Terapia Sexual Intensiva 9Â
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Julieta le cuenta a su psicólogo qué ocurrió la tarde que pasó con su hermana en la casaquinta, junto a Claudio y Rubén.
CapĂtulo 9
Charly, aquà Julieta, reportándose otra vez. Te prometà que te iba a contar el resto de lo que pasó en la quinta de Rubén, con mi hermana y ese rubio hermoso de Claudio. Pero también te tengo que contar sobre sesión de terapia que tuve hoy con Germán, porque fue muy interesante. De paso me va a servir para contarte lo de la quinta, porque hablamos justamente sobre ese tema.
Como siempre, Germán me recibiĂł con un beso en la mejilla. Con mucho profesionalismo, me pidiĂł que pasara. Al caminar junto a Ă©l lo mirĂ© de reojo, y me pareciĂł notar que me estaba mirando el culo. Puede que se deba a que yo tenĂa puesto un pantalĂłn de jean muy ajustado, que me moldeaba las nalgas a la perfecciĂłn. Tal vez yo no estoy tan buena como mi hermana, pero tengo buen culo, carajo. Y estoy muy orgullosa de eso.
Germán tomĂł asiento, y yo, que aĂşn seguĂa parada, di dos vueltas en mi lugar.
―¿No notás algo diferente en m� ―Le pregunté, con una alegre sonrisa.
―Mmm… bueno, tenés un pantalón bastante ajustado. Normalmente no usás ese tipo de ropa. ¿Se debe a una ocasión especial?
―Se podrĂa decir que sĂ…
―¿Pensás salir con alguien?
―Nah, lo especial es que estoy contenta… porque me cogieron. Me pegaron una cogida tremenda, y me hicieron feliz.
Pocas veces vi reacciones en el rostro de Germán, casi siempre parece un robot insensible. Pero esta vez sus ojos se abrieron tanto que creĂ que se le saldrĂan de las cuencas y romperĂan sus anteojos.
―¿Tanto te sorprende saber que me cogieron? ―Le pregunté.
―Este… no, no es eso… me sorprendió la forma en que lo dijiste.
―Puede que me haya zarpado un poquito, perdón.
―No, está bien… últimamente estoy notando que querés ser más directa a la hora de hablar de sexo.
―SĂ, eso es muy cierto, creo que se debe a las cosas que escribo en mi diario ―¿Ves Charly?, otra vez la culpa es tuya―. Me gusta narrar mis experiencias sexuales, y usar tĂ©rminos muy explĂcitos… me calienta.
Esta vez sĂ me sentĂ©, Germán me mirĂł en silencio durante unos segundos, con una mano apoyada en el mentĂłn, y las piernas cruzadas. VolvĂa a estar tan sereno como siempre.
―¿Y te calienta hablarme a mĂ de manera tan explĂcita?
Charly, Âżte acordás que te dije que Germán era buen psicĂłlogo y sabĂa leerme muy bien. Bueno, casi me meo encima cuando dijo eso. No le iba a decir la verdad, porque hubiera quedado como una una pajera… sĂ© que lo soy, pero no era la forma de comunicárselo a mi terapeuta.
―No, nada que ver, ―le dije―. Lo que pasa es que me cansé de andar con tantas vueltas en el sexo. Desde ahora en adelante lo voy a encarar de otra manera. De una manera mucho más directa. Si quiero coger con alguien, lo voy a hacer… o al menos lo voy a intentar.
―¿Y a qué se debe ese cambio de actitud?
―A la cogida que me pegaron. No me hice tanto drama, me invitaron a coger y accedĂ… me dejĂ© coger. Sin vueltas. A disfrutar y listo. La pasĂ© genial. Me metieron la pija todo el dĂa.
NotĂ© que Ă©l se movĂa incĂłmodo. ÂżLe calentará lo que yo le digo? ÂżO solamente le causará incomodidad? Como sea, estaba haciĂ©ndolo reaccionar.
―¿Y con quién fue? Si se puede saber.
―SĂ, fue con un amigo de mi papá, que se llama RubĂ©n.
No voy a empezar el cuento desde cero, porque acá me limitĂ© a narrarle lo mismo que te contĂ© la otra vez. Y sĂ, usĂ© prácticamente los mismos tĂ©rminos explĂcitos, incluso cuando me llenaron la cara de leche. Él se moviĂł incĂłmodo todo el tiempo, posiblemente tenĂa la pija dura y no sabĂa cĂłmo disimularlo.
―¿Y qué más pasó? ―Preguntó Germán, luego de que le narré la parte del semen.
―DespuĂ©s de eso seguimos nadando, pero esta vez lo hicimos desnudos. Nunca en mi vida habĂa nadado desnuda, y hacerlo en una casa quinta, con una mujer y otros dos tipos, me hizo sentir re puta. ÂżNunca te contaron anĂ©cdotas de “partuzas” que se arman en las casa quinta, y que las putas terminan desnudas nadando en la pileta?
―EscuchĂ© cosas asĂ, claro…
―Bueno, yo nunca me imaginĂ© que serĂa una de esas putas… de mi hermana sĂ lo creĂa; pero no de mĂ.
―¿Y cómo te hizo sentir eso?
―¡Muy bien! Al fin pasĂł algo emocionante en mi vida. No te digo que vaya a ser una puta todos los dĂas. Pero no creo que tenga nada de malo portarme como una puta al menos una vez. Y fui bien puta, te lo aseguro.
―Porque cuando salimos de la pileta, listos para coger otra vez, no fui a buscar a RubĂ©n, sino que me agachĂ© delante de Claudio, y empecĂ© a chuparle la pija, sin pedirle permiso. Obvio que Ă©l no se quejĂł. Al contrario, me agarrĂł de la cabeza y me hizo tragar toda su poronga. Se le puso dura enseguida, me cogiĂł la boca como si estuviĂ©ramos grabando una pelĂcula porno.
―¿Te gustó que fuera tan rudo con vos?
―¡SĂ! Me hubiera enojado mucho si no me hacĂa eso, despuĂ©s de la forma en que se cogiĂł a mi hermana. Yo querĂa el mismo tratamiento que ella. Si a ella se la iban a coger duro, entonces yo querĂa lo mismo. PensĂ© que me ibas a decir algo más acerca de Claudio.
―No sé… o sea, se llama igual que mi ex novio.
―No, para nada… este tipo hace quedar a mi ex como un impotente. Y no creas que lo busquĂ© porque se llama asĂ, porque nada que ver. Si me fijĂ© en Ă©l fue por la pija que tiene. Además, no habĂa mucho más de dĂłnde elegir, yo querĂa probar otra poronga y la Ăşnica alternativa que tenĂa era la de Claudio.
―Entiendo. Es un tipo muy distinto a tu ex novio, solo da la casualidad de que se llaman igual.
―Entonces, la estabas pasando bien chupándosela a Claudio.
Tengo que admitir, Charly, que me dio mucho morbo que Germán me dijera eso. Es un tipo muy correcto y profesional, para Ă©l no debiĂł ser nada fácil expresarse con esos tĂ©rminos. Y vos sabĂ©s muy bien que Ăşltimamente me cuesta resistirme al morbo. En un acto de locura temporal, separĂ© las piernas. NotĂ© que la mirada de Germán bajaba. El pantalĂłn era tan ajustado que me marcaba la divisiĂłn de los labios de la concha. Para ponerlo más nervioso, yo tambiĂ©n mirĂ© hacia abajo, efectivamente, se podĂa ver muy bien cĂłmo el pantalĂłn se me encajaba en toda la raya. Con dos dedos apretĂ© uno de mis gajos vaginales, algo que me calentĂł mucho, y dije:
―Este pantalĂłn me marca mucho el papo. Creo que no lo deberĂa usar demasiado. ÂżA vos te parece sexy que a una mujer se le marque la concha asĂ, o pensás que resulta desagradable?
―Emm… no creo ser la persona más apropiada para responder eso ―dijo, rojo de la vergüenza… o tal vez de la calentura, o un poco de ambas.
―¿Por qué no? No te estoy pidiendo tu opinión como psicólogo, sino como hombre. ¿Acaso no sos hombre?
―Entonces te gustan las mujeres.
―Eso te hace la persona indicada para responder. ―Me puse de pie, di media vuelta, dándole la espalda, y me agachĂ© lo suficiente como para que mi culo se viera completo y además se notaran mis gajos vaginales, bien marcados por la tirante tela del pantalĂłn―. Decime Âżeste pantalĂłn me queda sexy o vulgar? Me gustarĂa mostrar en la calle que me siento sexy y que estoy dispuesta a iniciar una aventura sexual… pero tampoco quiero verme vulgar. AsĂ que respondĂ© con sinceridad, yo no me voy a ofender ―para rematar, me acariciĂ© toda la raya de la concha con dos dedos.
―Em… a ver… em… siendo totalmente honesto, creo que es algo vulgar. Vos sos una chica muy bonita, tenés un cuerpo… llamativo. No creo que te haga falta usar ropa que te marque tanto la…
―La concha ―respondà por él.
―Bueno, gracias por tu sincera opiniĂłn ―dije, mientras volvĂa a tomar asiento.
Te juro, Charly, que ni por un segundo se me cruzó por la cabeza la idea de cerrar las piernas. Me senté como se sienta mi papá en el sofá, cada vez que mira un partido de fútbol. Con las piernas bien separadas, y los brazos por encima del respaldo. Los ojos del psicólogo se quedaron fijos en mi entrepierna.
―Asà de abierta lo recibà a Claudio ―le dije, sacándolo de su trance. Él me miró intentando mantener la calma, pero me dio la impresión de que estaba asustado y avergonzado.
―Que asĂ de abierta lo recibĂ a Claudio… el de la quinta. Pero claro, ese dĂa yo no tenĂa nada de ropa, estaba con la concha al aire… bien dilatada, por la cogida que me habĂa dado RubĂ©n. AsĂ que cuando Claudio me clavĂł la pija, entrĂł entera de una vez… y yo me puse a gemir como una puta… total, ahĂ nadie podĂa escucharnos. A mĂ hermana tambiĂ©n se la estaban cogiendo… RubĂ©n empezĂł a montarla de la misma forma que lo hizo la vez que los sorprendĂ juntos.Verla coger a Gabriela siempre es un espectáculo. ¡QuĂ© hermoso cuerpo que tiene esa pendeja! ¡Me encanta!
―¿En quĂ© sentido lo decĂs?
―A ver, entiendo que es mi hermana, pero me produce morbo verla desnuda, es muy hermosa. Me gustarĂa tener el cuerpo que tiene ella… esas tetas, ese culo… esa concha… porque sĂ, hasta la concha de Gabriela es más linda que la mĂa. Bueno, vos nunca me viste la concha, tampoco te imagines que la tengo horrible… la tengo bastante linda. Pero la de Gabi es todavĂa más linda. Te lo puedo asegurar. Tal vez algĂşn dĂa te muestre una foto de las dos, para que decidas cuál es la más linda.
―Eso no es necesario, Julieta. No serĂa apropiado que me estuvieras mostrando esas cosas tan Ăntimas.
―¡Era un chiste, tarado! ―ExclamĂ©, y empecĂ© a reĂrme―. Pero fuera de bromas, te aseguro que Gabriela no tendrĂa ningĂşn problema en mostrarte la concha. A ella le encanta el exhibicionismo. ÂżTe contĂ© que ella me tiene bloqueada en Twitter?
―Bueno, asĂ era. Yo pensĂ© que bloqueĂł para que no me metiera en su vida; pero ahora sospecho que tal vez se deba a otra cosa. DespuĂ©s de lo que pasĂł en la quinta de RubĂ©n, ella ganĂł mucha confianza en mĂ, y se animĂł a desbloquearme… de Instagram. No de Twitter. Me dijo que si seguĂamos llevándonos tan bien, tal vez me desbloquee en Twitter tambiĂ©n. Mirá las fotos que subiĂł a Instagram. ―Me levantĂ©, con el celular en mano, mientras buscaba el Instagram de mi hermana―. Movete un poquito ―le pedĂ a Germán. Él se acurrucĂł contra uno de los costados del sillĂłn, y yo me sentĂ© pegada a su lado. Pude ver que tenĂa una erecciĂłn, la cual intentaba disimular cubriĂ©ndose con su carpeta de apuntes. Ni siquiera estaba tomando notas, esa hoja estaba en blanco―. Te presento a mi hermana ―le mostrĂ© una foto en la que Gabriela sonreĂa a cámara, con sus grandes ojos negros. Estaba preciosa―. Esta es de las fotos más “normales” que sube… pero las que realmente te van a interesar son estás ―deslicĂ© el dedo por la pantalla y bajĂ© para mostrarle otra foto de Gabriela con cara de “bebota”, y un escote que prácticamente no cubrĂa nada de sus imponentes y firmes tetas. La dejĂ© visible durante unos segundos y pasĂ© a la siguiente. Esta vez no se veĂa la cara de gabriela, sino que era un primer plano de su enorme culo, con la piel tersa, sin una sola marca que lo arruinara. TenĂa puesta una diminuta tanga que le encajaba en la concha, marcándole todo el papo―. ÂżVes cĂłmo se le marca toda? A ella le encanta subir este tipo de fotos a Instagram, jugando con el lĂmite de lo permitido, porque te aseguro que si separa un poco más las piernas, se le ve media concha. Esa tanga le queda chica. ―PasĂ© a la siguiente foto y acá se veĂa a Gabi de espalda, girando la cabeza hacia atrás, para mirar a la cámara. tenĂa las manos apoyada en el borde de una mesa. Era obvio que no tenĂa corpiño, porque su espalda estaba completamente desnuda; pero no se le veĂan las tetas. Sin embargo lo más llamativo de la foto eran sus macizas nalgas en pompa. TenĂa puesta una tanga blanca y, una vez más, se le marcaba toda la concha, incluso se podĂa notar la divisiĂłn de sus labios vaginales―. Esta foto me encanta ―aseguré―. SĂ© que se la tomĂł mi mamá, Gabi me lo dijo. Es una foto un poco vieja, en esa Ă©poca a mi mamá le molestaba que Gabriela subiera este tipo de fotos a su Instagram, pero sabe que no puede evitarlo. ―PasĂ© a la siguiente imagen, acá se veĂa el culo de Gabi en primer plano, ella estaba en cuatro patas, y la tanga apenas le tapaba la concha―. Esta foto ya está el lĂmite de lo permitido en Instagram, fijate que hasta se le ve un poco el agujero del culo, esa tanga no le tapa nada ―Germán se moviĂł incĂłmodo a mi lado―. ÂżTe imaginás metiendo la verga en ese culo? Si yo fuera hombre, me encantarĂa poder hacerlo… o sea, es mi hermana, pero… ¡mirá el orto que tiene!
>Cuando la agarrĂł RubĂ©n, en la quinta, pude ver desde muy cerca cĂłmo la pija le entraba por el culo. ¡Si hubieras escuchado los gemidos de gata en celo de Gabi! Hasta vos te la hubieras querido coger en ese momento. Lo que me sorprendiĂł es la forma en la que se deslizĂł la pija dentro de ese agujero… pensĂ© que iba a costar más; pero al parecer Gabi ya tiene el culo bien trabajado… y se ve que RubĂ©n tiene experiencia en el asunto. Le fue enterrando la pija despacito, pero de forma constante… ella ronroneaba de placer. Hasta que le entrĂł toda… ahĂ RubĂ©n dejĂł de ser tan cariñoso. La agarrĂł con fuerza de la cadera y empezĂł a darle unos pijazos tremendo. A mĂ me estaban cogiendo en cuatro, por la concha, y tenĂa el culo de Gabi a menos de un metro de la cara. Pude ver perfectamente cĂłmo se la hacĂa agua la concha y cĂłmo la pija le abrĂa el orto. Un espectáculo hermoso. De lo más caliente que vi en mi vida. Jamás me habĂa imaginado que me encontrarĂa en una situaciĂłn como Ă©sta… me estaban dando una de las mejores cogidas de mi vida, y además podĂa ver cĂłmo le rompĂan el orto a mi hermana.
>En ese momento lo que más me interesaba era verla a ella, en pleno desempeño sexual. Por eso le dije a Claudio “Andá a darle vos tambiĂ©n, quiero ver cĂłmo se cogen a esa puta”. Él me hizo caso, se acercĂł a Gabi por delante y le metiĂł toda la verga en la boca. Ella le dio dos chupones y dijo algo que me provocĂł un morbo tremendo: “Mmm, quĂ© rico gusto a concha que tiene esta pija”. ¡Se referĂa a mi concha! La verga de Claudio estaba bien cubierta por mis flujos vaginales, los cuales habĂan terminado en la lengua de mi hermana. AhĂ nomás empecĂ© a hacerme tremenda paja ―mientras le contaba esto a mi psicĂłlogo, iba pasando las fotos del Instagram de Gabi. En la mayorĂa de las mismas pudimos ver su culo, o su concha apenas cubierta por una diminuta tanga. Germán se movĂa incĂłmodo y yo le miraba el bulto sin disimulo. Él ya no podĂa cubrirlo. En un arrebato de locura y calentura, estirĂ© la mano y le agarrĂ© la pija por encima del pantalĂłn. Estaba super dura―. Se ve que te está gustando la anĂ©cdota ―le dije, con una sonrisa picarona―. Se te puso re dura la chota.
―Em… este… no es apropiado que me estés tocando de esa manera, soy tu terapeuta.
―Tampoco es apropiado que se te pare la chota mientras yo te cuento cosas de mi vida. ¿Alguna vez te cogiste una paciente? Ojo, no pienses mal. No te estoy pidiendo que me cojas ―al decir esto, estrujé la punta de su verga con mis dedos, él se movió como si hubiera recibido una descarga eléctrica―. Solo pregunto por curiosidad.
―No, nunca lo hice ―respondió, con la voz ronca―. Los terapeutas no podemos relacionarnos de esa manera con nuestras pacientes. Va contra la ética profesional.
Ahora, mientras escribo todo esto, me cuesta saber por quĂ© me comportĂ© de esa manera. No me juzgues, Charly. SĂ© que obrĂ© mal y estoy muy avergonzada de mis actos. Pero no puedo hacer nada para deshacerlos. Tal vez querĂa mostrarle a Germán la “nueva yo”, una Julieta segura de sĂ misma que sabe que es capaz de provocar a un hombre. Una Julieta sexualmente activa que tiene ganas de experimentar más. Pero en el fondo sigo siendo la misma Julieta insegura de siempre. Me cuesta horrores narrar lo que ocurriĂł en el consultorio porque me avergĂĽenzo de mĂ misma. Me calienta sĂ, porque no puedo evitar el morbo que sentĂ. Pero al mismo tiempo me siento como una estĂşpida. Me comportĂ© como una puta barata con RubĂ©n y Claudio, eso lo disfrutĂ© mucho. Fue algo propio del momento, me habĂan invitado a una quinta a coger. Sin vueltas. Sin embargo no tengo forma de justificar mi comportamiento con Germán… y la cosa no quedĂł ahĂ.
Él estaba soltando un discurso de por quĂ© un psicĂłlogo no deberĂa intimar con sus pacientes, hasta que yo le dije:
―Calmate, Germán… no te estaba invitando a coger. Solo preguntĂ© por curiosidad ―saquĂ© la mano de su bulto―. Pero me alegra ver que se te puso dura la pija, eso demuestra que no sos un robot. Que te afectan las cosas que te cuento. ―EsperĂ© por su respuesta, pero no dijo nada―. Te sigo contando lo que pasĂł despuĂ©s. ÂżAlguna vez viste, en persona, a una pendeja que se la garchan entre dos? Nunca habĂa visto algo asĂ. Me acostĂ© en el cĂ©sped, con las piernas bien abiertas, y empecĂ© a pajearme. En otro contexto me hubiera muerto de la vergĂĽenza al hacerme la paja delante de RubĂ©n y Claudio, pero ya me habĂan metido la pija los dos… me calentĂł que me vieran colándome los dedos. Por su parte, Claudio se acostĂł debajo de Gabi y ella acomodĂł la pija para que le entrara en la concha. RubĂ©n se apartĂł un ratito, mientras ellos se acomodaban, y pude ver cĂłmo le habĂa dejado el culo abierto a Gabi. Cuando ya estuvieron en posiciĂłn, Ă©l le clavĂł el orto una vez más. Y ahora sĂ, le pegaron tremendo garche entre los dos. Me di cuenta que Ă©sta no era la primera doble penetracion de mi hermana, ella estaba muy cĂłmoda y sabĂa cĂłmo moverse para que las pijas hicieran su trabajo sin abandonar los agujeros. ―MirĂ© el bulto de Germán y despuĂ©s lo mirĂ© a los ojos―. ÂżAlguna pregunta?
―¿De verdad? ¿Eso es lo mejor que podés decir? Siempre me hacés un montón de preguntas… ¿y ahora nada?
En retrospectiva puedo decir que, por alguna razĂłn, lo estaba desafiando. No sé… es como si estuviera enojada con Ă©l. Te juro, Charly, que le dije todo eso con un poco de bronca. ÂżPor quĂ©? ¡QuĂ© se yo! Me saliĂł asĂ. Tal vez se deba a que me jode que Ă©l siempre me vea como la frágil paciente que no sabe nad de la vida; pero ahora era yo la que estaba por encima de Ă©l. Lo tenĂa atrapado, mental y fĂsicamente, porque Ă©l no se podĂa mover ni un milĂmetro conmigo sentada en el mismo sillĂłn.
Germán hizo algo que me sorprendió mucho: se agarró la verga. Pero fue algo de un segundo. Tal vez él ni siquiera se percató de su acción, y si lo hizo, probablemente se arrepintió. Agarró su paquete, con total naturalidad, y lo acomodó. Una vez escuché que a los hombres les puede llegar a doler tener la pija parada dentro del pantalón, especialmente si éste es muy ajustado. Puede que a él le estuviera doliendo un poco, por eso buscó una posición más cómoda para su verga.
―PodrĂa hacerte algunas preguntas ―dijo, con tono profesional. Él tenĂa una evidente erecciĂłn, yo le estaba mostrando fotos del orto de mi hermana mientras le contaba cĂłmo a ella se la recontra cogieron entre dos tipos; pero Germán parecĂa empecinado en mantener su papel de “PsicĂłlogo respetable”―. ÂżSentĂs que tu hermana te ayudĂł a liberarte?
―SĂ, definitivamente. Si ella no me hubiera llevado a esa quinta, yo seguirĂa con ganas de coger y lamentándome porque nadie quiere hacerlo conmigo. Gabriela me demostrĂł que RubĂ©n y Claudio estaban encantados de poder cogerme… y bueno, especialmente de poder cogerla a ella. Porque con ella se tomaron más tiempo. Y no lo digo por celos. A mĂ me encantĂł ver cĂłmo se la cogĂan, fue maravilloso. Es más, mientras me colaba los dedos y me frotaba toda la concha, les pedĂa que se la cogieran más fuerte… y durante más tiempo. Y lo hicieron. Si yo hubiera sido hombre, y hubiera estado en el lugar de esos dos, tambiĂ©n me hubiera dedicado más a cogerme a Gabriela. La hubiera agarrado de los pelos y le hubiera clavado toda la pija en el orto, para hacerla gemir como a una puta.
―Me da la impresión de que pasaste de odiar a tu hermana a admirarla.
―Puede ser… a ver, es mi hermana, una siempre se pelea con la hermana. SĂ© que algĂşn dĂa me voy a pelear con Gabi, por cualquier boludez… porque asĂ es la vida, y a veces ella es tan egoĂsta que me desespera. Pero desde que ella leyĂł mi diario nuestra relaciĂłn cambiĂł mucho. Nos volvimos más confidentes, más amigas. EmpezĂł a mostrarme otras facetas de su personalidad. Ahora sĂ© que puede ser egocĂ©ntrica, pero tambiĂ©n se preocupa por su familia… al menos a su manera. Ella podrĂa haber ido sola a la quinta, y que los dos se la cogieran solamente a ella; pero me invitĂł a mĂ, para que pudiera pasarla bien.
―En más de una ocasión dijiste que Gabriela es una puta… ¿te agrada que ella sea as�
―Puede que sĂ… la admiro, por ser tan libre, por disfrutar del sexo sin acomplejarse demasiado.
―¿Pensás que te quedaste con algún complejo después de lo que pasó en la quinta?
―SĂ, totalmente. Para RubĂ©n y Claudio ahora yo soy tan puta como mi hermana. Hasta me dieron a entender que cuando quisieran cogerse a alguna puta que se los dejara fácil, me llamarĂan a mĂ. O sea, ahora me ven como “La puta fácil”. La puta que pueden invitar a coger cuando quieran, porque siempre les va a decir que sĂ.
―¿Y eso es cierto? ÂżLes dirĂas que sĂ?
Me quedé pensando un segundo.
―Tal vez… puede ser. Depende… si me agarran con muchas ganas de coger, les dirĂa que sĂ. SĂ© que jamás voy a poder cambiar la imagen que tiene de mĂ, a esa me la tengo que bancar. Pero creo que es mejor que ellos dos me vean como una puta, antes de que todo el mundo me vea asĂ. Admiro a Gabriela, por toda su actitud; pero me darĂa miedo ser como ella. Yo soy una boluda muy básica. Quizás algĂşn dĂa pueda conocer al tipo indicado, me casarĂa y formarĂa una familia… y no me gustarĂa que mi marido tuviera que aguantar comentarios como: “Te casaste con la puta barata del barrio, a esa la cogimos todos”. Algo que, definitivamente, le pasarĂa a cualquier hombre que decida casarse con Gabriela. Ella ya tiene fama de puta fácil. Pero no le importa… y eso es lo que más admiro de ella: Que no le importa lo que piensen los demás.
―Entiendo. Uno de los problemas que más suelen tratarse en estos consultorios es la presión social. Lo que la gente dirá.
―SĂ, es una mierda ―aseguré―. De a ratos puedo pensar: “Que el mundo se vaya a la mierda, yo voy a hacer lo que me dĂ© la gana”; pero al otro dĂa me arrepiento y me pregunto quĂ© consecuencias tendrán mis actos. Por suerte lo que pasĂł en la quinta solamente lo saben tres personas… bueno, ahora vos tambiĂ©n lo sabĂ©s. Pero sos mi psicĂłlogo, y no le vas a contar a nadie.
Ahora que lo pienso, vos tambiĂ©n estás al tanto de todo, Charly. Esta vez no te voy a amenazar, ya me quedĂł claro que no le vas a contar nada a nadie… al menos no a propĂłsito. Y si mi hermana lee esto, no me molestarĂa tanto.
Dije “Tanto”. Si estás leyendo esto, más te vale dejar el diario donde lo encontraste, porque te voy a cortar las tetas. ¿Te quedó claro, Gabi? Si querés que nos llevemos bien, no te metas con mis cosas.
―¿Qué más pasó en la quinta? ―Me preguntó el psicólogo, acomodándose los anteojos.
No hizo ni el menor intento por cubrir su erecciĂłn. Se comportĂł como si eso fuera lo más normal del mundo. Tal vez estaba tan avergonzado que preferĂa hacer de cuenta que eso no estaba ocurriendo. Le di una tregua, no lo molestĂ© por ese asunto.
―DespuĂ©s de que le estuvieron dando a mi hermana un largo rato… yo empecĂ© a sentir la necesidad de que me metieran una pija en la concha, y asĂ lo pedĂ. Los dos tipos dejaron descansar a Gabi, ella estaba cubierta de perlitas de sudor… bajo el sol brillaba como una diosa. Estaba preciosa… y con el culo bien abierto. Claudio y RubĂ©n se me acercaron y me pidieron que me pusiera de rodillas. Me ofrecieron sus vergas y cuando las vi, tan firmes y venosas, se me cayĂł la baba. Nunca habĂa tenido la oportunidad de hacer algo asĂ, y estaba tan caliente que me mandĂ© sin dudarlo. Primero chupĂ© la verga de RubĂ©n, lo mejor que pude. IntentĂ© tragarla toda, pero me resultĂł imposible. Sin embargo le di un buen tratamiento, no se puede quejar. DespuĂ©s chupĂ© la pija de Claudio, mientras pajeaba a RubĂ©n. No te voy a mentir, a veces miro porno… soy bastante pajera… y me calienta ver videos de una chica chupando dos pijas. No podĂa creer que ahora eso fuera una realidad. Ya no se trataba de una mujer anĂłnima en un video, la que estaba comiendo dos pijas a la vez era yo.
>Me dediquĂ© a eso durante un buen rato, hasta que RubĂ©n me pidiĂł que me pusiera en cuatro. Lo hice y apuntĂł la verga hacia mi culo. AhĂ lo tuve que frenar. Le aclarĂ© que nunca me cogieron por el culo y que no me sentĂa preparada como para empezar con eso. Él asegurĂł que no habĂa problema y ahĂ nomás me clavĂł la pija en la concha, hasta el fondo. GritĂ© como una trola. EmpecĂ© a pedir más y escuchĂ© a Gabi diciendo: “Metele la pija en la boca, a ver si se calla un rato”. Claudio le hizo caso, me dio pija para chupar. Unos segundos más tarde caĂ en la cuenta de que estaba cogiendo con dos tipos a la vez, uno me daba por la concha y el otro por la boca. Estaba haciendo algo propio de Gabi. Algo que jamás pensĂ© que me animarĂa a hacer.
>A ver, tengo que admitir que RubĂ©n coge muy bien, se nota que el tipo tiene mucha experiencia en esto. A pesar de que estuvo dándole duro a mi hermana por el orto, no mostraba signos de estar cansado. A mĂ me cogiĂł igual de bien. Pero más allá de la buena cogida, lo que más me calentaba era el morbo de la situaciĂłn, porque mientras chupaba pija, podĂa ver como Gabriela se hacĂa una hermosa paja. DejĂł las piernas abiertas, con la concha apuntando hacia mĂ, creo que querĂa mostrarme cĂłmo se colaba los dedos… y cĂłmo le habĂan dejado la concha abierta.
>DespuĂ©s Claudio intercambiĂł lugares con RubĂ©n. Ahora Ă©l era quien me metĂa la pija en la concha, y yo empecĂ© a chupar la otra, con mucho gusto. AhĂ sĂ que me sentĂ una puta fácil que se deja usar. En ese momento esa sensaciĂłn me encantĂł, me dio un morbo tremendo. Pero bueno...
―Pero después empezaron las dudas ―dijo el psicólogo, con tranquilidad.
―¿Te da miedo volver a comportarte asà otra vez?
―SĂ, totalmente. Especialmente si eso ocurriera con otras personas…
SĂ, Charly, ya sĂ© lo que estás pensando. SĂ© que me comportĂ© como una pajera con Germán y que por lo que le contĂ© y por haberle agarrado el bulto, Ă©l ya debe estar pensando que yo soy una puta fácil. Eso es mi culpa, debĂ controlar mejor mis acciones… y mis palabras. Al escribir todo es que me doy cuenta que tal vez fui demasiado gráfica en muchos puntos. Pero en ese momento solo pensaba en ser lo más detallista posible, en hacerle entender que estaba muy feliz por la morbosa cogida que me dieron… y lo estoy. Sin embargo deberĂa quedar en una aventura de una sola vez. Como la excepciĂłn de la regla. Yo no me comporto asĂ todo el tiempo. No soy una puta.
―Sin embargo ―continuĂł Germán―, imagino que en ese momento… cuando ellos intercambiaron lugares, vos no te sentĂas para nada mal. Estas dudas que te invaden ahora ni siquiera tuvieron cabida en ese instante. Supongo que habrás disfrutado mucho el momento, por lo sexualmente atrevido que era.
―Eso es muy cierto. Yo pedĂa más pija, querĂa que me partieran al medio. Para colmo, mientras Claudio me montaba, Gabi hizo algo que no me encantĂł. Se puso justo entre mĂ y rubĂ©n, dándome la espalda. AgarrĂł la pija del tipo y se la metiĂł en la concha. Yo pude ver la penetraciĂłn en un primerĂsimo primer plano. Fue espectacular… la forma en que se le abriĂł la cajeta para que toda esa verga entrara… ¡Me encantĂł!
―SĂ, con decirte que podĂa sentir el olor a concha… pero era un lindo olor a concha. El olor de una linda mujer en celo. Además yo no me quedĂ© quieta. Se me revolviĂł todo del morbo y Claudio estaba penetrándome con muchas ganas. EmpecĂ© a chuparle los huevos a RubĂ©n, mientras Ă©l se cogĂa a mi hermana. AsĂ que la concha de Gabi directamente me rozaba contra la cara y la nariz.
―¿Y qué te generó estar tan cerca de la vagina de otra mujer?
―No sé, fue raro… a mà no me gustan las mujeres. Pero no puedo evitar reconocer que Gabi está re buena y la forma en la que le entraba esa verga… ¡uf! Se me moja la concha de solo recordarlo ―esta vez yo fui la que se tocó. Pasé mis dedos por mis gajos vaginales, como si estuviera masturbándome. Lo hice durante unos pocos segundos.
―¿Te produjo alguna sensación especial el que esa chica fuera tu hermana?
―Y… no te voy a mentir, da un poquito de morbo. O sea, me criĂ© junto a Gabriela, nos peleamos y nos amigamos mil veces. SĂ© que ella es bastante promiscua, pero nunca me imaginĂ© que la verĂa coger desde tan cerca. Pero más morbo me dio lo que pasĂł despuĂ©s.
―Nos cogieron un rato más, en esa misma posiciĂłn, y despuĂ©s RubĂ©n dijo: “Es hora de que estas pendejas se tomen la lechita”. Y ya te imaginarás quĂ© pasĂł despuĂ©s… nos hicieron poner de rodillas frente a ellos y nos pusimos a chupar las pijas. Yo agarrĂ© la de RubĂ©n, que por cierto, tenĂa un sabor a concha importante… a la concha de Gabi. Ella se la chupĂł a Claudio, pero despuĂ©s cambiamos. AsĂ estuvimos unos minutos hasta que ellos, al mismo tiempo, como si se hubieran puesto de acuerdo, empezaron a tirarnos todo el semen en la cara. A mĂ me calienta mucho el semen, lo recibĂ con mucho gusto, con la boca abierta. Igual me salpicĂł por todos lados, hasta en las tetas. Era la segunda vez que me acababan en la cara, en un mismo dĂa. Estaba en la gloria. Además nunca habĂa recibido semen de dos tipos a la vez. Fue super morboso. Cuando estaban saliendo las Ăşltimas gotas de semen, empezamos a lamerles la punta de la chota… y entre las lamidas nuestras lenguas se encontraron varias veces. No me jodiĂł lamer la lengua de mi hermana, por loco que te parezca, hasta me calentĂł. Para colmo Gabi, que es tan dada para el sexo, empezĂł a lamerme toda la cara. Las mejillas, el puente de la nariz, la frente… y los labios. Me pasĂł la lengua por los labios y fue muy raro…
>Claro, yo no me quedĂ© atrás, hice lo mismo con ella. La acicalĂ©, como si fuĂ©ramos dos lindas gatitas. Le lamĂ toda la leche de la cara y me la tragué… sĂ, sĂ© que eso es muy de puta; pero me encantĂł hacerlo. Y cuando le lamĂ los labios… ¡uf! Ella tiene una boca preciosa. No sĂ© por quĂ© lo hice, pero la besĂ©. La besĂ© de la misma forma que hubiera besado a un novio. Con pasiĂłn, metiendo mi lengua en su boca, dando algunos pequeños mordiscos a sus labios. Ella me abrazĂł y se uniĂł más al beso. Su lengua tambiĂ©n se puso muy juguetona y… ¡Dios! ―Me acariciĂ© la concha otra vez―. Es que Gabi es como una diosa sexual… ella bajĂł la mano y empezĂł a acariciarme la concha. Bueno, “acariciar” no serĂa el verbo más indicado. Directamente empezĂł a pajearme… sĂ, porque me frotĂł el clĂtoris y me metiĂł los dedos, como lo habĂa hecho con su propia concha un rato antes. No dejĂł de besarme en ningĂşn momento. Hacerse una paja es hermoso, pero que te la haga otra persona es una maravilla. Para colmo se nota que Gabi tiene tanta práctica como yo en este asunto de hacerse la paja. Y quise demostrarle que yo tambiĂ©n sĂ© hacerlo muy bien, por eso, mientras mi lengua luchaba contra la de ella, empecĂ© a tocarle la concha.
>No sĂ© cuánto tiempo estuvimos haciendo eso, pero sĂ le metĂ los dedos durante un buen rato. Fue muy extraño sentir mis dedos entrando en esa cavidad tibia y hĂşmeda. Esa “humedad viscosa” me fascina cuando yo misma me meto los dedos. Te juro que si ahora mismo me metieras los dedos en la concha, sentirĂas lo mismo que yo sentĂ al meterlos en la de mi hermana. Estoy asĂ de mojada. No veo la hora de llegar a casa… me voy a hacer una paja tremenda.
SĂ, Charly. Si te estás preguntando si lo hice, la respuesta es sĂ. Apenas lleguĂ© a casa me saquĂ© toda la ropa, tenĂa la bombacha toda mojada. Me tirĂ© en la cama y estuve como una hora colándome los dedos, casi sin parar. Tuve un orgasmo muy intenso, casi tanto como el que me provocĂł mi hermana en la quinta, y eso tambiĂ©n se lo contĂ© a Germán.
―Las dos acabamos casi al mismo tiempo ―le dije―, fue super lindo. Porque no dejamos de comernos las bocas en ningún momento, y los dedos empezaron a moverse muy rápido. Fue la escena más lésbica en la que estuve involucrada en mi vida… ¡y con mi propia hermana!
―¿Tenés algún arrepentimiento por haber hecho eso?
―Puede ser… sé que no excedimos un poco, pero bueno, tampoco es que hayamos terminado cogiendo. Fueron unos besos y algunas caricias extremas en la concha. Una vez que acabamos ya nos quedamos más tranquilas.
―¿Después de eso volvieron a su casa?
―No, porque todo esto que te contĂ© pasĂł en relativamente poco tiempo. Nos quedamos unas horas más, aunque fueron mucho menos intensas. Nadamos desnudas, tomamos cervezas, nos dejamos manosear… te juro que ni nos pedĂan permiso. Nos metĂan los dedos en la concha, asĂ de una… pero no nos molestaba, porque nosotras tambiĂ©n le tocábamos a las vergas a ellos. A veces las chupábamos durante un rato… Gabi chupĂł bastante pija durante toda la tarde… y bueno, yo tambiĂ©n; pero no tanto como ella. TambiĂ©n nos cogieron otra vez, primero me cogiĂł RubĂ©n, ahĂ nomás, al costado de la pileta. DespuĂ©s, un poco más allá, mientras yo tomaba sol en concha, se me acercĂł Claudio y sin pedir permiso, me clavĂł toda la pija y me cogiĂł un rato más.
>A Gabi sà que le dieron para que tenga, incluso le hicieron doble penetración dos veces más… ¡y ella chocha! Pidió pija y le dieron pija… le rompieron bien el orto.
>No volvimos a tocarnos entre nosotras, y bueno… después sà nos fuimos. Nos quedamos dormidas apenas llegamos a casa, estábamos agotadas.
―Tuvieron una jornada muy intensa.
―¡SĂ, totalmente! La pasamos de maravilla.
―Está bien, entonces, si eso fue todo, podemos dejar acá la sesión de hoy… incluso nos pasamos un poco de hora.
―No te preocupes ―me dijo, con una sonrisa tĂmida―. Creo que hoy hicimos un gran avance, nunca te habĂas abierto tanto en una sesiĂłn.
Me preguntĂ© si esa frase tenĂa otro significado, me abrĂ emocionalmente, pero hubo un momento en el que me abrĂ de piernas. Tal vez Germán fue un poquito picarĂłn y me hizo un comentario de doble sentido.
¡Ah no, pará! Me estaba olvidando de algo importante. Muy importante.
Antes de irme le di un abrazo, me naciĂł hacerlo asĂ. Y cuando estuve bien cerca de Ă©l, le agarrĂ© el bulto otra vez. Lo mirĂ© a los ojos y con una sonrisa picarona le dije:
―No te pongas mal por tener la pija dura, esto me demuestra que tambiĂ©n tenĂ©s sentimientos y que de verdad estuviste prestando atenciĂłn a lo que te contĂ©. Si no se te hubiera puesto dura despuĂ©s de ese relato, hasta me sentirĂa ofendida.
AhĂ fue cuando Ă©l hizo lo más sorprendente de toda la sesiĂłn, bajĂł su mano y la posĂł sobre mi concha. Me dio una descarga elĂ©ctrica en todo el cuerpo. MoviĂł los dedos y por un momento creĂ que me iba a masturbar o algo asĂ, pero en realidad solo intentaba acomodar el pantalĂłn, para que no se me encajara tanto en la raya.
―Y no te ofendas por esto ―dijo, sin dejar de tocarme la concha para acomodar la tela―. Pero deberĂas evitar salir a la calle con la vagina tan marcada. Está bien que uses pantalones ajustados, te quedan lindos y te hacen sentir linda; pero fijate que no te marquen tanto.
―Está bien, lo voy a tener en cuenta ―le respondĂ, con la concha toda mojada.
Dejamos de tocarnos nuestros genitales y me apartĂ© de Ă©l. Nos quedamos mirando unos segundos en silencio, hasta que me dijo que me abrirĂa la puerta. AhĂ sĂ, me fui.
Bueno, eso es todo lo que ocurriĂł durante la consulta con Germán. Espero que no te hayas quedado con una mala impresiĂłn de mĂ, Charly. Yo no te juzgo por ser un objeto inanimado, vos no me juzgues por haber sido un poquito… puta.
Prometo hacer el intento de portarme mejor.
Pero por otro lado… voy a intentar llevarme un poquito mejor con Gabi, sà mejor de lo que me estoy llevando ahora. Me intriga mucho saber qué tipo de cosas publicará en Twitter. Tal vez solo anda haciéndose la misteriosa y sube las mismas fotos que vi en Instagram… pero viniendo de ella, lo dudo mucho.
DespuĂ©s de vivir una gran aventura, lo más difĂcil es volver a la rutina diaria. Mañana el mundo seguirá girando normalmente y yo tendrĂ© que ir a trabajar. No me queda otra.
Me despido hasta la próxima. No le cuentes nada de esto a nadie, Charly… en especial a mi hermana.