September 18

ASESINOS POR OMISIÓN

En el reciente caso de la muchacha europea asesinada por un negro en el metro de Nueva York, uno de los detalles más obscenos y más reveladores de la ralea moral alentada por el progresismo es la indiferencia (o disimulado aplauso) del resto de pasajeros del vagón - congéneres del asesino- ante la agonía de la muchacha.

Ninguno de los afropasajeros hace el mínimo ademán para ayudar a la muchacha o para avisar a emergencias. "Que se joda la blanquita" debieron pensar. En casos como éste es donde se pone de manifiesto quién fomenta el odio racial. Cuando dicen "Las vidas negras importan" (Black Lives Matter), en realidad están diciendo que SOLAMENTE las vidas negras importan.

Si en vez de una chica blanca indefensa la víctima hubiera sido un delincuente "de color" que la palmara al ser detenido por la Policía como pasó hace unos años, toda la purrela progre clamaría contra el "racismo" y todos los gilipollas del planeta se pondrían de rodillas para pedir perdón por las formas algo bruscas con las que la Policía yanqui detuvo al traficante afroamericano, afrodescendiente, subsahariano o como coño se llame ahora a los negros en la neolengua progre.

Este cambio de rasero al condenar o no un crimen dependiendo de quién sea la víctima no es patrimonio exclusivo del discurso judeoprogre en los USA. En España estamos viendo cómo las feministas están calladas como sus madres ante la oleada de violaciones en manada que sufren las españolas.

Y es que las manadas de violadores están compuestas en su mayoría por moros o por sudamericanos. Y, claro, no es cuestión de alentar la xenofobia. Mejor seguir manteniendo menas y similares con esos impuestos que, según ellos, vuelven. Aunque vuelvan en forma de delincuencia y tercermundismo subvencionado.

Para el progresista, el asesinato de los rivales políticos está justificado. Esto es así desde el asesinato de Calvo Sotelo en la Segunda República hasta el más reciente del cristiano trumpista que ha sido tan celebrado por Irene Montero y el resto de la pandilla basura.

Por mucho maquillaje buenista multicolor que se pongan, dentro de cada progre hay un chequista en potencia. Nosotros lo sabemos y ellos lo saben. Es lo que hay.

Pero mucho más repulsivo que el hipócrita odio rogelio es el seguidismo derechista hacia los lemas, dogmas y fobias del progresismo. Quizá algún "liberalconservador" piense todavía que congraciándose con los zurdos y asumiendo su jerga, le será perdonada la vida. O eso, o es que son igual de cabrones.

Todos los políticos de la partitocracia asumen la dogmática y el lenguaje progreglobalista, desde los etarras socios de Pedro Sánchez hasta los voxeros socios de Netanyahu, pasando por los socialistas más puteros o los peperos más pusilánimes. Dicen "todos y todas", "sostenible" o "inclusivo" aunque no venga a cuento y, sobre todo, consideran la palabra "fascista" un insulto.

Aunque -a semejanza de las bandas antifas- no tengan ni puta idea de lo que es el Fascismo, para ellos un fascista es alguien a quien es necesario matar o encarcelar. En cualquier caso, alguien a quien hay que silenciar no vaya a ser que sus "verdades del barquero" calen en la población y se acabe el chollo.

Este discurso es asumido incluso por la extrema derecha liberal. Hace poco, Abascal - ese plagiador indecente de frases de Ramiro- decía, en un discurso que no se sabe si pretendía ser victimista o provocador: "No nos matan por ser fascistas; nos llaman fascistas para matarnos". Es decir, se asume que matar fascistas es algo normal y deseable. En fin.

Si matar fascistas no es delito, a los fascistas de verdad sólo nos queda, como dijo algún camarada italiano, hacer que al menos sea algo peligroso.

J.L. Antonaya