November 13

LA MOVILIZACIÓN INSTINTIVA.

Tan necesaria como la lucha cultural es la presencia combativa en la calle. Sólo hay que ver la saña con la que se reprime a los patriotas para saber lo que asusta realmente a la casta parásita del Régimen del 78.


La histérica reacción de la progrez mediática ante la valentía de los falangistas que el 12-O repelieron en Vitoria la agresión proetarra o la desmedida brutalidad con la que la Policía gubernamental reprimió el otro día una manifestación de Núcleo Nacional, ponen de manifiesto el nerviosismo institucional cada vez que la juventud inconforme española sale a la calle.


La casta parásita se inquieta al comprobar el creciente desencanto de una juventud que ya no comulga con las rancias ruedas de molino del putrefacto Régimen constitucional.


Todas las rehalas mediáticas de las distintas telebasuras ladran contra los jóvenes "de extrema derecha". Y eso es buena señal. Las furcias mediáticas olisquean aires de rebelión y eso las pone histéricas.


La obscena corrupción del perrosanchismo es solamente la consecuencia de un Sistema que lleva convirtiendo España en una letrina desde 1978.


La juventud española quizá no tenga -a fuer de planes de estudio cada vez más mediocres- una formación política muy erudita pero sabe, instintivamente, que el enemigo de su futuro es un Sistema que no es capaz de garantizarle un trabajo digno o una vivienda. Los jóvenes se empiezan a hartar de que, entretanto, se subvencione con el dinero de nuestros impuestos la invasión migratoria, los sueldazos de los bufones televisivos o las prebendas de los chiringuitos wokefeministas.


Sabe instintivamente que los ataques cada vez más rastreros contra la familia buscan destruir nuestro más elemental sentido comunitario convirtiendo a la sociedad española en una amalgama de individuos sin identidad.

Hace poco, una presunta actriz -más fea que las almorranas de un mandril, como toda feminista que se precie- pedía la "abolición" de la familia. Los correveidiles de Soros cada vez se cortan menos. La juventud sabe instintivamente quién es su enemigo.

Sabe instintivamente que el talibanismo contra el legado del anterior régimen no obedece solamente al revanchismo de una organización criminal como el PSOE, incapaz de asumir su derrota en una guerra que ellos mismos provocaron. Sabe que el fin último de la demonización del franquismo es evitar comparaciones incómodas y reveladoras.


Hay quien, incluso dentro de nuestras filas, critica a veces la estética de los jóvenes en sus movilizaciones. Pero no es tiempo de rencillas por un quítame allá esos pasamontañas sino de tomar las calles.


Hace tiempo que las soluciones pacíficas dejaron de ser posibles.

J.L. Antonaya