LAS LIBRERIAS DE LOS CENTROS COMERCIALES
Las librerías de los centros comerciales son un muestrario de la indigencia intelectual de un tiempo de ruinas y mercadeo.
Son un catálogo de chocarrerias con ínfulas de originalidades; de panfletos ideológicos anestésicos y venenosos; de mongoladas progresistas y casposidades neoconservadoras; de chillidos histéricos caligrafiados por marisabidillas feministas y malfolladas; de pedanterías inanes y afeminadas vomitadas por los chaperos con ínfulas que habitan en las tertulias de telebasura y famoseo; de judiadas omnipresentes, falaces y holocáusticas (redundancia), tan cansinas y repetitivas.
Las librerías de los centros comerciales miran con envidia a los pintarrajos ingenuamente obscenos que hay en las puertas de los retretes públicos.
Las librerías de este tiempo de marujas con el pelo morado y los sobacos sin depilar ponen en sus estanterías más notorias los libros firmados por políticos corruptos, por teleputillas televisivas o por asesinos en serie.
Menos mal que a veces hay momentos mágicos y excepcionales. Momentos en los que, entre las toneladas de basura impresa que anegan los centros comerciales, se encuentran a veces textos supervivientes a la censura de los mediocres. Y Pound, Mishima, Lovecraft, Poe, Cervantes, Quevedo y Tolkien dejan de revolverse en sus tumbas en ese momento mágico y excepcional.