Mi Inocente Cuñada 8
A oscuras llegué a la cama me quité la ropa y desnudo me acosté al lado de mi cuñadita, no miento si les digo que sentí miedo a un rechazo de su parte, cuando ella me dijo de repente:
—No la verdad que no, no pude cerrar los ojos pensando en que ibas a venir y ahora tengo más miedo que antes.
—No te preocupes, vamos a hablar un poco…
—Cuéntame ¿sabes lo que vamos hacer?
—Claro tonto, antes de verlos a ustedes sabía la teoría que vimos en clases de educación sexual, y vi una que otra revistas subidas de tono, pero después que los empecé a ver a ti y a mi hermana me he dado cuenta a que se refería todo y bueno también supe cosas que no sabía.
—Bueno del sabor de tus líquidos, el primero me pareció algo insípido, pero es agradable sentir como se diluye en la boca y el semen me pareció algo dulce y a la vez espeso, pero me gustó, ahora hay algo que no entiendo…
—¿Es normal la picazón que se siente en la garganta después de tragarlo?
—Creo que sí, Maru me lo comentó una vez y yo también lo he sentido, pero es por un momentito solamente…
—¿Tú? ¿Acaso lo has hecho con hombres?
—Jajaja, no. Es que he probado mi propio semen en los besos de Maru, en su sexo después de haberla penetrado, en sus senos cuando allí he acabado…
—Bueno si me dio, bueno solo lo pensé antes de que acabaras y al primer momento cuando empezaste, pero el sabor no me desagradó cuando terminaste y después no se sintió tan mal.
—Bueno a mí la primera vez si me dio mucho asco, pero más pronto de lo que pensé ya se me había pasado.
—A mí me pareció muy excitante y tenía ganas de sentir otro orgasmo, sabes hoy fue la tercera vez.
—¿Y antes nunca habías tenido uno?
—Sí, pero nunca habían sido tan intensos lo dieron en educación sexual hasta que los empecé a ver a ustedes, había leído algo en algunas de las revistas para mujeres que hay en la casa…
—Esa que compra mi mamá y Maru, que si Vanidades, Cosmopolitan, y otra allí.
—Bueno nunca pensé que lo que sentí hoy fuera tan… como te digo… no sé, tan intenso ni tan fuerte, mucho más que el del baño el sábado de la boda, sentí que las piernas se me doblaban y mis músculos se contraían solos, unos corrientazos en las piernas, me faltaba el aire, quería respirar más profundo, pero no podía, fue increíble cómo estaba de sensible allá abajo, y… ¿sabes algo?
—Hasta hoy después de lo que hicimos, vi cómo me tocabas y esperando aquí me he tocado más de 5 veces…
—Sí, pero no he podido terminar, cada vez que estoy a punto de llegar me he detenido no he podido seguir y quiero más.
—Dime algo, ¿cómo es que siendo tan hermosa, no has tenido alguna experiencia con chicos en el colegio? muchos debieron haberte echado los perros.
—No sé, sí han habido chicos que me han echado los perros, y hasta me he dado algunos besos, pero los siento muy infantiles, además son muy bocazas y siempre andan contando lo que hacen, más de una chica esta rayada en colegio por ellos. Sé que me gustan maduros.
No había terminado de decirlo cuando la besé, teniendo como único testigo a la oscuridad que nos cubría y que apenas nos permitía reconocernos por las siluetas y que la pobre luz de la calle que entraba por la ventana nos permitía ver.
En la casi oscuridad total, quité la sabana que la cubría para unir nuestros cuerpos, estaba desnuda, la abracé y la hice que se pusiera encima de mí, mis manos recorrieron su espalda buscando sus nalgas y mi premio estaba allí, amasé y acaricié como me dio la gana esos dos hermosos montículos de carne, sus manos me apretaban los gruesos brazos, como queriendo hacer lo mismo que yo hacía con sus nalguitas, nuestras lenguas jugaron, pelearon y se acariciaron mutuamente, explorando la boca del otro, yo chupaba a veces con fuerza sus carnosos labios y ella mordía suavemente los míos. Ella besaba al principio algo desaforada, pero poco a poco fue copiando la lentitud de mi beso y eso intensificaba la pasión que se desbordaba en la cama.
Ella sintió mi sexo ponerse grande y duro, se acomodó sobre él abriendo las piernas y dejando que él se acomodase entre ellas, para luego apretarlo con sus piernas, yo lo tomé con una mano desde atrás y he hice presión sobre su sexo, esta ya estaba bastante húmeda y empecé a moverme como si la penetrara, rozando así su botón, ella también empezó un movimiento de sube y baja, después de un rato haciendo esto, giramos y ella quedó debajo de mí, abrí sus piernas y me acomodé quedando casi acoplados, le besé por un rato mientras seguía con mi sexo rozando sus labios.
Empecé a bajar besar y lamer su cuello, sintiéndola estremecer para casi de inmediato seguir bajado y subir sus pequeñas montañas firmes y besé sus pequeños picos, mi lengua recorrió cada cima, ahora más pequeñitas, duras y las mordí suavemente, chupé con muchas ansias y mis manos me ayudaron pellizcándolos y retorciéndolos delicadamente y su cuerpo respondía retorciéndose debajo de mí, ella me empuja por los hombros y empecé a bajar, llegué a su ombligo y allí metí mi lengua traviesa para luego continuar hacia su pequeño monte.
Su fina vellosidad húmeda ya me dio la bienvenida, saboreé por primera vez su excitación, con olor leve y apenas algo insípidos, pasé hacia los lados de su delgadas piernas y mordí con mis labios el tendón que allí sobresale y mordisqueé la parte interna de sus muslos, ella me agarró por los cabellos y me guió directo a su sexo, no quería previos, entendí el mensaje y me dediqué a lamer y besar sus carnosos labios que estaba abiertos para mí.
A pesar de ser flaca y pequeña tenía unos labios gorditos y carnosos, libre de vellos, mi lengua los recorrió, los tomé entre mis labios y los chupé como si fueran los labios de su boca, juguetee un rato en su sexo y sus manos me apretaban más la cabeza contra su sexo, una de mis manos rodeó una pierna y la estiré hasta tomar uno de sus senos entre mis manos y jugar con su pezón entre mis dedos y dar apretones suaves.
Ella empezó a mover su pelvis rítmicamente y entonces me dirigí hacia su botoncito, erecto y duro y fuente de descargas eléctricas, que hicieron que ella se retorciera toda cuando le pasé la lengua y me dediqué a trabajarlo, ella elevaba su cadera despegando sus nalgas de la cama de manera temblorosa, me jalaba de los cabellos y empezó a gemir, intensificando su gemido, tuve que hacer un alto y hacer shhhh! con la boca para que no hiciera tanto ruido, ella entendió muy bien y empezó a gemir con la boca cerrada.
Intensifiqué el accionar de mi boca sobre su punto y eso fue mucho con demasiado para ella, se vino en una oleada de humedad, y sus piernas no tenían control y se movían temblando en todas direcciones, como no dejaba de lamerla ella me empujaba con sus manos y apretaba la cabeza con sus delgadas y temblorosas piernas y su cuerpo continuaba lleno de espasmos musculares, mientras ella gemía y se retorcía de placer y dolor, sus jugos seguían saliendo y ella puso su mano sobre la mía y me apretó con fuerza su seno, me separé de su cueva y me acomodé sobre ella, era la hora. Es esa ansiedad que te indica que es la señal esperada.
Me acerqué a ella y me abrazó muy fuerte mientras con una mano acomodé mi sexo duro en su resbalosa y húmeda entrada, en la poca luz fijé mis ojos a los suyos que muy abiertos me miraban, empecé a empujar y su boca abierta estaba lista para emitir un fuerte sonido, al ver esto retrocedía un poco y volvía a empujar, empecé un pequeño ritmo de penetración para ir ganando espacio poco a poco y su sexo se fuera acostumbrando poco a poco al grueso tamaño de mi punta, cuando empujaba un poco más ella emitía un leve gemido y me apretaba la cintura con las piernas frenando mi empuje, y ella misma a veces empujaba su cadera hacia arriba buscando entrara un poco más.
Cuando mi ímpetu fue frenado por su fina membrana empecé a empujar lentamente a partir de allí, ella abrió más la boca y los ojos con miedo sabiendo que ese sería el momento, me apretó más a su cuerpo con el abrazo y sus uñas me indicaba que le estaba doliendo, me detuve un momento y me acerqué a besarla profundamente, nuestras lenguas se confundieron en una sola boca en un solo cuerpo, la tomé por los hombros y empujé fuertemente entrando con firmeza en un solo movimiento hasta más de la mitad de mi sexo. Sentí el fino desgarre, sus uñas se clavaron en mi espalda, un grito quedó ahogado en mi boca y su cuerpo trataba de huir de mí, pero tenía una mano puesta en su hombro y no la dejaba huir.
Me quedé quieto con casi medio sexo adentro, mientras ella gemía de dolor y me clavaba las uñas en la cintura empujándome para que me saliera de ella, yo abrí los ojos y vi en la penumbra el leve brillo de las lágrimas que de los ojos de ella brotaban.
Lloraba y sentía su llanto en mi boca, su llanto se fue tornando desconsolado y me empecé a preocupar. Ella seguía moviéndose tratando de empujarme, solo allí me solté de su boca y le susurré —Shhh! No te muevas si no, no va a dejar de dolerte— a la vez que le acariciaba el rostro y la besaba nuevamente.
Ella dejó de empujarme y solo gemía del llanto, poco a poco fue dejando de gemir, estuve besándola por largo rato sin moverme, me sentí afortunado y lleno de regocijo, quería ser lo más sutil posible, era un manojo de sentimientos que no supe descifrar, pero se sentía muy bien. Entonces su cadera me buscó y aproveché para empezar a moverme poco a poco dentro de ella, ella volvió a gemir, pero esta vez no me detuve, me mordió el labio inferior y el ardor se hizo presente en mi espalda en la medida que entraba y salía, sus piernas paulatinamente fueron aflojando mi cintura y mis movimientos eran lentos, cortos y suaves, quería que fuera algo sutil y delicado con ella, debía serlo y ella merecía que así fuera. Ya la parte dolorosa había pasado ahora venía la parte bonita, sus quejidos continuaban, pero ya tenían otro tono.
Ahora me besaba desaforadamente y su cadera se movía al ritmo de la mía, empecé a acelerar solo un poco el ritmo, su cara tenía expresión de dolor, pero sus gemidos eran de gozo, una de sus manos bajó hasta mis nalgas y me apretaba hacia ella repetidas veces, quería que fuera más rápido y eso hice, en un dos por tres ella gemía, haciéndome disminuir la velocidad pensando que la estaba lastimando, pero ella nuevamente me apretaba las nalgas y volvía a acelerar.
¡Ahh! quiere velocidad, —pensé. Me detuve un momento, me eleve y me acomodé, puse mis rodillas a cada lado de sus nalgas y elevé sus piernas hasta colocarlas encima de mis hombros y se la volví hundir en ella sin contemplación de golpe.
Un grito agudo y corto inundó la habitación asustándonos mutuamente. —shhhh!!! Le dije entre dientes. Nos quedamos quietos prestando atención a algún ruido que nos indicara que nos habían oído, pero no.
A pesar de su gran humedad su sexo se sentía muy apretado, empecé un bombeo corto y rápido y sin ser profundo y velocidad media, ella tuvo que agarrar una almohada y morderla para que sus gemidos ahora continuos, no se escaparan de su boca.
Una humedad abundante inundó la cueva, sus manos en mis piernas me hundía las uñas, y una acelerada que di muy rápida la hizo gritar con la almohada en la boca, era un solo gemido fuerte, largo y prolongado que duró todo el tiempo que mantuve la velocidad, sus piernas se estiraron y su cabeza iba de un lado a otro arrastrando consigo la almohada, su pecho subía muy rápidamente en su respiración rápida y profunda.
El cansancio me venció y me detuve y con ella los gemidos de Malu, su cuerpo temblaba de espasmos y su estómago estaba tenso y casi todo su cuerpo brillaba con la tenue luz, debido a el sudor que cubría su cuerpo, me senté sobre mis pies y la traje a ella sobre mí, ella se quejó del dolor en las piernas, me acomodé y estiré las piernas, ella quedó sentada sobre las mías y me rodeó nuevamente con sus piernas y me abrazó por encima de los hombros rodeando mi cuello con fuerza, eso me hizo sentir fervor y nuestras bocas se juntaron de nuevo, la levanté un poco con ambas manos y ella misma con su cadera buscó y se acomodó mi sexo en su entrada. Le pregunté cuando había sido su último periodo y me dijo que en 4 o 5 días llegaba.
Ella misma se empezó a penetrar lentamente arrugando la cara de dolor, pero con determinación continuó. Entonces empezó a mover sola sus caderas sin ritmo definido, puse mis manos en sus nalgas ayudándola a tomar un ritmo constante, mientras sus movimientos iban en aumento, no habíamos dejado de besarnos, acaricié su anillo trasero y eso la hizo estremecer, mi dedo lo acariciaba tratando de seguirle el ritmo al movimiento de sus caderas, ella me chupaba con fuerza el labio y un nuevo orgasmo llenó su cuerpo de espasmos e inundó más su sexo, nuevos espasmos musculares se apoderaron de su cuerpo, su respiración por la nariz era muy fuerte, yo sentí que iba a explotar y un torrente de mi blanco placer la inundó por dentro.
—Se siente caliente —me dijo mirándome sorprendida.
Los dos nos quedamos quietos mientras terminaba de disparar lo que faltaban, ella me besó nuevamente y me dejé caer hacia atrás quedando ella sobre mí, y yo aún dentro de ella.
Ella me besó el pecho por largo rato con besitos cortos, luego lentamente se acomodó y me salí de ella, estiró y cerró las piernas quejándose del dolor muscular y se inclinó de un lado, se acostó a mi lado con la cabeza en mi hombro y su mano acariciándome suavemente el pecho y yo le acariciaba su rubia melena, me dijo que me quería y yo le dije que también la quería mucho, y sin saber cuándo, exhausto nos quedamos dormidos.