciaba los testículos. Fernanda lo hacía tan bien que no podía pensar en nada, que mi ser estaba completamente entregado al placer que los labios y la lengua de mi chica me provocaban.
Repentinamente comenzó a besar mi pene de una forma distinta, dejando que entrara y saliera solamente mi glande en su boca, sintiendo sus labios y su lengua acariciándome con suavidad, succionando de una forma tan intensa que me estaba volviendo loco, con la que me obligaba a gemir y colocar mi mano en su cabeza, sintiendo que las piernas me temblaban, la espalda se me arqueaba y un cosquilleo maravilloso recorría todo miembro.
- Me voy a venir, Fer, estoy a…
- Hazlo en mi boca - dijo, deteniendo sus movimientos tan solo por un segundo para pronunciar aquellas palabras y luego regresar a lo que hacía, a besarme de una manera deliciosa, tan sensual como nunca hubiera imaginado ver en quien horas antes aún llamaba amiga.
Un impulso me hizo tomar a Fernanda de la nuca y apretarla contra mi cuerpo, penetrando su boca tan al fondo como era capaz de hacerlo, provocando que diera un par de arcadas cuando mi semen fue descargado hasta el fondo de su garganta; pero no dejó escapar una sola gota de mi esencia, lamiendo mi pene sin dejar un solo centímetro sin ser explorado, recogiendo hasta la última gota con su lengua, hasta que no quedó nada más que lamer y levantó la mirada, observándome con ese gesto lleno de lujuria, intentando controlarse mientras su cara enrojecida poco a poco iba recuperando su color.
Se acercó de nuevo a mí y me besó, haciendo que sintiera un morbo especial al degustar el sabor de mi propio semen, que quisiera besarla con más intensidad y nuestras lenguas bailaran con esa necesidad de sentirnos juntos.
Escuchamos algunos gemidos mientras nos besábamos, ruido de fondo para una muestra más del amor que nos habíamos guardado por tantos años, sintiendo cómo nos íbamos relajando poco a poco hasta poder separarnos y mirarnos de nuevo a los ojos, sonreírnos y fundirnos en un abrazo.
- ¿Sabes algo? - susurró Fernanda a mi oído, haciendo que me estremeciera al sentir su aliento en esa parte de mi cuerpo - nunca he sabido lo que es tener a un chico dentro de mí, he probado algunos juguetes, lo he hecho con mis dedos, incluso he experimentado que me besen los labios y saboreen mi vulva, pero nunca me ha penetrado un chico - Fernanda se apartó un poco de mí para mirarme a lo ojos - quiero que tú seas el primero, quiero que tú seas el único.