Alejandra: campamento con mi hermano ( 2 )
El viaje inicia después de la excitante noche en que Abel y su hermana compartieron la cama; pronto los otros campistas descubrirán la peculiar relación que han iniciado los hermanos y un erótico juego de carretera abrirá un mar de posibilidades para todos los implicados.⚡
La mañana llegó en un instante. Había dormido como bebé durante la noche, abrazado de mi hermana, después de una experiencia tan maravillosa como la que viví a su lado, estaba tan profundamente dormido, que ni siquiera noté el momento en que Alejandra se levantó de la cama y salió del cuarto; de hecho no fui consciente de que seguía vivo hasta que mi linda, dulce y tierna hermana, me dio un tremendo almohadazo en la cara para despertarme.
- ¡Anda flojo! Levántate que no tardan en llegar los chicos.
- Ya voy, ¡Mamá! - le espeté, molesto porque me levantara cuando yo quería seguir durmiendo, ella soltó una carcajada y se salió de mi cuarto.
Salí de mi habitación arrastrando los pies, adormilado, para meterme en la ducha y darme un buen baño antes de que llegaran los chicos, pero aún incluso en ese estado de somnolencia, no pude evitar sonreír y soltar una risilla nerviosa al recordar lo que había pasado con mi hermana la noche anterior, pensando en que nunca, ni en mis más remotos y alocados sueños, hubiera imaginado que Ale y yo podríamos hacer algo como lo que hicimos.
Tras salir de la ducha me fui a mi cuarto a vestirme; me puse unos bóxers flojos, pants de franela, una camiseta ligera, mis tenis viejos y una sudadera.
Cuando al fin estuve listo, tomé mi mochila y bajé las escaleras con los ojos casi cerrados, pues a pesar de haber dormido profundamente y de bañarme con agua fría, seguía teniendo sueño; aunque para ser honesto me reconfortaba la idea de que, como yo no sabía manejar, a nadie le molestaría que me fuera dormido durante el trayecto.
Cuando bajé las escaleras, mamá ya me esperaba junto con mi hermana en la cocina, habían preparado dos bolsas de pan llenas de emparedados para comer algo en el camino, junto con un pequeño garrafón con jugo para compartirlo entre todos; mamá se preocupaba porque nos alimentáramos bien, supongo que es algo que tienen todas las madres.
Poco después escuchamos que un auto se estacionaba en la entrada de la casa, lo cual hizo que Ale y yo intercambiáramos una mirada alegre, entusiasmados al saber que la hora de partir al fin había llegado.
Salimos de la cocina, tomamos nuestras mochilas y luego nos despedimos de nuestra preocupada madre, antes de cruzar la puerta de entrada y encontrarnos con Juan, quien en ese momento estaba recargado en la camioneta, con una sonrisa entusiasta ante el viaje que estábamos a punto de emprender.
- ¿Todo listo, Ab? - me preguntó mientras chocábamos puños, hasta que se dio cuenta de quién venía detrás de mí.
El muy idiota se sorprendió mucho cuando vio que Ale salía también cargando una mochila, sus cejas se levantaron y una estúpida sonrisa se dibujó en su cara al entender que mi hermana nos acompañaría, mostrando un inusual entusiasmo que ni siquiera trató de disimular.
- ¿Tú también vienes, Ale? - le preguntó, poco le faltaba para saltar de alegría.
- ¡Claro! A no ser que tengas alguna objeción - dijo mi hermana, con esa maldita sonrisa coqueta que me había puesto la noche anterior, la misma que le ayudó a convencerme de llevarla al viaje.
- No, no, para nada, bienvenida - contestó Juan, tan nervioso y emocionado que la voz se le entrecortaba.
Miré a mi amigo con cara de fastidio mientras llevaba mi maleta a la cajuela, sin dejar de negar con la cabeza, pues estaba pasando justo lo que pensé que ocurriría cuando esos idiotas vieran a Ale lista para viajar con nosotros.
- Guárdatelo en los pantalones, que donde le pongas un dedo encima te cortó los huevos - le espeté a mi amigo.
Mi hermana soltó una carcajada y la vi de reojo con la mochila en los hombros, dirigiéndose a mí, sonriendo mientras negaba con la cabeza, antes de lanzar su equipaje en la cajuela, mientras mi amigo se subía en el asiento del conductor, apenado por lo que le acababa de decir.
- No seas aguafiestas, Ab, déjalos con la idea de que pueden tener una oportunidad, eso pondrá más interesante el viaje, además, en el trato que hicimos ayer, no había ninguna cláusula que me impidiera jugar con ellos - miré a mi sonriente y coqueta hermana, asombrado por sus palabras, no me podía creer que se lo planteara.
- Te estoy diciendo que te relajes un poco y disfrutes del viaje, quedamos que me tratarías como a una amiga más, así que hazlo, no quiero que me estés cuidando de tus amigos todo el tiempo o vas a joder las cosas para ti, para mí y para todos, ¿Vale? Diviértete, trátame como una más y deja que los límites con los chicos los ponga yo, en el caso de que quiera hacerlo.
- ¿En serio? ¿Estás segura de esto? Estos tarados son unos salidos y no van a desaprovechar la oportunidad de meterte mano, ¿Segura que estarás cómoda con eso?
- No sería la primera vez que voy a un viaje así, además - se acercó a mi oído para susurrarme y colocó su mano sobre mi mejilla - acuérdate que tú también puedes meterme mano - terminó diciendo, antes de besar el lóbulo de mi oreja y que su lengua se metiera en mi oído, robándome al hacerlo un tremendo estremecimiento que nuevamente hizo que mi miembro se pusiera duro, dejándome helado, plantado en el sitio donde estaba sin ser capaz de moverme.
Poco después Diego y Fer se bajaron de un taxi con sus maletas en la mano. Fer siempre había sido muy extrovertida y escandalosa, por lo que no fue extraño que en cuanto me vio soltara su mochila y corriera a abrazarme, colgándose de mi cuello y rodeando mi cintura con sus piernas.
- ¡Hola, Ab! - gritó, antes de besarme ruidosamente en la mejilla, sintiendo cómo me apretaba con sus piernas, obligándome a cargarla del culo, mientras Diego me saludaba con un gesto militar, tomaba su maleta y la de su prima y las metía en la cajuela - no sabes cuánto me alegró saber que sí iríamos de viaje, en serio, pensé que no lo haríamos, casi lloro cuando Dieguito me avisó que se cancelaba todo ¡Ay! ¡Qué alegría que nos vamos de campamento! - gritó Fer, bajándose de mí, brincando de una forma excesivamente entusiasta, reaccionando de aquella manera tan efusiva y alegre como siempre lo hacía ante la más mínima oportunidad, algo que a mí me encantaba a pesar de que mis amigos lo odiaran.
Cuando al fin dejó de celebrar, Fernanda giró para ver quién más había llegado, pero solo se encontró con mi sonriente hermana, quien se había dejado contagiar de inmediato con la alegría de mi amiga.
- ¡Hola, Fer! hace mucho que no te veía.
Diego sacó la cabeza de la cajuela cuando escuchó la voz de Ale y luego me miró sorprendido, de la misma forma como lo había hecho Juan, preguntándome con el solo movimiento de los labios si mi hermana iría con nosotros, ante lo cual asentí, en un gesto de fastidio, mirando la estúpida sonrisa que tenía en su cara de idiota.
Mi amiga reaccionó con el mismo entusiasmo con el que me saludó, corrió en dirección a mi hermana y la abrazó con fuerza mientras le daba un par de besos en las mejillas y luego se retiraba un poco para recorrer su cuerpo con la mirada.
- ¡Wow! Te pusiste más buena de lo que Ab me contó - soltó Fer repentinamente, haciendo que me pusiera tan colorado como un tomate, mientras Ale me dirigía una mirada de sorpresa, con las cejas levantadas y la boca torcida.
- ¿En serio, mi hermano te dijo que estaba buena? - Fer me miró un poco apenada al darse cuenta de que la había regado, pero luego se soltó a reír y se escapó con el pretexto de ir a saludar a Juan, un segundo antes de que Ale me lanzara una mirada insinuante y me guiñara un ojo, riendo mientras lo hacía.
El último en llegar, como siempre, fue Beto. Otro tarado salido que puso la misma cara que los otros dos cuando se enteró que mi hermana vendría con nosotros, la cual estaba en fraterna plática con Fer, poniéndose al corriente de sus vidas después de no haberse visto en un par de años.
- Pues ya estamos todos, ¿Nos vamos? - dijo Juan y de inmediato nos dispusimos a subir en la camioneta, mientras Ale y Fer se tomaban de las manos y se cuchicheaban cosas al oído.
No tardé nada en darme cuenta de que Beto estaba muy atento a ver en donde se sentaría mi hermana, seguramente para tratar de sentarse a su lado, sin embargo, Juan también lo notó e hizo un movimiento que le agradecí mucho.
- Beto, tú te vas adelante conmigo, de copiloto, el tarado de Abel se va a dormir en el camino y Diego es un idiota, así que…
- ¡Oye! ¡No digas eso! - reclamó Fer, defendiendo a su primo y fingiendo sentirse ofendida.
- ¿Acaso no es un idiota? - respondió Juan, con una sonrisa divertida, antes de recibir un amigable zape de la mano de Diego.
- Bueno, sí, mi primo es medio menso, pero no se lo digas - todos soltamos una carcajada y nos acomodamos en los asientos de la camioneta.
Al frente se sentó Juan al volante y Beto a su lado, en el siguiente asiento viajarían Diego y Fer, quien se obstinó en viajar con su primo; y hasta atrás iríamos mi hermana y yo, lo cual resultaba conveniente pues de esa forma podría recostarme y dormir un poco, algo que ocurrió pocos minutos después de que Juan echara a andar el carro.
No estoy muy seguro de cuánto tiempo me perdí, pero no desperté sino hasta la primera parada que hicimos, calculo que cerca de dos horas después de haber iniciado el recorrido, momento en el que nos paramos a comer algo y a estirar las piernas.
Cuando descendimos del auto, me di cuenta de que mi hermana se había quitado la sudadera y traía puesta una camiseta de tirantes que dejaba ver el nacimiento de sus pechos y, para desgracia de mis nervios, no se había puesto sostén, lo cual tenía embobados a mis amigos, que no dejaban de lanzarle miradas a los senos de Alejandra.
No pasó mucho tiempo antes de notar que no fui el único que se dio cuenta de lo embobados que estaban esos tres con los senos de mi hermana, pues Fer también lo notó y le dio un fuerte codazo a Diego cuando lo cachó mirándole las tetas a Ale, quien solamente sonreía disfrutando de la atención que todos, incluido yo, le estábamos brindando.
Minutos más tarde, cuando regresamos al auto, nos sentamos en los mismos lugares que habíamos ocupado al iniciar el viaje, con la única excepción de Beto, quien se montó al volante mientras que Juan ahora le serviría de copiloto.
Reanudamos la marcha en un silencio casi absoluto, resultado de darnos cuenta de que Fer se había molestado con Diego, al parecer el que estuviera viendo a Ale no le había hecho nada de gracia a mi amiga, quien para ese entonces viajaba muy seria y callada, algo que no era nada común en una niña tan escandalosa como ella.
Era tan poco común que esa chica se enfadara, que me hizo pensar que tal vez su molestia no se debía tanto al hecho de que Diego estuviera mirando el cuerpo de Ale, sino que quizás se debía a que se sintió un poco celosa por la atención que todos le brindamos a mi hermana, y optó por desquitarse con su primo; y es que al mirarlas la diferencia entre las dos era muy notoria.
Como siempre lo hacía, Fer había decidido vestirse con pantalones muy holgados, tenis urbanos y una sudadera varias tallas más grande de lo necesario, lo cual la hacía parecer más un niño que una chica, y no le ayudaba en nada el gorro de pescador que siempre traía en la cabeza. Nada que ver con la vestimenta de mi hermana, que se componía por un pequeño short y una playera ligera que hacía lucir toda su femineidad y adivinar la forma de las partes más interesantes de su cuerpo.
La actitud de Fer había cortado un poco el ánimo del viaje y la tensión que generó su mal genio se sentía en el aire, hasta que Juan, para tratar de relajar un poco las cosas, propuso que jugáramos alguna clase de juego de carretera, aunque supongo que nunca se imaginó lo lejos que llegaría aquella propuesta, de hecho dudo mucho que alguien en esa camioneta se hubiera imaginado hasta donde nos llevaría todo lo que comenzó como un juego para hacer más ameno el viaje.
- ¿Qué propones, Ale? - preguntó Juan, lo cual supuse que obedecía a una atención que le tenía a mi hermana, pues al parecer a nadie le había quedado claro cuál era el plan de Ale al ir con nosotros, y supongo que antes de proponer un juego en el que no quisiera participar, prefirió cederle la iniciativa.
- No, no, yo aquí soy la colada de última hora, así que ustedes ponen las reglas en el viaje, yo solo me atendré a lo que digan y manden.
Aquello sorprendió tanto a mis amigos, que incluso Fer se olvidó de su berrinche y volteó a ver a mi hermana, de una forma tan dramática como solo ella podría hacerlo.
- ¡Ay, Ale! Pero ¿Te fijas en lo que estás diciendo? decirle eso a esta bola de cochinos, es como abrir las piernas en medio de una multitud de borrachos cachondos - todos soltamos una carcajada.
- No creo que sean tan malos, pero sí, yo le entró al juego que ustedes pongan, denlo por hecho - dijo mi hermana, sonriendo divertida.
Juan me miró como buscando mi aprobación y a mí no me quedó nada más que encogerme de hombros, no me sentía del todo cómodo con el tipo de juegos que seguramente se les ocurriría jugar a esa bola de salidos, pero supuse que si no lo hacía, como lo dijo mi hermana, les jodería el viaje a todos.
- ¿Qué les parece verdad o reto? - gritó Fer, muy entusiasmada y con un gesto lleno de malicia que me puso los nervios de punta.
- Vale, pero creo que hay que poner algunos límites, porque Ale… - comenzó a decir Juan, pero mi hermana lo interrumpió.
- Por mi está bien, y para que quede claro de una vez, yo vengo a divertirme como una más de ustedes, dejen de verme como la hermana de Ab, ¿Vale? Soy una amiga más y ya está - pude ver a todos intercambiando miradas entre ellos, ninguno estaba tan seguro de que lo que mi hermana decía, fuera completamente cierto; sin embargo, fue nuevamente Fer la que tomó la iniciativa para comprobar si lo que Ale decía era verdad.
- Vale, entonces ya está dicho, jugaremos a ello y empiezo yo. Ale, ¿Verdad o reto? - dijo, con toda seguridad, mientras se ponía de rodillas en su lugar y miraba hacia el asiento donde nos encontrábamos mi hermana y yo.
Miré a Ale de reojo sabiendo esa actitud de Fer representaría una afrenta para mi hermana y conociéndola como la conocía, sabía también que no se dejaría amedrentar tan fácilmente por una mocosa.
- Reto - respondió mi hermana, mirando directamente los ojos de Fer.
Yo sabía que las dos por separado eran un par de agentes del caos, por lo que me sentí muy nervioso en el momento en que Fer me miró con tremenda malicia en los ojos y luego, sonriente, volvió a mirar a mi hermana.
- ¿Aquello de que eres una más, que te consideremos una amiga y no la hermana de Ab, también cuenta para él? - mi corazón latía de una forma peligrosa, esa maldita enana lo estaba haciendo, estaba a punto de probar los límites de Alejandra y sabía que ella no se amilanaría ante la enana del diablo.
- Por supuesto - dijo Ale, sin parpadear, sonriendo al tener una idea de lo que se aproximaba.
- ¡Fabuloso! - gritó Fer, dando palmaditas, con esa forma tan característica que tenía de exagerar sus reacciones - siendo así, te reto a que lo beses, pero tiene que ser un buen beso, con lengua, manoseo y toda la cosa.
Creo que me puse blanco de la impresión, una cosa era lo que había pasado entre nosotros la noche anterior en la intimidad de mi cuarto, pero besarnos ahí enfrente de todos mis amigos, me ponía los pelos de punta.
Noté que Diego ponía los ojos en blanco, incómodo, creyendo que mi hermana mandaría a Fer a freír espárragos, también escuché un par de expresiones de Beto y Juan, con las que dejaban en claro que creían que Fer se había ido a un extremo que sería rechazado por mi hermana, sin embargo, todos se sorprendieron mucho cuando escucharon las palabras de Alejandra.
- ¿Solo eso? Vale - expresó mi hermana, dejando a Fer con las cejas levantas y la boca abierta por un segundo, completamente sorprendida; un gesto que pronto se transformó en una expresión de incredulidad al pensar que solo estaba fanfarroneando, que no se atrevería a besarme solo para ganar un desafío.
Juan se volteó por completo en cuanto escuchó la respuesta de mi hermana, estirando el cuello tanto como podía para alcanzar a ver lo que pasaba; Diego adoptó la misma posición que su prima, arrodillándose en su asiento en dirección a nosotros para no perder detalle; y Beto comenzó a disminuir la velocidad del auto, con la intención de detenerse y mirar lo que estaba a punto de pasar entre mi hermana y yo.
- ¡Esperen! ¡Esperen! que no me lo quiero perder - dijo, mientras estacionaba el auto a la orilla de la carretera, para luego voltear y estirar también el cuello.
Ale parecía estar en su elemento, le encantaba tener la atención de todos fijada en ella y en lo que estaba a punto de hacer, mientras sonreía con entusiasmo y tal vez con un poco de nervios.
- Pongan atención chicos, esto no lo verán todos los días - dijo mi hermana y pasó su pierna por encima de mi cuerpo, se sentó sobre mi regazo con las piernas abiertas y mi cuerpo en medio de ellas, me tomó de la nuca y me besó.
Cerré los ojos en cuanto sentí la caricia de sus labios y su lengua se introdujo en mi boca. Me besaba con tanta intensidad que incluso dejó escapar un par de gemidos a la vez que movía las caderas restregándose sobre mi miembro, el mismo que, para ese momento, nuevamente se había puesto como roca.
La mano de mi hermana tomó la mía y la colocó en su trasero, a la otra no le hizo falta que nadie la moviera, pues de inmediato la llevé a uno de sus senos, perdiendo por completo la noción de donde estaba, haciendo que mi hermana me besara con mayor intensidad y no dejara de hacerlo por algunos minutos, moviendo sus caderas sobre mi cuerpo, llevándome al límite hasta detenerse justo unos segundos antes de hacer que eyaculara en mis pantalones, dejando de moverse repentinamente y mordiendo mi labio inferior con suavidad, en señal de que aquel momento había llegado a su fin. Se apartó un poco de mí y me miró a los ojos antes de darme un beso en la mejilla y abrazarme.
- Creías que era broma ¿Cierto, Fer? - dijo Ale, mientras bajaba de mi regazo.
Vi que todos estaban muy sorprendidos, lo cual me puso tan nervioso que me mantuve quieto y sin moverme a pesar de la notable erección con la que estaba sorprendiendo aún más a mis amigos, misma en la que Fer clavó su mirada por algunos segundos que se me hicieron infinitos, algo que al parecer solamente notamos mi hermana y yo.
- Vale, esta loca va en serio - dijo Fer sin apartar la vista de mi erección, hasta que logró salir de su estupor y me miró a los ojos, con la cara sonrojada al saber que me había dado cuenta del lugar donde posó su mirada un segundo antes; pero aquella incomodidad solamente le duró instante, hasta el momento en que la voz de Alejandra se apoderó de nuestra atención, haciendo que Fer se estremeciera ante el miedo que le provocaron las palabras de la chica que le acababa de ganar un desafío, quien claramente pretendía regresarle la afrenta a mi amiga.
- Ahora es mi turno. Fer, ¿Verdad o reto?
Mi amiga la miró con miedo, pues ahora tenía claro la clase de loca con quien se estaba enfrentando; pero yo sabía que esa enana del diablo tampoco se amedrentaría ante un reto, pues esas dos mujeres eran peligrosamente competitivas y no cesarían hasta que la otra cayera.
Diego las miraba alternadamente y Beto estaba tan eufórico que me hizo pensar que no sería una buena idea que siguiera manejando. Fer miró a mi hermana con una sonrisa nerviosa, sabía que si decía reto, le esperaba algo tan fuerte como lo que le había mandado a hacer a Ale, pero aún así no se dejó doblegar por mi hermana.
- Reto - dijo, a pesar de que la seguridad no estaba en sus palabras; entonces Alejandra le sonrió con malicia antes de mirar a todos a los ojos, uno por uno, como si estuviera repasando sus opciones.
- Vale, entonces, te reto a que hagas con Ab, lo mismo que yo acabo de hacer con él.
- ¡Rayos! esto ya se puso fuerte - dijo Juan, cuya expresión de sorpresa no había cedido ni siquiera un poco.
La reacción fue inmediata en cada uno de mis amigos, pues sabían que Fer y yo éramos como hermanos; Beto y Juan intercambiaron una mirada con Diego y luego mi amigo observó a su prima, mientras ella me miraba a los ojos, nerviosa, tal vez incluso con algo de miedo, pues entre ella y yo nunca había pasado nada, por lo que aquel reto rompería una barrera que ella y yo nunca habíamos cruzado.
Fer no estaba segura de hacerlo, lo podía ver en sus ojos y yo no quería obligarla a hacer nada que no quisiera, así como tampoco permitiría que alguien más la presionara, aún a pesar de que ese alguien fuera mi hermana; sin embargo y para sorpresa de todos, mi amiga se levantó de su asiento y sin decirme nada ni dejar de mirarme a los ojos, aunque con mucha timidez, adoptó la misma posición que mi hermana desplegó minutos atrás, y puso sus manos en mis hombros.
Estando sentada sobre mi regazo, con el culo pegado a mi erección y mirándome a los ojos; suspiró un par de veces para tratar de calmar sus nervios y me abrazó del cuello de una forma titubeante, con un gesto en el rostro que me hizo pensar que no lo haría, que no se atrevería a besarme, haciendo que incluso considerara el ser yo quien parara aquel juego al creer que Fer lo estaba pasando mal, pero antes de que pudiera hacer nada, esa pequeña nuevamente me sorprendió, cuando en un arrebato acercó sus labios a los míos y me besó.
Al principio nos mostramos muy tímidos, incómodos, moviendo nuestros labios de una forma demasiado sutil, pero después de unos segundos de sentir el calor del otro y el cariño que nos expresábamos, aquel beso se convirtió en algo completamente distinto y excitante, donde nuestras lenguas jugaban y se conocían por primera vez, mientras ella me abrazaba del cuello con algo de fuerza, mis manos subían poco a poco acariciando sus piernas hasta llegar a su trasero y detenerse ahí, al mismo tiempo que mi amiga comenzaba a mover sus caderas como lo había hecho mi hermana, sintiendo el roce de su entrepierna con mi miembro, retomando mi excitación desde el punto en que Ale la había dejado, haciendo que, tras poco más de un minuto, tuviera que apretar las piernas en un intento por no correrme, pero la excitación que tenía era demasiada y no lo soporté más.
La abracé de la cintura para atraerla más cerca de mi cuerpo y luego bajé mis manos a sus nalgas, apretándolas con fuerza mientras sentía cómo mi miembro liberaba varias descargas de semen, manchando mis pantalones, tratando de evitar que los gemidos salieran de mi garganta o que los espasmos que sufría alertaran a los demás de lo que me estaba pasando.
Abrí los ojos justo en el momento en que ella también lo hacía, mostrándose muy sorprendida ante lo que se dio cuenta de que me acababa de ocurrir, sin saber qué hacer, pero sin dejar de besarme.
Vi de reojo que mi hermana le tocaba una pierna a mi amiga para llamar su atención y le guiñó un ojo en cuanto Fer la miró, sabiendo que Ale se había enterado de lo que pasó y que tenía un plan para que aquello quedara solamente entre nosotros tres.
En cuanto Fer se separó de mí, sorprendida al saber que me había hecho venir y conmocionada por el hecho de haber besado a su mejor amigo por primera vez; mi hermana se apresuró a sentarse en mi regazo, evitando con ello que los demás notaran la humedad en mi pantalón.
- Esto se puso muy bueno chicos - dijo mi hermana, con esa actitud desenfadada que la caracterizaba, atrayendo toda la atención a ella mientras se abrazaba de mi cuello - pero que si seguimos así, no vamos a llegar nunca, ¿Qué les parece si continuamos jugando solo con verdades hasta llegar a donde vamos? - preguntó Ale, cortando el rollo de tajo, lo que sirvió para desviar la atención de nosotros, mientras todos intercambiaban miradas y asentían dándole la razón.
- Vale, pero que quede claro que yo también quiero mi parte de esos besos, que no es justo que Abel se haya llevado todos en esta ronda - dijo Beto, rompiendo la tensión del momento, provocando risas nerviosas en todos, mientras se colocaba nuevamente al volante y los demás se acomodaban en sus asientos.
Mi hermana me indicó que me moviera a donde ella estaba sentada un minuto antes, pues en ese lugar quedaba fuera de la vista de los demás, quienes en ese momento comentaban lo que había pasado, lo sorprendidos que estaban y lo mucho que deseaban llegar a nuestro destino.
Mientras todos estaban en lo suyo, tratando de superar la impresión de lo que acababa de ocurrir, Fer me dedicó una mirada breve y cargada de incertidumbre, conmoción y nerviosismo, algo que en el fondo también me estaba agobiando a mí, pues el habernos besado de la forma como lo hicimos, me causó un impacto incluso mayor que lo que experimenté con mi hermana la noche anterior, pues Fernanda siempre había sido mi mejor amiga y la quería demasiado, pero de una forma que no correspondía con lo que acabábamos de hacer.
Sin poder salir del tremendo caos emocional y cognitivo en el que acababa de caer, intercambié una mirada con mi sonriente hermana, quien no dejaba de ver mi entrepierna humedecida, con un gesto de vicio en el rostro que nunca había visto en ella, hasta que se acercó a mí y pasó su brazo por encima de mi abdomen, luego recargó su cabeza en mi hombro y me susurró unas palabras al oído, antes de darme un beso en la mejilla.
- Te dije que la pasaríamos bien hermanito, y ni siquiera hemos llegado a nuestro destino.