AMENÁBAR ES LA NUEVA AMARAL.
Hace no tanto, la cantante Amaral, en plena decadencia de su carrera, pensó que era una buena idea publicitaria enseñar las tetas en un concierto para volver a vender discos. Y así lo hizo. Las glándulas mamarias de la ya talluda intérprete - mustias, desiguales, decadentes...- fueron exhibidas con el pretexto de reivindicar alguna de las manidas memeces con las que suele darnos la murga el sobrefinanciado lobby feminista.
El resultado parece ser que no fue el esperado. Es cierto que algunos medios volvieron a hablar de la olvidada artista, pero lo de enseñar las tetas como pretendida provocación ya lo llevan haciendo hace años todas las cansinas propagandistas del canónico odio al varón -uno de los dogmas fundamentales del corpus doctrinal "woke"- y ya aburre. Además, la mayoría de las exhibicionistas no están ni buenas y lo único que provocan es aburrimiento y vergüenza ajena.
Pero siempre hay alguien dispuesto a seguir utilizando el falso escándalo y la artificiosa "provocación" como marketing y Alejandro Amenábar, el peliculero de la trayectoria descendente, ha decidido usarla a ver si así alguien habla de la última película que ha perpetrado.
Si, como Amaral, hubiera decidido exhibir alguna parte de su anatomía para promocionar su mercancía posiblemente la cosa no hubiera tenido la más mínima relevancia ni siquiera entre los usuarios más forofos de las saunas de la "famiglia" de Begoña Gómez. Así que lo que ha hecho ha sido afirmar que Cervantes era maricón para, según él, combatir la "homofobia", otro de los elaborados victimismos artificiales de la propaganda "woke".
Esto de dar lanzadas a moro muerto es muy socorrido y es utilizado con la frecuencia que da la impunidad por la "intelectualidad" progre. Todos los comiquillos apesebrados en Televisión Española, charomarujas marisabidillas de las tertulias de Tele Cinco o sabandijas periodísticas de la Sexta saben que en España sale gratis denigrar nuestra Historia y nuestra Cultura. Y el cineasta sobrevalorado lo sabe y se apunta a esta moda para promocionar su último bodrio.
Si don Miguel de Cervantes, manco y todo, aún estuviera entre nosotros es muy posible que hubiera hecho tragarse sus afirmaciones al miramelindo peliculero. Pero vivimos tiempo de infamia e impunidad y la purrela cultureta lo sabe.