June 6

6 de Junio de 1808. Batalla de Valdepeñas. La primera derrota militar de Napoleón.

Hoy recordamos aquellos lejanos días en los que el pueblo español era capaz de revolverse, organizarse y luchar contra los invasores de su tierra. Si la francesada hubiera ocurrido en estos tiempos de sometimiento, cobardía y decadencia, los alcaldes, en lugar de formar Juntas de Defensa, hubieran colgado pancartas de "Franceses Welcome". Afortunadamente, nuestros tatarabuelos no eran así.

Ante las pretensiones del General Ligier-Belair de cruzar la ciudad con sus tropas , la recién creada Junta de Defensa - dos alcaldes, un cura, un contrabandista, un abogado...- deciden negar el paso al invasor. Se dispuso que las mujeres, los niños y los ancianos se ocultasen en las bodegas y se ordenó que todos los hombres se armasen con lo que tuvieran a mano - viejos arcabuces, hoces, palos...-

Como el número de hombres era insuficiente para oponerse a las nutridas tropas de la caballería gabacha, las mujeres valdepeñeras formaron un grupo de defensa que desde ventanas, balcones y tejados se prepararon para recibir con agua hirviendo y todo tipo de improvisados proyectiles a los dragones y cazadores franceses.

Se montaron barricadas, se cruzaron carros, se enterraron clavos, se esperó.

Al amanecer del 6 de Junio, los toques de corneta franceses ordenando el ataque fueron respondidos con el desafiante repique de todas las campanas de Valdepeñas. El resto es Historia.

Entre aquellos héroes que, sin saber de política - ni falta que les hacía- se alzaron contra una invasión que instintivamente percibían como una ofensa, destacó Juana la Galana, veinteañera que, armada con una porra, combatió en la primera línea de resistencia en la entrada de la ciudad.

Otro héroe destacado fue Francisco Abad Moreno "Chaleco". Su madre y su hermano cayeron en la batalla. En los meses posteriores, acaudilló una guerrilla de 400 hombres y llegó a ser nombrado Brigadier y Comandante.

Por desgracia -como tantas veces ha ocurrido en nuestra Historia- el sacrificio del pueblo, aunque heroico, fue contraproducente. La sangre de los héroes de Valdepeñas, de Bailén, de Madrid y de toda la España que resistió al gabacho, sólo sirvió para entronizar a un nefasto borbón -valga la redundancia-.

Pero esa es otra historia.

J.L. Antonaya