October 23

EL ÚLTIMO GUARDIA CIVIL HONORABLE

En febrero de 1981 vimos por la tele una imagen que marcó la adolescencia de muchos de nosotros y que nos regaló una nota de sano pero fugaz pitorreo: La patulea parlamentaria escondiéndose como ratas bajo los escaños de ese Patio de Monipodio llamado Congreso de los Diputados. Frente a ellos, la figura firme y serena de un Teniente Coronel de la Guardia Civil.

Con su bigote, su tricornio y sus imperturbables cojones, su aire castrense contrastaba con el poco trapío y las querencias de manso del ganado que allí pastaba.

En aquella época, la Guardia Civil no era ese cuerpo de esbirros gubernamentales políticamente correctísimos en que se convirtió después. Estaban lejos los tiempos en que veríamos a los picoletos apaleando agricultores, arrancando brutalmente banderas nacionales de las manos de ancianas y de niños en el Valle de los Caídos o repartiendo bocadillos y cocacolas a los inmigrantes ilegales.

En esos años, los terroristas etarras -ahora socios del perrosanchismo- asesinaban todos los días a españoles inocentes, entre ellos muchos guardias civiles. La fauna parlamentaria -casi tan inmoral, hipócrita y corrupta como la actual - miraba para otro lado y ponía sordina a los asesinatos etarras.

Los cadáveres de los guardias asesinados por el separatismo eran sacados por la puerta de atrás de las iglesias en las que se oficiaban sus funerales, de forma casi clandestina y vergonzante. Ése era el ambiente de la España de 1981.

Por eso, ver a aquellos tipejos acojonados y temblando bajo sus escaños frente a aquel guardia civil, fue un momento regocijante para los chavales que ya entonces veíamos cómo la Constitución del 78 estaba convirtiendo España en una letrina.

Luego nos enteramos de que todo fue una operación orquestada por el monarca y los partidos del entonces nuevo Régimen.

Luego nos enteramos de que había una lista para formar un Gobierno de concentración compuesto por la misma fauna que temblaba bajo los escaños.

Luego nos enteramos de que aquello sirvió para purgar de nuestras Fuerzas Armadas a los últimos hombres de honor, que acabaron encarcelados. Un escarmiento y un aviso a navegantes.

Pero en aquellos primeros años ochenta, la figura de aquel Teniente Coronel fue un símbolo de rebeldía, de valor y de patriotismo. Y la rebeldía, el valor y el patriotismo ya empezaban a estar mal vistos.

Muchos años después, tuve el privilegio de visitar al Teniente Coronel Tejero en su casa. Recuerdo la serena cordialidad con la que nos recibió a mí y a las personas que me lo presentaron.

Recuerdo, sobre todo, una frase suya que definía a la perfección el ambiente de la casta militar de esta época: "Antes, los militares éramos como las águilas. Aspirábamos a elevarnos alto en el cumplimiento del deber. Ahora son como las serpientes y los gusanos. Se arrastran ante los políticos porque saben que lo que se premia es la sumisión".

En el momento de escribir estas líneas - 23 de octubre - me dicen que el Teniente Coronel Tejero está en estado crítico. Los jóvenes airados que entonces admiramos su valor - hoy sesentones- sentimos que, si se cumple el triste pronóstico, morirán con él parte de las ilusiones de nuestra juventud.

Gracias por su valor y por su ejemplo, mi Teniente Coronel.

J.L. Antonaya