August 27

GALGOS, PODENCOS Y BIZANTINADAS.

ESPAÑA UNA.

De un tiempo a esta parte se aviva y retroalimenta una polémica en las redes, conventículos y gradas virtuales más o menos socialpatriotas, a cuenta de nuestras antiguas provincias de ultramar y su reivindicación o no como parte de nuestra identidad histórica.

Los acérrimos enemigos de esta idea, hablan despectivamente de "Hispanchidad" haciendo mofa del concepto - ambiguo, heterogéneo, inabarcable..- de Hispanidad. En la postura opuesta están los que desprecian el concepto de Europa - ambiguo, heterogéneo, inabarcable...- y lo identifican con una amalgama de nuestros enemigos históricos. Luego estamos los que consideramos que no hay que coger el rábano por las hojas en ninguna de las dos perspectivas.

Ni nuestra Historia puede basarse solamente en la gloriosa hazaña del Descubrimiento y Conquista de América, ni nuestra innegable identidad racial, cultural y geográfica europea puede ocultar las tensiones históricas intrínsecas a nuestro Continente. Las leyendas rosas pueden ser lentes tan deformantes de la realidad como las leyendas negras.

ESPAÑA GRANDE.

Tan españolas son las tradiciones culturales, religiosas y literarias que hacen grandes a las naciones hijas de nuestro Imperio como las contribuciones políticas, militares y artísticas con las que España cimenta la identidad europea.

Una Europa sin España no sería Europa. Pero tampoco Hispanoamérica sería una entidad cultural sin España. El relato antiespañol del indigenismo - invento propagandístico a la postre de la masonería anglocabrona- es un mimbre demasiado quebradizo en su falsedad "naif" para ocultar el hecho de que, sin España - es decir, sin Europa - América sería otra África, es decir, una degenerada amalgama de culturas tribales, más o menos antropófagas y astrológicas.

Identificar la Hispanidad con la invasión migratoria procedente de Hispanoamérica- tan nociva o más que la islámica en sus consecuencias de delincuencia, atraso y degradación social- es tan inexacto y pueril como identificar Europa con las instituciones, sanedrines y covachuelas usurarias de la mal llamada Unión Europea.

Por otra parte, el tan traído y llevado mestizaje racial que los antihispanistas esgrimen como argumento descalificador de la entidad hispanoamericana, hay que situarlo en su contexto histórico, cultural e incluso religioso para su valoración.

Y nunca hay que olvidar una evidencia patente: este mestizaje -producto de las circunstancias históricas- no supuso que los españoles se pusieran taparrabos, se pintarrajeasen la cara y farfullaran lenguajes tribales, sino que los indios y sus descendientes con sangre española vistiesen a la europea, adoptasen costumbres civilizadas y hablasen la lengua de Quevedo.

ESPAÑA LIBRE

Partiendo de la base de que a la mayoría de la población, estas polémicas identitario-históricas, desgraciadamente, se la traen floja, a la hora de configurar una alternativa geopolítica multipolar no podemos pasar por alto nuestra Historia americana.

Cada vez está más claro que la única alternativa al Globalismo turbocapitalista pasa por oponernos a un mundo unipolar regido por Estados Unidos/Israel, perros guardianes de los intereses rapaces de las multinacionales y de la oligarquía financiera.

Si alguna vez Europa logra romper los grilletes que la judería internacional le impuso en 1945, está claro que tiene que conformar un bloque geopolítico- quizá euroasiático- que haga de contrapeso a la superpotencia gringa. Y España debe estar ahí, qué duda cabe.

Pero esa nueva polaridad estrátegica y geográfica no tiene por qué suponer la renuncia a una baza geopolítica que nuestra Historia nos brinda gracias al heroísmo trasatlántico de nuestros ancestros.

Es lo que pienso, aunque doctores tiene la Iglesia y especialistas los canales de YouTube que sabrán más que yo de estas cosas.

J.L. Antonaya