El Sexo es el consuelo para quienes ya no tienen amor
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Hay hombres con esposas atractivas, bellísimas, ansiosas por dar todo lo que tienen, porque son extremadamente ardientes y ellos las ignoran, lo que hace que se marchiten.
Cuando llegué a vivir a Valencia, me era tan importante encontrar el sitio adecuado para vivir, como encontrar un buen gimnasio, me preocupaba menos que estuviera cerca o lejos de donde fuera a vivir. Después de muchas visitas encontré el gimnasio adecuado y congenié muy bien con el gerente. Con el tiempo nos dimos cuenta de que coincidíamos en bastantes cosas, sobre todo a nivel deportivo. Me ayudó a montar mi gimnasio en el campo y la pista. Ya no visitaba el gimnasio con la frecuencia que lo hacía, pero seguía estando dado de alta. Tuvo un encontronazo haciendo deporte al aire libre y en cuanto me enteré le fui a visitar al gimnasio, porque, aunque la lesión tenía cierta importancia, no le impedía seguir trabajando.
Pase a verlo antes de entrar a trabajar y mi vestuario no era precisamente para hacer ejercicio. Me explica cómo fue su “accidente” y después de explicármelo, me quiere enseñar dos máquinas nuevas que le han dejado para que las pruebe y ver si le interesan. Me lleva a verlas y al entrar me quedo extasiado, porque veo a una mujer que me quita el habla. Mujer entre 35 a 40 años, 1,70 a 1,76, no más de 60 kg, de pecho entre 100 y 110, ojos de azul intenso y melena rubia, que la lleva bien recogida dejando a la vista un cuello bonito y para terminar un culito enfundado en unas mallas sugestivas, con forma de corazón invertido, muy marcado y sugerente. Se mueve y la puedo ver mucho mejor, tiene unos labios gruesos, apetecibles, sensuales y sus cejas son oscuras. Me recuerda a alguien y no se a quien hasta que mi amigo me dice... “A que te recuerda a Jennifer Lawrence” y la verdad que sí, pero mucho más guapa y atractiva.
—Dime más de ella, que me he quedado...
—Tu y todos los que la vemos por aquí. Jajaja...
—Creo que tendré que venir con más asiduidad... ¿Que horario tiene como se llame?
—Jajaja... serás capaz... se llama Macarena y es inalcanzable para cualquier mortal.
—¿Y eso... es que lo has intentado tú?
—Te digo que es inalcanzable y mira que lo han intentado muchos. Está casada y aunque su marido es un tonto del culo, ella lo idolatra, además el marido es un figurín y tampoco es de hacer amigos, se cree que está por encima del resto de los mortales y lo raro que no los hayas visto porque viven muy cerca de ti.
—Ya te aseguro que si la hubiera visto no se me hubiera olvidado.
—Bueno te da igual porque ya te digo que es inalcanzable. Seguro que su marido le “DA” todo lo que necesita.
—Pues si sigo fiel a mis teorías, tal como se castiga en el gimnasio te aseguro que como mínimo está a falta de un buen “empotramiento” porque no solo el chocolate es sustituto del sexo, también lo es agotarse hasta el infinito, esta que no puede más, pero continua.
Se echó a reír a carcajadas diciéndome que yo y mis teorías. Le dije que al día siguiente y como ella acudía a la hora de abrir estaría allí. Se vuelve a reír y me dice que como máximo y según la pille solo obtendré un “buenos días”. Como le dije acudí a primera hora, estaban empezando a encender las luces. Ella no había llegado. Ya que estaba aproveché para hacer ejercicios y antes de la media hora aparecía Macarena. Desde donde estaba podía verla sin necesidad de ser muy indiscreto, ya que la tenía de frente. Varios hombres pasaron junto a ella saludándola y ella como si estuviera sola. Ya me lo había dicho mi amigo... muy fina, con un habla que parece que se le va la vida, porque habla muy bajo, casi susurrando.
La estuve observando y cuando digo observando me refiero a su forma de actuar. La escuché hablando por el móvil y era verdad, voz muy dulce, aunque hablaba de algo serio no se alteraba, super educada y como decía mi amigo... demasiado fina para él. Ese día me marche sin intercambiar ningún tipo de palabra con ella, pero si hubo algún cruce de miradas con esos ojos tan azules. Pase un par de días más y al cuarto entable conversación con ella. Al principio fue una conversación por algo mal que estaba haciendo ella y que le podía costar una lesión importante. No me dejo ni terminar, muy educadamente, muy finamente, me dio un corte que estaba fuera de lugar, porque no me dejo ni terminar. Por eso lo que hice fue quitarle de la mano el asa de la que estaba tirando y le hice una demostración de lo que le podía haber sucedido de seguir haciéndolo de esa manera.
Su cara fue de espanto al verlo y su cara era un poema. Cuando parecía que me iba a decir algo me adelante... “Que no le he dicho que me la chupe, solo le decía que se podía lesionar... que no se puede ser tan obtusa” y la dejé allí en medio y me marché, entre otras cosas porque tenía una reunión importante. Lo que le dije no fue algo premeditado, es que me molestó que me tratara como a un perro. Mi amigo que lo presenció todo me dijo al salir... “¡TÍO! no me asustes a la clientela... pero vaya existo, esa si te ve por la calle te atropella... y no me digas que has hablado con ella... JAJAJA...” Al día siguiente cuando llegó esta ella con sus ejercicios y nada más verme llegar se encara a mí, ha tenido tiempo de preparar algún tipo de contestación y no exagero, pero estuvo entre 10 y 15 minutos soltándome una monserga sobre la educación, el respeto... y cuando termino solo le dije... “Es acojonante... Me estás diciendo a mi algo que no me tenías que decir, porque si a alguien se lo tenías que decir sería a quien te encuentres delante de tu espejo por la mañana y para que veas que soy buena gente... hay que follar más y joder menos, que si no se te agria el carácter” de nuevo me aleje y me puse con mis ejercicios.
Podía verla enfadada y me puse los auriculares, lo que aprovecho mi amigo para llamarme y preguntarme qué le había dicho a Macarena por la cara de mala leche que se le había puesto. De pronto ella recoge sus cosas y se va en dirección a los vestuarios. Al rato vuelve y trae mejor cara, se acerca a mí y me habla con su ritmo suave, me pide disculpas excusándose en que lleva unos días que no se encuentra muy bien y bla, bla, bla... de nuevo aguanto su arenga y cuando acaba le pregunto... “¿Te apetece un café? Pero un café de verdad, que aquí al lado se hace uno de los mejores cafés” me responde muy educadamente que no y a los diez minutos me dice que acepta. Nos vamos a cambiar y ante la estupefacción de mi amigo nos vamos. Tomando el café me doy cuenta de que es una mujer con muchas ganas de hablar, de explayarse.
—Estoy con el corazón que me va a estallar.
—Jajaja... No sabía que causaría esos efectos.
—Pues si pasara mi marido por aquí me desmayaría.
—Mujer tampoco es para tanto, somos amigos de cualquier cosa y nos hemos encontrado... ¿Tan celoso es tu marido?
—Mi marido no es nada celoso, en absoluto... pero si me viera contigo el enfado sería de órdago.
—Lo mismo lo entiendes cuando te diga que mi marido es Darío... ¿Ya sabes quién es?
—Pues ni idea, es que ni me suena.
—Tu eres Carlos... ¿No es así?
—Veo que estás bien informada y veo que mi amigo tiene la lengua muy suelta.
—Pues te voy a dar alguna pista... Pista de pádel de... discusión que acaba con un hombre sangrando por la nariz como un cerdo en matanza y otra pista no se cierra un acuerdo con la empresa... porque tu ni te presentas. Pues el de la nariz y el de la empresa son la misma persona... mi marido. Para el sí buscas la palabra demonio, enemigo... sale tu foto, me enteré el mismo día de nuestro encontronazo.
—Joder las vueltas que da la vida... pero te voy a aclarar algunas cosas. Lo del pádel fue el que dio primero y lo hizo por equivocación, porque quiso darle a uno y lo confundió conmigo dándome un puñetazo sin esperármelo, lógicamente se lo devolví, por eso no me demando porque había unas imágenes que dejaban claro lo que sucedió y es más pude demandar yo. Lo de no firmar con su empresa, no sabía ni que era el, simplemente el presupuesto que pasaron era superior como en un 30 o 40 por ciento de los demás.
—Si es así él está confundido y otra pregunta... ¿Por qué eres tan grosero diciendo lo de agriar el carácter con esas expresiones? Porque reconoce que se puede decir de manera menos ofensiva.
Le dije que lo que había dicho no era ofensivo, que es una realidad. Ella no estaba de acuerdo y me dijo que su marido le daba todo lo que le tenía que dar, que a ella no le hacía falta buscar nada fuera de su matrimonio y diciendo eso me lo puso a huevo... “Es que yo en ningún momento he dicho que tu marido no te satisfaga, eso lo has dicho tu por lo que si te digo que –excusatio non petita, acussatiomanifesta-” enmudeció y añadí... “Los problemas de tu marido no son por mi culpa, son únicamente culpa suya” se quedó bastante chafada y me recalca que ella le era fiel a su marido. Riéndome le dije... “Si yo no he dicho lo contrario y es más sé que es así, pero te digo que los cuernos son como un acto de protesta simplemente” y le salió una sonrisa.
—Si no eres adivino ¿Como sabes que es cierto lo que he dicho de que soy absolutamente fiel?
—Te vas a reír o me dirás que es un disparate. Pero una mujer que hace todos los días el ejercicio que tú haces y sobre todo al ritmo que lo haces, es para castigar el cuerpo y estar el resto del dia agotada, un sustituto del sexo.
—Bueno por algo empezamos, ya no me has dicho que me equivoco...
—Pues te lo digo ahora... TE EQUIVOCAS.
—Pues es una pena que esté equivocado.
—¿Por qué dices que es una pena?
—Porque si no estuviera equivocado acabaríamos teniendo sexo los dos.
—Hala y lo dices así, tan fresco, tan seguro. Porque para eso me tendrías que gustar y no es el caso.
—Fresco lo mismo, pero seguro también, porque tu mirada no engaña y además está el morbo de ser el gran enemigo de tu marido y eso pone. No me digas que no.
—Jajaja... que tío más descarado, nunca había conocido a nadie tan... TAN...
Terminó el café y dijo que se iba. Me quedé mirando como se marchaba y como no, viendo el movimiento majestuoso de un culito muy necesitado. En ese momento sabía que me la iba a follar. Dos días sin ir al gimnasio y mi amigo medijo que era porque el marido estaba malo. Días después hay una cena de las que considero estúpidas, pero que hay que ir y a este tipo de cenas va siempre Victoria y esta vez me toca a mí. No se hace en Valencia y no diré dónde. Aunque las considero estúpidas he de reconocer que en muchas de ellas siempre se puede llegar a cerrar algún trato o contrato.
Tenía habitación en un hotel en el que estaríamos hospedados todas las personas que llegábamos de fuera, que éramos los que menos. Conocía el hotel y me gustaba, lo único que me preocupe de que estuviera correcto era el tamaño de la cama. Llegué temprano, tan temprano que no pude hacer el checking y lo aproveché para ir a ver unas cosas que me interesaban. Fui a ver a un amigo, comí con él y me fui rápido al hotel, encontrándome con un par de parejas conocidas que asistían a la misma cena y con las que quedé en principio en irnos a tomar algo después de la cena. Casi todos iban en pareja, menos los solteros, divorciados y los que querían pasar una noche de solteros.
Al entrar al salón donde se va a celebrar la cena doy mi nombre y me indican el número de mi mesa, la número 11, cuando lo escucho me viene a la cabeza Victoria que es bastante supersticiosa o de creencias “especiales” y para ella el número 11 en concreto es un número de fuerza de señales... y cuando llego a la mesa, me encuentro a una pareja que conozco y al resto me suenan, pero no los conocía personalmente, quedando dos asientos sin ocupar. Hasta que escuchamos un buenas noches y me giro para responder al saludo cuando me encuentro con Darío y Macarena. Para ellos es un cortazo y se les nota. Rápidamente le saludo a él dándole mi mano, me responde al saludo y me presenta a su mujer, que la saludo como si fuera la primera vez que la veía.
No fue una situación tan tensa porque al final hablamos recordando situaciones graciosas y la cena pasó dentro de unos cauces más que agradables. Estaban en el mismo hotel y para más inri nuestras habitaciones estaban pegadas. Darío antes de terminar de cenar me invitó a tomar algo con ellos. Acepte y nos fuimos a la terraza del hotel, donde había una buena cafetería y Darío prefería allí. Estábamos sentados disfrutando de la noche, que no era fría, pero si fresquita, sobre todo para macarena que al rato sus pezones se le marcaban con rotundidad. Darío había perdido la tripilla cervecera y se le veía con muy buen físico y se lo dije, es cuando me contesta... “Pues sí, de cintura para abajo como un chiquillo, me meo, me cago... Jajaja...” y le acompañe en las risas porque tal como lo dijo parecía un chiste.
Pero me di cuenta de que algo fallaba, que no debía ser tan gracioso cuando Macarena lo fusilaba con la mirada. Fue cuando ya con más calma, tal vez con los efectos del vino de la cena y los dos whiskys que ya llevaba, me explica que ha pasado o mejor dicho lo estaba pasando un poco mal por un tema de salud y como él decía textualmente... “Los bajos que se sublevaron, aunque gracias a Dios de momento le he ganado el partido a los sublevadores...”y le animé sinceramente, diciéndole que la cirugía y los tratamientos estaban muy avanzados, Darío con mucha tranquilidad y dándole mucha normalidad me contestó... “Ya te digo Carlos, el susto gordo ya pasó. Una de las más perjudicadas mi Macarena, que ha tenido que estar y está a...”
Todo lo decía con la lengua doblada por la bebida y no sabía a qué enfermedad o percance se estaba refiriendo, a pesar de los ánimos y menos cuando macarena interrumpe su parloteo diciéndole con mucho énfasis y enfado “No creo que a Carlos le interese para nada tus adversidades ni lo que se deriven de ellas, que ya está bien y no bebas más, porque además no te viene nada bien que te lo han dicho los médicos”, todo me llevaba a pensar que era o había sido algo muy grave. Parecía que eso le había puesto las pilas y se moderó. Retomamos la conversación en el proyecto de renovación empresarial que tenía en mente. La idea general estaba muy bien, tampoco me extrañaba porque era un tío muy inteligente y con una visión inhabitual.
Claro mientras hablaba seguía bebiendo y de nuevo cambia la conversación por un comentario, el comentario lo recuerdo muy bien, le dije que en lo único que debía tener cuidado era en la materia prima, porque los cálculos que hacías una semana podían variar enormemente a la semana siguiente, por culpa de los vaivenes y quise ponerle un ejemplo que me había pasado a mí, cuando me interrumpe para decirme... “Carlos que es como todo en la vida, lo que hoy es blanco mañana puede ser negro o como a mí. Antes tenía un nabo que sin ser una cosa del otro mundo funcionaba bien y ahora se ha quedado en nabito que no funciona la mayoría de las veces ni dándole vitaminas azules”, Macarena se levanta cabreada y dice que va al aseo, iba despampanante y al pasar junto a una mesa de unos pijitos jóvenes, parece que se quedaron mirándola con descaro, pero no dijeron nada.
Al quedarnos solos me conto lo que le pasaba, empezó a fallar en el sexo, en vez de ir a un especialista se “dopó” inadecuadamente y si antes tenía una relación semanal, ya fuer mejor o peor, empezó a no tener ninguna y ahora después de muchos meses empezaba con cierta recuperación, pero por culpa de todo el proceso, se enganchó a la bebida y que lo estaba dejando. Para mí era la pescadilla que se muerde la cola. Al regresar Macarena los niños pijos le dijeron algo que la hizo ponerse colorada, pero no pudimos escuchar nada y en estos casos o te haces el loco o le preguntas a tu mujer que ha sucedido, según la respuesta actúas o no actúas. Darío se fue como un energúmeno hacia ellos, los chavales al ver su reacción y aunque no me los creyese, se comportaron como se debían de comportar, pidieron disculpas, que no sabían que estaba acompañada...
Macarena trató de llevarse a su marido, pero le era imposible, por eso me acerqué y reconduje adecuadamente el momento. Lo agarré y le dije que se había terminado la noche, ayudé a su mujer a llevarlo a la habitación. Durante el camino y al entrar en la habitación, él se estuvo pasando con su mujer cinco pueblos. Hasta el extremo de que ella le dice... “Me tienes hasta el mismísimo... siempre igual, pues que te den por culo, voy a coger otra habitación y te lo repito que te den”. Allí estaba en medio de una trifulca, el otro se venía más arriba y ella se salió de la habitación, salgo detrás de ella y le doy la tarjeta de mi habitación. Darío está completamente ofuscado, se sienta en el borde de la cama y me pide que le sirva cualquier alcohol que tenga el minibar. Le voy a dar un poco de agua y cuando me giro para dársela esta “desmayado” y resoplando, le quitó los zapatos, le echo la sábana por encima y me marcho.
Llamo a la puerta de mi habitación y nadie me abre. Me bajo a la recepción para ver si está solicitando una habitación o que. En la recepción me indican que está en el piano bar. La veo en la barra y lo único que faltaba otra que se emborrachara. Llego justo cuando le están sirviendo una segunda copa de Ron, me pongo a echarle un “discursito” para que no siga bebiendo y me pide otro ron para mí, cuando le digo que no lo voy a tomar me dice... “Carlos el delicado, el abstemio... pues no te preocupes, que, si no te lo tomas tú, me lo tomaré yo” y es cuando se mete por medio el camarero diciéndome que es un ron sin alcohol. Ella se echa a reír y al rato nos avisan de que van a cerrar. Es cuando le entran las preocupaciones, le digo que puede quedarse en mi habitación, empieza un tira y afloja, hasta que le digo que, si le preocupa algo que le deje de preocupar, que la dejo sola y yo me cojo otra habitación.
Subimos juntos a la habitación y ella me va diciendo que es por dar un escarmiento a su marido, para que cuando se despierte y no la encuentre se preocupe. Me meto en mi habitación y ella va a la suya por un neceser. Tardó en venir a mi habitación entre diez y quince minutos. Seguía vestida con la misma ropa que ya de por si era explosiva. Solo había un sillón que parecía de tres plazas, pero era para dos. Ella expuso dos soluciones, quedarnos despiertos hablando o que yo me acostara y ella se quedaba en el sillón, esta última opción no se daría conmigo, es lo que le dije. De quedarse alguien en el sillón seria yo. Es cuando me dice que mi cama es mucho más grande que la que tienen ellos y le explique el motivo, diciéndome que era un enchufado y riéndose. A lo que le añadí que un día tenía que venir a mi casa para ver lo que es una cama grande. Estaba más relajada y confiada que el día que tomamos café por primera vez.
Eso le llevó a darme las gracias por haber intermediado entre Darío y los chavales. Estábamos bastante pegados e hice un primer acercamiento, porque no pensaba no intentar nada con ella. Coloque mi mano sobre su rodilla desnuda y la otra sobre su cuello, más exactamente sobre su nuca. Daba la sensación de que no notaba mis manos, porque no hubo por su parte ninguna reacción. Algo que claramente era imposible, pase a otra fase, la de intentar besarla, ver como respondía y si aceptaba el beso, ver como era su beso, porque en la forma de besar se sabe todo lo demás. Dicho y hecho, le doy un beso, se produce un inicial rechazo o más bien un momento de indecisión, porque segundos después el beso pasó a ser una comida exagerada de boca, mostrando deseo, calentura, arrebato... lo que me hacía tener claro que íbamos a follar como posesos.
Aprovecho ese momento de frenesí, para subir la mano que tengo en su rodilla y llego a sus húmedas braguitas, acaricio por encima de ellas, macarena ha abierto lo suficiente sus piernas para poder tocarla bien, lo que me provoca una hinchazón máxima de mi polla. Se produce un momento no deseado... “Carlos perdona, pero no puedo, no puedo... lo siento...” y se levantó del sillón, conteniendo sus resoplidos, porque estaba claro que estaba tan cachonda como yo y estaba en una nube de dudas. Se ha apoyado en un mueble donde hay un espejo grande, algo que ya sabéis que me encanta. Me acerco por detrás de ella y me pongo en plan “diablo” porque sé que es solo cuestión de tocar la tecla necesaria, aunque al final no fue exactamente así.
Me pongo pegado a ella, bien pegado para que note la dureza de mi polla. Sé que puede resultar engañoso saber la medida, pero algo es algo. Beso su cuello y rozo bien mi polla. Ella me dice mirando a través del espejo... “No seas cabrón, te he dicho que no puedo y ahora te añado... que tampoco debo, soy una mujer completamente fiel y no voy a claudicar” y sé que cuando una mujer se pone de esa manera, es que está a punto de... y ese punto no fue tocarle una tecla, fue agarrar su mano y llevarla hacia atrás de su cuerpo, para colocarla sobre mi polla. Por cómo se abrieron sus ojos supe que le iba a ser difícil decir que no. La hago darse la vuelta, me apretaba la polla con suavidad y con esa suavidad hacía moverse a su mano. No tengo que guiar su mano ya que lo sabe hacer ella sola muy bien. Acaricio su culito y es cuando de nuevo la beso, desde el principio nos morreamos y es cuando me agarra bien agarrada mi polla, como si me la sujetaba para que no se le escapara.
Me resulta muy fácil sacar sus pechos, acaricio sus pechos con suavidad y con fuerza, chupo y lamo sus pezones que se han endurecido al máximo. Cuando noto como sube el ritmo de su respiración y su intensidad, chupo sus pezones con más fuerza, los mordisqueo y los aprieto al máximo con mis labios, soltando junto con los gemidos contenidos, un quejido de placer. Esta tan excitada, tan cachonda, que ni se da cuenta de que la he desnudado prácticamente y lanza un sonido de sorpresa cuando su vestido cae al suelo, quedándose solo con unas braguitas de color blanco. Veo bien sus tetas, no son de piedra, tienen una leve caída que las hace más atractivas. No me aguanto más y le hago darse la vuelta, su culito es mejor de lo que me imaginaba.
Acaricio con deleite y con perversidad sus nalgas, ya estoy imaginado mi polla entrando y saliendo de ese culito que parece virginal, porque no lo se. En ese momento y de forma sorpresiva me dice... “Carlos... esto además de ser inapropiado, una locura, es que no está bien y luego nos íbamos a arrepentir para toda la vida, por lo menos yo. Entiéndeme, sé que no está bien haberte permitido hacer nada y darte esperanzas de que...” y ya me había desnudado del todo. Mientras hablaba la he cogido en brazos, la he sentado sobre el mueble, he apartado sus braguitas y le estoy pasando la cabeza de mi polla a lo largo de su coñito, eso sí haciendo paradas especiales en su clítoris.
Es cuando ella deja de decir lo que me decía para pasar a decirme, de forma excitada pero comedida, sin perder sus formas, su buena educación... “Carlos de verdad... ¿No sería mejor parar ahora que estamos a tiempo? Porque además debes de saber que llevo mucho no, lo siguiente a mucho, sin hacer nada de nada, ya me entiendes...” y su respiración era más tremenda, sus tetas se levantaban como si no hubiera un mañana. Aún con la incomodidad de las braguitas, que están apartadas a un lado, sigo pasando mi polla por su coñito, su cara cada vez se descompone más, no se atreve a decirme que se la meta ya, pero sé que lo está pensando, me lo dicen sobre todo sus ojos, pero también como se muerde y aprieta sus labios. Quiere decir algo, se le nota, pero sé que de momento no se va a atrever.
Me toca dar el siguiente paso y acerco mi polla a la entrada de su coñito, pero como llevo haciendo un rato. Se que está entregada para lo que venga, para lo que quiera hacer con ella y es cuando sin avisar, empiezo a meter mi polla dentro de su coñito, lo hago suavemente, de forma que parezca interminable. Mi movimiento de caderas es imperceptible, hasta que consigo lo que quería, que ella se olvide de su refinamiento y sea una mujer caliente... “A que esperas para meterla del todo, JODER... no seas mamón” y de un movimiento seco de mis caderas le entra del todo, esta vez sí dice un prolongado... “OOOOOOHHHHHHH... y AAAAHHHHHHHH”, lo que hace a continuación es comerme la boca como si estuviera hambrienta.
Es cuando me dice al oído, como si tuviera temor a que nos escucharan... “¿Ya te has quedado a gusto en deshonrar a una mujer casada y con su marido en la habitación de al lado? ¿No te da vergüenza maldito vicioso?” y veo que ya va siendo la mujer que quiero. Le respondo... “Solo haremos lo que tú quieras, pero lo quemas me pone es follarte el culito y si me sigues insultando, que sepas que te castigaré azotándote hasta que supliques que pare?”. Como sus braguitas me siguen molestando dejo de follarla para quitárselas y es cuando me dice que quieto. Creo que va a empezar otra vez con los arrepentimientos y no, lo que hace es quitarse las braguitas. Pero a continuación, se pone de rodillas en el borde del colchón.
No tardo nada en descubrir que es más cachonda de lo que pensaba, aunque no me extrañó. A pesar de que me decía que tuviera cuidado, que no sabía si le entraría toda, que era muy grande y era la primera vez que algo tan grande le entraba... mi polla entraba y salía sin dificultad, aunque era cierto que se notaba en principio algo apretada, lo que fue desapareciendo según aumentaba la follada. Me tenía tan cachondo que aumenté el ritmo de mis embestidas, sonando cada vez más fuerte nuestros cuerpos al chocar. Empezó suavemente a provocarme hasta que llegó al insulto y fue el momento de azotar su culito, al primer azote me dijo con mucha sorna y provocación... “¿Estos es castigarme? Pues manda huevos, más fuerte me da el enclenque poca polla de la habitación de al lado” y he de decir que los dos primeros azotes además de sonoros fueron duros.
Lo que me llevó a desatar toda mi furia sobre su culito, ya no se quejaba, solo gemía y parecía que le daba igual si alguien la escuchaba. Saqué mi polla de su coñito y quise follarme el culito, pero se apartó rápidamente y me dijo que para eso no estaba preparada. No hubo manera de convencerla, pero eso sí, me dijo morbosamente que seguro que la próxima vez que nos encontráramos... y de nuevo me puse a follarla. Lo único que esta vez quiso ella ponerse encima. No tardó mucho en tener un sonoro orgasmo y cuando con mi boca atrapé uno de sus pezones, la dureza con que lo hice le hizo tener un nuevo orgasmo, estaba desatada, se movía a toda mecha y de pronto se paraba, se tocaba el clítoris, se inclinaba sobre mí para meterme sus pezones en mi boca.
Parecía que le iba a dar algo, luego se echaba para atrás y tenía un orgasmo increíble, largo y cuando sintió mi corrida, como gritaba llevó a que ella tuviera varios seguidos, cortos pero intensos. A continuación, se dejó caer sobre mi pecho diciéndome con voz exánime... “Tío que pasada, en mi vida... en mi vida... debe ser lo caliente que tienes tu polla, que transmite algo que ha provocado que me venga varias veces, no me lo puedo creer todavía” y se quedó acurrucada sobre mí. No me moví y dejé que siguiera así, me di cuenta de que se había dormido o que se había quedado en un estado perezoso, deje que siguiera de esa forma, hasta que se activó cerca de una o dos horas después. Dijo que tenía que ducharse antes de que su marido la viera y quise hacerlo con ella, pero me echó de la habitación.
Me puse otra ropa sin poder asearme y bajé a desayunar a reponer fuerzas, con la intención de subirme rápido a darme una ducha reparadora en todos los sentidos. Estaba terminando mi desayuno cuando apareció Darío. Como siempre iba impecable, tanto en aseo personal como de su vestuario. Me ve y me saluda en la distancia, sentándose conmigo a continuación. Me suelta la perorata sobre el acto del día anterior y a continuación entra en una conversación más íntima y personal, algo que me extrañó por el punto en el que estaba nuestra relación.
—Ya me ha dicho Macarena que tuve un comportamiento anómalo. ¿Fue de verdad así? Porque si fue así te pido disculpas.
—Si te soy sincero, fue cualquier cosa menos anómala. Pero vamos, una noche es una noche y a mí no me tienes que pedir disculpas, en todo caso a tu mujer.
—Ya me imagino, porque no sé dónde coño pasó toda la noche, pero estaba muy cabreada. ¿Cuándo has bajado a desayunar la has visto?
—Pues no la he visto, desde aquí no se ve la entrada y salvo que desayunara antes que yo, por aquí tampoco la he visto.
—Por lo que ha dicho no ha desayunado todavía, iba a cambiarse de ropa y a ducharse.
Recordé que no tenía mi tarjeta para entrar, aprovecharía para llamar a su puerta y que me diera mi tarjeta, por eso me disculpe con Darío y le dije que tenía que dejarle, como se puso pesado para que no me fuera, acabé diciéndole que tenía que ir al aseso sí o sí. Llego a la puerta y llamo sin hacer mucho ruido, me abrió al instante, me puso media sonrisa y entre sus dedos sujeta mi tarjeta... “¿A qué vienes por esto?” le digo que sí y añade... “Pues si la quieres tiene un precio” me deja pasar, se quita el albornoz, se deja caer sobre la cama y abre sus piernas. Devoro su coñito y le hago correrse dos veces, resopla y me dice... “Si hasta esto lo haces de puta madre, pedazo de cabrón, fíjate si lo haces bien que me has puesto muchísimo más cachonda de lo que estaba” y me dice que vayamos al baño, no vaya a ser que se presente de imprevisto su marido.
Le pregunto si es que hay posibilidades y riéndose me contesta... “Siempre anda pensando que le estoy poniendo los cuernos y se presenta en casa o en el trabajo sin avisar, como decirme que se va de viaje y aparecer” es cuando le digo que mejor en mi habitación y ella me dice que no, añadiendo... “Es más no me importaría que subiese, ¿Por qué sabes lo primero que me pregunto esta mañana al verme?” y sin dejarme responder nada me lo soltó... “¿Seguro que se la has chupado a Carlos? SO PUTA” y le pregunto que le contesto... “Has acertado SO cornudo” diciéndome que era algo habitual entre ellos. Se sienta sobre el inodoro y me desabrocha el pantalón, mi polla está a media asta, pero ella con su boca tarda segundos en ponerla en su sitio.
Me mira con cara viciosa agarrando mi polla como si de un trofeo se tratase... “Es que no me canso de mirar esta hermosura y de disfrutarla, como me encantaría que Darío me viera con este pollón en mis manos” y empezó a lamerla, a deleitarse con mis testículos, a meterlos en la boca, cuando los soltaba por falta de aire me decía que le gustaban así de grandes y hermosos, sin un pelo. Se lo metía en la boca hasta lo más que podía y sacaba mi polla llena de saliva, mencionando lo caliente que se me ponía. Escuchamos lo que parecía era el ruido de abrirse la puerta, pero cuando escuchamos a su marido comprendimos que no se había quedado esperando a su mujer. Entró diciendo... “El tonto la baba de Carlos me ha dejado solo, debe de estar cabreado porque por su cara no debió de follar a noche con ninguna, Jajaja... le jodí el polvo invitándolo a una copa... Jajaja...”. Macarena le dijo que lo mismo fue así.
Había dejado de comerme la polla, aunque seguía haciendo maravillas con sus manos. Macarena entró con provocaciones cuando Darío intentó abrir la puerta del baño.“DARÍO... sabes que no me gusta que entres en el baño cuando estoy dentro...” y le añade... “Además piensa que estuviera con un amante en el baño... sería una intromisión”, Darío se ríe de ese comentario y le pregunta... “¿A si...? ¿Y quién sería el afortunado o desafortunado?”, ella con muy mala leche... “Pues con el que tú dices que es un mala baba, porque tienes que reconocer que está muy bueno y parece que, por su paquete, debe de tener una polla envidiable, no como el cacahuete que tiene alguno que yo me sé...” y Darío no se amilana... “Además de puta eres una ordinaria... y que sepas que más vale pequeña y juguetona que grande e inútil. Que si Carlos la tiene grande seguro que le hace aguas” no entendí esto último de su comentario, pero Macarena seguía dándole tralla.
Verla desnuda y con ese culito tentador activo el “diablo” que hay en mí. Vi sobre el lavabo, crema hidratante de las manos, la cogí me embadurné bien los dedos, me puse detrás de ella y se los fui metiendo en el culito. Al principio ella se movía ferozmente para evitar ese “ataque” de mis dedos, me dice apenas con un susurro que NO, que por detrás ¡NO! Que es muy grande y siente pánico. Sigo a lo mío y dos de mis dedos entran y salen bastante bien, seguro que por lo que ha dicho uno de mis dedos es como la polla de su marido. Darío seguía hablando y respondiendo en el mismo tono a las provocaciones de su mujer, es un tira y afloja entre los dos. Lo que me pone más cachondo, me imagino su cara de cretino mientras me follo el culazo de su mujer.
Empiezo a follarme su coñito, en un momento dado, como está apoyada sobre el lavabo, coje una toalla y la muerde. Trato de que no se oiga el choque del ruido al empotrarla, porque la empotro con todas las ganas. Sigo follándome su culito con los dedos y como soy bueno en follarme un culito, cuando veo su cara relajada, complacida, cachonda, saco mi polla velozmente y con esa misma velocidad la encajo en su culito. Ella me mira con cara con expresión entre encolerizada y una dominación concupiscente que posee su cuerpo. No se la he metido del todo, su respiración inicial por la sorpresa se va normalizando, hace un intento de apartarse, pero muy tímidamente, como si le fuera a doler, lo que me vale para agarrar bien sus caderas y no permitírselo.
Con la cabeza me está indicando que no, que pare, pero ella sabe también como yo que eso no va a ocurrir y el siguiente movimiento, me echo sobre su espalda, aprieto mi cuerpo peso si meterle más la polla, agarro sus formidables pezones, los aprieto con ganas y con un movimiento inapelable de mis caderas, entierro al completo mi polla en su culito mientras le digo al oído... “Va a la salud del cornudo de tu marido ya la salud de tu culito”, ella que ya no muerde la toalla suelta un grito inesperado sin poder contenerse... “¡QUE HIJO DE PUTA!” y automáticamente su marido que cree que va por él, pregunta el motivo de semejante insulto y ella que no se contiene ya le dice en el mismo tono... “Y me he quedado corta, porque tenía que haber dicho... ¡QUE HIJO DE LA GRAN PUTA!” Darío la increpa llamándola puta, calienta pollas...
Ahora ya no intenta quitarse y aunque su cara muestra rasgos de tener un poco de dolor, poco a poco, sus caderas van cogiendo un ritmo que me resulta delicioso. Mi ritmo aumenta, aunque de meter y sacar, lo hago poco para calibrar hasta donde puedo. No tardé mucho en saberlo, fue en el momento justo que ella me dijo... “Carlos que delicioso lo haces, sigue, no pares, diga lo que diga” y empecé a aumentar el ritmo de mis penetraciones, hasta que fueron fuertes, pero no salvajes. En ese momento Darío le gritaba que se meaba, que necesitaba entrar y ella le decía que se fuera a los aseos de la cafetería y que la esperase allí para desayunar. Protestó, pero se fue o eso creíamos, porque poco después nos corrimos, ella como si no estuviera su marido, aunque no lo comprobó y yo me corrí mordiéndole a ella, pero sin dejarle mucha marca, fue más como un chupetón enorme.
Su culito chorreaba y mientras ella me decía que mis corridas parecían ríos, me decía que un día me tenía que correr sobre ella o porque quería verlo. Me dijo que bajara, que me hiciera el encontradizo con su marido y lo entretuviera porque tenía que asearse de nuevo. Salió ella primero del baño, no había rastro de su marido, se asoma al pasillo y me dice que salga. Me bajo y me llaman al móvil, estoy hablando por la zona de la recepción, tratando de que se me vea desde la cafetería, pero es imposible si no entro en ella. Cuando me encuentro a Darío hablando también por teléfono, me hace una señal de que me espere. Acaba antes que yo y me hace una señal de que me espera dentro.
Una vez que acabo entro y me dice que sigue esperando a macarena, pongo cara de no entender y me dice que así son las mujeres, lo dice con resignación. Pedimos un café, por cierto, pasable pero no bueno. Llega macarena y se sienta de una forma rara, el marido le pregunta y ella sin decir nada, solo pone cara de aguante. Su marido tan “delicado” le dice eso pasa con las almorranas se sufren solas. Ella le dice que lo que había dicho era de muy mal gusto y de pronto se destapa un hombro, nos enseña el chupetón, que se ve ahora más grande y dice con toda su cara que le ha picado un bicho. Su marido con mucha tranquilidad y bastante mala leche le dice... “Pues sí que tenía que ser grande el bicho, pero eso es el karma, te has portado mal conmigo, no me has pedido perdón y se te ha vuelto en ti contra”. Macarena con mucha sorna y mirándome en parte a mí, muy intensamente le replica... “Pues si era un bicho grande, pero prefiero que me pique un bicho así más veces, antes que pedirte perdón”, Darío pidió mi opinión y dije que en trifulcas matrimoniales me mantengo al margen. Al despedirnos Darío me dijo que teníamos que recuperar nuestra amistad donde lo dejamos.