El profesor desubicado logró lo que quería
El profesor desubicado logró lo que quería
Esta historia es del año 2011 cuando apenas tenía 18 años. Al quedarme de curso el año anterior, tuve que repetir mi último año de secundaria mientras tenía otras actividades. Mi vida era la tipica de cualquier adolescente. Actividades, amigas, alcohol, salidas,etc.
En el fin de semana dejaba todo, buscaba siempre divertirme. Era la más salidora, la mas tomadora, la más puta. Con mis amigas se había generado una competencia por quien rompía más limites. Pero durante la semana, era la nena ejemplar de papá y mamá. Además de ir al colegio turno mañana, tenía clases particulares de matemática los lunes, entrenamiento de hockey y clases de teatro por la tarde noche.
Teatro me encantaba, era un ambiente de gente buena onda. A pesar de que llegaba cansada de un largo día. Me relajaba la mente y me liberaba de todas mis tensiones de adolescente.
Durante el primer semestre, tuvimos con la profe Sara, una señora mayor muy amable que nos hizo aprender mucho. En el lugar se brindababa el mismo taller a la mañana con otros profesores pero ella era única.
Por eso cuando anunciaron su salida a mitad de año, fue una sorpresa para todos. En su lugar, los superiores habían designado al profesor de turno mañana. Diego, un tipo canoso de unos 55 años. Yo no lo había visto en mi vida pero sabía de miles de historias que circulaban sobre él. Por un lado, era un profesor excelente con experiencia, buena onda y buen trato. Pero tenía su otro costado: era basicamente, un viejo pajero.
Mis compañeras que tomaron clases con él me contaron sobre sus comentarios constantes a las chicas, su toqueteo y hasta se rumoreaba que había tenido sexo con una cuantas que siempre tenían papeles protagonicos en las obras de fin de año.
Sin darle mucha entidad a eso, segui a clases. Al principio excelente, el tipo era sensacional, no solo enseñaba bien sino que entendía muy bien el código adolescente a pesar de su edad. Encontré rapida conexión ya que los dos eramos fanaticos del rock nacional. Con el tiempo, yo y otros compañeros con los que teníamos onda empezamos a quedarnos después de clase con él a charlar y tomar una coca cola. Ahí fue que el tipo nos contó sobre los problemas con su mujer, sobre novias que había tenido y nos preguntó cosas personales.
Yo empecé a quererlo. Nuestra relación cambió de profesor/alumna a amigos a pesar de la diferencia de más de 35 años.
Fue quizás por eso que empecé a ceder a sus "muestras de afecto". Desde la primera vez que hablando de un tema casual empezó a masajearme la espalda hasta esa vez que, mientras una amiga hablaba en esos encuentros post clase, el empezó a tocarme la cola durante un minuto.
Los abrazos al despedirnos, el toqueteo y los chistes subidos de tono no me parecieron extraños en absoluto porque era algo que hacía con otras chicas.
Un miercoles lluvioso antes de llegar a la clase mi amiga Luciana me dijo
- Te lo estás cogiendo al viejo? Querés que te dé el papel principal?
Yo, me extrañé con la pregunta y pensé que quizas debía detenerlo a Diego para que el resto no piense nada malo de mi. Sin embargo sucedió lo que tenía que suceder.
Era el mes de abril, el clima estaba ideal, yo después de mi práctica de hockey aproveché para bañarme en el club y tener tiempo de tomar el colectivo. Me puse una remera celeste, un short negro que me marcaba toda la cola y unas zapatillas. Llegue tarde a la clase por la cantidad de cortes en la ciudad. Los ensayos habían empezado. Cuatro compañeros estaban recitando sus lineas mientras el resto observado.
Era una sala casi a oscuras, con la iluminación solamente enfocada en ellos. Atrás de todo estaba el profe Diego observando. Yo llegó sin hacer ruido y solo lo saludé a él.
- Como estás preciosa?
- Bien profe, perdón por la tardanza como siempre.
El apenas me dice "esta todo bien", me abraza y me da un beso paternal en la cabeza.
- Ando mal sabes - me dice
- Que pasó?
- Otra vez problemas en casa, estoy harto.
Acompañando su tristeza, le hice que me cuente sus problemas y lo abracé fuerte. Nos quedamos unos minutos sin hablar mientras los otros seguían ensayando y el me tocaba por todos lados. En un momento me dice.
- Che, con los chicos estamos organizando para ir al Quilmes Rock, vamos?
Fue así que compramos las entradas y nos organizamos para ir el domingo donde tocaban las mejores bandas del país.
Era domingo al mediodía. Al llegar al punto del encuentro, eramos 3 chicas, 2 chicos y el profe Diego. Al entrar, sentiamos la vibra de cualquier festival. Cerveza desde temprano, buena onda y mucha gente. A medida que se iba llenando, fuimos más adelante para tener buena vista.
Diego no se despegaba de mi, me contaba sobre bandas y me decia que tenía que cuidarme de los pajeros que se aprovechaban en el tumulto.
Empezado el concierto nos empujaban de todos lados, yo perdí de vista a mis amigas. En un momento tratando que no me aplastaran, aparece él para cuidarme. En ese momento la marea humana saltaba al ritmo de Ciro y los Persas, y el me tenía agarrada de la cintura.
El concierto seguía y la cosa se ponía más melosa, el se puso atrás de mi y cada empujón, cada movimiento de la gente era su excusa para apoyarme todo su miembro.
Mi pantalón holgado se hundía ante ese bulto que después de unos minutos estaba cada vez más erecto. Yo me quise resistir pero no podía moverme y estaba borracha como para hacer algo igualmente. En un momento, nunca lo voy a olvidar, pone sus brazos en mi estomago y me apoya con su miembro erecto bien hasta el fondo mientras bailabamos la canción.
Ya caida la noche, el alcohol había hecho efecto en mi cuerpo adolescente y deje de resistirme a sus avances. Durante una canción lenta, él aprovecha el momento y me clava un beso que me hizo temblar. Me comió toda la boca. Fue tierno y raro a la vez porque nunca me había besado alguien tan mayor. Siempre fueron chicos de mi edad pero nunca un tipo tan grande. El me gustaba pero era un hombre casado y yo era su alumna.
Después del concierto, hicimos como si nada pasara. Era hora de volver a casa y como no podiamos volver todos en su auto, nos separamos. El ofreció llevarme a mi compañera y a mi. Era un viaje largo pero ninguno de los dos mencionó lo que pasó.
Al dejar a mi compañera en su casa, seguimos rumbo para la mia. Yo estaba nerviosa pero cansada y con el efecto del alcohol encima. Al acercarnos a dos cuadras de mi casa, el me dijo que por favor no mencionara nada. Que no se quería meter en problemas por besar a una alumna y que amaba su profesión. Yo le dije que se quede tranquilo, que todo quedaba ahí. Al llegar a la esquina de mi casa, estaciona y ahi nos dimos otro beso.
Yo en ese momento solo quería besarlo muchas veces. Nos comimos la boca y con mi mano empecé a tocarle el bulto que en ese momento ya estaba demasiado levantado. Ahí fue que el rapidamente se baja el cierre del pantalón y sin mencionar una sola palabra pone su mano en mi nuca, empujándola hacia abajo.
Yo ya estaba jugada, no me importaba nada y me mande con todo. Baje hasta su miembro y casi sin respirar me lo meti hasta la garganta. El alcohol hizo que pierda toda inhibición y se la re chupé una y otra vez mientras él lanzaba pequeños gemidos de felicidad.
Puse en práctica todo lo que sabía, le pasé la lenguita, le hice garganta profunda un par de veces y le chupe los dos huevos. Pasado unos minutos, me dice que está por acabar pero no me dejo tomarsela, agarró una servilleta y se limpió.
Yo me levanté y me volvió la timidez y la pregunta de "que hice?", lo unico que pude decir fue "me tengo que ir". El sonrío, nos saludamos y salí del auto.
Al llegar a casa, me sentía muy borracha. Cerré la puerta y estaba mi mamá esperandome muy enojada. Yo con mucha verguenza de que supiera lo que acababa de hacer solo salude en voz baja.
- Estás despeinada, que anduviste haciendo- cuando me lo dijo pensé peor. Ella sabe lo que es chuparse una pija, se va a dar cuenta, pense.
- Estás borracha, anda a dormir- fue lo unico que me dijo. Por suerte nunca se dio cuenta de mi travesura sexual, solo que estuve tomando. Aquello fue un advertencia de que debía cuidarme de hacer esas cosas.
A Diego lo seguí viendo hasta que tuvo que dejar el taller de teatro por denuncias de unas compañera despechada (se lo garchó y él no le dio el papel que quería). Luego no supe de su vida. Es cierto que era un tipo con problemas pero nunca voy a olvidar su enseñanzas, su buena onda y cada tanto me acuerdo de esa pija gomosa que me comí en su auto aquella fría tarde de 2011.