May 31

Mi marido cuckold por necesidad

Después de un accidente mi marido dejó de darme duro, él mismo buscó una solución satisfactoria para los dos, sobre todo para mi.

Me encanta ser follada con mi marido al lado. Notar grandes pollas que perforan mis agujeros siempre cogiendo la mano de mi marido.

Me casé con Paco después de tres años de noviazgo, la verdad es que nuestras relaciones sexuales al principio fueron bastante aburridas, pero según la relación avanzó el sexo fue convirtiéndose en una parte fundamental de nuestra vida.

Poco a poco fuimos avanzando. Primero Paco me tapaba los ojos, después empezó a atarme a la cama, después empezamos a usar juguetes y al final empezó a sodomizarme mientras con un dildo me follaba el coño.

Empezamos a hablar de los intercambios de pareja y estábamos más que dispuestos a avanzar en el sexo cuando surgió el accidente.

Paco estaba visitando una obra y en despiste cayó tres pisos dañándose la espalda. Al principio los médicos nos dijeron que nunca volvería a caminar, aunque gracias a Dios con mucho esfuerzo y sacrificio volvió a caminar. Solo le quedó una secuela de todo aquello. Perdió su capacidad a empalmarse. Yo pensé que sería cuestión de tiempo, pero después de unos años nos dimos cuenta que aquello no se volvería a levantar.

Yo me masturbaba delante de él, le hacía comerme el coño, que me masturbase con juguetes e hiciese lo conmigo lo que quisiese. Me corría como una perra, pero aquello no era lo mismo.

Fue Paco quien me propuso ir a un club swinger. No hubo reparos por mi parte, simplemente un sábado cenamos en un restaurante caro y nos fuimos a Bakanal, un pub swinger en Humanes de Madrid. Evidentemente nunca habíamos estado, pero habíamos leído buenas cosas de él.

En la entrada nos recibió un chico musculado, una persona encantadora. 50 euros 4 copas y el acceso libre a todas las salas. El chico nos paseó por la el local. Nos enseñó la zona de la piscina, una sala grande con una cama en forma de U que en esos momentos estaba vacía. A continuación subimos al piso de arriba donde había una gran cama donde una pareja follaba mientras tres o cuatro parejas más les observaba. Despues nos enseñó los vestuarios, un pequeño cuarto y una sala privada donde te podías encerrar a joder a puerta cerrada. El chico nos dejó y nos quedamos viendo a la pareja como follaba. Me estaban poniendo a mil. En realidad nunca había visto a nadie follar, pero además de eso, llevaba demasiado tiempo sin cuerpo cubriéndome.

Bajamos a tomar una copa y después volvimos a darnos una vuelta a ver que había. En la sala con la cama en forma de U había un cuatro chicas realmente monísimas siendo follados por otros cuatro chicos de cuerpos impresionantes. Las chica se besaban entre ellas mientras lo chicos se las follaban con saña. Era un grupo de amigos que media hora antes tomaban copas como cualquier grupo de amigos. Multitud de parejas le miraba, algunas solo miraban otras se masturbaban entre ellos viendo la escena.

Las chicas se fueron corriendo una a una y nada más caer la cuarta otras parejas se fueron animando.

Una chica empezó a gemir a mi espalda. Nos dimos la vuelta y una chica rellenita estaba siendo sodomizada por un calvo. Creo que los gemidos de la gordita fue como una catarsis para el resto de la gente. En muy poco tiempo la tremenda cama estaba ocupada entre gente que no le importaba rozarse follandose sin piedad unos a otros.

Vimos como uno a uno iban cayendo en un orgasmo cada una de las parejas. Por mi pierna bajaban litros de flujo. Las bragas iba a tener que tirarlas a este paso.

Subimos la piso de arriba y en su cama cuadrada varias parejas follaban ruidosamente. Ante mi asombro empezaron a cambiar de montura, era obvio que era gente que no se conocía. La cosa era impresionante. Una pareja sentada a nuestro lado cuchicheaba, el chico la animaba y la chica decía que le daba palo. De repente la chica empezó a desnudarse y sin decir nada a nadie se subió a la cama y poco a poco se fue mezclando con las parejas. Un chico le pidió que se sentase en la cara de la moza que se estaba follando en ese momento y mi ”vecina” lo hizo.

- Súbete tu – me dijo Paco

- No, me da palo

- ¿Palo?, ¿pero a que hemos venido?

- A mirar

- Sabes que no.

- No te quiero dejar aquí solo.

- No seas boba y sube

No me lo pensé. Abrí mi falda, la dejé caer, me quite el tanga, la camisa y el suti y me encaramé a la cama. Allí en medio de cuerpos desnudos y sudoroso me vi un poco perdida, pero una chica que estaba cabalgando a un chico tumbado, me cogió de la cabeza y me soltó un morreo. Cuando solté la boca de la chica una polla me entró en la boca. Hacía años que no me comía una polla dura, mucho tiempos desde que tuve la gominola de mi marido en la boca. Me supo a gloria.

Alguien me cogió y me hizo ponerme a cuatro patas y sin dudarlo me penetro a lo perrito. Era increíble, una polla, una buena polla en mi coño. Empecé a gemir como una loca mientras me bombeaban.

Me follaron un buen rato hasta que el chico cambió de chocho. Otra polla se clavó en mi coño, pero quise darme la vuelta para ver a Paco.

Paco sonreía.

Pase durante más de una hora de polla en polla. Me corrí tres veces y cuando salí de ahí mi cuerpo era un pegote de lefa. No me quise duchar por que quería ese olor lo máximo posible en mi cuerpo.

Paco me dijo que había disfrutado mucho de la noche y que le encanto que a pesar de ser duramente follado siempre estuve atento a él.

Volvimos a no solo a Bakanal más de una vez sino a otros clubs swinger. Al principio de vez en cuando, después casi cada fin de semana.

Al principio de nuestras visitas me metía en esas orgias, con el paso del tiempo ya venían chicos a buscarme para follarme a la zona de copas y acababa siendo sodomizada mientas Paco acababa conversaciones ya empezadas con gente que iba conociendo.

En mi 40 cumpleaños mi familia me preparó un cumpleaños con catering y todo. Todos nuestros amigos, familiares e incluso algún amigo del trabajo asistieron. Estuvimos hasta las tantas en casa de mis padres, en el jardín. A las tres de la mañana volvimos a casa con alguna copa de más. En otros momentos hubiese sido la típica llegada a casa con follada, pero a Paco no le pintaba el lápiz.

Cuando íbamos a entrar en casa, Paco me paró y me tapó los ojos con un trapo. Por un momento pensé que se le volvía a levantar. Me puse a mil. Paco me hizo entrar en casa. Me desnudó poco a poco mientras besaba mi cuello y pechos. Estando desnuda, me puso mirando a la pared y de repente oí unos pasos en le parquet del suelo.

Con un poco de violencia muy excitante fui esposada y me hicieron ponerme de rodillas. Una polla entró en mi boca.

Empecé a chupar y de repente la polla salió de mi boca

- ¿Quién te ha dicho de chupes zorra? – me dijo una voz con acento del este de Europa.

Yo alargue mi lengua queriendo recuperar la polla en mi boca pero no la encontré. De repente un pollón entro violentamente de mi boca

- Ahora si puedes chupar – y vamos que lo hice. Chupe con desesperación aquella polla, la más grande que había visto en mi vida.

El invitado me cogió de los pelos y me levantó, mi chumino estaba licuado de excitación me arrastré hasta el sofá donde me abrió de piernas y me penetró sin contemplaciones. Yo empecé a gemir cómo si fuera la primera vez.

El desconocido me dio la vuelta y apunto su zeppelin a mi ojete. Cuando noté cómo aquella mole de carne intentaba abrirse paso en mi esfínter, a pensar de estar dilatado pensé que me rompería. Pero no. Tenía la polla embadurnada en lubricante y yo el culo más que listo. Fue una sensación única, distinta, fantástica. Me dio por el culo durante más de media hora hasta decidió soltarme las esposas y llevarme a nuestra habitación. Me colocó a cuatro patas y me quitó la venda. Paco estaba sentando al lado de la cama. Delante mía un ruso de dos por dos con la mejor polla que nunca he visto.

El ruso se puso detrás mía y me penetró el coño. Yo cogí la mano de Paco. Mientras era siendo fornicada el placer era tremendo, los orgasmos me venían encadenados. En mi vida había sentido tanto placer y según ese placer avanzaba más apretaba la mano de mi marido.

Estuvo casi una hora dando hasta que llegó The Big One, el terremoto que separará California de América. Me corrí casi perdiendo en sentido mientras apreté con fuerza la mano de Paco para luego soltarla al entrar en una nebulosa de placer.

Desde ese día, Paco me hacía combinar maromos de clubs swingers con maromos de grandes cuerpos y pollas que conocía por internet. Algún día pretendo que Paco vuelva a tener su polla a mi disposición, mientras tanto y gracias a él, estoy estupendamente servida.