De esta agua no beberé. Un trago de destino
Tiempo estimado de lectura: [ 105 min. ]
Ya han pasado años, desde esa publicación y también en la vida de Dani, Feli y Eva y aquí os dejo el final que algunos lectores en su momento me pidieron. Lo pongo en infidelidad al ser la continuación de la primera obra. Espero que os guste.
Mi vida había cambiado muy poco en todos estos años. Tenía ya cincuenta años y seguía con mi trabajo en ese estudio de arquitectura, y debido a mi éxito profesional, tenía un merecido puesto de socia con un sueldo que era desmesurado para una sola persona, pero que, para mis jefes y socios, era lo que me merecía al llevar a ese estudio a uno de los más codiciados a la hora de contratar.
Pero cuando llegaba a mi hogar, mis gatos eran los que me recibían con maullidos de bienvenida al tenerme de nuevo en casa. Luego la rutina de siempre, alimentarlos, ir al gimnasio, al llegar de nuevo a casa, preparar la cena y la comida del día siguiente, ducharme, cenar y sentarme a ver una película o serie de Netflix mientras mi mente no dejaba de pensar en Daniel, mi Daniel y en cómo me gustaría llegar a casa y en vez de encontrarme con mis gatos, encontrarme con su cara, su cariño y la manera que tenía de amarme.
Luego, inevitablemente, encendía mi ordenador y me metía en su perfil de Facebook o de Instagram y veía si había colgado fotos nuevas o historias de su bella familia. Sus hijos ya eran mayores, pero no tenían la mayoría de edad. Clara, su hija mayor tenía dieciséis años y Miguel, Miki, su hijo pequeño, tenía catorce.
Los dos eran muy guapos, Clara había heredado la belleza de su madre, era una niña monísima, alta y con un cuerpo muy bonito que de seguro ya estaría levantando algo más que pasiones. Miki era una copia de su padre, muy guapo también y que, de seguro, de aquí a unos años, estaría rompiendo corazones y haciendo suspirar a las chicas.
También había muchas fotos de Dani y Feli. De alguna manera envidiaba a Feli al saber que ella había hecho feliz a su marido. Su marido, costaba incluso pensarlo, pero los años me habían dado la madurez para saber que esa chica si supo hacerle feliz, cosa que yo no hice, y como dice el dicho, —Nunca sabes lo que tienes hasta que lo pierdes. —
Aunque he dicho que mi vida había cambiado poco en todos estos años, no era verdad. Por suerte o por desgracia la menopausia ya había venido a visitarme y mi libido se relajó mucho hasta el punto de que ya, prácticamente no me hacía falta pagarme un jovencito para que me follase. Solo algún "dedito" de vez en cuando para relajarme y hasta la próxima, y cuando mis hormonas se declaraban en rebeldía y querían recordar esos viejos tiempos de promiscuidad, introducía un dildo en mi interior, llegando a lo más profundo de mi e imaginando que era mi Dani haciéndome el amor.
Con Luisa seguía quedando muy de vez en cuando. Nunca rompimos nuestra amistad. Su matrimonio no salió como ella esperaba y a los diez años se divorciaba de su marido y se quedaba con su hijo. Ella intentó rehacer su vida, quedaba con hombres que según se enteraban de que Luisa llevaba "equipaje" desaparecían con sus promesas de hacerla feliz. Otros incluso mentían de manera que se la follaban y al terminar se despedían, y si te he visto no me acuerdo. Pobre Luisa, intentó liarme con algunos hombres, pero yo les mandaba a la mierda sin contemplaciones, viendo sus vanos intentos por llevarme a la cama y follarme.
Quizás sea estúpido, habían pasado muchos, muchísimos años, pero Dani seguía siendo mi hombre, al único que amaba, el único que hacía que mis días de soledad fuesen más llevaderos solo viendo sus fotos y aferrándome a mis recuerdos. Era una locura, era consciente de que tenía que haber pasado página de aquello, hice lo que hice y eso no tiene vuelta atrás. Destrocé mi vida y al hombre que amaba y creo que mi penitencia era eso, venerar a la persona que supo hacerme feliz hasta que yo lo estropeé todo y ver que el si había rehecho su vida sin mí.
Quizás podría entrar en más detalles, detalles de mi vida más íntima. Seguía mirando mi teléfono móvil muchas veces, con el nombre de Dani en la pantalla, tan cerca y a la vez tan lejos, solo una pulsación y al otro lado empezaría a sonar su teléfono con, espero, mi nombre en su pantalla. Esa idea me seguía aterrando, el que viese mi nombre en la pantalla de su móvil y rechazase mi llamada. Eso era algo que sabía que no podría superar si ocurría. Prefería mantener mis ilusiones, pensando que mi Dani, esperaba una llamada mía.
Luego miraba todos y cada uno de los mensajes que le había enviado todos estos años. Mensajes llenos de cariño en su cumpleaños y en navidades. Mensajes que nunca fueron respondidos, pero que sé que le llegaron y los leyó por las dos marcas azules. Si, vivía de mis recuerdos, de la corta vida que viví con Dani, de mi vida de ensueño y de mi estupidez al liarme con un hombre que ni hubiese mirado en otras circunstancias, Diooooos, que estúpida fui.
Ocurrió un día como otro cualquiera. Tampoco se ubicar una fecha exacta porque mentiría. De la noche a la mañana, en sus redes sociales, mi amado Dani y su familia, dejaron de subir fotos y contarnos sus historias y los viajes de familia que hacían y donde habían estado.
Quise ser optimista, pero después de casi tres meses de no publicar nada de nada en sus redes sociales empecé a alarmarme. Algo ocurría y mi temperamento negativo llenaba mi cabeza de los peores augurios como así ocurrió.
Uno de los días que quedé con Luisa para tomar algo y contarnos como iban nuestras vidas me lo dijo dejándome helada:
—Hay algo que quiero contarte y que sé que te va a sorprender y preocupar. —Dijo Luisa.
—¡Ay! Luisa, no me asustes, ¿qué te ocurre?
—A mí no me ocurre nada cielo. Es sobre Dani y Feli.
—Dime que se van a divorciar, —dije con malicia,— dime que su matrimonio se ha acabado.
—Bueno, no se van a divorciar, pero su matrimonio si se va a acabar. —Sentenció Luisa con una mueca de tristeza.
—¿Qué ocurre Luisa? ¿Qué está pasando en la vida de Dani?
—A Feli le detectaron un bulto en el pecho izquierdo. Cuando quisieron empezar con todo el procedimiento detectaron lo peor. Era un cáncer metastásico, estaban afectados los pulmones y el hígado, está ingresada en un hospital, en paliativos, le han dado menos de tres meses de vida.
—¡¡¡QUE!!! ¡¡¡NOOOOO!!! —Exclamé horrorizada sin creer lo que estaba diciendo Luisa. —Sinceramente prefería la opción del divorcio. —Terminé de decir.
—Esto me lo ha contado alguien que os conoce de cuando erais pareja todavía. En fin, ya sabes, esas noticias vuelan, y ahora aunque suene cruel, hay que esperar lo peor.
Esa tarde cuando llegué a mi casa encendí el ordenador y me metí en la redes sociales. Empecé a ver fotos de Dani y Feli con sus hijos y ellos solos y fui retrocediendo en el tiempo hasta que me fijé que Feli pasó de tener una cara risueña y llena de vida a empezar a estar triste, ojerosa y más delgada.
Nunca me había fijado en Feli en las fotos, siempre, siempre mis miradas habían ido a mi Dani y sus hijos, viéndolos crecer año tras año y viendo como Dani se le iba clareando el pelo, aunque eso le hacía estar más guapo aun si cabe.
Fui avanzando en las fotos, viendo la degradación en la salud de Feli y la cara de impotencia de Dani que sabía lo que ocurría y se desesperaba al no poder parar esa enfermedad. En las últimas fotos Feli ya ni salía, imagino por los estragos que el cáncer estaba haciendo en ella.
Todo esto alteró mi vida, mi estúpida y cuadriculada vida, carente de cualquier tipo de emoción. No era el estímulo que buscaba, y por supuesto, no era lo que deseaba para esa familia. De acuerdo que deseaba el fin del matrimonio de Dani y Feli, no lo voy a negar, pero por Dios, no de esa manera tan sumamente dolorosa, viendo como la persona que amas se va apagando día a día y sus hijos, pobres míos, viendo como su madre poco a poco desaparecia de sus vidas.
Tardé en reaccionar, pensando que hacer, pero ¿qué iba a hacer yo? Mediante un contacto que tenía, me enteré del hospital donde Feli se encontraba internada y de su número de habitación. No estaba segura de lo que quería hacer. Lo más racional hubiese sido llamar a mi Dani y hablar con él, pero seguía aterrada e hice creo lo más ilógico, pero si lo más acertado…me presenté en el hospital y frente a la puerta de la habitación donde Feli estaba ingresada.
Temblaba de miedo, sabiendo que, si entraba, me encontraría a Dani y a Feli postrada en su cama. Sería un momento muy difícil, pero creo que en esos instantes es cuando se debe de dar todo el apoyo a las personas que te importan, que sepan que no están solas y tienes todo su cariño.
Toqué con mis nudillos suavemente la puerta, pero no recibí ninguna contestación. Con miedo abrí, y asomándome al interior vi a Feli, estaba sola y se me saltaron las lágrimas, no la reconocía, ese cáncer se había cebado con ella, estaba consumida.
Con sumo cuidado me acerqué a su cama, estaba conectada a una vía, suministrándole vaya usted a saber qué y con la máscara de oxígeno puesta. No tenía pelo ni pestañas debido a la quimioterapia y sus ojos permanecían cerrados. Su cara reflejaba paz, tranquilidad y con mis ojos anegados en lágrimas tomé su mano con temor.
Feli abrió sus ojos y los fijó en mí, esbozando una sonrisa de satisfacción y apretando su mano débilmente en torno a la mía:
—No…no estaba segura si llegarías a venir, pero no perdí la esperanza. —Dijo Feli débilmente.
—Feli…yo…yo…no se… Estoy muy asustada, esto es terrible.
—Deberías estar contenta, la mujer que te robó el marido la va a palmar en breve. —Dijo Feli con una mueca de risa y empezando a toser.
—Dios Feli, como puedes decir eso, —dije echándome a llorar,— yo y solo yo perdí a mi marido por estúpida.
—Bueno cielo, eso es agua pasada, ya ha transcurrido mucho tiempo, y creo que todos hemos purgado nuestras culpas. Dime, ¿te has casado? ¿Tienes hijos?
—No, no he sido capaz de superar lo que pasó. Sigo soltera, un buen trabajo, una casa estupenda y tres gatos que son los que me reciben al llegar a ese casoplón que tengo. —Dije enjugando mis lágrimas.
—Es una pena, —dijo Feli volviendo a toser,— aunque han pasado muchos años, parece que el tiempo se ha detenido en ti, sigues igual de guapa. Creo que si Dani entrara por esa puerta y te viera, se volvería a enamorar de ti.
Eso me puso muy tensa y Feli lo notó, aunque apretó mi mano y me tranquilizó.
—No temas, Dani no viene hasta la noche y se queda aquí conmigo hasta el día siguiente que se va a trabajar.
En ese momento alguien entró a la habitación. Era Clara, la hija de Feli y Dani. Si en fotografías me parecía guapísima, en persona me impresionó mucho más. Me miró, me sonrió, se acercó a su madre y besó su frente.
—Hola mamá, ¿cómo te encuentras?
—Bueno hija, ya sabes cómo es esto, voy muy poco a poco, pero estoy bien. Mira, quiero presentarte a…
—A Eva. —Dijo Clara sin dejar terminar a su madre.— Me alegro de conocerte. —Afirmó, dándome dos besos
—Y…¿Y cómo me conoces? Si yo nunca…
—Mamá me ha hablado mucho de ti, más de lo que imaginas, y bueno, he visto algunas fotos tuyas
—¿Que…que te ha contado? —Pregunté con miedo.
—Tranquila, mamá solo me ha contado las cosas buenas, pero yo soy muy perspicaz y algo no me cuadraba en la historia e indagué por mi cuenta. Lo malo de internet, es que es como una gran hemeroteca, nunca olvida, solo hay que saber buscar.
—¡¡CLARA!! —Exclamó su madre molesta.
—No Feli tranquila, —dije con calma,— es algo con lo que he aprendido a vivir y sé que me perseguirá hasta mi muerte.
—Eva, te lo comento sin malicia ni acritud, solo quiero entender, como…
—Clara, haz el favor, déjalo ya. Anda, ve a por un refresco y déjame hablar a solas con Eva.
—Me ha encantado conocerte Eva. Y perdóname si te he molestado con mi comentario. —Dijo Clara dándome dos besos de nuevo.
—Tranquila cielo, no me ha molestado.
Esperamos a que Clara saliese de la habitación y Feli me pidió ayuda para incorporarse algo más. Pude verla algo mejor y mi corazón volvió a encogerse, prácticamente era piel y huesos.
—Eva, Eva, —empezó diciendo Feli,— hay algo que te quiero pedir y como no sabía si vendrías, te he escrito una carta que está en manos de mi hija con instrucciones precisas. Y la leerás, seguro que sí, pero prefiero decírtelo en persona.
—¿Qué…que me quieres decir? —Dije con miedo esperando algún hachazo.
—Eva me muero, eso es evidente. Aunque los médicos no me dicen nada yo cada día me siento más débil viendo como la vida se escapa de mi cuerpo.
—Feli…—Dije con congoja, echándome a llorar de nuevo.
—Shhh, cielo no llores, lo tengo asumido, he dejado todo bien atado, creo, pero hay algo que me preocupa y no me dejará morirme tranquila sin solucionarlo, y eso es mi familia. Sin rodeos Eva, quiero, cuando yo falte, que te hagas cargo de Dani y mis hijos. Solo confío en ti.
—¡¡¡QUEEEE!!! ¡¡¡ESTAS LOCA FELI, ESO ES IMPOSIBLE!!! NO…NO ME PUEDES PEDIR ESO.
—Si que te lo puedo pedir, de hecho te lo estoy pidiendo y sé a quién se lo pido, y no pienses que estoy loca.
—No Feli, lo siento, pero no. Me niego, yo no me voy a hacer cargo de tu familia, para eso ya tienen a su padre, además, tú y yo nunca fuimos las mejores amigas, y además también, con mis antecedentes ¿cómo puedes confiar en mí?
—Todavía no lo entiendes, ¿verdad? Comprendo que te niegues y también soy consciente de la responsabilidad que voy a echar encima de tus hombros y entiendo que estes asustada, pero piénsatelo y ya me dices. No es la locura que crees que es. Dani nunca ha dejado de amarte, te sigue queriendo y como te he dicho, piénsatelo ¿Lo harás por mí?
—No sé qué tengo que entender, aunque me lo pensaré. Pero tú sabes que lo que me pides es imposible, no solo es Dani, también son tus hijos. —Terminé diciendo.
Noté que Feli empezaba a estar fatigada, le costaba respirar y su voz era casi agónica, suplicante y yo empezaba a no encontrarme a gusto en esa habitación. Empecé a pensar que quizás no hubiese sido buena idea el que yo apareciese por allí, pero lo que estaba ocurriendo en la familia de Dani era tan terrible que no me podía mantener al margen.
La verdad, no me dio tiempo a pensar mucho. Por desgracia, sobre todo para Dani y sus hijos, Feli falleció a los dos días de haber estado yo en el hospital. Fue su hija Clara, la que en un escueto wasap me lo anunció, —lamento comunicarte que mi madre falleció hoy de madrugada.—
La verdad, esa noticia me entristeció mucho aunque la esperaba, pero no tan pronto. Me mantuve en contacto con Clara a través de mensajes, así me enteré del tanatorio donde la llevarían y del cementerio donde la enterrarían.
Fui una cobarde, pero todavía me seguía aterrando encontrarme con Dani, así que en el tanatorio no me presenté, pero sí que fui a su entierro, aunque me mantuve a una distancia muy prudencial, vaya, a una gran distancia y medio escondida detrás de un árbol.
Desde allí, y con algo de dificultad, pude ver por primera vez a mi Dani en persona. Para mí, seguía igual de guapo, con su misma apariencia de cuando vivíamos como matrimonio, aunque ya sus sienes empezaban a clarear. Su cara era de inmensa tristeza, sus ojos ocultos por unas gafas de sol y sus brazos rodeando a sus hijos y abrazándolos contra él. Durante toda la ceremonia del entierro fue inevitable el que no dejase de llorar por ellos y porque el maldito cáncer había dejado viudo a mi Dani y huérfanos de madre a sus hijos.
Según terminó la ceremonia, me escabullí entre las tumbas y los árboles para que nadie me viese, pero no fui tan rápida como creía. Antes de llegar a mi coche, la vocecilla de Clara me llamaba para que la esperase. Cuando me di la vuelta la vi correr hacia donde estaba, y parándome me esperé a que llegase.
Cuando llegó a mi altura se paró frente a mí y me miró con sus ojos anegados en lágrimas, yo acaricié su cara, la abracé y se lo dije con todo mi cariño:
—Cielo, siento lo de tu madre. Te acompaño en el sentimiento.
—Gracias Eva, pensé que no vendrías y eso me preocupó. —Dijo Clara.
—Mamá me pidió que te diese esto sí o sí cuando ella faltase. —Dijo dándome un sobre cerrado.
Tomé ese sobre y me imaginé lo que contenía en su interior. Me asustaba solo el pensarlo, pero por algún motivo que desconozco, quería seguir adelante e implicarme en algo que desconocía, que no sabía si saldría bien o no. Podía ser una bendición o una debacle.
—Eva, ¿si te llamo y te pido quedar para tomar algo, lo harías? —Me pidió Clara
—Claro que sí cariño, las veces que quieras, estoy aquí para lo que necesites.
—Gracias Eva. —Dijo Clara abrazándose a mí.
Clara alargó más el abrazo llorando entre mis brazos, mientras yo besaba su cabeza y la intentaba animar diciéndole frases cariñosas e insistiéndola que no estaría sola. Tenía un sentimiento de ternura infinita hacia esa niña que acababa de perder a su madre a una edad muy difícil, en la que una madre juega un papel muy importante y puede ser crucial para su futura vida. Tan absorta estaba intentando animar a Clara que no me percaté que detrás de mi estaban Dani y Miguel, su hijo:
—Clara, te estaba buscando. —Escuché a Dani a mis espaldas.
Sé que me tensé al escuchar su voz y Clara lo sintió perfectamente. Cerré mis ojos con fuerza, ahora no podía huir y tendría que enfrentarme a mis miedos y mis demonios:
—Tranquila Eva. —Susurró Clara para tranquilizarme. —Estaba hablando con Eva papá. —Dijo Clara dirigiéndose a su padre.
Cuando me di la vuelta, frente a mi estaba el amor de mi vida. Su cara, su gesto, denotaba lo devastado que estaba y también demostraba su sorpresa al verme. Desde aquel día en el que se celebró el juicio de Rubén, no le había vuelto a ver en persona y me impresionó mucho lo desmejorado que estaba, pero más impresionada me dejó lo que hizo a continuación. Con lágrimas en los ojos vino hacia mí y me abrazó con fuerza, rompiendo a llorar. Yo lo abracé contra mí, besando con fuerza su mejilla e intentando animarle:
—Siento la pérdida de Feli. Te acompaño en el sentimiento. Se que es dolorosa su pérdida, pero ha dejado de sufrir. Ahora tienes dos hijos que te necesitan y tienes que ser fuerte. Y para lo que necesites, siempre me tendrás a tu lado.
—Gracias Eva, gracias por venir y por tus palabras. —Dijo Dani, deshaciendo el abrazo.— Bueno, veo que a Clara ya la conoces, pero te presento a mi hijo, Miguel, aunque siempre le llamamos Miki.
—Hola Miki, —dije dándole un beso.
—Hola. —Me saludó Miki tímidamente, pero con una tenue sonrisa.
Cuando se terminaron las presentaciones, llegó un momento algo incómodo. Nos quedamos los cuatro callados, mirándonos. Yo esperaba que o Dani, o Clara, dijesen algo, pero fue Dani el que deshizo el momento.
—Bueno Eva, te aseguro que me alegro mucho de verte de nuevo, aunque, me hubiese gustado más verte en otras circunstancias.
—Opino lo mismo que tú. Me ha gustado verte de nuevo.
—Emmm…¿Sigues teniendo el mismo número de teléfono móvil? —Preguntó Dani.
—Claro, si has recibido mis mensajes de felicitación, sabrás que no lo he cambiado.
—Cierto, si los he recibido, estoy algo espeso, discúlpame. —Se justificó Dani.
—Tranquilo, no pasa nada. Bueno chicos, como os he dicho, si os hace falta algo, lo que sea, no dudéis en llamarme. —Dije despidiéndome.
Los tres me sonrieron con tristeza y se marcharon. Pero Clara dándose la vuelta y poniendo su dedo meñique en sus labios y su dedo gordo en su oreja a modo de teléfono, me dejó leer en sus labios un —te llamo— a lo que yo asentí con la cabeza.
Tenía un sentimiento agridulce que no sabía cómo tomarlo. Por una parte esa sensación de alegría al haber podido abrazar a mi Dani, aunque fuera en un momento muy duro para él. Por otra parte me asustaba el pensar que Feli creyese que yo me podía hacer cargo de su familia. ¿Acaso lo sabían ellos y lo habían aceptado como si tal cosa? ¿Feli habló con su marido antes de morir? Esos niños eran hijos de Feli y Dani. Suponiendo, solo suponiendo que todo fuese bien ¿me aceptarían en su vida? ¿Y que me hacía pensar que si tenían algún contratiempo, me llamarían a mí, como si fuese su tabla de salvación?
Eran tantas las preguntas sin respuesta que cuando llegué a mi casa, dejé esa carta sobre la mesa del salón y me fui a duchar. Cuando salí de la ducha, hice algo que hacía años que no hacía, me fui al mueble bar y me serví un combinado de ron, bien cargadito y una vez sentada en mi sofá me dispuse a leer esa carta aun sabiendo su contenido.
Si estas leyendo esto es que ya he muerto y mi hija Clara te habrá dado esta carta para que la leas.
Se que estarás sorprendida al saber que he muerto, pero hace un par de años me detectaron un tumor en un pecho y para mi desgracia ya era tarde, era un cáncer metastásico y había afectado a los pulmones y al hígado con lo que me quitaron el pecho izquierdo y me dieron quimioterapia, alargaron unos meses mi vida, pero estaba condenada.
El motivo de esta carta, aparte de despedirme de ti, es proponerte algo que, aunque te parecerá descabellado, si lo piensas fríamente, verás que no es ninguna locura. De acuerdo que no puede ser de manera inmediata, pero poco a poco, quiero que tú cuides de mi familia, que ocupes mi lugar y que vuelvas a ser la pareja de Dani y esa madre de mis hijos, que sé que van a extrañar y necesitar.
Sé que ahora mismo habrás puesto el grito en el cielo y estarás diciendo en voz alta que no te puedo pedir eso, que es una locura y que no estas preparada para hacerte cargo de una familia y encima con hijos adolescentes, pero creemé, si lo estas, y tendrás mucha ayuda con mi hija Clara, la he hablado mucho de ti y ha visto muchas fotos tuyas en el ordenador de su padre.
Y ahora algo que yo solo sé. Cometiste una estupidez enorme al liarte con Rubén y destrozaste a Dani en muchos aspectos. Vuestro divorcio me dio la posibilidad de compartir mi vida con el hombre que siempre amé, pero sin miedo a equivocarme, Dani te sigue amando y te quiere como creo que nunca me ha querido a mí.
Aprendí a vivir con eso, a respetar su espacio y sus sentimientos. Yo solo lo ayudé a quererse a sí mismo de nuevo, pero, a una persona, no se la puede borrar de un plumazo, y tú, siempre has estado muy presente en su vida.
Si hay algo que he aprendido en todos estos años es que Dani no sabe estar solo, y ahora que yo falto, se va a encontrar muy solo y te va a necesitar a ti. Dale un poco de tiempo y vete acercándote a él, verás como no me equivoco.
En fin, sé que es un "marrón" para ti, pero si no supiese como eres, ni se me ocurriría pedírtelo. Confío en ti.
Perfecto, todo era casi perfecto en mi vida, tenía una mujer a la que amaba con locura, dos hijos maravillosos, una buena casa, un buen nivel de vida, vaya, no nos privábamos de nada…¿y porque todo se fue a la mierda?
Todavía me acuerdo del día que Feli quiso hablar conmigo y comentarme que se había encontrado un bulto que no le gustaba nada en su pecho izquierdo. Me lo enseñó, lo palpé y no sé si ya estaba predispuesto por el comentario de Feli, pero a mí tampoco me gustó:
—Mañana me hacen una mamografía urgente. El medico dice que no me preocupe que posiblemente sea un quiste y que no revista gravedad. —Comentó mi mujer con preocupación
—Seguro que no es nada cariño, que no sea nada malo, no te preocupes antes de tiempo. —Dije intranquilo abrazándola contra mí.
Esa mañana en el hospital, aparte de la mamografía, también le hicieron una biopsia y los resultados no pudieron ser más devastadores. Feli tenía cáncer metastásico y los pulmones y su hígado también estaban afectados.
Nos quisieron dar ánimos, contarnos que aunque era grave, no necesariamente era mortal, que con tratamiento y quimioterapia se podía alargar la vida y tener cierta calidad, aunque la enfermedad siempre estaría ahí.
Fueron meses horribles, viendo como mi mujer perdía toda su belleza, adelgazaba de manera alarmante y desaparecia todo cabello de su cuerpo. Se pasaba más tiempo en el hospital que en casa y yo estaba perdido sin ella. Sabía a lo que me enfrentaba, día a día veía como su vida se escapaba de su cuerpo, poco a poco, pero sin pausa. Al final el oncólogo, fue sincero conmigo y me lo dijo sin rodeos:
—Lo siento Daniel, sé que no quieres escuchar esto y yo no quiero decírtelo, pero Feli se muere, el cáncer está ya muy extendido y la está devorando y lo único que hacemos con la quimio, es alargarle una vida de sufrimiento. Con esto te quiero decir que como mucho le quedan cinco meses de vida.
Ese fue un golpe brutal del que me tendría que recuperar de alguna manera. Mis hijos me necesitaban y aunque Clara ya era mayor y cuidaba de su hermano, no dejaba de ser una niña de quince años enfrentándose a uno de los peores momentos de su vida y a una de las mayores pérdidas a nivel personal y familiar.
Esos últimos meses fueron muy difíciles en muchos aspectos. Aunque yo no quería ni hablar de cuando faltase mi mujer, ella lo hablaba conmigo de la forma más natural. Me explicaba lo que había hecho para dejar las cosas bien claras y atadas y que no hubiese dudas sobre nada, aunque sí quiso hablar conmigo de algo que le atormentaba un poco:
—Cariño, algo que te quiero pedir y aunque sé que no me vas a hacer caso, quiero que lo consideres. Intuyes que no sabes estar solo, que te hace falta una compañera y que a los niños teniendo la edad tan complicada que tienen, deben de tener una figura materna. Por eso te pido que cuando yo falte, no cierres la puerta a casarte, arrejuntarte o vivir con esa posible mujer a la que ames de nuevo.
—Feli, no me puedes pedir eso. —Dije echándome a llorar.
—Dani, te lo pido y te lo exijo, por ti y por los niños. Eres muy joven todavía, un hombre maravilloso y muy atractivo, vaya, que si me reencarno, voy a ir a por ti a saco. —Dijo Feli echándose a reír.
Me hizo prometerlo, y solo porque ella se quedase tranquila, con algo que, en esos momentos, ni se me pasaba por la cabeza, se lo prometí y le dije que no me cerraría de nuevo al amor.
Un soleado día de primavera, de los que tanto le gustaban a Feli, le dimos sepultura y un último adiós entre lágrimas de mis hijos, y yo intentando ser fuerte para ellos, pero devastado interiormente. En esos momentos me hallaba perdido, no pensaba claramente y presuponía que mi vida se había acabado.
Cuando todo terminó y pusieron la losa sobre la tumba de Feli, aparte de las muchas despedidas y pésames de la gente que asistió a su entierro, vi correr a mi hija Clara como alma que lleva el diablo. Pensé que estaba dolida y angustiada por el hecho de haber perdido a su madre. La seguí con la vista hasta que vi que estaba parada hablando con alguien, una mujer alta, vestida con un elegante traje de chaqueta negro y una pamela también negra con un sutil adorno blanco.
Abracé a mi hijo que aun lloraba y le di unos ánimos que en mí no encontraba y fuimos en busca de mi hija que seguía hablando con esa mujer que de momento no lograba ver con claridad y no sabía si era amiga nuestra o alguien de nuestra familia.
Y no lo voy a negar, según me acercaba y aunque solo la veía de espaldas a mí, vi su elegancia y su espléndida figura y aunque llevaba una pamela, se adivinaba su pelo rubio recogido en un elegante peinado. Me acerqué y me dirigí a Clara, pero su comentario, al estar hablando con Eva y al estar todavía es shock, no lo tomé en cuenta. Solo me quedé más en shock todavía, cuando esa mujer se dio la vuelta y frente a mí, estaba Eva, el gran amor de mi vida y la mujer que más daño me hizo.
Fue un momento tan intenso, que, sin poder evitarlo, me eché a llorar como un niño y me abracé a esa mujer con todas mis fuerzas y que hacía muchísimos años que no veía. Fueron numerosos los sentimientos que afloraron en mí, pero sobre todo uno al estar abrazado a ella y sentir que no estaba solo y que, en el peor momento de mi vida, Eva, estaba ahí dándome apoyo.
Noté su abrazo sincero y sus palabras llenas de cariño y afecto y eso de alguna manera me reconfortó, sentí calor humano, su calor, en mi devastado corazón. Estaba como drogado, ido. Sinceramente no me enteraba de mucho, demasiadas emociones para un solo día, sé que hablamos algo, le presenté a mi hijo, ya que a mi hija ya la conocía y algo le pregunté sobre su teléfono, algo que no recuerdo.
Pasaron algunos días hasta que cierta rutina se instaló entre nosotros. A Eva no me la pude quitar de la cabeza porque no entendía como estaba en el entierro de Feli. Bueno, quizás alguien se lo contase, pero ¿y Clara? ¿Qué hacía hablando con ella? ¿De qué la conocía? Esa pregunta se la tenía que hacer a mi hija y que ella me lo dijese. Aparte que me preocupaba, que se hubiese enterado de la historia de Eva y sus consecuencias en nuestro malogrado matrimonio.
Eran muchas preguntas y que solo me podría responder una persona, mi hija, tendría que hablarlo con ella, dejaría que pasase algo de tiempo y que nos centrásemos en nuestra nueva vida sin su madre.
Al mes más o menos, por primera vez en muchos, muchísimos años, busqué en mi ordenador una carpeta escondida y camuflada, donde se encontraban fotos y videos de Eva y yo cuando éramos felices. Los videos que grabé de cuando me fue infiel los eliminé, no merecía la pena conservarlos y solo lograrían abrir viejas heridas y aunque no había podido olvidar su traición, con el tiempo logré perdonarla. En eso estaba, cuando entró mi hija al despacho en el que teletrabajaba:
—Te podría mentir y decir que estaba trabajando, pero no, estaba viendo fotos antiguas. —Respondí.
—¿Qué fotos? —Preguntó Clara, situándose detrás de su padre. —¡¡Es Eva!! Era…bueno y es, una mujer muy guapa.
—Si, sí que lo era, y lo sigue siendo. Emmm…cielo, ¿de qué conoces a Eva? —Pregunté a mi hija.
—Bueno, mamá me habló mucho de ella, de vuestro divorcio y el motivo, aunque la conocía por foto. Un día que fui al hospital, me la encontré hablando con mamá y supe enseguida quien era.
—¿Hablando con tu madre? ¿De qué?
—No lo sé. Solo sé que entré a la habitación, mamá me la presentó y cuando dije algo que no debía, me mandó fuera. Quería hablar con ella de algo y…y bueno, creo que debo de contártelo…
—Mamá me dejó un sobre, una carta para Eva, que solo se la podría dar el día que ella falleciera.
—¿Y que decía esa carta? ¿Lo sabes? —Pregunté muy intrigado.
—¡¡¡PAPÁ!!! —Exclamó mi hija. —Era un sobre cerrado y mamá me dejó instrucciones precisas, que solo y únicamente podía leer su contenido Eva. Y nadie salvo ella y yo podía tener conocimiento de la existencia de esa carta, hasta que se la diese a Eva.
—Ya, entiendo, bueno y una última cosa, ¿mamá te contó por qué me divorcié de Eva?
—Hay algo que quiero que sepas. Mamá en ningún momento me habló mal de Eva, al contrario, mamá creo que la tenía mucho afecto. Pero a mi había algo que no me cuadraba e indagando por internet encontré vuestra historia y algunos videos, y entendí porque te divorciaste de ella.
—Siento que lo hayas visto. —Respondí avergonzado.
—No te preocupes, sabes que soy muy curiosa y esos videos, estaban muy censurados. Bueno papá voy a seguir estudiando.
Si ya de por sí, no me podía quitar a Eva de la cabeza, ahora estaba esa carta que le había dado mi hija y que solo ella y mi difunta mujer sabia su contenido. Feli nunca me demostró rencor hacia Eva, de hecho, ella sabía que Eva siempre me felicitaba por mi cumpleaños y por navidad, y aunque sé que le incomodaba, ella entendía que en su momento fue mi mujer y parte de mi vida, con lo que lo respetaba mucho.
Me vi con el teléfono móvil en la mano, y en la pantalla, como muchas otras veces, el nombre de Eva. Tenía sentimientos encontrados, deseaba llamarla y que nos sentásemos a hablar, pero por otra parte Feli estaba muy presente todavía y tenía la sensación de que, si la llamaba, estaría traicionando su memoria.
Fue duro para mi entender y aceptar que Dani no me llamaría inmediatamente. Pensé erróneamente, que después del entierro y el funeral, me llamaría para tomar algo y poder hablar, conocernos nuevamente, enamorarnos y volver a sentirlo dentro de mí, en todos los sentidos, incluido en el físico.
Y no quiero mentir, pero desde ese día en el cementerio en el que el amor de mi vida me abrazó contra su cuerpo y volví a sentir su calor, ando como una perra salida, con mi braguita siempre húmeda y pensando en la increíble tranca de Dani, percutiéndome el coño y el culo y haciéndome alcanzar incontables orgasmos, hasta sentir como se derrama dentro de mí.
Pero no, una cosa son los deseos y los sueños, y otra muy diferente la realidad. Y como he dicho, me costó aceptar esa realidad, pero Dani, hasta que no pasase su duelo, no me llamaría, con lo que tendría que apaciguar mi furor uterino con mis juguetitos, ser paciente, y esperar que me llamase, no quería atosigarle con llamadas vacías y sin sentido y que se sintiese agobiado.
Pero realmente quien si me llamó para vernos fue Clara. Pasarían cerca de dos meses desde el entierro de su madre cuando recibí una llamada suya, y lo confieso, cuando vi su nombre en la pantalla de mi móvil de alegró el día:
—Hola cielo, ¿cómo estás? ¿Y tu padre y tu hermano?
—Bueno, estamos bien, adaptándonos a esta nueva situación. Se hace muy duro aceptar que mamá ya no está con nosotros…la echo de menos.
—Es lógico cariño, todo está muy reciente, pero el tiempo hará que crees tus recuerdos con ella y en tu memoria atesores bellos momentos vividos con tu madre, eso nadie te lo va a arrebatar.
—Bueno, como dicen el tiempo lo cura todo, sé que va a ser duro, pero no nos quedará más remedio que aceptarlo. —Dijo Clara con tristeza.
—Verás como todo va a ir bien, —dije con cariño,— y dime, ¿cuál es el motivo de tu llamada?
—Me gustaría quedar contigo, tomarnos algo y charlar. Me hace falta hablar con alguien adulto, que no sea mi padre o alguien de mi familia recordándome en todo momento la gran pérdida por la muerte de mi madre.
—Claro que sí cielo, cuando tú quieras nos vemos y nos tomamos algo y charlamos de lo que desees.
—Podría ser esta tarde, estoy algo agobiada. —Dijo Clara con angustia.
—Por supuesto, yo tengo las tardes libres. Si quieres paso a buscarte con el coche y nos vamos a algún sitio.
Clara me dio una dirección que imagino sería la de su casa. Esa tarde sobre las 17:30 horas, pasé a buscarla, nos fuimos por el centro, y paseando y hablando nos sentamos en una terraza muy acogedora.
Esa tarde, Clara me contó muchas cosas. Dudas, temores, preocupaciones. Aun siendo una adolescente, Clara me demostró su madurez y me gustó su manera de pensar y razonar. Dos de sus principales preocupaciones eran su padre y su hermano pequeño, aunque le dije que eso era una carga muy pesada para ella que no debería de asumir. Creo que sin que ella lo decidiese o incluso lo razonase o su padre se lo pidiese, se erigió como la figura materna de esa familia, y eso era de todo punto una locura, ya que esa chica tenía que vivir su vida como lo que era, una adolescente.
Por supuesto hubo más días en los que quedamos, incluso en alguna ocasión se trajo a su hermano pequeño ya que su padre tenía que trabajar. Eso hizo que nuestra amistad y nuestra confianza se afianzase aún más, llegando a charlar como una madre haría con su hija. De hecho se estrechó tanto nuestra amistad que ya quedábamos para ir a la peluquería juntas o de compras o a comer fuera.
En una de nuestras salidas, Clara me pidió ir a comprar ropa interior para ella ya que se estaba quedando sin braguitas y sujetadores. Me pareció algo normal, pero en el fondo me sentía a gusto con esa relación casi materno filial, sabía que éramos amigas, pero casi nos comportábamos como madre e hija. Esa tarde Clara me llevó a una conocida cadena de tiendas de ropa low cost y se fue directamente a la sección de ropa interior, algo que a mí me pareció algo vulgar, ya que la ropa interior de una mujer debe de ser exclusiva, una parte de ella y que la haga sentir guapa y muy sensual. Clara aparte de ser guapa, tenía un cuerpo muy bonito y esas bragas de diario podían ser cómodas, no lo niego, pero poco atractivas. Clara tomó dos packs de cuatro braguitas y tres sujetadores normales y se dirigió las cajas para pagar:
—¿Solo te vas a llevar eso? —Pregunté con curiosidad.
—Bueno…si, es lo que me hace falta, ¿no te gusta? —Preguntó Clara sorprendida.
—No sé, imagino que para diario, esa ropa interior será muy cómoda, pero cuando salgas de fiesta, cuando quieras sentirte alguien muy especial, la ropa interior debe de ir acorde contigo, con tu estilo y con las ganas de mostrársela a quien desees.
—¡¡MAMAAA!!...Ups…perdón Eva, no quise decir eso. —Dijo Clara poniéndose colorada como un tomate.
—Tranquila cielo, no me ha molestado, —dije abrazándola, —pero si me dejas quiero mostrarte algo que de seguro te va a encantar.
En esos momentos estaba aturdida y eufórica. Clara me había llamado "mamá" sin pensar, y el caso, es que no me había molestado, al contrario, me hacía sentir parte de ella. No quise demostrar mi emoción, aunque estaba eufórica, y por eso, quise hacerla sentir aún más especial.
—Cuando pagues esto, te voy a llevar a mi tienda de lencería favorita. Te aseguro que te va a gustar y hacer sentir única.
Cuando llegamos a esa tienda, en un gran centro comercial, la dependienta enseguida me reconoció y me vino a saludar con afecto, interesándose por mí y por cómo me iba la vida hasta que me hizo la pregunta más lógica:
—Y bien Eva, ¿qué te trae por aquí?
—Pues verás, te presento a mi…ahijada Clara, —dije acariciando su cabeza, — ya es toda una mujer y quiero esa lencería que sé que le va a gustar.
—Eso está hecho, —dijo la dependienta, — eres muy guapa y por el cuerpo tan bonito que tienes tu talla está en estos expositores. Elige lo que más te guste y no dudes en probártelo, verás como te va a gustar cuando te lo veas puesto.
En esos expositores había de todo, desde firmas clásicas y codiciadas como La Perla o Chantelle, a las más provocativas y sexis como Gabriela de Paul, Agent Provocateur, Coco de Mer, Fleur du Mal o Kiki de Montparnasse, pasando por las más románticas como Love Stories, Cache Coeur o Rouje. Sobra decir que Clara miraba todo fascinada, acariciando las suaves prendas y mirándome algo espantada al ver los precios:
—De eso no te preocupes cielo, déjamelo a mí y elige lo que más te guste sin preocuparte por el precio.
Al final y después de muchas pruebas se llevó tres conjuntos, uno de La Perla que uffff, le quedaba de escándalo, otro de Gabriela de Paul que haría perder la cabeza al más frio y otro de Cache Coeur que hacía nacer en ti unas ganas irresistibles de achucharla.
Pero también por primera vez, pude ver el cuerpo desnudo de Clara y supe que volvería locos a los hombres. Tenía un pecho muy generoso con unos pezoncitos pequeños y rosaditos, vientre plano, cintura estrecha piernas llenas y torneadas y un culito que era una delicia. Solo le afeaba un poco la "selva" que llevaba entre sus piernas y creo que ella se dio cuenta al probarse esas prendas tan exclusivas:
—Bufff…tengo que hacer algo con esto. —Dijo Clara señalándose el pubis.
—Bueno, es bien sencillo, depílate o recórtatelo, lo que prefieras. —Le aconsejé.
—Es que…es que me da mucha vergüenza. —Dijo Clara ruborizándose.
—Bueno, si te sientes incómoda, puedes hacerlo tu misma, es sencillo.
—Como el culete de un bebé cariño, y no veas lo cómodo que es. —Le dije en confianza.
—Al principio sí, pero luego es mucho más cómodo los salones de belleza, de hecho, te lo aconsejo, saben cómo tratar una zona tan sensible y delicada, están acostumbrados a ello.
—Si me decido a hacerlo… ¿Tú estarías conmigo?
—Si así lo deseas, estaré contigo. No temas.
—Eva nunca te lo he dicho, pero me caes super genial, eres única.
Digamos que, durante ese primer año, Clara y yo forjamos una unión muy fuerte y aunque me costaba reconocerlo la trataba como a una hija. Su hermano Miki ya era un adolescente de quince años y también me tomó, bueno, nos tomamos cariño y se abrió más a mí. Era muy tímido e introvertido y aunque no lo decía, echaba mucho de menos a su madre, aunque se apoyaba en mí, y de vez en cuando me preguntaba mucho por Feli, de cuando éramos jóvenes, aunque sinceramente no había mucho que contar por lo que ocurrió con Dani.
También en ese primer año, pasados bastantes meses de la muerte de Feli, Dani me llamó por teléfono. Recuerdo ese día y el nerviosismo que me entró al ver su nombre en la pantalla de mi móvil. Aunque la esperaba hace muchísimos años, no sabía el porqué de su llamada, y en mi cabeza se desarrolló en milisegundos la idea de que el verme tan a menudo con Clara no era de su agrado y su llamada era para llamarme la atención. Pero no, me equivoqué por culpa de mis miedos. Así que, esperando una retahíla de reproches, y con pena, acepté la llamada:
—Bien, muy bien, ¿y tú? ¿Cómo te encuentras?
—Bueno. Te mentiría si te digo que me encuentro bien, me cuesta asimilar todo esto y los cambios que están ocurriendo en mi vida, pero tengo que aceptarlos y sobreponerme, no me queda otra.
—Imagino por lo que estas pasando y sabes que me tienes para lo que necesites.
—Lo sé Eva, lo sé, y no sabes lo que te lo agradezco y por eso quería hablar contigo. Clara me ha contado que os veis muy a menudo, que vais juntas de compras o a comer, o solo quedar para charlar y que te cuente sus…sus problemas. Me ha contado la complicidad que tiene contigo y eso de alguna manera me asusta y me agrada…
—¿Qué…que te asusta, Dani? —Pregunté con miedo.
—Eva, no quiero que te sientas obligada a nada, no eres su madre. Tú tendrás tú vida, no es necesario que mi hija altere tus planes.
—A ver Dani, —dije molesta, — tengo clarísimo que no soy la madre de nadie, pero si Clara o Miki, quieren verme y estar conmigo, no les voy a rechazar, bastante tienen con la pérdida de su madre, y para bien, me encanta estar con ellos, son increíbles y con una educación exquisita.
—Vaya, me alegra oír eso, pensé que de alguna manera te estabas obligando. Se que, con mi trabajo, quizás no les preste toda la atención que debo.
—Creemé, por lo que hablo con ellos, lo estás haciendo bien, muy bien, no temas nada.
—Creo que deberíamos quedar un día para tomar un café y charlar, ¿sería posible?
—Por supuesto que sí, cuando tú quieras y tengas tiempo, nos tomaremos ese café y charlaremos.
Por fin había ocurrido. Después de muchos, muchísimos años esperando esa llamada, por fin, había llegado. Cuando terminamos me quedé mirando el móvil y noté mi tanga muy húmeda, estaba excitada y solo pensar que por fin Dani y yo estaríamos de nuevo juntos, aunque solo fuese tomando un café me encendió… ¡y de qué manera!
Esa noche sola en mi cama y acariciando mi vulva, recordé todos los gratos momentos que pasamos Dani y yo, desde el primer polvo en su coche cuando descubrí el pollón que gastaba y como disfruté de él, hasta la primera vez que, sin dolor, Dani me folló el culito y el orgasmo tan brutal que tuve y que me hizo amar el sexo anal.
Pero las cosas de palacio van despacio. Tuvieron que pasar dos semanas para recibir de nuevo la llamada de Dani invitándome a salir un sábado por la tarde, ahora sí, no había marcha atrás. Como no sabía si Clara estaba enterada, no quise guardar el secreto y la llamé para hablar con ella y como esperaba no solo le pareció bien, si no que se mostró entusiasmada porque su padre empezase a salir y no estar siempre trabajando o metido en casa.
—Pasadlo bien y dale caña Eva, que parece que esta "apollardao" —Dijo Clara riéndose.
—¡¡Ay!!…No hables así de tu padre…pobrecito. —Protesté con ternura.
—Jajajajajaja…Conociéndote, sé que papá se lo pasará bien contigo…¡¡¡ERES TREMENDA!!!
—Bueno lo intentaré, pero sabes que hay un pasado muy doloroso…En fin, solo quería que lo supieras. —Dije a modo de despedida.
—Lo se Eva, pero como te he dicho, pásalo bien. Un beso.
El sábado de nuestra cita, me pasé por la peluquería y el salón de belleza para estar muy presentable, quería estar radiante para mi Dani. Cuando estaba desnuda en mi cuarto contemplando mi cuerpo y dándome cuenta de que todavía tenía muchas curvas y muy apetecibles, quise elegir mi ropa interior para deslumbrar a Dani. Aparte de mi falda de tubo de piel que me quedaba como un guante y que hacía lucir mis piernas, junto a una blusa sin mangas y que dejaba vislumbrar mi generoso escote. Sabia como iba a ir vestida, y quería estar infartante para el amor de mi vida, aunque una vez puesta toda la ropa encima de la cama, lo pensé en voz alta:
—A ver Eva, ¿qué crees? ¿Qué según te vea te va a decir vamos a un hotel a follar? Se realista, esto solo es un café. Pero es un comienzo…Espero. —Me dije a mi misma con tristeza.
Me gustaría deciros que me equivoqué, que cuando Dani y yo nos reencontramos de nuevo fue todo muy pasional y que, una vez tomado ese café, nos fuimos a follar como si no hubiese un mañana. No es que fuese vestida de manera provocativa, pero si llevaba una camiseta entallada, dejando adivinar mis tetas, y unos vaqueros blancos tan ajustados a mi cuerpo, que dibujaban nítidamente mi culito respingón y los labios de mi coñito. Sé que Dani cuando me vio, me miró con deseo, pero no di nada por hecho, era nuestra primera cita después de muchos años sin vernos y debíamos de empezar a conocernos de nuevo y ver donde nos llevaría todo esto.
El comienzo no pudo ser más desolador. Después de los ¿cómo estás? Te veo bien y estas muy guapa, parecíamos dos extraños sin nada que decirnos con silencios prolongados. El nerviosismo se hacía patente, aunque los dos sabíamos que teníamos muchas preguntas que hacernos. Cuando nos trajeron los sendos cafés y los dos removiendo el líquido de las tazas y con la vista perdida, fue Dani quien hizo la pregunta:
—¿Por qué no te has vuelto a casar? ¿Por qué no has rehecho tu vida? —Me preguntó Dani mirándome a los ojos.
—Ufff…es complicado Dani, te podría mentir y decirte que como mujer empoderada no me hace falta un hombre en mi vida, con uno ya tuve suficiente. Pero no, después de lo que ocurrió entre nosotros, sabiendo como te fallé, el daño que te hice, y como te traté, como siempre juré que no lo haría con la persona que amaba…no…no fui capaz de pasar página, incapaz de asimilar como te perdí.
—Me…me destrozaste Eva, me rompiste en mil pedazos y me ha costado muchos años el poder perdonarte y apartar de mi esas imágenes con tu amante en nuestra casa.
—Lo sé Dani…te aseguro que lo sé. —Respondí echándome a llorar.
—Tranquila Eva, —dijo Dani agarrando mi mano en un gesto de cariño, —creo que después de tantos años ya hemos pagado nuestros errores.
Su gesto de cariño y sus palabras no me tranquilizaron, al contrario, mi congoja subió muchos enteros y lloré agarrada de la mano de mi amor. Dani dejó que me desahogase y eso me vino bien, ya que después de la tensión inicial y mi llorera, nuestra conversación fluyó como debía y hablamos sin descanso, contándonos todo sobre nosotros desde que nos separamos.
Pero también fue inevitable que Dani me hiciese una pregunta que yo no me esperaba:
—Eva, según me dijo Clara, el día del entierro, te entregó una carta que Feli te escribió, ¿me equivoco?
—No, no te equivocas, así fue.
—Dani, eso es algo entre Feli y yo. Le prometí que así sería, y que no desvelaría su contenido.
—¿Pero es algo malo? ¿Algo contra ti? Feli y tú no es que fueseis intimas.
—Como te he dicho Dani, eso es algo entre Feli y yo…lo siento, no te puedo decir más.
—Dani por favor, no insistas, es algo que tu mujer me confió y debemos de respetarlo, entiéndelo. Solo puedo decirte, que me prometí a mí misma ser sincera contigo en todos los aspectos, pero esto es un deseo de Feli y debemos de respetar su memoria y sus últimas voluntades, lo entiendes, ¿verdad? —Dije con seriedad, pero muriéndome por contarle la barbaridad que se le había ocurrido a su difunta esposa.
—De acuerdo Eva, confío en ti y tu buen criterio…Espero que algún día me lo puedas contar.
—Gracias por confiar en mi…sé que algún día podrás leer esa carta, pero de momento…no.
Los dos nos quedamos callados por interminables segundos. Miré a Dani y le vi cabizbajo, observando su taza de café vacía y pensé que, aunque era deseo de su mujer, mi respuesta y mi determinación a no decirle nada no le había gustado. Pero para mi sorpresa me volví a equivocar, aunque al comenzar a hablar no presagiase nada bueno.
—Bien Eva, creo que este café se ha acabado y la verdad no me apetece estar sentado aquí ¿nos vamos?
—Claro. Como quieras. —Dije con tristeza.
Dani pagó las consumiciones, y pensé que nos despediríamos y aquí se acababa todo, perooo…
—¿Tienes algo que hacer ahora?
—No, no pensaba hacer nada…bueno…irme a casa. —Respondí sin pensar.
—Me gustaría mucho, siempre y cuando me dejes invitarte. —Repliqué ilusionada.
—Lo acepto, —dijo Dani con una gran sonrisa, — así tendré una excusa para poder verte de nuevo.
—No seas bobo, sabes de sobra que me puedes ver cuando desees. No te hacen falta excusas. —Dije con cariño.
Cuando salimos a la calle, y nos pusimos a andar, Dani me ofreció su brazo, al cual me agarré con fuerza. No sabría expresar con palabras, lo feliz que era en ese momento, andando del brazo de mi Dani y sabiendo que íbamos a cenar juntos.
La velada transcurrió como debía. Después de ese café, y hasta la hora de la cena, visitamos sendos locales donde tomamos un "espirituoso". Hablamos, hablamos mucho, de todo y de nada en particular, aunque sus hijos fueron una parte muy importante de nuestra charla. No sé, creo que ese café, esos "espirituosos" y luego esa cena tan…tan íntima, llena de confesiones, de expectativas, y de, sin decirlo abiertamente, proyectos de un futuro no muy lejano, hicieron volar mi imaginación pensando que, quizás, la alocada idea de Feli no era tan descabellada.
Me gustaría deciros que según terminamos de cenar, la pasión se instaló entre nosotros y nos marchamos a mi casa a follar como si no hubiese un mañana. Vamos, si me lo llega a incluso a proponer, le hubiese agarrado de la mano y le habría llevado a la carrera, así de salida estaba. Pero no, sus hijos estaban solos en casa y como todo un caballero, me acompañó hasta mi coche y nos despedimos con un suave abrazo y un casto beso en mi mejilla:
—Bueno Eva, te aseguro que me ha encantado el estar contigo y todo lo que nos hemos contado. Hacía tiempo que no me sentía tan a gusto y tan…tan relajado.
—Me alegro Dani, sabes que cuando quieras puedes llamarme para charlar, quedar o lo…que sea.
—Te llamaré, tenlo por seguro. Que descanses Eva.
Vi cómo se montaba en su coche, y saludándome con la mano, inició la marcha, perdiéndose entre las calles, imagino, camino de su casa.
Por un momento mi cabeza me quiso engañar y jugar conmigo y lo pensé, —¿y si se ha ido ahora a follar con una puta?— Una punzada de celos quiso que ese pensamiento se hiciese fuerte en mi cabeza y atacase mi ánimo, pero, por suerte para mí, el raciocinio prevaleció y lo deseché rápidamente. Con esa confianza, me monté en mi coche y camino de mi casa, pensaba que las cosas se tenían que dar, no se podían forzar.
Bueno, hasta aquí os podía contar como fue todo, pero sería largo y tedioso ya que fue muy lento y Dani tenía sus dudas y reparos y aunque no me los contaba, yo notaba como el mismo, se frenaba en momentos clave que en otras circunstancias, habrían desatado nuestra pasión.
Por supuesto quedamos más veces. Solíamos salir los fines de semana, a cenar, a bailar, o al cine y cenar. También quedamos un par de veces a comer y pasamos el día juntos hasta que de madrugada me dejaba en mi casa…pero en ningún momento me propuso algo más que esas salidas, y lo confieso, más de una vez, llegaba a mi casa con un calentón del quince, habiendo notado como mi amado Dani se excitaba al sentir mi cuerpo pegado al suyo mientras bailábamos muy pegados. No sé, fue extraño. Yo me desesperaba porque mi amado me follase bien follada, y el parecía intentar esquivar todas las oportunidades que se nos ofrecían, que además, eran muchas.
Pero no hay nada mejor que dejar fluir las cosas, los acontecimientos, ya que, a la larga terminarían llevándonos donde los dos deseábamos aunque nos costase confesarlo.
Fue en el décimo octavo cumpleaños de Clara. Me acuerdo de que, para ese día, en el que cumpliría su mayoría de edad, su padre había organizado una comida familiar con sus hijos para celebrarlo en uno de los restaurantes más exclusivos de la ciudad.
Yo dando por hecho que no iba a asistir al ser un evento tan íntimo, el día anterior le di sus regalos, un iPhone 15 Pro-Max, junto con unos Air Pods y un Apple Watch, todo el conjunto que sabía que estaba deseando tener, y que queréis que os diga, me hacía una ilusión enorme el regalárselo, se lo merecía, y no por querer caerle bien, ya que me había demostrado con creces lo importante que era yo para ella en su vida. Solo puedo decir que cuando abrió sus regalos y vio todo, se echó a llorar y se abrazó a mí con fuerza confesándome lo mucho que me quería.
Pero de nuevo me equivoqué. Recuerdo con cariño ese sábado. Me levanté por la mañana temprano, sabiendo que tenía todo el día por delante, ya que Dani y yo no podríamos quedar hasta la noche por lo menos. Pero a medio día mi teléfono móvil empezó a sonar y en la pantalla vi el nombre de mi niña, Clara, y con una gran sonrisa en mi rostro me dispuse a responder esa llamada:
—¡¡Muchas felicidades preciosa mía!!
—Gracias Eva, muchas gracias. La verdad, cuando me he despertado mi primer pensamiento ha sido para mi madre y para ti y estoy deseando verte y estar contigo.
—Bueno cariño, esta tarde cuando terminéis de comer, nos podremos ver y tomar algo juntas. Así me cuentas como te sientes al ser mayor de edad.
—No, creo que va a ser mucho antes.
—¿Mucho antes? —Pregunté sin entender lo que quería decirme.
—Verás, he hablado con papá y los dos hemos estado de acuerdo, incluso Miki se ha mostrado entusiasmado y muy de acuerdo…te queremos en esa comida, con nosotros.
—Pero Clara, esa comida es muy familiar, muy íntima, con los tuyos, yo no pinto nada.
—Eva, tú ya eres parte de la familia, un miembro muy destacado y como es mi cumpleaños, sabes que a la homenajeada no se le puede negar casi nada, así que, a las 14:00 horas pasamos a buscarte. Te quiero. Un beso. —Terminó de decir Clara, terminando la llamada.
No sé por qué, pero me puse nerviosa. Era una tontería, solo una comida con las personas que más quería y más me importaban. Pero por primera vez íbamos a estar los cuatro juntos, como una familia, como lo deseó Feli cuando me comentó lo descabellado de su idea.
No sé qué pasaría, pero para esa comida me puse mis mejores galas. Seleccioné meticulosamente mi ropa interior y mi vestido. Me maquillé de forma prolija y cuando terminé y me miré en el espejo, me vi realmente hermosa, sabía que mi Dani no se podría resistir a mis encantos.
Y no me equivoqué. Según salía por el portal de mi casa y me vieron, vi sus caras de fascinación. Los tres me esperaban fuera del coche de Dani, la primera en alabar mi belleza fue Clara, que enseguida vino a abrazarme y darme un beso y un abrazo que fue correspondido por mi:
—Gracias cariño, tú también te ves hermosa. Seguramente en la fiesta con tus amigos, rompas más de un corazón.
—Yo solo quiero romper el de uno que me trae loquita.
—Verás como si cielo, eres una preciosidad y no podrá resistirse a tus encantos.
Miki también me saludó con cariño, pero él era más comedido y no me dijo nada. Todo lo dijo con su abrazo y su cariñoso beso en mi mejilla. Pero cuando vino mi Dani a saludarme, vi su cara de asombro y deseo. Agarró mis manos besándolas para seguidamente besar mi mejilla y susurrármelo al oído:
—Te ves tan divina como el día que te conocí. Estás preciosa.
—Gracias cariño. Tú también estas muy guapo.
No sé. Ese día presagiaba que algo muy bueno iba a pasar, lo intuía.
Todo transcurrió de forma natural y alegre. La impresión que dábamos era esa, la de una familia celebrando el cumpleaños de su hija mayor. La comida fue deliciosa, charlamos, reímos y por supuesto, también hubo un momento emotivo brindando y recordando a Feli, parecía mentira como pasaba el tiempo, iba a hacer ya dos años que había fallecido.
Sobre las seis de la tarde, Clara se marchó a la fiesta que sus amigas le habían montado en una conocida discoteca. Miki hizo lo propio y se marchó con sus amigos. Y de nuevo Dani y yo nos quedamos solos. Fue una tarde/noche maravillosa. Lo pasé muy bien con él, bebimos y bailamos muy agarrados, abrazándonos con fuerza, sintiendo nuestros cuerpos. Notaba la fantástica erección de Dani en mi tripa y estoy segura de que él tenía que notar mis pezones clavados en su pecho.
Los dos estábamos muy excitados. Noté como sus manos bajaban por mi espalda, hasta casi pararse en esa zona peligrosa donde la espalda pierde su honesto nombre. Deseaba que sus manos agarrasen mi culo y lo amasase a conciencia, cosa que hizo a los pocos segundos, saliendo de mi garganta un gemido muy sensual, al mismo tiempo que notaba sus labios besando mi cuello:
—Mi amoooor…—Gemí de gusto mojando mi tanga de manera alarmante.
—Vámonos, te llevo a casa. —Me susurró Dani.
—Como quieras. —Respondí sabiendo que cuando llegásemos, subiríamos a mi casa a follar como animales.
Cuando me separé de él, le miré a los ojos y besé sus labios para que no tuviese dudas que estaba enamorada y lo deseaba. Fue nuestro primer beso en los labios desde que pasó aquello que quiero olvidar. El beso fue correspondido y casi abrazados, fuimos hasta el coche de Dani. Durante el trayecto no hablamos nada, solo juntamos nuestras manos, entrelazamos nuestros dedos, y yo miraba a mi Dani con arrobo, sabiendo que dentro de muy poco lo tendría dentro de mí, abriendo mi coñito y corriéndose en mi útero o mi culo, lo que el desease, mi cuerpo le pertenecía.
Pero cuando llegamos, se paró en segunda fila y no aparcó el coche, cosa que me extraño:
—Vas a subir a casa, ¿verdad? —Pregunté sorprendida.
—Casi mejor que no Eva…creo…creo que no estoy preparado todavía.
—¡¡¿EN SERIO DANI?!! —Casi grité frustrada y dolida.
—Eva perdóname de verdad, pero…pero tengo la impresión de estar fallando a Feli. Lo entiendes, ¿verdad? Dime que lo comprendes.
—Dani, respeto tu duelo, pero hace ya dos años que Feli nos dejó y pienso que estaría de acuerdo en que tú rehicieses tu vida. —Respondí enfadada, deseando decirle que precisamente era eso lo que deseaba su difunta mujer.
—Bueno, pero tendré que ser yo quien lo decida, ¿no crees?
—Por supuesto. Bien, pues cuando estes preparado, avísame. —Dije bajándome del coche muy enfadada.
—¿Quedamos mañana para comer? —Preguntó Dani.
—No, mañana tengo el día muy ocupado.
—Dani, de aquí a una fecha sin determinar, no voy a poder quedar contigo, no me llames. ¿Lo entiendes, verdad? ¿Dime que lo comprendes? —Dije con rencor, cerrando la puerta de su coche, con rabia.
Subí a mi casa muy cabreada, frustrada, dolida y más caliente que el palo de un churrero. Mi tanga ya me molestaba de lo húmedo que estaba, así que cuando llegué a mi habitación, me desnudé completamente y me miré al espejo:
—Tú te lo pierdes bobo. —Dije mirando mi sexo todavía brillante de mis juguitos.
Me metí a la ducha, y dejando el agua casi fría, intenté bajar algo mi calentura. Pero me hacía falta follar, necesitaba sentir una buena polla en mi coño, bombeando con fuerza y corriéndose dentro de mí.
Pensé en la agencia de chicos que contrataba hace años, pero quería una polla sin forro, a pelo, algo imposible sin riesgos al no tener una analítica que nos dijese que ambos estábamos sanos. Bueno, yo sabía que estaba sana, pero mi posible amante tendría sus dudas, lo mismo que yo las tendría de él.
Con ese pensamiento, me fui a la cama hundida, sabiendo que a Dani no lo vería en meses o quizás años, o quizás, quizás, ya para siempre, y encima con la idea de que había fallado a Feli.
Me costó mucho conciliar el sueño, pero al final terminé durmiéndome, aunque algo me despertó de madrugada. Un sonido machacón e impertinente que rompió mi sueño. Hasta que logré identificarlo, me costó lo mío. Era mi teléfono móvil que no paraba de vibrar y en la pantalla aparecía el nombre de Clara. Eso me asustó:
—¡¡CLARA, MI NIÑA, ¿QUE OCURRE?!! —Pregunté asustada.
—Hola, ¿eres Eva? —Preguntó una chica al otro lado del teléfono que no era Clara.
—Si, soy Eva, ¿qué le ha ocurrido a Clara?
—Bueno, nada importante. El chico que le gustaba se ha portado como un capullo, ha intentado propasarse con ella pero no lo ha conseguido y Clara dolida se ha emborrachado y está que no se tiene. En el primer contacto en caso de urgencia, apareces como aaaEva, ¿me he equivocado?
—No, no te has equivocado. Dime donde estáis que salgo ahora mismo.
Esa chica me dio la dirección del sitio en donde se estaría celebrando su fiesta de cumpleaños. Me vestí con lo primero que pillé. Unos vaqueros ceñidos, una camiseta, zapatos de tacón y una cazadora. Ni me puse pendientes, y bajando en el ascensor hacia el garaje, me pinté los labios y con un cepillo que llevaba en el bolso, me peiné.
Al poco, llegaba a la dirección que me había dado esa chica y vi a Clara, y a dos de sus amigas, imagino, con ella. Cuando me bajé y pude abrazar a mi niña, se echó a llorar abrazándome con fuerza:
—Tranquila mi amor, estoy aquí contigo. ¿Qué ha ocurrido? —Pregunté a sus amigas.
—Bueno, por lo que nos ha contado Clara, Beni, el chico del que se había enamorado, se la ha llevado a los servicios para follársela. Pero ella al ser su primera vez quería que fuese en otro lugar, no en una cabina mal oliente de unos baños públicos de una discoteca. Ese desgraciado la ha llamado de todo, la ha humillado y delante de ella se ha follado a una amiga nuestra que es una guarra.
—Que hijo de puta. ¿Sigue dentro el tal Beni?
—Si, estará buscando a su siguiente guarra.
—Quedaros con Clara un momento. Ahora vengo. ¿Cómo le reconozco?
—Es fácil, veras un tío que está muy bueno, rodeado de tías, no tiene perdida.
Aunque el portero de la entrada me puso alguna pega, solo con decir que era la madre de esa chica y que solo quería pasar a tomar sus pertenencias, fue suficiente para que me franquease el paso.
Cuando entré dentro del local, no me fue difícil localizar al tal Beni. En efecto, parecía guapo y estaba con cuatro chicas babeando por él. Clavé mi mirada en sus ojos y vi como mi presencia no pasó desapercibida para muchos de los chicos de ese antro. Beni me siguió con la mirada, fija en mí, mientras yo no lo dejaba de mirar y le sonreía. Cuando llegué a la barra, pedí algo de beber y vi como ese chico venía hacia mí decidido:
—Hola rubia, me pregunto que hace una MILF como tú, sola, y a estas horas en una discoteca. ¿Andas buscando algo?
Tengo que reconocer que de cerca el chico era guapísimo. Pero su prepotencia y su vehemencia le afeaban una barbaridad, y por supuesto, me revolvió muchísimo el que me tratase sin respeto, como si fuese una de sus "guarras":
—Pues quizás te esté buscando a ti. —Dije forzando una sonrisa seductora.— ¿Tienes lo que necesito?
Ese cerdo me miró de arriba abajo, viendo lo que en su seguridad, se iba a follar. Intentó tocar mis tetas pero le detuve de inmediato.
—Shhh…tranquilo semental, primero quiero palpar la mercancía…¿Puedo?
—Claro rubia, puedes tocar lo que quieras. Va a ser lo más grande que hayas tenido entre tus piernas, te lo aseguro.
—Por supuesto cielo, estoy segura de ello, ―dije riéndome interiormente,― pero ¿por qué no te pides antes algo de beber y nos conocemos un poco?
El tal Benito era un cretino engreído de manual. Estoy más que segura que a las chicas que dice, se folló, salieron desencantadas, preguntándose, por qué habían accedido a follar con ese imbécil. Durante unos minutos hablamos banalidades hasta que decidí poner fin a esa farsa.
—Bueno a lo que vamos, ¿puedo? —Dije poniendo una mano en su pecho y bajándola hacia su entrepierna.
Si, palpé por encima, por supuesto que lo hice, pero lo que acaricié, aunque ya estaba empalmado, era de lo más normal, no era ni grande. Miraba su estúpida sonrisa prepotente dibujada en su cara, hasta que mi mano atrapó sus huevos con fuerza, haciéndole retorcerse de dolor. Me acerqué a él y dejé que apoyase la cabeza en mi hombro, mientras se lo susurraba al oído:
—Te voy a confesar algo estúpido gilipollas. Eres patético y no me llegas ni a mí ni a ninguna mujer a la altura del betún. Has hecho daño a mi hija Clara y eso no te lo consiento. Como te vea cerca de ella, o me enteré de que la estás acosando, te arranco los huevos con mis manos y te los hago tragar, ¿lo has entendido, imbécil? —Terminé de decir apretando aún más sus huevos, algo que le hizo chillar de dolor.
—Así me gusta, niñato estúpido. Y aprende a tratar a las chicas con el respeto que se merecen. No son trozos de carne donde meter tu penosa colita…pichacorta.
Y soltando sus huevos, tomé mi bolso y dirigiéndome al barman se lo dije con una gran sonrisa:
—El joven paga las consumiciones.
Cuando salí de nuevo a la calle, Clara había echado el exceso de alcohol y se había puesto perdida. Agradecí a sus amigas su cuidado y puse de nuevo rumbo a mi casa. Tenía claro que en ese estado no la iba a llevar delante de su padre, aunque tendría que llamarlo para que no se preocupase al ver que su hija, no llegaba a su casa.
Cuando llegamos al garaje de mi casa, Clara estaba dormida debido a la "tajada" que llevaba. Me costó trabajo despertarla pero al final lo conseguí. Cuando logró saber quién estaba a su lado se echó a llorar como una niña y me dijo algo que me conmovió:
—Mamá…mamá, me han hecho daño.
—Lo sé mi amor, y yo te protegeré de que nadie se atreva a hacerte daño nunca más.
Siguió llorando, pero logré que, abrazada a mí, llegásemos a mi piso, donde la desnudé y la metí en la ducha donde pude quitarle todos los restos de lo que había expulsado su estómago y que estaban pegados a su pelo, brazos y piernas.
Aunque ya la había visto desnuda alguna vez, no pude menos que admirar de nuevo la belleza y la juventud de su terso y púber cuerpo, su perfecto culo respingón, su pecho generoso y su sexo lampiño, cerradito e infantil.
Me alegré enormemente, de que mi niña hubiese mantenido su postura frente a ese idiota, negándose a regalarle algo tan preciado como su virginidad y que ese estúpido no se merecía. Ese tesoro debería de ser para alguien muy especial.
Bueno, una vez limpia, con su pelo seco y ya metida en la cama de la habitación de invitados me dispuse a llamar a Dani, para informarle que Clara estaba en mi casa. Con lo que no contaba es que al ser más de las cuatro de la mañana, esa llamada le asustó mucho y sin dejar explicarme me dijo que venía a mi casa. Eso me puso nerviosa ya que solo hacia unas horas que había discutido con Dani y prácticamente le había dicho que no quería verle más.
Al bañar a Clara casi me desnudé yo también para no mojarme y empecé a pensar que me ponía para recibir a Dani. Solo llevaba un pantaloncito corto y muy ajustadito que marcaba todo y una blusita que debido a lo mojada que estaba dejaba translucir mis tetas sin problema y aunque era muy sugerente, no quería que me viese así, no se lo merecía.
Tenía poco tiempo, así que me decidí por lo más cómodo, unos leggins que eran como mi segunda piel, una camiseta de manga corta algo holgada y mis zapatillas de andar por casa. Opté por no ponerme sujetador, era como siempre andaba en mi casa, un atuendo pensé, de lo más normal.
Al poco el telefonillo del portero automático, sonaba en mi casa. Ni siquiera pregunté quién era, hubiese sido ridículo porque a esas horas no podía ser otra persona que mi Dani. Cuando tocó con los nudillos en mi puerta le abrí, y se lo dije con ironía:
—Al final no te ha quedado otra que subir a mi casa.
Dani me miró con rencor y quedándose en la puerta me lo preguntó:
—Claro que sí, no seas tímido, estás en tu casa y lo sabes.
Acompañé a Dani hasta la habitación de invitados. Iba delante de él y sabía el espectáculo que le estaba dando al marcarse mi culo de forma perfecta en esos leggins.
Cuando llegamos, abrí la puerta con cuidado y Dani pasó al interior, se arrodilló al lado de la cama y acarició la cabeza de su hija que dormía plácidamente. Estuvo unos minutos y algo murmuró Clara. Dani volvió a acariciar su cabecita y lo susurró:
—Estamos aquí cariño, no temas nada.
Cuando termino de decirlo, besó su cabecita y levantándose, salió de la habitación.
—¿Qué ha ocurrido? Y ¿Por qué te ha llamado a ti y no a mí?
—Lo que le ha ocurrido es el desencanto del primer amor, (no quise entrar en más detalles). El chico del que se había enamorado no era lo que ella esperaba y ha ahogado sus penas en alcohol. ¿Y porque me ha llamado a mí? Pues no sé, quizás sea porque llevamos más de dos años viéndonos todas las semanas y me considera su amiga, quizás porque tengamos mucha complicidad ella y yo, o quizás porque necesita apoyarse en una figura femenina adulta…no sé…eso quizás se lo deberías de preguntar a ella, ¿no crees?
—Y lo haré, pero es que no lo entiendo, me tiene a mí, no tiene por qué andar molestándote.
—Para mí no es ninguna molestia, además, se franco conmigo, si Feli no hubiese fallecido, ¿a quién habría llamado, a Feli o a ti? —Pregunté algo molesta
—Tú mismo te has respondido. A falta de su madre, Clara, por el motivo que sea, confía en mí, por eso me ha llamado y no pienso fallarla, y como te dije en su momento, no me molesta en absoluto, bastante tiene la pobrecita mía.
—Mucho, más de lo que imaginas. Pero también quiero a Miki, es un cielo de niño y un chico estupendo.
Por supuesto, que nunca comenté a Dani que según llegué al garaje y desperté a Clara, me llamó mamá y esa no había sido la primera vez, había habido más ocasiones.
—Y a mi…¿A mí me quieres? —Preguntó Dani.
—Pero mira que eres tonto. Dani, te sigo queriendo como cuando nos casamos y nunca he dejado ni de quererte ni de estar enamorada de ti. Se lo que te hice y me podría pasar cien vidas pidiéndote perdón por mi estupidez, pero estoy total y profundamente enamorada de ti, ¿lo entiendes?
—Yo…yo también siento lo mismo Eva, pero tengo miedo, mucho miedo.
—De que, ¿de que vuelva a ocurrir lo mismo?
—Nunca te podré garantizar que no volverá a ocurrir porque no se sabe lo que el destino nos tiene preparado. Pero míralo desde mi punto de vista, ¿crees que después de lo que pasó, voy a volver a fallarte? Te aseguro que no. He tenido más de veinte años para rehacer mi vida, pero solo un hombre ocupaba mi cabeza y mi corazón, tú mi amor, nadie más. Aparte, ¿quién dice que tenga que ser yo quien sea infiel? ¿Por qué no puedes ser tú?
—¡¡¿YOOOO?!! —Respondió Dani sorprendido.
—Si tú. Dani, eres un hombre terriblemente atractivo y sé que levantas pasiones entre las mujeres, y también sé que más de una a puesto sus ojos en ti.
—Yo no sería capaz de hacerte eso, ni siquiera por venganza por lo que me hiciste, aunque como dices tú, es algo que no se puede garantizar. Pero tengo claro lo que quiero, solo te quiero a ti.
Los dos nos quedamos callados. Habíamos puesto las cartas sobre la mesa y habíamos destapado nuestros sentimientos.
Dani me abrazó con fuerza mientras nuestros labios se juntaban y nos besábamos con cariño y pasión. Al poco noté como sus manos bajaban hasta mi culo y lo sobaba a conciencia. Subí una pierna hacia la cadera de Dani para que sus dedos acariciasen mi anito y mi vulva, cosa que hizo de inmediato, aunque me separé ligeramente de él y se lo susurré.
—Dani, no empieces algo que no vayas a terminar.
—Vamos a tu habitación mi amor.
—Seguro que no se despertará. Intentaremos no hacer mucho ruido.
Tomé de la mano a mi Dani, y le llevé a mi habitación. La cama aún estaba desecha, pero eso no pareció importarnos, confiaba en que la deshiciésemos más, mucho más.
Dani me besó y agarrando mi camiseta me la quitó, para seguidamente recrearse con mis tetas, que a esas alturas tenia los pezones duros como diamantes.
Su boca y su lengua las saboreó con delicadeza haciéndome gemir de placer, mientras sus dedos se metían por elástico de mis leggins y me los bajaba, dejando mi tanga a la vista. Dani clavó su vista en mi entrepierna y con su mano acarició mi tripita hasta llegar a mi pubis, y mirándome a los ojos me lo dijo:
—Mi amor, sigues siendo bellísima, eres una diosa.
Yo misma me senté en la cama y me terminé de quitar los leggins y mi tanga, quedándome completamente desnuda para mi Dani que aún seguía vestido. Me puse en pie y le tendí la mano para que se levantase de la cama y poder quitarle la ropa, necesitaba verle desnudo, necesitaba ver de nuevo esa preciosa polla que sabía que calzaba y que tantas veces había sentido en mi pubis cuando bailábamos muy pegados y abrazados:
—Ven mi amor, déjame desnudarte.
—Temo que Clara se despierte y nos vea así.
—Te aseguro Dani que Clara no se despertará hasta que amanezca, y creo que si nos ve así no se escandalizará, sabe que nos queremos y ya es mayor. Y ahora no perdamos más tiempo. ―Dije impaciente.
Estaba deseando ver a Dani desnudo y saciarme de él. Según le tuve desnudo, pude admirar de nuevo su cuerpo y su pollón, de acuerdo los años habían pasado para los dos y ya no eran esos cuerpos jóvenes de cuando estuvimos casados, pero para nada desmerecía lo que estaba viendo, al contrario, esa visión hizo que mi coñito se empapase más aún.
Con delicadeza junté mi cuerpo al suyo y me apoderé de ese falo divino masturbándolo con suavidad y acariciando sus huevos con mimo. Dani bajó su mano a mi vulva y con su dedo corazón la recorrió dándome un placer inmenso. Para facilitarle las cosas subí un pie a la cama dejando mis piernas abiertas, haciendo que dos dedos suyos me penetrasen buscando mi punto "G":
—¡¡Ahhhhhh!! Cariñoooo…que gustooooo. —Gemí en su oído.
—Diooos Eva, estoy a punto de correrme. Hace mucho tiempo que no siento esto.
—Córrete si lo deseas mi amor, no te preocupes.
—Qui…quiero correrme dentro de ti, pero no voy a aguantar nadaaa.
Imaginaba que debido a la enfermedad de Feli y su posterior muerte, haría mucho tiempo que Dani no estaba con una mujer, vamos, lo pensaba, aunque quizás, a lo mejor, si habría tenido relaciones con alguna prostituta. En fin, ni lo sé, ni me importaba, tenía a Dani muy excitado y deseando complacerle y con mi coñito dispuesto a recibir semejante pollón, ni me lo pensé, me puse en cuatro encima de la cama hundiendo mis riñones y dejando mi culo y mi coño a su disposición:
Noté como ponía su glande a la entrada de mi vagina, y haciendo presión empezó a penetrarme. Había un ligero dolor, su pene me estaba abriendo, estirando mi piel y ensanchando mi vagina. Me penetraba lentamente y ese dolorcillo dejó paso al placer, placer de sentirme follada, poseída por el amor de mi vida. Gemí escandalosamente, cuando noté sus huevos acariciar mi clítoris:
—Mi amoooor…me tienes llena…¿Esta toda dentro?
—Toda Eva, hasta los mismísimos huevos…
—Ummmmm…déjame que me acostumbre.
Movía mis caderas de forma lasciva, en círculos, subiendo y bajando mis riñones para que su polla se adaptase perfectamente a mí. Cuando el placer ya era enorme, empecé a follarme yo misma esa verga maravillosa, hasta que Dani, agarrándome de la cintura empezó a embestirme con fuerza, con penetraciones profundas que chocaban con mi útero.
No sé si debido a mi excitación, al tener a mi Dani follándome con fuerza, o a que su deliciosa verga me abria de forma placentera, notaba como mi orgasmo empezaba a gestarse y lo estaba disfrutando, pero Dani no aguantó mucho más y se corrió bufando:
Con su verga bien clavada en mi interior, noté todos y cada uno de los latigazos de semen que su polla lanzó en mi útero. Literalmente me llenó, fue tal la cantidad que desbordó mi coñito y noté como escurría por mi vulva, cayendo encima de las sábanas.
Mi orgasmo se quedó en puertas, pero sentía un placer enorme al tenerlo dentro de mí, más aún, cuando pasados unos minutos dándonos cariño, y sin que Dani sacara su polla de mi coñito, empezó a follarme de nuevo:
—Daniiii…mi amoooor…que ricoooooooh…no pareeees…
—No pienso parar cariño…quiero que te corras para mi…
Dani volvió a follarme con fuerza, dominándome. Notaba su falo durísimo. Mi vagina percibía todos los relieves de su balano, proporcionándome mucho placer, hasta que mi orgasmo explotó con fuerza en mi interior:
—Daniiii…me corroooooo…Diooooos…
Aun estando corriéndome como una burra, Dani no dejo de follarme, dándome unos topetazos furiosos, clavándome su polla y notando sus huevos golpear mi clítoris con fuerza. Era una follada como pocas, como no recordaba y lo mejor, al haberse corrido, su aguante subió muchos enteros y no paraba, iba a por más, y yo no se lo iba a prohibir.
Perdí la noción del tiempo debido al placer que mi Dani me estaba proporcionando. Notaba como otro orgasmo empezaba a crecer en mí y empecé a casi gritar de gusto, hasta que exploté en uno de los orgasmos más intensos que recordaba y Dani volvía a llenarme con una intensa corrida:
—Daniiii…Daniiii por Diooooos…
Música celestial para mis oídos y mis sentimientos. Que el amor de tu vida se confiese de esa manera mientras notas como su simiente llena tu útero, casi me hace llorar de felicidad. En esos momentos, pensé que la idea de Feli no era el disparate que pensaba, sería, si se producía.
Como dije, ya no éramos los jóvenes que fuimos cuando nos casamos. Por aquella época nuestras maratones de sexo eran interminables. Pero con más de medio siglo a nuestras espaldas todo se ve muy diferente y más prima la calidad que la cantidad de polvos que aguantes. Dani me había hecho disfrutar como hacía mucho tiempo que no lo hacía, pero el cansancio de mis orgasmos se hizo notar, y caí rendida con Dani aun en mi interior.
Cuando se salió de mí, nos pusimos de costado, mirándonos a los ojos intensamente, diciendo sin palabras lo que sentíamos, acariciándonos…descubriéndonos de nuevo. Y me dormí, caí en un profundo sueño, lleno de felicidad y de imágenes de mi Dani y yo entregándonos como los amantes que éramos.
No sé qué hora sería, me dio igual. Me despertó un placer inmenso que en un principio creí que era un sueño, pero cuando tomé consciencia, estaba abierta de piernas y con Dani comiéndome el coño con avidez, follándome el culo con su lengua y haciendo diabluras en mi clítoris, mientras sus manos amasaban mis tetas con dulzura y sus dedos excitaban mis pezones hasta hacerlos arder. Mi orgasmo estalló con fuerza ante tantos estímulos, regando su cara con mis fluidos:
—Dioooos Dani, me encanta como me has despertado.
—Nunca he podido olvidar tu sabor…tu olor…tu todo.
Con un beso pasional, Dani se puso entre mis piernas y yo, agarrando su pollón lo guié hasta mi coñito para que me follase a placer en un misionero espectacular. Fue increíble, magnifico, nos corrimos los dos como principiantes. Me quedé abrazada a él, sintiendo su peso en mí, notando su polla palpitar en mi interior, el ardor de su semen en mi útero…Dios, era tan…tan…increíble. Si era un sueño no quería despertar.
Cuando recuperamos nuestra respiración, Dani me miró con amor, acariciando mi cara y mi pelo, mientras yo hacía lo mismo. Sé que quería decirme algo, aunque me asustaba lo que podría pensar. Por nada del mundo pretendía que se estropease ese momento:
—Eva, no es que me importe, de hecho sería algo que siempre deseé, pero no hemos utilizado protección y no sé si te cuidas.
—Mi amor, utilizo el mejor anticonceptivo que existe.
—La menopausia cielo. Sería un milagro el que me quedase embarazada de ti, aunque, al igual que tú, siempre lo deseé.
Dani volvió a besarme. Sentí su cariño en ese beso intenso, profundo, cálido. Con cuidado se salió de mi interior, volvimos a ponernos de costado, haciendo la cucharita, con una mano suya acariciando mis tetas mientras notaba su dureza el mi culito. Así nos quedamos completamente dormidos, abrazados, sintiéndonos, notando la calidez de nuestros cuerpos y por mi parte, teniendo un sueño increíble junto al amor de mi vida.
No sé qué hora sería. Me había quedado tan relajada con la follada que me dio mi Dani, que no me desperté a tiempo y noté como alguien acariciaba mi cara. Pensando que sería Dani, sonreí como una boba, pensando en que volveríamos a hacer el amor, pero cuando abrí mis ojos me encontré con la carita sonriente de Clara, que me miraba expectante:
—¿Qué ha ocurrido aquí? —Susurró Clara con picardía.
Era muy evidente lo que había pasado. Vaya, no había que ser muy druida, para adivinar que dos personas habían estado retozando bajo las sábanas. Noté mis mejillas arder de la vergüenza al haber sido descubierta, desnuda, en mi cama, y con su padre, también desnudo a mi lado. Hice el gesto con mi mano de que guardase silencio, y acercándome al oído de Clara se lo susurré:
Clara asintió saliendo de mi habitación. Con cuidado de no despertarlo, me levanté con sumo tacto y me vestí lo mejor que pude. Todavía notaba la humedad en mi coñito, y las corridas de mi Dani saliendo de mi interior, y eso me excitó… y de qué manera.
Pero ahora tenia, creo, un problema. Clara nos había pillado y estoy segura de que tendría preguntas y querría respuestas. Ya veríamos como salía de esta sin que fuese todo un fiasco y que por un calentón, se rompiese esta historia tan bonita.
Cuando llegué a la cocina, Clara ya había preparado café y me miraba sonriente, de manera cómplice. Eso de alguna manera me tranquilizó:
—Ya iba siendo hora, mira que habéis tardado. —Dijo riéndose.
—Ya…bueno…las cosas de palacio van despacio. Pero Clara, primero tú…¿Qué pasó ayer por la noche? Estabas en un estado lamentable.
Clara ensombreció su mirada, y esa carita risueña se borró, notando como sus ojos se humedecían y casi se desbordaban:
—Ese hijo de puta, dilo sin miedo cariño, es lo que es.
—Ese hijo de puta…quiso violarme…y al no conseguirlo…me humilló, se folló a una amiga mía, delante de mí, y tuve que escuchar los gemidos de esa guarra, mientras se la follaba. —Terminó de decir Clara echándose a llorar con una congoja que casi me hace llorar a mí también.
Me fui a donde estaba y la abracé con fuerza, mientras lloraba con una pena que me rompía. Besé su cabecita, mientras se abrazaba a mí. Quería a esa niña como si fuese mía y de lo que estaba segura es de que, hasta donde yo pudiese, a mi niña nadie le haría daño:
—Tranquila mi amor, que ese infraser no te volverá a molestar…por la cuenta que le trae.
—¿Y eso como lo sabes? Tu no conoces a Beni.
—Si que lo conozco cariño, ayer por la noche cuando fui a buscarte, tuve unas palabritas con él, y estando en la barra, y con una mano mía agarrando sus huevos con fuerza, y haciéndolo gritar de dolor, le dije que como te volviese a molestar, se los arrancaría de cuajo y se los haría tragar. ¡Ah! por cierto, lo que agarré, no merecía la pena, te lo aseguro, ese no sabe satisfacer a una mujer.
Cuando terminé de decir eso, agarré su carita con suavidad e hice que me mirase. Sequé sus lágrimas y admiré sus bellos ojos:
—Por mi parte y aunque se a ciencia cierta qué sabes defenderte, nunca permitiré que te hagan daño. Y recuerda, tú eliges como, con quien, cuando y donde deseas. Que nadie elija por ti, ni te fuerce a hacerlo.
—Te quiero Eva. —Dijo Clara volviendo a abrazarse a mí.
Así estuvimos un buen rato, dándonos cariño hasta que Clara, con mejor cara y una ligera sonrisa me lo preguntó:
—Bueno, ¿me vas a contar que es lo que pasó anoche en tu habitación y que hacia mi padre en tu cama?
—Digamos que a las horas que eran y el estado en el que estabas, no te iba a llevar a tu casa. Te traje a la mía, te duché, ya que te habías puesto perdida con lo que tu estómago no quiso digerir, y cuando te dejé en la cama dormida, llamé a tu padre para que no se preocupase al ver que no llegabas a tu casa. El caso es que se asustó, y se presentó en mi casa, el resto creo que no necesita explicación, habíamos discutido cuando me dejó en casa y cuando volvió…pues…pues nos entró el calentón…y bueno, no voy a entrar en detalles de cómo son de pasionales las reconciliaciones.
—Eva, me encanta que haya ocurrido, mi padre esta coladito por ti y no entiendo como habéis aguantado tanto tiempo sin…sin hacerlo.
—La relación entre tu padre y yo es algo delicada. Hay un pasado doloroso que nos perseguirá toda la vida y necesitamos confiar en nosotros, ser fuertes y no dejar que los recuerdos condicionen nuestra unión.
—Eva, mi madre me habló mucho de ti. Se que no erais las mejores amigas, pero por alguna razón que desconozco, mi madre te quería y confiaba en ti, y me hizo conocerte mucho antes de verte en persona. Indagué mucho sobre ti, todo lo que pude, como sabes, internet no olvida, pero hay algo que no entiendo, ¿por qué engañaste a mi padre con ese tal Rubén? ¿Qué viste en él?
—Clara, no tenía motivos, ninguno, créeme, para engañar a mi marido. Pero era una estúpida engreída, guapa, que sabía el deseo que levantaba en los hombres y que me creía invencible y más lista que nadie. Y apareció ese tío en mi vida, tatuado, con un pico de oro que encima me hacía reír como nadie y dejé que sus manos llegasen a sitios donde no tenían que haber llegado. De ahí, a lo que ocurrió después es algo de lo que me arrepentiré toda mi vida.
No lo pude evitar acordándome de ese momento y mis ojos se desbordaron. Lo tenía todo y lo mandé a la basura por alguien que no se lo merecía. Clara me abrazó con cariño he intentó consolarme:
—Hice algo horrible que siempre juré que no haría a la persona que amaba, hacerla sufrir, ningunearla y humillarla con mi trato déspota e indiferente. El castigo fue perder a esa persona que juré amar para siempre y por alguien que ni merecía la pena.
Los recuerdos golpearon mi mente de forma dolorosa, rememorando todas mis malas decisiones, esas decisiones que destrozaron mi matrimonio y mi vida. Lloré en silencio mi culpa, aun latente…aun habiendo pasado tanto tiempo:
—Bueno Eva, míralo desde otro punto de vista. El tiempo o el destino te ha concedido una segunda oportunidad…aprovéchala, solo te pido una cosa…
—Quiero a mi padre con locura, he sufrido mucho por él cuando murió mi madre, y no quiero verle sufrir de nuevo. Él está muy enamorado de ti, eso se le nota a la legua, ahora le veo contento, feliz cuando está contigo, quédate con eso, y como te he dicho, aprovéchalo.
—Lo haré Clara, te aseguro que lo haré.
Muy pocas veces, la vida te da segundas oportunidades para enmendar tus errores, y por cualquier circunstancia, yo había sido una de las afortunadas para corregir esos errores del pasado. Vamos, tenía más que claro lo que quería. Habían tenido que pasar más de veinte años para que Dani, mi Dani, volviese a mí. Había tenido que ver desde lejos, la vida que llevó con su mujer, esa vida que siempre deseé para mí con él, y ahora tenía la oportunidad de llevarla a cabo.
No, ni por asomo iba a desaprovechar mi oportunidad de hacer feliz a la persona que más he amado, amo, y amaré siempre. Mi amor hacia él es incondicional.
—Buenos días chicas. —Dijo Dani entrando en la cocina.
Se produjo un momento entre incómodo y cómico. Dani estaba ruborizado mirando a su hija, yo estaba mirando a mi amor con cara de boba y Clara miraba a su padre con picardía:
—Bueno papá, ¿no vas a dar un beso de buenos días a Eva?
—Emmm…si claro…Buenos días Eva. —Dijo Dani dándome un pico en los labios.— Buenos días hija.— Dijo su padre abrazándola y besando su frente.
—Bueno hija, cuéntame que pasó ayer por la noche.
—Papá, estoy segura de que Eva te habrá contado lo que ocurrió. En otro momento, si lo deseas, te lo contaré y responderé a todas tus preguntas, pero ahora es vuestro momento. Yo me voy a duchar, que he quedado.
Cuando Clara salió de la cocina y oímos como se cerraba la puerta del baño, Dani me abrazó y me besó como hacía tiempo no me besaba nadie:
—Lo de anoche estuvo increíble, ni yo me lo creía.
—Mamonazo, y eso que no querías subir a casa. —Le dije algo resentida.
—De acuerdo, fui un estúpido, pero eso ya no va a volver a ocurrir.
Volvimos a besarnos, rozando el amor y la lujuria. Dani agarró mi culo y lo amasó a conciencia mientras mi pubis se frotaba contra su ya crecida polla. Estábamos excitados de nuevo, y no me hubiese importado follármelo ahí mismo, notaba mi coñito chorreando, pero Clara estaba en la ducha y podría salir en cualquier momento. Mantuvimos la compostura a duras penas, aunque permití a Dani que metiese su mano por dentro de mi braguita y me hiciese un dedito, que no logró hacerme alcanzar el orgasmo, pero que me dio mucho placer.
Cuando Clara estuvo arreglada, su padre la acercó a su casa, pero antes de irse me besó de nuevo y me lo dijo:
—Cuando deje a mi hija hago un par de cosas que tengo pendientes y vengo a buscarte para que pasemos el día juntos, ¿te parece?
—Me parece muy bien, te estaré esperando, no tardes amor.
Volvió a besarme y esperé en la puerta a que llegase el ascensor, mirando a mi amor, admirándole, enamorándome aun más de él si es que eso era posible.
Tenía claro lo que deseaba hacer cuando viniese, solo deseaba ser suya, que me follase a placer y que me llenase de sus corridas todos mis agujeritos.
Me duché a conciencia, y preparé mi culito muy bien. Hacía mucho tiempo que una buena polla no me lo follaba y como he dicho Dani era el dueño y señor de mi cuerpo. Necesitaba sentirlo dentro de mí, notando como su balano abria sin piedad mi coñito o mi culito y sintiendo sus corridas llenándome, desbordándose, dándome el placer que siempre me había dado cuando estábamos juntos.
Más o menos a las dos horas, volvió a llamar a mi puerta. Para recibirle solo llevaba un tanga que a duras penas lograba tapar mi vulva. Lo notaba mojado por mis juguitos que no paraban de salir de mi coñito, ansioso por recibir de nuevo el príapo de mi amado. Mis tetas, aunque ligeramente caídas, todavía tenían el orgullo de mantenerse firmes con un pezón enhiesto y más duro que el diamante:
―¿Estoy impresionante? ¿Para comerme? ¿O para follarme? ¿Qué quieres hacer conmigo? ―Pregunté de forma sensual.
Dani entró en casa y cerrando la puerta, agarró mi mano y me llevó a mi dormitorio. Se desnudó en un santiamén, me tumbó en la cama y haciendo un magnífico 69 alcanzamos nuestro primer orgasmo.
Aunque Dani quiso salirse de mi boca cuando iba a correrse, no se lo permití, acabando con una copiosa corrida y desbordando mis labios.
La polla de Dani no había perdido un ápice de dureza. La veía amoratada, palpitando llena de venas. Eso me excitó aún más:
―Ven mi amor, ponte en cuatro.
Obedecí a su pedido, dejando mi coñito y mi culito a su entera disposición. Noté enseguida como su polla, con una certera estocada, abria mi coñito hasta que su glande topaba con mi matriz. Aunque con un ligero dolor, gemí de gusto por lo que me hacía sentir. Me folló con desesperación haciéndome alcanzar dos orgasmos hasta que notando como sacaba su verga de mi coñito, la apuntaba a mi anito:
―Eso es mi amor, reviéntame, párteme en dos con tu pollón.
Hacía mucho tiempo que no notaba esa sensación entre el dolor y el placer. Dani, aunque fue con cuidado, no paró hasta que vio como su polla desaparecía dentro de mi culito. Una vez dentro, la dejó un par de minutos, bien clavada, notando como sus huevos acariciaban mi vulva. Fui yo misma, la que empezó a follarse ese pollón que me hacía ver las estrellas.
―Mi amor, como te he echado de menooos… ―Gemí extasiada.
Dani me folló a placer arrancándome dos orgasmos más, hasta que con un bufido, y clavando su balano hasta el fondo en mi dolorido culito, se corrió abundantemente en mis intestinos, dejándome satisfecha y agotada.
Cuando se salió de mi interior, nos abrazamos y nos prodigamos en muestras de cariño y amor. Nos quedamos traspuestos después de ese primer asalto, pero nuestro momento no terminó ahí, seguimos a lo largo del día y toda la tarde, hasta la noche en la que nos fuimos a duchar juntos y después de un fantástico ultimo polvo en la ducha, nos fuimos a cenar demostrándonos el cariño que sentíamos el uno por el otro.
Una vez rotas las barreras de sus reticencias, nuestra pasión se desbordó. Durante las siguientes semanas y hasta que nos tranquilizamos un poco, no paramos de follar a la menor ocasión que teníamos. Me fascinaba lo dispuesto que estaba mi Dani para mí y los detalles que tenía conmigo y que me hacían sentir muy especial para él.
Aunque Dani era mi principal motivación, no dejé apartados a Clara y Miki. También estaba ahí para ellos siempre que me reclamasen y aunque Miki era más introvertido y parecía no necesitar el apoyo de nadie, era Clara la que más me preocupaba.
Desde aquel día que el bastardo de Beni quiso violarla y no lo consiguió, la notaba más triste y taciturna. De acuerdo que cada vez que nos veía a su padre y a mi juntos, demostrándonos cariño, se le iluminaba la carita, pero esa alegría que tenía al principio la había perdido y eso me preocupaba, tenía que averiguar qué es lo que le pasaba.
Un día de chicas, ella y yo solas, yendo de compras y con una sesión de belleza en un spa, hizo que Clara se abriese a mí y me contase el motivo de su tristeza:
―Eva, si te lo cuento, no quiero que tomes represalias. Esto es asunto mío, de nadie más.
―Cielo, se lo que te dije, pero no me veas como a un sicario, solo que te quiero mucho y no me gusta verte triste.
―Todo viene por el desgraciado de Beni.
―¿Qué te ha hecho ese bastardo? ―Pregunté torciendo el gesto.
―Bueno a grandes rasgos, como le rechacé y encima tú le avergonzaste delante de mucha gente, ha ido propagando bulos sobre mí, y ahora, hasta las que creía que eran mis amigas, no quieren saber nada de mí.
―Bueno, para tú tranquilidad, no pienso arrancarle los huevos a ese desgraciado, aunque me gustaría, no creas. Pero eso te demuestra el tipo de amigas que tenías. Cariño solo eran conocidas, las verdaderas amigas, siempre te habrían protegido estando a tu lado. Esto te demuestra que quizás debieras de cambiar de amistades.
―Bueno, dentro de nada empiezas la universidad, ahí vas a encontrar de todo y te aseguro que encontrarás amigas que serán para toda la vida, amigas que siempre estarán a tu lado en los buenos y malos momentos.
―¿Tú tienes ese tipo de amigas?
―Si cariño, se llama Luisa, ya la conocerás, es una mujer que siempre ha estado a mi lado, incluso cuando mandé mi matrimonio a la basura, y eso que me lo advirtió, aun así no dejó de darme ánimos, apoyarme y alojarme en su casa, aunque me porté mal con ella cuando me sugirió que el tal Rubén era alguien que me traería problemas, como así fue.
El destino es una paradoja caprichosa. Clara y yo estábamos en una terraza de un centro comercial, cuando levantando la vista, a lo lejos, vi venir a mi amiga Luisa acompañada de un joven que en principio no reconocí hasta que fijándome bien, vi que era David, su hijo. ¡¡Por Dios!! ¿Tanto tiempo había pasado? Estaba cambiadísimo.
Levantándome de mi silla, agité mi mano en su dirección, y cuando me vio, dio un saltito de alegría y agitando su mano y agarrando a su hijo del brazo, vinieron a la carrera hasta donde estábamos.
Cuando Luisa llegó nos fundimos en un abrazo muy largo, hacía mucho, mucho tiempo que no nos veíamos y me dio mucha alegría ese encuentro. Pero también para mí no pasó desapercibido el cómo Clara y David se miraban, se gustaron a primera vista.
—Que alegría volver a verte, hacía años que no nos veíamos. —Dijo Luisa deshaciendo ligeramente el abrazo.— Mira, ¿Te acuerdas de mi hijo David?
—Como lo voy a olvidar, aunque desde la última vez que lo vi, ha cambiado una barbaridad, está hecho un hombre, y un hombre muy guapo además. —Dije besando su mejilla
—Hola tía Eva. Tú también estas guapísima.
—Gracias cariño. Mirad dejad que os presente a Clara. Clara es la hija de Dani y Feli. —Expliqué mirando a Luisa.
Luisa, abrazó a Clara y la dio un sentido beso mientras se lo decía:
—Siento lo de tu madre. Te acompaño en el sentimiento.
—Bueno Clara, ya que nadie nos presenta, yo soy David, hijo de Luisa y sobrino postizo de Eva.
—Jajajajajaja… lo sé David, ya sabes mi nombre y yo soy la casi hija de Eva.
—¿Casi hija? —Preguntó Luisa sorprendida.
—Bueno, tenemos mucho que contarnos, pero a grandes rasgos…Dani y yo volvemos a estar juntos de nuevo.
—Si cariño, los milagros existen, y vienen acompañados de ángeles como Clara. —Dije mirándola con amor.
—Chicos, estoy segura, que os gustaría dar una vuelta por ahí, —dijo Luisa.— Así que, por qué no os vais a… a … bueno, donde sea que os gustaría ir ahora, y dejáis que Eva y yo nos pongamos al día.
David, con una encantadora sonrisa, que derretiría a cualquier mujer, tendió la mano a Clara que agarrándola, se puso en pie, y se marcharon sin mirar atrás.
—La chiquilla es una preciosidad. Ha sacado la belleza de su madre, pero dejémonos de esto…vamos, desembucha que me tienes en ascuas. —Ordenó Luisa.
Durante algo más de hora y media, conté a mi amiga todo lo que había ocurrido. Desde que fui a ver a Feli al hospital, su confesión y posterior carta, hasta que poco a poco y con la ayuda de su hija, Dani volvió a confiar en mí y consumamos nuestra relación con un polvo de película porno.
—Has llorado mucho por Dani y por el matrimonio que rompiste. Solo espero que no vuelvas a cometer la misma estupidez. Ahora tienes una responsabilidad mucho mayor, tienes una familia que cuidar.
—Nunca más Luisa, fue una lección que aprendí de la manera más dolorosa.
La verdad, estábamos tan a gusto las dos charlando que se nos fue el tiempo, sin darnos cuenta. Cuando reparamos en la hora que era, llamamos a los chicos y nos fuimos a comer los cuatro a un restaurante. Antes llamé a Dani, para contarle como iba todo y que comeríamos fuera de casa.
La comida estuvo genial, divertida y hablamos de muchos temas. Pero fue imposible no fijarme en la complicidad que se había creado entre Clara y David, y eso me gustó, conocía a ese chico desde que nació, sabía como era, y estaba segura de que no defraudaría a mi niña y la trataría como si fuese su mayor tesoro y sería la medicina que Clara necesitaría para olvidarse del estúpido de Beni.
Ya por la tarde, cuando tocó el momento doloroso de las despedidas, David de una manera educada nos lo dijo a su madre y a mí:
―Si no os importa, Clara y yo nos vamos a tomar algo y luego iremos al cine a ver una peli que los dos tenemos ganas de ver.
Tanto a Luisa como a mí, nos pareció una gran idea. Ella también se había dado cuenta de la química que tenían los chicos. Cuando nos despedimos y vimos cómo se alejaban, muy juntos los dos, y con Clara agarrada del brazo de David, Luisa me lo confirmó:
―Veo que tú también te has dado cuenta.
―Es imposible no verlo. Hace poco que su novia y él lo dejaron, y está pasando por un mal momento. Hoy es el primer día que le veo feliz, riendo y hablando, siendo el mismo.
―Bueno, pues son tal para cual, Clara tuvo una mala experiencia con el chico que le gustaba y desde entonces no levanta cabeza, a ver como termina esto. ―Dije algo preocupada.
—Tranquila, verás como termina bien.
Todavía no me lo puedo creer, Eva y yo volvemos a estar juntos y enamorados como adolescentes. Era algo impensable para mí, más, después de lo que ocurrió, pero ante toda lógica, ha sucedido, y lo mejor, soy inmensamente feliz.
No se me va de la cabeza, la impresión que me produjo el ver a Eva en el entierro de mi mujer. Impresión porque no me esperaba verla allí, e impresión por su eterna belleza, seguía igual de guapa aun habiendo pasado tantos años.
Realmente, y mirándolo en retrospectiva, fue mi hija Clara la que inició todo. Al principio no me di ni cuenta. Estaba pasando mi duelo, llorando la muerte de mi esposa y enfrentándome a una soledad a la que no estaba acostumbrado, hasta que caí en la cuenta de que mi hija y Eva, salían muy a menudo y hablaban mucho por teléfono.
He de reconocer que ese hecho me preocupó. Todavía tenía mis reticencias respecto a Eva y una estúpida idea se pasó por mi cabeza, que Eva me quería hacer daño de nuevo a través de mi hija por lo que ocurrió. Tenía que parar eso, tenía que hablar con Eva y saber cuáles eran sus intenciones.
Recuerdo el día que, armándome de valor, y con el teléfono en la mano, hablé con Eva para quedar, tomar un café y charlar. Y no se me va de la cabeza, cuando la volví a ver entrando en esa cafetería donde habíamos quedado, guapísima, deslumbrante, haciendo que los hombres girasen su cabeza y la mirasen con deseo. Cuando se quitó la chaqueta que traía, no pude dejar de mirar su excelsa figura, y por Dios, esos pantalones blancos marcaban cada parte de su anatomía y delineaban perfectamente el contorno de su sexo y su culo perfecto.
Fue difícil quitar esa imagen de mi cabeza, esa visión me provocó un erección involuntaria, pero hacía muchos, muchos meses, casi años, que no estaba con una mujer, debido a la enfermedad de mi difunta esposa, y parecía un adolescente hormonado y salido.
Tanto tiempo deseando hacer esto, ver de nuevo al gran amor de mi vida, y ahora que la tenía delante me quedé bloqueado, sin atreverme a mirarla, removiendo el café de mi taza y sin saber cómo iniciar esto.
Era raro, sobre nosotros todavía planeaba su traición, y aunque la había perdonado hace muchos años, seguía siendo doloroso verla sentada frente a mí, bellísima, recordando lo que en su día me hizo.
Nos costó mucho iniciar esa charla. Me interesé por ella, pregunté por qué no había rehecho su vida y su respuesta no me dejó ninguna duda, seguía queriéndome, seguía enamorada de mí. Mi repuesta no fue conciliadora y provoqué que Eva rompiese a llorar. Dios, deseaba tanto abrazarla, consolarla, decirle que aquello pasó…pero me limité a agarrar su mano y dejarla llorar, que se desahogase y eso nos vino bien para la conexión tan brutal que tuvimos los dos.
Después de eso todo fluyó como debía. No niego que una de las preguntas que deseaba hacerle, era sobre el contenido de esa carta que mi mujer escribió y mi hija le dio el día del entierro de Feli, pero su respuesta fue categórica, era el deseo de Feli que solo Eva y ella supiesen lo que decía esa carta y así me lo hizo saber Eva.
La verdad, me encontraba muy a gusto. Sabía que no nos podíamos quedar mucho más tiempo en esa cafetería, pero no quería separarme de Eva, necesitaba saber más de ella, seguir indagando en su vida. Por todo lo que habíamos hablado ya, tenía más que claro que mis hijos le importaban mucho. Esa idea que en principio pensé que era para hacerme daño a través de Clara, fue desechada de inmediato, Eva no era así, seguía siendo esa mujer dulce y cariñosa que recordaba.
Cuando salimos de la cafetería, propuse a Eva invitarla a cenar, pero fue ella la que me quiso invitar, aunque antes estuvimos en un par de sitios tomando algo y charlando. Y lo voy a confesar, ardía en ganas de abrazar y besar a esa mujer de nuevo y hacerla mía. Si por mi hubiese sido, me la hubiese llevado a un hotel a follar hasta caer agotados, pero era una idea estúpida, debido a mi abstinencia en el sexo, estaba más salido que el mango de una sartén.
Todo absolutamente todo salió a la perfección. Eva fue un encanto y no me avergüenza reconocer que en esa cena, llena de ilusión por parte de los dos, confirmó mi amor por esa mujer que me miraba con un brillo en sus ojos, imposible dejar de admirar. Sabía que si se daba, de alguna manera Eva y yo terminaríamos juntos de nuevo y la idea para nada me pareció descabellada. Esa noche me costó separarme de ella. La dejé en su coche y nos despedimos cordialmente, estaba seguro de que no tardaría mucho en volver a verla.
Esa noche cuando llegué a mi casa, Clara me esperaba despierta y cuando entré y saludé, me miró con picardía y me lo preguntó:
―¿Qué tal tu cita con Eva? ¿Lo has pasado bien?
―Muy bien cariño, mucho mejor de lo que pensaba.
―Eva es una mujer increíble, me cae genial.
―Si es increíble…sí. En fin cielo, me marcho a dormir, no tardes tú también en hacerlo.
Esa noche soñé con Eva y su voluptuoso cuerpo. Fueron sueños, cargados de imágenes obscenas, algunas muy duras de recordar, pero que hizo que cuando me desperté, observase asombrado la enorme erección que tenía y que me dolía a rabiar.
No me quedo otra que irme a la ducha, y pensando en Eva y sus pantalones blancos marcando su coñito y su perfecto culo, me masturbase, corriéndome como hacía tiempo que no lo hacía. Era domingo y una idea se me pasó por la cabeza, llamar a Eva y pasar el día juntos, aunque me pareció un poco ir a la desesperada y lo pospuse. Ese día y con Clara fusilándome a preguntas, nos fuimos a comer fuera mis hijos y yo.
Al siguiente fin de semana, volví a quedar con Eva. Fue un fin de semana increíble en todos los aspectos y en esta tónica seguimos por meses.
Pero no todo salía como debía de ser. Por algún miedo que todavía no he podido identificar, Eva y yo nos pegábamos unos calentones de muerte, pero al final yo me "rajaba" y veía la frustración de Eva. Teníamos todo a nuestro favor para irnos a follar como animales. Eva no dejaba de demostrar lo que me quería, tenía unas muestras de cariño imposibles de ignorar y me decía, sin palabras, que estaba dispuesta a todo por mí, ¿qué más necesitaba?
No sé, pienso que por cualquier circunstancia, en mi mente, el dar ese gran paso, e irme a follar con Eva, era como traicionar flagrantemente a mi mujer, o en este caso a su memoria. Ya habían pasado casi dos años, mi duelo tendría que haber pasado y teniendo la mujer que tenía a mi lado, rehacer mi vida, ser feliz…pero no, llegado el momento, mi mente se bloqueaba y me "rajaba" dejando a Eva al principio frustrada, para dejar paso a su lógico enfado.
El día en el que todo casi se va a la mierda por mi culpa, fue un día que estuvimos juntos desde por la mañana celebrando el cumpleaños de mi hija. Nos dimos cariño, besos, abrazos…nos fuimos a bailar por la noche, estando en la pista de baile nos abrazábamos, queriendo fundirnos el uno con el otro. Mi erección era ya ingobernable, y la presionaba sobre la tripita de Eva, y ella al notarla se frotaba lascivamente.
Ardía en deseo y no lo pude, ni quise evitar, mis manos agarraron sus nalgas por encima de la falda, mientras mis labios llenaban de besos su cuello y de su boca salió un sensual gemido:
Decidido a hacer lo que deseaba hace muchos meses, se lo dije al oído:
Pero camino a su casa, mi estupidez y mis miedos, se apoderaron de mí. Si antes de salir del sitio donde bailábamos muy abrazados tenía claro que deseaba follar con Eva, durante el trayecto, ese sentimiento de culpa se instaló en mi cabeza, haciendo que mi libido y mi deseo se desplomasen.
Todavía recuerdo la cara de estupor y enfado de Eva cuando le dije que no iba a subir…que no estaba preparado. ¿Era idiota? Creo que la respuesta es obvia, si, además un si enorme. Eva se molestó muchísimo conmigo y lo puedo entender, la había calentado hasta el punto de ebullición, para, ahora, dejarla sola y ardiendo en deseo.
Su respuesta ante mi estupidez fue categórica. No quería verme, ni hablarme. Se bajó del coche y muy enfadada me lo dijo:
―Cuando estés preparado, si quieres me llamas. Mientras olvídate de mí.
Cuando terminó de decir esto, cerró con un golpe de rabia la puerta de mi coche, dando por finalizada, la noche…y nuestra relación.
Me quedé mirando como un bobo, como Eva, con paso furioso, acelerado, se iba hacia su portál sin mirar atrás, y lo peor, es que yo podía haber parado eso, haberme bajado del coche, estrecharla entre mis brazos, pedirla mil veces perdón, y subir con ella a follar…pero no lo hice. Cuando la puerta de su portál se cerró, me sobresalté sabiendo que todo había acabado, a no ser que yo hiciese algo.
Camino de mi casa, me sentí el ser más estúpido sobre la faz de la tierra. Estaba loco por Eva, la deseaba, quería estar las veinticuatro horas con ella, pero no era capaz de desbloquear mi cabeza.
Nuevamente mi hija Clara sería clave para quitarme la estupidez y ese bloqueo que no me dejaba avanzar en la dirección correcta con Eva.
Esa noche me costó conciliar el sueño. Pensaba en llamar a Eva por la mañana, hablar con ella y de alguna manera, solucionar el malestar que yo había creado. Pero no sé qué hora sería, mi teléfono sonaba y cuando vi el nombre de Eva en la pantalla, me ilusioné, pero también me asusté al ver que eran más de las cuatro de la mañana:
―¿Eva que te pasa? ¿Qué ocurre? ―Pregunté asustado.
Eva me tranquilizó comentándome que todo estaba bien, pero que Clara había bebido más de la cuenta por un incidente con el chico que le gustaba, pero que ahora estaba bien. Aunque me dijo que no era necesario que fuese, no la escuché, lo normal en mi últimamente, me di una ducha rápida para despejarme y vestido con lo primero que encontré me fui a casa de Eva.
Durante el trayecto, no dejé de preguntarme algo, Clara tenia a un padre que se preocupaba por ella, entonces, ¿por qué cuando había un problema, siempre acudía a Eva? Esa pregunta se hacía enorme en mi cabeza y ya era el sumun del desconcierto, aparte de mi estupidez con Eva…¿también era un mal padre que no se preocupaba de sus hijos?
El mundo se me venía encima, me empezaba a encontrar muy mal anímicamente y me eché a llorar como un niño. Todo esto me empezaba a sobrepasar, sin saber que el problema estaba en mi cabeza y era de muy fácil solución, solución que llegaría de la mano de mi hija y de Eva.
Cuando llegué a casa de Eva, esta me recibió con frialdad y con una "puya" que para mí no pasó desapercibida. Pero tampoco pude dejar de fijarme en lo deseable que estaba esa mujer que horas antes había dejado escapar. Con una camiseta que dejaba su ombliguito al aire, sin sujetador, marcando unas tetas increíbles y con unos leggins que se metían por cada recoveco de su anatomía.
Me invitó a pasar a su casa, y me llevó a la habitación donde estaba mi hija. En el corto trayecto no pude dejar de admirar el tremendo culazo que tenía Eva, y que hizo que mi rabo, tomase una dureza que no conseguía dominar.
Avergonzado por mi poco control y mi deseo ante esa mujer, accedí al interior de la habitación donde dormía mi hija. Me arrodillé y acaricié su cabecita y besé su frente, algo que hizo que mi hija entreabriese sus ojos y me mirase:
―¿Papá? ―Susurró mi niña entre sueños.
―Mamá, Eva es mamá, ¿dónde está?
―Esta aquí con nosotros cariño, mirándonos.
Mi hija sonrió agradecida, volviendo a cerrar sus ojos. En ese momento supe a ciencia cierta que la vida de Eva y la mía ya estaban ligadas de nuevo. Mi hija veía en Eva a su madre y sabía, por qué me lo había demostrado, que mis hijos, a Eva, le importaban y mucho.
Cuando cerré la puerta del cuarto donde dormía Clara, miles de preguntas se agolpaban en mi cabeza, pero sobre todo una, ¿por qué mi hija no me llamó a mi primero? Era su padre y pensaba que mi hija confiaba en mí.
Las respuestas de Eva fueron contundentes y llenas de lógica. Pero me dejó claro, que si mis hijos le pedían ayuda, estaría ahí para ellos, para lo que necesitasen ya que los quería mucho.
—Y a mí, ¿a mí me quieres? —Pregunté estúpidamente.
Por supuesto que me quería, y seguía muy enamorada de mí. Nos sinceramos el uno con el otro, la amaba y no concebía mi vida sin ella.
Ahí mismo nos besamos con pasión, juntando nuestros cuerpos y abrazándonos con fuerza. Mis manos volvieron a apoderarse de ese culo infartante y Eva subió una pierna a mi cadera para que mis dedos acariciasen su coñito por encima de su ropa, aunque separándose ligeramente de mí, me lo dijo muy seria:
—Dani, no empieces algo que no vayas a terminar.
Estaba seguro, segurísimo, lo que deseaba hacer. Agarré la mano de Eva y la llevé a su dormitorio, donde nos desnudamos y pude volver a contemplar, la tremenda belleza de esa mujer que nunca dejé de amar.
Fue de nuevo increíble lo que me hizo sentir, su pasión, su cariño, su calidez, el calor abrasador de su interior. Follamos hasta que el cansancio nos pudo y nos quedamos dormidos abrazados, dándonos cariño.
Me volví a despertar y cuando vi a mi lado a Eva, desnuda y muy deseable, abrí sus piernas y vi ese coñito tan bonito, cerradito, brillante y me amorré a él. Desperté a Eva con dos orgasmos, para terminar haciendo el amor, porque eso no fue follar. Lo hicimos con cariño, con tranquilidad, sin prisas, hasta que llené de nuevo su útero con mi corrida.
Al día siguiente, cuando me desperté y vi que Eva no estaba a mi lado, me entristeció. Pero recordé todo lo que había pasado hacía unas horas y eso me hizo esbozar una gran sonrisa y sobre todo, ese miedo absurdo que tenía había desaparecido. Miré hacia el techo y lo susurré:
—Feli, cariño, sé que allá donde estes, quizás haga que te revuelvas en tu tumba, pero la amo, y quiere a nuestros hijos como si fuesen suyos. Espero que sepas perdonarme, pero me hace falta ser feliz y con Eva sé que lo soy. Siempre estarás en mi corazón. Te quiero.
Lancé un beso al aire para Feli, y vistiéndome, me fui a buscar a Eva. Necesitaba verla, abrazarla, y susurrar en su oído lo feliz que era con ella.
Mi entrada en la cocina fue entre divertida y algo vergonzosa. Clara estaba levantada y estoy seguro de que había visto que en la cama de Eva había pasado algo, su mirada de picardía me lo decía. Eva me miraba con amor, como solo una mujer enamorada mira al hombre que ama, y fue mi hija, como no, quien rompió ese momento algo confuso:
—Papá, ¿no das un beso de buenos días a Eva?
Me la hubiese comido a besos, eso es lo que me provocaba, pero había que conservar la compostura, algo que desapareció, cuando mi hija dijo que se iba a duchar. Eva y yo nos lanzamos a nuestros brazos demostrándonos lo que sentíamos el uno por el otro.
Cuando Clara salió de la ducha y se vistió, y aunque deseaba quedarme con Eva, tenía que llevar a mi hija a nuestra casa y yo debía de llevar dos proyectos que tenía pendientes a mi empresa. Ese momento nos dio la oportunidad de hablar entre padre e hija.
Si algo saqué en claro de esa conversación, es que Clara estaba encantada con esta situación, y aunque sabía que Eva no era su madre, la quería como tal y como me lo dijo:
—Mamá es insustituible, pero Eva me demuestra día a día lo que se implica con nosotros, eso es imposible de ignorar. La quiero papá, la quiero como si fuese mamá.
Bien, todo estaba a nuestro favor, que más me hacía falta para ligar mi vida a la de Eva.
La respuesta me la dio el día que pasamos en casa de Eva, cuando llegué de nuevo después de haber terminado lo que tenía que hacer.
El cómo me recibió…¡uffff! Y el día que pasamos juntos, follando como adolescentes y con Eva dándome todo de ella, hasta que agotados y felices nos fuimos a cenar por la noche, dejándome claro lo que ella quería, me quería a mí y yo quería a Eva en mi vida, a mi lado, a mi lado a todas horas.
Las siguientes semanas y meses, consolidaron nuestra relación y ocurriría lo que era más que evidente, Eva y yo volveríamos a juntar nuestras vidas, algo que estaba deseando que ocurriese.
Ya hace muchos meses que es oficial, Dani y yo volvemos a estar juntos y muy enamorados. Se que a la familia de Dani no le hizo ninguna gracia esa noticia, y a la mía, pues bueno, desde que ocurrió aquello hace tantos años, no es que mantuviésemos una buena relación, para ellos seguía siendo una puta indecente, solo mis padres se alegraron, y eso es lo más importante para mí.
Clara, mi niña, mi ángel, lleva ya casi un año saliendo con David el hijo de Luisa. Están muy enamorados y se complementan de maravilla. Clara ha hecho nuevas amistades en la universidad, aparte de que David la presentó a su grupo de amigos, que enseguida la aceptaron con cariño.
Se que Clara dio su virginidad a David, lo sé porque involuntariamente fui testigo accidental de ello, aunque no se si fue ese día, o antes ya habían intimado. Bueno, el caso es que ese sábado, estando en mi casa, recibí una llamada de Clara. Hacía tiempo que no nos veíamos y me pidió que si esa tarde podían ir ella y David a hacerme una visita.
Por supuesto que dije que sí, además mi Dani estaba de viaje, con lo que me encontraba muy sola y les dije que les esperaba y que estaba deseando verlos de nuevo. Me gustaba que ellos hiciesen vida social y no se olvidasen de la gente que los quería con locura.
Pero por desgracia, cuando estábamos dispuestos a echarnos una partida a la Nintendo Switch, una llamada inoportuna de mi empresa hizo que tuviese que dejar todo e irme a solucionar un problema grave. Dije a los chicos que se quedasen, que tardaba poco, que no se fueran porque deseaba estar con ellos y que cuando llegase nos iríamos a cenar fuera.
Pero la cosa se complicó un poco más de la cuenta. Llamé a los chicos y les dije que me retrasaría un par de horas. Ellos me dijeron que lo estaban pasando en grande echando una partida a la consola, que no me preocupase que me esperaban.
La cosa es que lo que parecía que nos llevaría horas en mi empresa, se redujo a una escasa media hora, con lo que montándome en mi coche puse rumbo a mi casa, deseando unirme a esa partida de consola que estaban echando los chicos.
Pero mi sorpresa fue que al abrir la puerta de mi casa, noté un silencio, solo roto por unos gemidos y el sonido rítmico, inconfundible, de dos personas follando.
Con cuidado fui hasta donde provenía el sonido, la habitación de invitados, en la cama, tumbado, David recibía los sentones de Clara, que gemía de gusto.
Pude ver el tremendo pollón que portaba David, y que barrenaba sin tregua y sin preservativo el coñito de mi niña, que se lo metía hasta que solo sus huevos quedaban fuera.
Me excité, por supuesto que lo hice, y eché de menos a mi chico para que me hiciese lo mismo. Aunque me quería ir, dejarles su intimidad, me quedé mirando hasta que David con un bufido, y elevando sus caderas para clavársela hasta la matriz, se corrió dentro de mi niña.
Les dejé su intimidad y me fui al salón, pero aunque intentaba ignorar los gemidos de Clara, fue imposible para mí y como una furtiva me deslicé de nuevo hasta la habitación de invitados, para ver de nuevo a Clara en cuatro y a David percutiéndola con violencia, clavándosela hasta el útero, hasta que volvió a correrse en el interior de mi niña que gemía de gusto disfrutando su orgasmo.
Confieso que era excitante ver a esos dos jóvenes follando como si no hubiese un mañana, dando todo y disfrutando como solo se disfruta a esa edad. Me recordó a mí en mi juventud, pero temía que Clara no se cuidase. David se corría dentro de mi niña y me preocupaba que se quedase embarazada.
Se que se sorprendieron mucho, y se avergonzaron después, al verme sentada en el salón, viendo la televisión con el volumen muy bajo:
―¡¡EVA!! Estas aquí…hace…hace cuanto…yo…yo… ―Balbuceaba Clara.
―Cariño, el tiempo suficiente para averiguar lo que estaba sucediendo en la habitación de invitados. No os he querido molestar, estabais disfrutando.
―Tía Eva, te pido perdón por esto, pero nos ha entrado el calentón, y bueno…
―A ver chicos, no me importa. Prefiero esto, un lugar seguro, íntimo y confortable, a un sitio cualquiera sin casi intimidad. Pero no quiero que penséis que podéis venir aquí a follar cuando os venga en gana, eso no, ¿queda claro?
―Perfectamente claro Eva. —Respondió Clara
―Otra cosa que me preocupa, lo habéis hecho sin protección. Clara, nunca hemos hablado de esto, ¿tú te cuidas, no?
―Bueno, no estoy en mis días fértiles, no hay problema.
―Si hay problema, además uno muy gordo. No te haces una idea de la cantidad de bebés que hay en el mundo por eso mismo. Mañana mismo pido cita en el ginecólogo para que te haga una revisión y te recomiende un método anticonceptivo.
Lógicamente, aunque era su hija, no quise avergonzar a Clara delante de su padre, con lo que no le conté lo que había visto y por supuesto, tampoco nuestra visita al ginecólogo, donde le hizo una revisión que confirmó que no había embarazo, y le colocó un DIU que le daría la seguridad que necesitaba en sus relaciones sexuales.
Eso hizo que de alguna manera, la confianza entre mi niña y yo aumentase mucho más. Cada día que pasaba, me sentía más unida a esa familia que prácticamente ya consideraba como mía. La idea de Feli, al fin y al cabo no fue tan descabellada, sabía a quién se lo pedía y también sabía que no les iba a fallar, pero había algo que me atormentaba y eso no era otra cosa que la carta que me dejó Feli y que en su momento prometí a mi Dani, que un día revelaría su contenido.
¿Qué pensarían ellos de esa carta? ¿Cómo reaccionaría Dani y los chicos al saber que de alguna manera, su madre había manejado su futuro y yo había sido partícipe de esa manipulación? ¿Llegarían a comprender que todo fue por amor hacia ellos?
Muchas noches, me despertaba y no podía dejar de pensar que ya habíamos llegado muy lejos. De acuerdo, podía no revelar el contenido de esa carta, pero sería estar engañando a Dani y los chicos y creo que ellos debían saber la verdad, como me prometí en su momento, nunca, nunca tendría secretos para mi Dani, nunca más.
Dani, me pidió en una cena muy romántica, que nos casásemos de nuevo, algo que acepté, pero con la condición de que hablásemos con los chicos y nos diesen su aprobación. Aunque Dani me dijo que no hacía falta, yo quise que ellos aceptasen esa unión.
Además, había otro punto que había que hablar y solucionar, y no era otro que, si Dani y yo nos casábamos, donde íbamos a vivir.
De acuerdo que los dos teníamos casa propia y pagada, pero yo me negaba a vivir en la misma casa donde Feli y Dani hicieron su vida. Estaba llena de recuerdos y yo no me sentía a gusto. En todo el tiempo en el que Dani y yo intimamos, nunca lo hicimos en su casa, fue siempre en la mía. Mi casa era otra opción, pero estaba lejos del barrio donde los chicos se criaron, estudiaron y tenían a su grupo de amigos y no quería privarles de eso.
Así que, Dani y yo nos sentamos un día y empezamos a echar números. Si vendíamos las dos casas, sacaríamos suficiente dinero para irnos a un chalet unifamiliar que habían construido en una urbanización muy cerca de donde vivían antes, con lo que no cambiarían de barrio, aunque si de casa, una casa con más comodidades, mucho más grande y con piscina.
Estaba asustada, no lo voy a negar. Todo estaba en marcha, ya habíamos dado la entrada para el chalet, los chicos lo habían visto y les había gustado mucho. Dani y yo estábamos más enamorados que nunca, ¿qué podría salir mal?
Con miedo, le dije a Dani que el fin de semana siguiente nos iríamos a comer los cuatro y comentarles que nos íbamos a casar. Quería la aprobación de esos chicos y por supuesto en esa comida, contaría toda la verdad, el contenido de esa carta y el último deseo de Feli. No sabía si lo había hecho bien o mal, pero deseaba que se supiese la verdad, así que, en esa comida, saldría a la luz todo…con sus consecuencias. Reservé en un restaurante que nos gustaba a los cuatro y pedí un reservado, donde pudiésemos tener algo de intimidad
Me acuerdo de ese día, lo nerviosa que estaba y la congoja que me invadía, al saber que lo que iba a contar, quizás rompiese en pedazos todo.
Dani y los chicos me pasaron a buscar a mi casa. Se que iba impresionante, con mis mejores galas y maquillada a la perfección. Todos alabaron mi belleza y extrañamente fue Miki, el primero que vino a abrazarme y besando mi mejilla, me lo dijo con admiración:
—Entiendo que mi padre esté loco por ti. Eres bellísima.
—Gracias cariño, tú también estas muy guapo.
Clara también alabó mi belleza, dándome un largo abrazo y besando con fuerza mi mejilla. Dani, mi Dani, mi amor, vino a mí, agarró mis manos y besándolas me lo dijo de corazón:
—Te amo Eva, nunca dejé de hacerlo.
La comida fue increíble, maravillosa. Todo fueron risas, anécdotas y momentos entrañables.
Yo seguía asustada y Dani sabía que me ocurría algo, aunque agarraba mi mano y la apretaba como diciéndome, —tranquila, todo está bien.— Pero no, no todo estaba bien.
Cuando les dijimos a los chicos que queríamos casarnos, me encanto el entusiasmo con el que aceptaron la noticia. Clara se abrazó a mí y me llenó de besos. Miki fue menos efusivo, pero como me dijo, sabía que esto terminaría así y le gustaba la idea. Dani me besó delante de sus hijos y fue en ese momento en el que leería la carta que me dio Feli:
—No sé cómo empezar esto que os voy a contar. Antes de nada quiero que sepáis que os quiero con toda mi alma, sois mi familia y sin vosotros me moriría, pero esto os lo tengo que confesar.
—Es referente a la carta que me dio Clara el día del entierro de Feli. Quiero que sepáis su contenido, lo que me decía y lo que tenía que llevar a cabo.
Se hizo un silencio sepulcral. Todos me miraban con miedo en sus rostros y yo casi estaba por echarme a llorar, sabiendo que aquello, quizás, pondría fin a todo esto.
Con miedo, abrí mi pequeño bolso de mano y saqué la carta que en su día Feli me dio, con sus últimos deseos. Me puse mis gafas de cerca, sin ellas era un topo, y tomando aire, me dispuse a leerla.
La leí con calma, casi me la sabía de memoria de tantas veces que la había leído, haciendo las pausas correspondientes, y mirando a los tres que empezaban a mostrar los primeros síntomas de tristeza y emoción.
El primero en demostrar sus sentimientos fue Miki, que llorando vino a mí, me abrazó y me llamó «MAMÁ». Eso hizo que rompiese a llorar yo también debido a la tensión acumulada. Clara también se levantó y con lágrimas en sus ojos vino a unirse al abrazo de su hermano y mío. Mi Dani me miraba emocionado, alargué mi mano y él la tomó suavemente, besándola y poniéndose en pie, nos abrazó a los tres. Ese día todo salió a la perfección.
Por fin pude quitarme ese peso de encima por guardar el secreto que me había encomendado Feli. Todo salió a la perfección, los tres me pidieron la carta de Feli, la leyeron de nuevo y la releyeron con una sonrisa en su rostro, emocionados.
Por primera vez, los cuatro hablamos de un futuro que se presentaba lleno de posibilidades. La sobremesa se alargó, hasta que nos dimos cuenta de lo tarde que era y que ya estaban preparando en ese restaurante las mesas para la cena.
Clara se fue con David. El chico la vino a buscar al restaurante y Dani por fin pudo conocer a la persona que había robado el corazón de su niña. Miki se fue con su grupo de gente y Mi Dani y yo nos quedamos solos y muy abrazados, dándonos mucho cariño:
―Te voy a confesar algo, ―empezó a decir Dani.― Estando Feli en el hospital, postrada en la cama y sabiendo los dos que iba a morir, me hizo prometer que reharía mi vida, que volvería a enamorarme y juntar mi vida con la mujer que amase.
En esos momentos lo consideré una idea estúpida, yo amaba a mi mujer, pero lo que no sabía es que ella lo había preparado todo, sabía lo que seguía sintiendo por ti y solo era cuestión de proporcionar el primer encuentro.
El día del entierro de mi mujer no lo podré olvidar en la vida. Me impresionó mucho verte allí, bellísima y poder abrazarte. Pensé mucho en ti, hasta que me decidí a llamarte y nos tomamos ese café, que fue el comienzo de todo de nuevo.
No me arrepiento de nada, y me alegra saber que he cumplido el deseo de Feli.
Ese día lo terminamos de la mejor manera. Los dos en mi casa, en mi cama, desnudos y dándolo todo. Todo volvía a ser como fue al principio, y como tenía que haber sido. No era tiempo de lamentaciones, de lo que pudo ser y no fue. Volvíamos a estar juntos de nuevo, con un futuro esperanzador por delante.
Ya han pasado cinco años desde nuestra boda. Fue muy íntima, solo nos juntamos diez personas, pero para nosotros fue un día maravilloso.
Nos fuimos de viaje de novios a Tailandia, quince días maravillosos con el hombre de mi vida. Dejamos a los chicos solos, pero los abuelos, se pasaban casi a diario para ver que todo estaba en orden.
Clara y David ya no están juntos, se quieren, se aman con locura, pero los dos están de erasmus, muy lejos el uno del otro y no querían ataduras. Lo hablaron, lo razonaron y llegaron a la conclusión de que si se amaban y todo seguía su curso, cuando todo acabase y volvieran a encontrarse, si esa llama seguía viva, volverían a juntar sus vidas.
Creo que esa decisión por parte de los dos fue muy madura. A Clara le hacía falta tener más aventuras, más bagaje con los chicos, y aunque suene basto, conocer más pollas, no solo la de David.
Dani y yo no nos separamos. Al tener la posibilidad de teletrabajar, cuando él o yo, tenemos que viajar a congresos o exposiciones, nos vamos juntos y compartimos esos días cuando termina la jornada, nos juntamos y nos contamos todo lo que hemos hecho.
Amo a mi marido, lo amo con locura, y el destino me ha dejado tener la vida que siempre deseé con él. Mi estupidez me quitó veinte años de mi vida, de estar con la persona que amaba. Fue una lección que aprendí y eso no lo olvido. Solo pienso pasar el resto de mis días haciendo feliz a mi amor.
Reservados todos los derechos. No se permite la reproducción total o parcial de esta, y todas mis obras publicadas, ni su incorporación a un sistema informático, ni por cualquier medio, sin la autorización previa y por escrito del titular del copyright. La infracción de dichos derechos puede constituir un delito contra la propiedad intelectual.