April 29

30 días en casa de mis tíos  

Tiempo estimado de lectura: [ 50 min. ]

Jamás se pudo imaginar el joven Ezequiel lo que ocurriría durante su mes de estancia en casa de sus tíos.

PRÓLOGO

Las líneas de la carretera se desvanecían bajo el rugido monótono de las ruedas del coche de Beatriz. Ezequiel, su hijo, permanecía ensimismado en el asiento del copiloto, como si la tristeza se hubiera apoderado de su ser.

─ Vamos, Ezequiel, anímate. Solo será un mes ─ murmuró Beatriz, sus palabras flotando en el habitáculo en un intento de disolver la melancolía que envolvía a su hijo. ─ Sabes que llevo mucho tiempo trabajando duro para esta oportunidad.

Ignorando a su madre, Ezequiel permanecía en silencio, con la cabeza apoyada en el frío cristal de la ventanilla, como si el paisaje que se deslizaba ante él no tuviera importancia.

Con determinación, Beatriz tomó una salida de la autovía, adentrándose en un pueblo que cruzaron por completo. Siguiendo una carretera serpenteante, llegaron a una zona de chalets adosados.

En la verja de uno de esos chalets aguardaba Carla, la hermana mayor de Beatriz, junto a su marido. Ambos sonreían al ver el coche acercarse.

─ Vamos, cariño, no será para tanto. Son tu familia y serán agradables contigo ─ intentó consolar Beatriz mientras Ezequiel, con gesto renuente, abandonaba el vehículo.

─ Pero apenas los conozco, mamá ─ gruñó Ezequiel mientras pisaba tierra firme, enfrentándose a un futuro incierto bajo el techo de unos parientes desconocidos.

Carla corrió hacia su hermana, abrazándola efusivamente.

─ ¡Qué alegría verte, hermanita! Aún no me creo que vayas a presentar un desfile en Milán ─ dijo Carla con una sonrisa radiante.

─ Sí, aún me cuesta asimilarlo ─ respondió Beatriz, devolviendo la sonrisa.

─ Buenos días, Beatriz ─ saludó Miguel, el marido de Carla.

─ Buenos días, Miguel ─ respondió Beatriz, aunque su rostro adquirió un matiz más sobrio.

Carla se volvió hacia Ezequiel con un brillo de curiosidad en los ojos.

─ Mírate, Ezequiel, ¡cuánto has crecido! ¿Qué edad tienes ya? ─ le preguntó a su sobrino.

─ Cumplo 19 en dos meses ─ dijo Ezequiel tímidamente.

─ Todo un hombre ya ─ exclamó Miguel, dándole una enérgica palmada en la espalda que casi desmonta al joven.

Miguel, un hombre impetuoso y tosco, tomó la iniciativa.

─ Vamos, pasad. Dame tu equipaje, Ezequiel.

Mientras tanto, las dos hermanas se quedaron charlando en el salón, compartiendo historias y risas. Miguel acompañó a Ezequiel a su habitación y le mostró un poco la casa.

─ Y aquí está lo mejor de la casa, la piscina ─ dijo Miguel orgulloso.

─ Está muy bien, hace mucho calor este verano ─ respondió Ezequiel.

Desde la ventana de la cocina, Carla interrumpió.

─ Ezequiel, ven a despedirte de tu madre, ya se va.

En la entrada, Beatriz se despedía de su hijo, quien mantenía un gesto torcido.

─ Bueno, cariño, me marcho. Verás que un mes se pasa volando. Anda, dame un beso y alegra esa cara; no es el fin del mundo.

─ Sí, mamá, estaré bien. Mucha suerte ─ dijo el joven, dándole un beso en la mejilla.

Ezequiel observó cómo su madre se alejaba en el coche mientras su tía le acariciaba cariñosamente la espalda, intentando brindar consuelo.

SEMANA1

El sol se alzaba casi en su punto más alto. Ezequiel se encontraba sumido en la monotonía del cuarto día en casa de sus tíos hasta que Miguel irrumpió en su habitación.

─ Ey, sobrino, ¿qué haces? ─ inquirió Miguel con un brillo curioso en los ojos.

─ Nada especial, aquí aburrido ─ murmuró el joven, su voz tintineando con desgano.

─ ¿Por qué no me ayudas a limpiar la piscina? Así te distraes ─ sugirió Miguel.

─ Está bien tío ─ accedió Ezequiel, levantándose con indiferencia.

Miguel, le dio algunas instruccionesa Ezequiel sobre la depuradora. Mientras el joven manejaba la red para retirar las hojas en la superficie del agua, Miguel deslizaba el succionador por el fondo de la piscina.

Carla hizo su entrada, despojándose de un fino batín para revelar un bikini que abrazaba su figura madura y atractiva. Aunque superaba los 50, su piel aún desafiaba el tiempo.

─ Miguel, cariño, ¿puedes echarme crema? ─ solicitó Carla a su esposo.

─ Claro que sí, mi amor. Toma, Ezequiel, sigue tú ─ indicó Miguel, ofreciéndole el limpia fondo.

El joven continuó con la tarea, sus ojos inquisitivos deslizándose sobre la pareja madura. Miguel esparcía la crema protectora con manos expertas, mientras Ezequiel, a sus 19 años, se preguntaba cómo sería experimentar el tacto de una mujer de esa manera. Hasta ahora, su travesía sexual se había limitado a besos con lengua, pero la curiosidad ardía en él como una llama prohibida.

Cuando Miguel completó su tarea, regresó junto a Ezequiel con una sonrisa intrigante.

─ ¿Qué tal? ¿Has terminado de limpiar el fondo? ─ preguntó Miguel al joven.

─ Eh... Sí, ya casi está, tato ─ murmuró Ezequiel, aún con su atención aún dividida.

─ Bien, termina ahí que voy por el cortacésped ─ anunció Miguel, encaminándose hacia el pequeño cobertizo.

Mientras el joven concluía su tarea, sus ojos insistían en dirigirse a su tía, que reposaba bajo el sol en una hamaca. Su piel resplandecía, reflejando la luz del sol sobre la crema.

─ Venga, termina con eso, Ezequiel. Te voy a enseñar a arrancar el cortacésped ─ dijo Miguel, sacándolo de su ensimismamiento.

─ Sí, voy tío ─ respondió el joven, retirando el limpia fondos del agua y dejándolo a un lado.

Miguel explicaba los detalles del cortacésped, indicando dónde colocar el combustible y qué pasos seguir antes de ponerlo en marcha.

─ ...Y luego tiras con fuerza de esta cuerda hasta que arranque. Venga, inténtalo tú ─ instó Miguel, ofreciéndole el tirador de la cuerda.

El joven se dispuso a tirar con determinación, pero en ese instante, Carla se arrodilló para acomodar la toalla en la hamaca, ofreciendo una visión perfecta de su redondo culo, distrayendo a Ezequiel.

─ No así no, Ezequiel. Tienes que tirar con un movimiento seco y con fuerza ─ aclaró Miguel.

─ Sí... sí... ─ respondió el joven, intentando concentrarse.

Finalmente, concentrado en su tarea, logró arrancar el cortacésped. Miguel continuó con las instrucciones, elevando la voz por el ruido del motor.

Ezequiel recorrió el pequeño césped, sudando por el esfuerzo, y en poco tiempo completó la tarea.

Carla, ajustándose el batín dejándolo entreabierto, se acercó a ellos.

─ Ezequiel, estás sudando. ¿Quieres algo de beber? ─ ofreció, mientras el joven no podía resistirse a explorar la abertura del batín, desde el escote de sus tetas bajando por su vientre hasta su entrepierna.

Miguel notó la mirada del joven hacia su esposa, pero en lugar de molestarse, le pareció divertido. Era algo normal para un joven de su edad, pensó.

El día concluyó con una cena y una distendida charla entre los tres.

La mañana siguiente, Ezequiel acompañó a Carla en sus quehaceres, mientras Miguel se sumergía en su trabajo. De regreso a casa, colocaron las compras en la despensa.

─ Ezequiel, si quieres, ve a la piscina a refrescarte. Voy a preparar la comida y me uniré después ─ sugirió Carla.

El joven se encaminó a cambiar y se sumergió en la piscina. Mientras nadaba, Carla emergió al jardín, liberándose del batín para ofrecer su cuerpo al sol. Ezequiel, aparentando secarse el rostro, le dirigía miradas furtivas mientras ella aplicaba crema en sus brazos y piernas.

─ Ezequiel, ¿no quieres ponerte crema? ─ preguntó Carla, ofreciéndole el bote.

─ No, tata, gracias. Voy a ir a mi habitación a estudiar un poco ─ respondió el joven.

─ Hazme un favor, ponme crema en la espalda antes de irte ─ solicitó Carla, y el joven, algo temeroso, tomó el bote y puso crema en su mano.

Comenzó por la parte alta, descendiendo gradualmente. La piel de la mujer madura tenía un tacto embriagador que excitaba al joven.

─ Listo, tía─ anunció apresurado, buscando su toalla para limpiarse las manos.

─ Espera, aprovecha lo que quedó en tus manos y ponme en los hombros ─ pidió Carla, dándose la vuelta.

El joven obedeció, incapaz de evitar la mirada hacia sus senos, provocando el inicio de una erección.

─ Listo, ya está, tía. Voy adentro a estudiar ─ dijo apresurado, intentando ocultar el creciente bulto en su bañador.

─ Gracias sobrino, eres un sol ─ le dijo ella, observándolo entrar en la casa con una sonrisa traviesa. A pesar de los intentos de Ezequiel de ocultar su excitación, Carla percibió algo peculiar en su actitud, imaginándose a qué se debía.

En su habitación, Ezequiel se sentó junto a la ventana, intentando concentrarse en sus estudios mientras la excitación persistía. Entre las láminas de la persiana, vislumbraba a Carla disfrutando de la piscina. Incapaz de resistirse, se levantó, miró por la ventana y deslizó su mano en el bañador, entregándose a la lujuria de la clandestinidad.

A punto de alcanzar el clímax, notó el pomo de la puerta girar. Rápidamente, se sentó, simulando buscar algo en el libro, justo cuando Miguel entró en la habitación.

─ ¿Qué tal, Ezequiel? ─ saludó Miguel.

─ Bien, tío, aquí con los estudios ─ respondió el joven con la voz entrecortada y el corazón acelerado.

─ Eso está bien. Que seas aplicado en tus estudios. Bueno, te veo ahora abajo; ya mismo comeremos.

─ Sí, luego bajo.

Miguel salió de la habitación, cerrando la puerta tras de sí con una sonrisa maliciosa en su rostro.

Después del almuerzo, Ezequiel mencionó que daría una vuelta por el pueblo.

─ ¿Quieres que te acompañe? ─ ofreció Miguel.

─ No, tío, no te preocupes. Quédate y descansa.

─ Está bien. Ten cuidado cuando vayas por la carretera, andando hasta el pueblo.

─ Sí, descuida.

El joven se cambió de ropa y se encaminó hacia el pueblo

Mientras Ezequiel exploraba las calles del pintoresco pueblo, el maduro matrimonio se sumía en una cálida tarde en la piscina.

─ ¿Qué tal en el trabajo, cariño? ─ preguntó Carla, nadando hacia él y rodeándolo con sus brazos.

─ Todo bien, amor. ¿Y tú en casa con Ezequiel? ─ respondió Miguel, sus labios dirigiéndose al cuello de su esposa.

─ Bien, es un joven que no da ruido. Aunque pasó algo curioso, le pedí que me pusiera crema en la espalda y creo que se excitó.

─ ¿Y a ti te excitó? ─ preguntó él, abriendo el bikini y liberando sus senos.

─ Mmm ─ suspiró Carla al sentir los labios de su marido en sus pezones─ un poco sí... mmm.

─ Cuando llegué de trabajar, entré en su cuarto y creo que te estaba espiando en la piscina mientras se masturbaba ─ confesó Miguel, dirigiendo su mano al bajo vientre de Carla.

─ Mmm... vamos al dormitorio, cariño... ─ suplicó ella.

Salieron del agua entre risas traviesas, y mientras se secaban, subieron a su dormitorio.

El sol ya rozaba el horizonte cuando Ezequiel se encaminaba de vuelta. Había dado un gran rodeo por la zona y llegó a la casa por la puerta trasera. Afuera, todo estaba en silencio, solo interrumpido por los chorros de la piscina removiendo el agua. Entró en la casa, y aunque inicialmente todo estaba en silencio, a medida que se adentraba, comenzó a escuchar algunas voces.

Al llegar a la escalera, Ezequiel supo perfectamente a qué se debían las voces. Subió lentamente permaneciendo en el último escalón, ahora podía distinguir perfectamente gemía descontrolada.

─ Siiii... asi cariño... follamedurooo ─ gritaba Carla.

Allí permaneció el joven unos minutos escuchando sus gemidos y cuerpos chocar hasta que su tío elevo la voz.

─ Me corro cariño me corro ─ suspiraba miguel mientras se oía el crujir de la cama ─ aahhh...abre la boca cariño...ohhhasi chúpalo trágatelo todo mi amor...

Ezequiel en ese momento bajo en silencio las escaleras y salió del chalet algo conmocionado y con el corazón a mil por hora.

Deambulo como una hora haciendo tiempo para volver y cuando entro de nuevo todo parecía a volver a ser normal. Su tío estaba en su sillón viendo las noticias cuando su tía cruzo el salón con una bandeja de ensalada en las manos.

─ Ey justo a tiempo jovencito, ya casi vamos a cenar ─ le dijo su tía cuando paso junto a él dándole un beso en la mejilla.

Ezequiel se quedó unos segundos pensativo, los labios de su tía que antes debían de estar llenos del esperma de su tío ahora los tenía en su cara. La imagen de su tía con cara de vicio y llena de semen apareció en su mente, hasta que su tío lo saco de su ensoñación.

─ Espabila sobrino que te quedas pasmado ─ dijo miguel levantándose ─ anda vamos a poner la mesa.

Durante la cena Ezequiel intentaba seguir la conversación con sus tíos, pero las imágenes que su mente creaba a partir de lo que había escuchado a escondidas le hacía despistarse. Esa noche cuando ya todos dormían el joven no pudo aguantar más y en la oscuridad de su cama se masturbo pensando que era el quien hacia gemir asi su tía.

SEMANA2

Una nueva semanase desplegó ante Ezequiel, una semanamás para dejar que su mente se sumergiera en las fantasías que tejía con su tata. Cualquier ocasión era propicia para espiarla en la piscina o cualquier posición que revelara las curvas de su maduro cuerpo alimentaba la llama de su imaginación. En ese momento, mientras compartían el almuerzo, su mirada se deslizaba furtivamente sobre Carla, embriagándose con cada detalle.

─ Uff, estoy molido ─ expresó Miguel, soltando el cubierto en la mesa y estirando la espalda ─ creo que me echaré a dormir un rato.

─ Claro, cariño, descansa ─ dijo Carla, acariciando su espalda ─ yo fregaré los platos y luego tomaré el sol en la piscina.

Ezequiel vio una oportunidad para espiar a su tia de nuevo ─ Tia, ve a tomar el sol después. Yo recogeré y fregaré la cocina ─ ofreció servicialmente.

Miguel le dirigió una sonrisa traviesa a su mujer, quien le devolvió la misma mirada antes de contestar ─ Gracias, Ezequiel, es un detalle.

Así lo hicieron, Miguel se retiró a descansar en la planta de arriba, Carla le siguió para ponerse el bikini, y Ezequiel recogió la mesa, llevando todo a la cocina para comenzar a fregar.

─ Tu sobrino algo trama, seguro que quiere verte tomando el sol ─ comentó Miguel a Carla, ya una vez en el dormitorio.

─ ¿Tú crees? ─ contestó de forma traviesa, ya desnuda, mientras elegía el bikini.

─ Seguro. Haz algunas poses provocativas y mira disimuladamente por la ventana.

─ Qué pervertido eres a veces, cariño ─ dijo ella riéndose.

─ Ya no te acuerdas en el club, ¿cómo te gustaba que te empotraran los jovencitos con sus vigorosas pollas?

─ De eso ya hace mucho tiempo, cariño, no era tan mayor como ahora ─ dijo Carla con cara de lujuria mientras ajustaba el elástico del bikini en la entrepierna.

─ Tú prueba y luego me cuentas.

Abajo, en la cocina, Ezequiel había comenzado a fregar lentamente, esperando que Carla apareciera en escena.

─ Ezequiel, cariño, échame crema en la espalda ─ dijo Carla entrando en la cocina y sorprendiendo al joven, al que casi se le cae un plato.

─ Sí... voy ─ dijo él desconcertado, intentando no mirar su cuerpo descaradamente.

Se secó las manos, puso algo de crema y comenzó a esparcirla por su espalda.

─ Uuuhh... tienes las manos heladas ─ dijo ella al sentir sus manos, erizando su piel.

Cuando terminó, ella se giró, y entonces pudo ver los pezones de ella erectos bajo la tela del bikini.

─ Gracias ─ dijo ella plantándole un beso en la mejilla y pegando su entrepierna en el muslo del joven, llegando a sentir levemente la polla de su sobrino.

Él suspiró aliviado cuando ella salió de la cocina e intentó relajarse de nuevo, pero en vano, ya que ahora podía ver a Carla, la cual no tuvo pudor en hacer poses sugerentes mientras se untaba crema por el resto del cuerpo, abría sus piernas descaradamente o se agachaba dándole una buena visión de su culo. Al otro lado de la ventana, Carla colocaba la hamaca fingiendo buscar el sol cuando en realidad lo que quería es ponerse frente a la ventana. Se tumbo bocarriba con sus gafas de sol abriendo sus piernas lo suficiente como para darle una buena visión a su sobrino. Ezequiel no perdía detalle mientras pasaba lentamente el estropajo por una sartén. Su polla había comenzado a despertar y cuando su tía se dio la vuelta colocándose en cuatro estirando la toalla, la visión de su culo y el bulto de su coño en el bikini le hizo secar una de sus manos y comenzar a acariciarse la polla. Carla tomo su móvil y le escribió a su marido, “He hecho lo que me has dicho, tenías razón”. Al poco vibro su móvil, “Lo sabía”.

El joven hacia como el que fregaba mientras seguía acariciando su polla cuando la voz de su tío retumbo en sus oídos.

─ ¿Esta buena tu tía eh? ─ dijo miguel desde la puerta de la cocina.

Ezequiel rápidamente soltó su polla y siguió como haciendo como el que fregaba.

─ ¿Cómo dices tío? ─ respondió el con un hilo de voz mientras se pegaba al fregadero para que no notara su erección.

─ ¿No te parece atractiva? ─ pregunto Miguel acercándose a él.

─ No sé, es mi tía. No la veo de ese modo ─ dijo el, aunque ni el mismo se creía sus palabras.

─ Bueno imagina que no lo es, ¿No te follarias a una mujer como ella? ─ prosiguió Miguel.

Por un segundo alzo la vista hacia su tía ─ No sabría que decirte, nunca he estado con una mujer como ella ─ contesto el joven intentando evadir la pregunta.

─ ¿Y con qué tipo de mujeres has estado?

─ Bueno realmente aun con ninguna ─ dijo con una sonrisa vergonzosa.

─ Prueba con tu tía, a mí no me importaría.

─ Estas loco tío ─ dijo Ezequiel con una risa nerviosa.

─ Tu piénsalo. Además, solo es sexo, disfruta la vida ─ y diciendo eso salió de la cocina.

Miguel se dirigió al encuentro de su mujer en la piscina bajo la atenta y desconcertada mirada de su sobrino.

─ ¿Que tal cariño? ─ preguntó a su esposa mientras se tumbaba en la hamaca de al lado.

─ Bien, aquí dándole un buen espectáculo a mi admirador ─ contesto ella con una sonrisa traviesa acariciándose el culo.

─ Pues parece que lo estás haciendo muy bien porque lo he pillado haciéndose una paja jaja.

─ ¿En serio? ─ pregunto carla sorprendida.

Entonces Miguel le conto la conversación con su sobrino y ella quedó tan sorprendida como el joven con la proposición.

─ Estas loco cariño, como voy a follar con mi sobrino.

─ ¿A caso no te da morbo?

─ Bueno un poco si... ─ dijo Carla tras dudar unos segundos.

─ Pues esta semanatendras la oportunidad, mañana tengo que ir a la otra sucursal de la empresa y estare casi toda la semanafuera.

─ No se cariño... me parece pasarse de la raya.

Carla a pesar de su reticencia el brillo de sus ojos delataba el deseo de tener una joven polla a su disposición.

─ Tu piensalo ─ y diciendo lo mismo que a su sobrino se levanto y se zambulló en la piscina.

A la mañana siguiente, Ezequiel ayudaba servicialmente a Miguel con el equipaje.

─ Gracias ─ le dijo Miguel ─. Bueno, será mejor que salga ya, o perderé el avión.

Se despidió de su mujer con un cálido beso.

─ Portaros bien ─ dijo Miguel a los dos, con una mirada de complicidad y una sonrisa traviesa.

─ Sí, descuida ─ dijo Ezequiel, algo nervioso.

─ Buen viaje, mi amor ─ dijo Carla, lanzándole un beso con la mano.

Carla y Ezequiel se quedaron en la puerta unos instantes, viendo cómo el coche se perdía por la sinuosa carretera.

─ Bueno, nos hemos quedado solos ─ dijo Carla, dándole una suave caricia en la cara y encaminándose al interior de la casa.

Ezequiel se quedó mirando el culo de su tía, mientras las palabras de la proposición Miguel el día anterior retumbaban en la cabeza del joven.

Por la mañana, ambos parecían evitarse, aunque sus miradas se llenaban de complicidad cada vez que tía y sobrino se cruzaban. Después de comer, ella se dispuso a fregar los platos, y él se ofreció a ayudarla. Los dos, de pie, fregaban, y ambas sonrisas surgían cada vez que sus cuerpos o manos se rozaban.

─ Bueno yo creo que me iré a la piscina un rato ─ dijo Carla. ─ Yo subiré a mi cuarto a estudiar.

─ ¿Me pones crema en la espalda antes cariño? ─ le pidió.

─ Claro tia, vamos.

El joven comenzó por los hombros y fue bajando por su espalda disfrutando del contacto de la piel de su tia, pero cuando iba a terminar, ella le pidió que le pusiera en sus piernas por detrás también.

Nervioso, el joven hizo lo que le pidió. Fue esparciendo la crema desde abajo subiendo poco a poco, como queriendo que aquello durar lo maximo posible.

─ Mmm... ─ suspiro Carla al sentir una de las manos de su sobrino por el interior de sus muslos.

Ezequiel no perdia de vista el culo de su tia y el bulto de su coño en el bikini mientras se resistia a arrancarselo y acariciar sus mas reconditos rincones.

─ Listo tia... ─ dijo Ezequiel con un nudo en la garganta incorporandose.

─ Gracias sobrino ─ le agradecio Carla rodeando su cuello y dandole un cariñoso beso en la mejilla ─ ¿por qué no te quedas un rato conmigo?

─ Tengo mucho que estudiar tía, pero puedo un rato.

─ Genial cariño, anda quítate la camiseta que te ponga crema.

Él se la quito y ella comenzó a untar crema por su espalda ─ No te preocupes, cariño, es solo un rato asi te distraes─ susurró ella, deslizando sus manos por la piel del joven mientras aplicaba la crema con movimientos sensuales.

─ Gracias, tía ─ respondió él, sintiendo la piel electrificada por el contacto.

─ Date la vuelta ─ le pidió ella.

Se puso bastante crema en sus manos y comenzó a recorrer el torso desnudo de su sobrino.

─ Mmm... ─ suspiro Ezequiel cuando la mano de su tía paso por debajo de su ombligo.

Deseaba que en ese momento siguiera más abajo y agarrara su polla, pero tuvo que mantenerse sereno pues comenzaba a tener una leve erección.

─ Estás tenso, Ezequiel. Deberías relajarte un poco más ─ sugirió ella dedicándole unas sutiles miradas al bulto de su entrepierna, sus dedos dejando un rastro de calor a su paso.

─ Ssi... debe ser por los exámenes ─ balbuceo el joven.

─ Listo cariño, vamos a tomar un rato el sol y luego nos damos un baño.

Carla y Ezequiel compartían el sol en un silencio cómplice. Él disimuladamente admiraba el cuerpo de ella, con cuidado, pues se había puesto las gafas de sol. Ella lo tentaba abriendo sus piernas o pasando sutilmente sus manos por sus pechos.

─ Bueno, yo voy a meterme a la piscina ya que se hace tarde ─ dijo el, dando un salto y zambullendose en la piscina rapidamente para que ella no viera como su polla habia comenzado a ponerse dura.

─ Espera que yo también ─ dijo Carla, quitándose las gafas de sol.

Pasaron un rato divertido, lleno de complicidad, hasta que él decidió salirse.

─ ¿A dónde crees que vas? ─ dijo ella bromeando y agarrándolo de sus hombros, lo sumergió de nuevo en el agua.

El queriendo vengarse hizo lo mismo y para deleite de Carla pudo sentir la polla de su sobrino contra su culo. Bromearon un poco más, pero cuando tuvo ocasion Ezequiel

Ezequiel se encaminó a su cuarto para estudiar, mientras Carla se quedó un poco más, disfrutando del sol que acariciaba su piel.

El joven colocó los libros sobre el pequeño escritorio, decidido a concentrarse en sus estudios, pero la tentación de mirar a su tia por la ventana fue irresistible.

Mientras tanto, en la piscina, Carla yacía en la hamaca, con las gafas de sol puestas y podía distinguir la figura de su sobrino en la ventana. La idea de sentirse observada la excitó, y en un acto de atrevimiento, se quitó la parte de arriba del bikini, dejando sus tetas al descubierto.

Ezequiel no salía de su asombro ante el espectáculo que la mujer madura le ofrecía. Los rayos del sol acariciaban la piel de Carla, resaltando la sensual curva de sus pechos con sus pezones erectos mientras Ezequiel, incapaz de apartar la mirada, sacaba su polla del bañador y comenzaba a masturbarse. El joven, absorto en la visión, sentía cómo su pulso se aceleraba, su respiración se volvía más profunda. Carla, intuia a que se debian los movimientos de la figura de Ezequiel, sonrió con picardía y disfrutando del juego sensual comenzo a untar crema solar por sus tetas. Se las sobaba suavemente de forma sensual para el deleite de su observador.

Ezequiel aumento el ritmo y de forma descontrolada comenzo a correrse, atrapo una camiseta y derramos espesos chorros de semen sobre ella.

El joven resopló recuperando el aliento, pero su corazon casi se le para al abrir los ojos y percartarse de que su tia ya no estaba en la hamaca y sonaban unos pasos por el pasillo. Instintivamente tiro torpemente la camiseta debajo de la cama y disimulo aparentando estudiar.

Carla entro en la habitación ─ ¿Que tal sobrino? ¿Como van los estudios? ─ preguntó mostrando un falso interes en sus estudios.

─ Ehh... bien tia... ─ contesto el titubeando y temeroso de que su tia viera la camiseta que asomaba bajo la cama intento empujarla con el pie.

El gesto sospechoso del joven no paso desapercibido para Carla, pero hizo como si no se hubiera dado cuenta.

─ Siento interrumpirte, pero ¿podrias ir al pueblo a hacerme unos recados?

─ Si claro tia.

Ambos bajaron al salón, ella tomo su bolso y le dio algo de dinero asi como lo que tenia que comprar. Ezequiel camino hacia el pueblo rememorando a su tiaacariciandose sus tetas.

Carla espero unos minutos y subió rápidamente a la habitación del joven. Fue directa coger la camiseta que asomaba debajo la cama. Tal como la tomo con su mano la noto mojada y por el olor que desprendía sus sospechas se confirmaron. La extendió y se sorprendió de la gran mancha que tenía imaginándose la enorme carga que había echado su sobrino.

Instintivamente la acerco a su cara embriagándose de su fragancia, se tumbó en la cama y abriendo la fina bata comenzó a acariciarse. Mientras que una mano mantenía la camiseta cerca de su cara con la otra saco sus tetas y comenzó a pellizcar sus erectos pezones. Luego bajo su mano metiéndola debajo del bikini hasta llegar a su húmedo coño. Sus dedos entraban y salían de su coño imaginándose a su sobrino expulsando todo aquel juvenil semen, deseando que fuera sobre ella donde lo derramara.

Su cuerpo se convulsionaba, anunciando un intenso orgasmo. Bajó la mano que sujetaba la camiseta y comenzó a frotarla por su empapado coño, encontrando la ansiada explosión de placer y soltando un gran gemido liberador.

Temiendo que Ezequiel llegara, intentó dejar la camiseta como estaba, aunque ahora estaba aún más empapada, y salió de la habitación

No pasó mucho tiempo cuando escucho la puerta principal abrirse seguido de la voz de su sobrino.

─ Tía ya regresé.

─ Gracias cariño ─ le dijo Carla con mirada traviesa.

─ No hay de que, bueno voy a arriba a seguir estudiando.

Una vez en la habitación fue directamente a recoger la camiseta para lavarla, pero para su desconcierto la notó demasiado mojada.

Asi sin imaginar lo que había sucedido con su camiseta cuando fue a por los recados entro en el baño y enjuagó la camiseta antes de echarla al bombo de la ropa sucia. Luego siguió estudiando, aunque le fue difícil concentrarse con la constante imagen de su tía en la cabeza.

Al día siguiente, de nuevo en la piscina, Carla llegó con un pequeño bikini delicadamente atado en sus caderas. Se acercó a su sobrino y le pidió que le pusiera crema protectora comenzando de nuevo una malevolo juego. El joven, con gusto, recorrió toda la espalda y sus piernas de su tia, llegando a rozar sus nalgas.

─ Ezequiel, ponme crema por delante también ─ le pidió Carla.

─ Sí... claro ─ titubeó el joven, sorprendido por la petición. Comenzó por sus piernas, subiendo hasta su vientre, y entonces tuvo que detenerse.

─ Ezequiel, ¿te importa que me quite la parte de arriba? Es que no me gusta que me queden marcas ─ preguntó Carla.

─ Eehh... claro que no... es tu casa ─ alcanzó a decir el joven, con los ojos abiertos como platos. Carla deshizo el nudo, y sus pequeños pechos aparecieron majestuosos ante Ezequiel.

─ Continúa ─ le pidió Carla.

Él siguió esparciendo la crema protectora, llegando hasta sus brazos y hombros. Entonces, Ezequiel la miró buscando su aprobación de su tia.

─ Continúa ─ susurró Carla.

El joven se armó de valor y comenzó a poner crema sobre sus tetas, masajeando y regodeándose en su tarea. Sentia como los pezones de su tia se endurecian con sus caricias hasta que ella le pidió que se tumbara boca abajo para ponerle ella crema a él.

─ Relájate ─ le susurró Carla, sintiendo el leve temblor en las manos del joven mientras ella extendía la crema por su espalda y hombros. La lujuria crecía entre ellos, alimentada por el calor del sol y las caricias

Carla esparció la crema por la espalda del joven con manos expertas, explorando la musculatura que se revelaba bajo sus dedos. Fingiendo la necesidad de agacharse para alcanzar sus hombros, dejó que sus pezones rozaran de manera provocativa la piel de Ezequiel.

Luego, le pidió que se diera la vuelta, y en ese momento, Ezequiel ya mostraba un evidente ereccion en su entrepierna. Carla disimulaba, pero podía sentir la dureza claramente entre sus piernas y no dudaba en apretarse ligeramente para sentir la polla de su sobrino en su coño. Siguio esparciendo la crema sobre el pecho del joven mientras los roces se sucedian.

─ Parece que necesitas un poco más de crema aquí abajo ─ susurró Carla, llevando una de sus manos hacia atras hasta poder agarrar la erecta polla de su sobrino, el cual no podia salir de su asombro.

Entonces Carla desato los cordones de sus caderas que sujetaban la parte inferior del bikini. Ante Ezequiel estaba el coño de su tia, completamente depilado salvo un poco de bello en el pubis, e instintivamente se incorporo hasta llevar su boca hasta el.

Carla metió la mano dentro del bañador del joven pudiendo sentir la piel de su polla. La sentía crecer aun más en su mano hasta el punto de quedar impresionada por su tamaño. Sin poder contenerse más se levantó rápidamente y se giro poniendo esta vez su culo ante la cara de Ezequiel. La polla de Ezequiel sobresalia del bañador y ella terminó de sacarla completamente. Quedó impresionada por su tamaño agarrándola con sus dos manos. El joven por su parte, se había apoderado de las nalgas de su tía mientras lamía su coño.

─ Por dios sobrino, que pollón tienes… ─ dijo Carla antes de inclinarse y meterse la cabeza de la polla en su boca.

Al sentir la el calor de la boca se su tía, para Ezequiel parecía que se habían abierto las puertas del cielo. Era su primera mamada y se la estaba habiendo su propia tía.

Carla intento tragarse completamente aquella enorme polla, pero le era imposible y al sacarla de su boca para tomar aire un potente chorro de semen salió disparado hasta sentirlo caer sobre su espalda. Ella rápidamente la volvió meter en su boca recibiendo el resto del dulce néctar de su sobrino, el cual le comía su coño con más intensidad hasta el punto que la hizo correrse a ella también.

Tras exprimir a conciencia la polla de su sobrino, Carla se incorporó y se acercó a besarlo suavemente.

─ ¿Te gustó Cariño?─ Le preguntó a su sobrino.

─ Mucho tía, pero ¿esto está mal no?

─ Tranquilo sobrino solo es sexo ─ contesto ella con una sonrisa traviesa antes de darle un nuevo beso y riéndose corrió y se zambulló en la piscina completamente desnuda.

Emergió del agua bajo la atenta mirada de su sobrino

─ ¿Vienes?

El joven fue a recoger del suelo, pero su tia lo detuvo ─ Dejaloahi Ezequiel. El obedecio y zambulló en el agua tambien.

Sin palabras, dejaron que el agua los envolviera, sus cuerpos danzando en un juego de seducción sin fin. Poco a poco, se fueron acercando, las miradas intensas y los susurros apenas audibles llenando el aire alrededor de ellos. Cuando finalmente sus pieles se tocaron, fue como si el mundo se detuviera, y todo lo que importaba era la conexión lujuriosa que mantenian.

Sus labios buscándose con avidez y sus lenguas se entrelazaban mientras se entregaban al deseo que los consumía. Las caricias se volvieron más intensas, más lujuriosas, provocando gemidos suaves de placer. Carla podía sentir la excitación palpable de Ezequiel contra su cuerpo, su polla estaba de nuevo erecta y rozaba peligrosamente su coño

─ Sobrino... ─ susurró Carla entre besos mientras una de sus manos agarraba su polla y la llevaba hasta la entrada de su coño.

─ Tia... ─ murmuró él, su voz ronca y llena de pasión mientras la tomaba de sus caderas con firmeza haciendo que su polla empezara a abrirse paso por su humedo coño.

─ Oh... por dios Ezequiel que polla tienes... ─ suspiro carla al sentir como su sobrino la llenaba por completo.

Carla cruzo sus brazos por el cuello de su sobrino y comenzo a moverse ayudada por el joven que la agarraba por su cintura. Sus gemidos se alternaban con el chapoteo del agua.

─ Vamos fuera cariño... quiero disfrutar bien de tu polla ─ dijo Carla liberandosehabilmente y tomando de la mano a su sobrino lo llevo de nuevo a la hamaca ─ tumbate.

El joven obedecio quedando con su polla apuntando al cielo y Carla no dudo en agacharse metiendosela de nuevo en su boca. Cuando puso la polla de su sobrino a punto se incorporo, se puso sobre el y se dejo caer clavandosela de una estocada.

─ Ufff... ufff... ─ gemia Carla cada vez que subia lentamente para dejarse caer con fuerza sobre su sobrino.

Poco a poco Carla se movia con masvelozcidad provocando un fuerte sonido cada vez que sus cuerpos chocaban.

─ Ohtia se siente increible... voy a correrme otra vez.... ─ dijo suspirando Ezequiel.

─ Hazlo cariño... ah ah... lléname con tu leche... mmm.

Carla cada vez cabalgaba a su sobrino con más fuerza, hasta que este no pudo más y empezó a soltar su caliente carga en su coño.

─ Mmm... ─ suspiro carla clavándose aquella joven poya hasta la empuñadura al sentir el primer chorro de semen en su interior.

─ Oh tía que gusto... ─ dijo Ezequiel echando su cabeza hacia atrás una vez que termino de descargar sus huevos dentro de su tía.

─ Delicioso cariño... ─ dijo ella a la vez que se levantaba ─ aaahh... ─ gimió al sacarse completamente la polla de su sobrino.

Su coño aun dilatado dejo caer una parte de del semen de nuevo sobre la poya del joven y no dudo en agacharse a saborearlo de nuevo.

─ Mmm que rico sabes sobrino ─ dijo después de succionar y tragarse los restos de semen ─ Espero que me des mucho más estos días... ─ y a penas termino la frase volvió a tragarse la poya del joven hasta dejarla impoluta.

Llego el sábado y Ezequiel amaneció junto a su tía desnuda. Al admirar su cuerpo desnudo se excito y comenzó a acariciarse la poya pensando en todas las folladas que se había dado con su tía. Carla, al abrir los ojos, se encontró con la visión tentadora de aquel joven miembro erecto y no pudo resistirse.

─ Mmm... ¿tan temprano y ya tienes la poya dura? ─ preguntó Carla con una sonrisa lasciva, acercándose de inmediato para engullir su miembro con su boca hambrienta.

Carla se entregó con pasión a su tarea, los gemidos de Ezequiel la alentaban a profundizar, a devorar cada centímetro de su deseoso miembro mientras lo miraba directamente a los ojos. Después de unos minutos de intensa felación, su miembro alcanzó su máximo esplendor, y Carla no dejaría pasar la oportunidad.

Se colocó a cuatro patas en la cama, ofreciendo una vista tentadora de su trasero a Ezequiel, quien no necesitó más invitación. Se colocó detrás de ella, guiando su espada hacia la húmeda cueva de Carla y agarrándola con fuerza de las caderas, la embistió con violencia, llenando el ambiente con sonidos de carne chocando contra carne.

─ Aaahh ─ gemía Carla al sentirse completamente penetrada, su voz cargada de lujuria y deseo.

Ezequiel comenzó a moverse con un ritmo frenético, cada embestida hacia temblar las nalgas de Carla y provocando un torbellino de placer en su interior. ─ Sigue, Ezequiel... sigue metiéndome la polla asi... oh, qué gusto... ─ gemía Carla descontrolada.Los gemidos obscenos de Carla llenaban la habitación, incitando a Ezequiel a continuar más duro.

Ezequiel, concentrado en follar aquel maduro coño, no se habia dado cuenta de un detalle hasta que escucho la voz de su tia.

─ Hola cariño, has vuelto pronto ─ dijo con una sonrisa perversa.

El joven levanto la cabeza y se quedo tan congelado que ni pudo sacar la polla de dentro de su tia. En el marco de la puerta, de pie, los observaba su tio.

─ Yyyo...ttio... ─ tartamudeo Ezequiel.

─ Tranquilo sobrino, ya te dije que si conseguiasfollartela a mi no me importaba ─ dijo miguel entrando en el dormitorio y dejando su equipaje con una sonrisa de satisfaccion─¿ Que tal todo cariño? ─ le pregunto a su mujer.

─ Mmm... increible ─ contesto ella que seguiamoviendose, disfrutando de la polla de su sobrino en su interior a pesar de que habia perdido parte de su rigidez.

─ Bueno os dejo solos que acabeis ─ dijo inclinandose para besar a su mujer ─ toda tuya sobrino ─ le dijo a su sobrino antes de salir de la habitación.

Carla se dejo caer sacandose la flacida polla ─ ¿Que pasa sobrino? Te has venido abajo.

─ Como para no, casi se me sale el corazon. Creo ya no poder terminar tía.

─ Déjame eso a mí ─ y agarrando su poya volvió a meterla en su boca.

Carla se la introducía todo lo que podía una y otra vez. Ezequiel, a pesar de no poder quitarse la imagen de su tío observándolo desde la puerta, no pudo más que resistirse al placer que la garganta de su tía le provocaba.

─ Oh tiaaa... voy a correrme... ─ dijo agarrando su cabeza follándole su boca y tras unas breves embestidas comenzó a descargar su leche en la garganta.

─ Aggg...agggg ─ era lo único que alcanzaba a decir Carla intentando coger aire.

Cuando había descargado todo su semen, Ezequiel saco su polla de su boca seguido de una mezcla de semen y babas.

─ Ahhhhh... ─ suspiro Carla tomando aire acompañada de alguna que otra tos, aunque eso no le impidió arrojarse de nuevo sobre su polla para absorber toda esa mezcla de semen y babas hasta tragárselo todo dejando totalmente limpia la polla de su joven amante.

─ Al final si has podido eh sobrino ─ dijo Carla con una sonrisa traviesa mientras se golpeaba con la polla medio flácida, seguido de suaves chupadas en el glande.

─ Uufftía es que no puedo aguantar contigo.

─ Anda levántate que tu tío nos espera abajo.

─ Que vergüenza tía, no sé si puedo bajar.

─ Anda no seas tonto, ya lo has oído a él no le molesta más bien al contrario ─ dijo Carla riéndose.

Ambos bajaron, pero cada uno con un semblante diferente. Mientras Carla estaba radiante y sonriente, Ezequiel iba cabizbajo y serio.

─ ¿Qué tal sobrino? ¿Qué tal lo has pasado esta semanacon tu tía? ─ pregunto Miguel.

─ Bbbien... tio ─ contesto el joven sin levantar la mirada.

Carla le dirigio una mirada a su marido de complicidad para que le diera algo de tregua a su sobrino.

─ ¿Os apetece cafe? ─ dijo Miguel cogiendo la cafetera cambiando de tema.

─ Si por favor cariño, ya sabes como lo quiero.

─ Yo tambien tomare cafe, con un poco de leche.

Los tres desayunaron entre miradas y sonrisas de complicidad, aunque Ezequiel se sentia intimidado por su tio.

SEMANA3

Con los primeros destellos de luz del amanecer filtrándose por la ventana, Ezequiel se encontraba tendido en su cama, perdido en sus pensamientos mientras contemplaba el techo de su habitación. Se lamentaba por la vuelta de Miguel, pues su presencia cohibía sus ansias de entregarse libremente al cuerpo tentador de su tía.

De repente, unos murmullos y risas provenientes del dormitorio matrimonial lo sacaron de su ensimismamiento. Deslizándose sigilosamente por el pasillo, Ezequiel se dirigió hacia la fuente del sonido.

Como sospechaba desde un principio, la puerta abierta revelaba una excitantante escena. Miguel estaba arrodillado sobre la cama, reclinándose hacia atrás mientras Carla le practicaba una felación con maestría.

─ Oh, amor, me encanta como de dura la tienes esta mañana... házmelo por detrás... follame en cuatro ─ pidió Carla a su esposo mientras le daba sonoros chupetones a su glande.

Al cambiar de posición, el joven fue descubierto, pero en lugar de sorpresa, fue recibido con una sonrisa traviesa por parte de su tio.

─ Buenos días, chaval ─ saludó Miguel, incorporándose mientras se posicionaba detrás de su mujer agarradola de sus caderas.

─ Buenos días... ─ balbuceó Ezequiel, sin saber muy bien cómo reaccionar ante la situación inesperada.

─ Buenos... ahh... días, cariño ─ agregó Carla, cuyas palabras se entrecortaron al sentir la polla de su marido abrirse paso por su coño.

─ ¿Qué sobrino, no te animas? Seguro que tu tia agradece otro mastil más ─ sugirió Miguel, cuyas palabras insinuantes resonaron en la habitación mientras comenzaba a mover sus caderas con ritmo.

El joven se sentía indeciso, pero basto un guiño cómplice de su tia para impulsarlo a actuar. Con determinación, se acercó a la escena candente que se desarrollaba frente a él, mientras se despojaba de su ropa y exhibía su polla palpitante frente la cara de su tia. Carla no dudó ni un instante y, sin titubear, tomó su miembro entre sus labios, devorándolo con ansia y deseo.

Carla se deleitaba con las embestidas de aquellos dos machos, entregándose al éxtasis del placer mientras su cuerpo respondía con gemidos y espasmos de humedos deseos.

─ Espera, vamos a cambiar ─ sugirió Miguel, y rápidamente, las posiciones se invirtieron, con Ezequiel tomando el lugar detrás de Carla, ansioso por sumergirse en su ardiente coño.

─ ¡Ahhh! ─ gritó Carla al sentir la embestida del joven, definitivamente el de su sobrino era mas grande. Miguel aprovecho el lamento de su mujer para cogerla del pelo e incrustarle su polla hasta la garganta.

Siguieron disfrutando del frenesí carnal, entregados al placer desenfrenado mientras los gemidos y gorgoteos de la garganta de Carla llenaban la habitación.

─ Yo estoy casi, chaval, ¿y tú? ─ preguntó Miguel, con el sudor perlado en su frente, mientras continuaba con su polla perforando la boca de su mujer.

─ Yo... también... ─ respondió Ezequiel entre jadeos, sin detener el ritmo de sus embestidas.

─ Ahhhh... ─ suspiro hondo Carla cuando consiguio zafarse de la polla de su marido ─ Hacedlo sobre mi cara, por favor ─ pidió Carla, su voz cargada de lujuria y deseo mientras escupia hilos de sus propias babas.

Se arrodilló en el suelo del dormitorio mientras ambos se masturbaban frente a ella, acercándose a su rostro para que ella lamiera sus glandes.

─ Vamos llenadme de vuestra leche ─ pedia Carla mientras acariciaba sus huevos deseosa de que le llegara el primer chorro de semen, hasta que, finalmente, primero su marido derramo un espeso semen repartiendolo por su cara y luego su sobrino con potentes y abundantes chorros que llegaron hasta su pelo. ─ Uff sobrino... ─ suspiro miguel ─ asi da gusto empezar el dia ¿no? ─ le dijo mientras le daba unas palmadas en la espalda mientras su mujer seguia chupando sus ya flacidas pollas.

─ Bueno ¿Creen que me he ganado que estos dos sementales me hagan el desayuno? ─ dijo picaramente Carla mientras que con un dedo llevaba restos de semen a su boca.

─ Claro que si cariño, anda vamos sobrino.

SEMANA 4 La semana pasó como un torbellino de pasión y deseo desenfrenado, con Carla disfrutando plenamente de la compañía de sus dos hombres, ya sea juntos o por separado. Cada día era una nueva aventura erótica, un festín carnal en el que se entregaba sin reservas a los placeres del cuerpo.

─ Bueno, chaval, mañana ya viene tu madre a recogerte. ¿Qué tal si esta noche hacemos algo especial para celebrar tu última noche aquí? ─sugirió Miguel con una sonrisa traviesa, mientras le daba una sonora cachetada en las nalgas a Carla, quien respondió con un gemido levemente lascivo, su mirada traviesa prometiendo un festín de placer por venir, mientras recogía los platos de la cena con gracia y sensualidad.

─ A ver qué se os ocurre para superar esta semana, mis amores. Os espero en el dormitorio ─dijo Carla con una voz seductora y una mirada sugerente, tras dejar los platos en la encimera y dirigirse hacia la habitación principal, ondeando sus caderas con una gracia felina.

Impacientes, Miguel y Ezequiel terminaron de recoger el resto de la mesa y se dirigieron hacia el dormitorio, ansiosos por continuar la fiesta de placer que su amante les había prometido. Al entrar, se encontraron con una visión que les robó el aliento: Carla los esperaba recostada en la cama, ataviada con una ajustada lencería de red que apenas cubría sus voluptuosas curvas, sus pezones asomando tentadores a través de la fina tela.

Sin perder un segundo, los dos hombres se desvistieron con rapidez, sus cuerpos ansiosos por la caricia de la piel desnuda de Carla. Sus manos recorrieron cada rincón de su cuerpo, explorando cada curva, cada contorno con avidez y deseo insaciable, mientras sus lenguas se encontraban en un apasionado baile de deseo y lujuria.

Carla, una diosa entre dos hombres, los llevó al límite del placer con su habilidad para el sexo oral, hundiendo sus miembros palpitantes en lo más profundo de su garganta con maestría y pasión desenfrenada. Cambiaba de uno a otro con un frenesí voraz, arrancando gemidos de placer y retorciendo de éxtasis a sus amantes.

Miguel, excitado hasta el límite, se incorporó y colocó a su mujer en posición de cuatro, listo para follarla con furia animal mientras ella continuaba deleitando a Ezequiel con su boca.

Ezequiel podía sentir el placer que Carla experimentaba por la intensidad con la que succionaba su miembro, pero pronto su atención se desvió hacia otra sensación: los dedos de Miguel jugando con el ano de su mujer. Ella giró la cabeza hacia atrás, mirando a su marido con desconcierto, pronto arqueó la espalda y levantó la cabeza bruscamente al sentir un dedo completamente dentro de su recto. No tuvo tiempo de quejarse cuando Ezequiel la agarró del pelo y la guió de nuevo hacia su polla, haciendola saber que no habia lugar para objeciones.

Carla se dejó hacer, entregada al placer que le ofrecían sus dos amantes y cuando quiso darse cuenta, Miguel ya tenía dos dedos explorando su ano a placer. Entonces, Miguel se retiró de detrás de su mujer y sacó un pequeño bote de lubricante del cajón de la mesita de noche.

─ Ven, chaval, hoy vas a aprender algo nuevo ─dijo Miguel al joven, quien rápidamente se incorporó, excitado por la perspectiva de lo que se avecinaba.─ Y tú, quieta ahí ─ordenó a su mujer, quien los miraba con una mezcla de nerviosismo y lascivia mientras meneaba su trasero con ansias de más.

Miguel untó un poco de lubricante en los dedos de Ezequiel y los dirigió al ojete de su mujer. Tras unos minutos explorando aquel terreno desconocido, Miguel le puso más lubricante para que el joven se embadurnara su polla también. Carla observaba con una mezcla de excitación y temor cómo Ezequiel se preparaba enorme falo para penetrarla analmente.

─ Acércate, coloca la punta y empuja suavemente ─indicó Miguel al joven, mientras él mismo abría los cachetes de Carla ofreciendole su ojete abierto.

Siguiendo las indicaciones de Miguel, Ezequiel avanzó con delicadeza, sintiendo cómo el glande se abría paso con facilidad en el estrecho culo. Un gemido de placer escapó de los labios de Carla al sentirse invadida por aquel invasor.

─ Tranquilo, todo está bien, sigue... ─dijo Miguel, notando la preocupación en la mirada del joven─. Si ella no te pide que pares, continúa.

Con una mezcla de excitación y nerviosismo, Ezequiel ejerció una suave presión, sintiendo cómo el ano de Carla cedía poco a poco ante su avance. Un nuevo gemido escapó de los labios de Carla, esta vez mezcla de dolor y placer.

Ezequiel continuó avanzando, encontrando resistencia en cada centímetro, pero también el deleite de sentirse acogido por el cálido interior de su tia.

─ Pon más lubricante... ahhh... ─suplicó Carla, sintiendo cómo su ano se estiraba para dar cabida al miembro del joven, mientras él se esforzaba por complacerla.

─ Sácala suavemente ─pidió Miguel, observando con atención la expresión de Carla.

Cuando Ezequiel retiró su miembro, quedando el ano de Carla palpitaba frente a él. Tras una nueva dosis de lubricante, Ezequiel se preparó para volver a la carga. Esta vez, con más facilidad logró adentrarse casi hasta la mitad en el estrecho canal de Carla, quien gemía entre dolor y placer, entregada por completo.

─ Eso es, empieza a moverte, verás cómo va entrando todo ─indicó Miguel, animando al joven a seguir adelante.

Con suaves movimientos, Ezequiel fue penetrando más profundamente, pero su juventud e impetuosidad lo llevaron a empujar con más fuerza, atrayendo a Carla por las caderas hasta que su pubis chocó con fuerza con sus nalgas, provocando un gemido agudo y desgarrador de la mujer.

─ Ahhhhh... por dios... por dios me estás reventando ─gimió Carla, arqueando su espalda y golpeando el colchón con desesperación.

Las palabras de Carla hicieron titubear al joven por un momento, pero la lascivia en su rostro lo alentaba a continuar.

─ Esos es, ahora ya sabes qué hacer ─dijo Miguel, soltando las nalgas de su mujer ─ ¿Qué tal, cariño? ─preguntó a Carla, refregándole su polla por la cara.

─ Duele... pero me gusta jaja ─respondió Carla con picardía antes de tomar el miembro de su marido entre sus labios, succionandolo con avidez.

Ignorando los quejidos de dolor de Carla, Ezequiel comenzó a moverse con más intensidad. El roce suave se convirtió en embestidas poderosas, cada una más profunda que la anterior. Incluso se atrevió a sacar por completo su polla para admirar el oscuro agujero de Carla, ahora abierto como una flor en primavera.

─ Ah... dame duro, Ezequiel... oh, me estás reventando mi culo... sigue... aaah... ─gritaba Carla, sintiendo una mezcla de placer y dolor que la llevaba al borde del éxtasis.

El recto de su tiaenvolvia su polla perfectamente y estgaba a punto de exprimirlo, Pero antes de que pudiera llegar al clímax, Miguel intervino, deteniendo al joven.

─ Parate un momento sobrino, vamos a darle su merecido como lo putita que es ─ dijo mientras se tumbaba haciendo que su mujer se metiera su polla en el coño─ ahora puedes continuar ─ le indico al joven mientras con sus manos abria los cachetes del culo de Carla.

Ezequiel se posicionó a horcajadas como pudo detrás de Carla, guiando su miembro nuevamente en aquel oscuro agujero, ansioso por satisfacerla.

─ Ahh siii... no pares... no pares... ─gemía Carla, fuera de control, tanto que sus babas caian sobre la cara de su marido. Mientras con cada embestida, el chocar de las carnes resonaban en la habitación, acompañadas de gemidos y gruñidos de placer.

─ Mmm cariño como estas disfrutando ¿verdad?...uff...uff toma mi leche mi amor─ dijo Miguel mientras se vaciaba en su interior.

Ezequiel no tardo en hacer lo mismo y con unas secas y duras embestidas se vertia en lo mas profundo del interior del culo de su tia. ─ Oggg... que rico por dios... que dos sementales ─ se complacia Carla sintiendo los calientes fluidos recorrer su interior.

Ambos se salieron de su interior y ella permanecio en cuatro expulsando una mezcla de fluidos.

─ Espera esto hay que inmortalizarlo ─ dijo Miguel cogiendo su telefonomovil ─ uff cariño como chorreas ─ le decia a su mujer mientras le hacia fotos.

Mientras tanto el joven, intentando recuperar la respiración, yacia sentado en una silla de la habitación pues sus piernas a penas lo mantenian en pie. Con la mirada perdida aun intentaba asimilar lo salvaje que habia sido, lastima que mañana terminaria todo.

Beatriz, la madre de Ezequiel, estacionó su coche en la entrada a media mañana, y los tres salieron a recibirla con sonrisas y abrazos. Mientras pasaban el día juntos, la complicidad entre ellos era palpable, pero la madre de Ezequiel permanecía ajena a los secretos que se escondían tras esas miradas cómplices y lo que había ocurrido en los últimos treinta días en aquella casa.

Después de disfrutar de una deliciosa comida y refrescarse en la piscina, Miguel sugirió pasaran la noche allí, descansar y salir al día siguiente. La idea fue bien recibida por la Beatriz y Ezequiel.

─ Lo que si voy a necesitar es ir a comprar algunas cosas al pueblo para cuando lleguemos ─ dijo Beatriz.

─ ¿Quieres que te acompañe, mamá? ─ofreció Ezequiel, mostrando su disposición.

─ No, tranquilo, será solo una pequeña lista. Ya hice un pedido por internet que llegará mañana por la tarde ─respondió ella con una sonrisa.

Con la madre de Ezequiel fuera de casa, los tres se miraron con complicidad, conscientes de que tenían la casa para ellos solos por unas horas más. Miguel, siempre astuto, asumió el papel de vigía.

─ Tranquilos, yo vigilo ─aseguró, con una sonrisa traviesa.

Sin perder tiempo, Ezequiel y Carla corrieron hacia el dormitorio. Miguel detuvo a Ezequiel agarrándolo del brazo con firmeza.

─ El lubricante sigue en la mesita ─le recordó con un guiño pícaro, antes de soltarlo.

El joven esbozó una sonrisa traviesa y salió disparado detrás de Carla, listo para satisfacer sus deseos más salvajes.

Miguel miraba por la ventana del salón desde podía vigilar la entrada mientras escuchaba los gemidos de su mujer que cada vez eran más intensos.

Ezequiel tenía a su tía contra la pared enterrándole con furia su polla en el culo ─ Ah tía me corro, que culo más rico tienes ─ dijo el joven metiéndole la polla lo más que pudo.

─ Ah eso es cariño.... ahh... lléname de leche ─ dijo aliviada Carla pues sus piernas empezaban a flojear.

El joven metía y sacaba su polla dejando los últimos restos de semen en su interior cuando a través de una apertura de la cortina vieron el coche de Beatriz encarar la puerta.

─ Joder ya ha vuelto mi madre ─ dijo apresurado Ezequiel sacando rápidamente su polla lo que hizo a Carla estremecerse.

─ ¡Ya llega! ─ grito Miguel desde abajo.

─ Rápido metete en la ducha ─ le dijo a Carla a su sobrino mientras se ponía la ropa.

El obedeció y se metió en el baño rápidamente y Carla fue al salón de nuevo apretando su culo para que no se le saliera el relleno.

─ Vaya has vuelto pronto ─ dijo Carla de forma nerviosa a su hermana.

─ Si eran pocas cosas las que tenía que comprar. ¿Y Ezequiel? ─ pregunto Beatriz.

─ Subió a darse una ducha, si quieres darte una tú puedes usar el baño de abajo ─ le sugirió Carla.

─ Si me vendrá bien ─ dijo Beatriz dirigiéndose al baño.

Miguel se acercó por detrás a su mujer y metió su mano por detrás hasta que sus dedos tocaron su húmedo ano.

─ Parece que te ha vuelto a llenar bien tu sobrino ─ le dijo de forma traviesa.

─ Uff no lo sabes tu bien ─ dijo Carla justo antes de volverse y fundirse en un cálido beso con su marido.

A la mañana siguiente todos estaban en la puerta cargando el equipaje en el maletero mientras se despedían.

Carla abrazo a su sobrino ─ Gracias cariño han sido unos días inolvidables ─ le susurro al oído disimuladamente.

Miguel con su espontaneidad que le caracteriza con fuerza atrajo al joven hacia si con fuerza ─ Bueno sobrino ha sido un placer tenerte en casa y ya sabes las puertas de nuestra casa están abiertas ─ le dijo guiñándole un ojo.

─ Os echare de menor, ya volveré en otra ocasión ─ les correspondió el joven con una amplia sonrisa.

Beatriz los miraba con cierto asombro, parecía que habían hecho buenas migas en estos días.

Terminaron de despedirse y se montaron en el coche. Se decían adiós a través del cristal antes de tomar la carretera.

Iban por la autovía en silencio y Beatriz observaba a su hijo sin apartar mucho la atención de la carretera. Lo notaba diferente, como más maduro.

─ Bueno ¿qué tal lo has pasado en estos días? ─ pregunto intrigada a su hijo.

─ Bastante bien ─ contesto el joven apartando la mirada del horizonte ─ los tíos son bastante... cariñosos.

─ Ves como no era para tanto.

─ Si tenías razón, y ¿tú que tal con el trabajo?

Asi con una amena conversación continuaron su viaje de vuelta a casa.

FIN