April 12, 2023

Aleccionando a mi Hijo

Tiempo estimado de lectura: [ 90 min. ]
Un hijo necesita aprender una importante lección de su Madre antes de entrar a la universidad

"No creo que esté listo todavía", le dije.

“Carla, tarde o temprano tienes que dejar de mimar a nuestro hijo. Acaba de cumplir 18, por el amor de Dios”.

Nuestro hijo, Alex, era frágil para su edad. Para cualquiera de sus edades, desde que empezó siendo un bebé prematuro. Tuvo toda una serie de problemas médicos toda su vida, pero ya estaba al final de la última etapa de estar en casa. Había estado levantado y dando vueltas durante unos 6 meses, y cada día se hacía más fuerte.

“Escucha”, dijo Pedro, “este baile de graduados del próximo mes será bueno para él. Lo has aleccionado en casa toda su vida y ahora es el momento de que empiece a salir. Recuerda, él comenzará la universidad en el otoño.”

"Y, por salir, te referías a conocer chicas".

"¿Y por qué no? Es un chico, y debería estar interesado en algo más que esos malditos libros que le metes en la cabeza todos los días.”

"Estoy nutriendo su mente", respondí. Sentí que había hecho lo mejor que podía con Alex. Sabía que siempre había sido una decepción para su padre, “el atleta estrella”. Quería que su hijo fuera igual que el, pero el destino no lo permitió.

En lugar de la altura de su padre de 1.83m (o incluso la mía de 1.70”), Alex tuvo suerte de superar los 1.63m con zapatos. Tenía una constitución delicada, a diferencia de los cuerpos aún atléticos de sus padres.

"Ni siquiera han tenido ‘la charla’ que debe tener todo padre e hijo", Dije, señalando en su dirección.

“¿Realmente crees que alguna vez necesitará ‘la charla’? Dudo que esa parte de él sirva para otra cosa que no sea orinar. Y, contigo asfixiándolo toda su vida, apuesto a que ni siquiera piensa en sexo. Francamente, no creo que sea capaz de satisfacer a una mujer.

De repente, una gran bola de culpa se apretó en mi estómago. ¿Y si Pedro tenía razón? ¿Qué pasaría si todo el trabajo bueno y arduo que había puesto hubiera dejado a mi hijo sin ningún deseo normal, o indefenso e impotente, si es que alguna vez lo experimentó?

“Entonces, me estás diciendo que te niegas a hablar con tu hijo sobre sexo”.

“No veo la necesidad. Él estará bien. Lo resolverá si alguna vez... y dudo que alguna vez... llegue a eso.”

********************************

Nuestra conversación/discusión me carcomió todo el día. Me senté allí en nuestra habitación, cepillando mi largo cabello oscuro y liso, contando las pasadas como lo he hecho todas las noches de mi vida. De repente me detuve y miré mis propios ojos en el espejo y dije en voz alta:

“¡Si él no lo quiere hacer, YO LO HARÉ!” No tenía miedo de despertar a mi esposo, a solo unos metros de distancia, inconsciente en la cama. Estaba roncando como de costumbre. Siempre se acostaba antes que yo, había perdido interés en tener sexo conmigo desde hace años. “Tal vez eres TÚ quien necesita tener ‘la charla’ sobre sexo”, dije en su dirección.

Me levanté y tomé la decisión. Me puse mi bata sobre la camiseta blanca de Pedro, la usaba como pijama, y la até con fuerza alrededor de mi cintura.

Aunque eran más de las 11 en punto, sabía que Alex solía leer hasta tarde. La luz que se veía debajo de la puerta de su dormitorio demostró que tenía razón. Toque la puerta.

“Adelante. Estoy despierto”, dijo la voz de mi hijo.

Lentamente abrí la puerta y miré alrededor. Allí yacía mi hijo, mi orgullo y alegría.

"Hola, Tigre", le dije. “¿Tienes tiempo para hablar con tu vieja madre?”

“No eres vieja, mamá. ¡La próxima semana cumplirás 40 años! Luces como si estuvieras en tus veintes.”

“¡Qué adulador! ¡No me recuerdes mi cumpleaños!” Había estado pensando en que este sería el año en el que llegaría al cuarto piso, y estaba un poco deprimida por la idea de que tal vez ya habían pasado mis mejores años. La falta de atención de Pedro ciertamente se sumó a eso, haciéndome sentir vieja y poco atractiva. Fruto de esta baja autoestima me sometí a un régimen aún más estricto del que estaba acostumbrada con pocas calorías, mucho ejercicio.

“¿Qué pasa, mamá? ¿No puedes dormir?

“No… bueno, sí. Pensé que debemos tener ‘la charla’.”

"Hablamos todo el tiempo, ¿no es así, mamá?"

“Sí, pero esto es diferente. Esta es ‘La charla’, la que tu padre debería tener contigo”.

“¡oh no, Mamá! No necesito esa charla. Ya sé todo eso, con los documentales sobre la naturaleza y el Internet. Los hombres y las mujeres se enamoran, da, da, da, etc.”

Respiré hondo y tan clínicamente como pude pasé por todos y cada uno de los pasos de reproducción que pude recordar. Debo haber parloteado durante más de diez minutos. Era un niño tan sensible, quería que este importante mensaje llegara a él con todo el amor y calidez que significa el sexo, aunque haya resultado ser insatisfactorio y negligente en mi caso con su padre.

"¿Tienes alguna pregunta, Tigre?" Pregunté al final. Alex nunca me había mirado ni una sola vez durante toda mi "charla". Solo miraba sus piernas debajo de las sábanas.

Sacudió la cabeza, pero me di cuenta que algo lo estaba molestando. "Alex. Es natural que esto sea un poco incómodo hablar de este tema… con tu mamá. Pero no hay nada que no puedas preguntarme. Hemos pasado por muchas cosas juntos mientras crecías, con todos tus procedimientos médicos y recuperaciones y rehabilitaciones. Dile a mamá lo que estás pensando.”

"Es solo que …"

Se detuvo y su cara se puso roja. Le di unos segundos antes de poner una mano en su pierna y decir en voz baja: “Está bien. No hay nada de qué avergonzarse. El sexo es una parte natural y maravillosa de la vida. Es completamente normal.”

“Así es, mamá. ¡Y yo no soy normal!, cada vez que volteo a verme hay algo mal en mí: mi corazón, mi desarrollo, todo. Y, ahora tengo otra cosa. Y no quiero hablar de eso”.

"Alex. ¿No nos prometimos el uno al otro que siempre seríamos honestos uno con el otro?

“Sí, pero esto es diferente. Esto es personal, muy personal. Y creo que algo está mal conmigo, otra vez. Solo que de una manera nueva”.

"De acuerdo. Ahora me tienes preocupada. Alex, Hemos llegado demasiado lejos como para que otro problema de salud se interponga. Quiero saber qué pasa, y quiero saberlo en este instante” —dije con voz seria de madre.

"¿Segura? Porque es asqueroso”.

“Muy segura,” dije.

Alex bajó las sábanas y volvió a preguntar: "¿Estás segura?"

Asentí, levantó su cadera y se bajó los pantalones del pijama. Lo había visto desnudo debido a todos los problemas médicos un millón de veces y nada parecía estar fuera de lo normal.

"¿Y bien?" Yo pregunté.

“Es mi pene, mamá. Está deforme. ¡es asqueroso!"

Mis ojos fueron a la entrepierna de mi hijo, más allá de su vello púbico me centré en su pene. Se veía igual que siempre. Flácido y envuelto en prepucio.

“Alex, no te pasa nada malo. Estas siendo demasiado exagerado”.

"Mamá. Es normal ahora. Pero, cuando me despierto por la mañana... quiero decir, durante el último año ha estado empeorando cada vez más".

Ahora estaba captando la idea. “¿Te refieres a cuando tienes una erección? Te acabo de explicar, es normal que un hombre tenga una erección o que una mujer lubrique cuando se sientan excitados. De esta manera pueden tener relaciones sexuales y crear una nueva vida. Es natural."

“No soy normal, mamá. Lo sabrías si lo vieras.”

“Tal vez podamos hacer una cita con el Dr. Romero, Te va agradar él es-”

"¡De ninguna manera, mamá!"

"Entonces, no sé qué decirte, excepto que probablemente no sea nada de qué preocuparse".

“Olvídalo! Gracias por la charla. Gracias por nada."

Empezó a subirse el pijama. Supe que no podía dejar que se preocupara innecesariamente por otro problema médico.

Sostuve mi mano con la suya detuve que subiera su pijama. “Álex, cariño. Deja que mamá lo vea. De esa manera ambos podemos estar seguros.”

"Te refieres a …?"

"Sí. Deja que mamá vea tu pene erecto. Esa es la única forma de resolver esto, ¿no?”

“Sí, pero eso sería muy raro. No. De ninguna manera."

"Piense en esto como un experimento", le dije. Alex amaba la ciencia. “Solo estamos observando los resultados. Solo frótalo un poco y deja que mamá eche un vistazo”.

“Olvidémoslo, mamá. Esto es demasiado vergonzoso. No puedo."

“Alex, recuéstate y cierra los ojos, finge que no estoy aquí y terminemos con esto. Es mejor que preocuparse por algo que se puede aclarar”.

Eso debe haber tenido sentido porque dijo: "Tendrás que estar callada para que no me ponga nervioso", dijo. Se deslizó hacia abajo y cerró los ojos. Tímidamente, movió su mano derecha hasta su entrepierna y sus dedos rodearon su pene. Hicieron uno o dos intentos débiles y sus ojos se abrieron de golpe. "Mamá, simplemente no puedo", susurró.

Fue entonces cuando tomé una decisión. “Cariño, solo relájate y cierra los ojos. Respira profunda y lentamente. Sabes que la respiración siempre nos ha ayudado a relajarnos”.

Así lo hizo. Yo misma tuve que tomar algunas respiraciones profundas por lo que estaba a punto de hacer. "¿Recuerdas cuando te bañaba y limpiaba cuando estabas enfermo?"

"Sí. ¿y qué?"

“Solo finge al principio que te estoy lavando, pero esta vez sin jabón”.

Con eso, me estiré y envolví mi mano alrededor del pene flácido de mi hijo. Sus ojos se abrieron y miró hacia abajo. Observo como los dedos de su madre sujetaban su polla.

“Shhh… Shhh… Shhh… relájate. Deja que Mami se encargue.” Esas fueron las palabras que había usado tantas veces en el pasado. Alex respondió colapsando de nuevo en la cama.

"Mamá. No."

Pero no hizo ningún movimiento para detenerme.

“Solo respira y relájate, cariño. Deja que la naturaleza se haga cargo” —susurré. Empecé un suave, gentil y lento movimiento, de ida y vuelta, apenas haciendo contacto con la superficie del pene de mi hijo.

“Mamá, deberías parar. Detente antes de…”. La voz de Alex era pequeña y casi inexistente.

"Shhh…", susurré mientras apretaba un poco mi agarre y tiraba del prepucio hacia atrás, exponiendo la cabeza púrpura de su pene por primera vez.

"Ah! …" escapó de los labios de Alex y su polla dio un pequeño salto. Estaba funcionando, esa pequeña reacción me animó a acelerar el ritmo.

Esperaba que su pene creciera; Esperaba que se alargara; Esperaba que se pusiera más dura. Lo que no esperaba era que se volviera más y más ancho. En un minuto, se había ensanchado tanto que mi pulgar y mi dedo medio no alcanzaban a tocarse. Y la cabeza morada, ahora completamente expuesta, era del tamaño de una berenjena, incluso más ancho que la base que tenía en mis manos.

Otra cosa que no esperaba fue el efecto hipnotizante que puso sobre mí. Hacía tanto tiempo que no tenía una polla dura en la mano que solo la mire y continúe con mi lenta paja de manera automática. Se sentía caliente, su dureza y el brillo del líquido preseminal que comenzaba a burbujear desde la punta me tenían suspendida en el tiempo. Habría permanecido más tiempo hipnotizada si no fuera por el sonido de la voz de mi hijo:

“¡Mira, mamá! ¡Lo vez!"

"¿Qué, Alex?" pregunté, tuve que despejar mi garganta por no haber pasado saliva en el último minuto. Había una mirada de dolor en los ojos de mi hijo y una expresión torturada y avergonzada en su rostro.

"¡Observa! ¿No lo puedes ver? ¡La tengo muy corta!”

Cuando volví a mirar su pene, con mi mano todavía haciendo pequeños movimientos de bombeo, lo primero que noté fue que un chorro de líquido preseminal se había derramado por el costado de su polla, empapando mi dedo índice y pulgar.

Retiré mi mano, tal vez reaccioné demasiado rápido. Mi propia reacción me tomo por sorpresa. Otra sorpresa fue el aroma profundo y embriagador de almizcle que había llenado el aire. Involuntariamente, inhalé profundamente bebiendo esa poción de feromonas masculinas que no había experimentado en mucho tiempo.

“Todo sobre mí siempre ha estado mal, desde el momento en que nací. Y esto es lo mismo”.

“Alex…” comencé. Miré su pene completamente erecto y tuve que admitir que si se veía un poco corto. Pero, un momento, su polla sobresalía por la parte superior de mi puño varios centímetros. No era corto. Solo era… ¡inmensamente grueso! lo que lo hacía parecer corto.

"Alex, no lo tienes corto".

“Solo dices eso porque eres mi mamá y no quieres que me sienta mal”.

“¿Dónde está esa cinta de tela que tienes?” dije.

En mi cajón superior.

Me levanté y cogí la cinta. Noté el líquido brillante y pegajoso que cubría mi mano derecha y lo limpié en mi bata, asegurándome de que Alex no lo viera.

“La longitud promedio del pene del hombre es de 13 a 15cm. Puedes googlear eso. Ahora vamos a hacer un experimento”.

Noté que el pene de Alex se había caído durante mi búsqueda de la cinta. "Recuéstate y cierra los ojos de nuevo", le dije.

Esta vez no hubo objeciones. "De acuerdo", dijo. Podría haber jurado que había una pequeña sonrisa.

Tomé a mi hijo de nuevo y comencé a hacerle una lenta paja hasta que se puso completamente dura. Inconscientemente, me había inclinado hacia adelante, quedando a centímetros de ese orificio que brotaba liquido preseminal en la parte superior de su polla, respirando lenta y profundamente. Todo ese aroma masculino en celo me inundó.

"Listo. Observa.” —ordené. Sostuve la cinta en la base de su pene y la extendí hasta la punta. “15.81cm. ¡Observa por ti mismo!"

"¡Wow!" él dijo. El alivio era obvio. “¿Pero por qué se ve tan corto?”

"Por esto", dije mientras envolvía la cinta alrededor de su aún dura polla. Observé la medida, debí haber estado en silencio durante demasiado tiempo, porque Alex preguntó:

"¿Qué pasa, mamá?"

Le mostré la cinta. “Esa medida es aún más grande: ¡17.78cm!”

"¿Eso es malo, mamá?"

“Malo no es la palabra que yo usaría. Digamos que es inusual”.

"¿Inusual?”

“Digamos que la tienes… uhmm… digamos… muy gruesa,” dije.

"¿Más gruesa que papá?" preguntó inocentemente.

Supuse que solo estaba tratando de orientarse con una comparación en el mundo real que yo conocería. Había pasado tanto tiempo desde que había visto el pene de su padre, y mucho menos tocarlo, agarrarlo, medirlo, que tuve que recordar cómo se sentía.

—“No entremos en ese tipo de competencias masculinas, jovencito” —dije, desviando lo que realmente estaba pensando, que era que Pedro tenía una polla mediocre. Nunca lo había medido, pero Alex, si tuviera que apostar, venció a su papá por varios centímetros tanto en longitud como en grosor.

"Me siento mejor ahora, mamá".

Me levanté y volví a colocar la cinta en el cajón. “Me alegro de que hayamos aclarado eso. Ahora sabes que eres un joven perfectamente normal.”

“Quiero agradecerte, mamá. Me ayudaste. Me ayudaste mucho, como siempre. Siempre haces lo que es mejor para mí. Ni siquiera dudaste. No pensaste que era raro ni nada. Hiciste esto como si fuera natural, como tu charla anterior. Los chicos tienen erecciones. Es natural, ¿verdad?”

“Me alegra que hayas aprendido algo esta noche, Alex. Ahora buenas noches." Me dirigí a la puerta y miré por última vez a Alex. Él no se había movido. No se había subido el pijama. Y su erección no había disminuido. Ni un poco.

Mis ojos debieron haberse perdido demasiado en él, porque me tomo un poco por sorpresa cuando la voz de Alex interrumpió:

"Mamá, ¿puedo preguntar una cosa más?"

"Claro, cariño, lo que sea".

"Bueno, ¿sabes que no quería que me tocaras al principio?" Asentí levemente y él continuó. "Bueno, viendo que ya me tocaste así, ¿puedes hacerme terminar antes de irte?"

"¿hacerte terminar?" No era una pregunta, sino más bien un shock.

"Sí, tú sabes, darme una mano". Él asintió hacia su pene, que dio leves latidos en sincronía con los latidos de su corazón.

“Alex, lo que hicimos antes fue una prueba. Un experimento. Eso es todo. Por supuesto te ayudé un poco. Pero, lo que me estás pidiendo, si es lo que creo que es lo que me estás pidiendo, sería cruzar la línea entre una madre y su hijo”.

"Mamá, es solo que tu mano se sintió tan bien, y ahora sigo pensando en eso".

—“Ese no es mi problema, Alex. Ahora apaga la luz y duerme un poco. Solamente estás exaltado y no estás pensando claro.”

"Mamá, quiero que hagas que me corra".

Con esas palabras, un verdadero escalofrió recorrió mi cuerpo. Sentí una corriente ir desde mi cabeza hasta los dedos de mis pies. No podía creer lo que escuchaba. ¿Mi propio hijo acababa de pedirme que le provoque un orgasmo?

“Por favor, mamá, lo necesito. Lo necesito mucho.”

“Ni siquiera te das cuenta de lo que estás preguntando. ¿No sabes lo mal que está?”

“Solo sé que quiero sentir tu mano sobre mí una vez más esta noche, mamá. Quiero tu ayuda. NECESITO tu ayuda.”

"¡No! Me voy."

“Tú empezaste esto. Ahora quieres dejarme así. Toda la noche así. No es justo”, se quejó.

“Eso no es mi culpa,” dije.

“Pero, ¿no ves? TU hiciste que me pusiera así. ¡Es tu culpa!"

"Me voy. Eso,” señalé su erección, “es algo natural y normal que les sucede a los hombres cuando sus cuerpos tienen deseos sexuales. Ya te lo expliqué.”

“Necesito tu ayuda, mamá. Necesito mucho de tu ayuda. Siempre dijiste que me ayudarías sin importar nada. ¡sin importar nada! Por favor, solo por esta vez, para poder ir a dormir.”

“Buenas noches” dije, estaba del otro lado de la puerta. Justo antes de que cerrara por completo, Alex dijo:

"Mamá. Dijiste que las mujeres lubrican cuando se excitan… Dime, ¿Lubricaste?”

***************************************

Pensé en irme a la cama, pero lo que acababa de suceder no me dejó de humor, estuve dando vueltas repasando todas las cosas que se habían desarrollado. Repase y analice tratando de descubrir en dónde me había equivocado, para tratar de deshacerme de esta culpa que estaba creciendo en mí.

Y, esa última pregunta que mi hijo me hizo: "¿Lubricaste?" Muy dentro de mi temía lo que pudiera encontrar, pero tenía que saberlo. Metí mi mano en mi bata y por debajo de la camiseta de Pedro esta me llegaba a la altura de mis muslos, toqué mis bragas. "¡Joder!" dije en voz alta.

Para estar absolutamente segura, metí mi mano derecha dentro de mis bragas y avance a través de mi espesa jungla de vello púbico todo el camino hasta la abertura de mi vagina. Mi vello púbico estaba completamente empapado. Saqué mi mano y froté mi pulgar contra mi dedo índice, cuando los separé gruesos hilos de fluido vaginal se extendían entre ellos. Mi vagina estaba completamente mojada.

Lave mis manos como si estuviera preparándome para una cirugía. Luego me serví una copa de vino y caminé en círculos por la cocina hasta que la terminé. Me di cuenta de que no conocía a mi hijo tan bien como había imaginado. Ni siquiera sabía si se masturbaba. Mi hijo siempre fue ingenuo de mente y cuerpo, tan propenso a la culpa. Él siempre pensaba que todas sus enfermedades y problemas se debían a cosas que había hecho. Agravios por los que estaba pagando.

¿Qué pasaría si pensara que la masturbación era otro de sus males, otro pecado que traería aún más dolor y sufrimiento?

Tenía que saber que la verdad. Tenía que sentirse libre para satisfacerse a sí mismo. Tenía que saberlo esta noche.

La luz en la habitación de Alex seguía encendida, llamé en silencio. No hubo respuesta al principio, luego escuche, “Solo vete. No entres."

No dejé que eso me detuviera. Abrí la puerta por segunda vez esa noche. “Tenemos que hablar”, dije.

“Hablar, hablar, hablar”, dijo sarcásticamente. Estaba sentado en la cama, con las sábanas aún puestas, con la espalda apoyada contra la almohada. Las únicas dos cosas que habían cambiado eran que la parte de abajo de su pijama estaba en el suelo y su pene estaba un poco menos rígido que cuando me fui. Esa ligera deflación no duró mucho una vez que me miró.

"Sabes que siempre hemos sido honestos el uno con el otro, ¿verdad?" dije.

No respondió nada, así que continué: “La verdad es que esta noche te puse en una situación incómoda. Sin saber, ni siquiera imaginar las consecuencias. Fue mi culpa. Toda mi culpa."

“¡Entonces deberías arreglarlo, mamá! Arréglalo por favor."

“No puedo ayudarte de esa manera. Como dije, eso significaría cruzar una línea que para mí es tabú. Es impensable y totalmente inaceptable en la sociedad”.

“¿Quién lo sabría? Hemos pasado por tantas cosas juntos, mamá. ¿No es así? Esto parece una cosa tan pequeña en comparación con todo lo que hemos pasado. Todo lo que me has pedido que haga para rehabilitarme todo el sufrimiento por el que he pasado, pero nunca nos rendimos y siempre logramos superarlo. ¿eso no significa nada?”

“Esto es diferente”, dije.

“Todas esas noches cuando estaba sufriendo, dijiste que deseabas ser tú, dijiste que deseabas poder quitarme algo de ese sufrimiento, aunque solo fuera por un minuto. Bueno, ahora puedes. Puedes quitarme este peso. Y puedes hacerlo en solo unos minutos. Sin ningún esfuerzo. Y no te costará nada.”

“Pero, Alex, a eso me refiero. Existe un gran costo. La relación especial entre una madre y su hijo es hermosa. Todo eso se perdería”.

“Tal vez para la gente normal, mamá. Pero no para nosotros, no después de todas las cosas que hemos pasado durante todos estos años”.

El pene nunca cedió mientras hablaba. Mi corazón se estaba rompiendo, pero había venido aquí para darle un claro mensaje: ¡mastúrbate!

"Alex. Tú tienes que encargarte de eso-”, señalé su gruesa polla, “-tú mismo”.

“Yo no hare eso, mamá. Cada vez que hago algo, me pasa algo malo y vuelvo a estar en el hospital. Entonces, no lo hare. Tienes que ayudarme. Tienes que hacerlo por mí. Sólo esta vez. Solo esta noche."

“Alex, no pasará nada malo. Está bien masturbarse. Es algo natural”.

“¿Es natural? De acuerdo”, dijo. “Dijiste que serias honesta conmigo, dime ¿Te masturbas, mamá?”

“No,” dije antes de que pudiera mentir. Mis padres habían practicado la religión y constantemente predicaban sobre los “pecados de la carne”.

"Lo vez. Ni tu ni yo lo hemos hecho. Tienes que ayudarme, mamá. Por favor."

“Te diré qué haremos… túmbate en la cama y cierra los ojos”. Así lo hizo. “Ahora dame tu mano.”

No pedí permiso. Tomé su mano derecha y la coloqué alrededor de su gran pene. Apenas estaba comenzando con un movimiento de arriba-abajo cuando sentí que apartó su mano, dejando mi mano rodeando esa enorme polla caliente. Colocó su mano sobre la mía y continuó con el movimiento. Mi hijo comenzó a hacerse una paja, ¡con mi mano!

"¡Aahh!" susurró. "Eso se siente muy bien". Podía sentir las palpitaciones en mi mano, simplemente no podía racionalizar el tamaño de polla que tenía sosteniendo en mi mano.

Me aparté y me bajé de la cama. “Otra vez con eso”, dije con voz enojada, “buenas noches. Ocúpate de eso tú mismo. Si eres honesto contigo mismo, sabrás que no hay nada malo en masturbarse”.

"¿Honesto? ¿Qué tal si TU eres honesta conmigo y respondes mi pregunta?

"¿Qué pregunta?", respondí al llegar a la puerta.

"¿Lubricaste?"

Después de unos segundos, respondí: "Sí". Mi cara se puso caliente con un rubor de sangre.

"¿Mucho?"

Justo antes de cerrar la puerta, repetí: “Mucho!”.

***************************************

Dejé caer mi bata al suelo y me metí en mi cama grande y fría junto a Pedro. Estaba tan dormido como siempre.

Traté de despejar mi mente, pero había tantos factores en este problema con los que nunca me había encontrado, con los que nunca soñé que tendría que lidiar.

Lo primero y más importante fue la evidente incomodidad de mi hijo. Y tenía razón. Fue mi culpa. Lo había empezado, pero no sabía cómo terminarlo. SÍ quería ayudarlo, y lo hice de la mejor manera que pude: dándole permiso para masturbarse. El único problema era que yo era la peor persona del mundo para dar ese permiso. Ni yo MISMA me daba permiso de masturbarme.

Incluso después de casi cinco años en un matrimonio sin sexo, no me permitía darme placer por mí propia cuenta. Después de todos estos años, pensé que todos mis sentimientos sexuales habían desaparecido. Eso fue antes de esta noche.

Fue suficientemente perturbador excitar a mi hijo y que este sugiriera que le diera un orgasmo. Otra cosa era estar fascinada y excitada por esa gran polla. Nunca imagine que la sensación y el aroma del pene de un hombre pudieran volver a despertar mi cuerpo. Pero, aquí estaba yo, acostado en la oscuridad con la imagen de esa enorme polla gruesa en mi mente y mi coño escurriendo como el de una chica universitaria.

Por lo general, me mantenía sola en mi lado de la cama, pero esta noche estaba con ganas. Me acerqué a Pedro y pasé mi pierna sobre su cuerpo. Siempre dormía boca arriba. Hizo algunos pequeños ruidos inconscientes, pero no sabía que yo estaba allí.

Froté su estómago. Aún nada. Luego, deslicé mi mano debajo de la cintura de su pijama. Abajo, abajo, abajo, hasta que hice contacto con su pene.

Entiendo que estaba completamente flácida, pero, después de ver y tocar la polla de Alex hace apenas media hora, esta cosa se sentía absolutamente diminuta. Se mantuvo pequeño, incluso después de un minuto de frotar y acariciar.

Finalmente, algo debe haberse registrado en Pedro: tosió, gruñó y se aclaró la garganta. "¿Qué demonios estás haciendo?" bostezó.

"Ha pasado tanto tiempo", le dije. "¿Crees que podríamos, tú sabes…?"

“Sabes que tengo una gran reunión mañana. Temprano. Déjame dormir un poco.” Y se dio la vuelta.

Suspiré y me acosté de espaldas, con los ojos cerrados. Pasaron unos minutos, pensé que me imaginaba escuchar algo. Luego, a mi lado, llegó la voz de Alex: “Mamá, realmente necesito tu ayuda”.

Mis ojos se abrieron y allí estaba mi hijo parado junto a nuestra cama. Estaba en pijama, note que por la abertura de su pantalón se asomaba esa polla que justo esta noche acababa apenas de visitar.

"¡Alex! ¡Tu padre está aquí!" susurré con tanto énfasis como me atreví.

“¡Realmente! Necesito tu ayuda, mamá.” No sonaba tan silencioso como yo. “Vamos, mamá. Solo esta vez. Sólo esta noche. Lo necesito de verdad. Sólo esta noche mamá.”

Pedro gruñó, se agitó y tosió. Lo miré con terror. ¿Qué pensaría si ve a su hijo con una erección gigante apuntándome?

Se dio la vuelta y se sentó rápidamente. “¿acaso NO dormiré nada esta noche? ¿Qué está sucediendo?"

"Es Alex", dije en voz baja, tratando de calmar la situación.

"¡Es Alex!" Pedro imitó. “Siempre es Alex. Alex, tengo una gran reunión mañana. ¿Qué pasa ahora?"

Pedro miraba directamente a su hijo. Cuando me volví hacia Alex, me invadió una ola de alivio: Alex había vuelto a meter su pene en su pijama.

“Papá, ¿recuerdas la charla que me dio mamá esta noche?”

“¿Qué charla? Oh... eso. ¿No puede esperar hasta mañana? ¿Mañana cuando no esté aquí?

“Bueno, mamá tiene que ayudarme con algo que debe hacer esta noche. Es muy importante. Realmente necesito su ayuda."

"Carla, ¿por qué no vas a ayudarlo?"

"Pedro, no es tan sencillo".

"¿Por qué no?"

“Mamá empezó algo y tiene que terminarlo. Necesito su ayuda para poder dormir”.

“Al menos ALGUIEN va a dormir en esta casa. Carla, ve a terminar lo que empezaste.”

"¡Pero, Pedro!"

“¡Ve y ayuda al niño! ¡Y hazlo en silencio! Ve. No quiero oír más sobre esto.”

"No lo entiendes, Pedro".

“Mamá, tal vez si le digo a papá lo que pasó, lo entenderá”, dijo Alex.

"¡Carajo! ¡Carla, ve y haz lo que sea necesario para dejarme dormir el resto de la noche!”

Antes de que pudiera reaccionar, Alex bajó las sábanas de mi lado de la cama, me tomó de la mano y me arrastró fuera de la habitación, sin dejarme siquiera ponerme mi bata.”

"¡Buenas noches papá!" dijo por encima del hombro.

****************************

Me llevo a su habitación con una mano mientras con la otra intentaba mantener la camiseta por debajo de mis bragas rosas. La camiseta y las bragas eran todo lo que tenía puesto. No usaba sostén para dormir.

Alex cerró la puerta de su dormitorio detrás de nosotros.

“Eso fue bastante astuto, Alex. Pensé que nos teníamos más confianza”.

"Pensé que podrías haber cambiado de opinión, que sería mejor terminar con esto y olvidarlo".

Casi había leído mi mente. Quería que esto terminara, y había estado debatiéndome sobre lo correcto dadas todas las circunstancias. No quería que sintiera dolor, tampoco quería hacer algo que pudiera lastimarlo, lastimarnos emocionalmente. El sexo es algo muy poderoso y podría tener efectos que nadie anticipa.

No podía creer siquiera que estaba considerando hacerlo. Aunque tratar de justificar el por qué mi mano estaba alrededor del pene duro de mi hijo tampoco era algo que pudiera verme explicando.

Alex no parecía tener ninguna duda sobre lo que iba a pasar. Dejó caer los pantalones de su pijama al suelo, liberando esa enorme polla. No había perdido nada de su vigor en el camino a su habitación.

Luego se quitó la parte de arriba. Había visto a mi hijo desnudo cientos de veces, pero esto se sentía extraño y lleno de tensión. Tensión sexual.

"¿Cómo quieres hacer esto, mamá?"

“Hablemos primero, Alex. Esto no debería estar pasando. Nunca debí permitir que esto se saliera de control de esta manera”.

No sé si Alex escucho algo de lo que mencione porque en ese momento, dijo: "Mamá, quiero verte desnuda".

"¿Qué…?"

"Quiero observar tu cuerpo. Sé que es hermoso. Todos esos ejercicios y rutinas te mantienen en muy buena forma. Además, tienes esos grandes y hermosos pechos. 36C.” Tal vez era el frio, note como mi hijo observaba mis pezones a través de la camiseta.

“¿Cómo sabes la talla de mi sostén!?” Cruce mis brazos en señal de disgusto. Y para cubrir mis pezones que seguían duros.

“¡Fácil! Por tus sujetadores que están en el cesto. Las etiquetas están justo en ellos, no es ningún secreto. Así que, ya que estoy aquí desnudo frente a ti, pensé que me dejarías verte desnuda, solo por esta noche. Quiero que seas la primera mujer que vea desnuda.”

"Eso NUNCA va a pasar." Nunca había caminado desnuda y, a decir verdad, era un poco tímida en ese sentido. Esta noche era la primera vez que no tenía puesto por lo menos una bata frente a mi hijo.

Tomé una decisión. Quería terminar con esto lo antes posible antes de que esta situación empeorará, aún más.

"Súbete a la cama y terminemos con todo esto de una buena vez".

“Gracias, mamá”, dijo mientras se acercaba para darme un abrazo, tal como lo habíamos hecho un millón de veces en el pasado. Excepto que nunca había estado con tan poca ropa frente a mi hijo, y él nunca había estado desnudo. Traté de convertirlo en un abrazo maternal, pero noté como comenzaba a acariciarme la espalda. Disfrutaba hacerme eso.

Como era unos centímetros más bajo que yo, por lo general recostaba su cabeza contra mi pecho. Pero esta vez estaba acurrucado entre mis pechos, que solo estaban protegidos por la fina tela de algodón de la camiseta.

Mientras pensaba en esto, me di cuenta de algo más. Ese algo más era algo duro que estaba empujando contra mi vagina cubierta por mis bragas rosas. Eso me hizo romper el abrazo y empujarlo hacia la cama.

“Acuéstate y cierra los ojos."

“No. Quiero ver esta vez. Quiero ver cuándo me corra”.

“Como quieras,” dije. Estaba cansada de discutir. "Pero, nada de hablar".

No quería sentarme en la cama esta vez. Pensé que cuanta más distancia entre nosotros, mejor. Así que me coloqué del lado izquierdo de la cama, me incliné y puse mi mano izquierda sobre el colchón cerca de su muslo. Me apoyé con este brazo.

No podía creer lo que estaba a punto de hacer. Respiré hondo y agarré el pene de mi hijo por tercera vez esa noche. "Solo relájate, Alex", le dije mientras comenzaba con una paja lenta.

"¡Oh mamá!" dijo. Pude ver que la regla de no hablar probablemente no iba a funcionar. También debí haber hecho una regla de no tocar porque noté como su mano izquierda despistadamente tocaba la parte posterior de mi muslo derecho. Sentí como me daba pequeñas caricias como si se tratara de un reflejo de la paja que le estaba haciendo.

Después, sucedió algo extraño. Empecé a interesarme mucho en la paja que le estaba haciendo, puse toda mi atención en el pene que tenía en la mano. Note como la punta de su polla comenzó a generar cantidades cada vez mayores de líquido transparente.

Comenzó con una sola gota que se formó en la punta. Luego, se hizo demasiado grande para soportar su propia tensión superficial y se rompió en un chorro lento que se escurrió por el costado de su polla hasta llegar a mi puño. Sentí como la palma de mi mano se volvía más resbaladiza con la lubricación. Mi mano podía deslizarse más fácil. Aumenté mi velocidad.

La dureza y grosor de Alex me resultó impresionante. La temperatura de su polla calentaba mis dedos. Mi atención estaba tan absorta que no me percate que ahora la mano de Alex había subido y reposaba en mi culo. Su mano me acariciaba y apretaba casi al mismo ritmo de mi paja.

Debí haberlo regañado, debí haberle pedido que retirara su mano. pero no lo hice. En ese momento, romper el hechizo habría sido una decepción- …para ambos.

Decidí no apresurarme. A pesar de mi platica previa de “terminemos con todo esto de una buena vez ", Ahora que estaba realmente haciéndolo, decidí que iba a tomarme mi tiempo. Tiempo para escuchar los ruidos viscosos que provocaban con los cambios de velocidad de mi paja. Las palpitaciones de esa enorme polla. También noté como Alex comenzaba a jadear, al mismo tiempo me di cuenta que mi propia respiración también se volvía áspera y cortada.

Voltee a ver el rostro Alex y note que su mirada se enfocaba en mis pechos, estos eran la parte más buscada por mi hijo. La parte delantera de mi camisa colgaba holgadamente, por la posición y la inclinación en la que me encontraba debió haberse despagado completamente de mi cuerpo exponiendo ambos pechos a la vista de mi hijo. Alex contemplaba el espectáculo que mis pechos le ofrecían al estarse balanceando al movimiento de mi mano.

Mi hijo observaba los pechos de su madre. Esta debió haber sido por lejos la imagen más impactante de los últimos días. Aunque siendo honesta, la mayoría de los días tampoco incluían a una madre haciéndole una paja a su propio hijo.

"¡Eso se siente muy bien, mamá!"

Juro que la enorme cabeza de su pene creció todavía un poco más. Su piel era firme, purpura y suave. Y ese aroma, ese embriagante aroma. Mi cara debió descender a una corta distancia, al menos a unos 25 cm su polla. Cerré mis ojos acerqué mi nariz e inhalé profundamente. Su fragancia era intoxicante.

Tanto que no me había dado cuenta que la camiseta que usaba como pijama solo cubría de mi cintura hacia arriba, exponiendo completamente mi culo con mis bragas rosas. No me había percatado, pero Alex había metido sus dedos en la abertura de la pierna de mis bragas. Antes de que pudiera reaccionar, mi hijo deslizo su mano hacia arriba y comenzó a acariciar mi culo desnudo.

Esto tenía que terminar rápido. De no ser así, pronto mi hijo estará metiéndole los dedos al coño húmedo de su Madre.

Aumente la velocidad hasta ver mi puño borroso. Más fluidos preseminales comenzaron a salir y mi boca colgaba boquiabierta. Mordí mis labios ante el espectáculo que tenía frente a mí. En eso la cabeza de su polla se expandió justo cuando Alex dijo: “Mamá, usa tu boca. ¡Usa tu boca conmigo, por favor!”

Eso rompió mi hechizo y me trajo de vuelta a la realidad. La verdad es que nunca había hecho eso, ni siquiera con mi propio marido, sin importar cuanto me rogo.

Volteé a ver a Alex y le dije con voz seria sin detener la paja: "¡NO!"

Fue entonces cuando vi que sus ojos se cerraron con fuerza. Solo gritó una palabra: “¡MAMÁ!”

Sentí su polla sacudirse en mi mano, sus caderas empujaron hacia arriba. Un chorro caliente y espeso golpeó contra mi mejilla izquierda y mi cabello. Eché mi cuerpo hacia atrás y observé como chorro tras chorro de semen blanco brotaban de la polla de mi hijo. Logre contar seis chorros antes de que Alex colapsara y se quedara inmóvil.

Debí haber salido corriendo de la habitación, debí retirar mi mano de esa enorme polla, no lo hice. En su lugar me quedé un rato más pajeando el pene de mi hijo hasta que se le bajo su erección. Había poco semen en Alex, sabía que yo había recibido la mayoría. A diferencia del primer chorro los otros cayeron en mi ropa.

Antes de que se recuperara lo suficiente para hablar, salí de su habitación.

************************************************

Entre al baño y me mire en el espejo. Mi ropa estaba mojada y manchada con líneas blancas. Mi cabello era un caos, observe que por un lado tenía algo con una consistencia pegajosa comenzando justo por encima de mi pómulo, había una línea gruesa de una sustancia pegajosa del ancho de una moneda. En algunos lugares era casi transparente, en otros más translúcido. Donde había detenido su descenso se había acumulado, justo en la línea de mi mandíbula, era espeso y de color blanco. Una gota comenzaba lentamente a derramarse hacia el suelo. No quería eso.

Antes de tomar un pañuelo y quitármelo, le dije a mi reflejo: "Tienes la cara llena con la corrida de tu hijo".

El volumen de la eyaculación de mi hijo fue sorprendente. Nunca me imaginaba que pudiera haber tanto esperma y semen acumulados en una sola persona. La cantidad y la fuerza de su erupción me habían dejado en shock... y extrañamente excitada. Mi cara y mi cuerpo habían estado por lo menos a medio metro de distancia de la eyaculación de su pene. Su corrida habría llegado mucho más lejos si no me hubiera golpeado a mí, su objetivo, con tal impacto.

Tomé una larga ducha. Ni siquiera me quité la camiseta ni las bragas hasta que las lave por completo para deshacerme de cualquier evidencia.

Finalmente, me las quité y los tiré al fondo de la ducha. La parte difícil fue limpiar cada centímetro de mi cuerpo. Dos veces. Tenía que tratar de purgar no solo las manchas de semen sino también la culpa que sentía.

Mi propio hijo ¿Cómo pude permitirle llegar a tanto? El solo tiene dieciocho años. Yo en cambio soy una mujer madura de 40 años consciente de las consecuencias de sus actos.

Escuché la puerta del baño abrirse. Por encima del sonido del rocío del agua, llamé, "¿Pedro?"

"Soy yo, mamá".

"¡Alex! Vuelve a tu habitación en este instante. Me alejé de la puerta de la ducha de vidrio transparente para que no pudiera ver mi cuerpo desnudo.

“Solo quería que supieras que esto ha sido lo mejor que me ha pasado. En la vida."

“Ve a la cama, Alex. ¡AHORA!"

“Todo lo que quería hacer era agradecerte, mamá. Dormiré tranquilo esta noche”.

Eso haría dos personas en la casa que tendrían una buena noche de sueño: Pedro y su cachondo hijo.

"¿Mamá?"

No respondí, La verdad es que no estaba segura si me sentía enojada, triste, confundida, culpable o sexualmente frustrada. Tal vez todo lo anterior.

"¿Puedo tomar una ducha contigo mamá?"

"¡Ve a Dormir!"

"Está bien, pero todavía quiero verte desnuda".

“Creo que ya viste suficiente esta noche. Obtuviste lo que querías. Ahora déjame en paz. Tengo mucho en que pensar.”

“No te culpes por esto, mamá. Lo que hiciste fue genial. Estoy feliz. Aun me amas, ¿verdad?”

Dejé escapar un gran suspiro. “Por supuesto que sí, Alex. Ahora por favor ve a la cama y déjame pensar en todo esto.”

"Buenas noches mamá."

Me alegré de no tener que mirarlo a los ojos esta noche. Incluso hablar a través de la puerta de la ducha era difícil.

"Buenas noches", dije, aliviada de que esto hubiera terminado.

“…Solo una pregunta”, dijo.

Cuando me quedé en silencio, preguntó: "¿La tengo más grande que papá?"

Cuando no respondí, volvió a preguntar. “Mamá, esto es importante para mí. ¿La tengo más grande?

Mordí mi labio inferior y después de un momento respondí a través del chorro de la ducha: “Sí. Alex, tu pene es más grande que el de tu padre. Es más largo, y ciertamente es mucho más grueso… Y, probablemente debido a tu juventud, también generas mucho más esperma y semen”. No sé por qué dije eso último. Probablemente alguna cosa pasivo-agresiva de su padre. Pedro apenas lograba hacer una mancha con sus orgasmos. Supongo que respondí de esa manera en parte por qué aún estaba abrumada por el volumen y cantidad de la corrida de Alex. Todavía no podía creerlo.

“Me alegro de haberle finalmente ganado en algo a papá”, dijo.

Su padre siempre lo menospreciaba y lo ridiculizaba. Supongo que quería un atleta estrella como lo había sido el en su juventud. Nosotros tenemos a Álex. Y Yo estaba agradecido por eso.

"Entonces, ¿te estiraría?" preguntó Alex.

"¿Estirarme?" Ni siquiera podía comprender al principio lo que quería decir.

“Si estuviera dentro de ti, te estiraría. Eso es todo lo que quise decir. ¡Buenas noches mamá!" Sonaba feliz.

¿Dentro de mí? ¿Era ahí donde esta noche había llevado todo su pensamiento? Me dije en voz alta: “¿Estirarme? ¡Esa cosa me destruiría!”

++++++++++++++++++++++++++

Esa parecía ser la noche más larga de mi vida. Tenía suerte si lograba dormir dos horas. Seguí repasando todos los ángulos una y otra vez, tratando de darle algún sentido. Tratando de ver cómo pude haberlo manejado de otra manera.

Dormía y despertaba intentando convencerme que no había pasado nada. Después, la realización de que SÍ había pasado algo me golpeaba de nuevo.

Hice que mi propio hijo se corriera. Lo masturbe. Le hice una paja. Y me lleno la cara con su corrida. Esos eran los hechos.

Además de eso, había dejado salir al genio de la botella. Mi coño estuvo palpitando toda la noche. Las bragas limpias que me había puesto después de la ducha eran un desastre. Estaban todas empapadas.

Estaba más cachonda de lo que jamás había estado en mi vida. Manejar esa enorme y dura polla había desenterrado ese libido que había reprimido durante tantos años.

Estaba agradecida cuando Pedro finalmente se levantó. Al menos tendría algo en que distraerme.

Pero, obviamente estaba fatigada. Incluso el desatento Pedro se dio cuenta.

"¿Que pasa contigo hoy?"

“Tengo ideas que necesito ordenar y algunos problemas que resolver.”

"Tú siempre con tus problemas. ¿Por qué no usas algunos de los consejos de ese terapeuta? ¿No te morías por intentar eso de escribir historias? la semana pasada era de lo único que podías hablar. En fin, Llego tarde, me tengo que ir. Alex sigue dormido en su habitación. Lo que sea que le hayas hecho anoche funciono. Duerme como un bebé”.

Pedro se retiró, ni siquiera fue para darme un beso en la mejilla. No es su estilo mostrar ese tipo de afecto, así que nunca me besaba. Extrañaba eso.

Sin embargo, Pedro tuvo una buena idea. La terapia de cuentos era algo que acababa de aprender. Tomas un problema o un deseo y escribes toda una historia a su alrededor, sacando todo lo que tienes adentro. Esencialmente cumples el deseo o vives la solución al problema y eso descarga todas las emociones que lo rodean.

Le dejé una nota a Alex para que preparara su propio desayuno cuando se levantara y le dije que iba a estar ocupada arriba en el estudio, así que "no molestar".

Saqué un bloc de notas amarillo y un lápiz. Verdadera vieja escuela. Y durante las siguientes tres horas escribí sin parar. Al principio fue difícil y no sabía qué decir, pero luego me solté y las palabras simplemente salieron de mí.

Al final, estaba exhausta. No estoy segura que el problema se haya resuelto, pero estaba segura de que había explorado áreas que de otro modo nunca habría explorado.

Afortunadamente, Alex se había mantenido reservado. Dejé otra nota diciendo que saldría a hacer unos mandados.

Cuando llegué a casa, volví al estudio para repasar lo que había escrito. Para mi sorpresa, ya había alguien allí: Alex.

Había ido a mi escritorio, en sus manos sostenía el bloc de notas con todo lo que escribí.

"¡ALEX! No te atrevas a leerlo. ¡Eso es personal!"

“Mamá, no sabía que tenías tan buena imaginación. Aunque, no creo que hayas tenido que imaginar estas cosas. Todo esto es real. Esto es todo lo que realmente piensas. Esto es todo lo que realmente quieres que suceda”.

“Lo has entendido todo mal, Alex. Esto es parte de la terapia. Esto es para poder aclarar pensamientos confusos en mi cabeza. ¡Dame eso ahora mismo!”

“¿Crees que a Papá le parecería interesante leerlo? ¿Crees que le gustaría saber lo que piensas de él?”

“Alex, no te atrevas… ¡no lo hagas! Eso arruinaría nuestro matrimonio.”

“No parece que papá haya sido un muy buen esposo, especialmente en el departamento de sexo. No has tenido sexo en cinco años. Y aquí dice que hasta anoche no importaba mucho. Pero ahora el sexo es lo único en lo que puedes pensar”.

"Para. eres mi hijo No puedes hablarle así a tu madre.”

“Solo te estoy diciendo la verdad. La verdad sobre lo que escribiste aquí”, dijo mientras señalaba con un dedo el papel amarillo.

“Alex, No debiste haber leído eso. Eso es muy privado. Estoy tan avergonzado. Es… es solo una fantasía, es como un sueño. No está destinado a ser tomado de forma literal. Tu padre no lo entendería. Iba a destruirlo una vez que lo leyera de nuevo. Te ruego que me des eso y que nunca le cuentes a tu padre.”

"Por supuesto. Te lo daré después de leer algunos pasajes. Quiero saber lo que piensas.”

“Por favor, no… Alex…”.

Alex había marcado ciertas secciones. Leyó: “Necesito sexo. Finalmente lo admito. Desde que toqué esa enorme y dura polla de Alex, algo ha estado ardiendo dentro de mí. Todo en lo que puedo pensar es en tocarla de nuevo y hacer que cobre vida en mi mano una vez más. Con solo imaginarlo provoca que mi coño se moje”.

“Oh, por Dios, Alex, por favor, detente”.

“Leer es bueno, pero hacerlo es mejor, mamá”. Bajo mis notas un momento, se bajó los pantalones y se quitó la ropa interior. “Mira bien, mamá. Esta es la polla de la que estabas hablando.”

Mis ojos no pudieron evitarlo. Ya estaba semiduro.

“Ven y tócalo, mamá, tal y como lo mencionaste en tus notas”.

Cuando voltee a otro lado, Alex caminó hacia mí, tomó mi mano derecha y la colocó sobre su polla. No tenía fuerzas suficientes para resistir. La conmoción de todo esto fue demasiado.

“¿Te gusta cómo se siente?, tal como dijiste, ¿no?”

No podía hablar, pero un escalofrió atravesó todo mi cuerpo cuando sentí que la polla de mi hijo se endureció instantáneamente cuando la toque. No pude evitar mirar hacia abajo. Mi mano, por voluntad propia, comenzó un pequeño movimiento.

“Aquí hay una buena frase: Alex quiere verme desnuda, completamente desnuda. Quiero que mi hijo me quite la ropa y mirar su reacción cuando vea mis pechos, mi culo y, por supuesto, mi coño. Quiero que me diga que mi cuerpo lo excita, que lo hago querer hacerme sentir lo mismo que yo le hice sentir anoche”.

“Me gusta eso, mamá. Me gusta mucho, ¿adivina qué?”

Antes de que pudiera responder, Alex se paró frente a mí y comenzó a desabotonar mi blusa. Mis manos fueron y agarraron las suyas en protesta. El solo dijo una palabra: “Papá”. Dejé caer mis manos y él continuó con los botones. Me quitó la blusa por los hombros y yo la tiré al suelo. Ahora estaba de pie frente a mi hijo con solo mis jeans y un sostén blanco de encaje.

Después de devorar mis pechos con mi sostén con sus ojos, fue por mis jeans. Cuando sus manos tocaron el botón de la cintura, simplemente susurré: "No, por favor". Desabotonó mis jeans, me bajó la cremallera y los deslizó delicadamente hasta el suelo. Yo solo di un paso y salí de ellos.

Estaba de pie frente a mi hijo semidesnuda protegida solamente por mi sostén y mis pequeñas bragas. Alex se quitó la camisa, iba un paso adelante. Ahora estaba completamente desnudo y totalmente erecto.

“Dime que quieres que te vea desnuda, mamá”.

“No lo diré. Tú me estás obligando a hacer esto.”

“Solo te estoy obligando a hacer algo que realmente quieres hacer. Quieres que mi polla se ponga dura por ti, ¿no? Quieres que vea tus pechos, tu culo y tu coño. Y quieres que yo te desee. ¡Dilo! Di que quieres que yo te quite el sostén y las bragas.”

Cuando me quedé en silencio, se paró cerca de mí y me susurró: “Bésame, mamá. Allí decía que te encantaba besar. Así que aquí hay un beso para ti”.

Alex trató de besarme en la boca, pero giré la cabeza. Insistió hasta que finalmente plantó sus labios en los míos. Los mantuve bien cerrados. Alex puso sus manos en mi cintura y me atrajo hacia él, apretando esa gran polla contra mi entrepierna y deslizándola hasta mi ombligo. Traté de decir, "Detente", pero eso solo le dio acceso a su lengua a mi boca.

Mi hijo estaba dándome un beso francés, además, ahora sus manos descansaban en mi culo. Después de unos segundos, relajé mi boca y finalmente mi lengua se encontró con la suya. Giraba su lenga alrededor de la mía y sin pensarlo, lancé mi lengua dentro de su boca, saboreando por primera vez la saliva de mi hijo. Así estuvimos varios segundos hasta que se separó.

"Dime que te gusta besarme", ordenó.

“Eso no significa nada. Besar es agradable. ¿Y qué?"

"Pon tu mano en mi polla". Lo hice sin necesidad de que me lo repitieran, ni que me guiaran. Comencé con un suave movimiento de muñeca, sorprendida ahora por la masculinidad ruda de Alex.

"¿Estás lubricando?" Sin dejarme responder Alex me besó durante unos buenos diez segundos antes de quitar sus labios de los míos.

"Sí", salió de mis labios libres.

"Se honesta y dilo. ¿Quieres que te vea desnuda?, Mamá."

De pronto no parecía tan malo decir las palabras: "Alex, Quiero que me veas desnuda". Me sorprendí al escuchar mi propia voz decir esas palabras en voz alta.

"Te encantaría que yo te quitara el sostén y las bragas, ¿verdad?" Cuando no respondí, repitió: "¿verdad?"

"No… Si."

Alex se estiró detrás de mí y hurgó brevemente con los tres ganchos. Se separaron y tiró de los tirantes del sostén sobre mis hombros y estos cayeron en la alfombra. Observé sus ojos mientras observaba mis pechos, sus ojos saltaban de uno a otro. Mis pequeños pezones marrones ya estaban duros.

Me abrazó y me besó de nuevo, luego me sorprendió cuando inclinó su cabeza y tomó mi pezón derecho con su boca. comenzó a chuparlo.

Eché la cabeza hacia atrás y un gemido escapó de mis labios. Al mismo tiempo su mano se deslizo dentro mis bragas, trazando la raja de mi culo y luego apretando mi culo.

Yo estaba perdida. Totalmente perdida. Era demasiado. Una parte maternal de mí dijo: “Aun podemos parar esto. Podemos parar ahora.” Fue entonces cuando metió sus pulgares en la banda elástica de mis bragas y las bajó completamente en un suave y delicado recorrido por mis caderas hasta el suelo. Automáticamente di un paso salí de ellos.

Alex dio un paso hacia atrás y contemplo cada centímetro de mi cuerpo con su mirada. Por primera vez mi hijo tenía a su madre frente a el completamente desnuda.

“Mamá, eres hermosa. Amo tu coño peludo. Lo amo. Date la vuelta; Quiero ver ese gran culo que tienes.”

Obedecí, obedecí como si estuviera en un trance. Alex se acercó de nuevo y me besó con fuerza. Pude sentir que algo duro se interponía entre nosotros. La polla de Alex reposaba contra la densa selva de mi vello púbico.

Mi hijo me beso, lamio mis labios y volvió a besarme de nuevo antes de decir: "Mamá, me encanta tu boca” a continuación acaricio mi rostro con su mano y procedió a colocar su pulgar sobre mis labios realizando movimientos delicados para abrirlos. Involuntariamente volteé a verlo a los ojos y abrí mi boca, el metió su pulgar hasta tocar mi lengua y comenzó acariciarla suavemente. “¡quiero correrme en esta boquita ahora mismo!"

Eso me devolvió a la realidad, si queda algo de realidad cuando te encuentras desnuda frente a tu hijo. “Alex, yo no hago esas cosas. Yo nunca lo he hecho."

"Déjame leerte algo, mamá". Cogió el bloc de notas y fue a una página. Leyó: “Tomé toda mi voluntad para no bajar mi cabeza sobre Alex anoche y tomar esa enorme polla en mi boca. Desearía que se sentara en el sofá, arrodillarme frente a él, bajar mi cabeza y lamerlo, chuparlo y hacer que se corra como lo hizo anoche”.

“Esa parte es solo ficción,” dije. “Nunca pude convencerme de hacerlo, ni siquiera por tu padre.”

Lo que hicimos anoche junto con leer mis notas, debió haber roto alguna barrera en Alex. Sonaba mucho más seguro, menos tímido que nunca.

“Tal vez no lograste hacerlo por ti misma, pero yo lograré que lo hagas. Ven al sofá, mamá.”

Me llevó al sofá de tela azul que teníamos en el estudio y se puso frente a él. Enseguida, coloco ambas manos sobre mis hombros y empujó hacia abajo. "Arrodíllate, mamá". Se sentó en el sofá y separó las piernas para que yo me arrodillara entre ellas.

“No puedo,” dije, pensando en el acto que siempre había considerado demasiado sucio para realizar.

“Shhh, Shhh, Shhh… relájate, mamá”.

Estaba usando mis propios métodos en mi contra. Le había dicho eso cien veces en el pasado para que se calmara.

“Solo besa mi rodilla, mamá”. Lo hice. “Ahora besa mi muslo”. Lo hice. Me tenía inclinada hacia adelante, muy cerca de su dura y babeante polla. “Ahora besa el costado de mi polla, mamá”. Tomé su polla en mi mano, lo incliné lejos de mí y comencé a besar delicadamente el grueso eje cerca de la base.

Alex me quitó su pene de mi mano y dijo: "Coloca tus manos detrás de tu espalda. Cierra los ojos y saca la lengua".

"Alex, por favor... no".

“Shhh tranquila” Respire profundo y enganche mis manos detrás de mi espalda.

“Cierra los ojos, mamá”. Lo hice. “Ahora saca la lengua.” Lo hice.

Después de un momento, sentí una suave humedad cálida tocar mi lengua. Tan leve que casi podría haber sido mi imaginación.

"Saborea eso", dijo. Obedecí, metí la lengua de nuevo en mi boca y probé una mezcla de potentes sabores. Ese aroma embriagador que había llenado el aire la noche anterior explotó en mi cavidad nasal. Por primera vez conocí el sabor de líquido preseminal.

"Eso no fue tan malo, ¿verdad?"

“No,” susurré.

“Mantén los ojos cerrados y hazlo de nuevo”.

Me incliné hacia delante con la lengua fuera y los ojos cerrados. Esta vez, Alex no me guio y dejó que mi lengua tocara su polla por si sola. Me retiré y arrastré un poco más de sus jugos en mi boca.

“Abre los ojos, mamá, y agarra mi polla. Quiero que ahora lamas todo alrededor de la cabeza.”

“Alex, lo haré solo si prometes no correrte en mi boca. Realmente no quiero hacer esto. Prométeme que me avisarás cuando estés a punto de correrte para poder quitarte la boca. ¿Lo prometes?"

"De acuerdo mamá. Lo prometo. Te avisare."

Sin darme la oportunidad de pensar con detenimiento lo que estaba a punto de hacer, Tomé la polla de mi hijo y me incliné hacia él. Lamí lentamente en la punta, dejé que mi lengua probara sus jugos. Al cabo de unos segundos, estaba lamiendo toda la cabeza. Note como mi excitación había aumentado con el olor y el sabor del órgano sexual de mi hijo.

Una y otra vez, metía mi lengua a mi boca para saborear toda la esencia masculina que era mi hijo.

“Ahora, mamá, quiero que la chupes. ¡Chúpame la polla, mamá!”

Levanté la vista para implorar una vez más, pero sabía que era inútil. Abrí mi boca y mis labios rodearon la polla de mi hijo, empujé alrededor de unos 4 centímetros de esa enorme cabeza en mi boca antes de que se volviera demasiado ancha para mis labios.

"¡Chupa!" ordenó Alex. Mis mejillas se ahuecaron y hundieron mientras chupaba.

Quién lo diría, a mis 40 años, finalmente me había convertido en una chupapollas.

“Oh, mamá… eso se siente tan bien”.

Mi boca estaba abierta al máximo para que cupiera solo una porción de la polla de Alex.

Alex acarició mi cabello, luego sostuvo mi cabeza mientras hacía suaves movimientos de vaivén. Su polla entraba y salía de mi boca tratando de ir cada vez un poco más profundo.

Retiré mi boca y lo miré a los ojos, "No olvides avisarme cuando te vayas a correr".

Él solo asintió me tomo del cabello y volvió a meter su polla a mi boca.

Después de otro minuto, dijo: “Mamá, estoy cerca, muy cerca. ¡Prepárate!"

Fue entonces cuando escuché desde abajo: “¡Carla! ¡Carla! ¿Estás arriba?”

Sucedieron dos cosas al mismo tiempo: Alex susurró "¡Papá!", ¡Y se corrió en mi boca!

Debe haberse sobresaltado por la llegada inesperada de su padre, y simplemente sucedió. "¡Oh mamá!" gimió y movió sus caderas mientras sostenía la parte de trasera de mi cabeza.

“Un chorro tras otro de espeso, caliente, pegajoso y salado semen bañó cada rincón y hendidura de mi boca, llenándolos con esperma y semen. No pude respirar por un segundo, pequeñas gotas se escapaban por mi nariz y boca. El sabor y el olor de su semen eran abrumadoramente poderosos.

Alex tardó solo unos segundos en correrse completamente en mi boca, pero pareció mucho más.

Alex se dio cuenta de lo que había hecho y sacó su todavía dura polla de mi boca. Mis labios se cerraron con fuerza para no derramar nada en la alfombra, y no dejar rastro de la felación que le había dado a mi hijo.

"¡Lo siento mama!" él susurró.

Miré a Alex con mis ojos muy abiertos y las mejillas abultadas. Aquí estábamos, madre e hijo, completamente desnudos, y mi esposo, su padre, estaba abajo buscando a su mujer que tenía la boca a reventar de la caliente y pegajosa corrida de su hijo.

“¡Carla! ¡No me hagas ir a buscarte!” Pedro llamó desde el pie de las escaleras. Conocía sus hábitos. Si no respondía, lo siguiente que haría sería correr a buscarme.

Por mucho que no quisiera, por mucho que me prometí nunca hacerlo, por mucho que me repugnaba la idea--¡Lo trague! Trago tras trago de esperma ondulante nadaba por mi garganta. Todo ese semen que acababa de estar en los testículos de mi hijo ahora residía en el estómago de su madre.

Sin siquiera aclarar mi garganta empapada semen, grité: “¡Enseguida bajo!"

"Estaré en la cocina", respondió Pedro.

Me levanté y me vestí más rápido que nunca en mi vida. Alex se movió mucho más despacio, sabiendo que había menos urgencia para él.

"Mamá, no fue mi culpa".

"Lo sé, Alex, lo sé".

Me abrazó y me susurró al oído: "Pero fue increíble correrme en tu boca y me alegro de que hayas tragado toda mi corrida".

Abrí la boca para renegar, pero la cerré. Supuse que mi boca ya había estado lo suficientemente abierta por una tarde.

Alex me entregó mi bloc de notas. “Sabes que nunca le habría dicho a papá nada de esto ¿verdad?”

“Lo sé,” dije. Aunque no lo había sentido así en ese momento. Una parte de mí sabía que estaba dispuesta a seguirle el juego a algo que quería que sucediera.

Bajé las escaleras y Pedro estaba muy emocionado por lo bien que le había ido en su reunión. Evite hablar de MI gran reunión con nuestro hijo.

Alex entró en la habitación, y su padre volvió a repetirle lo bien que le había ido en su aburrida reunión. Finalmente preguntó: "¿Ustedes dos resolvieron lo que sea que sucedió anoche?"

Estaba a punto de pasar por alto todo, pero Alex respondió primero. “Claro que sí, papá. Lo resolvimos. Mamá dijo algunas cosas que probablemente le dejaron un mal sabor de boca, y yo dije algunas cosas que le resultaron difíciles de tragar. ¡Pero al final todo salió bien!”

Álex me sonrió. Tenía que admitir que era un chico inteligente. Se estaba divirtiendo con su padre a mi costa.

***************************************

Debido al éxito comercial Pedro y Alex (por razones obvias) estuvieron de buen humor el resto del día.

Por otro lado, yo no estaba de muy buen humor. Todavía tenía muchos de los mismos problemas con los que había comenzado la mañana. El asunto de la relación Madre/Hijo aún estaba por resolverse, sin mencionar que todavía seguía cachonda como el demonio. La única novedad fue que ahora había agregado una "mamada" a mi currículum.

Después de la cena, Pedro salió a tomar una copa con sus socios comerciales para celebrar el nuevo trato que habían sellado ese mismo día. Me alegré que ELLOS lo festejaran y que Pedro no me contara todo por cuarta vez.

Supuse que esta sería una buena oportunidad para que Alex y yo habláramos sobre lo que había sucedido en las últimas veinticuatro horas y establecer nuevos límites. Quería restablecer nuestros roles.

Me duché y me vestí, solo que esta vez en lugar de mi uniforme de camiseta, bragas y bata, me puse mi pijama de satén azul favorito que me había conseguido como regalo de cumpleaños. Pedro nunca se esmeraba en regalos, así que simplemente me dijo "consigue algo para ti". Se sentían geniales, cómodos, sueltos y fríos al tacto, deslizándose sobre mi piel mientras me movía. Cuatro grandes botones azules sujetaban la parte superior. Los pantalones tenían una cinta ancha cosida en la cintura a modo de cinturón. Até esto apretado con un lindo moño.

A las ocho en punto, aproximadamente media hora después de que Pedro me dijera "no me esperes despierta", llamé a la puerta de Alex.

“Entra, mamá”, dijo.

Estaba leyendo en la cama, como de costumbre. Se miraba como su yo normal, y no un adolescente cuya madre se había tragado su enorme carga de semen solo unas horas antes. Me senté en el borde de su cama.

“Tenemos que hablar, Alex. Han pasado muchas cosas, y han pasado muy rápido. A esta hora anoche, éramos personas totalmente diferentes. Una familia normal y feliz (Bueno, ¡tal vez eso es un poco exagerado!) Ahora las cosas están al revés con emociones confusas.”

Se movió al otro lado de la cama y colocó su segunda almohada junto a la suya. Luego se tumbó de lado y apoyó su cabeza en la mano, apoyando su codo sobre la cama. Esta era su pose estándar de ‘escuchar a mamá’. Mi posición habitual era recostarme de lado frente a él apoyando la cabeza en una almohada.

Por instinto me puse en mi posición.

“No voy a tratar de convertir lo que pasó en algo feo. No quiero que exista ninguna gota de culpa para ninguno de los dos. Hubo muchos factores que contribuyeron a que cruzáramos la línea que nunca en un millón de años debimos haber cruzado. Pero, tenemos que enfrentar la realidad, y tenemos que volver a lo que teníamos antes. Fui egoísta al dejar que todo esto sucediera. Deje que mis frustraciones y mis deseos se interpusieran en mi juicio. ¿Lo entiendes?"

Alex se inclinó y besó mis labios suavemente.

"Te amo, mamá."

“Yo también te amo, Alex. Pero, el día de mañana que tengamos—”

Alex me detuvo con otro beso, luego otro. Fue tan lento y tierno que no pude reunir la fuerza para detenerlo.

Cuando se retiró le dije: “Alex, es suficiente. Tienes que entender lo emocionalmente frágil que me encuentro en este momento. No dejaré que mi egoísmo—

“¡Mamá, detente! No eres egoísta, no eres egoísta en absoluto. Soy yo el egoísta. Mira todo lo que has hecho por mí. Anoche y hoy. Ha sido todo acerca de mí, hiciste que me corriera. ¿Y qué has pedido a cambio? Nada. ¿Y qué he hecho yo sino arrebatártelo todo?”

"No entiendo, cariño".

“Mamá, ahora entiendo por lo que estás pasando. Necesitas a alguien que te haga sentir tan bien como me hiciste sentir a mí”.

“Alex, eso no es asunto tuyo ni tu responsabilidad. Tu padre-"

Volvió a interrumpir: “Mamá, papá es un tonto si no ve lo que tiene contigo. Es un tonto si no pasa cada segundo besándote y haciéndote sentir especial”.

Me quedé pensando profundamente en lo que acababa de decir ‘hacerme sentir especial’ que no me di cuenta que Alex se me acerco. Me besó y sentí como la punta de su lengua presionaba contra mis labios. Abrí mi boca y nuestras lenguas se deslizaron una sobre la otra por un rato. Fue solo después de que nuestros labios se separaron que me di cuenta que estaba acariciando mis pechos a través de mi pijama. No tenía sostén ni bragas debajo. Estoy segura que mis pezones duros podían verse a través de la tela.

Alex guio mi mano a su entrepierna y no me resistí. Sentí su dureza y con la palma de mi mano presioné fuerte mientras la deslizaba hacia arriba y hacia abajo.

Desde antes de haber entrado a su habitación, Ya había decidido en darle a Alex un último regalo.

Le susurré al oído: "¿Quieres correrte en la boca de mamá una última vez?"

"No", susurró de vuelta.

"¿No?" Quedé impactada. Me di cuenta de que mi sorpresa llegó en dos niveles:

La obvia era que un chico de 18 años rechazo una mamada.

Y la menos obvia fue mi propia decepción. Cuando decidí en darle a Alex sexo oral como su ’regalo de despedida’, pensé que estaba siendo empática. Pero ahora mi mente volvió al estado original de conciencia que tuve más temprano en la tarde después del "incidente"- "No puedo creerlo... toda su corrida... me la tragué toda... está en mi estómago en este momento... el semen de mi hijo... pude haberla escupido... pero no lo hice… no pude... no fue tan malo... A quién engaño... estaba delicioso... excité tanto a mi hijo que hice que se corriera... en mi boca... después de darle una mamada a su enorme y hermosa polla… hice que se corriera y me sorprendió que me lo tragué rápido… no tuve tiempo de disfrutarlo, de saborearlo… tal vez debería hacer que se corra en mi boca una última vez.”

“Mamá, lo que hiciste hoy ha sido lo mejor que me ha pasado. Probaste mi corrida. Esta noche, mamá, es tu turno”.

"¿Mi turno?"

“Quiero saborearte, mamá. Quiero hacer que TÚ te corras”.

"Cariño, eso no es posible".

Me besó de nuevo, más fuerte esta vez. Y su mano libre fue a los botones de mi camiseta. Antes de que pudiera reaccionar, me quitó los dos de arriba y deslizó su mano debajo de mi pecho derecho.

"Alex..." Eso fue todo lo que pude decir antes de que me pellizcara ligeramente el pezón. Respire violentamente en una gran inhalación. "Detente", dije débilmente. Para entonces abrió los otros dos botones, Alex había abierto por completo la parte superior de mi pijama, dejando mis pechos y mi torso expuestos.

Besó mi cuello, luego bajo hasta mi clavícula, bajo un poco más hasta la parte superior de mis pechos, luego, de repente, con avidez, estaba chupando, lamiendo y besando mis pezones.

"¡Aaaaahhh!" escapó de mis labios. Estaba tan perdida en el momento que me tomó un tiempo sentir que su mano estaba frotando mi muslo exterior.

Después fue a mi abdomen y luego más abajo. Me di cuenta hacia dónde se dirigía, así que lo tomé de la muñeca.

"Alex. ¡NO! Soy tu madre.”

Me miró a los ojos y dijo: “¡Mamá!”. y me beso profundamente.

Solté su muñeca y la palma de su mano se deslizó por el exterior de mi pijama, presionó sobre mi monte de vello púbico y más abajo.

"¡Oh Dios!" fue todo lo que pude decir. Hasta ahora, todo el contacto genital había sido de mi parte. Esta fue la primera vez que Alex tocaba... mi coño.

Después de repetir el movimiento dos veces, tomó el moño de mi pantalón. Nuevamente mi mano fue a la suya, cubriéndola y deteniéndolo. Me miró a los ojos y tiró de los extremos sueltos del moño. Mi mano se derritió y el lazo se transformó en los extremos de una cinta. Alex tomo la banda elástica y la estiro lo suficiente para meter su mano.

Estuvo mirándome a la cara todo el tiempo y yo estaba negando con la cabeza "no, no, no" mientras lo miraba a los ojos. Sus dedos se encontraron con mi vello púbico, grandes masas gruesas y rizadas, continuo hacia abajo. Su dedo medio trazó la división de mis labios y finalmente descansó en la entrada de mi sexo. Frotó de un lado a otro, de arriba hacia abajo y luego, con ese dedo completamente lubricado, me penetro.

"¡SÍ!" Grité. Había pasado tanto tiempo desde que había sentido algo así. Ni siquiera sabía si seguía consciente.

Siguió con el mismo movimiento más y más profundo hasta que su nudillo presionó contra mi entrada. Luego lo retiró, solo para meterlo completamente.

Mi hijo estaba masturbando a su madre. Y, su madre lo estaba permitiendo.

Mi respiración incremento a una rápida serie de "¡Ah Ah Ah!"

Su mano se elevó y sus dedos frotaron contra mi clítoris.

"¡Ahí!¡Justo ahí!¡Tócame ahí!” rogué.

"No, mamá", dijo en voz baja.

Mis ojos se abrieron, pensando que esto era un nuevo truco para frustrarme. “Alex, ese es mi clítoris. Necesito que tu... lo necesito ahora. Joder, tócame ahí. ¡POR FAVOR!"

"Mamá, me corrí en tu boca hoy, ¿verdad?"

Solo pude asentir.

"Te comiste mi semen, ¿verdad?"

Otro asentimiento.

“Esta noche, mamá, Yo te voy a comer el coño y voy a hacer que TÚ te corras; ¡Voy a hacer que te corras en mi boca!”

La simple idea de tener la boca de mi propio hijo en mi coño me hizo estremecer. Había algo muy malo en pensar en ello. “Solo usa tu dedo, Alex. Por favor, no uses tu boca. Eres mi hijo. Eres puro, y eso sería...”

“¿Seria qué, MAMÁ? ¿Sucio? ¿Impuro? para mí no lo es. No puedo esperar para saborearte. Tú saboreaste mi semen, ahora Yo quiero comerte. Quiero hacer que te corras más fuerte de lo que papá jamás hizo”.

Se sentó y tiró de los pantalones de mi pijama hacia los pies de la cama. "¡No! ¡Por favor… no!” susurré desesperadamente. Pero, al mismo tiempo, planté mis pies en el colchón y levanté mis caderas para que pudiera quitármelas fácilmente. Alex los tiró al suelo. Luego me ayudó a quitarme la parte superior de mi pijama.

Ahora estaba completamente desnuda acostada en la cama de mi hijo, incapaz de evitar que llevara a cabo su plan.

“Te amo, mamá”, dijo, y me besó con ternura. Al parecer no llevaba prisa. Mi cuerpo estaba entumecido y perdí todo sentido del tiempo. Respondí a su beso.

Alex me besó y lamió mi cuello, luego chupó mis pechos. Di un gemido de placer cuando mordió suavemente mis pezones. Luego, bajo a mi ombligo.

Deslizó todo su cuerpo sobre mí. Más y más abajo, besándome durante todo el trayecto. Dejando estelas de besos a su paso.

Mantuve piernas fuertemente juntas. Probablemente era la última línea inconsciente de defensa.

Alex besó mi cadera y luego cada muslo. Le dio una suave mordida a cada uno que envió escalofríos a través de todo mi cuerpo.

“—Separa tus piernas, mamá” —ordenó.

Obedecí. Doblé las rodillas hasta que tuve los pies completamente planos sobre la cama, luego separé mis piernas hasta que formaron un ángulo de 90 grados. Sabía que ahora mi hijo estaba mirando el coño completamente expuesto de su madre. La simple idea me impactó y al mismo tiempo…me excito.

Alex besó el interior de mis muslos y luego transfirió su boca a la parte superior de mi triángulo de vello púbico. Poco a poco fue descendiendo.

Temblé y dije: “¡Oh!”

Fue cuando llegó a la parte superior de la entrada de mi sexo cuando por primera vez sentí su lengua. Dejé escapar un gemido bajo. Con una larga lamida Alex separó todo mi vello púbico a lo largo de la línea de mi coño. Puso sus manos en mis muslos justo detrás de mis rodillas y empujó, levantando mis caderas de la cama doblándome completamente.

Su lengua viajó sobre mi clítoris, descendiendo más allá de la entrada de mi vagina, y no se detuvo hasta reposarla plenamente en mi culo.

Los dedos de mis pies se contrajeron y dejé escapar un gemido agudo, una mezcla de horror... y placer.

Lamio mi culo solo un segundo, y luego centró su atención en ese agujero que debió haber estado emitiendo corrientes de mis fluidos femeninos. Su lengua los lamió durante un minuto entero. Podía escuchar como su garganta bebía y tragaba mis fluidos.

Mi hijo en realidad estaba haciendo lo que dijo: ¡le estaba comiendo el coño a su madre!

"¡Oh mamá! ¡Sabes tan bien!"

—¡Álex... Álex! Jadeé entre suspiros.

Luego, dejó caer mis pies sobre la cama y subió para el evento principal. Debió haber estado investigando en Internet, porque no tuve que señalarle dónde estaba mi clítoris. Primero lo rodeó con la punta de la lengua, haciendo que mi cabeza se sacudiera de un lado a otro y obligándome a cerrar los ojos con deleite y placer.

Finalmente, susurré: “¡Chúpalo! ¡Por favor, chúpale el clítoris a mamá!” Las palabras sonaban extrañamente obscenas, incluso ahora, incluso aquí. Me pregunté vagamente qué habría pensado hace solo 24 horas si hubiera tenido una pista de que pronunciaría esas palabras.

Alex se comportó como un buen chico e hizo exactamente lo que Mamá dijo. Me chupó el clítoris. Solté un explosivo:

"¡AAAHHH!"

Comenzó suave y lento, pero luego chupó y jugueteó con ese botón duro de carne que me estaba dando tanto placer sexual. Todas mis tensiones y frustraciones se desvanecían en oleada tras oleada de emociones aplastantes y escalofríos sexuales.

"¡SIGUE ASI! ¡SIGUE ASI!” Grité. “¡Justo ahí, Cariño! ¡Sigue haciéndole eso a mami!”

Todos los años de represión y negación sexual iban abriendo sus bóvedas para concentrar sus contenidos en lo que se avecinaba.

“¡ESTOY CERCA! ¡MUY CERCA! ¡ALEX! ¡CARIÑO!"

Y luego sucedió. Pensé que sabía lo que era un orgasmo. Pero, me había equivocado. Mis caderas hicieron movimientos hacia delante, alimentando a mi hijo con mi coño. Y finalmente grité:

“¡ME ESTOY CORRIENDO! ¡ME ESTOY CORRIENDO!”

Alex tomo mis caderas, sin perder nunca el contacto de su boca con mi clítoris y continúo chupando.

"¡OH DIOS! ¡OH DIOS! ¡OH DIOS!" se volvió mi nuevo gemido.

Y luego perdí la conciencia, al menos lo que percibía como una conciencia normal. Floté en una niebla de placer, sin saber ni importarme dónde estaba o quién era.

Cuando recuperé la suficiente cordura para hablar Alex me estaba abrazando.

“Oh, Álex…cariño” Todo era respiración y casi ningún sonido.

"¡Hice que te corrieras, mamá!"

Sonaba tan contento y orgulloso. "¡Así es cariño… lo hiciste!" Dije alegremente y me acurruqué contra su pecho.

Ambos desnudos acurrucados, nos abrazamos y besamos durante mucho tiempo. No de manera sexual, más bien amorosamente. Sumisamente le ofrecí a mi hijo darle sexo oral para que también se corriera, pero, para mi sorpresa, dijo que no. Dijo que esta noche era bastante especial por lo que había hecho por mí. Esta era mi noche.

¡Y eso es exactamente lo fue! Esta fue una noche que nunca olvidaría.

Debe haber sido una hora después de mi estruendoso orgasmo que Alex pasó de feliz y cariñoso a serio y pensativo. Podía leer sus estados de ánimo. Mi hijo tenía algo en mente.

Besé sus labios y le pregunté: "¿Qué pasa, cariño?"

"Es solo que he estado pensando".

"¿En qué?"

Me besó, luego se inclinó para colocar su boca cerca de mi oído y susurró:

"Mamá, quiero follarte".

*******************************

Uno pensaría en este punto que estaría más allá del shock. Después de todo, estaba desnuda acostada en la cama de mi hijo. Para este punto ya le había hecho una paja, una mamada y, oh sí- mi hijo acababa de comerme el coño hasta que tuve el orgasmo más intenso de mi vida. DEBERÍA estar más allá del shock.

Pero no lo estaba. Esa fue la primera vez que escuché a mi hijo usar esa palabra. Pero, eso no me sorprendió. Lo que me sorprendió fue el uso que le dio a la palabra follar hacia mi persona. En otras palabras, mi hijo quiere que tenga sexo con él.

ESO no lo iba a permitir. En circunstancias normales, Si una pareja pasa por las etapas de besar, abrazar, acariciar, masturbar y sexo oral, sería natural considerar que follar estaría en algún lugar en el futuro.

Pero, por extraño que parezca, nunca había equiparado los actos que mi hijo y yo cometimos para estar en el camino hacia el sexo ‘real’. Para mí, hasta ahora, había sido un poco de fantasía, romántico incluso, con algo de masturbación incluida. No contaba como sexo ‘real’ para mi conciencia. Para mi irreal y jodida consciencia.

Prohibido, anormal, retorcido, mal visto—De acuerdo. Pero nunca me cruzo por la cabeza “ir más allá” con mi hijo. Ni siquiera lo había pensado. Ni una sola vez.

No hasta que me dijo esas palabras. Por eso me quedé atónita. ESA es la línea limite que tengo grabada en mi moral. Nunca consideré cruzar ESA línea porque nunca pensé que llegaríamos a eso.

Pero ahora, parece que llegamos a eso.

Salí de la cama y recogí mi pijama. Ni siquiera me los puse. Solo lo sostuve frente a mí, cubriéndome como una especie de escudo.

"Alex. Tienes que entender, ¡ESO NUNCA sucederá!”

"¿Por qué no, mamá?"

Traté de poner en palabras todos los sentimientos, explicaciones y justificaciones que llegaban a mi mente.

Terminé con: “El sexo es un acto de unión, donde dos personas se vuelven una por un instante. Ambos toman su rol como hombre y mujer. Nuestros roles son Madre e Hijo. Incluso con todo lo que hemos hecho hasta ahora, seguimos siendo madre e hijo. Cada uno ayudando amorosamente al otro. El sexo es totalmente diferente. ¡ESO NUNCA sucederá!” Dije esa última frase con énfasis.

“Pero, mamá, QUIERO que seamos hombre y mujer. Quiero ser a tus ojos igual a papá. Quiero que sepas que puedo satisfacerte y hacerte el amor. ¿Quién te ama más que yo?”

“¡ESO NUNCA sucederá!” dije. No importa qué argumentos presentó. Contesté con esas cuatro palabras hasta que fueron martilladas en nuestros cerebros.

“Mamá, quiero estar dentro de ti y sentir tu cuerpo tan cerca de mí”.

“¡ESO NUNCA sucederá! Ahora buenas noches." Me dirigí a la puerta.

“Mamá, solo prométeme una cosa. Siempre me dices que medite todo antes de tomar una gran decisión y que no deje que las emociones o la mala información o los prejuicios se interpongan en el camino. Quiero que me prometas que seguirás tu propio consejo y pensarás en esto muy detenidamente desde todos los ángulos. Después de analizarlo me dirás tu decisión final. ¿Lo prometes?"

Suspiré y asentí. Volví hacia la puerta y me retiré, regalándole una última mirada de mi culo desnudo a mi hijo.

****************************************

Cada vez que parecía haber encontrado alguna solución, esa solución presentaba más problemas y confusión. Después del salvaje e intenso orgasmo que había experimentado, estaba extasiada. Tan extasiada como una madre a la que su hijo le dio un orgasmo pudiera estar.

Pero, ahora tenía la carga adicional de haber prometido pensar detenidamente en la propuesta de Alex. Al principio parecía una decisión rápida y sencilla, hasta que en verdad comencé a analizar mi rápida decisión.

Pensé que mi decisión se basaba exclusivamente en no cruzar la línea Madre/Hijo. Pero descubrí que había otro factor importante que pesaba mucho: El Miedo. Había identificado un vago miedo inconsciente que ahora se abría paso en mi mente.

Tenía miedo de la polla de Alex. Tenía miedo de intentar meter ese monstruo dentro de mí. Habían pasado cinco años desde que tuve relaciones sexuales. ¿Qué provocaría la repentina intrusión de ESA cosa en mí?

Por otro lado, me excitaba su polla, me ponía tan cachonda como nunca antes nada me había puesto. Solo con pensar en sostenerlo en mi mano, chuparlo- incluso hacer que se corriera en mi boca- provocaba palpitaciones y dolor en mi coño.

Si no fuera por el dolor, QUERÍA tener a Alex encima de mí embistiéndome, o yo montando esa cosa como una ninfómana. ¿Cuándo tendría otra oportunidad de experimentar eso? Nunca.

Tomé dos copas de vino y debatí conmigo misma durante una hora. A las 11:30 Pedro llegó a casa.

¿Ni un hola, como estas? "¿Tu hijo hizo que te corrieras esta noche?" Nada excepto: “Te dije que no me esperaras despierta. Me voy a la cama. Intenta no despertarme cuando subas.”

Negué con la cabeza. Él era mi esposo, y yo estaba atrapada en su comportamiento. Esta realización hizo que mi decisión final fuera aún más clara. Pedro era el hombre que había elegido como mi compañero de vida, para bien o para mal. Bebi el ultimo trago de mi copa.

Vi la luz de Alex todavía encendida y llamé. No esperé a que me diera permiso para entrar. Esto solo tomaría un minuto.

Estaba leyendo, por supuesto. Me paré junto a su cama y me crucé de brazos.

“Mamá, ¿has tomado una decisión?”

Asentí con la cabeza, luego respondí: ESO NUNCA sucederá …”

Su rostro reflejaba el dolor y la decepción que debió sentir al escuchar mi respuesta.

Luego agregué:

“… ¡sin un condón!” sonreí.

Alex miró desconcertado y repitió "¿sin un...?" Y luego comprendió. "¿te refieres ah-?"

Me senté en la cama, tomé su mano con la mía y lo miré a los ojos. “¡Alex, quiero que me folles! ¡Quiero que folles a tu madre!”

***********************************

Alex estaba listo para saltar sobre mí allí mismo. Pero una vez que le dije que su papá estaba en casa, incluso él pensó que sería bueno esperar.

Por suerte, la espera no sería larga. Pedro tenía que partir en un viaje de negocios de dos días al día siguiente, y eso nos daría todo el tiempo que necesitábamos.

“Tenemos que comprar condones”, dije.

"¿Realmente tenemos que usarlo, mamá?"

“Si Realmente tenemos. Son días peligrosos y No quiero quedar embarazada”.

“¿No te gustaría sentir como me corro dentro de ti? Me alegraría mucho saber que una parte de mí vive dentro de ti, aunque solo sea esperma”.

Esto me hizo pensar en la gran cantidad de esperma y semen que Alex era capaz de generar. Me llenaría hasta el borde, más de lo que su padre jamás había logrado.

“Jovencito, Esa fue la única condición que puse. Tómalo o déjalo. Condón o nada”.

Nos detuvimos en el estacionamiento de la farmacia. Nos lleve fuera de la ciudad para evitar que algún conocido nos viera realizando nuestra atípica compra.

Deambulamos por los pasillos, sin animarnos a preguntar. Finalmente nos encontramos frente a una amplia y confusa variedad de profilácticos. Había tamaños, colores y texturas en abundancia. Elegí algo que parecía apropiado.

Mientras pagaba a la chica del mostrador, noté que Alex estaba sonriendo. "¿Qué es tan gracioso?" pregunté.

"Me preguntaba, qué habría pensado esa chica si supiera que esos condones son para que tu hijo los use esta noche ¡con su madre!"

“No lo había pensado,” dije. Ambos nos reímos, probablemente más de lo necesario.

El vuelo de Pedro salía a las 5 pm Alex y yo lo llevamos al aeropuerto, que estaba a una hora de distancia.

“Trata bien a tu madre mientras estoy fuera”, dijo Pedro, más por tener algo que decir que en serio.

"No te preocupes, papá, la tratare con cuidado ". Tuve la sensación de que Alex SÍ lo decía en serio.

"¿Ustedes dos planean algo especial mientras estoy fuera?" preguntó.

"¿Por qué preguntas eso, papá?" Alex sonaba defensivo. Tenía miedo de que Pedro sospechara si Alex no se calmaba.

“Lo de siempre. Ejercicios y Respiración. ¡Alex me ayudara a estirarme!” Quería que Alex se relajara, así que usé el doble sentido para indicarle que fuera juguetón y no sonara culpablemente a la defensiva.

"¿Crees que pueda estirarte?", dijo Pedro con su voz incrédula.

“La estirare, papá, ¡la dejare bien estirada!”

Me reí y pude sentir que mi cara se sonrojaba.

“Alex, estás a cargo, eres el hombre de la casa cuando estoy de viaje, ¡metete en el papel!”

“Estoy seguro que me meteré, Papá”.

Pedro negó con la cabeza cuando Alex y yo nos reímos.

En el aeropuerto, cuando me estacioné junto a la acera, Pedro dijo: “Alex, saca mi equipaje del maletero”.

Cuando Alex salió, Pedro preguntó: "¿Sabes Qué pasa con Alex?"

"¿Qué quieres decir?" Ahora yo estaba a la defensiva.

“Te ha estado dando órdenes, saliéndose con la suya, como la otra noche cuando te sacó de la cama.”

"Dudo que Alex me deje salir de la cama mientras no estas." No pude resistir.

“¡Sigues mimándolo como niño, es momento que lo trates como un hombre!".

“No te preocupes, Pedro. Esta noche hare que tu hijo se vuelva en todo un hombre."

"¿Eh?" Parecía confundido.

"¡un adulto responsable!" Dije, para aclarar.

*******************************************

De camino a casa Alex y yo paramos en un bonito restaurante. La luz tenue y la música suave hacía que esto pareciera una cita romántica previa a una noche de romance.

“cita” … “romance”— ¿porque que estoy pensando en esas palabras? Este era mi hijo, y yo estaba a punto de hacer un acto que es considerado pecado por todo el mundo. ¿Joder, Pero que estoy haciendo?

Las dudas se acumulaban más allá de mis deseos. Cada vez que pensaba en lo que íbamos hacer, se me presentaban más dudas. La conversación con Pedro y la complicidad con mi hijo en nuestras respuestas a sus preguntas me hicieron cuestionarme si realmente iba a tener sexo con nuestro hijo para vengarme de él, para castigarlo por su falta de atención.

“Mamá, ¿todo bien? Has estado muy callada.”

“Alex, tal vez esto está mal. Ni siquiera 'tal vez', sabemos que esto esta mal. Todo el mundo sabe”.

“El mundo entero no sabe por lo que hemos pasado juntos, No saben cuánto nos amamos. No saben lo especial que es nuestra relación por cómo me has ayudado todos los días de mi vida”.

"Alex …"

"Mamá, solo escucha". Bajó su voz. "Cuando hiciste que me corriera-", miré a mi alrededor para ver si alguien en las mesas cercanas podía escucharnos, luego asentí para que continuara, "-fue la mejor sensación. No solo por un reflejo automático, sino porque fuiste TÚ quien lo hizo. Eso fue lo que lo hizo tan especial. Alguien a quien amo tanto fue la primera mujer en mi vida que me hizo sentir de esa forma. Y, esta noche, volverá a ser especial. Quiero que seas TÚ quien tome mi virginidad. Quiero que ese sea el recuerdo de mi primera vez. Contigo, mamá--contigo.”

Me di cuenta que sus palabras, que habían fluido rápidamente, sin dudarlo, venían de lo más profundo de Alex. Tocaron mi corazón y disiparon todas mis dudas. Esta noche haremos el amor. Por todas las razones correctas- con un toque de lujuria.

“Alex, esta noche será hermosa. Hermosa para los dos”. Pensé que era un buen momento para hablar de algo más que me había estado molestando todo el día. “Alex, vas a tener que ser paciente con tu mamá. No lo he hecho en muchos años. Y cuando una mujer no lo hace durante mucho tiempo, las cosas se ponen algo apretadas”. Se me ocurrió que podría estar apretada tanto física como psicológicamente.

“Entiendo, mamá. Seré gentil. No quiero lastimarte. ¡Quiero que esto sea lo mejor que hayas sentido!”

Sera difícil para mí superar la noche anterior. Nunca imaginé que un orgasmo pudiera sentirse tan bien.

"¿Mamá?"

"¿Hmm?"

“¿Realmente tengo que usar condón? Quiero estar dentro de ti de verdad, nuestras pieles tocándose sin una barrera entre ellas. Puedo sacarla cuando esté a punto de ... ya sabes.”

“Alex, además del riesgo de embarazo, hay algo más. Hay una división emocional que me hace capaz de hacer esto. Por alguna razón, ese condón mantendrá las cosas en orden en mi mente y corazón. Eres mi hijo y llenas una parte de mi vida como nadie más podría hacerlo. Tu padre, a pesar de todos sus defectos, es mi esposo. El me fecundo con su esperma, cruzando esa brecha entre dos humanos, haciéndonos uno solo. Y gracias a eso, fuiste creado, lo mejor de mi vida.”

"¿Por qué no puedo ser Yo tu hombre?"

"¿Y dónde dejaría eso a tu padre?"

"Fuera", dijo. “Justo donde está todo el tiempo. Manteniéndose ocupado con otras cosas que no sean tú ni yo”.

“Cariño…”

Comimos, mayormente en silencio, cada uno pensando en lo que había dicho.

****************************************

Cuando llegamos a casa, Alex preguntó: "¿A qué hora vendrás a mi habitación?"

"¡Yo no iré!" Me reí.

"¿Eh?"

“¡Tu vendrás a mi habitación!”

"Te refieres a …?"

“Puse sábanas limpias en la cama esta tarde”.

“¡Esto es increíble! Vamos a follar en la misma cama que compartes con papá. En el mismo lugar donde el folló contigo. Y, cuando se vaya a dormir ¡será justo donde folle a su mujer! ¡Esto es increíble!”

Debe haber sido algo de dominio masculino territorial. Yo solo pensé que tendríamos más espacio en mi cama que en la cama individual en la habitación de Alex.

“Tienes que darle tiempo a una chica para que se prepare. Dúchate y encuéntrame en mi habitación en una hora.”

"No puedo esperar", dijo con una gran sonrisa.

Yo también me duché y me cuestione varias veces qué estaba haciendo, ¿qué estoy a punto de hacer? A veces parecía bien, y luego parecía tan mal. Pasé de desear que nunca hubiera comenzado, a estar tan agradecida que hubiera sucedido y que iba a suceder. Entonces invertiría ese pensamiento. Una y otra vez, todo en el transcurso de una larga ducha.

Sali con una toalla sobre mi cuerpo, Luego, tuve que tomar otra decisión: Si voy a hacer esto, ¿debería hacerlo clínico y formal o apasionado y erótico?

Miré la parte superior de mi cómoda y vi una botella negra con un marco rectangular dorado en uno de sus costados y las palabras "Coco Noir, Chanel, París". Este fue otro regalo que me autorregalé. Desafortunadamente, nunca había sentido que hubiera una ocasión adecuada para usarlo.

Tomé el perfume y lo rocié en el aire. Me despojé de mi toalla y pasé mi cuerpo desnudo a través del roció. "apasionado y erótico", me dije a mí misma.

************************************

Exactamente una hora después de haber hablado por última vez con Alex, escuché un ligero golpe en la puerta.

"¿Mamá? ¿Esta lista?"

¿Lista? Esa es una buena pregunta. Esta era una situación más bien de "Lista o no".

“Entra, Álex.”

La puerta se abrió y Alex exclamó: “¡Wow!”

La luz estaba apagada, pero la habitación estaba iluminada por cinco grandes velas que había colocado estratégicamente. Las corrientes de aire hicieron que las llamas se movieran lentamente, enviando sombras tenues a través de las paredes.

Alex tenía puesto las dos prendas de su pijama. Yo tenía puesta mi bata.

Estuve sentada en mi cama, esperando. Me levanté y me acerqué a Alex a solo centímetros él. "¡Aquí estamos!" dijo Alex. Lo tomé en mis brazos en quizás el último abrazo verdadero de Madre/Hijo que tendríamos. Después de unos segundos, repetí: "Aquí estamos."

"Oh! hueles increíble, mamá".

"Me alegra que lo hayas notado". Besé a Alex suavemente en la boca. Me devolvió el beso, reflejando la misma presión e intensidad que yo había aplicado. Continuamos por otros 30 segundos antes de lanzar mi lengua a sus labios. Nuestras bocas se unieron y nuestras lenguas libraron una hermosa batalla en la que ambos salimos vencedores.

Mis manos fueron a los botones de su camisa y pronto cayó al suelo. Alex tomó el cinturón de mi bata y lo desató. Sus manos deslizaron la tela sobre mis hombros y mi bata hizo un sonido suave cuando cayó al suelo.

"¡Oh dios mío, Mamá!" Alex susurró.

Llevaba un camisón negro transparente con tirantes finos. Era corto llegaba a escasos centímetros por debajo de mi entrepierna. El material era solo un poco más denso que la niebla. A través de él, Alex vio con avidez mis grandes pechos y mis duros pezones. Gire lentamente para que pudiera verme bien el culo.

"¿Te gusta, Cariño?" pregunté. No necesitaba ninguna respuesta. Su boca abierta y sus ojos muy abiertos me dijeron todo lo que necesitaba saber.

Tiré de la cinturilla elástica de sus pantalones y los deslicé. Estos cayeron al suelo para unirse a su otra mitad.

Nos abrazamos de nuevo y nos besamos. Las manos de Alex recorrieron mi espalda y luego bajaron hasta mi culo para acariciarlo y apretarlo. Después de unos segundos Alex tomó el dobladillo de mi camisón y lo levantó. Extendí mis brazos para que pudiera desnudarme en un solo movimiento. Lo dejó caer al suelo sin hacer ruido.

Ahora ambos completamente desnudos a la luz de las velas nos abrazamos. Mis suaves pechos chocaban contra su cuerpo y su dura polla toco la humedad de mi vello púbico.

Nos miramos por un momento a los ojos cuando Alex puso una ligera presión sobre mis hombros. Sabía lo que quería. Me arrodille frente a él.

Allí frente a mí estaba esa magnífica polla. Su prepucio estaba completamente retirado, dejando al descubierto su enorme cabeza que era incluso más gruesa que la base de su pene.

Lo tomé con mi mano derecha y la dirigí hacia mí. Note un chorro viscoso de una sustancia pegajosa transparente que se dirigía lentamente en un hilo hacia el suelo. Antes de que pudiera derramarse, me incliné y la lamí con avidez para limpiarla y al mismo tiempo beber ese néctar. Mi lengua continuó su trabajo. Lamí toda su longitud hasta llegar a su enorme cabeza púrpura. Estaba impaciente, quería tener su enorme polla en mi boca.

Puse mis labios alrededor y chupé con una sensación pulsante. Lamí el orificio de la punta con la lengua, bebiendo y saboreando los fluidos que estaba provocando.

"¡Oh mamá! Te ves tan sexy y hermosa chupando mi polla”.

Lo mire a los ojos y comencé a chupar con mayor intensidad.

Debo admitir, debe ser una vista excitante ver a tu propia madre desnuda de rodillas practicándote sexo oral. Realmente disfrutaba tener esa polla en mi boca. Iba a continuar con mi felación, pero Alex fue quien detuvo el acto. Me ayudó a ponerme de pie y dijo: “Vamos, mamá. Ven a la cama conmigo."

Me llevó de la mano y yo lo seguí sumisa y obedientemente. Todo esto estaba sucediendo y pasando en cámara lenta. Nuestras sombras se distorsionaron en las paredes y el techo. Las velas no sabían que lo que arrojaban eran las sombras de una madre y su hijo a punto de follar.

Tenía la sábana superior y las cobijas dobladas hasta el pie de la cama, dejándonos una superficie grande y agradable para nuestro acto sexual.

Nos acostamos uno frente al otro, comenzamos a besarnos y a pasar nuestras manos por el cuerpo del otro.

"¿Estás segura de que quieres hacer esto, mamá?"

Mi dulce hijo estaba pensando en mí y en mis sentimientos en un momento en el que la mayoría de su edad estarían locos de deseo y se preocuparía menos por su pareja. “Si Alex, estoy segura. He tomado una decisión y ¡Quiero hacerlo contigo!”

Alex besó y chupó mis pechos y bajó más su cabeza. Se hizo evidente que iba a estimularme oralmente de la misma forma en que la que yo acababa de hacer.

No protesté. Su lengua se deslizó a través de mi vello púbico y lamio mi coño antes de visitar mi clítoris. Arqueé la espalda y gemí cuando me toco con su lengua.

El tamaño de su pene me seguía preocupando después de tenerlo en mi boca hace un momento. Estaba temiendo el dolor que podría causarme.

“Alex, necesito que uses tus dedos en mi coño. Debo relajarme un poco antes de intentarlo…”.

Alex insertó su dedo medio en mi vagina. Se deslizó fácilmente. “Ahora… otro”, dije. Cumplió y vi estrellas. Olas de placer chocaron contra mí. Empezó a entrar y salir rápidamente y mis caderas aprendieron a seguirle el paso. Metiéndolos cada vez más profundo.

"¡Detente! ¡Detente!" jadeé.

"¿Mamá?"

“¡Estoy lista Alex, estoy lista! ¡Dios mío, estoy muy LISTA!”. Apenas reconocí mi propia voz.

Alcancé la mesita de noche y saqué el condón que había sacado de la caja. “¡Acuéstate, te pondré esto!” Había urgencia en mi voz. Abrí el paquete y coloqué el condón enrollado en la punta de la polla de Alex.

Intenté bajarlo y desenrollarlo, pero.… no funciono. Quiero decir, se bajó un poco, pero no más de 3 centímetros. Intenté aplicar más presión para bajarlo, pero se rompió.

Repetí ese procedimiento con otros tres condones, todos con el mismo resultado: ¡ERAN DEMASIADO PEQUEÑOS!

"¡Mamá!" En su voz, había la misma conmoción y decepción que yo estaba sintiendo.

"¡Maldita sea!" dije. “La caja decía GRANDE. ¿Cómo pueden NO ser jodidamente grandes?”

Alex tenía la caja en la mano. Leyó: “Caja tamaño Grande”

Señaló cómo estaba impreso: la palabra "grande" estaba en letras negras y el resto estaba en letra pequeña.

“¡Compré los jodidos condones equivocados! Estábamos allí y compré los equivocados”. Negué con la cabeza. El latido entre mis piernas no se había calmado ni un poco debido a mi ira. Realmente estaba decepcionada, había tomado la que sería la decisión más difícil de mi vida y el destino decidido jugarme una treta.

“Aun así, lo haremos” Alex. Su voz era tranquila y segura.

"Alex, ya te di todas las razones por las que nunca podremos hacer eso".

"Aun así, lo haremos"

“Podría quedar embarazada. ¿No lo entiendes?”

“Aun así, lo haremos”

Somos madre e hijo. Hacerlo sin protección nos convertiría en hombre y mujer”.

“Aun así, lo haremos” Se acercó y me besó.

"¡Alex, te dije que no podemos hacerlo de esta manera!"

Me besó de nuevo luego tomo uno de mis pechos con su mano y chupó mi pezón. Cuando lo soltó, dijo: “Aun así, lo haremos”.

“Alex, créeme quiero hacerlo tanto como tú. Nunca en toda mi vida me había sentido con tantas ganas de follar. Pero uno de nosotros tiene que ser responsable. Hacerlo sin un condón me cambiaría la vida. Tienes que entender eso. ¡No es solo físico, es psicológico!”.

Deslizo su mano entre nosotros y acarició mi coño con un ligero toque. Gemí. No pude evitarlo, estaba cachonda. Me miro a los ojos y dijo: “Aun así, lo haremos” me besó lenta y suavemente, explorando todos los rincones de mi boca con su lengua, bajo sus manos y comenzó a acariciar mi culo. Realmente disfrutaba esa sensación. Eso me puso a tope. Cerré mis ojos, lo tomé de su rostro con mis manos y le correspondí, nuestras lenguas danzaron al mismo compa durante varios segundos. Cuando apartó la boca lo miré a los ojos y dije:

“Vamos hacerlo, pero tienes que prometer que no te correrás dentro de mí”. Mi voz era apenas audible, y era como si estuviera escuchando a otra persona decirme lo que estaba por suceder.

"Te lo prometo, mamá", dijo con otro beso.

Ya había planeado como íbamos hacerlo. Tendría el mayor control en la parte superior. En otras palabras, voy a montar a mi hijo.

"De acuerdo. Acuéstese de espalda”

“¿Vas a estar arriba? Eso es genial. ¡Esperaba eso la primera vez!”

Toque mi entrepierna -Mi coño estaba completamente lubricado- Era la forma en la que mi cuerpo me comunicaba que estaba lista para recibir esa enorme polla. Pero, para estar doblemente segura, acerqué mi cabeza a la polla de Alex y comencé a hacerle otra mamada mientras le echaba la mayor cantidad de saliva posible. Cuando me retire. Note como un hilo de saliva colgaba entre mi boca y la polla de mi hijo. Esto tiene que ser suficiente, pensé.

Respiré hondo y me puse a horcajadas sobre mi hijo.

“¡Mamá, no puedo creerlo, realmente vamos hacerlo!”

Me posicioné y estiré mi brazo entre mis piernas. Su gruesa y lubricada polla llenó toda mi mano. Antes de hacer contacto, le dije a Alex: “Cariño, necesito que me dejes hacer todo el trabajo hasta que estes dentro de mí. De otra forma, podrías lastimarme si te emocionas demasiado.”

Él asintió y reposo sus manos en mis muslos y yo comencé a bajar mis caderas. Finalmente, el glande de mi hijo hizo contacto con la entrada de la vagina de su madre. Ambos dijimos "¡Aahh!" al mismo tiempo.

Presioné hacia abajo y pude sentir como el anillo elástico de mi vagina estaba haciendo todo lo posible para estirarse alrededor de su enorme masculinidad.

"¡Ow! ¡Ow!" Jadeé.

"¿Estás bien, mamá?"

"¡Es muy grande!" fue mi única respuesta.

Subí mis caderas hasta que apenas hubo contacto y luego lo intenté de nuevo. Esta vez llegué un poco más lejos, pero a costa de más dolor.

Hice una mueca y dije “¡Awch! con una voz que bordeaba el llanto.

Varios intentos más resultaron igual de infructuosos. Había un bulto en su enorme glande que era más ancho que cualquier otra cosa. No estaba funcionando.

“Álex, no puedo hacerlo. ¡Me duele mucho!"

“Tienes razón, mamá. Sola no podrás hacerlo. Cuántas veces te dije eso mientras estaba en rehabilitación. ¿Qué es lo que siempre decías?

“Que no podrías hacerlo solo, pero JUNTOS podríamos hacerlo”.

“Entonces, ¿por qué no usamos eso ahora? Siempre dijiste que cuando la situación se pone difícil debo empujar hacia adelante, ¿verdad?”

Asentí, pero dije: “Esto es diferente. Esto duele mucho.”

“Mamá, ¿cuál es la palabra mágica?”

“Empuja”, dije. Siempre le dije que tenía que empujar hacia adelante para mejorar, superar los desalientos y superar el dolor.

“Ahora que hemos llegado hasta aquí juntos yo te voy ayudar. Cuando estés lista, di 'Empuja’ y deja caer tu peso sobre mí. Yo haré lo mismo empujando desde la cama.”

Asentí. Alex me hizo recordar que estábamos haciendo esto juntos y estábamos para ayudarnos uno al otro. Tomé una serie de respiraciones profundas y cerré los ojos. Alex puso sus manos en mis caderas. Sabia a donde iba con eso.

Respiré profundo una última vez y dije “1…2…3 ¡EMPUJA!"

Alex tiró con fuerza de mis caderas hacia abajo mientras empujaba su polla hacia arriba. Y yo dejé caer todo mi peso sobre ese enorme mástil.

"¡DIOS!" Grité, casi perdí el conocimiento. Estaba jadeando con el rostro cubierto en sudor.

Miré hacia abajo y vi como mi vello púbico rodeaba la base del pene de Alex.

"¡Mamá! ¡Estoy completamente dentro de ti!”

Estaba en lo correcto. Esa enorme y potente fábrica de fluido para hacer bebes de mi hijo estaba al alcance de mi desprotegida y fértil matriz.

“¡Espera, por favor! ¡Estas muy adentro, Dios!”

"¡Respira, mamá!" dijo. Eso era algo más que habíamos aprendido de todos los tratamientos médicos.

Seguí su consejo, la respiración ayudó. El dolor disminuyó. El interior de mi vagina tuvo muchos menos problemas en resguardar la enorme cabeza de esa polla que la entrada de mi coño. Ahora el exterior de mi vagina rodeaba felizmente la base de su polla.

Cada segundo que pasaba comenzaba a sentirme mejor y mejor. Moví experimentalmente mis caderas, me levanté unos centímetros, luego volví a bajar.

“Ohh Mamá, eso se siente tan bien. Estoy dentro de tu coño… ¡Estoy dentro de ti!”.

Mis manos descansaron sobre la cama y mis pechos colgaron, balanceándose en el rostro de Alex. Mi hijo levantó su cabeza y chupó mi pezón, lo mordió y luego lo volvió a chupar.

Una punzada de placer recorrido todo mi cuerpo. Mi boca dejo escapar un"¡Aaahh!".

Levante mis caderas y volví a bajar. Luego repetí la acción. La repetición mecánica se convirtió en ritmo. Los instintos de Alex se hicieron cargo y pronto estábamos bailando juntos la antigua canción del apareamiento.

Me incliné hacia atrás, sentándome completamente sobre mi hijo. No podía creerlo, esa enorme polla había desaparecido en mi interior. Finalmente estaba montando la enorme y magnifica polla a mi hijo. Mis caderas se ondulaban y mi coño comenzó a moler una y otra vez esa monumental polla.

Escuché una voz lejana decir: “¡Mamá! ¡Estamos follando!” Debe haber sido una revelación asombrosa para él que esto realmente estaba sucediendo.

“¡Fóllame, Alex! ¡Folla a mamá!”

Mis caderas se movieron más rápido, respondiendo a la llamada de la necesidad inconsciente.

Las manos de Alex fueron a mis pechos, frotándolos, apretándolos, amasándolos. Por mi parte no podía creer todo el placer que sentía.

“¡Ahhh! ¡Me encanta tu polla… se siente muy bien!, ¡sigue así! ¡Ah! ¡Ah! ¡Ah!” ronroneé.

“¡Tu coño se siente muy rico, mamá! ¡Muy apretado!"

Sus ojos estaban cerrados, parecía estar sufriendo. Pero sabía que ese era el sufrimiento del deseo sexual y la lujuria de un macho que necesita aparearse.

Eso me trajo de vuelta a la realización de que no podía correrse dentro en mí. Por un momento, me había perdido en mi rol como contra parte femenina en ese ritual de apareamiento. Una mujer anhela el sexo, codiciosamente anhela ese esperma para poder crear una nueva vida.

Solo habíamos estado follando durante unos minutos, pero tenía miedo de que Alex perdiese el control.

Pero, el destino es una cosa divertida. De repente, mi clítoris estaba golpeando perfectamente el hueso púbico de Alex. Eso envió descargas eléctricas a través de todo mi cuerpo. Cinco años de abstinencia rompían el dique que había contenido un océano de deseo.

Mi cuerpo me estaba traicionando y exigía su premio: un orgasmo trascendental y una cosecha de esperma.

"¡Mamá! ¡Estoy cerca!" Alex gimió.

“Espera un poco más, sólo un poco más”, dije.

“Mamá, no voy a poder-”

"¡ALEX!" Grité: “¡HAZLO! ¡HAZLO! ¡NO ME IMPORTA! ¡NECESITO QUE TE CORRAS DENTRO DE MÍ! ¡POR FAVOR! CORRETE DENTRO DE MAMÁ!”

El shock de escuchar a su madre gritar esas palabras debe haber hecho añicos cualquier control que tuviera. Mi hijo me agarró de mis caderas y empujó hacia arriba con todas sus fuerzas una y otra vez. Sentí como la enorme cabeza de su polla se expandía dentro de mí y gritó una palabra:

"¡MAMÁ!"

Sentí algo cálido arrastrándose hacia mi matriz, y supe que el mismo volumen de esperma que había sacado previamente de esa polla se estaba disparando en mi coño, llenándola con una enorme cantidad de espesa y pegajosa corrida.

Las frenéticas embestidas de Alex martillearon mi clítoris con una nueva urgencia, de repente, el mundo desapareció y fue reemplazado por un mar de éxtasis que envolvió y convulsionó todo mi cuerpo.

“¡ME ESTOY CORRIENDO! ¡ME ESTOY CORRIENDO!” grite tan fuerte que parecía que quería que todo el mundo lo supiera. Y tal vez eso quería. Pero en ese momento las únicas personas que importaban éramos Alex y yo. Y ciertamente ambos sabíamos que mi hijo había hecho que me corriera.

Debemos habernos quedado dormidos. Cuando miré el reloj, era una hora más tarde.

Alex estaba apoyado en su codo, sonriéndome. Le devolví la sonrisa.

"Te folle, mamá".

“Por si no te diste cuenta, ¡Fui yo quien te follo!” dije sonriendo.

“Aquí mismo, en la cama de papá.”

Sabía que esto era importante para él. “Aquí mismo donde papá descansa. Tomaste posesión de su mujer justo donde él duerme, en el centro de su castillo.”

"Estás llena con mi corrida".

Miré hacia abajo a la mancha húmeda en la sábana. Estaba chorreando. No me importo. "Estoy rebosando" le dije con una risa.

“¿Por qué cambiaste de opinión, mamá? ¿Por qué dejaste que me corriera dentro de ti?

La respuesta fácil habría sido que había perdido el control. Pero, había algo más que eso. “Alex, me di cuenta de que quería compartir algo muy especial contigo. Esa línea que te dije que nunca deberíamos cruzar, de repente se volvió muy importante para mí que la cruzáramos juntos. Quería tratarte como un hombre y ser tratada por ti como una mujer”.

"Me siento un poco mal por papá ahora", dijo, mirando hacia abajo.

"No", le dije, "porque las cosas serán iguales entre nosotros".

“No me refiero a eso. Quiero decir que me siento mal porque él no sabe lo que se está perdiendo, que debería haber sabido que eres lo mejor del mundo, lo más importante, y que se ha perdido algo delante de sus narices.”

Las lágrimas me brotaron y besé a mi hijo, mi amante. Todo por lo que habíamos pasado lo había convertido ahora en un hombre. Un hombre que tomó posesión de su mujer liberándola de años de frustración y de dudas sobre sí misma.

“Las cosas están cambiando muy rápido”, dijo. “En unos meses estaré viajando a la universidad. Ese es un gran paso. No más lecciones en casa”.

"Hay una última lección que quiero enseñarte", dije mientras me arrastraba sobre mis manos y rodillas y apuntaba con mi culo en su dirección.

“¡Esta se llama posición de perrito!”

FIN