Por fin era sábado, me levanté con nervios e intriga por lo que en unas horas iba a suceder, llevo toda la semana intentando asimilar la situación y asimilarlo dentro de mí.
Relato escrito por Fran (@epifranio), miembro del grupo Valentina Erótica
Llega otra vez el verano, y es mi segundo año de “soltera”, pero esta vez me voy sola, tengo que aprender a disfrutar de mi elegida soledad.
Nos montamos en el coche, directos al museo que querías visitar, acto seguido una iglesia que estaba cerca y que también era de interés turístico, ya había pasado media tarde, y no había nada más reseñable para ver que quedara abierto, según la oficina de turismo.
Después de años de rutinas diarias, trabajo incesante y la maravillosa pero agotadora labor de criar a nuestros hijos, finalmente habíamos logrado escapar. Este viaje representaba más que un simple descanso; era nuestra oportunidad de reconectar, de reavivar esa chispa que se había mantenido latente durante tanto tiempo. Nuestro aniversario era la excusa perfecta para recordar y redescubrir lo que siempre habíamos amado el uno del otro.
Katia chupaba y lamía, una de las veces que la sacó, la miró, se podía ver un hilo del resto de la corrida, un hilo transparente, un hilo que llegaba hasta el labio de Katia. Se separó, dejando que se rompiera y con una sonrisa de verdadera diablesa, lo recogió con el dedo y se lo llevó a la boca relamiéndose.
Era viernes, hacía calor y buen tiempo. Habíamos previsto un viaje a una ciudad, en la que poder hacer un poco de turismo y dar rienda suelta a nuestra imaginación.
Una de las cosas qué más odio es lavar y limpiar el coche. Hay personas que viven para ello, que los cuidan casi más que a sus casas. Sonará machista, pero la mayoría de los hombres no les importa madrugar un domingo para irse durante un par de horas a lavar y aspirar el coche, pero… ¡OJO! Las tareas dominicales de casa…¡Esa es otra cuestión! Jajajaja. Yo lo entiendo, luego siempre antes pasan por el bar a tomarse unas cervecitas por el trabajo bien hecho.
“Fanny, este hombre me da a mí que te va a hacer gozar lo que no has gozado en tu vida. Abre tu mente, el trabajo y el placer no tienen por qué estar reñidos” Me decía a mí misma mientras retocaba mi peinado y maquillaje. Antes de salir con el café en la bandeja, llevé mis manos a mis nalgas, recordando lo que acababa de pasar.