NAVIDADES ROJAS
Las luces estroboscópicas de los coches patrulla daban una apariencia al lugar del crimen a medio camino entre lo discotequero y lo surrealista. La cuidada parcela ajardinada de la casa parecía el escenario iluminado de un musical. Los abetos que empezaban a blanquearse con la nevada incipiente, los adornos navideños en las ventanas, los setos cuidadosamente recortados... todo tenía un aire entre opulento y decadente. Apoyado en un árbol vomitaba un policía joven. Era uno de los que habían llegado primero.
Mostré mi placa a uno de los agentes y entré en la zona acordonada. Los de la científica, vestidos con monos blancos, recogían las muestras habituales y el fotógrafo revoloteaba alrededor del charco de sangre junto al enorme fiambre como buscando su perfil más fotogénico. Aunque es difícil salir favorecido en las fotos cuando te falta la mitad de la cabeza.
McMurdock, calvo, rechoncho, eficiente y borde como siempre, reparó en mi presencia:
- Callahan, si dejas de pisotear mi escenario del crimen, lo mismo alguno de estos novatos puede encontrar alguna huella útil.
- Yo también me alegro de verte, McMurdock, ¿Un ladrón sorprendido in fraganti? - dije mirando el enorme saco rojo volcado junto al obeso cadáver.
- Más bien parece alguna clase de pervertido. El saco está lleno de juguetes infantiles. El dueño de la casa dice que se lo encontró muerto. Fue quien nos avisó. - McMurdock señaló con la barbilla a un vejete de aspecto tímido que nos observaba desde el porche de la entrada.
Tras las presentaciones, el tipo no dejaba de insistir en su inocencia.
- Yo no le disparé. Aunque supongo que tenía derecho a hacerlo porque este individuo había invadido mi propiedad. Los tipos de las motos me avisaron. Por fin hemos cazado al gordo hijo de puta, eso dijeron. Parecían contentos. Dijeron algo sobre competencia desleal.
- Descríbanos a esos tipos de las motos
- Eran tres. Un negro y dos barbudos con pinta de Ángeles del Infierno aunque disfrazados con capas. Las motos eran raras. En lugar de faros tenían unas extrañas figuras cromadas con forma de cabeza de animal. Quizá de camello, no sé.