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TUS IMPUESTOS VUELVEN.

Cuando pagas tus impuestos, tus impuestos vuelven. Vuelven con las generosas ayudas y paguitas a la inmigración que convierten el pasear por los coloridos barrios multiculturales de nuestras ciudades en una emocionante aventura de riesgo.

Cuando pagas tus impuestos, tus impuestos vuelven. Vuelven en forma de subvención a chiringuitos feministas, wokistas y lameculistas del poder. Vuelven en forma de campañas propagandísticas generosamente pagadas para fomentar el odio al varón y para convencernos de que un hombre disfrazado de mujer es, en realidad, una mujer.

Vuelven en forma de financiación para que los cineastas progres pueden vivir como millonarios aunque sus películas sean un truño que no ve ni el Tato.

Cuando pagas tus impuestos, tus impuestos vuelven en forma de presupuesto de Defensa para que nuestros militares, aunque lleguen con tres días de retraso a atender mal a los damnificados de las inundaciones en Valencia, puedan acudir en tiempo récord a ayudar en un terremoto en Marruecos o a llevar el botijo a los marines yanquis en sus guerras de agresión en cualquier culo del mundo.

Cuando pagas tus impuestos, tus impuestos vuelven en forma de mordidas, comisiones y cuentas en paraísos fiscales para nuestros políticos, empresarios corruptos y mangantes en general.

Cuando pagas tus impuestos, tus impuestos vuelven en forma de tetas de silicona para el cónyuge del asaltatumbas o de trajes de diseño para las innumerables chonis horteras y progretas apesebradas en los ministerios.

Cuando pagas tus impuestos, tus impuestos vuelven en forma de barra libre en puticlubs de lujo para ministros y allegados.

Y, lo más importante, cuando pagas tus impuestos, tus impuestos vuelven en forma de rescate a los bancos si les va mal el negocio en algún momento.

J.L. Antonaya