EL DÍA QUE SE ALZÓ LA BANDERA
El 29 de Octubre de 1933, once años y un día después de que Mussolini marchara sobre Roma para demostrar que el marxismo y el liberalismo podían -y debían - ser superados, en España José Antonio - entonces solamente el brillante hijo de D. Miguel Primo de Rivera, el Dictador-, daba un mitin en el Teatro de la Comedia.
El acto fue anunciado como "de afirmación españolista" y todo el mundo pensó- la mayoría de los asistentes incluidos- que se trataba simplemente de una proclama derechista más frente al rumbo marxistoide, masónico y siniestro que estaba tomando el flamante régimen republicano.
En esa creencia, la derecha -monárquica, caciquil, meapilas, adocenada, temerosa de perder su tranquilidad mediocre - apoyó la difusión del acto en sus periódicos y panfletos. Incluso se le dio difusión radiofónica.
Pero había un halo de extrañeza y novedad en el ambiente. No se sabía muy bien si era por la juventud y el incipiente carisma del hijo de D. Miguel. O por la enconada campaña de la prensa de izquierdas contra la celebración del mismo. O por la nada disimulada admiración de los organizadores por el Fascismo italiano -el mitin debería haberse celebrado el día anterior, Aniversario de la Marcha sobre Roma, pero dificultades de diversa índole lo retrasaron un día -.
Lo cierto es que aquello presagiaba un aire nuevo en la apolillada atmósfera política del momento.
Y es que, entre la muchedumbre de viejos derechistas, reaccionarios monárquicos y simples curiosos, había muchos más jóvenes que de costumbre. Entre ellos, en uno de los palcos, estaba Ramiro Ledesma con sus jonsistas.
Nadie podía sospechar entonces que ese pequeño grupo de jóvenes inconformes que rodeaban a Ramiro serían los que aportarían la doctrina y el nervio revolucionario al proyecto ilusionante, poético y grandioso que el joven abogado esbozaba en el escenario con su prosa magnífica.
Pero ésa es otra historia. La historia de sacrificio, turbulencia, heroísmo y valentía que agruparía a la mejor juventud española tras la bandera que metafóricamente alzó José Antonio en ese acto. La bandera que hoy sigue irritando a los mediocres y a los hijos de puta. La bandera que sigue alzada.